Hola a todos! He aquí traigo una historia que tenía guardada desde hacía tiempo y que no había podido terminar hasta ahora. Espero que les guste y que pasen un poco de miedo o incertidumbre. Gracias a todos los que se han pasado a leer y por cierto, esto todavía no acaba, la última historia se publicará el día 2 de Noviembre, así que paciencia, esa será sumamente especial, así como la del 31 de octubre. Por ahora… feliz lectura y COMENZAMOS!

Capítulo 65.

La gárgola de Notre Dame.

Existe una leyenda de que las gárgolas de Notre Dame son en realidad guardianes petrificados, los cuales cuidan el lugar y sus secretos más oscuros. Sabía que era una leyenda absurda, ¿estatuas que se mueven? ¿Quién lo creería? Pero para el director Damocles, la leyenda era más que eso.

-Dicen que la reconstrucción de Notre Dame va de maravilla.- comentó Caline a su compañera de trabajo, la srita. Mendeleiev en su descanso.- Me gustaría hacer un pequeño paseo guiado por la zona.

-Caline, estás embarazada. Apenas y deberías moverte por el salón.- le recordó la mujer de gafas antes de darle unos sorbos a su café.

-Hágale caso, profesora Bustier.- dijo el director que fue a la cafetera para poder tomarse una buena taza de café.- Además, si bien la reconstruyen no es como si fuese igual a como estaba antes así que deje ese tipo de excursión para los turistas.- se alejó de allí antes de que la profesora le respondiese. Fue a su oficina, esquivando a algunos alumnos que jugaban en el patio hasta llegar a su oficina, donde allí buscó noticias sobre Notre Dame y su reconstrucción. Cuando vio la foto de una gárgola destruida, sintió un escalofrío recorrerle desde la punta de la cabeza hasta los pies.

-Señor director.- al alzar la vista, vio a la profesora Bustier.- ¿Se siente bien?

-Claro, ¿por qué lo pregunta?- ella no era tonta, tampoco su compañera pero ninguna había querido decir nada en el punto.- Es que cuando estaba en la sala de descanso, su mano temblaba.

No se había dado cuenta de ese detalle. Cerró los ojos y suspiró con pesadez antes de apoyarse en el respaldo de su silla.

-Cierre la puerta. Le contaré algo pero que esto no salga de aquí.

-¿Yo también puedo escuchar?- se asomó la profesora de ciencias y el gruñó dejando que también pasara para escuchar su relato.

-Muy bien. Mi estado se debe a lo que dijeron sobre Notre Dame. Verán, cuando era más joven…

-¡ATRÁPALA!- le gritó un chico mientras leía su comic en el parque, pero no tuvo tiempo de reaccionar porque la pelota le dio de lleno en la cabeza, quedando su rostro entre las páginas de su comic favorito.- Ups, perdón nerd.

Se levantó como pudo y miró con resentimiento a su compañero de clases, Leo, a pesar de ya tener 15 años era un inmaduro de lo peor. Se la pasaba haciendo bromas a las chicas, molestando a los chicos más débiles que él, y para qué negar lo obvio, a los que él consideraba nerds y él estaba en su maldita lista diaria de personas a molestar, quizás porque tenía algo de sobrepeso, porque le gustaban los comics, o porque siempre estaba en la lista de los diez mejores en la clase, pero fuese cual fuese la razón lo enfurecía en sobremanera.

-¡Ya basta, Leo! ¡Discúlpate como se debe!- le gritó una chica de su clase pero este ni se molestó en verla, sólo le dedicó una sonrisa ladina a Damocles y se fue.- ¿Estás bien?- preguntó la chica.

-Eso creo. ¿Por qué no hacen balones de cuero menos duro?- ella rio. La joven se llamaba Allet, era su compañera de clases, no eran exactamente amigos, pero llevaban una buena convivencia.

-Por cierto, ¿vas a venir a lo del reto de valor?

-Ah… eso.

La verdad era que le parecía un estúpido reto hecho por los mismos idiotas que buscaban hacerse los valientes, como Leo.

