HARRY POTTER LE PERTENECE A JK ROWLING

Harry Potter, los personajes y todo lo de negrita le pertenecen a

J. K. ROWLING.

Hola espero que les guste el capitulo, por favor voten y comenten que les pareció.

Quién leerá ahora_ preguntó el director.

Lo haré_ dijo Remus, recibiendo el libro.

El Decreto de Enseñanza n.° 24_ leyó frunciendo el ceño cuando los alumnos gimieron.

Qué pasa_ preguntó Marcus.

Hay decretos para todo_ dijo Lee_ no me sorprendería que sacaran uno que prohíbe ir al baño más de una vez al día_ añadió dramáticamente haciendo reír a varios, pero pararon al ver la seriedad de los estudiantes.

Desde que había comenzado el curso, Harry nunca había estado tan contento como aquel fin de semana. Ron y él pasaron gran parte del domingo poniendo al día los deberes; aunque no era una tarea precisamente divertida, como volvía a hacer un soleado día de otoño, sacaron sus cosas fuera y se tumbaron a la sombra de una gran haya, junto al borde del lago, en lugar de quedarse trabajando en las mesas de la sala común. Hermione, que como era lógico llevaba al día sus deberes, cogió unos ovillos de lana y encantó sus agujas de tejer, que tintineaban y destellaban suspendidas en el aire delante de ella, mientras tejían gorros y bufandas sin parar.

Nunca había oído de alguien que estuviera tan relajada en el año timo_ dijo Fred, varios asintieron.

Eso es por qué aun no llegan los exámenes_ dijo Harry.

No quiero saber cómo se pondrá entonces_ añadió Ron.

No será tan malo_ dijo Hermione rodando los ojos.

Harry experimentaba un sentimiento de inmensa satisfacción cuando se acordaba de que estaban tomando medidas para oponer resistencia a la profesora Umbridge y al Ministerio, y que él era un elemento fundamental en la rebelión.

Conozco el sentimiento_ dijo Kingsley.

La verdad es que se siente bien oponernos a ellos_ dijo Ginny_ pero se siente mejor que sepan que no nos asustan_ añadió levantando la barbilla hacia Umbridge y el ministro, todos asintieron.

No paraba de recordar la reunión del sábado: la gente que había acudido a él para aprender Defensa Contra las Artes Oscuras; la expresión de los rostros de los demás cuando escucharon algunas de las cosas que Harry había hecho;

Ves al final te gustó _ dijo Daphne.

Tengo que admitirlo_ dijo Harry.

Y poder practicar podría ayudarte un poco con toda la rabia que sientes_ dijo Augusta, Harry asintió.

los elogios que Cho le dedicó, alabando su actuación en el Torneo de los tres magos…

ni una palabra_ advirtió Harry cuando todos los miraron: ese libro va a ser demasiado incómodo_ le susurró a Daphne.

Pensar que había tantos chicos y chicas que no lo consideraban un mentiroso ni un loco, sino alguien digno de admiración, le levantó tanto el ánimo que todavía estaba contento el lunes por la mañana, pese a la inminente perspectiva de las clases que menos le gustaban. Ron y él bajaron del dormitorio hablando acerca de la idea que había tenido Angelina de trabajar en una nueva jugada, bautizada como «voltereta con derrape», en el entrenamiento de aquella noche,

Me gusta_ dijo Oliver_ suena genial.

Suena peligroso_ dijo Luna.

Eso dije_ asintió Oliver sonriendo como loco, los demás jugadores asintieron, haciendo que varios rodaran los ojos.

y hasta que llegaron al otro extremo de la iluminada sala común no se fijaron en un nuevo elemento que ya había atraído la atención de un pequeño grupo de estudiantes. En el tablón de anuncios de Gryffindor habían colgado un enorme letrero, tan grande que tapaba casi todos los demás carteles: la lista de libros de hechizos de segunda mano que estaban a la venta, los habituales recordatorios de Argus Filch sobre las normas del colegio, el horario de entrenamiento del equipo de quidditch, las ofertas de intercambio de cromos de ranas de chocolate, los últimos anuncios de los Weasley para contratar cobayas, las fechas de las excursiones a Hogsmeade y las listas de objetos perdidos y encontrados. El nuevo letrero estaba escrito con grandes letras negras, y al final había un sello oficial junto a una pulcra firma cargada de florituras. POR ORDEN DE LA SUMA INQUISIDORA DE HOGWARTS

veamos que hizo esta mujer ahora_ dijo Viktor_ deber ser muy malo_ añadió viendo las expresiones de varios.

Es peor de lo que puedas imaginar_ dijo Angelina con una mueca.

Sigue leyendo, Remus_ dijo Amelia.

De ahora en adelante quedan disueltas todas las organizaciones y sociedades, y todos los equipos, grupos y clubes. Se considerará organización, sociedad, equipo, grupo o club cualquier reunión asidua de tres o más estudiantes. Para volver a formar cualquier organización, sociedad, equipo, grupo o club será necesario un permiso de la Suma Inquisidora (profesora Umbridge).

Como_ preguntó Fleur_ ella puede hacer eso_ quiso saber.

Por desgracia_ asintió el director.

Todavía no acaba_ dijo Ron.

No podrá existir ninguna organización ni sociedad, ni ningún equipo, grupo ni club de estudiantes sin el conocimiento y la aprobación de la Suma Inquisidora. Todo alumno que haya formado una organización o sociedad, o un equipo, grupo o club, o bien haya pertenecido a alguna entidad de este tipo, que no haya sido aprobada por la Suma Inquisidora, será expulsado del colegio. Esta medida está en conformidad con el Decreto de Enseñanza n.° 24. Firmado: Dolores Jane Umbridge Suma Inquisidora

Oh, Merlín_ dijo Tonks_ esto es…_

Si sabe que Hogwarts no es una cárcel, verdad_ preguntó Marcus.

