HARRY POTTER LE PERTENECE A JK ROWLING
Harry Potter, los personajes y todo lo de negrita le pertenecen a
J. K. ROWLING.
Espero que les guste el capítulo, por favor voten y comenten que les parece. R ecuerden que a los que escriben como invitados les contesto en la misma sección de comentarios.
Quién quiere leer_ preguntó el director mientras almorzaban.
Lo haré_ dijo Percy, recibiendo el libro.
La vista_ leyó Percy, haciendo que todos se acomodaran mejor en sus asientos.
Harry no pudo contener un grito de asombro. La enorme mazmorra en la que había entrado le resultaba espantosamente familiar. No sólo la había visto antes, sino que había estado allí. Era el lugar que había visitado dentro del pensadero de Dumbledore, donde había visto cómo sentenciaban a los Lestrange a cadena perpetua en Azkaban.
Tenía que ser esa_ se quejó Neville_ Harry no merece el mismo trato que esos_ dijo con una mirada furiosa.
Teníamos razones para usar esa sala_ dijo Fudge rápidamente_ por supuesto nunca soñaríamos con comparar al señor Potter con los Lestrange.
Las paredes eran de piedra oscura, y las antorchas apenas las iluminaban. Había gradas vacías a ambos lados, pero enfrente, en los bancos más altos, había muchas figuras entre sombras. Estaban hablando en voz baja, pero cuando la gruesa puerta se cerró detrás de Harry se hizo un tremendo silencio. Una fría voz masculina resonó en la sala del tribunal: —Llegas tarde. —Lo siento —se disculpó Harry, nervioso—. No… no sabía que habían cambiado la hora y el lugar. —De eso no tiene la culpa el Wizengamot —dijo la voz—. Esta mañana te hemos enviado una lechuza.
Si tiene la culpa_ dijo Hermione_ debieron mandarlo la noche anterior.
Exacto, quién avisa de un juicio el mismo día_ preguntó Daphne, negando con la cabeza.
Fue un gran error administrativo_ dijo Fudge con cuidado.
Siéntate. Harry miró la silla que había en el centro de la sala, que tenía los reposabrazos cubiertos de cadenas. Había visto cómo aquellas cadenas cobraban vida y ataban a la persona que se había sentado en la silla.
Será mejor que no_ dijeron todos.
Claro que no_ dijo Amelia con dulzura_ no pasará nada cuando se siente_ aseguró cuando no parecían convencidos.
Echó a andar por el suelo de piedra y sus pasos produjeron un fuerte eco. Cuando se sentó, con cautela, en el borde de la silla, las cadenas tintinearon amenazadoramente, pero no lo ataron. Estaba muy mareado, a pesar de lo cual miró a la gente que estaba sentada en los bancos de enfrente. Había unas cincuenta personas que, por lo que pudo observar, llevaban túnicas de color morado con una ornamentada «W» de plata en el lado izquierdo del pecho; todas lo miraban fijamente, algunas con expresión muy adusta, y otras con franca curiosidad.
Muchos estaban enojados conmigo_ dijo Harry.
Tenían demasiado miedo de lo que representabas_ dijo Albus_ al igual que Cornelius no quieran admitir que decías la verdad_ Harry asintió.
En medio de la primera fila estaba Cornelius Fudge, el ministro de Magia. Fudge era un hombre corpulento que solía llevar un bombín de color verde lima, aunque ese día no se lo había puesto; tampoco lucía aquella sonrisa indulgente que le había dedicado a Harry cuando en una ocasión habló con él.
Claro que no_ dijo Tonks_ a los criminales no se les sonríe_ informó.
Gracias por la explicación_ dijo Harry, ocultando una sonrisita al ver la incomodidad de Fudge.
Una bruja de mandíbula cuadrada y con el pelo gris muy corto estaba sentada a la izquierda de Fudge; llevaba un monóculo y su aspecto era verdaderamente severo.
No está tan mal_ murmuró Amelia, llevándose una mano al pelo para cubrirse unas cuantas canas, mientras Sirius intentaba no reír.
A la derecha de Fudge había otra bruja, pero estaba sentada con la espalda apoyada en el respaldo del banco, de manera que su rostro quedaba en sombras. —Muy bien —dijo Fudge—. Hallándose presente el acusado, por fin podemos empezar. ¿Están preparados? —preguntó a las demás personas que ocupaban el banco. —Sí, señor —respondió una voz ansiosa que Harry reconoció al instante. Era Percy, el hermano de Ron, que estaba sentado al final del banco de la primera fila.
Estabas ahí_ preguntó Alicia, sorprendida.
Soy asistente del ministro_ le recordó Percy.
Imagino que tampoco serás amable con Harry_ dijo Alicia, Percy se encogió de hombros sabiendo que no era necesaria una respuesta.
Harry miró a Percy esperando ver en su rostro alguna señal de reconocimiento, pero no la encontró. Percy tenía los ojos clavados en su pergamino, y una pluma preparada en la mano.
Es mejor a que te mire mal, supongo_ dijo Katie, Harry se encogió de hombros.
—Vista disciplinaria del doce de agosto —comenzó Fudge con voz sonora, y Percy empezó a tomar notas de inmediato— por el delito contra el Decreto para la moderada limitación de la brujería en menores de edad y contra el Estatuto Internacional del Secreto de los Brujos, cometido por Harry James Potter, residente en el número cuatro de Privet Drive, Little Whinging, Surrey. »Interrogadores: Cornelius Oswald Fudge, ministro de Magia; Amelia Susan Bones, jefa del Departamento de Seguridad Mágica; Dolores Jane Umbridge, subsecretaria del ministro. Escribiente del tribunal, Percy Ignatius Weasley… —Testigo de la defensa, Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore —dijo una voz queda por detrás de Harry, quien giró la cabeza con tanta brusquedad que se hizo daño en el cuello.
Harry se llevó una mano al cuello mientras todos miraban al director.
Al menos tendrás una defensa_ dijo Andrómeda_ para empezar ni siquiera debiste entrar solo.