-Nah, prefiero estar en mi casa, durmiendo y calientito en mi cama.

-¿En serio? Pensé que era la única. Y más porque el lugar que escogieron este año es Notre Dame.

-¿Qué? ¿Acaso son idiotas? Nadie puede entrar a ese lugar.

-Lo mismo dije, pero al parecer alguien encontró una entrada y que por eso intentarán hacer el reto. Yo no quiero que me atrape la policía, es decir, pienso que el reto es divertido, pero en un lugar que no sea… ya sabes, ¿famoso? ¿Importante para la nación? ¿Una pieza histórica? ¿Dónde la policía no te arreste?

-Ya capté la idea.

Damocles pasó su mano por su cara. Por supuesto que sólo un idiota en su juicio se adentraría a un lugar que estaba prohibido, un lugar histórico, y que si alguien los atrapaba sería el fin de su historia académica si le acusaban de vandalismo.

-No sé por qué siento que sé quien propuso entrar a ese lugar.

-Ya ves, pero bueno, vete con cuidado Damocles. Leo ha estado más pesado de lo normal desde que entregaron las boletas de calificaciones. Al parecer dicen que podría volver a cursar el año.

-Pues se lo merecería con las notas que saca.

Ambos tomaron caminos separados para ir a su casa aunque él decidió tomar un ligero desvío a la tienda de comics. Donde allí estaba, el número uno enmarcado del comic de El Búho. Tenía que controlarse para no babear el aparador cada vez que lo veía.

-Hey, ¿vienes a comprar algo?- le preguntó el dependiente que ya le conocía bien.

-No tengo mucho dinero hoy.- admitió con desgana.

-Ya veo. Pero quizás hoy sea tu día de suerte, ¿puedo pedirte un favor?

-¿Favor?

-Sí, mira. Eres uno de mis mejores clientes y quería preguntarte si me podrías guardar unos cuantos comics.

-¿Yo?- preguntó algo incrédulo.

-Seh, lo que pasa es que voy a cerrar la tienda un tiempo por una inspección y fumigación, sólo porque un tarado dijo haber visto una cucaracha. Como sea, mi departamento va a estar repleto y a estas alturas no puedo rentar una bodega. Le estoy pidiendo este favor a varios que sé que puedo confiar. ¿Podrías?

-¡Claro! Por mí no hay problema.

-¡Genial, chaval! Oh, puedes leerte los comics que quieras, menos los que están resguardados.- para su gran sorpresa no sólo le dio una caja de cartón repleta de comics, sino que ESE número estaba incluido. Su boca tembló listo para gritar de la emoción.- Sé que este bebé estará seguro contigo ya que eres un chaval de lo más responsable y no harías nada para dañarlo. Cuídalo con tu vida, ¿estamos?

-¡SÍ! ¡LO HARÉ! ¡LO CUIDARÉ CON MI VIDA!

Cargó la caja con una enorme sonrisa en su rostro, y frente a sus ojos estaba el número uno de El Buhó, ¡EL NÚMERO UNO! Este estaba protegido con una caja a su medida, con protectores en los lados y con un pequeño candado. Estaba más que orgulloso de lo bien protegido que estaba por el dueño de la tienda.

-¡Hey, perdedor!- sintió que alguien le dio una colleja por detrás y cayó al suelo, la caja con las revistas cayó de sus manos.

-¡Oh, no!- comenzó a recoger todo y ponerlo en la caja, pero Leo tomó el comic #1 antes que él.

-¿Qué haces con toda esta basura? ¿Y por qué tienes esto así?

-Devuélvemelo, no es mío.- intentó quitárselo pero Leo lo alejó con su pie guardando distancia.

-Oh, así que lo quieres. Claro que te lo daré. Si vienes al reto del valor.

-¿Qué? ¡Yo no pienso ir! ¡Sé que será en Notre Dame así que no quiero problemas!

-¿Qué pasa gordo? ¿Tienes miedo de romperte una uña?- lo empujó y con una sonrisa torcida le encaró.- Te daré algo de ventaja, ven una hora antes que los demás y no le digas nada a nadie, o mañana temprano vas a ver dentro de esta caja un montón de cenizas.

