Disclaimer: Tengo que aclarar que los personajes no son míos, como todos saben, pertenecen a la mente prodigiosa de la Sra. Meyer. Yo solo juego con ellos, intentando que ese juego los entretenga a ustedes.
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Para Recordar: Si estoy publicando esta historia y tú leyéndola, es porque hemos sobrevivido a "TODO", en el 2020, el Año de la Rata. A la Pandemia más grande conocida hasta ahora, y lo digo así, porque el resto de las Pandemias que han atacado a la Humanidad solo pudimos conocerlas por las referencias históricas y el COVID-19 ha llegado a nosotros mientras transitábamos esta aventura llamada "Vida". Si has perdido a alguien, realmente lo lamento. Si fuiste de los que se contagió y sobrevivió, o de los que hemos sobrevivido ilesos, entonces "Celebra la Vida".
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Dedicatoria: Durante mi viaje y mi periodo de cuarentena que duro varios meses, estuve en Colombia. Barranquilla y Bogotá.
Esta historia se la dedico a dos personas, Andrea (te quiero mi muchachita) y Nestor (para ti, aunque nunca la leas), quienes me vieron aquellos días frente al computador y de una forma u otra me incentivaron para seguir, mientras me "refugiaron" en su casa. Gracias.
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Capítulo 1.
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Los Infalibles Presentimientos
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Remember the day
I set you free
I told you
you could always count on me darling
From that day on, I made a vow
I'll be there when you want me
Someway, somehow
Because baby
Ain't no mountain high enough
Ain't no valley low enough
Ain't no river wide enough
To keep me from getting to you, babe
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Recuerda el día
Que te puse en libertad.
Te dije
Que siempre podrías contar conmigo querida.
Desde aquel día, hice una promesa
Estaré allí cuando tú quieras.
De cualquier forma, como sea.
Porque cariño
No hay montaña lo suficientemente alta
No hay valle lo suficientemente profundo
No hay río lo suficientemente ancho
Que me impida llegar hasta ti, cariño.
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Marvin Gaye y Tammy Terrell – Ain't No Mountain High Enough
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Bozeman, Montana.
Primeros días de Enero.
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La Gran Cordillera se extendía a todo lo que la vista permitiera. Las cumbres blancas y heladas parecían una gran fotografía, congelada en el tiempo y en el espacio.
"La Corona del Continente" la llaman algunos.
No importaba cuantas veces viera aquellas montañas, cada vez encontraba un nuevo detalle en ellas que las hacía más especiales, más suyas, más arraigadas a cada uno de los recuerdos que había acumulado en su vida.
Cuando era niña su Padre le contaba historias sobre las altas cumbres. Le contaba sobre los Osos Pardos y Negros (y su imaginación volaba hasta el gran Oso Grizzly), de los Alces, de los Borregos Cimarrones, Antas y los Gatos Monteses y de todos y cada uno de los secretos de aun guardaban las montañas.
Su Padre también le había hablado de los primeros Nativos Americanos que poblaron aquellos parajes. Crow, Cheyennes, Pies Negros, todos llenos de leyenda y de historia. Ella no olvidaba las palabras de su Padre y su ilusión infantil de haber acompañado en sus aventuras a Lewis y Clark 1*/* en sus expediciones y en los tiempos del descubrimiento del oro.
Desde la ventana de su –hasta hoy– Consultorio, Isabella Swan, Bella para sus amigos, contemplaba las Montañas Rocosas mientras un grupo de hombres acarreaban con los últimos implementos de la sala.
—Las camillas ya están cargadas Señorita Swan, solo tiene que firmar acá y nos llevaremos la mercancía.
Bella alejó su vista de las montañas y firmo el papel que acabaría con otro de sus sueños de la infancia. Otro sueño de los muchos que había tenido en los últimos años y que había tenido que abandonar.
Pero este, este era el sueño que más le había costado dejar y eso, eso le estaba rompiendo el corazón.
Desde que Isabella Swan era una niña deseo ser Veterinaria.
Había amado a cada uno de los animales que llevó a casa y de los que su Madre quería deshacerse dos minutos después de que cruzara el umbral. Mientras su Padre solía reírse de las mascotas de Bella y su hermana mostraba mala cara, una vez más.
Annie jamás amó algún animal mientras estuvo en casa y Bella dudaba de que hubiera amado alguno en New York o cualquier lugar en donde se encontrara ahora.
Annabella e Isabella podían haber compartido el vientre de su Madre, pero no había dos personas más distintas en el Estado de Montana y Bella sospechaba que no había dos personas más diferentes en el Mundo.
Pero el día de hoy, ahora, Isabella estaba diciendo adiós a su sueño de un Consultorio Médico Veterinario.
Si hubiera podido echar atrás alguna decisión en su vida, Bella definitivamente hubiera cambiado la decisión de casarse con Tyler Crowley o de simplemente haberlo conocido.
Dos años de matrimonio, un engaño amoroso y el desfalco de su cuenta bancaria le decían a Bella que sí, esa era una decisión que si pudiera no hubiera tomado, lo sabía ahora, pero ya era muy tarde.
—A sido un placer hacer tratos con usted —dijo el hombre después de que Bella le entregará el documento donde cedía el último mobiliario que aún conservaba en el Consultorio.
