HARRY POTTER LE PERTENECE A JK ROWLING

Harry Potter, los personajes y todo lo de negrita le pertenecen a

J. K. ROWLING.

Hola, espero que les guste el capítulo, por favor voten y comenten que les parece. R ecuerden que a los que escriben como invitados les contesto en la misma sección de comentarios.

Quién…_ el director fue interrumpido por las puertas del comedor abriéndose y entraron una bruja y un mago, que la mayoría no reconocieron, por su parte Harry y Neville fruncieron el ceño, esa bruja era demasiado parecida a Bellatrix.

Mamá, papá_ dijo Tonks, emocionada por ver a sus padres.

Dora, que hacemos aquí_ preguntó Ted, Tonks frunció el ceño por el nombre, pero les explicó lo que estaba pasando_ entonces a sentarnos_ dijo después de saludar a los maestros.

Andy_ gritó Sirius, antes de abrazar a su prima_ como está mi prima favorita_ preguntó_ Harry ven a conocer a tus tíos_ añadió mirando a Harry que se levantó.

Mientras todos se saludaban, Andrómeda no dejaba de sonreír al poder ver a su primo después de tanto tiempo, hasta que su mirada se cruzó con la de su hermana, se sostuvieron la mirada durante un momento antes de apartarla, ninguna de las dos estaba contenta con la otra, aun después de tanto tiempo sin verse.

Muy bien_ dijo Albus_ quién quiere leer.

Lo haré_ dijo Ted, emocionado ante la idea de libros del futuro.

La avanzadilla_ leyó, frunciendo el ceño.

Qué quiere decir_ preguntó Alicia, todos se encogieron de hombros.

«Me han atacado unos dementores y es posible que me expulsen de Hogwarts. Quiero saber qué está pasando y cuándo voy a poder salir de aquí.» Harry copió esas palabras en tres hojas de pergamino diferentes en cuanto llegó al escritorio de su oscura habitación. Dirigió la primera a Sirius, la segunda a Ron y la tercera a Hermione. Hedwig, su lechuza, había salido a cazar; su jaula estaba vacía sobre el escritorio. Harry se puso a dar vueltas por su dormitorio, esperando que regresara; notaba la cabeza a punto de estallar y tenía tantas cosas en que pensar que no creía que pudiera dormir, aunque le escocían los ojos de cansancio. También le dolía la espalda de llevar a rastras a Dudley hasta la casa, y los dos chichones que tenía en la cabeza (el que se había hecho al chocar contra la ventana y el del puñetazo que le había pegado su primo) le producían un punzante dolor.

Deberías recostarte un rato, querido_ dijo Molly_ cuando Hedwig llegue te levantas a enviar las cartas.

Espero que al menos intentaras dormir_ le dijo Daphne.

No es tan fácil_ dijo Harry_ tenía demasiadas cosas en la cabeza_ suspiró.

Digan que ya falta poco para que vaya con ustedes_ pidió Astoria.

Ya falta poco_ asintieron Ron y Hermione.

No paraba de dar vueltas por el cuarto, consumido de ira y frustración, rechinando los dientes y con los puños apretados; y cada vez que pasaba por delante de la ventana, lanzaba enfurecidas miradas al cielo salpicado de estrellas. Alguien había enviado a los dementores para que lo capturaran, la señora Figg y Mundungus Fletcher lo seguían en secreto, había sido expulsado de Hogwarts, estaba pendiente una vista en el Ministerio de Magia… Y pese a todo nadie le decía qué estaba ocurriendo. ¿Y qué demonios significaba aquel vociferador?

Eso queremos saber_ dijeron Harry, Ron y Hermione.

Ven como no es divertido no tener respuesta_ les preguntó Blaise, levantando una ceja, ellos se sonrojaron bajo las miradas divertidas de todos.

Es divertido cuando son ustedes los que se quedan con la duda_ dijo Harry, ron y Hermione asintieron.

¿De quién era aquella voz tan horrible y amenazadora que había resonado en la cocina? ¿Por qué continuaba atrapado allí sin información? ¿Por qué todos lo trataban como si fuera un niño travieso? «No hagas más magia, quédate en casa…» Al pasar por delante del baúl del colegio le pegó una patada, pero en lugar de aliviar con ello la rabia que sentía, se encontró aún peor porque ahora tenía que sumar el fuerte dolor del dedo gordo del pie al del resto del cuerpo.

Harry se sonrojó cuando todos estallaron en carcajadas.

Eres increíble, Harry_ dijo Fleur agitando la cabeza entre risas.

Era para aligerar un poco el ambiente_ dijo Harry con una sonrisita.

Justo cuando pasaba cojeando por delante de la ventana, Hedwig entró volando con un débil batir de alas, como un pequeño fantasma. —¡Ya era hora! —gruñó Harry cuando el pájaro se posó con suavidad encima de su jaula—. ¡Ya puedes soltar eso, tengo trabajo para ti! Los grandes, redondos y ambarinos ojos de Hedwig lo miraron llenos de reproche por encima de la rana muerta que sujetaba con el pico.

Eso provocó otra ronda de risas.

Debió trabajar mucho por esa rana y no la dejas disfrutarlo_ dijo Ginny entre risas.

No había tiempo_ dijo Harry.

—Ven aquí —le ordenó Harry. Cogió los tres pequeños rollos de pergamino y se los ató a la escamosa pata con una correa de cuero—. Lleva esto a Sirius, a Ron y a Hermione y no vuelvas aquí sin unas buenas respuestas. Si es necesario, picotéalos hasta que hayan escrito unos mensajes decentemente largos. ¿Entendido?

Harry mantuvo la vista fija en el libro, apretando los labios para no sonreír, sabiendo que sus amigos lo estaban fulminando con la mirada.

Hedwig emitió un amortiguado ululato sin soltar la rana. —En marcha, pues —dijo Harry. Hedwig echó a volar de inmediato. En cuanto la lechuza hubo salido por la ventana, Harry se tumbó en la cama sin desvestirse y se quedó mirando el oscuro techo. Por si fuera poco, con los deprimentes sentimientos que experimentaba, encima se sentía culpable por haber sido antipático con Hedwig; la lechuza era la única amiga que tenía en el número cuatro de Privet Drive. Pero ya haría las paces con ella, cuando llegara con las respuestas de Sirius, Ron y Hermione. Seguro que le contestaban enseguida; no podrían hacer caso omiso de un ataque de dementores. Probablemente al día siguiente, al despertar, encontraría tres gruesas cartas llenas de muestras de solidaridad y de planes para su inmediato traslado a La Madriguera.

Supongo que eso no pasó_ dijo Astoria al ver que Ron y Hermione evitaban la mirada de Harry.

No estábamos en la madriguera_ dijo Ron_ y no podíamos decirle donde estábamos.

O cuando lo iban a sacar_ añadió Hermione.

Las cartas podrían ser interceptadas_ dijo Moody_ no se podían confiar.

Y con esa reconfortante idea, el sueño se apoderó de él sofocando cualquier otro pensamiento. Pero Hedwig no regresó a la mañana siguiente.

Le costó mucho encontrarlos_ preguntó Astoria.

O tal vez las respuestas de Hermione y Ron no fueron lo suficientemente largas_ dijo Luna_ y Hedwig se negó a irse.

