Hola a todos! Volvemos con una nueva historia y un nuevo protagonista, aunque por él no daría ni un euro, está en mi lista negra desde hace un tiempo. Pero bueno, espero que les guste y sin más qué decir que este chico NO es del PV… COMENZAMOS!
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Capítulo 59.
La voz de papá.
Félix a veces sentía que tenía demasiado tiempo libre… así había sido desde la muerte de su padre. Su familia era algo peculiar. Su madre era una mujer que llevaba las riendas del negocio familia de los Graham de Vanilly, en cambio su padre, si bien era un hombre ocupado, siempre hacía un gran espacio en su agenda para estar con él, aunque eso significase desvelarse para terminar el trabajo.
Llegó a su hogar con aire cansado y la cabeza revolucionada ante todos los planes que tenía en mente.
-¿Todo bien cariño?- le preguntó su madre apenas y llegó, desde que su padre murió, ella intentaba llenar ese hueco que había quedado vacío.
-Sí, sólo estoy cansado, madre.- ella le sonrió condescendiente y besó su frente.
-Bueno, debes descansar un poco. Sé que tienes mucho por hacer, pero si no te relajas podrías perder de vista ciertas cosas.
Tenía razón, si por culpa de su cansancio cometía un error, todo por lo que había luchado se perdería en un abrir y cerrar de ojos. Y su tío Gabriel era el mejor ejemplo de la ineptitud ante su desesperación. Casi hasta podía sentir pena por su incauto primo, casi.
-Vamos a cenar, el chef hizo tu favorito.
Él sonrió y caminó junto a su madre al comedor, aunque por un segundo le pareció ver a un hombre cerca de la barra de la cocina dándole la espalda. Se detuvo para regresar su vista a ese punto, pero no vio a nadie. ¿De verdad estaba tan cansado que comenzaba a ver cosas? Se sentó en la mesa junto a su madre. La carne Wellington era su favorita, acompañado de patatas salteadas en mantequilla y romero, y ensalada con manzana, todo era perfecto, o casi… intentaba ignorar el hecho de que una silla faltaba en la mesa, y cuando vio a esa dirección…
-Mamá, ¿quién puso esa silla?
-Oh… no lo sé. Creo que la pusieron allí por error.- Félix frunció el ceño al ver la silla extra que estaba del otro lado de la mesa, era increíble que no se hubiese percatado de esta desde el principio.- Pediré que la retiren.
-Está bien, no me molesta.- era mentira, pero no haría una escena ante esa silla extra.
La cena fue perfecta, los platillos sazonados a la perfección, y su madre se quedó en la sala leyendo un rato mientras que él se dirigió a su habitación.
-Félix.
-¿Sí, mamá?- se dio la vuelta y su madre alzó la vista de su libro.
-¿Sí?
-¿Me llamaste?
-No, claro que no.
-Ya veo, debí escuchar mal. Buenas noches.- se dirigió a su habitación y miró con detenimiento el miraculous del pavo real con una sonrisa ladina.- Oh, mi querido tío. No sabes lo feliz que me hará ver tu cara cuando te des cuenta que me has dado en bandeja de plata tu carta de la victoria.
Se sentó en su escritorio para repasar las notas de su plan, pensando en lo impredecibles que podrían volverse Ladybug y Chat Noir si llegasen a atraparlo, ¿qué debía de hacer con ellos? Entonces notó un leve movimiento, se volvió a la esquina derecha de su escritorio donde estaba un modelo de un viejo barco dentro de una botella. Su padre era aficionado a estos modelos, y tenía una paciencia la cual había heredado.
Te ha quedado muy bien, hijo. Felicidades.
Le decía siempre orgulloso y presumiendo de él, cómo extrañaba esos tiempos.
-Bien hecho, hijo.
Se levantó de golpe y miró alrededor, le había parecido por un instante escuchar la voz de su padre. Gruñó al ver que estaba solo.
-Maldita sea, debo estar en serio cansado.
Decidió que lo mejor era irse a dormir. Se puso su pijama, guardó todas sus notas y se cubrió con las mantas esperando que el sueño le atrapase, cosa que fue algo difícil hasta que comenzó a relajarse poco a poco.
-¿Y qué quieres hacer hoy?
Abrió los ojos de golpe y se sentó en la cama, mirando alrededor en la penumbra, estiró su mano hacia la lámpara y la encendió. Estaba solo.
-Maldita sea, duérmete de una buena vez.
Se regañó y apagó de nuevo la luz, acomodándose de lado y apretando la funda de la almohada.
-¿Por qué estás molesto?- susurró la voz en su oído.