Le empujó haciendo que cayera al suelo y escapó con una sonora risotada. Damocles quedó en el suelo impotente. No tenía otra opción… tenía que ir y recuperar el comic.

Esa noche no le quedó de otra que ir. Leo le dejó un mensaje en su casa que decía cómo entrar y que tuviera cuidado de los guardias que se movían por los alrededores. Entró saltando una reja pequeña con candado, para alguien de su complexión fue algo difícil por ese comic era capaz de todo. Entró por una puerta oculta en una de las esquinas, el sonido que hizo al rechinar casi lo hizo salir corriendo con miedo de que los guardias pudiesen escucharle, así que entró rápido y cerró.

-¿Por qué a mí?- se quejó deseando estar en su casa, bajo los cobertores leyendo un comic con su lámpara y no allí.

Caminó por el sitio y sus pasos hacían un eco apagado debido a la suela de goma de sus zapatos. Pasó por un angosto pasillo hasta llegar al salón principal, iluminando su camino con la pequeña lámpara que siempre usaba. Fue entonces que le pareció escuchar ruidos sobre su cabeza. Iluminó hacia arriba pensando que Leo estaría listo para hacerle una broma, pero grande fue su sorpresa de encontrarse con las gárgolas mirándole desde sus pedestales. Tragó duro y fue que recordó la leyenda de Notre Dame cuando su grupo vino al paseo mensual. Las gárgolas son guardianes, que protegen a la catedral de cualquier peligro latente. Recordó que las contempló por buen rato aquella vez pero ahora, ¿era quizás un efecto de la luz o de verdad parecían verle? Sus cabezas estaban más inclinadas hacia delante de lo que recordaba, agazapadas en su sitio, como si estuviesen listas para volar sobre de él. Bajó la linterna, convencido de que eran sus propios miedos los que le estaban llenando la cabeza de tonterías.

Iluminó alrededor esperando ver el comic, y fue entonces que lo vio, puesto sobre el altar como una ofrenda y la caja se veía estrellada.

-No, no, no, no puede ser…- se acercó y la tomó, parecía que Leo había intentado abrirla sin mucho éxito, toda la parte que rodeaba al candado estaba hecha añicos y se veía muy frágil, por suerte el comic parecía estar en perfectas condiciones. Suspiró con alivio. Se dio la vuelta y entonces el horrendo rostro de una gárgola le asustó haciendo que gritara y cayera al suelo abrazando el comic a su pecho.

Leo comenzó a reírse.

-¡Eres un idiota! Mira que caer con esto.

-¡Eres un estúpido Leo!- le gritó furioso.- ¡Ya me cansé, me voy a casa!

-La diversión todavía no termina, nerd. Trae acá.- intentó quitarle el comic pero esta vez Damocles no le dejó y lo sujetó también con fuerza a pesar de sentir que la caja cedería.

-¡Deja el comic! ¡Es muy valioso!

-¡Cállate! Cómo si me importara.

Siguieron forcejeando, sin notar que sobre sus cabezas algo comenzó a moverse.

Poco a poco Damocles parecía ganar terreno, pero Leo se las ingenió con un truco sucio al escupirle en la cara. Eso hizo que Damocles por unos momentos tuviese la necesidad de limpiarse la cara, pero no lo hizo, no iba a dejar que le quitara el comic. De repente, algo pesado cayó a sus espaldas. Se volvieron iluminando con su lámpara una gárgola de piedra que poco a poco se erguía frente a sus ojos hasta formar una figura impotente y enorme que abrió sus ojos mostrando dos gemas amarillas.

Leo gritó y empujó a Damocles casi a las garras de ese monstruo que no dudó en abalanzarse sobre el joven. Como reflejo, puso el comic como un escudo pero este de un zarpazo destruyó la caja y el comic cayó abierto al lado de una de las bancas. Damocles gritó, desesperado, viendo a aquel monstruo sobre de él presionarlo sobre el suelo listo para degollar su cuello con sus filosos colmillos. Su lámpara cayó a un lado, iluminando el comic. Damocles lo miró como si esta fuese la última vez y vio la página donde su héroe es golpeado hasta caer en el suelo y el cómo logra quitarse de encima a su gran enemigo con un movimiento. Damocles tomó valor. Sujetó los brazos de aquel monstruo y puso su pie sobre su pecho, gritando aquel grito que sabía que le infundiría fuerza y valor.