Harry pasó el día entero en su habitación y sólo salió para ir al cuarto de baño. En tres ocasiones, tía Petunia le introdujo comida en el dormitorio a través de la gatera que tío Vernon había instalado tres veranos atrás.

Mi ahijado no es un animal_ dijo Sirius apretando los dientes.

Solo vamos a continuar, Sirius_ dijo Remus, aunque también se veía molesto_ ya falta poco para que se aleje de ellos.

Cada vez que Harry la oía acercarse, intentaba interrogarla sobre el vociferador, pero si hubiera interrogado al pomo de la puerta habría obtenido las mismas respuestas. Por lo demás, los Dursley ni se acercaron a su habitación. Harry comprendió que no valía la pena forzarlos a soportar su compañía; con otra pelea no conseguiría nada, salvo quizá enfadarse tanto que acabaría haciendo más magia ilegal.

Lo mejor es ignorarlo_ asintió Theo.

Pero después de un tiempo se hace difícil no hablar con nadie_ dijo Harry, todos asintieron.

Así pasaron tres días. Harry tenía altibajos: algunas veces se sentía lleno de una impaciente energía que le impedía concentrarse en nada, y entonces recorría el dormitorio, furioso con todos por permitir que sufriera en medio de tanta confusión; otras veces lo dominaba un letargo tan absoluto que podía estar una hora seguida tumbado en la cama con la mirada perdida y muerto de miedo ante la perspectiva de una vista en el Ministerio. ¿Y si fallaban en su contra?

Se habrían arrepentido luego_ dijo Fred.

Puedo imaginar los titulares_ dijo George_ niño-que-vivió alejado por el ministerio por decir la verdad.

Seguido de: El ministerio realmente está en contra de quien tú sabes_ continuó Angelina, varios asintieron.

Si te alejaban podrían haber pensado que había una verdad oculta en porque negaron con tanta fuerza el regreso de Voldemort_ estuvo de acuerdo Lee, haciendo palidecer al ministro.

¿Y si lo expulsaban del colegio y le partían la varita por la mitad? ¿Qué haría entonces, adónde iría? No podía volver a vivir siempre con los Dursley, y menos ahora que conocía aquel otro mundo, el mundo al que pertenecía en realidad. ¿Podría irse a vivir con Sirius, como su padrino había sugerido un año atrás, antes de que se viera obligado a huir de las autoridades?

Claro que si_ dijo Sirius_ nos iríamos a recorrer el mundo_ dijo ilusionado.

Seria genial_ dijo Harry con una sonrisa_ todavía podemos hacerlo_ añadió.

Ta vez algún día_ dijo Sirius con una risita.

¿Permitirían a Harry vivir allí solo, dado que todavía era menor de edad? ¿Había sido su infracción del Estatuto Internacional del Secreto lo bastante grave para que lo encerraran en una celda en Azkaban?

Claro que no_ dijo Draco rodando los ojos_ aunque tampoco justificaría un juicio_ añadió pensativo.

Con Potter todo puede esperarse_ sintió Pansy.

Cada vez que ese pensamiento volvía a aparecer en su mente, Harry se levantaba de la cama y se ponía a pasear otra vez por la habitación. La cuarta noche después de la partida de Hedwig, Harry estaba tendido en la cama, en una de sus fases de apatía, contemplando el techo. Tenía la exhausta mente casi en blanco cuando su tío entró en la habitación. Harry giró despacio la cabeza y lo miró. Tío Vernon llevaba puesto su mejor traje y la expresión de su rostro era de inmensa suficiencia. —Salimos —anunció. —¿Cómo dices? —Que nosotros, es decir, tu tía, Dudley y yo, salimos.

No creo que fuera necesario aclararlo_ dijo Cedric poniendo los ojos en blanco_ dudo mucho que Harry pensara que lo llevarían.

Era mejor asegurarse_ fue todo lo que dijo Vernon.

—Muy bien —respondió Harry sin ánimo, y volvió a mirar el techo. —Prohibido salir de la habitación hasta que volvamos. —Vale. —Prohibido tocar el televisor, el equipo de música o cualquier otra cosa. —De acuerdo. —Prohibido robar comida de la nevera. —Entendido. —Voy a cerrar tu puerta con llave. —Como quieras.

eso no era necesario_ dijo Molly_ y si pasara algo o si…_ se interrumpió angustiada.

Estoy bien_ le recordó Harry con una sonrisa tranquilizadora.

Recuerda que Harry sabe forzar la cerradura_ dijo Arthur, eso la calmó un poco, pero siguió mirando mal a Vernon y no era la única.

Tío Vernon lanzó a Harry una mirada de odio, desconfiando de la actitud resignada de su sobrino; salió de la habitación pisando fuerte y cerró la puerta tras él. Harry oyó que la llave giraba en la cerradura y los pesados pasos de tío Vernon, que bajaba la escalera. Transcurridos unos minutos, oyó cómo se cerraban las puertas de un coche, el rugido de un motor y el inconfundible sonido del coche saliendo de la entrada de la casa.

Ahora estás solo_ dijo Adrián_ dime que aprovechaste que se fueran_ pidió.

No había mucho que pusiera hacer_ dijo Harry_ si forzaba la cerradura eran capaces de poner barrotes en la puerta otra vez_ añadió.

A Harry no le importaba que los Dursley se hubieran marchado. Para él tanto daba que estuvieran en la casa como que no. Ni siquiera pudo reunir la energía suficiente para levantarse y encender la luz de su dormitorio. La habitación fue quedándose a oscuras mientras él seguía tumbado escuchando los sonidos nocturnos que entraban por la ventana, que Harry tenía todo el rato abierta a la espera del dichoso momento en que regresara Hedwig. La casa, en ese instante vacía, crujía a su alrededor. Las cañerías gorgoteaban. Harry seguía tumbado, sumido en la indiferencia, sin pensar en nada, suspendido en la tristeza. De pronto oyó claramente un estrépito en la cocina. Se incorporó con brusquedad y aguzó el oído. Los Dursley no podían haber regresado todavía, era demasiado pronto, y además Harry no había oído su coche. Hubo silencio durante unos segundos, y entonces se oyeron voces. «Ladrones», pensó Harry,

Solo eso faltaría_ dijo Augusta.

No era eso_ dijo Harry_ era un grupo de lo más extraño_ añadió pensativo, recibiendo malas miradas de los que había ido.

Parece que al fin lo sacaran de ahí_ dijo Parvati.

Ya era hora_ dijeron todos mirando al director que puso una pequeña sonrisa.

y se levantó de la cama; pero enseguida se le ocurrió que los ladrones habrían hablado en voz baja, y quienquiera que fuese el que estaba en la cocina no se molestaba en bajar la voz.

Sabíamos que solo estarías tu_ dijo Remus encogiéndose de hombros.

Parece que volveremos a ver al profesor Lupin_ dijo Hanna, todos asintieron emocionados mientras Remus sonreía.

Se apresuró a coger la varita mágica de la mesilla de noche y se plantó delante de la puerta de su dormitorio escuchando con atención. De repente dio un respingo, pues la cerradura pegó un fuerte chasquido y la puerta se abrió de par en par. Harry se quedó inmóvil, mirando a través del umbral hacia el oscuro rellano del piso de arriba; aguzó el oído por si se producían más ruidos, pero no captó nada. Vaciló un momento y luego salió de su habitación, deprisa y en silencio, y se colocó al final de la escalera. El corazón se le subió a la garganta. Abajo, en el oscuro vestíbulo, había gente; sus siluetas se destacaban contra el resplandor de las farolas que entraba por la puerta de cristal de la calle. Eran ocho o nueve, y todos, si no se equivocaba, estaban mirándolo.