Eres menor de edad_ explicó Tonks_ siempre debe haber alguien representándote.
Ustedes sabían que el director iría_ preguntó Luna, la orden asintió.
En ese instante Dumbledore cruzaba con aire resuelto y sereno la habitación; llevaba una larga túnica de color azul marino y la expresión de su rostro era de absoluta tranquilidad.
No se puede negar que el director sabe como hacer entradas_ dijo Marcus, agitando la cabeza, todos asintieron, sacándole una sonrisa la directora.
Su barba y su melena, largas y plateadas, relucían a la luz las antorchas; cuando llegó junto a Harry miró a Fudge a través de sus gafas de media luna, que reposaban hacia la mitad de su torcida nariz. Los miembros del Wizengamot murmuraban, y todas las miradas se dirigieron hacia Dumbledore. Algunos parecían enfadados, otros un poco asustados;
Claro que si_ dijo Albus_ no esperaban que yo llegara.
Sabían que no les sería tan fácil atacar al señor Potter_ dijo Minerva, nadie pudo evitar darle la razón.
dos de las brujas más ancianas de la fila del fondo, sin embargo, levantaron una mano y lo saludaron.
Así se hace, director_ dijo Dean moviendo las cejas, muchos se le unieron mientras el director negaba con la cabeza.
Al ver a Dumbledore, una profunda emoción surgió en el pecho de Harry, un reforzado y esperanzador sentimiento parecido al que le había producido la canción del fénix.
Me alegra haberte hecho sentir un poco mejor_ dijo Albus con una pequeña sonrisa.
Estaba deseando mirar a Dumbledore a los ojos, pero éste no lo miraba a él: tenía la vista clavada en Fudge, que no podía disimular su nerviosismo.
Qué bueno_ murmuró Ginny, pero todos la escucharon y asintieron mientras el ministro le daba una mala mirada.
—¡Ah! —exclamó el ministro, que parecía sumamente desconcertado—. Dumbledore. Sí. Veo que…, que… recibió nuestro mensaje… de que habíamos cambiado el lugar y la hora de la vista… —Pues no, no lo he recibido —contestó Dumbledore con tono alegre—.
No creo que hubiera lechuza_ dijo Hermione.
Si la había_ aseguró el ministro_ algo debió haberla retrasado_ añadió.
Sin embargo, debido a un providencial error, llegué al Ministerio con tres horas de antelación, de modo que no ha habido ningún problema. —Sí…, bueno… Supongo que necesitaremos otra silla… Esto…, Weasley, ¿podría…? —No se moleste, no se moleste —dijo Dumbledore con amabilidad; sacó su varita mágica, la sacudió levemente y una mullida butaca de chintz apareció de la nada junto a la silla de Harry.
Sería bueno una así para Harry_ dijo Daphne.
Tal vez para la próxima_ dijo Albus.
Espero que no haya una próxima_ dijo Harry.
Dumbledore se sentó, juntó las yemas de sus largos dedos y miró a Fudge por encima de ellos con una expresión de educado interés. Los miembros del Wizengamot seguían murmurando y moviéndose inquietos en los bancos; solo se calmaron cuando Fudge volvió a hablar.
Imbéciles_ murmuraron varios.
No todos_ murmuró Amelia mirando mal a Sirius para que borrara su sonrisa.
—Sí —repitió éste moviendo sus notas de un sitio para otro—. Bueno. Está bien. Los cargos. Sí… —Separó una hoja de pergamino del montón que tenía delante, respiró hondo y leyó en voz alta—: Los cargos contra el acusado son los siguientes: que a sabiendas, deliberadamente y consciente de la ilegalidad de sus actos, tras haber recibido una anterior advertencia por escrito del Ministerio de Magia por un delito similar, realizó un encantamiento patronus en una zona habitada por muggles, en presencia de un muggle,
Ese muggle era su primo_ dijo Hermione_ no entra en el estatuto del secreto.
Solo estoy relatando lo que pasó_ dijo Fudge_ después el señor Potter tendrá la oportunidad de defenderse_ todos asintieron en comprensión.
el dos de agosto a las nueve y veintitrés minutos, lo cual constituye una violación del Párrafo C del Decreto para la moderada limitación de la brujería en menores de edad, mil ochocientos setenta y cinco, y también de la Sección Trece de la Confederación Internacional del Estatuto del Secreto de los Brujos. ¿Es usted Harry James Potter, residente en el número cuatro de Privet Drive, Little Whinging, Surrey? —preguntó Fudge, fulminando a Harry con la mirada por encima del pergamino.
Y apenas empezaba_ dijo Harry.
Espero que no todos estén en tu contra_ dijo Blaise.
No lo estaban_ dijo Harry_ solo la mayoría_ añadió.
Y no te declararon culpable_ preguntó Tracy.
No había suficientes argumentos_ respondió Susan cuando Harry se encogió de hombros.
—Sí —respondió él.—Recibió una advertencia oficial del Ministerio por utilizar magia ilegal hace tres años, ¿no es cierto? —
Pero él no lo hizo_ lo defendió Collin.
Aun así, recibió la advertencia_ dijo Umbridge_ y eso es lo que el ministro preguntó.
Sí, pero… —Y aun así, ¿conjuró usted un patronus la noche del dos de agosto? —inquirió Fudge. —Sí —contestó Harry—, pero… —¿A sabiendas de que no le está permitido utilizar la magia fuera de la escuela hasta que haya cumplido diecisiete años? —Sí, pero… —¿A sabiendas de que se encontraba en una zona llena de muggles? —Sí, pero… —¿Completamente consciente de que estaba muy cerca de un muggle en ese momento? —
No lo van a dejar contestar_ preguntó Adrián_ lo qué está haciendo el legal_ quiso saber.
Lo es_ dijo Amelia_ está haciendo preguntas de si o no, luego podrá detallar lo que pasó_ explicó, todos asintieron en comprensión y un poco más tranquilos.
¡Sí! —exclamó Harry con enojo—.
