Pyro el escritor
A Pyro no sólo le gustaban los arcoiris y hacer felices a los bebés con alas (el fuego y matar a sus enemigos). Pyro se consideraba a si mismo un gran artista. Solía exhibir sus maravillosos cuadros que parecía hechos por un crío de seis años en el frigorífico o en el tablón de anuncios, cosa que exasperaba a muchos de sus compañeros.
Aunque últimamente Pyro ya no dibujaba tanto como antes: había encontrado otra afición en la volcar su desbordante creatividad. Esta afición era el fascinante arte de la escritura.
Sin embargo, al contrario que sus dibujos, Pyro escondía sus escritos de los ojos de sus compañeros. Cuando llevaba ya tres semanas escribiendo y ocultando sus historias, parte del equipo no podía ocultar ya su curiosidad: querían saber qué estaba escribiendo Pyro. Esta parte del equipo se reunió una noche para llevar a cabo un plan para apoderarse del libro de historias de Pyro (que no era más que un cuaderno medio quemado).
Así pues, Scout, Soldier, Demoman, Sniper y Spy estaban en la habitación de este último, situada justo en frente de la de Pyro, listos para efectuar el robo del siglo.
-¿De verdad estamos haciendo esto?- preguntó Sniper, en la puerta aún sorprendido de sí mismo por haber aceptado a participar en aquel absurdo asunto.
-Venga: tú sólo haz tu papel y yo me ocuparé de tus tareas el resto de la semana- le insistió Scout.
-Sí que eres cotilla...- le dijo este con resignación, aunque animado ante la idea de poder hacer el vago (fuera del campo de batalla) durante el resto de la semana.
El australiano salió de la habitación de Spy y llamó a la puerta de Pyro. Durante unos segundos se oyó un alboroto en el interior de esta pero finalmente, pocos segundos después, Pyro abrió la puerta.
-Oye Pyro, ¿puedes hacerme un favor? He apilado un montón de hojas en el patio y necesito quemar...- comenzó a decir Sniper, pero nada más oír la palabra "quemar", Pyro salió de la habitación de un salto, agarró a Sniper y lo arrastró por el pasillo en dirección a la salida de la base.
Una vez vieron a Pyro y Sniper alejarse, Scout, Spy, Demoman y Soldier salieron del pasillo.
-Bueno ya sabéis: Spy y yo buscamos ese cuaderno mientras vosotros vigiláis por si vuelve el friki- recordó Scout a sus compañeros, quienes asintieron y se pusieron a patrullar por el pasillo.
Spy y Scout entraron en el extraño cuarto de Pyro, en el que peluches con pequeñas quemaduras y toda una serie de armas y utensilios usados para prender fuego estaban esparcidos por el suelo.
-Tío... que mal rollo- se estremeció Scout.- Parece el cuarto de un crío de cinco años que es un pirómano en potencia.
-¿Te esperabas otra cosa?- le preguntó Spy arqueando una ceja.
-La verdad es que no- admitió Scout.- Pero sigue dando mal rollo.
Tras varios minutos de búsqueda, los dos mercenarios hallaron el cuaderno de Pyro escondido debajo del colchón de su cama. Con él en sus manos, abandonaron la habitación rápidamente.
-Misión cumplida- anunció Scout a Demoman y Soldier.
-¡Estupendo! Veamos lo que pone- dijo Soldier entusiasmado arrebatándole el cuaderno a Scout. Tras echarle un rápido vistazo, anunció- no entiendo nada.
-¿Pero acaso sabes leer?- le preguntó Spy con malicia.
-¡No tengo por qué responder a esas preguntas, gusano!- replicó este, enfadado y haciendo ademán de golpear al francés con el cuaderno.
-Déjame a mí, Solly- intervino Demoman antes de que Soldier golpeare a su compañero, cogiendo el cuaderno. También él comenzó a pasar hojas- pues yo tampoco entiendo lo que pone aquí.
-Ya me encargo yo: por algo conozco lo menos cinco idiomas- dijo el francés con aire de superioridad. Demoman le tendió el cuaderno.
El francés lo abrió, sólo para comprobar que todas las palabras eran garabatos de unas las letras "m", "h" y"p"de diferentes tamaños y longitud. La cara de Spy al comprobarlo era todo un poema.
-Eso por listo- se burló Scout del francés mientras recuperaba el cuaderno y le echaba un ojo.- Estaba claro que Pyro no iba a escribir como una persona normal.