Eso debió ser aterrador_ dijo Ernie_ especialmente porque temías que fuera el ministerio a buscarte.

Rápidamente me hicieron notar quienes estaban ahí_ dijo Harry encogiéndose de hombros.

Era necesario que tantos fueran a buscarlo_ preguntó Gerald.

Lo era_ asintió Moody_ era mejor estar preparados_ todos asintieron.

—Baja la varita, muchacho; a ver si le vas a sacar un ojo a alguien —dijo una voz queda y gruñona. El corazón de Harry latía con violencia. Conocía aquella voz, pero no bajó la varita. —¿Profesor Moody? —preguntó con tono inseguro.

No_ dijo Collin_ era Dumbledore disfrazado_ añadió.

Suena a algo que el director haría_ dijeron varios pensativos, Albus simplemente negó con la cabeza.

—No sé si debes llamarme «profesor» —gruñó la voz—; nunca llegué a enseñar gran cosa, ¿no? Baja, queremos verte bien. Harry bajó un poco la varita, pero sin dejar de asirla con fuerza, y no se movió.

Debo estar en alerta permanente_ dijo Harry cuando Moody lo miró.

Veamos cuanto te dura_ gruñó Moody, que aprobaba el comportamiento de Harry en el libro.

Tenía motivos de sobra para desconfiar. Hacía poco que había convivido durante nueve meses con quien él creía que era Ojoloco Moody, para luego enterarse de que no era Moody, sino un impostor; un impostor que, además, previamente a que lo desenmascararan, había intentado matar a Harry.

Eso me haría desconfiar de alguien_ asintió Terry.

Me alegra que lo entiendas _ dijo Harry.

Aunque aun si no fuer Moody, hay demasiados magos para que puedas hacer algo_ dijo Padma, varios asintieron.

Pero antes de que el muchacho pudiera tomar una decisión sobre qué debía hacer, otra voz, un poco ronca, subió flotando por la escalera. —No pasa nada, Harry. Hemos venido a buscarte. A Harry le dio un vuelco el corazón. También conocía esa voz, aunque hacía un año entero que no la oía. —¿P-profesor Lupin? —dijo con incredulidad—. ¿Es usted?

Lo era_ asintió Remus_ aunque si no lo fuera, también te diría que si_ añadió pensativo.

Tomare nota de eso_ dijo Harry, negando con la cabeza.

—¿Por qué estamos aquí a oscuras? —preguntó una tercera voz, esta vez desconocida, de mujer—. ¡Lumos! La punta de una varita se encendió e iluminó el vestíbulo con una luz mágica.

Esa fui yo_ dijo Tonks_ al fin aparezco_ dijo mirando mal a Harry.

No es mi culpa conocerte recién_ dijo Harry_ podrías haber ido antes y decir Hola soy tu prima Tonks_ le informó devolviéndole la mala mirada.

Es tu culpa_ asintió Kingsley, Tonks se sonrojó, pero sonrió.

Harry parpadeó. Las personas que había abajo estaban apiñadas alrededor del pie de la escalera, con la mirada fija en él; algunas estiraban el cuello para verlo mejor. Remus Lupin era quien estaba más cerca de Harry. Aunque todavía era muy joven, Lupin parecía cansado y muy enfermo; tenía más canas que la última vez que lo había visto, y llevaba la túnica más remendada y raída que nunca.

Creo que ya todos sabían como luzco, Harry_ dijo Remus secamente, Harry le sonrió.

Tenías algunas canas nuevas_ dijo Sirius_ era un dato muy importante.

Así es_ dijo Harry, Remus los miró mal a los dos, peor dejó seguir la lectura.

Con todo, sonreía abiertamente a Harry, quien intentó devolverle la sonrisa pese a la conmoción. —¡Oh! Es como me lo imaginaba —dijo la bruja que mantenía la varita iluminada en alto.

Te has imaginado mucho a Harry_ preguntó Daphne levantando una ceja, haciendo que varios soltaran risitas.

Lo hice_ asintió Tonks con una sonrisa descarada_ si tan solo fuera mayor…_ suspiró, Daphne la miró mal mientras Harry se puso muy rojo.

Parecía la más joven del grupo; tenía el pálido rostro en forma de corazón, ojos oscuros y centelleantes, y el cabello corto, de punta y de color violeta intenso—.

Me gusta mi descripción_ dijo Tonks sonriendo.

Puedes cambiar tu apariencia a voluntad_ dijo Remus_ sabes que te ves bien.

Crees que me veo bien, profesor Lupin_ preguntó Tonks con una sonrisa coqueta, Remus se sonrojó y no respondió.

¿Qué hay, Harry? —Sí, entiendo lo que quieres decir, Remus —terció un mago negro y calvo que estaba al fondo; tenía una voz grave y pausada y llevaba un arete de oro en la oreja—. Es clavado a James. —Salvo por los ojos —aportó otro mago de cabello plateado que hablaba con voz jadeante—. Los ojos son de Lily. Ojoloco Moody, que tenía el cabello largo y entrecano y al que le faltaba un trozo de nariz, miraba con recelo a Harry, entrecerrando sus desiguales ojos. Un ojo era pequeño, oscuro y brillante como un abalorio; el otro era grande, redondo y de color azul eléctrico: el ojo mágico que podía ver a través de las paredes, de las puertas y lo que hubiera detrás del mismo Moody. —¿Estás seguro de que es él, Lupin? —

Y eso prueba que es Moody_ dijo Andrómeda, negando con la cabeza.

Quién más estaría ahí_ preguntó Cedric.

Nunca se sabe_ dijo Moody_ es mejor asegurarse_ se encogió de hombros.

masculló—. Menudo problema vamos a tener si llevamos a un mortífago que se hace pasar por él.

Eso complicaría un poquito las cosas_ asintió Cho con seriedad.

Además del hecho de que Harry estaría perdido_ añadió Michael.

Tendríamos que preguntarle algo que sólo pueda saber el verdadero Potter. A menos que alguien haya traído Veritaserum. —Harry, ¿qué forma adopta tu patronus? —preguntó Lupin. —La de un ciervo —contestó Harry nervioso. —Es él, Ojoloco —dijo Lupin. Consciente de que todos seguían mirándolo, Harry bajó la escalera guardando la varita en un bolsillo trasero de los vaqueros. —¡No te pongas la varita ahí, muchacho! —bramó Moody—. ¿Y si se enciende? ¿No sabías que magos mucho mejores que tú han perdido una nalga? —

Ted se detuvo entre risas cuando leyó esa parte, antes de que todos estallaran en carcajadas.

Eso pasa mucho_ preguntó Dean sin poder dejar de reír.

Más de lo que creerían_ dijo Moody_ además tener la varita atrás causa muchos problemas.

Podrían robártela_ asintió Kingsley, varios tomaron nota de eso recordando el libro anterior.

¿A quién conoces tú que haya perdido una nalga? —le preguntó con interés la mujer de cabello de color violeta. —

Si no fuera tan buena auror…_ gruñó Moody mirándola mal, Tonks se limitó a sonreírle.