No te enojes Harry_ dijo Theo_ eso es lo peor que puedes hacer_ los Slytherin asintieron.
Pero sólo lo hice porque estábamos… La bruja del monóculo lo interrumpió con una voz retumbante: —¿Hizo aparecer un patronus hecho y derecho? —Sí —afirmó Harry—, porque… —¿Un patronus corpóreo? —Un… ¿qué? —preguntó Harry. —¿Su patronus tenía una forma bien definida? Es decir, ¿no era simplemente vapor o humo? —Sí, tenía forma —asintió Harry impaciente y, a la vez, un poco desesperado—. Es un ciervo. Siempre es un ciervo. —¿Siempre? —bramó Madame Bones.
Qué_ preguntó Amelia cuando la miraron.
Usted es la bruja del monóculo_ preguntó Lavender, ella asintió_ pero en el libro sonaba mucho mayor_ viendo su cabello que o era gris.
A mi edad el cabello gris es normal_ dijo Amelia.
Pero todavía está en sus treintas_ dijo Harry_ la misma edad que Sirius.
Ahora eres mi favorito, Harry_ dijo Amelia mirando mal a Susan y Sirius cuando los escuchó reír.
Tía Amelia tiene 44 años, Harry_ explicó Susan, sorprendiendo a varios, ganándose una mirada fulminante de su tía.
Pero entonces como es que ustedes…_ empezó Harry viendo entre ella y su padrino, pero ninguno parecía dispuesto a contestar.
—¡Sí! —dijo Harry—. Hace más de un año que lo hago. —¿Y tiene usted quince años? —Sí, y… —¿Dónde aprendió a hacer eso? ¿En el colegio? —Sí, el profesor Lupin me enseñó en mi tercer año porque…
Madame Bones_ se quejaron varios.
Al menos usted déjelo hablar_ dijo Fred.
Ahora eran por qué no lo hice_ dijo Amelia con una risita, había necesitado saber que lo que decían era cierto.
—Impresionante —opinó Madame Bones mirándolo con atención—, un verdadero patronus a esa edad… Francamente impresionante.
Nadie pudo evitar soltar una risita.
Al menos alguien está de tu lado_ dijo Cedric_ y está impresionada.
Era impresionante_ se defendió Amelia.
Algunos de los magos y de las brujas que la rodeaban se pusieron a murmurar de nuevo; unos cuantos movían la cabeza afirmativamente, mientras que otros la movían negativamente y fruncían el entrecejo. —
Amargados_ dijo Fred.
Solo estaba celosos de que ellos no pueden_ dijo George, varios asintieron.
¡No se trata de lo impresionante que fuera el conjuro! —advirtió Fudge con voz de mal genio—. ¡De hecho, yo diría que cuanto más impresionante, peor, dado que el chico lo hizo delante de un muggle!
Ustedes sabían quién era el muggle_ preguntó Astoria.
Lo sabíamos_ contestó Amelia, al ver que Fudge no lo haría.
Entonces por qué siguen usando eso para hacer más grave el asunto_ preguntó Bill, pero no obtuvo repuesta.
Los que habían fruncido el entrecejo murmuraron en señal de aprobación, pero fue el mojigato movimiento que Percy hizo con la cabeza lo que incitó a hablar a Harry: —¡Lo hice por los dementores! —exclamó en voz alta antes de que alguien volviera a interrumpirlo.
Eso los hará escucharte_ dijo Ron, todos asintieron, Harry se sonrojó, pero sonrió.
Al menos eso tuvo efecto_ dijo Harry.
Se había imaginado que habría más murmullos, pero el silencio que se apoderó de la sala le pareció incluso más denso que el anterior. —¿Dementores? —se extrañó Madame Bones tras una pausa, y alzó sus tupidas cejas hasta que estuvo a punto de caérsele el monóculo—.
Estoy tratando de ayudarte y me haces eso_ preguntó Amelia.
Eso es lo que pasó_ dijo Harry_ tal vez no deberías ponerte monóculo_ sugirió.
Sin eso no podría verte_ explicó Susan, Harry asintió en comprensión.
¿Qué quieres decir, muchacho?
Qué había dementores_ contestaron todos mirando a Amelia, que se sonrojó.
Le estoy dando pie para que explique_ dijo Amelia mirándolos mal_ no era eso lo que querían_ preguntó, todos asintieron sonriéndole.
—¡Quiero decir que había dos dementores en aquel callejón y que nos atacaron a mi primo y a mí! —¡Ah! —dijo Fudge sonriendo con suficiencia mientras recorría con la mirada a los miembros del Wizengamot, como invitándolos a compartir el chiste—.
Creo que Fudge no está de acuerdo con dejarlo explicar_ dijo Parvati.
No parecía posible_ se defendió Fudge.
Sí. Sí, ya me imaginaba que escucharíamos algo semejante.
Ahora se explica_ dijo el ministro cuando todos lo miraron.
—¿Dementores en Little Whinging? —preguntó Madame Bones con profunda sorpresa—. No entiendo… —¿No entiendes, Amelia? —dijo Fudge sin dejar de sonreír—. Déjame que te lo explique.
Por favor ministro_ dijo Augusta_ explíquenos.
Ya sale_ dijo Fudge ruborizándose cuando todos lo miraron expectantes.
Este chico ha estado pensándoselo bien y ha llegado a la conclusión de que los dementores le proporcionarían una bonita excusa, una excusa fenomenal. Los muggles no pueden ver a los dementores, ¿verdad que no, chico? Muy conveniente, muy conveniente…
Si suena muy conveniente_ dijo Charlie lentamente_ pero eso es lo que pasó.
Ya lo sé_ suspiró Fudge, deseando acabar el capítulo cuando antes.
Así sólo cuenta tu palabra, sin testigos… —¡No estoy mintiendo! —gritó Harry, y sus palabras ahogaron otro estallido de murmullos del tribunal—. Había dos dementores, que se nos acercaban desde los dos extremos del callejón; todo quedó a oscuras y hacía mucho frío, y mi primo los sintió y salió corriendo… —¡Basta! ¡Basta! —ordenó Fudge con una expresión muy altanera en el rostro—.