Desde que ella entró lo es_ dijo Lee_ esta ni siquiera es la peor de las prohibiciones.

Cree que tiene derecho a mandar en nuestras vidas_ dijo Angelina_ pero nosotros no estamos de acuerdo_ añadió pensativa, varios asintieron sonriendo lentamente.

Harry y Ron leyeron el letrero mirando por encima de las cabezas de un grupo de afligidos alumnos de segundo. —¿Significa esto que van a cerrar el Club de Gobstones? —le preguntó uno de ellos a su amigo. —No creo que haya problemas con el Club de Gobstones —dijo Ron con tristeza.

No era ese club lo que ha ella le importaba_ dijo Alicia.

Logró algo con ese decreto_ preguntó Oliver.

Además de enojaros más, realmente no_ dijo Hermione pensativa, los demás le dieron la razón, mientras Umbridge rechinaba los dientes.

El alumno, que no lo había visto, dio un respingo—. Pero no creo que nosotros tengamos tanta suerte, ¿no te parece? —le comentó a Harry cuando se apartaron los de segundo. Harry estaba leyendo una vez más el letrero. El optimismo que lo había acompañado desde el sábado se había esfumado y el estómago se le había encogido de rabia. —Esto no puede ser una coincidencia —afirmó apretando los puños—. La profesora Umbridge lo sabe.

Claro que lo sabía_ dio Umbridge sonriendo con orgullo.

Y como logró detenerlo_ preguntó Moody, levantando una ceja, eso borró la sonrisa de Umbridge.

Estaba cerca de hacerlo_ fue todo lo que contestó ella.

—No puede ser —replicó Ron de inmediato. —En aquel pub había gente escuchando. Y seamos realistas: no sabemos con certeza en cuántas personas de las que se presentaron podemos confiar. Cualquiera de ellas pudo ir corriendo a contárselo a la dichosa Umbridge… Y él que había pensado que lo creían, que lo admiraban incluso…

Yo no te traicionaría_ se escuchó por todo el comedor.

Sé que ninguno de ustedes habló_ dijo Harry, con una sonrisa tranquilizadora.

Esto iría más allá de fallarle a un amigo_ dijo Luna_ el que habla básicamente nos condena a todos_ varios asintieron.

—¡Zacharias Smith! —exclamó Ron dándose con el puño en la palma de la otra mano—.

Yo no fui_ dijo Zacharias_ no soy un traidor.

Lo sé_ dijo Ron.

O… ese Michael Corner también tenía un aspecto sospechoso…

Estoy de acuerdo_ dijo Blaise_ yo digo que lo investiguemos_ añadió sacando varias risas mientras Ginny rodaba los ojos.

Oye_ se ofendió Michael_ soy leal a nuestro grupo_ aseguró.

Lo es_ dijo Ginny.

—No sé si Hermione habrá visto esto ya —comentó Harry, mirando hacia la puerta de los dormitorios de las chicas. —Vamos a contárselo —propuso Ron, y fue hacia la puerta de los dormitorios, la abrió y empezó a subir la escalera de caracol.

Subiste por las escaleras_ preguntó Sirius sorprendido.

No sabias que…_ George no pudo terminar su pregunta porque la risa lo atacó.

Nadie me informó_ dijo Ron.

Cuando había llegado al sexto escalón, sonó una especie de sirena y los escalones se unieron y formaron un largo y liso tobogán de piedra en espiral. Al principio Ron intentó continuar el ascenso, agitando los brazos, pero cayó hacia atrás, resbaló por el recién creado tobogán y fue a parar a los pies de Harry.

Todos miraron a Ron antes de estallar en carcajadas.

Amo cuando pasa eso_ dijeron las leonas, que eran las que más reían.

Entonces los chicos no pueden entrar a la torre de las chicas_ preguntó Dennis, todos negaron.

—Me parece que no nos dejan entrar en los dormitorios de las chicas —dijo Harry conteniendo la risa mientras ayudaba a levantarse a Ron. Dos chicas de cuarto bajaron riendo por el tobogán de piedra. —¿Quién era el que intentaba subir? —preguntaron alegremente, poniéndose en pie y comiéndose con los ojos a Harry y a Ron.

Comiéndose con los ojos_ repitió Lavender, si notar el sonrojo de las chicas mencionadas en el libro.

Era lo que parecía_ dijo Harry al ver que incluso Ron lo miraba_ parecían muy interesadas.

Es todo un conquistador_ dijo Sirius_ lo heredó de mi_ añadió orgulloso.

—Yo —contestó éste, que todavía estaba muy despeinado—. No tenía ni idea de que pudiera pasar esto. ¡No hay derecho! —añadió dirigiéndose a Harry mientras las chicas iban hacia la abertura del retrato sin parar de reír—. Hermione puede subir a nuestro dormitorio, ¿por qué nosotros no…?

Eran otros tiempos señor Weasley_ dijo Albus_ había que proteger a las chicas.

No solo eso, sino también si un chico era visto en la habitación de una chica, ella sería muy mal vista por todos_ añadió Minerva, varios asintieron en comprensión.

—Bueno, es una norma anticuada —explicó Hermione, que acababa de bajar por el tobogán y había aterrizado limpiamente en una alfombra que había delante de Harry y Ron—, pero en Historia de Hogwarts se dice que los fundadores del colegio creían que los chicos eran menos dignos de confianza que las chicas.

Muchos lo eran_ dijo la profesora Sproud.

y ese hechizo se podría quitar_ preguntó Collin.

Se podría_ admitió Albus_ pero no hay razón para hacerlo, es mejor dejar que las chicas mantengan su privacidad.

En fin, ¿para qué queríais subir? —Para verte. ¡Mira eso! —dijo Ron, y la arrastró hasta el tablón de anuncios. Hermione leyó rápidamente el letrero y puso una expresión glacial. —¡Alguien se ha chivado! —exclamó Ron, indignado. —Es imposible —murmuró Hermione en voz baja. —¡Qué ingenua eres! —explotó Ron—. ¿Crees que porque tú eres honrada y digna de confianza…? —

Exactamente_ gruñó Moody_ no deberías confiar en todos a la ligera_ le dijo a Hermione.