¡Eso ahora no importa, pero sácate la varita del bolsillo de atrás! —gruñó Ojoloco—. Es una norma elemental de seguridad de las que ya a nadie le importan. —Fue pisando fuerte hacia la cocina—. Y lo he visto con mis propios ojos —añadió de mal talante mientras la mujer de cabello violeta miraba al techo. Lupin extendió un brazo y le estrechó la mano a Harry. —

Eso fue muy frio, Remus_ dijo Sirius.

No creí que Harry apreciaría un gran abrazo delante de tantos miembros de la orden presentes_ se defendió Remus.

Supongo que nunca lo sabremos_ dijo Harry, sabiendo que Remus probablemente tenía razón.

¿Cómo estás? —le preguntó, mirándolo a los ojos. —Bi-bien… Harry no podía creer que aquello fuera real. Cuatro semanas sin ninguna noticia, ni la más pequeña insinuación de un plan para rescatarlo de Privet Drive, y de pronto había un montón de magos plantados con total naturalidad en el vestíbulo, como si hubieran concertado aquella visita hacía mucho tiempo.

Así fue_ dijo Albus_ estuviste en nuestra mente todo el tiempo_ aseguró.

Bonita manera de demostrarlo_ murmuró Harry, respirando hondo, estaba seguro que ese libro lo enojaría mucho.

Miró a la gente que rodeaba a Lupin, que seguía contemplándolo con avidez. De pronto recordó que llevaba cuatro días sin peinarse. —Yo… Tenéis mucha suerte de que los Dursley hayan salido… —farfulló.

Gran distracción_ aprobó Dean mientras todos se reían de un sonrojado Harry.

—¿Suerte? ¡Ja! —dijo la mujer de cabello de color violeta—. He sido yo quien los ha quitado de en medio. Les he enviado una carta por correo muggle diciéndoles que habían sido preseleccionados para el Concurso de Jardines Suburbanos Mejor Cuidados de Inglaterra. Ahora van hacia la ceremonia de entrega de premios… O eso creen ellos.

Eso hizo que todos miraran a los Dursley, que se pusieron muy rojos antes de estallar en carcajadas.

No puedo creer que creyeran eso_ dijo Seamus entre risas.

Eres asombrosa_ le dijo Katie a Tonks, que sonrió con orgullo.

Harry se imaginó por un momento la cara de tío Vernon cuando se diera cuenta de que no había ningún Concurso de Jardines Suburbanos Mejor Cuidados de Inglaterra. —Bueno, nos vamos, ¿no? —preguntó Harry—. ¿Ya? —Sí, enseguida —dijo Lupin—. Sólo estamos esperando a que nos den luz verde. —¿Adónde vamos? ¿A La Madriguera? —inquirió Harry esperanzado. —No, no vamos a La Madriguera —contestó Lupin, y le hizo señas al muchacho para que entrara en la cocina. El grupito de magos los siguieron; todavía miraban a Harry con curiosidad—.

Si es Harry Potter_ dijo Sirius_ ya supérenlo.

Los que se quedaron mirando non están aquí_ dijo Tonks sobre las risas de los demás.

Eso sería demasiado arriesgado. Hemos montado el cuartel general en un lugar indetectable.

Genial_ dijeron varios.

Eso significa que todos sabrán donde es_ preguntó Amelia.

No podrán llegar_ aseguró Sirius, decepcionando a varios.

Nos ha costado bastante tiempo… En ese instante Ojoloco Moody estaba sentado a la mesa de la cocina, bebiendo de una petaca; su ojo mágico giraba en todas direcciones, deteniéndose en cada uno de los electrodomésticos de los Dursley. —Éste es Alastor Moody, Harry —prosiguió Lupin, señalando a Moody. —Sí, ya lo sé —dijo Harry incómodo, pues le resultó extraño que le presentaran a alguien a quien durante un año había creído conocer. —Y ésta es Nymphadora… —No me llames Nymphadora, Remus —protestó la joven bruja, estremeciéndose —. Me llamo Tonks.

Te llamas Nymphadora_ preguntaron varios, Tonks asintió, resignada.

Madre, por qué tu hermana no quiere a su hija_ preguntó Draco en voz baja, pero todos los escucharon.

Yo amo a mi hijo_ dijo Andrómeda apretando los labios_ Nymphadora es un nombre precioso_ informó, sin dejar lugar a replica.

—Nymphadora Tonks, que prefiere que la llamen por su apellido —terminó Lupin. —Tú también lo preferirías si la necia de tu madre te hubiera puesto «Nymphadora» —farfulló Tonks. —

Te quiero mami_ dijo Tonks cuando su madre la miró.

Por qué lo permitiste Ted_ preguntó Sirius.

Estaba muy enamorado de mi esposa_ suspiró Ted, dándole una mirada de disculpa a su hija, mientras Andrómeda lo fulminaba con la mirada.

Estabas_ preguntó Andrómeda, levantado una ceja, Ted le sonrió y besó su mejilla, haciendo sonreír a varios.

Y éste es Kingsley Shacklebolt. —Señaló al mago alto y negro, que inclinó la cabeza—.

Mi descripción fue rápida_ suspiró Kingsley, luciendo demasiado aliviado.

Eres parte de la orden Kingsley_ preguntó Umbridge con voz peligrosamente dulce.

Tal vez_ dijo Kingsley haciendo un gesto in importancia con la mano.

Elphias Doge. —El mago de la voz jadeante asintió—. Dedalus Diggle… —Ya nos conocemos —gritó el excitable Diggle, quitándose el sombrero de copa de color violeta. —Emmeline Vance. —Una bruja de porte majestuoso, que llevaba un chal verde esmeralda, inclinó la cabeza—.

Es la primera impresión que ella causa_ dijo Remus_ muchos la subestimaron debido a eso.

Lo cual fue su mayor error_ dijo Kingsley_ es una gran luchadora.

Sturgis Podmore. —Un mago con la mandíbula cuadrada y cabello grueso de color paja le guiñó un ojo—. Y Hestia Jones. —Una bruja de mejillas sonrosadas y cabello negro lo saludó con una mano desde el rincón de la tostadora. Harry inclinó la cabeza torpemente ante cada uno de ellos a medida que se los presentaban. Le habría gustado que no lo miraran; le parecía que, de pronto, lo habían subido a un escenario. También se preguntaba por qué había tantos magos. —Una sorprendente cantidad de personas se ofrecieron voluntarias para venir a buscarte —explicó Lupin como si le hubiera leído el pensamiento; las comisuras de su boca temblaron ligeramente.

Al menos no te reíste_ dijo Harry.

Realmente había tanto peligro_ preguntó Cedric.

No, hasta que nos fuimos_ dijo Harry con una mueca, recordando el horrible viaje, sin darse cuenta que preocupó a varios.

No pasó nada_ aseguró Remus.

—Sí… Bueno, cuantos más, mejor —agregó Moody en tono misterioso—. Somos tu guardia, Potter. —Sólo estamos esperando que nos den la señal de que podemos marcharnos sin peligro —dijo Lupin, y miró por la ventana de la cocina—. Nos quedan unos quince minutos. —Estos muggles son muy limpios, ¿verdad? —comentó la bruja que se llamaba Tonks, que observaba a su alrededor examinando la cocina con gran interés—. Mi padre es muggle y es un dejado.

