Bonus Ducks
En Well se estaba librando una extensa y ardua batalla de puntos de control. Los miembros de ambos equipos luchaban con ferocidad, salvo Sniper, quien aquella noche parecía no haber dormido bien debido a que había tenido un sueño muy raro.
- Y entonces Heavy se puso en medio de la vía del tren para deterlo y Medic salió corriendo a echarle la supercarga, todo muy dramático como a cámara lenta- relataba el australiano a Engineer, quien estaba poniendo su centinela en el recién capturado punto central.
- ¿ Y lo consiguieron?- quiso saber Engineer. Sniper asintió.- Je, pues si que era un sueño raro. La de veces que los Medics de ambos equipos han intentado parar un tren con una supercarga y siempre acaban siendo empujandos por el tren y los arrastra hasta que se pasa el efecto y mueren atropellados. Quizás si pusiera un dispensador... -comenzó a decir, pero al girarse a mirar a su querida creación, comprobó como le salían chispas azules. No tardó en oír el pitido de alarma en su PDA.-¡Spy sabotea mi dispensador!
Al oír la palabra Spy, Sniper arrojó el fraskungfú justo a la izquierda del dispensador. Los fluidos orgánicos del australiano no tardaron en revelar la silueta del Spy enemigo.
-¿Fraskungfú? ¡Nooooo!- exclamó el francés mientras huía despavorido de las balas de Engineer. El Spy enemigo tropezó por las escaleras y calló rodando cómicamente, rompiéndose la cabeza contra el último escalón.
-Spys... putos inútiles- rió Sniper.
De pronto, se comenzó a oír un fuerte ruido que poco tenía que ver con las explosiones, chillidos y disparos de la batalla.
-¿Qué es eso?-se preguntó Sniper.
-Suena como un tren- comentó Engineer.
Pocos segundos después, se oyó un fuerte choque, seguido de una explosión. Ambos mercenarios abandonaron su posición para comprobar que había pasado. Lo que les recibió al salir al exterior fue una de las cosas más surrealistas (sin contar Pyrolandia) que habían tenido el "honor" de presenciar en sus vidas.
Un se había descarrilado de una de las vías y había acabado chocando contra el edificio que protegía BLU, causando graves destrozos y mandando a varios miembros de ambos equipos directos al respawn, los supervivientes contemplando la escena sin saber qué hacer. Pero lo que convertía en surrealista aquella situación era el contenido del tren, que se había desparramado por todos los rincones.
¿Lo que transportaba el tren? Patitos de goma.
El Medic del BLU, cuyo intento de lanzar una supercarga se había visto frustrado al ser su paciente arrollado por el tren, sostenía en cada mano un pato de goma y los miraba estupefacto, murmurando cosas por lo bajo, que probablemente serían insultos en alemán. El Pyro del RED había sacado una mini-piscina hinchable de quién sabe donde y jugaba con un patito de goma, mientras el malherido Pyro del BLU le miraba con cierta envidia antes de morir desangrado. Los Soldiers de ambos equipos estaban jalando del mismo pato, lanzándose insultos el uno al otro.
Poco a poco, los miembros de los equipos que habían muerto fueron reapareciendo en el campo de batalla, todos mirando la escena con incredulidad.
-La batalla queda cancelada- anunció la Administradora.- Recoged todos esos patos o no habrá paga.
Se oyeron numerosas amenazas, insultos y quejas hacia la Administradora, pero esta había dicho su última palabra y no pensaba dar su brazo a torcer. De pronto, la mujer sonrió siniestramente y decidió añadir algo más a su orden.
Los mercenarios comenzaron a recoger los patos, visiblemente molestos. Pasaron horas y horas, pero los patos no parecían acabar nunca. De vez en cuando alguien cogía un pato dorado y se oía una voz familiar decir "Bonus Duck", pero nadie en ese momento podía reconocer quién lo había dicho.
Llegó la noche y por fin los patos había desaparecido del campo de batalla. Al día siguiente, ambos equipos fueron trasladados a otra base y se reanudaron las peleas, pero cada vez que alguien era enviado al sistema de Respawn aparecían más patos de goma.
Los patos les seguían dondequiera que fuera: Teufort, Dustbowl, Granary... hasta en Hydro aparecían los malditos animales de plástico. Al principio había sido gracioso, pero al cabo del mes a los mercenarios, cada vez que veían un pato, les entraban ganas de hacer saltar la base por los aires.
Desde el confort de su actual residencia, un mago conocido por todos se reía de la frustración de los mercenarios. Nunca habría pensado que aprovechar el contenido de aquel tren descarrilado le hubiera dado una venganza tan divertida y original.
Para compensar que he eliminado uno de los capítulos (la explicación está en la nota final del capítulo anterior), me puse a exprimir mi coco y recordé que nunca escribí nada que hiciese referencia a End of the Line. ¡Bonus Ducks para todos!
