Mi Pyro y yo
Scout siempre solía levantarse tarde y de buen humor cuando el equipo tenía el día libre, especialmente si estaban en 2Fort. Aquel día hacia un tiempo excelente, ideal para pedir a algún compañero que le llevara al pueblo cercano (preferiblemente Spy o Sniper, que eran los que mejor conducían), así podía hacer deporte y exhibir su hermoso y espectacular (canijo) cuerpo ante las pivas. De paso incluso podía ir a comprarse algo.
-No- habían respondido sus compañeros de equipo mientras se subían en los coches cuando les preguntó.
-Casi todos tenemos algo que hacer en el pueblo hoy y alguien tiene que quedarse cuidando de Pyro y los animales- explicó Sniper.
-¿Y por qué tengo que ser yo el que se quede?- preguntó indignado el joven.- ¡Es injusto! ¡No he hecho nada malo!
-Has tocado a Sasha- dijo Heavy con el ceño fruncido.
-¡Has jugado al béisbol con mi colección de cabezas!- gritó Soldier alzando la cabeza del Medic del equipo contrario.
-Has garabateado sobre mis planos- gruñó Engineer.- Por cierto, Pyro dibuja mejor que tú.
- Y por todo eso, hemos decidido castigarte sin salir- terminó Spy en tono de burla.
-Dos cosas. ¡Uno: de todo lo que habéis dicho yo solo he hecho lo de los planos de Engineer, y si tuviera el cuarto de trabajo un poco más ordenado no hubiera pensado que eran basura!- explicó el joven enfadado.- ¡Dos: ni yo soy un crío ni vosotros mi madre, así que no tenéis derecho a castigarme!
Sus compañeros mantenían miradas de enfado sobre él. El bostoniano sostuvo la mirada del resto del equipo, pero finalmente cedió.
-¡Como queráis!- dijo dándole su espalda.- Venga Pyro, vamos a jugar con Globocornio y el resto de la pandilla- añadió a regañadientes mientras se ponía las gafas de Pyrovision, Pyro dando saltitos de emoción mientras hacía planes con sus amigos de Pyrolandia. Mientras ambos se dirigían al interior de la base,los coches arrancaron, en dirección a Teufort, donde no les querían ni ver a no ser que llevaran dinero encima. Cuando eso ocurría, los comerciantes de pronto se ponían de buen humor y les trataban con respeto y amabilidad.
Scout y Pyro estuvieron jugando al escondite durante una hora que a Scout se le hizo eterna. Cansado y aburrido, Scout sugirió que dieran de comer a los animales. No quería enfadar más al equipo por no alimentar a sus mascotas.
Primero fueron a la enfermería a dar de comer a las veinte palomas de Medic. Scout siempre se había preguntado como lograba distinguir las unas de las otras si eran idénticas. Pyro le decía cosas a Arquímides, que movía la cabeza de un lado a otro como si estuviera preguntándose que diablos le estaba diciendo la cosa de la máscara. Después dieron de comer al gato de Engineer, que estaba jugueteando con un ovillo de lana del que nadie en la base se hacía propietario porque hacer punto no es un hobby apropiado para un mercenario, aunque Scout tenía la sospecha de que era el único miembro del equipo cuyas armas tenían nombre y en invierno les ponía bufandas hechas a medida. Por último Scout dio de comer al loro de Demoman. El loro miró fijamente a Scout y le dijo:
-¡Ayuda! ¡Me han convertido en loro!
Scout se quedó mirando al animal, estupefacto y asustado. Primero pensó en contactar con el compañero de piso de Soldier, dado que este era un mago, pero luego se le ocurrió que quizás Demoman le había enseñado a decir eso y se tranquilizó.
Pyro miró la hora y murmuró algo que Scout no entendió. De pronto el pyromaníaco agarró al joven y lo sentó en la mesa de la sala de estar, donde tenía dispuestas una serie de ceras de colores y varios folios en blanco.
-No tengo ganas de dibujar- le dijo el bostoniano cuando entendió lo que quería. Pyro ladeó la cabeza y se le quedó mirando fijamente, como intentando parecer adorable. Al final, Scout acabó cediendo- vale, vale, dibujaré contigo, pero deja de hacer eso. ¡Me asustas!
Mientras dibujaban Scout pensó sobre el miedo que le había dado Pyro durante mucho tiempo. Sin embargo, desde que descubrieron Pyrolandia el equipo ya no mantenía tanto las distancias con él (o ella), salvo Engineer y Medic quienes siempre le habían dado una oportunidad al piromaníaco, aunque el segundo era más por un morboso interés científico. Sin embargo, Scout todavía se sentía incomodo cuando estaba a su lado. El principal motivo era su trauma con los arcoiris y el hecho de que su compañero parecía disfrutar con ellos.
Perdido en sus pensamientos, no notó como Pyro se había puesto tras de él. Antes de que pudiera darse cuenta, Pyro le quitó las gafas de un golpe, le puso una venda en los ojos, lo puso de pie y comenzó a arrastrarlo.
"O no, le ha dado un ataque y me quiere torturar con fuego" pensaba atemorizado Scout. "O con arcoiris de verdad, y eso es aún peor".
Sin embargo, Pyro no lo arrastró mucho antes de quitarle la venda.
-¡Sorpresa!
Scout no creía lo que veía. Pyro le había traído a la cocina, donde le esperaban sus compañeros acompañados por una enorme tarta.
-¿Pero qué...?- preguntó Scout.
-Verás, esta mañana Sniper recogió el correo y encontró un regalo para ti de tu madre junto con una felicitación por tu cumpleaños, así que decidimos prepararte una sorpresa- explicó Medic mientras le pasaba el regalo de su madre.
-Entonces, ¿no estáis enfadados de verdad?- preguntó a sus compañeros mientras abría el regalo. Sus compañeros negaron.- ¿Tu tampoco, Engi?
-Nope, esos proyectos estaban descartados, pero pregunta la próxima vez- respondió el texano.
-Lo tendré en cuenta- respondió Scout. Terminó de abrir el regalo y exclamó- ¡Una sudadera nueva! Con esto seguro que las churris se me pegan como moscas- dijo alegre.
Después de soplar las velas y un "cumpleaños feliz" muy desafinado de parte de sus compañeros, Heavy repartió la tarta. Mientras comía, Scout se acercó a Demoman.
-Has enseñado a hablar muy bien a ese loro- le felicitó.
-¿De qué hablas?- preguntó confundido el escoces.- Ese pajarraco no ha dicho ni pío desde que lo compré.
Scout abrió la boca, pero no era capaz de emitir sonido alguno. ¿Cómo iba a explicarle a su compañero que su mascota era en realidad una persona transformada?
En el otro lado de la mesa, Spy contenía su risa. Era increíble lo que se le podía enseñar a un loro con unas cuantas galletas.
Bueno, este capítulo va dedicado a mi hermana pequeña, cuyo cumpleaños fue el viernes pasado y sus clases favoritas son Scout y Pyro.