Misma que no tiene ahora_ le dijo Hermione a Fred, que asintió viendo que el ministro parecía querer desaparecer del gran comedor.
Si fuera alguien más, me daría pena_ le dijo Fred, Hermione le dio la razón.
Lamento interrumpir lo que sin duda habría sido una historia muy bien ensayada… Dumbledore carraspeó. El Wizengamot volvió a guardar silencio. —De hecho, tenemos un testigo de la presencia de dementores en ese callejón — dijo Dumbledore—. Un testigo que no es Dudley Dursley, quiero decir. El rostro regordete de Fudge pareció deshincharse, como si le hubieran quitado el aire.
Ya era hora_ dijeron todos.
Qué testigo_ preguntó Lee.
Supongo que habla de la señora Figg_ dijo Oliver, Harry asintió.
Clavó por un instante la mirada en Dumbledore y luego, recobrando la compostura, replicó: —Me temo que no tenemos tiempo para escuchar más mentiras, Dumbledore. Quiero liquidar este asunto cuanto antes… —Quizá me equivoque —repuso Dumbledore en tono agradable—, pero estoy seguro de que los Estatutos del Wizengamot contemplan el derecho del acusado a presentar testigos para defender su versión de los hechos, ¿no es así? ¿No es ésa la política del Departamento de Seguridad Mágica, Madame Bones? —continuó, dirigiéndose a la bruja del monóculo.—Así es —contestó ésta—. Completamente cierto. —
Por supuesto que le daría la razón_ murmuró Umbridge, ojalá hubiera sabido de su pasado con Black antes.
Quieres explicar a qué te refieres, Dolores_ preguntó Amelia cuando Umbridge non contestó siguió_ esa es la política y como jefa de ese departamento estoy en la obligación de hacerla cumplir_ le informó.
Dolores no quiso decir nada con su comentario, Amelia_ intervino Fudge.
Muy bien. ¡Muy bien! —exclamó Fudge con brusquedad—. ¿Dónde está esa persona? —Ha venido conmigo —afirmó Dumbledore—. Está esperando fuera. ¿Quieres que…? —¡No! Weasley, vaya usted —ordenó Fudge a Percy, quien se levantó de inmediato, bajó a toda prisa los escalones de piedra del estrado y pasó corriendo junto a Dumbledore y Harry sin mirarlos siquiera. Percy regresó pasados unos momentos seguido de la señora Figg. Parecía asustada y más chiflada que nunca.
Harry_ lo regañó Molly.
Sé que tenía motivos para verse así_ dijo Harry_ y agradecí que fuera_ añadió mientras sus amigos intentaban no reír.
Harry lamentó que no se hubiera quitado las zapatillas de tela escocesa. Dumbledore se puso en pie y cedió su butaca a la señora Figg, y luego hizo aparecer otra para él. —¿Nombre completo? —preguntó Fudge a voz en grito cuando la señora Figg, muy nerviosa, se hubo sentado en el borde de su asiento. —Arabella Doreen Figg —respondió con su temblorosa voz. —¿Y quién es usted exactamente? —siguió preguntando Fudge con una voz altiva que indicaba aburrimiento. —Soy una vecina de Little Whinging. Vivo cerca de donde vive Harry Potter. —No tenemos constancia de que en Little Whinging vivan más magos o brujas que Harry Potter —saltó Madame Bones—. Esa circunstancia siempre ha sido controlada con meticulosidad debido a…, debido a lo ocurrido en el pasado.
Te preocupó que no estuviera bien el registro_ preguntó Sirius.
Por supuesto_ dijo Amelia_ es de suma importancia.
qué pasó en el pasado_ preguntó Justin.
No importa_ dijo Amelia_ debemos seguir la lectura_ añadió, eso les hizo saber a todos que era muy malo.
—Soy una squib —aclaró la señora Figg—. Quizá por eso no me tengan registrada. —¿Una squib? —intervino Fudge escudriñando con recelo a la señora Figg—. Lo comprobaremos. Haga el favor de darle los detalles de su origen a mi ayudante, el señor Weasley. Por cierto —añadió mirando a derecha e izquierda—, ¿los squibs pueden ver a los dementores? —¡Por supuesto! —exclamó la señora Figg con indignación.
Ellos no hacen magia, pero si pueden verla o no_ preguntó Ernie.
Por supuesto_ dijo Kingsley_ pero entiendo la duda respecto a los dementores_ varios asintieron, aun sabiendo que el ministro solo quería desacreditar a la señora, muchos habían tenido esa duda.
Fudge la miró desde lo alto del banco mientras arqueaba las cejas. —Muy bien —admitió con actitud distante—. ¿Qué tiene que contarnos? —Había salido a comprar comida para gatos en la tienda de la esquina, al final del paseo Glicinia, a eso de las nueve, la noche del dos de agosto —contó la señora Figg, hablando atropelladamente, como si se hubiera aprendido de memoria lo que estaba diciendo—, cuando oí ruidos en el callejón que comunica la calle Magnolia con el paseo Glicinia. Al acercarme a la entrada del callejón, vi a unos dementores que corrían… —¿Que corrían? —la interrumpió Madame Bones—. Los dementores no corren, se deslizan.
Tía_ la regañó Susan_ no arruines la declaración.
Si queremos que se haga justicia no puede haber ningún error_ dijo Amelia_ eso de que corrían podría haber cambiado el veredicto.
Todos saben que los dementores no corren_ asintió Tonks.
—Eso quería decir —se corrigió la señora Figg, y unas manchas rosas aparecieron en sus marchitas mejillas—. Se deslizaban por el callejón hacia lo que me pareció que eran dos chicos. —¿Cómo eran? —preguntó Madame Bones entornando los ojos hasta que el borde del monóculo desapareció bajo la piel. —Bueno, uno era muy gordo y el otro delgaducho… —No, no —dijo Madame Bones impaciente—. Los dementores.
Nadie pudo evitar reírse del error de la pobre señora.