Soy nacido de muggles_ corrigió Ted.

Pero si eres un dejado_ dijo Andrómeda.

Mira quien habla_ dijo Ted, rodando los ojos, pero sonreía.

Supongo que habrá de todo, como ocurre con los magos. —Pues… sí —contestó Harry—. Oiga —añadió, volviéndose hacia Lupin—, ¿qué está pasando? No he tenido noticias de nadie. ¿Qué hace Vo…? Varios magos y brujas hicieron extraños ruidos silbantes;

También le tienen miedo al nombre_ preguntó Alicia.

No era eso_ contestó Tonks.

Dedalus Diggle volvió a quitarse el sombrero y Moody gruñó: —¡Silencio! —¿Qué pasa? —preguntó Harry. —Aquí no podemos hablar de eso, es demasiado arriesgado —dijo Moody, dirigiendo su ojo normal hacia Harry.

No puedes tocar esos temas donde sea_ dijo Moody_ creí que lo sabias.

Lo sé_ dijo Harry_ pero no pensé que en la casa pudieran escucharnos.

Podrían estar haciéndolo_ dijo Kingsley.

El mágico seguía clavado en el techo—. Maldita sea —añadió con enojo, y se llevó una mano al ojo mágico—. Se atasca continuamente desde que lo usó aquel canalla. Y dicho eso se quitó el ojo, lo cual produjo un desagradable ruido de succión, como el de un desatascador en un fregadero. —Ojoloco, ya sabes que eso que estás haciendo es asqueroso, ¿verdad? — comentó Tonks con desparpajo.

tenía que hacerlo_ dijo Moody_ no ayudaría mucho con e ojo atascado.

Lo sé_ dijo Tonks.

—¿Me das un vaso de agua, Harry? —pidió Moody. Harry fue hacia el lavaplatos, sacó un vaso limpio y lo llenó de agua en el fregadero, sin dejar de sentirse atentamente observado por el grupo de magos. Sus insistentes miradas empezaban a fastidiarlo.

Debiste pedirles que te dejen de mirar_ dijo Amelia con una sonrisita.

U ofrecerles fotos_ dijo George, varios asintieron.

—Salud —dijo Moody cuando Harry le entregó el vaso. Metió el ojo mágico en el agua y lo empujó varias veces con un dedo; el ojo cabeceó mirando a los presentes uno por uno—. Necesito una visibilidad de trescientos sesenta grados para el viaje de regreso. —¿Cómo vamos a ir… a donde sea que vayamos? —preguntó Harry. —En las escobas —contestó Lupin—. Es la única forma. Eres demasiado joven para aparecerte, deben de estar vigilando la Red Flu y no vamos a jugárnosla montando un traslador no autorizado.

No necesitaban más problemas_ asintió Amelia_ pero en escoba no sería muy difícil_ preguntó.

Al menos llegamos a donde teníamos que ir_ dijo Kingsley, los demás asintieron.

—Remus dice que vuelas muy bien —comentó Kingsley Shacklebolt con su voz grave. —Vuela de maravilla —afirmó Lupin, que estaba mirando su reloj—. Bueno, será mejor que subas a hacer el equipaje, Harry. Tenemos que estar preparados cuando llegue la señal. —Voy a ayudarte —dijo Tonks alegremente. Siguió a Harry hasta el vestíbulo y subió con él la escalera, mirando alrededor con gran curiosidad e interés. —Qué sitio tan raro —comentó—. Está demasiado limpio, no sé si me entiendes. Es poco natural.

No lo es_ dijo Petunia.

Claro que si_ refutaron varios.

Especialmente si tienen hijos_ asintió Molly_ lo normal es que haya aunque sea un poco de desorden_ muchos asintieron.

Ah, esto está mejor —añadió cuando entraron en la habitación de Harry y él encendió la luz. Su habitación, en efecto, estaba mucho más desordenada que el resto de la casa. Confinado allí durante cuatro días y de muy mal humor, Harry no se había molestado en recoger nada. Casi todos los libros que tenía estaban esparcidos por el suelo, donde había intentado distraerse con cada uno de ellos, pero luego los había ido dejando tirados; tampoco había limpiado la jaula de Hedwig, que empezaba a oler mal; y su baúl estaba abierto, dejando ver un revoltijo de prendas muggles y túnicas de mago desparramadas a su alrededor por el suelo.

Podría ser peor_ dijo Hermione.

Al menos no se te dio por romper todo en un ataque de ira_ dijo Fred.

No estaba tan enojado_ dijo Harry.

Enserio_ preguntó Ron_ yo pensé que te estabas conteniendo hasta que nos volvieras a ver_ explicó señalando a Hermione y a sí mismo.

Harry empezó a recoger libros y los metió muy deprisa en su baúl. Tonks se detuvo frente al armario abierto de Harry para mirar con ojo crítico la imagen que le devolvía el espejo de la cara interna de la puerta. —Creo que el color violeta no es el que más me favorece —comentó con aire pensativo, tirando de un puntiagudo mechón de cabello—. ¿No crees que me da un aire un poco paliducho?

Te ves bien de cualquier color Tonks_ aseguró Kingsley_ eres preciosa_ añadió, guiñándole un ojo, Tonks le sonrió sin notar la mala mirada que Remus le dio al chico, sin embargo, Kingsley y Sirius lo notaron e intercambiaron una mirada antes que Sirius se inclinara hacia su amigo.

Crees que ahí haya algo_ preguntó Sirius a Remus en voz baja_ serian una buena pareja.

Estoy seguro que solo son amigos_ dijo Remus, fallando en ocultar su molestia, sin que lo notara, Sirius le guiñó un ojo a Kingsley, haciéndole saber que continuara con eso, Kingsley asintió.

—Pues… —dijo Harry mirándola por encima de la cubierta de Equipos de quidditch de Gran Bretaña e Irlanda. —Sí, no cabe duda —afirmó Tonks con rotundidad.

Debes ser más rápido, Harry_ dijo Millicent.

Ella no esperaba una respuesta_ se defendió Harry.

A continuación, cerró con fuerza los ojos dibujando una expresión crispada, como si intentara recordar algo. Un segundo más tarde, su cabello se había vuelto de un tono rosa chicle. —

Seria increíble poder hacer eso_ dijo Lavender_ tomaría mucho menos tiempo arreglarse_ varias asintieron.

¿Cómo lo has hecho? —preguntó Harry, mirándola de hito en hito, cuando Tonks abrió los ojos. —Soy una metamorfomaga —contestó ella, y volvió a mirarse en el espejo, girando la cabeza para verla desde todos los ángulos—. Quiere decir que puedo cambiar mi aspecto a mi antojo —añadió al ver en el espejo la expresión de perplejidad de Harry, que se hallaba detrás de ella—. Nací así. Obtuve un sobresaliente en Ocultación y Disfraces en el curso de auror sin estudiar ni gota. Fue genial.

Es broma_ dijo Tonks cuando sus jefes la miraron_ estudie mucho.

Claro que si_ dijo Kingsley secamente.

Pero realmente no lo necesita_ dijo Amelia_ puede convertirse en lo que necesite para ocultarse.

No me lo recuerdes_ dijo Andrómeda_ la pequeña Tonks causó muchos problemas_ Ted asintió.