-¡¿Entonces todo este esfuerzo ha sido para nada?!- le gritó Soldier agarrándole del cuello.
-¿Y qué hay de Engineer? El pasa tiempo con Pyro, a lo mejor sabe leer su idioma- sugirió Demoman. Soldier soltó a Scout, quien cayó de culo.
-¿Pues a qué esperamos entonces?- dijo Soldier con entusiasmo, quitándole el cuaderno a Scout y dirigiendo la marcha hacia el cuarto de trabajo de Engineer.
Por el camino, se encontraron con un abatido Sniper y un alegre Pyro que volvían de quemar las hojas del patio. Scout le hizo una seña a Sniper indicándole que lo habían conseguido.
-Tira tu para delante, yo tengo que hablar con Scout- le dijo el australiano a Pyro, quien se despidió de él animadamente.
Una vez se unió con al grupo, les preguntó:
-¿Y bien? ¿Qué pone?
-No lo sabemos: vamos a ver a Engineer para que nos lo traduzca- le explicó Demoman.
-Aunque la mayor incógnita aquí es por qué le interesa esto a Spy- comentó Scout de pronto.
- Básicamente es porque Pyro es todo un misterio para mí y me gusta conocer toda la información posible de la gente con la que, por desgracia, me toca convivir- respondió este.- Bueno, aquí estamos.
Delante de ellos se encontraba la puerta del cuarto de trabajo de Engineer. Soldier llamó con fuerza y el texano no tardó en salir a abrirles, aunque le sorprendió el ver a cinco miembros del equipo frente a su puerta.
-Engi, si no estás muy ocupado, ¿puedes hacernos un favor?- le preguntó Demoman con educación.
- Claro, ¿de qué se trata?- accedió el texano.
-Tu entiendes algo del idioma de Pyro, ¿verdad?- le preguntó. Engineer asintió.- ¿Puedes traducir esto?
Engineer cogió el desgastado y medio quemado cuaderno y reconoció que era el que Pyro usaba para escribir. Una parte de él se enfadó con sus compañeros por haber invadido la intimidad de Pyro, pero otra parte de él sentía un gran curiosidad por saber que era lo que el piromaníaco escribía con tanto esmero. Finalmente, la curiosidad le venció.
-Está bien- accedió el texano resignado.- Pero devolverlo enseguida: ya sabéis que Pyro es muy sensible.
-Más bien muy desquiciado- murmuró Spy.
Engineer, haciendo como que no había oído el comentario de Spy, comenzó a leer para si mismo el texto que Pyro había elaborado. Si bien su dominio del extraño idioma de su compañero no era perfecto, su conocimiento era suficiente para entender lo que leía. A medida que avanzaba en su lectura su cara de iba poniendo cada vez más roja y de vez en cuando levantaba la cabeza para lanzar una mirada rápida a Sniper y Spy o a Soldier y a Demoman con una expresión que mezclaba la incredulidad y las ganas de romper a reír. Y lo de Heavy y Medic también tenía su gracia... Todo aquello le demostraba a Engineer que Pyro veía demasiadas telenovelas y que le gustaba convertir a sus compañeros de equipo en los personajes de una.
A los cinco minutos, cerró el cuaderno.
-¿Sabéis? Creo que deberíais poner esto donde lo encontrasteis pronto- les recomendó mientras le devolvía el libro.- Pyro no tardará en echarlo de menos
-¿Pero que es lo que pone?- insistió Scout con curiosidad.
Engineer lanzó una mirada a sus compañeros y se encogió de hombros antes de decir:
-Créeme: es mejor que no lo sepáis- respondió antes de darse la vuelta y cerrar la puerta. Sus compañeros se quedaron mirando el cuaderno.
-Menuda pérdida de tiempo- gruñó Spy frustrado.
-Bueno, yo corro a guardarlo antes de que Pyro se de cuenta de que alguien lo ha mangado.
Si Scout logró devolver a tiempo el cuaderno es algo que nunca supo nadie, aunque cuando llegó la hora de la cena su ceja derecha estaba totalmente chamuscada y así se llevó una buena temporada hasta que logro convencer a Medic de que le implantara una nueva. El cómo había perdido la ceja era una pregunta que Scout siempre se negó a responder.
¡Treinta capítulos ya! La verdad es que cuando empecé pensaba que iba a abandonar esta historia a los veinte capítulos. Por suerte de vez en cuando mi cabeza sigue proporcionando ideas absurdas.