No lo hago_ respondió Hermione_ ahora se explica_ aseguró.

Sigue leyendo Lupin_ lo apuró Moody.

No, es imposible porque hice un embrujo en el rollo de pergamino en que firmamos todos —explicó Hermione gravemente—. Créeme, si alguien se ha chivado a Umbridge, sabremos exactamente quién ha sido y te aseguro que lo lamentará.

Como_ preguntaron Varios mirando a Hermione con los ojos muy abiertos.

Me lo suponía_ murmuraron otros.

No le van a decir nada por hechiza a sus compañeros_ preguntó Umbridge.

Vamos a luchar contra Voldemort_ le recordó Hermione_ si hay alguien en quien no podemos confiar, me gustaría saberlo ahora que más tarde_ añadió.

Bien pensado_ gruñó Moody con aprobación, los del ED asintieron lentamente, a todos les gustaría saber si había un traidor entre ellos.

—¿Qué le pasará? —preguntó Ron, intrigado. —Bueno, para que te hagas una idea —contestó Hermione—, parecerá que el acné de Eloise Midgeon se trata solamente de unas cuantas pecas.

Tanto así_ preguntó Seamus con un silbido, Hermione asintió.

Es horrible_ dijo Marietta_ como pudiste hacernos esto.

Te refieres a protegernos_ preguntó Hermione_ quién se atreva a hablar no podrá decir mucho.

Debiste informarnos_ dijo Marietta.

Si lo hace el traidor no se revelará por miedo_ dijo Dean_ así que el hechizo no tendría sentido_ todos asintieron.

Planeas traicionarnos Marietta_ preguntó Lavender, ella negó rápidamente_ entonces no entiendo por qué te importa tanto.

Vamos a desayunar y veamos qué piensan los demás… ¿Habrán colgado el letrero en todas las casas?

Lo hizo_ dijeron varios con una mueca.

En cuanto entraron en el Gran Comedor comprendieron que el letrero de la profesora Umbridge no había aparecido únicamente en la torre de Gryffindor. En el comedor se percibía un rumor de una intensidad peculiar y una agitación mayor que la habitual: los alumnos iban y venían por sus mesas, comentando unos con otros lo que habían leído.

Nadie entendía por qué había aprobado ese decreto_ dijo Seamus.

Mientras los que estuvimos en la reunión temíamos que nos hubiera descubierto_ dijo Susan.

Obviamente no podrían burlarse de mi_ dijo Umbridge con una expresión de suficiencia que le quedaba ridícula.

Harry, Ron y Hermione acababan de sentarse cuando Neville, Dean, Fred, George y Ginny formaron un corro a su alrededor. —

Creo que los estaban esperando_ dijo Astoria.

Necesitábamos saber que iba a pasar_ dijo Dean.

¿Lo habéis visto? —¿Creéis que lo sabe? —¿Qué pensáis hacer? Todos miraban a Harry, y él echó un vistazo alrededor para asegurarse de que no había ningún profesor cerca. —Seguiremos adelante de todos modos, desde luego —dijo con serenidad. —Sabía que dirías eso —repuso George, sonriente, y le dio una palmada en el brazo. —¿Los prefectos también? —preguntó Fred observando inquisitivamente a Ron y a Hermione. —Por supuesto —afirmó ella con frialdad. —

Fue mi idea_ dijo Hermione.

Es que eres tan apegada a las reglas que es difícil creer que irías contra un decreto_ se defendió Fred.

Al final valdrá la pena_ suspiró Hermione.

Mirad, ahí vienen Ernie y Hannah Abbott —observó Ron, que había girado la cabeza—. Y esos de Ravenclaw y Smith… Y ninguno tiene muchos granos.

No somos delatores_ dijo Ernie, refiriéndose a sus amigos.

Ni nosotros_ dijo Michael por las águilas.

Hermione parecía alarmada. —Olvídate de los granos. ¿Se han vuelto locos? No pueden venir aquí ahora, resultará sumamente sospechoso. ¡Sentaos! —les dijo a Ernie y a Hannah sin que se la oyera, pero moviendo exageradamente los labios y haciéndoles señas para que regresaran a la mesa de Hufflepuff—.

Todos se sonrojaron cuando el resto se echó a reír.

Deben tener más cuidado con donde deciden hablar con ellos_ dijo Kingsley.

Lo sabemos_ dijo Hanna_ creo que nos atrapó el momento_ añadió, los demás asintieron.

¡Más tarde! ¡Ya… hablaremos… más tarde! —Se lo diré a Michael —terció Ginny, impaciente, y se levantó del banco—.

Qué amable de tu parte_ dijo Fred con sarcasmo.

Lo se_ dijo Ginny sonriendo con descaro.

Qué burros, francamente… Fue corriendo hacia la mesa de Ravenclaw y Harry la siguió con la mirada. Cho estaba sentada cerca, hablando con la amiga del cabello rizado que la había acompañado a Cabeza de Puerco. ¿Y si el letrero de la profesora Umbridge la había asustado y no volvía a asistir a las reuniones?

No te preocupes_ dijo Cedric_ estoy seguro que Cho seguirá asistiendo.

Se necesita más que eso para asustarme_ aseguró Cho con una sonrisita.

Pero no comprendieron el alcance de las repercusiones del anuncio hasta que salieron del Gran Comedor y se encaminaron hacia la clase de Historia de la Magia. —¡Harry! ¡Ron! Era Angelina, que corría hacia ellos. Parecía absolutamente desesperada.

Ahora qué_ preguntó Viktor_ Harry se ha portado bien_ añadió.