Ella vio como los tres hombres que habían acarreado las cosas salían por las puertas y giró de nuevo hacia las montañas.
Ellas estaban allí, siempre habían estado allí y pasara lo que pasara con Bella sabía que las montañas continuarían imperturbables, aunque su mundo acá abajo se estuviera derrumbando.
El sonido de la campanilla de la puerta principal resonó en el Consultorio vacío y Bella se preguntó qué cosa podría haber hecho que alguno de los hombres de la mudanza regresara.
—Buen día —dijo al quitarse el Stetson gris plomo 2*/* un alto hombre rubio en la puerta.
Bella notó su porte elegante, sus intensos ojos grises dibujaban una actitud evaluadora del lugar. Ella supuso que el hombre que se presentó en el Local aún no había sido informado de que ella no prestaría ya sus servicios.
—Lo siento. El Local está cerrado, ya no estamos prestando servicios.
—¡Oh por Dios! —dijo el hombre, con un rostro sorprendido al ver a Bella.
—Disculpe… el Local… no está funcionando —trato de aclarar Bella una vez más.
—¿Eres… Isabella? ¿Isabella Swan? No es cierto —afirmó más que preguntar aquel hombre.
—Sí, lo soy, pero como trato de explicarle, ya no estamos trabajando —Bella sintió un gran remordimiento al pensar que tal vez la mascota de aquel hombre necesitaba su ayuda y ella le estaba negando la oportunidad a aquel animalito de ser atendido—. No sé cuál sea su caso, no estoy en capacidad aquí de atender a su mascota, pero puedo remitirlo rápidamente a otro Veterinario.
—No he venido por alguna mascota —dijo el hombre. Aparentemente ya recuperado de lo que en principio lo había sorprendido.
—¿Es de la Inmobiliaria? Les explique que entregaría el Local esta tarde y cumpliré con lo pautado —dijo Bella irritada.
—No, Señorita Swan, tampoco soy de la Inmobiliaria —aclaró el hombre.
—¿Entonces? ¿Qué desea? —dijo Bella ya preocupada por la presencia del hombre.
—Permítame que me presente, mi nombre es Jasper Whitlock, soy Abogado y deseo hablar con usted.
—¿Abogado? El único Abogado con el que he tratado últimamente es el de mi ex–Esposo Señor Whitlock y si viene en su nombre creo que es mejor que trate directamente con mi Abogado.
—No, no, Señorita Swan, tampoco he venido en nombre de su ex–Esposo. Estoy aquí para hablar con usted. Es importante que me escuche.
Jasper miró seriamente a Bella, mientras parecía ver a través de ella.
Bella no sabía qué pensar con respecto a este hombre delante de ella. Pero una corriente eléctrica recorrió su espalda, haciendo que Bella se pusiera en alerta. Esa señal jamás le había fallado. Con esa corriente Bella supo que algo estaba a punto de cambiar en su vida.
Una vez más.
Hacía días que Bella sabía que algo estaba pasando, que a parte de todos los eventos que se estaban sucediendo en su vida, algo más estaba sucediendo y temía ponerle nombre a esos miedos inexplicables. Ese escalofrío en su espalda se lo decía, ahora más que nunca, y no pudo más que mirar a aquel hombre mientras preguntaba.
—¿Es Annie? ¿Le sucedió algo?
Jasper Whitlock miró de nuevo a Bella y ella noto en sus ojos que la noticia que más temía, era la que ese hombre le comunicaría.
—Lo siento mucho Señorita Swan —dijo Jasper.
—¡Oh Dios mío!
Bella dio un grupo de pasos atrás hasta la pared, eso fue lo único que la detuvo de su retirada y sostuvo su precaria estabilidad, pues sentía que sus piernas tal vez no pudieran aguantar su propio peso.
Pero nada podía disipar la verdad que ella ya había presentido, nada podía evitar que la realidad fuera tan aplastante.
Su hermana había muerto.
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1*/* Fueron los primeros Expedicionarios Estadounidenses que cruzaron el Oeste del actual Estados Unidos. Los Expedicionarios partieron de cerca de San Luis (Misuri), pusieron rumbo Oeste y atravesaron gran parte de Norteamérica hasta alcanzar la Costa del Océano Pacífico.
2*/* Juan B. Stetson creó el sombrero Stetson después de que se mudó al Oeste en busca de oro. Un día mientras estaba cansado del frío y la lluvia lo empapaba hasta los huesos, se fijó en una familia de castores y como el agua era rechazada por sus pieles. Él capturó algunos de estos castores el fieltro de pelo de las pieles y los usaba como una tienda de campaña. El invento funcionó ya que le proporcionó un ambiente cálido y seco. Stetson provenía de una familia fabricante de sombreros y decidió probar su idea con ellos creando un sombrero con alas más anchas para protegerlo de la lluvia. La marca Stetson Company fue fundada en 1.865. Este sombrero Occidental se convertiría en la piedra angular del negocio de sombreros de Stetson y aún está en producción hoy en día.
Stetson también produce fragancias, prendas de vestir, calzado, gafas, cinturones, bourbon y una variedad de otros productos que evocan el histórico Oeste Americano.
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