Hola a todos! Un capítulo más llega para todos, he aquí tenemos una historia basada en un relato que muchos dicen es cierto y otros no, eso dejémoslo en cuestión. Pero así pues en este mes tengan cuidado, que los fantasmas rondan alrededor y las personas pueden no ser unos santos, además de alguna planta. ¿Planta? Ya lo verás, así pues… COMENZAMOS!

…..

Capítulo 39.

El árbol de los ahorcados.

Mylene era una chica que estaba a favor de la ley verde. Preservar la vida natural era una de sus metas en la vida y que Paris conservase sus siempre zonas verdes y las incrementara era parte de su proyecto. Y ese día estaba con sus amigas protestando por el corte de árboles de una zona descuidada de la Plaza de Marte.

-¡Los árboles son vida! ¡La tala es muerte!- muchos gritaban el lema y los trabajadores del lugar parecían no inmutarse jugando cartas o viendo sus teléfonos mientras la policía era quienes lidiaban con ellos. El capitán Raincomprix suspiró cansado, harto de ver a toda esa gente aglomerarse sin saber nada, y alzó el megáfono.

-Atención. Nada más se cortarán unos cuantos árboles. Nada más.

-¡No le creemos!

-¡Cortarán todo!

-¡Buuuu!

Las voces de los manifestantes le estaban produciendo migraña al oficial que pareció darse por vencido por el momento. Marinette vio a Mylene que como otros celebraron la retirada temporal.

-Es muy noble de tu parte realizar este tipo de campañas pero… ¿no crees que lo que dijo el papá de Sabrina sea verdad?- dijo señalando detrás de ella. El sitio parecía una jungla. Los arboles torcidos daban un aspecto extraño y algunos de estos hasta lucían sin vida.

-Eso es lo que quieren que creamos. Pero terminarían por tirar todos los árboles. Este lugar solo requiere de cuidado y amor.

-Mucho cuidado en mi opinión.- admitió Alya que tomaba un video del lugar.- Vengan chicas, ayúdenme a grabar el lugar más a fondo.

-Te acompañamos, Alya.- dijo Marinette y caminaron al interior de esa espesa arboleda.

-Vaya, no quisiera estar aquí cuando fuera de noche.- silbo Alya sorprendida y Mylene frunció el ceño.

-Esto es por culpa de los anteriores cuidadores. Han descuidado demasiado este sitio.- saltó una raíz sobresaliente, pero Marinette sentía una vibra extraña en aquel lugar.

-Oigan chicas. Tal vez deberíamos regresar.

-¿Qué pasa, Marinette? ¿Asustada?- se rio Alya y Marinette hizo un puchero.

-No, pero este lugar tiene algo raro. No lo sé… ¡Aaaah!- cayó por culpa de una raíz y las chicas se preocuparon.

-¿Estás bien?- preguntó Alya.

-Sí, eso creo, ni siquiera la vi… ¿Pero qué diantres?- sus ojos miraron por encima de sus cabezas. Sobre una rama a unos metros de ellos había una soga con nudo quieta en el sitio.

-Wow, chica…

-¿Quién rayos colgaría algo así?- pregunto Mylene y Marinette señaló las ramas.

-Miren, allí hay otra… y otra por allá.

-Vaya…- Alya estaba grabando sorprendida. El árbol tenía sogas en las ramas gruesas, algunas rotas, otras sueltas, y otras con un nudo de ahorcado. Marinette sintió escalofríos.

-No me gusta esto. ¿Es que la gente no sabe hacer otra cosa que hacer este tipo de bromas?

-No me visto ninguna columna sobre suicidios aquí. Debería investigar.

Mylene suspiró y miró a sus amigas.

-Por favor, es obvio que es una broma. La noche de brujas se acerca y la gente busca con qué asustar a otros.

-¿En un lugar así?- preguntó incrédula Marinette pero Alya quería salir de allí.

-Vale, será mejor que volvamos.- instó comenzando a sentir esa vibra extraña que Marinette decía.- Quiero regresar pronto a casa para escribir el reportaje de esto.

Las tres chicas se alejaron pero Mylene sintió una leve brisa sacudir sus cabellos, mirando encima de su cabeza, las cuerdas se agitaron con el viento.

Al llegar a casa, Mylene encontró a su padre cocinando y le abrazó desde atrás.

-Hola, papá.

-Hola, cariño. ¿Te fue bien hoy?

-No tanto. Al parecer no importa qué van a proceder con la tala.

-Oh, cariño… lo siento mucho.- este probó la sopa que estaba haciendo y le pasó a su hija una cuchara.- Tal vez podamos hacer algo después, como plantar nuevos árboles.- Mylene probó la sopa y la saboreó gustosa.

-Claro papá.- los dos se sentaron a la mesa para comer pero entonces Mylene siente que algo le falta.- ¡Oh, no!

-¿Qué ocurre, cariño?

-Mi cartera. Estoy segura que la tenía en mi bolsillo.

-Tal vez la tiraste en la plaza.

-Oh… que asco de día.- su padre la miró afectada, su hija normalmente era alegre pero sabía cuánto le importaba todo proyecto en lo que se proponía, así que con una sonrisa le pasó un bollo.

-Come rápido y vamos a buscar tu cartera.

-Pero ya es de noche.

-Qué suerte que tengo una buena linterna.- Mylene sonrió, tenía el mejor padre del mundo.

En una hora estaban en el mismo punto donde los carteles seguían en su sitio clavados como una barricada. Mylene buscó alrededor pero no encontró nada.