Ya sale_ dijo Angelina con un largo suspiro, había perdido la cuenta de todos los problemas que tuvo el equipo ese año.

—No pasa nada —afirmó Harry en voz baja cuando Angelina se le acercó lo suficiente—. Seguiremos adelante de todos… —¿Te das cuenta de que el quidditch está incluido en la prohibición? —le comentó Angelina—.

Como_ gritó Oliver, provocando que varios hicieran una mueca_ no puede hacer eso.

Tranquilo_ dijo Percy_ seguramente lo arreglan_ añadió.

Eso espero_ dijo Oliver dándole una mirada furiosa a Umbridge.

¡Tenemos que ir a pedirle permiso para volver a formar el equipo de Gryffindor! —¡¿Qué?! —exclamó Harry, incrédulo. —¡No puede ser! —dijo Ron, atónito.

Claro que no puede ser_ dijo Oliver_ pedir permiso parea armar en equipo en qué cabeza cabe_ murmuró.

—¡Ya habéis leído el letrero! ¡Incluye los equipos! Escucha, Harry… Te lo digo por última vez… ¡Por favor, no vuelvas a perder los estribos con la profesora Umbridge o no nos dejará jugar! —Está bien —aseguró Harry, pues Angelina parecía a punto de llorar—.

Lo habría hecho_ dijo Angelina_ al paso que íbamos no estaríamos listos para el primer juego_ suspiró con tristeza.

Pero lo estuvimos_ dijo George, abrazándola, ella asintió, eso era algo.

No te preocupes, me comportaré… —Seguro que Umbridge está en Historia de la Magia —comentó Ron gravemente cuando emprendieron de nuevo el camino hacia la clase de Binns—. Todavía no ha supervisado a Binns… Me apuesto lo que quieras a que está allí… Pero Ron se equivocaba: cuando entraron en el aula sólo encontraron al profesor Binns, que estaba flotando un par de centímetros por encima de su silla, como de costumbre, mientras se preparaba para continuar su monótono discurso sobre las guerras de los gigantes.

Umbridge llegó a supervisar a Binns_ preguntó Sirius.

Es posible_ dijo Harry encogiéndose de hombros.

Yo no creo que lo hiciera_ dijo Remus_ como haría para sacarlo si lo intentara_ añadió pensativo.

Aquel día Harry ni siquiera intentó seguir lo que decía el profesor; se puso a garabatear, distraído, en su pergamino, ignorando las frecuentes miradas y los codazos de Hermione, hasta que un golpe particularmente doloroso en las costillas lo obligó a levantar la cabeza. —¿Qué pasa? —preguntó con enojo.

Debe ser importante si Hermione interrumpe tu estudio_ dijo Fleur.

Lo era_ asintió Harry oscuramente.

Qué pasó_ preguntó Bill, Harry señaló el libro.

Hermione señaló la ventana y Harry giró la cabeza. Hedwig estaba posada en el estrecho alféizar, mirándolo a través del grueso cristal, con una carta atada a la pata. Harry no lo entendía: acababan de desayunar, ¿por qué demonios no le había entregado la carta entonces, como hacía normalmente?

Eso es cierto_ dijo Remus frunciendo el ceño_ es muy raro.

Ya sale_ dijo Harry.

Varios de sus compañeros de clase señalaban también a Hedwig. —Siempre me ha encantado esa lechuza, es tan bonita… —oyó Harry que Lavender le comentaba a Parvati.

Lo es_ confirmó Lavender, recibiendo una sonrisa de Harry.

Entonces giró la cabeza y miró al profesor Binns, que continuaba leyendo sus notas con tranquilidad, sin darse cuenta de que los alumnos le prestaban aún menos atención de lo habitual. Harry se levantó con sigilo de la silla, se agachó y recorrió el pasillo hasta la ventana. Una vez allí, soltó el cierre y la abrió muy despacio. Suponía que Hedwig extendería la pata para que él pudiera retirar la carta, y que luego echaría a volar hacia la lechucería, pero en cuanto abrió la ventana lo suficiente, la lechuza dio un salto y entró, ululando lastimeramente.

Noooo_ exclamaron varios.

qué le pasó_ preguntó Tracy alarmada.

Debió ser atacada en el camino_ dijo Susan.

Si claro_ dijo Moody con sarcasmo_ en el camino_ añadió, qué Hedwig fuera atacada, era demasiado sospechoso.

Harry cerró la ventana y miró preocupado al profesor Binns; después volvió a agacharse y regresó corriendo a su asiento con Hedwig sobre el hombro. Llegó a su silla, se puso a Hedwig en el regazo y fue a retirar la carta que llevaba atada a la pata. Entonces se dio cuenta de que su lechuza tenía las plumas muy alborotadas; unas cuantas estaban del revés, y tenía un ala en una extraña postura. —¡Está herida! —susurró Harry agachando la cabeza. Hermione y Ron se inclinaron hacia él; Hermione hasta dejó la pluma—. Mirad, le pasa algo en el ala… Hedwig estaba temblando; cuando Harry le tocó el ala, la lechuza dio un respingo y se le erizaron las plumas, como si se le inflaran, y miró a su amo con reproche.

Pobrecita_ dijo Parvati_ a lo mejor se encontró con un ave más grande cuando regresaba a la escuela_ varios asintieron, era lo más probable.

Pero Hedwig nunca ha tenido problemas para entregar sus cartas_ dijo Lavender.

No creo que podamos averiguar lo que le pasó_ dijo Seamus_ mejor sigamos_ añadió al ver que Harry estaba muy silencioso mientras hablaban de su lechuza.

—Profesor Binns —dijo Harry en voz alta, y todos giraron la cabeza hacia él—, no me encuentro bien. El profesor Binns levantó la vista de sus notas, sorprendido, como siempre, al ver que estaba ante un aula llena de alumnos. —¿No se encuentra bien? —preguntó vagamente. —No, me encuentro muy mal —aseguró Harry con firmeza, y escondiendo a Hedwig detrás de la espalda, se levantó—. Creo que necesito ir a la enfermería. —Sí —repuso el profesor Binns, a quien Harry había pillado desprevenido—. Sí, ya… A la enfermería… Bueno, pues vaya, Perkins…

Binns debe ser el único que no sabe tu nombre_ dijo Millicent negando con la cabeza.