Y tú decías que no era tan dura_ le dijo George a Harry.
Prefiero ser interrogada por madame Bones que por otro del Wizengamot_ dijo Angelina_ al menos no parece que ya tomó su declaración_ varios asintieron.
Madame Bones no está siendo dura_ dijo Tonks, negando con la cabeza.
Describa a los dementores. —¡Ah! —exclamó la señora Figg con un suspiro, y las manchas rosas de sus mejillas empezaron a extenderse por el cuello—. Eran grandes, muy grandes. Y llevaban capas. Harry notaba un espantoso vacío en el estómago. Dijera lo que dijese la señora Figg, él tenía la impresión de que, como máximo, habría visto un dibujo de un dementor, y era imposible que un dibujo transmitiera el verdadero aspecto de aquellos seres: su fantasmagórica forma de moverse, suspendidos unos centímetros por encima del suelo, el olor a podrido que desprendían y aquel horroroso estertor que emitían cuando absorbían el aire que los rodeaba…
Entonces no ve totalmente al dementor_ preguntó Alicia.
Ve lo suficiente_ dijo Percy_ y aunque no lo hubiera visto lo sintió.
Eso es cierto_ dijo Tracy_ nadie puede negar cuando un dementor está cerca.
En la segunda fila, un mago rechoncho con gran bigote negro se acercó a la oreja de su vecina, una bruja de pelo crespo, para susurrarle algo al oído. —Grandes y con capas —repitió Madame Bones con voz cortante mientras Fudge resoplaba con sorna—. Entiendo.
Eso no era suficiente_ dijo Amelia cuando la miraron.
Debería actuar un poco más profesional_ le dijo Minerva a Fudge, que se puso muy rojo, pero no dijo nada.
¿Algo más? —Sí —respondió la señora Figg—. Los sentí. Todo se quedó frío, y era una noche de verano muy calurosa, créame. Y sentí… como si no quedara ni una pizca de felicidad en el mundo… y recordé… cosas espantosas. Su voz tembló un momento y se apagó. Madame Bones abrió un poco los ojos. Harry vio unas marcas rojas debajo de su ceja, donde se le había clavado el monóculo. —¿Qué hicieron los dementores? —preguntó Madame Bones, y Harry sintió una ráfaga de esperanza.
Entonces le creyó_ preguntó Blaise.
Ella describió el efecto de los dementores_ respondió Amelia_ pero necesitaba escuchar más al respecto.
Me parece bien_ murmuraron muchos.
—Atacaron a los chicos —afirmó la señora Figg, que hablaba con una voz más fuerte y más segura mientras el rubor iba desapareciendo de su cara—. Uno de los muchachos había caído al suelo. El otro se echaba hacia atrás, intentando repeler al dementor. Ése era Harry. Sacudió dos veces la varita, pero sólo salió un vapor plateado. Al tercer intento consiguió un patronus que arremetió contra el primer dementor y luego, siguiendo las instrucciones de Harry, ahuyentó al que se había abalanzado sobre su primo. Eso fue…, eso fue lo que pasó —terminó la señora Figg de manera no muy convincente.
Íbamos tan bien_ se quejó Fleur.
El juicio terminó bien para mi_ le recordó Harry.
No arruines la historia Harry_ dijo Viktor.
Madame Bones se quedó mirando a la mujer sin decir nada. Fudge no la miraba, sino que removía sus papeles. Finalmente, levantó la vista y, con tono agresivo, le espetó: —Eso fue lo que usted vio, ¿no? —Eso fue lo que pasó —repitió la señora Figg. —Muy bien —dijo Fudge—. Ya puede irse. La señora Figg, asustada, miró primero a Fudge y luego a Dumbledore; a continuación se levantó y se fue, arrastrando los pies hacia la puerta, que se cerró detrás de ella produciendo un ruido sordo. —No es un testigo muy convincente —sentenció Fudge con altivez.
Solo lo dice porque es squib_ dijo Ron.
No es eso_ aseguró Fudge_ ustedes mismos escucharon, ella no era muy convincente en su declaración.
Bueno_ murmuraron varios, no sabiendo si deberían creerle.
—No sé qué decir —replicó Madame Bones con su atronadora voz—. De hecho, ha descrito los efectos de un ataque de dementores con gran precisión. Y no sé por qué iba a decir que estaban allí si no estaban.
Eso, no hay razón para mentir_ dijo Remus_ ya liberen a cachorro.
Todavía no era posible_ dijo Amelia_ era un tema muy delicado.
—¿Dos dementores deambulando por un barrio de muggles y tropezando por casualidad con un mago? —inquirió Fudge con sorna—. No hay muchas probabilidades de que eso ocurra. Ni siquiera Bagman se atrevería a apostar… —¡Oh, no! Creo que ninguno de nosotros piensa que los dementores estuviesen allí por casualidad —lo interrumpió Dumbledore sin darle mucha importancia.
En eso estábamos de acuerdo Cornelius y yo_ dijo Albus_ no era posible que estuvieran ahí porque si_ añadió.
Ciertamente_ asintió Fudge, sin ver la expresión de Umbridge.
La bruja que estaba sentada a la derecha de Fudge, con la cara en sombras, se movió un poco, pero los demás permanecieron muy quietos y callados. —¿Y qué se supone que significa eso? —preguntó Fudge con tono glacial. —Significa que creo que les ordenaron ir allí —contestó Dumbledore. —¡Me parece que si alguien hubiera ordenado a un par de dementores que fueran a pasearse por Little Whinging, habríamos tenido constancia de ello! —bramó Fudge.
No si es alguien importante en el ministerio y nadie sospecharía que fue él o ella_ dijo Cedric, pensativo.
Tal vez fue Umbridge_ dijo Katie en broma a Charlie que tuvo que reprimir una risa, antes de negar con la cabeza.
