Diez minutos en la vida de Saxton Hale
Saxton Hale, el enorme, musculoso y viril jefe de MannCo se encontraba hablando por teléfono en su despacho de la sede Americana de su empresa. El australiano mantenía una conversación de negocios con el director de otra empresa, con la que mantenía una alianza, aunque esta alianza permanecía oculta al público, ya que la reputación de dicha institución era más mala que un hombre que patea gatitos y perritos y roba caramelos a los niños pequeños.
-No, Cave. No pienso pedirle a los hermanos Mann que te dejen contratar a Dell Conagher para que te haga un maldito lanzador de limones explosivos. ¡Lo siento si tus ingenieros son tan inútiles como para no poder hacer uno! ¡Helen me matará si pido un día libre para uno de los mercenarios sin que este planificado!- le decía Saxton a su interlocutor, quien comenzó a gritar enojado al otro lado de la línea.- No te enojes, ya sabes lo que dicen: si la vida te da limones...- se comenzó a oír una serie de pitidos al otro lado de la línea.- ¿Cave? ¡CAVE!- su única respuesta fueron más pitidos. El australiano soltó un gruñido.- Como odio Aperture Science. Ojalá algún día se les vuelva loca una Inteligencia Artificial y les suelte algún tipo de gas tóxico en el laboratorio...- murmuró enojado mientras colgaba el teléfono.- ¡BIDWELL!
Al oír su nombre, el ayudante de Saxton se presentó inmediatamente en la puerta de su despacho.
-¿Sí, señor?- preguntó este asomándose con precaución por la puerta.
-¿Has encontrado ya ese maldito Yeti?- preguntó Saxton.
-Aún no, señor. Pero tenemos una pista- informó Bidwell.
-Muy bien, ahora te acompaño a investigarla, primero tengo que revisar mi calendario- dijo Saxton examinando una agenda. Tras leer una página rió .-Mira por donde: la semana que viene me toca un entrenamiento intensivo con el BLU. La última vez consiguieron ganarme por muy poco, pero he estado entrenando y esta vez no van a tener tanta suerte. Aunque debo admitir que ambos equipos han mejorado bastante desde nuestros primeros enfrentamientos: no duraban ni dos minutos contra mi- comentó el australiano. Luego siguió leyendo la agenda, y la expresión del australiano cambió de una sonrisa divertida a la seriedad absoluta.- Oh, mierda... mañana es el cumpleaños de Helen y se me he olvidado de comprarle un regalo... ¡REDDY! ¿Qué le regalarías tú a tu ex-novia si aún te llevaras bien con ella?
-Nunca he tenido novia...- respondió su otro ayudante.
-Con lo soso que eres es normal- comentó Saxton.- Cambiaré la pregunta: ¿qué le regalarías a la mujer con más poder de la tierra y que solo disfruta cuando ve a la gente pelear?
-¿Entradas para el campeonato de los pesos pesados?
-A ti si que te voy a dar con un peso pesado con esas ideas que tienes. ¡Todo el mundo sabe que en los pesos pesados nadie se hace daño realmente y Helen solo disfruta cuando la gente sale lastimada!
-Podría regalarle un nuevo y mejorado sistema de vigilancia para los campos de batalla: tengo entendido que en más de la mitad de localizaciones están muy viejas- sugirió Bidwell.
-Y por eso eres mi ayudante favorito- le sonrió el australiano.
De pronto, un tipo enchaquetado se coló en el despacho. Saxton le miró amenazantemente:
-¿Es usted el señor Hale?- preguntó el hombre.
-Sí, ¿por qué?
De pronto el hombre se puso una gorra al revés, sacó una factura millonaria y comenzó a cantar rap:
"Porque debe doce meses de esta casa que compró
con un crédito que el banco previamente le otorgó..."
El banquero rapero no volvería a cantar más: Saxton le metió tal puñetazo que acabo estampado contra la sede de Aperture Science, varios kilómetros más allá.
-Maldito Saxton …¡le pido un ingeniero y me manda un banquero!- exclamó indignado Cave Johnson, al ver la ventana de su despacho atravesada por el banquero. Tras toser, pulsó el intercomunicador que había sobre su escritorio.- Caroline: recoja al sujeto que ha llegado volando a mi despacho y mándelo a la sala de pruebas con el Gel de repulsión.
De vuelta a MannCo, Saxton volvía sentarse en su escritorio.
-Malditos banqueros: pagué la deuda de la mansión que me hice en Marbella hace tres meses y todavía me reclaman dinero- gruñía el australiano.- Los estoy empezando a odiar más que a los hippies.
- Pues me da a mí que de aquí a cuarenta años van a ser incluso más odiados- comentó Bidwell. Saxton se echó reír.
-Bueno, dejémonos de tonterías y centrémonos en el asunto serio- anunció el australiano, y agarrando a Bidwell con su musculoso brazo, gritó antes de saltar por la ventana- ¡partamos a la caza del Yeti!
Me apetecía cambiar un poco de aires para este corto, así que decidí escribirlo con Saxton Hale como protagonista. En el próximo capítulo volverán los mercenarios que todos queremos y adoramos.
No consigo recordar de que programa era el banquero rapero...