Que empezara con P ya es un logro_ dijo Tonks, varios asintieron.

No siempre acierta con la inicial_ dijo Charlie sonriendo como si recordara algo.

En cuanto salió del aula, Harry se puso a Hedwig sobre el hombro y echó a correr por el pasillo; sólo se paró a pensar cuando perdió de vista la puerta del aula de Binns. La persona idónea para curar a Hedwig habría sido Hagrid, por descontado,

Nadie mejor para cuidarla_ asintió Sirius.

Qué te pasa_ preguntó Andrómeda al ver que tenía el ceño fruncido.

Espero estar equivocado sobre algo_ contestó mirando de reojo a Umbridge.

pero como no sabía dónde se hallaba su amigo, la única opción que tenía era encontrar a la profesora Grubbly-Plank y confiar en que lo ayudara. Miró por la ventana hacia los jardines: el cielo estaba nublado y borrascoso. No había ni rastro de la profesora Grubbly-Plank cerca de la cabaña de Hagrid; si no estaba dando clase, seguramente estaría en la sala de profesores. Entonces Harry bajó por la escalera mientras Hedwig oscilaba sobre su hombro y ululaba débilmente. Dos gárgolas de piedra flanqueaban la puerta de la sala de profesores. Cuando Harry se acercó, una de ellas dijo con voz ronca: —Deberías estar en clase, hijito. —Esto es urgente —contestó Harry con tono cortante. —¡Oh! ¡Es urgente! ¿En serio? —repuso la otra gárgola con voz chillona—. ¡No me digas!

Gárgolas_ murmuraron varios negando con la cabeza.

Siempre son así_ preguntó Dennis.

No siempre_ dijo el director.

Solo a menudo_ añadieron los alumnos, sonriendo con inocencia cuando el director los miró.

Harry llamó a la puerta. Oyó pasos, y entonces la puerta se abrió. Harry se encontró cara a cara con la profesora McGonagall. —¡No habrán vuelto a castigarte! —exclamó ella inmediatamente, alarmada, mirándolo a través de sus gafas de montura cuadrada. —No, profesora —contestó Harry.

Pero que falta de confianza_ dijo Lee.

no se me ocurría que otra cosa podría hacer ahí_ dijo Minerva sonrojada ante las risas de sus alumnos_ todos habrían pensado igual.

Nadie dijo lo contrario_ dijo Cedric sin dejar de reír.

—Entonces, ¿por qué no estás en clase? —Por lo visto es urgente —afirmó la segunda gárgola con malicia. —Busco a la profesora Grubbly-Plank —explicó Harry—. Es mi lechuza. Está herida. —¿Una lechuza herida? —La profesora Grubbly-Plank apareció detrás de la profesora McGonagall, fumando una pipa y con un ejemplar de El Profeta en las manos.

Fumando en la escuela_ preguntó Umbridge con una expresión escandalizada, que cambio indignación cuando la lectura siguió como si no hubiera dicho nada.

—Sí —dijo Harry levantando con cuidado a Hedwig de su hombro—. Ha llegado más tarde que el resto de las lechuzas y no sé qué le pasa en el ala, mire… La profesora Grubbly-Plank sujetó firmemente la pipa entre los dientes y cogió a Hedwig mientras la profesora McGonagall los miraba. —Humm —dijo la profesora Grubbly-Plank. La pipa se le movía un poco cuando hablaba—. Parece que la han atacado. Pero no sé qué criatura puede habérselo hecho.

Yo tengo mis sospechas_ dijo Harry mirando a Umbridge.

Crees que ella lo hizo_ preguntó Theo.

Yo pienso lo mismo_ dijo Sirius.

Yo no dañaría a la mascota de un alumno_ aseguró Umbridge.

Más le vale que no_ dijo Remus.

A veces los thestrals atacan a los pájaros, desde luego, pero Hagrid tiene a los thestrals de Hogwarts muy bien entrenados para que no se acerquen a las lechuzas. Harry ni sabía qué eran los thestrals ni le importaba;

Ellos no lo harían_ dijo Luna.

Además, no creo que Hedwig hubiera tenido oportunidad de buscar a Harry si se enfrentaba a ellos_ dijo Anthony, varios asintieron, mientras Harry sacudía la cabeza para alejar esos pensamientos.

lo único que le interesaba saber era si Hedwig iba a ponerse bien. La profesora McGonagall, sin embargo, miró con dureza a Harry y le preguntó: —¿Sabes si esta lechuza viene de muy lejos, Potter? —Esto… —dijo Harry—. Desde Londres, creo. Harry miró brevemente a la profesora McGonagall, pero al ver que ésta fruncía el entrecejo, se dio cuenta de que la profesora había comprendido que «Londres» significaba en realidad «el número 12 de Grimmauld Place».

Supuse que sería de Sirius_ asintió Minerva.

Sospechabas que podrían haber intentado interceptarla_ preguntó Flitwick, Minerva no contestó, pero no era necesario.

Yo no intente interceptarla_ dijo Umbridge.

Y yo en qué momento la mencioné_ preguntó Flitwick.

La profesora Grubbly-Plank sacó un monóculo de un bolsillo de su túnica y se lo colocó en un ojo para examinar meticulosamente el ala de Hedwig. —Si me la dejas, intentaré averiguar qué le ha pasado, Potter —dijo—. De todos modos, no conviene que vuele largas distancias durante unos días. —Gracias… —dijo Harry, y entonces sonó la campana que anunciaba el descanso. —No pasa nada —dijo la profesora Grubbly-Plank con brusquedad; a continuación, se dio la vuelta y entró en la sala de profesores. —¡Un momento, Wilhelmina! —exclamó la profesora McGonagall—. ¡La carta de Potter! —¡Ah, sí! —dijo Harry, que había olvidado quitarle el rollo de pergamino a Hedwig.