—No si actualmente los dementores estuvieran recibiendo órdenes de alguien que no es el Ministerio de Magia —repuso Dumbledore sin perder la calma—. Ya te he explicado lo que opino de este asunto, Cornelius. —Sí, ya me lo has explicado —dijo Fudge con energía—, y no tengo ningún motivo para creer que tus opiniones sean otra cosa que paparruchas, Dumbledore. Los dementores están donde tienen que estar, en Azkaban, y hacen todo lo que nosotros les ordenamos.
Empiezo a creer que quién-tu-sabes lo hizo_ dijo Umbridge, para evitar que investiguen a los del ministerio_ creo que vamos a tener que controlar mejor a los dementores_ añadió, haciendo que todos la miren raro.
No creo que haya sido Voldemort_ dijo Amelia, Fudge a su pesar asintió.
—En ese caso —prosiguió Dumbledore en voz baja, pero con mucha claridad— tenemos que preguntarnos por qué alguien del Ministerio ordenó a un par de dementores que fueran a ese callejón el dos de agosto… En medio del absoluto silencio con que fueron recibidas las palabras de Dumbledore,
Fue una pregunta preocupante_ dijo Fudge.
Lo investigaron_ preguntó Justin, ante eso no hubo respuesta.
la bruja que estaba sentada a la derecha de Fudge se inclinó hacia delante y Harry pudo verla por primera vez. Le pareció que era como un sapo, enorme y blanco.
Inmediatamente todos voltearon a ver a Umbridge que se puso muy roja.
Potter como te atreves…_ Percy continuó la lectura sin dejar que Umbridge terminara su pregunta mientras todos se mordían os labio para no reír.
Era bajita y rechoncha, con una cara ancha y fofa, muy poco cuello, como tío Vernon, y una boca también muy ancha y flácida. Tenía los ojos grandes, redondos y un poco saltones. Hasta el pequeño lazo de terciopelo negro que llevaba en el pelo, corto y rizado, le recordó a una gran mosca que la bruja fuese a cazar con una larga y pegajosa lengua en cualquier momento.
Ante eso todos dejaron de contenerse y estallaron en carcajadas, incluso los profesores se reían abiertamente.
Potter estás…_ Umbridge fue interrumpida.
Mi ahijado solo está pensando_ dijo Sirius entre risas, apoyándose en su novia que miraba hacia abajo para que no vean su risa_ muy acertadamente_ añadió sin molestarse en bajar la voz, aumentando las carcajadas.
Ministro_ le dijo Umbridge, pesando que la defendería al ver lo rojo que se ponía, pero lo que pasaba era que Fudge se estaba mordiendo la lengua para no reír.
No puedo castigar al señor Potter por las cosas que pensó_ dijo Fudge, respirando hondo para que no se le escapara una carcajada.
—La presidencia le concede la palabra a Dolores Jane Umbridge, subsecretaría del ministro —dijo Fudge. La bruja habló con una voz chillona, cantarina e infantil que sorprendió a Harry, pues estaba esperando oírla croar.
Eso provocó otra ronda de carcajadas, mientras Umbridge miraba furiosa a Harry.
Harry ya basta_ dijo Fred, agarrándose el estómago.
Nunca volveré a quejarme de mi descripción_ dijo Ron sin poder parar, todos asintieron.
—Estoy segura de que no lo he entendido bien, profesor Dumbledore —afirmó con una sonrisa tonta que hizo aún más fríos sus redondos ojos—. ¡Qué necia soy! Pero ¡por un brevísimo instante me ha parecido que insinuaba usted que el Ministerio de Magia había ordenado a los dementores que atacaran a este muchacho!
Eso es exactamente lo que pasó_ dijo Gerald.
No es posible_ dijo Umbridge con una sonrisa dulce.
No creo que sea usted quien deba juzgar eso_ dijo Kingsley.
Soltó una risa clara que hizo que a Harry se le erizara el vello de la nuca. Algunos miembros del Wizengamot rieron con ella. Sin embargo, estaba más claro que el agua que ninguno de ellos lo encontraba divertido. —Si es cierto que los dementores sólo reciben órdenes del Ministerio de Magia, y si también es cierto que dos dementores atacaron a Harry y a su primo hace una semana, se deduce, por lógica, que alguien del Ministerio ordenó el ataque — aventuró Dumbledore con educación—.
Tiene mucho sentido_ dijo Ginny_ ahora solo averigüemos quién y que se vaya a Azkaban, ya que tanto le gustan los dementores.
Esperemos a oír lo que dice el libro_ dijo Fudge_ por supuesto que habrá castigo.
Definitivamente amerita Azkaban_ dijo Amelia, Fudge asintió, mientras Umbridge se ponía cada vez más pálida, antes de negar con la cabeza, no la descubrirían.
Aunque, evidentemente, esos dos dementores en particular podían estar fuera del control del Ministerio… —¡No hay dementores fuera del control del Ministerio! —le espetó Fudge, que se había puesto rojo como un tomate. Dumbledore, condescendiente, inclinó la cabeza. —Entonces no cabe duda de que el Ministerio llevará a cabo una rigurosa investigación para averiguar qué hacían dos dementores tan lejos de Azkaban y por qué atacaron sin autorización. —¡No te corresponde a ti decidir lo que el Ministerio de Magia tiene que hacer o dejar de hacer, Dumbledore! —exclamó Fudge, cuyo rostro estaba adquiriendo un tono morado del que tío Vernon habría estado orgulloso.
Potter_ se quejó el ministro sobre las risas de los demás.
Debería enseñarle como lo hace_ sugirió Harry.
Muchacho_ gruñó Vernon mientras el ministro suspiraba, al menos no recibía la descripción de Umbridge.
—Por supuesto que no —dijo Dumbledore con la misma serenidad—. Me he limitado a expresar mi convencimiento de que este asunto no dejará de ser investigado. Dumbledore miró a Madame Bones, que se colocó bien el monóculo y observó con atención a Dumbledore frunciendo el entrecejo.
Me encanta como en lugar de ver al ministro mira a Madame Bones_ dijo Angelina, todos asintieron, recordando que no es la primera vez en el juicio que se dirige a ella en lugar de a Fudge, haciendo que Amelia oculte una sonrisa.