—¿Eres una auror? —preguntó Harry impresionado. La carrera de cazador de magos tenebrosos era la única que él se había planteado hacer cuando terminara los estudios en Hogwarts.

A mi me parece que es la única que conocías_ dijo Sirius_ después vamos a tener una charla de todas las carreras que hay.

Bueno_ dijo Harry.

—Sí —respondió Tonks con orgullo—. Kingsley también lo es, aunque él tiene un rango superior. Yo sólo hace un año que terminé la carrera. Estuve a punto de suspender Sigilo y Rastreo. Soy tremendamente patosa; ¿no me has oído romper un plato cuando hemos llegado?

Es fácil saber cuando Tonks llega_ dijo Moody.

Pero pase la clase_ dijo Tonks con orgullo.

—¿Se puede aprender a ser metamorfomago? —preguntó Harry, incorporándose, sin acordarse en absoluto de que tenía que hacer el equipaje. Tonks chasqueó la lengua. —Seguro que a veces te gustaría ocultar esa cicatriz, ¿verdad? Sus ojos buscaron la cicatriz con forma de rayo que Harry tenía en la frente. —Sí, claro —murmuró Harry, y se dio la vuelta. No le gustaba que la gente le mirara la cicatriz.

Puedo ser bastante directa_ dijo Tonks encogiéndose de hombros.

Pero es cierto, seria bueno esconder mi cicatriz de vez en cuando_ dijo Harry.

Con tu suerte todas tus transformaciones, tendrían la cicatriz_ dijo Cormac.

Lo peor es que es cierto_ suspiró Harry, aunque tenía una ligera sonrisa.

—Bueno, me temo que tendrás que aprender de la forma más dura —dijo Tonks —. Hay muy pocos metamorfomagos, y no se hacen, sino que nacen.

Es hereditario_ preguntó Justin.

Es posible que mis hijos lo hereden_ dijo Tonks_ pero yo no lo heredé_ añadió.

Casi todos los magos han de usar una varita mágica, o pociones, para alterar su aspecto. Pero debemos movernos, Harry; se supone que estamos haciendo el equipaje —añadió con aire culpable, mirando el desorden que había alrededor. —Sí, sí —coincidió él, y recogió unos cuantos libros más. —No seas tonto, iremos mucho más rápido si me encargo yo. ¡Bauleo! —gritó Tonks, agitando su varita con un amplio movimiento sobre el suelo. Libros, ropa, telescopio y balanza se levantaron y volaron en tropel hacia el baúl—. No ha quedado muy ordenado —observó Tonks al acercarse al baúl y echar un vistazo al enmarañado interior—. Mi madre tiene una habilidad especial para hacer que las cosas se coloquen en orden ellas solas, y hasta consigue que los calcetines se doblen correctamente; pero yo nunca he sabido cómo lo hace.

Solo es cuestión de práctica_ dijo Andrómeda_ yo era un desastre cuando naciste, pero tuve que aprender.

Cuando tienes hijos no hay opción_ asintió Molly.

Por eso haré que mis hijos sean ordenados_ dijo Tonks con firmeza.

Si se parecen a ti, será un poco difícil_ dijo Ted pensativo.

Ahora todos están en mi contra_ se enfurruñó Tonks.

Ahora sabes lo que se siente_ dijo Harry divertido.

Hay que dar una especie de coletazo… —Agitó la varita, esperanzada. Uno de los calcetines de Harry dio una débil sacudida y volvió a caer sobre el desorden del baúl. —Bueno —dijo Tonks cerrando de golpe la tapa—, por lo menos está todo dentro. A esa jaula tampoco le vendría mal un repaso. —Apuntó con la varita a la jaula de Hedwig—. ¡Fregotego! —Desaparecieron unas cuantas plumas y los excrementos—. Eso está un poco mejor. Nunca he acabado de cogerle el tranquillo a estos conjuros de las tareas domésticas. Bueno, ¿lo tienes todo? ¿El caldero? ¿La escoba? ¡Caramba! ¿Tienes una Saeta de Fuego? Tonks abrió mucho los ojos al ver la escoba que Harry sujetaba con la mano derecha. Aquella escoba era su orgullo y su alegría, un regalo de Sirius, una escoba de profesional. —Y yo todavía llevo una Cometa 260 —murmuró Tonks con envidia—.

Envida buena_ dijo Tonks_ es que, a mí, mi tío no me compró una saeta_ dijo mirando con reproche a Sirius_ creo que está claro quién es el favorito_ añadió.

Me preocupa que vayas a tanta velocidad_ dijo Sirius_ ya tienes bastantes accidentes en tierra a velocidad normal.

En serio, Sirius_ preguntó Tonks cuando escuchó algunas risitas.

No_ dijo Sirius_ nunca dijiste que querías una saeta de fuego_ le recordó.

Quiero una saeta de fuego_ dijo Tonks.

Dora_ la regañó Andrómeda.

Está bien_ le dijo Sirius a su prima_ Harry no es el único al que le debo regalos_ añadió hacia Tonks.

Vaya, vaya… ¿Todavía guardas la varita en los vaqueros? ¿Conservas las nalgas?

Esa es una pregunta algo personal, no crees_ le preguntó Hermione a Tonks, haciendo que todos rían.

Vale, nos vamos. ¡Baúl locomotor! El baúl de Harry se elevó unos centímetros sobre el suelo. Sosteniendo la varita como si fuera una batuta de director de orquesta, Tonks hizo que el baúl cruzara volando la habitación y saliera por la puerta por delante de ellos; la bruja sostenía la jaula de Hedwig con la mano izquierda. Harry, que llevaba su escoba, la siguió por la escalera. Entraron en la cocina y vieron que Moody ya había vuelto a ponerse el ojo, que después de la limpieza giraba tan rápido que Harry se mareó con sólo mirarlo. Kingsley Shacklebolt y Sturgis Podmore estaban examinando el microondas, y Hestia Jones se reía del pelapatatas que había descubierto mientras hurgaba en los cajones.

Debió ser una reunión interesante_ dijo Dennis con una risita.

Esa casa tenía muchas cosas raras_ dijo Kingsley.

No tenían derecho a hurgar en mis cosas_ dijo Petunia.

Queríamos asegurarnos que no hubiera nada peligroso_ dijo Kingsley_ deberían agradecer.

Qué podría haber en los cajones_ preguntó Dudley.

Te sorprendería_ dijeron todos.

Lupin estaba sellando una carta dirigida a los Dursley. —Excelente —dijo Lupin, levantando la cabeza al ver entrar a Tonks y a Harry —. Creo que nos queda un minuto. Tendríamos que salir al jardín para estar preparados. Harry, he dejado una carta a tus tíos diciéndoles que no se preocupen… —No se preocuparán —aseguró Harry. —… que estás a salvo… —Eso sólo los deprimirá. —… y que los verás el verano que viene. —¿Es inevitable?

Harry sonrió cuando sus amigos estallaron en carcajadas.

Ew bueno oír que recuperaste tu sentido del humor_ dijo Daphne basando su mejilla.

Solo dije la verdad_ dijo Harry.