Potter_ dijo Moody.

Estaba preocupado por su lechuza_ dijo Tonks poniendo los ojos en blanco_ es normal que olvidara el resto.

No dije que no_ suspiró Moody_ pero debes tener más cuidado, no te puedes permitir dejar tus cartas con cualquiera.

Lo sé_ asintió Harry.

La profesora Grubbly-Plank se lo entregó y a continuación desapareció en la sala de profesores con la lechuza, que miraba a su amo como si no pudiera creer que se hubiera desprendido de ella tan fácilmente.

No creo que Hedwig pensara eso_ dijo Ginny.

Tu no viste como me miró_ respondió Harry.

Harry, sintiéndose ligeramente culpable, se dio la vuelta para marcharse, pero la profesora McGonagall lo llamó: —¡Potter! —¿Sí, profesora? La profesora McGonagall miró hacia ambos lados del pasillo, por donde empezaban a llegar alumnos. —Recuerda —dijo rápidamente y en voz baja, mirando el pergamino que Harry tenía en la mano— que los canales de comunicación de entrada y de salida de Hogwarts podrían estar controlados. —Ya… —respondió Harry,

Entonces ya no podrá enviar cartas_ preguntó Padma.

Siempre puede pedirle a alguien que la envíe por él_ dijo George_ el problema sería para recibirlo, especialmente si le escribe a Sirius.

Ya me encargaré de eso_ dijo Sirius luciendo pensativo.

pero el tropel de alumnos que se acercaba por el pasillo casi había llegado hasta donde se hallaban. Entonces la profesora McGonagall hizo un brusco movimiento con la cabeza y entró en la sala de profesores, mientras que la multitud arrastró a Harry hacia el patio. Éste vio que Ron y Hermione estaban esperándolo en un rincón apartado, con el cuello de las capas levantado para protegerse del viento. Harry abrió el rollo de pergamino mientras iba hacia ellos y descubrió que sólo había cinco palabras escritas con la letra de Sirius: «Hoy, misma hora, mismo sitio.»

bueno_ dijo Katie_ realmente no dice nada.

Dice lo suficiente_ dijo Moody_ si no es salida, no hay muchas opciones para verse, si alguien lo vio, podría averiguar lo que va a pasar.

—¿Cómo está Hedwig? —preguntó Hermione, preocupada, tan pronto como Harry llegó junto a ellos. —¿Adónde la has llevado? —preguntó Ron a su vez. —Se la he llevado a la profesora Grubbly-Plank —respondió Harry—. Y he visto a McGonagall… Escuchad… Y les contó lo que había dicho la profesora McGonagall. Para sorpresa de Harry, ninguno de sus dos amigos se mostró sorprendido. Más bien al contrario: intercambiaron miradas de complicidad.

Eso es bueno_ dijo Amos_ parece que entienden que sus cartas ya no son seguras.

Lo hacíamos_ asintieron Ron y Hermione.

—¿Qué pasa? —inquirió Harry observándolos con desconcierto. —Bueno, precisamente estaba diciéndole a Ron… ¿Y si alguien ha intentado interceptar a Hedwig? Es la primera vez que llega herida de un vuelo, ¿verdad?

Lo es_ dijo Harry_ y más vale que sea la última.

Si su lechuza se cruza con un animal en el camino, no hay nada que hacer_ dijo Umbridge encogiéndose de hombros.

—Bueno, ¿de quién es la carta? —preguntó Ron quitándole la nota a Harry de las manos. —De Hocicos —contestó Harry en voz baja. —¿«Misma hora, mismo sitio»? ¿Se refiere a la chimenea de la sala común?—Evidentemente —confirmó Hermione, que también había leído la nota. Parecía nerviosa—. Espero que nadie más haya visto esto… —El rollo todavía estaba sellado —comentó Harry intentando convencerse también a sí mismo—. Y nadie entendería qué significa el mensaje si no sabe dónde hemos hablado con él la vez anterior, ¿no? —No lo sé —dijo Hermione, angustiada. En ese momento volvió a sonar la campana y se colgó la mochila del hombro—. No sería muy difícil volver a sellar el rollo mediante magia…

Es muy fácil_ dijo Percy_ no debes confiarte en eso.

Me di cuenta_ dijo Harry.

No me gusta como suena eso_ dijeron varios.

Y si hay alguien vigilando la Red Flu… Pero ¡no sé cómo vamos a decirle que no venga sin que nos intercepten a nosotros también! A continuación, bajaron cansinamente la escalera de piedra que conducía a las mazmorras donde daban la clase de Pociones. Iban los tres absortos en sus pensamientos, pero, cuando llegaron al final de la escalera, la voz de Draco Malfoy los sacó de su ensimismamiento.

Draco se sonrojó cuando varios gimieron.

Ahora qué dijo_ preguntó Daphne.

estupideces_ contestó Neville, sabiendo lo que vendría_ es lo único que sabe decir.

Siga leyendo_ dijo Adrián a Remus que asintió.

Draco estaba de pie junto a la puerta del aula de Snape y exhibía una hoja de pergamino de aspecto oficial mientras hablaba en voz mucho más alta de lo necesario para que lo oyera todo el mundo. —Sí, la profesora Umbridge ha concedido permiso al equipo de quidditch de Slytherin para seguir jugando. He ido a pedírselo esta mañana a primera hora. Bueno, ha sido prácticamente automático, porque la profesora Umbridge conoce muy bien a mi padre, ya que mi padre frecuenta el Ministerio…

Estamos seguros de que pertenece a Slytherin_ preguntó Theo sus compañeros sonando cansado.

