En la noche
Engineer bostezó profundamente y revisó por última vez el plano en el que había estado trabajando. Estaba muy satisfecho con su trabajo. Había tardado toda la noche, pero por fin estaba acabado. Ahora solo faltaba encontrar los medios para que su nuevo teleportador bidireccional fuera una realidad, pero conociendo al cuartel general, lo más probable es que tardaran meses, por decir poco. Eso si lo aceptaban...
El mercenario suspiró profundamente. No se había dado cuenta de lo agotado que estaba. Estaba tan reventado que probablemente iba a pasarse durmiendo hasta la tarde. No había programada ninguna batalla para el día siguiente, de lo contrario ni siquiera se hubiera planteado el quedarse a trabajar hasta esas horas. Por cierto, ¿qué hora era? Buscó su reloj entre el disperso material de dibujo y miró la hora. Soltó una risilla cansada al ver que eran nada mas y nada menos que las cinco de la mañana.
-Dell, esta vez te has pasado- se dijo así mismo.
Dicho esto, el hombre se dispuso a salir de su cuarto de trabajo y dirigirse a su habitación, no sin antes dejar la puerta bien cerrada con llave. No quería que el Spy enemigo se llevara su trabajo, aunque conociendo al otro Engineer probablemente no tardaría en desarrollar la misma idea, si no lo había hecho ya.
La base estaba casi a oscuras, siendo las luces de emergencia las únicas en iluminar su camino. Engineer caminaba por el pasillo procurando no tropezar con las cajas de suministros de MannCo que se encontraban apiladas por ahí. Estaba ya a un par de metros de su habitación cuando sobre una de las cajas distinguió una pequeña figura moviéndose.
El texano se acercó a examinar dicha caja con cautela y la cara que de sorpresa y alarma que puso fue tal que si Scout hubiera estado despierto se hubiera reído de él durante semanas. Sobre la caja había un extraño cangrejo que llevaba puesta una máscara igualita a la que llevaban los Spy, del color del equipo enemigo.
-Ola ke ase- le saludó el Spycrab.
Engineer se quedó mirando a la criatura sin dar crédito a lo que veía. Antes de que pudiera si quiera preguntarse si lo que estaba viendo era real o no, el peculiar cangrejo habló de nuevo.
-¿Tiene' un mechero, mi "arma"?- preguntó la criatura alzando un cigarro que mantenía agarrado en una de sus pinzas.- É que hase un huevo que no me fumo argo. No vea lo que me a costaó mangarle el cigarro al menda ese que va tó enchaquetao.
El atónito mercenario sacudió la cabeza de un lado a otro antes de apartar la vista del extraño ser y continuar andando en dirección a su habitación, prefiriendo ignorar que había tenido tal encuentro . Sin embargo, antes de entrar en su cuarto, el texano se giró para echar un vistazo la caja donde se había encontrado al Spycrab, pero este ya no estaba.
-Es la última vez que me quedo trabajando hasta estas horas- suspiró.
En el anterior capítulo olvide mencionar que el equipo que vive estas historias queda libre a la imaginación del lector.
Los pequeños Spycrab son adorables, ¿no? Espero que ningún andaluz se sienta ofendido por el maltrato al acento hecho en este capítulo, pero que sepáis que yo también soy andaluza.
Y recordad niños: hay que dormir bien si no queréis que un cangrejo os pida fuego por la noche.