-¡HOOT, HOOOOOOT!

La gárgola cayó al suelo para sorpresa de este.

-En serio funcionó.

Sin pensarlo, tomó su lámpara y el comic que le salvó la vida, corriendo fuera de allí, escuchando a aquel monstruo rugir furioso contra él. Leo se había escondido no muy lejos y persiguió a Damocles para también salir de allí.

-¡Fuera de mi camino!

Intentó empujarlo, pero Damocles se impuso y llegó primero al estrecho pasillo. Leo quedó detrás, y entonces…

-¡AAAAAAAGH!

Su grito fue desgarrador. Damocles ni siquiera volteó con miedo de ver esa cosa y paralizarse de nuevo del miedo. Corrió a toda prisa y Leo le siguió. Cuando salieron, Damocles rápidamente saltó la pequeña reja, muy afortunado de que ningún guardia le viese y que la adrenalina corriese por todo su cuerpo. Leo intentó lo mismo, pero un guardia le divisó.

-¡HEY! ¡QUIETO ALLÍ!- Leo corrió en sentido contrario a Damocles, sin saber que esa sería la última vez que le vería.

Al otro día, Allet se acercó a su compañero.

-¿Supiste lo que pasó?

-¡Allet! ¿Qué pasó?- preguntó todavía nervioso por lo de anoche.

-Me contaron que algunos chicos se dirigían a la tonta prueba de valor encontraron a Leo herido y diciendo cosas raras. Ahora está en el hospital, dicen que algún animal lo atacó, uno MUY grande.

-Oh… qué horror.

-Sí, pero… dicen que quedó traumatizado. No saben si regresará a la escuela.

-¿Cómo? ¿A-Así de grave?

-Ya ves. Es decir, Leo es detestable pero que le pasase eso… no se lo deseo a nadie.

Y Damocles tampoco. Guardando para sí mismo lo que ocurrió esa noche en Notre Dame.

El hombre suspiró con cansancio ante sus propios recuerdos.

-Después de eso, Leo fue transferido a otra escuela pero supe de él cuando salió en las noticias queriendo quemar Notre Dame. Después de eso lo pusieron en un hospital psiquiátrico.

-Oh cielos…

-De haber escuchado esto de otra persona no lo hubiese creído.

Tal como pidió el director no saldría palabra alguna de ellas. Recordó que tenía que hablar con Allet, ya había pasado meses desde la última vez. Al final se hicieron buenos amigos y ella se casó y vivía en Lyon. Cerró la ventana donde aparecía la noticia sobre Notre Dame no deseando saber nada más de este, esperando que esa memoria quedara enterrada de nuevo en su memoria una vez más. Y deseando con toda su alma que esa gárgola que casi lo mata esa noche y todas las demás hubiesen sido quemadas en el fuego que arrasó el lugar.

-¡Listo!- dijo el trabajador que bajó del camión la última caja. Uno de sus compañeros se acercó a él.

-¿Ya llegaron?

-Sí, son las gárgolas que encontraron en las cenizas. Por suerte algunas quedaron intactas. Dejémoslas hoy dentro y ya mañana las colocaremos donde el arquitecto nos diga.

Las cajas se dejaron en el interior de la casi terminada catedral. Sin notar como algo en el interior de la caja provocaba un pequeño agujero y un ojo de brillante color amarillo miraba el exterior con curiosidad.

….

Y… espero que les haya gustado! Los espero para la siguiente historia! Dejen review, nada de tomatazos, acepto bebidas de temporada y chocolates, también algunos quesos y dulces, así que sin más qué decir… UN ABRAZO! UN GUSTAZO! Y HASTA LA SIGUIENTE!