Por qué lo dices_ preguntó Draco frunciendo.

Porque no sabes mantener la boca cerrada_ dijo Marcus_ usar la influencia de tu padre no es algo que deberías estar presumiendo.

Nadie tiene por qué saber cómo nuestra casa maneja sus asuntos_ dijo Adrián rechinando los dientes, el resto de la casa asintió, iban a tener una larga charla con Malfoy.

Será interesante saber si al equipo de Gryffindor también le dan permiso para seguir jugando, ¿verdad? —No os sulfuréis —imploró con un susurro Hermione a Harry y a Ron, que miraban a Malfoy con los puños apretados y gesto amenazador—. Eso es precisamente lo que está buscando.

Así es_ admitió Draco_ Solo quería molestar a los Gryffindor_ se justificó.

Exponiendo a nuestro equipo_ dijo Blaise poniendo los ojos en blanco_ recuérdame n unca ir a robar contigo_ añadió, Draco se puso rojo y volvió a mirar el libro.

—Lo digo —prosiguió Malfoy levantando un poco más la voz y mirando a Harry y Ron con unos ojos que despedían malévolos destellos— porque si es cuestión de influencia en el Ministerio, no creo que tengan muchas posibilidades…

No debería ser cuestión de influencia_ dijo Augusta_ no lo cree ministro, los alumnos no deberían tener que pasar por eso.

Claro que no_ dijo Fudge rápidamente.

Según dice mi padre, hace años que buscan un pretexto para despedir a Arthur Weasley…

No van a encontrar ninguno_ dijo Arthur sin darle importancia.

Y en cuanto a Potter…, mi padre dice que cualquier día el Ministerio lo factura para el Hospital San Mungo…

El querido Lucius debería dejar de hablar tanto_ dijo Sirius apretando los dientes.

Especialmente delante de ti_ dijo Millicent_ ya lo delataste sobre lo que pasó en los mundiales, no quiero pensar en que otras cosas podrías revelar solo para molestar a Harry.

Solo vamos a seguir_ dijo Narcissa.

Por lo visto, tienen una planta reservada para gente a la que la magia ha trastornado.

Si así fuera, Malfoy ya estaría ahí_ dijo Augusta con los puños apretados.

Malfoy hizo una mueca grotesca, con la boca abierta y los ojos bizcos, Crabbe y Goyle se rieron a carcajadas, como de costumbre, y Pansy Parkinson soltó una risita idiota. De pronto, Harry notó un golpe en el hombro que lo desvió hacia un lado. Unas milésimas de segundo más tarde, se dio cuenta de que Neville lo había apartado de un empujón e iba derechito hacia Malfoy. —

Dime que lo mandaste a la enfermería_ pidió Augusta.

No pude_ dijo Neville.

Yo no sabía de…_ Draco se interrumpió ante el bufido de Augusta.

Espera que le crea eso_ preguntó Augusta_ estoy segura que su padre se lo dijo_ varios asintieron.

No te gastes abuelita_ dijo Neville.

¡No, Neville! Harry saltó hacia delante y agarró a Neville por la túnica; éste forcejeó con ímpetu, agitando los puños, e intentó abalanzarse sobre Malfoy, que durante un momento se quedó completamente perplejo. —¡Ayudadme! —gritó Harry. Consiguió rodear el cuello de Neville con un brazo, tiró de él hacia atrás y lo alejó de los de Slytherin. Crabbe y Goyle se colocaron delante de Malfoy y flexionaron los brazos, listos para pelear.

Claro que lo hicieron_ dijo Augusta_ alguna vez pelea sus batallas_ preguntó.

Solo cuando lo atrapas antes de que los gorilas lo cubran_ respondió Harry con un ademan sin importancia, logrando sacarle una sonrisa a Neville.

Es patético_ murmuró alguien que no vieron, pero muchos estuvieron de acuerdo.

Ron agarró a Neville por los brazos, y Harry y él lograron volver a colocarlo en la fila de alumnos de Gryffindor. Neville estaba rojo como un tomate; la presión que Harry ejercía sobre su cuello hacía que apenas se le entendiera, pero seguía farfullando: —No tiene… gracia… San Mungo…, ya verás…

Ninguna gracia_ asintió Adrián.

Suponiendo que no supieras de los padres de Neville_ empezó Susan, dejando claro que no creía que no los supiera_ No hay justificación para que te burles de los que están en esa área_ todos le dieron la razón.

Entonces se abrió la puerta de la mazmorra y Snape apareció en el umbral. Recorrió con sus negros ojos a los alumnos de Gryffindor hasta llegar a donde estaban Harry y Ron intentando sujetar a Neville. —¿Peleando, Potter, Weasley, Longbottom? —preguntó Snape con su fría y socarrona voz—. Diez puntos menos para Gryffindor.

Solo diez_ preguntó Minerva, pareciendo decepcionada confundiendo a varios, hasta que continuó_ diez puntos menos para Slytherin.

Cuando volvamos a clase, le voy a coser la boca_ dijeron todas las serpientes, haciendo que Draco tragara saliva y palideciera.

Suelta a Longbottom, Potter, o serás castigado. Todos adentro. Harry soltó a Neville, que se quedó mirándolo y jadeando. —He tenido que frenarte —se excusó Harry entrecortadamente mientras recogía su mochila—. Crabbe y Goyle te habrían hecho pedazos. Neville no dijo nada; se limitó a recoger su mochila y entró muy ofendido en la mazmorra.

Habría valido la pena_ dijo Neville.

Si lograbas golpear a Malfoy_ asintió Harry_ pero Crabb y Goyle ya estaban delante.

Ánimo, Neville_ dijo Dean_ si quieres luego los petrificamos para que busques a Malfoy.

Gracias amigo_ dijo Neville sonriendo_ aprende Harry.

No podíamos petrificarlos fuera de pociones_ se defendió Harry, intentando no sonreír.