-Tal vez se me cayó allí adentro.- su padre al ver el lugar al que se refería abrió grande los ojos.

-Este lugar tiene… su encanto en esta temporada.- la joven casi se ríe, porque tenía que admitirlo, Alya tenía razón.

-Es lúgubre.

-Mejor descripción no le pude haber dado, florecita.

Mylene se adentró al sitio, advirtiendo a su padre que tuviera cuidado con las ramas y raíces. Avanzaron con cuidado con las linternas al frente y en sus pies hasta que Mylene estuvo segura de haber llegado al punto exacto. Y miró al suelo encontrando casi escondida entre hojas secas su billetera.

-¡Aquí está! Pensé que la había perdido.

-Muy bien, cariño. Vamos a casa. No fue tan difícil como creía.- Mylene rio segura que su padre pensó que se la pasarían buscando toda la noche, pero la travesía había sido exitosa. Estaban listos para irse cuando un sonido extraño hizo que se detuvieran. Era una especie de gorgoteo. Mylene miró a todas partes hasta que su padre alzó su linterna entre las ramas. Algo estaba colgado en una de las sogas, o mejor dicho alguien. Un hombre con ojos blancos se sacudía en el árbol en sus últimos segundos agónicos, pero él no era el único allí ya que al mover la linterna pudieron ver una mujer, un hombre joven, un chico que debía tener la edad de Mylene, otro hombre y alguna otra figura. Mylene gritó de horror y su padre pudo reaccionar a su grito tomándola del brazo y jalándola fuera de ese lugar hasta que no escucharon a ese hombre…

Cuando la policía llegó el señor Raincomprix vio a Mylene reconociéndola al instante. Este habló con los oficiales y después con los paramédicos. Al final, se acercó al padre e hija que estaban envueltos con mantas y con chocolate caliente por el frío y el susto.

-Este lugar es conocido por su alta tasa de suicidios. Ese árbol en particular. No sabemos las razones pero siempre en ese árbol. Es por eso que la alcaldía quería derribar los árboles de esa zona y no dijimos nada para no levantar escándalos.

-¿Es que no hay nadie que vigile ese sitio?- preguntó el señor Háprele furioso por el susto.

-Ya lo hemos intentado. Pero nunca encontramos cómo es que entran sin ser vistos.

Mylene se quedó pensativa unos momentos, algo extraño había en ese cuadro que no paraba de cuadrarle.

-Perdone señor…- habló en voz casi queda que tuvo que volver a llamarlo.- Perdone señor. ¿Encontraron una escalera?

-¿Disculpa?- ella bajó la mirada, jugando con sus dedos antes de volver a mirarlo.- Estaban demasiado altos. ¿Cómo se colgarían sin una escalera o algo que les ayudase a subir?- el capitán reflexionó sobre ello y mandó a alguien a buscar una escalera o algo similar. Pero no encontraron nada. La situación se tornó extraña después de eso. Mylene dejó de defender ese sitio y a pesar de que algunos activistas le dijeron cobarde, sus amigas se preocuparon por ella, ya que faltó unos días a clases por el susto. La visitaron en casa para saber de su estado tras faltar a clases. Iván la visitó también, con un ramo de flores y chocolates.

-Gracias por venir.

-Me preocupaste mucho. Quería saber cómo estabas.

-Ya, creo que tardaré un tiempo en recuperarme.

-Mylene, ¿qué pasó? ¿Qué viste que te asustó tanto?- preguntó abrazándola con ternura, y tras unos momentos sacó todo lo que tenía por dentro, Iván quedó pensando en lo que dijo su novia y las ideas de cómo esas personas pudieron subir a ese árbol.

-Vi a un chico de nuestra edad Iván, y-y también supe que un anciano estaba colgado. Dime, ¿cómo un viejecito que aparentaba más de ochenta años pudo subir y ahorcarse?- preguntó con lágrimas, mientras que Iván parecía digerir la idea cuando su boca se abrió.

-Hace mucho tiempo mi abuela me contó que en la guerra mucha gente prefería morir antes de enfrentar su situación. Hambre, enfermedades, muerte. No muchos aguantaron eso. Y me dijo que una vez vio algo extraño. Una noche que regresaba tarde con su hermano, mi tío abuelo, de conseguir víveres, a lo lejos vieron un árbol lleno de horcas y a un hombre ponerse frente a este. Ya era muy tarde y eso les pareció muy extraño. Se acercaron para poder ver qué podían hacer por este ya que creían que eran de los tantos que no conseguían víveres en la semana. Entonces, me dijo que vio como una de las ramas bajó y ponía frente al hombre una de las cuerdas deshechas, y que este le hizo un nudo, y se lo puso en el cuello, para después ver cómo la rama se elevó con el hombre comenzando a asfixiarse hasta la muerte. Corrieron lejos de allí y no volvieron a pasar por ese lugar que no me dijo dónde era. Es un cuento que me contaba en las noches de brujas. Pero… ¿no sería entonces el mismo árbol?

Mylene abrazó a su novio y este al consoló en sus grandes brazos. Cuando los árboles fueron retirados de la zona quedó un espacio verde y libre para plantar otros árboles y muchas flores. Mylene colaboró dispuesta a limpiar ese lugar, y quitar con bellas flores el rastro de muerte de ese árbol fatal.

Y…. espero que les haya gustado! Gracias a todos por leer. Dejen review, nada de tomatazos, acepto dulces de temporada, y sin más qué decir… UN ABRAZO! UN GUSTAZO! Y HASTA LA SIGUIENTE!