Mientras que Cornelius es el ministro_ empezó Albus_ es Amelia la que mejor conoce las leyes la encargada de hacerlas respetar_ explicó.
Y la única que está siendo justa_ murmuró Hermione, Harry y Ron asintieron.
—¡Quiero recordar a todos los presentes que el comportamiento de esos dementores, suponiendo que no sean producto de la imaginación de este chico, no es el tema de la presente vista! —aclaró Fudge—.
Pero tiene mucho que ver_ dijo George_ si admiten que hay dementores, entonces deben admitir que Harry es inocente.
¡Estamos aquí para analizar el atentado de Harry Potter contra el Decreto para la moderada limitación de la brujería en menores de edad! —Claro que sí —coincidió Dumbledore—, pero la presencia de dos dementores en ese callejón está relacionada con el caso. La cláusula número siete del Decreto estipula que se puede emplear la magia delante de muggles en circunstancias excepcionales, y dado que esas circunstancias excepcionales incluyen situaciones en que se ve amenazada la vida de un mago o de una bruja, ellos mismos o cualquier otro mago, bruja o muggle que se encuentre en el lugar de los hechos en el momento de…
Eso es_ dijo Cho_ dígaselo director.
No creo que sea tan fácil_ dijo Cedric.
Pero el director no se va a dejar_ dijo Anthony, todos asintieron.
Vamos a seguir escuchando_ dijo Albus con una sonrisa.
—¡Ya conocemos la cláusula número siete, muchas gracias! —gruñó Fudge. —Por supuesto —aceptó Dumbledore con cortesía—. Entonces estamos de acuerdo en que el hecho de que Harry utilizara un encantamiento patronus en ese momento encaja perfectamente en la categoría de circunstancias excepcionales que describe la cláusula, ¿no?
Lo estaba_ dijo Amelia_ empezábamos a dar vueltas.
Y se mencionaron cosas que no venían al caso_ añadió Albus.
Todo tenía que ver_ dijo Umbridge.
—Suponiendo que sea cierto que había dementores, lo cual pongo en duda. —Lo ha confirmado un testigo presencial —le recordó Dumbledore—. Si todavía dudas de su veracidad, vuelve a llamarla e interrógala otra vez. Estoy seguro de que no tendrá ningún inconveniente en declarar de nuevo. —Yo…, eso… no… —rugió Fudge moviendo los papeles que tenía delante—. ¡Quiero liquidar este asunto hoy mismo, Dumbledore! —Pero, como es lógico, no te importaría tener que escuchar a un testigo las veces que hiciera falta, a no ser que, por no hacerlo, te arriesgaras a cometer una grave injusticia —insinuó Dumbledore. —
Creo que ya hemos establecido que no había nada justo ahí_ dijo Alicia.
Pero al final la justicia prevaleció_ dijo Amelia_ es lo único que importa_ añadió, pero todos pudieron ver lo molesta que se sentía por el juicio.
¡Una grave injusticia! ¡Por las barbas de…! —gritó Fudge—. ¿Te has molestado alguna vez en enumerar los cuentos chinos que se ha inventado este chico,
Yo hablo parsel no chino_ dijo Harry, haciendo que sus amigos lo miraran_ me pareció que era bueno aclarar_ todos asintieron entre risas.
Dumbledore, mientras intentabas encubrir sus flagrantes usos indebidos de la magia fuera del colegio? Supongo que ya te has olvidado del encantamiento levitatorio que empleó hace tres años… —¡No fui yo! ¡Fue un elfo doméstico! —protestó Harry. —¿Lo ves? —bramó Fudge señalando aparatosamente a Harry—. ¡Un elfo doméstico! ¡En una casa de muggles! Ya me contarás. —El elfo doméstico en cuestión trabaja en la actualidad para el Colegio Hogwarts —aclaró Dumbledore—. Si quieres puedo hacerlo venir aquí de inmediato para declarar. —¡No tengo tiempo de escuchar a elfos domésticos!
Pero al menos tiene el testimonio de Dumbledore que Harry no hizo la magia_ dijo Narcissa, todos asintieron.
Pero en ese momento la palabra del director no significaba nada para muchos del ministerio_ les recordó Amelia.
Podría ser que solo protegiera a Potter_ dijo Fudge.
Además, ésa no fue la única vez que… ¡Recuerda que infló a su tía, por todos los demonios! —chilló Fudge, que luego dio un puñetazo en el estrado y volcó un tintero. —Y en aquella ocasión tuviste la amabilidad de no presentar cargos contra él, aceptando, supongo, que ni siquiera los mejores magos controlan siempre sus emociones —afirmó Dumbledore con calma mientras Fudge intentaba quitar la mancha de tinta de sus notas. —
Exacto_ dijeron todos.
Ese incidente ya no cuenta_ dijo Bill_ sin cargos no puede usarlo en su contra_ todos asintieron.
Y todavía no me he metido con lo que hace en el colegio. —Pero como el Ministerio no tiene autoridad para castigar a los alumnos de Hogwarts por faltas cometidas en el colegio, la conducta de Harry allí no viene al caso en esta vista —sentenció Dumbledore con mayor educación que nunca, pero con un deje de frialdad en la voz. —¡Vaya! —exclamó Fudge—. ¡Así que lo que haga en el colegio no es asunto nuestro! ¿Eso crees? —
Y ahí fue cuando lo decidió_ suspiraron muchos.
Un pequeño momento nos condenó_ suspiró Lee.
No exageren jóvenes_ dijo Fudge, mientras Umbridge les daba una mirada de advertencia.
El Ministerio no tiene competencia para expulsar a los alumnos de Hogwarts, Cornelius, como ya te recordé la noche del dos de agosto —dijo Dumbledore—. Y tampoco tiene derecho a confiscar varitas mágicas hasta que los cargos hayan sido comprobados satisfactoriamente, como también te recordé la noche del dos de agosto. Con tus admirables prisas por asegurarte de que se respete la ley, creo que tú mismo has pasado por alto, sin querer, eso sí, unas cuantas leyes.