Saltó de su lugar, manoteando en la oscuridad y estirando de nuevo su mano hacia la lámpara de su mesa de noche, pero ahora esta parecía tan lejos de él…
-Félix.
La respiración del joven se entrecortó, cerca de él había una figura apenas visible en las sombras junto a su cama, la figura de un hombre que desapareció en un parpadeo.
-¿Quién demonios está allí?
Preguntó entre dientes y con los puños apretados. Volvió a estirar su mano, pero la lámpara de noche de verdad estaba lejos de su mano.
-Félix…- alguien se sentó a su lado y se volvió mirando la silueta de la persona sobre su cama, una silueta más clara y que pudo reconocer.- ¿Qué sucede, Félix? Pareces… asustado.
Sintió el sudor frío perlar su piel, aquello no podía ser verdad, era ilógico que en ese momento él estuviese allí. Pero esa era su voz, esa era su silueta...
-¿Félix?- su voz sonó con una leve cacofonía.- ¿Todo bien, hijo?
-Pa… no, no puede ser.- intentó pensar con lógica pero le era muy difícil.- Esto es un sueño, una pesadilla.
-¿Qué dices?- preguntó aquella figura, con una leve risa que resonó en una cacofonía.- Soy yo, ¿es que no reconoces a tu padre?- la figura estiró su mano lentamente hacia él.- Mi querido hijo, ¿por qué no dices nada? Félix, ¿por qué no me das un abrazo?
Por unos instantes le pareció distinguir en medio de la oscuridad una boca con dientes afilados retorcerse mientras intentaba diabólicamente y esa mano… esa mano era una enorme garra con una muy afilada punta que rozó sus cabellos y se alzó sobre su cabeza.
-Ven Félix… dame un abrazo.
La garra cayó sobre él y entonces algo golpeó al horrendo monstruo antes de sentir la punta clavarse sobre de su cabeza terminando cayendo sobre su cama, y el sonido de los cristales rotos fue lo último que escuchó.
…
Cuando despertó sentía el pijama pegado a su piel todavía fría. Se levantó de su cama y pasó su mano por su cabeza donde estaba seguro todavía sentía un leve pinchazo donde aquella garra iba a clavársele. Pasó sus manos por su rostro y tras unos momentos de respiraciones lentas y concisas se dio cuenta que todo había sido un mal sueño.
-Tal vez fue el libro que he estado leyendo. No más Edgar Allan Poe antes de dormir.- se levantó de su cama y se puso sus pantuflas, pero pisó algo que se rompió bajo la suela de goma. Un pequeño pedazo de vidrio.- ¿Qué rayos es esto?
De repente quedó lívido al ver más pedazos en el suelo y en la alfombra, junto con lo que creía eran pequeños pedazos de madera. Rápidamente su cabeza se volvió hacia su escritorio, donde vio con horror la botella destrozada y el barco apenas reconocible sobre lo que quedaba de base.
-¿Quién… quién se ha atrevido…?- intentó preguntar pero la bilis comenzó a subir por su garganta al ver uno de sus más preciados recuerdos con su padre destruido. Estuvo a punto de gritar pero de repente se detuvo, recordando aquel sueño y el sonido de cristales romperse. Fue a su cama y alzó la manta, encontrando para su desconcierto total la sábana de cama estaba rota, como si algo filoso lo hubiese cortado la fina tela y… atravesado parte del colchón. Se volvió de nuevo al barco observándolo con detenimiento, pensando que alguien lo debió haber puesto de vuelta con sumo cuidado en su posición original.
-¡Félix! Hora de levantarse, el desayuno pronto estará listo.- escuchó la voz de su madre detrás de la puerta.
-Voy en cinco minutos.- respondió con la mayor calma posible disimulando perfectamente la confusión en su voz.
¿Qué era lo que había pasado? ¿Qué había sido eso que vio anoche? Tal vez no tendría una respuesta concreta, pero algo muy dentro de él le decía que, de una u otra forma, su padre todavía seguía con él y que anoche lo salvó de algo terrible.
Tenía que arreglarse, ya pediría a alguien que limpiase su habitación, por ahora debía reunirse con su madre a desayunar intentando aparentar calma, a pesar del muy bien conocido aroma a colonia y crema de afeitar que rondaba alrededor en esos momentos en su habitación, esperando escuchar en cualquier momento la auténtica voz de su padre.
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Y… espero que les haya gustado! Gracias a todos por leer, esperen pronto más historias que tenemos un largo mes por delante. Y sin más qué decir… UN ABRAZO! UN GUSTAZO! Y HASTA LA SIGUIENTE!