Lupin sonrió, pero no contestó a su pregunta. —Ven aquí, muchacho —dijo Moody con brusquedad, haciéndole señas a Harry con la varita para que se acercara—. Tengo que desilusionarte. —¿Que tiene que hacerme qué? —preguntó Harry nervioso. —Un encantamiento desilusionador —explicó Moody mientras levantaba su varita—. Lupin dice que tienes una capa invisible, pero no te serviría mientras volamos; esto te disfrazará mejor. Allá vamos… Le dio unos fuertes golpes en la coronilla, y Harry tuvo una extraña sensación, como si Moody le hubiera aplastado un huevo en la cabeza; a continuación, notó que unos fríos hilos recorrían su cuerpo desde el punto donde le había golpeado la varita. —Muy bien, Ojoloco —celebró Tonks con admiración, contemplando la cintura de Harry. Harry bajó la cabeza y se miró el cuerpo, o, mejor dicho, lo que había sido su cuerpo, pues ya no se parecía en nada a lo que era antes. No se había vuelto invisible, sino que había adoptado el color y la textura exactos de la cocina que tenía detrás. Por lo visto, se había convertido en un camaleón humano.

Es una buena forma de verlo_ dijo Astoria.

Es un encanto muy útil_ dijo Moody_ los aurores deben aprenderlos_ advirtió para los que planeaban seguir esa carrera.

—Vámonos —urgió Moody, y abrió la puerta trasera con la varita para que todos salieran al jardín perfectamente cuidado de tío Vernon—. Una noche despejada — gruñó Moody, recorriendo el cielo con su ojo mágico—. Habría preferido que estuviera un poco nublado. Bueno, tú —le gritó a Harry— vamos a volar en formación cerrada. Tonks irá delante de ti, así que no te separes de su cola. Lupin te cubrirá desde abajo. Yo iré detrás de ti. Los demás nos rodearán. No hemos de romper filas bajo ningún concepto, ¿entendido? Si alguno de nosotros muere… —¿Puede pasar? —preguntó Harry con aprensión, pero Moody no le hizo caso. —…

Creo que no puedes pasar_ dijo Demelza.

Morir es parte del encanto_ dijo Fred con sequedad.

Hay que estar preparado para todo_ dijo Moody_ Potter tenía que llegar al cuartel_ les recordó.

Era lo más importante_ dijeron Tonks y Kingsley.

los otros que sigan volando, sin parar y sin romper filas. Si nos liquidan a todos nosotros y tú sobrevives, Harry, la retaguardia está en estado de alerta para entrar en acción; sigue volando hacia el este y ellos se reunirán contigo.

Había más gente_ preguntó Seamus sorprendido.

Claro que si_ dijo Moody_ teníamos que estar preparados para todo.

Entonces realmente fueron, pensando que podían morir_ preguntó Pansy, todos asintieron_ y aun así fueron.

Nuestra misión era proteger a Harry_ dijo Tonks_ y había que cumplirla_ los que estuvieron ahí asintieron.

Tenía que hacerse_ añadió Kingsley.

—No seas tan jovial, Ojoloco, o el muchacho creerá que no estamos tomándonos esto en serio —intervino Tonks mientras ataba el baúl de Harry y la jaula de Hedwig a un arnés que colgaba de su escoba.

Tonks es la única que podría librarse al decir ese tipo de comentarios_ dijo Amelia.

Otro auror habría sido hechizado_ dijo Kingsley.

No había tiempo para eso_ dijo Moody.

No finjas_ dijo Sirius_ todos sabemos que es tu favorita_ los aurores asintieron.

—Sólo le explico el plan al muchacho —gruñó Moody—. Nuestra misión consiste en entregarlo sano y salvo en el cuartel general, y si morimos en el intento… —No va a morir nadie —terció Kingsley Shacklebolt con su voz grave y tranquilizadora. —¡Montad en las escobas, ésa es la primera señal! —dijo Lupin, de repente, señalando el cielo. Por encima de ellos, a lo lejos, una lluvia de brillantes chispas rojas había estallado entre las estrellas. Harry las reconoció al instante: eran chispas de varita. Pasó la pierna derecha por encima de su Saeta de Fuego, sujetó el mango con fuerza y notó que la escoba vibraba un poco, como si estuviera deseando tanto como él emprender el vuelo una vez más. —¡Segunda señal, vámonos! —gritó Lupin cuando de nuevo estallaron chispas, esta vez verdes, por encima de sus cabezas.

En serio está muy bien organizado_ dijo Gerald.

Con tantos aurores no se podría esperar menos_ dijo Adrián.

Todos los aurores están del lado de la orden_ preguntó Fudge, aunque ahora sabía que era necesario, ponerse de lado de la orden era oponerse a él.

No todos_ contestó Moody_ la mayoría de los miembros ya estuvieron antes_ explicó, Fudge asintió en comprensión.

Harry despegó con fuerza del suelo. El fresco aire nocturno le echó el pelo hacia atrás y los pulcros y cuidados jardines de Privet Drive empezaron a alejarse, encogiéndose rápidamente hasta formar un mosaico de cuadraditos verdes y negros, y la posible vista en el Ministerio desapareció de su mente, como si aquella ráfaga de aire la hubiera hecho salir de su cabeza. Tenía la sensación de que el corazón iba a explotarle de placer; volvía a volar, se alejaba volando de Privet Drive, como había soñado todo el verano, regresaba a casa… Durante unos maravillosos momentos, todos sus problemas quedaron reducidos a nada, se volvieron insignificantes en el inmenso y estrellado cielo. —

Genial_ dijo Cho.

Parece demasiado bueno para ser verdad_ dijo Neville pensativo.

Lo era_ asintió Harry_ pero por un instante me sentí libre, nada más importaba.

Te merecías eso, después de todo lo que había pasado_ dijo Luna.

¡Todo a la izquierda, todo a la izquierda, hay un muggle mirando hacia arriba! —gritó de pronto Moody desde atrás. Tonks viró con brusquedad y Harry la siguió; vio cómo su baúl oscilaba peligrosamente detrás de la escoba de la bruja—. ¡Necesitamos más altitud! ¡Ascended cuatrocientos metros más! El frío hizo que a Harry empezaran a llorarle los ojos a medida que seguían subiendo; en ese momento, debajo ya no veía nada más que las motitas de luz de las farolas y los faros de los coches.

Y aquí es donde las cosas se pusieron feas_ dijo Harry.

Estaban demasiado alto_ dijo Oliver.

Quizá dos de aquellos minúsculos puntos de luz fueran los faros del coche de tío Vernon… Los Dursley debían de estar regresando a su casa, vacía ahora, rabiosos por el inexistente Concurso de Jardines…

Lo había olvidado_ dijo George entre risas_ debieron estar furiosos cuando vieron la carta que les dejó Remus.

Ya no podían seguir torturándolo_ murmuró Sirius.

Aquella idea hizo reír a Harry, aunque su risa quedó apagada por el aleteo de las túnicas de los otros, los chasquidos del arnés que sujetaba su baúl y la jaula, y el rugido del viento en sus oídos, mientras volaban a toda velocidad. Hacía un mes que no se sentía tan vivo, tan feliz. —¡Virando a la izquierda! —gritó Ojoloco—. ¡Pueblo al frente! —Giraron hacia la izquierda para evitar pasar por encima de la telaraña de luces que tenían a sus pies —. ¡Virad al sudeste y seguid subiendo; más allá hay unas nubes bajas en las que podemos perdernos! —gritó Moody. —¡No nos hagas pasar entre nubes! —repuso Tonks enojada—. ¡Vamos a quedar empapados, Ojoloco!