Creo que fue queriendo_ dijo Cedric, no necesitaba conocer todos lo que había pasado par a saberlo.
Definitivamente_ asintió Cho.
—Las leyes pueden cambiarse —afirmó Fudge con rabia. —Por supuesto que pueden cambiarse —admitió Dumbledore inclinando la cabeza—. Y por lo visto tú estás introduciendo muchos cambios, Cornelius.
Pero aun si las leyes cambiaran, Harry cometió el "delito" antes de que lo hicieran, eso no significaría que debe ser juzgado por las anteriores_ preguntó Padma.
Por lo general_ dijo Amelia.
¡Porque, en las pocas semanas que hace que se me pidió que abandonara el Wizengamot, se juzga en un tribunal penal un simple caso de magia en menores de edad! Unos cuantos magos de los bancos superiores se removieron incómodos en los asientos.
Al menos se sienten mal por lo que hacen_ dijo Alicia con falsa simpatía.
Hay que perdonarlos_ asintió Katie con sarcasmo.
Fudge adquirió un tono morado algo más oscuro. La bruja con cara de sapo que estaba sentada a su derecha, sin embargo, se limitó a mirar a Dumbledore con gesto inexpresivo. —Que yo sepa —continuó Dumbledore— todavía no hay ninguna ley que diga que la misión de este tribunal es castigar a Harry por todas las veces que ha empleado la magia. Ha sido acusado de un delito concreto y ha presentado su defensa. Lo único que nos queda por hacer a él y a mí es esperar el veredicto. Dumbledore volvió a juntar las yemas de los dedos y no dijo nada más. Fudge lo observaba con odio, claramente indignado.
Porque sabía que Dumbledore tenía razón_ dijo Amelia_ los actos pasados de Harry, no estaban en el motivo de la audiencia y no podíamos juzgarlo por eso.
Aunque si servían como precedentes_ dijo Fudge.
Si, pero ahora solo quedaba dar la sentencia_ dijo Amelia.
Harry miró de reojo a Dumbledore buscando algún gesto tranquilizador; no estaba del todo convencido de que Dumbledore hubiera hecho bien diciéndole al Wizengamot que, en efecto, ya iba siendo hora de que tomara una decisión. Sin embargo, Dumbledore seguía sin percatarse, en apariencia, de que Harry intentaba establecer una mirada cómplice con él,
Me di cuenta_ asintió Albus.
Lo sé_ dijo Harry manteniendo su fastidio al mínimo.
y continuaba dirigiendo la vista hacia los bancos, donde todos los miembros del Wizengamot se habían puesto a hablar entre sí con apremiantes susurros. Harry se miró los pies. Su corazón, que parecía haberse inflado hasta adquirir un tamaño desmesurado, latía con violencia bajo las costillas. Se había imaginado que la vista duraría más, y no estaba seguro de haber causado una buena impresión. En realidad, no había hablado mucho.
A veces el silencio es la mejor defensa_ dijo Luna.
Pero no creo que en un juicio sirva callarse_ dijo Theo.
No es como que le permitieran decir mucho_ dijo Ginny_ además Dumbledore estaba mucho más preparado para hablar que Harry_ todos asintieron.
Tendría que haber dado más detalles sobre el ataque de los dementores, tendría que haber explicado cómo había caído al suelo y cómo los dementores habían estado a punto de besarlos a él y a Dursley…
Habría sido un buen detalle que dar_ dijo Kingsley_ pero ya no sirve lamentarse_ Harry asintió.
En dos ocasiones levantó la cabeza, miró a Fudge y despegó los labios para hablar, pero su desbocado corazón le apretaba las vías respiratorias, y en las dos ocasiones se limitó a respirar hondo y a agachar de nuevo la cabeza para seguir mirándose los pies. De pronto cesaron los susurros. Harry estaba deseando mirar a los jueces, pero se dio cuenta de que era muchísimo más fácil seguir examinando los cordones de sus zapatillas. —Los que estén a favor de absolver al acusado de todos los cargos… —anunció la atronadora voz de Madame Bones. Harry levantó la cabeza con una sacudida. Vio varias manos levantadas, muchas… ¡Más de la mitad!
Siii_ exclamaron lo amigos de Harry, haciéndolo reír.
El juicio todavía no acaba_ dijo Harry_ esperen para celebrar.
Me encanta los ánimos que nos das_ dijo Viktor secamente.
Respirando entrecortadamente intentó contarlas, pero antes de que hubiera terminado Madame Bones dijo: —Los que estén a favor de condenarlo… Fudge levantó la mano; lo mismo hicieron media docena más, entre ellos la bruja que tenía a la derecha, el mago del poblado bigote y la bruja de pelo crespo de la segunda fila. Fudge los recorrió a todos con la mirada. Parecía que tuviera algo atascado en la garganta.
Era lo que sentía_ dijo Fudge.
Si quiere Harry todavía puede irse_ sugirió Sirius_ siempre quise ir a América_ dijo pensativo.
No es necesario_ dijo Fudge_ creo que el señor Potter preferiría terminar la escuela con sus amigos_ Harry se encogió de hombros.
Luego bajó la mano, respiró hondo dos veces y dijo con la voz alterada por la rabia contenida: —Muy bien. Muy bien… Absuelto de todos los cargos.
Ya pueden celebrar_ dijo Harry.
Ya no queremos_ dijeron todos, Harry los miró indignado, mientras los profesores reían.
—Excelente —dijo Dumbledore con contundencia, y se puso de inmediato en pie. Sacó su varita e hizo desaparecer las dos butacas de chintz—. Bueno, debo irme. Que tengan todos, un buen día. Y sin mirar siquiera una vez a Harry, salió majestuosamente de la mazmorra.
Por qué no mira a Harry_ preguntó Cormac.
Eso me gustaría saber_ dijo Harry_ por suerte aquí no lo hace.
Tengo mis motivos_ dijo Albus_ imagino que saldrán_ añadió.
Es el final del capítulo_ dijo Percy cerrando el libro.
