Durmiendo con su enemigo (o más bien no...)

Lo peor de la base de Dustbowl no eran ni las altas temperaturas ni el tamaño reducido de esta ni que estuviera a setecientos kilómetros de la zona habitada más cercana. Eran las literas, las malditas literas.

Aunque después de unos años combatiendo juntos los mercenarios sentía cierto aprecio los unos con los otros, las noches cuando tenían que compartir una habitación pequeña eran insufribles.

Scout y Heavy roncaban como osos, Spy y Demoman hablaban en sueños, Soldier GRITABA en sueños, Engineer se quedaba leyendo hasta altas horas de la noche y se negaba a apagar la luz, las palomas de Medic solían poner pérdida la litera superior (el alemán siempre insistía en dormir en la cama de abajo) y Pyro se movía tanto en la cama que a veces incluso se caía al suelo.

Aunque más que los hábitos de sueño de los mercenarios, lo más incomodo eran las camas en si: los colchones no podían estar más duros y los muelles chirriaban cada vez que alguien hacía el mínimo movimiento. A veces parecía que la litera se iba a desmoronar cada vez que alguien se subía a la parte de arriba. De hecho una vez Heavy quiso dormir en la parte superior, por probar, y a los cinco minutos acabó aplastando a Scout, dado que la cama había cedido bajo el peso del enorme mercenario.

Sniper se libraba de todo ese jaleo. Él tenía su querida caravana donde podía dormir cómoda y plácidamente. Siempre, cada vez que terminaba la usualmente caótica cena, se retiraba al remanso de paz que era su caravana.

Sin embargo, aquella noche no iba a ser como la esperaba.

Cuando abrió la puerta de la caravana se encontró en su cama, durmiendo como un tronco, a nada más y nada menos que el Spy enemigo.

-¡¿Qué cojones está este haciendo aquí?!- exclamó indignado.

Sniper pensó en matarle directamente, pero se lo pensó mejor... ¿por qué no divertirse a su costa un rato?

El australiano, haciendo el menor ruido posible, se acercó al compartimento donde guardaba los bolígrafos y sacó un rotulador negro permanente. Contuvo su propia risa mientras le quitaba el capuchón al permanente.

-Ya verás lo guapo que te voy a dejar- rió Sniper.

Durante la siguiente media hora, procedió a dibujar de todo en la cara de su enemigo, quién a veces reía por las cosquillas, pero no llegaba a despertarse. Cuando terminó con él, el Spy enemigo parecía un cuadro. Acto seguido, sacó una cámara de fotos instantánea de uno de los compartimentos.

-Menudo experto en espionaje esta hecho...- murmuró el australiano mientras le sacaba unas cuantas fotos.- Bueno, ahora que tengo esto guardado para la posteridad, vamos a mandarlo de vuelta a su base.

Sniper sacó su machete y se dispuso a darle una muerte rápida al francés.

-Que mal has aprovechado tu regalo de cumpleaños- oyó decir a su espalda.

Sniper se giró. Detrás de él estaba Spy, el de su equipo.

-Uno: ¿cómo has sabido que era mi cumpleaños si nunca lo he mencionado? - preguntó Sniper sorprendido.- Y dos, ¿cómo has atrapado al otro Spy?

-Yo lo sé todo- respondió este con aire misterioso.- Y fue muy fácil: me hice pasar por el Soldier de su equipo y le eché un par de somníferos en su sopa. Cuando se desmalló fingí llevarlo a su dormitorio, pero lo traje aquí en realidad. Esos panolis no sospechan nada- rió el francés.- De hecho, creo que su Soldier aún esta atrapado en el contenedor de la basura.

-¿Y por qué te has molestado en traérmelo? No me trago el cuanto de que me quisieras hacer un regalo- preguntó Sniper con sospecha.

-Vale, también quería vengarme de él por tenderme una trampa esta mañana y conducirme directamente ante el Pyro de su equipo- admitió Spy.- Pero pensé que tú serías más creativo para vengarte, aunque veo que me equivoqué: has hecho lo que haría cualquier adolescente. ¿Pintarle la cara con permanente? ¿En serio?

-¿Y qué esperabas? ¿Que le meara encima?

Spy asintió.

-Pues mira, ahora me arrepiento de no haberlo hecho...- admitió Sniper.

Ambos mercenarios se miraron y empezaron a reír.

-Bueno, al menos creo que le podemos sacar partido a estas fotos- comentó Spy. Sniper le miró con curiosidad.

La mañana siguiente un confundido Spy enemigo despertaba en su respawn. No sabía cómo había acabado ahí ni por qué. Abandonó la sala de respawn, solo para encontrar a sus compañeros mirando un corcho y riéndose (y por algún extraño motivo, su Soldier olía especialmente mal).

-¿Qué pasa aquí?- preguntó confundido apartando a sus compañeros, solo para comprobar que en el corcho había fotos de él con la cara pintada. Un bigote, un ojo negro, un pene... pero lo que más le enojó era la frase:

"Soy un marica llorica"

Aquello sólo podría haber sido obre de dos mentes perversas: el Spy y el Sniper enemigos.

-¡ME VENGARÉ DE ESTA!- gritó furioso.


En mi opinión, este es un tanto flojillo. Trataré que el siguiente sea mejor. Cada vez me cuesta más que se me ocurra algo, así que podéis mandar sugerencias a mi Tumbrl.