El arte de la persuasión

Soldier se había metido en un aprieto. Tendría que habérselo pensado antes de tirar aquella caja. Pero no era su culpa: le tocaba a él limpiar la base y esa caja estaba por ahí tirada, ¿cómo iba a saber que era tan importante?

-Vamos, Tavish. Tampoco es para tanto...- le decía el americano a su compañero, con una expresión de horror en su cara.

Demoman tenía a Soldier contra la pared, la punta de su "Persa Persuasivo" en el cuello del americano. El rostro del escocés mostraba una ira sobrehumana, el hecho de que el faltara un ojo contribuía que pareciera incluso más amenazador.

-Jane, te lo digo por última vez: dime dónde esta mi caja de scrumpy gran reserva o te rebano el cuello- le amenazó el escocés enfurecido.-¡Me ha costado la paga de los ocho últimos meses!

-No lo sé- mintió el americano.- Pero, por el amor de Dios, Tavish ¡quita esta cosa de mi cuello!- gritó Soldier aterrado mirando el arma de Demoman.

Scout y Medic miraban a ambos medio escondidos tras la puerta de la cocina, sin intervenir.

-¿Por qué le amenaza con la espada y por qué esta Solly tan asustado? Si total tenemos el sistema que previene el daño aliado activado, no va a poder matarle- le susurró el bostoniano al alemán.

- ¡NO TENGO NI IDEA!- gritó este, atrayendo la atención de Soldier y Demoman por un segundo, antes de que el experto en explosivos volviera a amenazar a Soldier.

-¿Es esa es tu respuesta para todo?- preguntó Scout molesto.

-Para casi todo- respondió Medic. Scout se palmeó la cara.

Demoman seguía sin apartar la espada del cuello de Soldier, a quien le caían goterones de sudor por debajo del casco.

-¡Vale! ¡Tiré la caja por qué pensé que eran basura! - confesó el americano, atemorizado.-¡ No me mates, por favor!

-¿Por qué iba a hacerlo? - dijo el escocés apartando el arma.

Soldier le miró extrañado. Demoman le sonrió:

- Sólo quería respuestas y fui fiel al nombre del arma- explicó el escocés.

Soldier se quedó confundido por las palabras de Demoman unos segundos, hasta que se dio cuenta del juego de palabras.

-Oh, ya lo pillo: estabas usando el "Persa Persuasivo" para persuadirme y así confesara ¡Esa es muy buena!- rió el americano.- De verdad, me habías asustado tanto con ese numerito que se me olvidó el hecho de que no me puedes matar- suspiró aliviado.

-De todas formas, me vas a tener que pagar el pedido tú- le dijo Demoman con seriedad.

-Descuida: un soldado sabe que debe pagar por sus errores- respondió Soldier, sacando la cartera.- ¿Cuánto te debo?

-Nada: sólo un millón y medio de dólares- respondió el escocés.

La cara de Soldier se puso blanca.

-¿Qué?- preguntó este, prefiriendo creer que no había oído bien.

-Un millón y medio de dólares- repitió Demoman completamente serio.

-¡¿Pero de qué puñetas estaba hecha esa cosa?! ¿De sangre de dragón y lágrimas de unicornio?- exclamó el americano indignado ante tal barbarie de precio.

-Pues sí, o eso pone en la etiqueta- respondió su compañero encogiéndose de hombros.

- Entonces era verdad que te costó la paga de los últimos ocho meses- dijo Soldier resignado.- Pensaba que estabas exagerando. Eso significa...

- Que tu paga de los próximos ocho meses es mía- rió Demoman dándole una fuelte palmada en el hombro.

-Pues a ver como le explico a Merasmus que se no va a ver ni un duro del alquiler hasta el año que viene...- muermuró procupado.- Creo que necesito un trago

-Venga, yo te invito- dijo Demoman pasándole su botella de scrumpy normal.

Observando por la ventana de la cocina estaba Spy, quien había contemplado la escena con interés y diversión. En realidad, era él quien había tirado la caja de Demoman, habiendo tirado Soldier una caja llena de trastos viejos medio rotos. Pero ese sería uno de los miles de secretos que se llevaría a la tumba.


Tenía una idea mejor para este capítulo, pero cuando iba a escribir se esfumó. Por desgracia no es la primera vez que me pasa. Al final tiré de un generador de situaciones aleatorias que pillé en Internet y lo primero que salió fue: "mercenario obsesionado asustado de una cimitarra". Y sí, comprobé que efectivamente el Persa Persuasivo era una cimitarra.