Realmente_ preguntó Demelza_ si pasas entre nubes, te mojas.

Claro que si_ dijo Tonks_ están llenas de agua_ explicó.

Creo que voy a intentarlo_ murmuraron varios, mientras otros negaban con la cabeza sin ver la necesidad de ir tan alto por gusto.

Harry sintió alivio al oír decir eso, pues tenía las manos agarrotadas alrededor del mango de la Saeta de Fuego. Lamentó no haberse puesto una chaqueta; estaba empezando a temblar. De vez en cuando rectificaban la trayectoria según las indicaciones de Ojoloco. Harry entornaba al máximo los ojos frente a aquella corriente de viento helado que empezaba a producirle dolor de oídos; sólo recordaba haber pasado tanto frío encima de una escoba en una ocasión, durante un partido de quidditch contra Hufflepuff, su tercer año de colegio, que habían jugado en medio de una tormenta.

No es necesario que recuerdes ese partido_ dijo Molly_ no me gustó como terminó.

A nadie_ dijo Harry_ pero ya pasó_ le recordó.

Aun así_ murmuró Molly.

La guardia de magos lo rodeaba continuamente como aves de presa gigantes. Harry perdió la noción del tiempo: ya no sabía cuánto rato llevaban volando, pero calculaba que por lo menos hacía una hora. —¡Virad al sudoeste! —gritó Moody—. ¡Tenemos que evitar la autopista! Harry estaba tan helado que pensó con nostalgia en los secos y calentitos interiores de los coches que circulaban por debajo; y luego, con más nostalgia aún, en cómo habría sido un viaje con polvos flu. Quizá resultara incómodo girar en las chimeneas, pero al menos con las llamas no pasabas frío…

Como te gusta torturarte_ dijo Ron, rodando los ojos.

Dudo que pudieras pensar en algo diferente en una situación como esa_ se defendió Harry.

Kingsley Shacklebolt describió un círculo alrededor de Harry, mientras la calva y el pendiente destellaban un poco bajo la luz de la luna… En ese momento Emmeline Vance iba a su derecha, con la varita en la mano, girando la cabeza a derecha e izquierda… Entonces ella también pasó volando por encima de Harry y la sustituyó Sturgis Podmore… —¡Deberíamos volver un instante sobre nuestros pasos, sólo para asegurarnos de que no nos siguen! —gritó Moody. —¿Te has vuelto loco, Ojoloco? —gritó Tonks desde delante—.

Loco ya estaba_ murmuraron varios, ganándose malas miradas de Alastor.

No creo que los estén siguiendo_ dijo Romilda.

Si los estuvieran siguiendo, no sería más seguro apurarse en llegar a su destino_ preguntó Marcus.

No quería que descubrieran la casa de Sirius_ explicó Moody.

¡Estamos todos helados hasta el palo de la escoba! ¡Si seguimos desviándonos de nuestro camino no llegaremos ni la semana que viene! ¡Además, ya falta poco! —¡Ha llegado el momento de iniciar el descenso! —anunció la voz de Lupin—. ¡Tonks, Harry, seguidme! Harry siguió a Tonks en una caída en picado.

Al fin_ dijo Angelina_ ya quiero oír sobre la casa de Sirius.

Te vas a sorprender_ dijo Sirius_ mi querida madre era bastante peculiar.

Por no decir que estaba loca_ dijeron Andrómeda y Narcissa a la vez, fingiendo no escuchar a la otra.

Se dirigían hacia el grupo de luces más grande que había visto hasta entonces, un enorme y extenso entramado de líneas relucientes con trozos negros intercalados. Siguieron bajando hasta que Harry empezó a distinguir faros y farolas, chimeneas y antenas de televisión. Estaba deseando llegar al suelo, aunque tenía la impresión de que deberían descongelarlo para separarlo de su escoba. —¡Allá vamos! —gritó Tonks, y unos segundos más tarde había aterrizado. Harry tomó tierra justo detrás de ella y desmontó en una parcela de hierba sin cortar, en medio de una pequeña plaza. Tonks ya había empezado a desabrochar el arnés que sujetaba el baúl de Harry. El chico, tembloroso, miró a su alrededor. Las sucias fachadas de los edificios no parecían muy acogedoras; algunas tenían los cristales de las ventanas rotos, y éstos brillaban débilmente reflejando la luz de las farolas; la pintura de muchas puertas estaba desconchada, y junto a varios portales se acumulaba la basura. —¿Dónde estamos? —

Eso quiero saber_ dijo Susan_ llevamos mucho rato con la duda.

Ya falta poco_ dijo Harry.

Está en un lugar muggle_ preguntó Amelia, ante la descripción.

Tal vez_ dijo Sirius.

Eso no sería difícil para tu familia_ preguntó Tracy, Sirius se encogió de hombros sin contestar.

Nunca fuiste a ese lugar, tía_ preguntó Susan.

Cuando nos conocimos, él ya no vivía con su familia_ contestó Amelia.

preguntó Harry, pero Lupin, en voz baja, dijo: —Espera un minuto. Moody hurgaba en su capa con las nudosas manos entumecidas por el frío. —Ya lo tengo —masculló; a continuación, levantó algo que parecía un encendedor de plata y lo accionó. La farola más cercana hizo «pum» y se apagó. Volvió a accionar el artilugio, y se apagó la siguiente; siguió accionándolo hasta que todas las farolas de la plaza se hubieron apagado y la única luz que quedó fue la que procedía de unas ventanas con las cortinas echadas y la de la luna en cuarto creciente. —Me lo prestó Dumbledore —dijo Moody, guardándose el apagador en el bolsillo—. Por si algún muggle asoma la cabeza por la ventana, ¿sabes? Y ahora en marcha, deprisa.

Qué es_ preguntó Dennis, sonaba genial.

Es un invento mío_ dijo Dumbledore_ me ha resultado muy útil.

Eso no contesta la pregunta_ dijo Viktor, Albus sonrió, pero siguió sin explicar lo que era.

Cogió a Harry por un brazo y lo guio por la parcela cubierta de hierba; cruzaron la calle y subieron a la acera. Lupin y Tonks los siguieron; transportaban el baúl de Harry entre los dos e iban flanqueados por el resto de la guardia, que llevaba las varitas en la mano. De una de las ventanas del piso de arriba de la casa más cercana, salía música amortiguada. Un intenso olor a basura podrida se expandía desde el montón de bolsas de desperdicios que había al otro lado de una verja destrozada. —Es aquí —murmuró Moody; le puso a Harry un trozo de pergamino en la desilusionada mano y acercó el extremo iluminado de su varita para que pudiera ver el texto—. Léelo rápido y memorízalo. Harry miró el trozo de pergamino. La letra, de trazos estrechos, le resultaba vagamente familiar. El texto rezaba: El cuartel general de la Orden del Fénix está ubicado en el número 12 de Grimmauld Place, en Londres.

Nunca he visto un numero 12 en Grimmauld_ dijo Amelia frunciendo el ceño.

La casa es una de las mejores protegidas_ dijo Sirius_ solo entrara quien yo quiera.

Fidelius_ preguntó Amelia, curiosa, en voz baja.

No puedo contarte todos mis secretos_ dijo Sirius sonriéndole.

Es el final del capítulo_ dijo Ted cerrando el libro.