—Por las barbas de Merlín —comentó Ron en voz baja mientras seguían a Neville—. ¿Qué le ha pasado? Harry no contestó. Sabía perfectamente por qué aquella alusión a la gente que estaba en San Mungo con secuelas cerebrales a causa de la magia había afectado tanto a Neville, pero había jurado a Dumbledore que no revelaría a nadie el secreto de Longbottom.

Agradezco que lo cumplieras_ dijo Neville.

Era tuyo para contar_ dijo Harry sin darle importancia.

Ni siquiera el propio Neville podía imaginarse que Harry estaba al corriente. Harry, Ron y Hermione se sentaron como siempre al fondo de la clase y sacaron pergamino, plumas y sus ejemplares de Mil hierbas y hongos mágicos. Sus compañeros de clase cuchicheaban sobre lo que acababa de hacer Neville, pero cuando Snape cerró la puerta de la mazmorra con un sonoro golpetazo, todos guardaron silencio de inmediato. —Como veréis —dijo Snape con su queda y socarrona voz—, hoy tenemos una invitada. Señaló un oscuro rincón de la mazmorra y Harry vio a la profesora Umbridge sentada allí, con las hojas de pergamino cogidas con el sujetapapeles sobre las rodillas.

Ya era hora de que te evaluara_ dijo Narcissa.

Pero no la envenenaste_ dijo Sirius.

Aunque parecía querer hacerlo_ dijo Daphne.

Todos los de nuestra casa quieran hacerlo_ dijo Pansy, las serpientes asintieron, haciendo que el profesor reprimiera una sonrisa.

Harry miró de reojo a Ron y a Hermione arqueando las cejas. Snape y Umbridge, los dos profesores que más odiaba: aunque era difícil decidir cuál prefería que triunfara.

Yo sentí lo mismo_ dijeron todos los leones mientras Severus le daba una mirada fulminante a Harry que le devolvía una inocente.

Ya sabemos que lo amas Black_ dijo Severus secamente cuando vio que Sirius hablaría.

—Hoy vamos a continuar con la solución fortificante. Encontraréis vuestras mezclas como las dejasteis en la última clase; si las preparasteis correctamente deberían haber madurado durante el fin de semana. Las instrucciones —agitó su varita— están en la pizarra. Ya podéis empezar. La profesora Umbridge pasó la primera media hora de la clase tomando notas en su rincón. Harry estaba deseando escuchar cómo interrogaba a Snape, pero le interesaba tanto enterarse que estaba volviendo a descuidar su poción.

Harry se sonrojó cuando sus amigos estallaron en carcajadas.

No actúen como si yo fuera el único_ se quejó Harry.

Es lindo ver a Snape enojado_ asintió Seamus_ cuando no es con nosotros_ añadió.

Pues no se acostumbren_ dijo el profesor.

—¡Sangre de salamandra, Harry —le avisó Hermione por lo bajo, agarrándole la muñeca para impedir que añadiera un ingrediente equivocado por tercera vez—, no jugo de granada! —Vale —dijo Harry, despistado.

Eso podría ser peligroso Harry_ dijo Sirius.

Pero entiendes mi interés verdad_ preguntó haciéndole ojitos, Sirius asintió.

Estás haciendo demasiado evidente como podrá conseguir algo de ti_ se quejó Amelia.

No se aprovechará_ aseguró Sirius_ verdad_ preguntó hacían Harry que le dio una sonrisa inocente.

Luego empezó a verter el contenido de la botella en el caldero y siguió observando el rincón. La profesora Umbridge acababa de levantarse—. ¡Ja! —exclamó en voz baja al ver que la profesora caminaba dando zancadas entre dos hileras de pupitres hacia Snape, que estaba inclinado sobre el caldero de Dean Thomas. —Bueno, parece que los alumnos están bastante adelantados para el curso que hacen —comentó la profesora Umbridge con brusquedad, dirigiéndose a Snape, que estaba de espaldas—.

Así es_ dijo Severus con suficiencia.

Creen que se dé cuenta que nos acaba de dar un cumplido_ preguntó Lavender.

No soy tan valiente para señalárselo_ respondió Ron, haciendo que todos los leones estallaran en risitas.

De qué se ríen_ preguntó Albus, pero ninguno contestó.

Aunque no estoy segura de que sea conveniente enseñarles a preparar una poción como la solución fortificante. Creo que el Ministerio preferiría que fuera eliminada del programa. —Snape se enderezó lentamente y se volvió para mirarla—.

Así que no solo tendremos gente que no sepa defenderse_ dijo Amelia_ tampoco sabrán hacer pociones_ quiso saber.

Mejor hay que decirle al jefe que el próximo año no abra la academia de aurores_ dijo Kingsley.

Ahora veo que Dolores no es la más adecuada para el puesto_ dijo Fudge_ no sabe lo que está diciendo_ añadió.

Cornelius_ dijo Umbridge dolida, pero Fudge no la miró.

Dígame, ¿cuánto tiempo hace que enseña en Hogwarts? —le preguntó con la pluma apoyada en el pergamino. —Catorce años —respondió Snape. La expresión de su rostro era insondable. Sin quitarle los ojos de encima al profesor, Harry añadió unas gotas más a su poción, que produjo un silbido amenazador y pasó del color turquesa al naranja.

Ay cachorro_ dijo Remus negando con la cabeza, intentando no reír.

La curiosidad es de familia_ dijo Harry.

Vas a culparnos cada vez que andes de chismoso_ preguntó Sirius, Harry asintió muy seriamente.

—Tengo entendido que primero solicitó el puesto de Defensa Contra las Artes Oscuras, ¿no es así? —inquirió la profesora Umbridge. —Sí —contestó Snape con serenidad. —Pero ¿no lo consiguió? Snape torció el gesto y respondió: —Es obvio.

Eso hizo que todos estallaran en carcajadas.

No sé qué es más gracioso_ dijo Astoria_ que hiciera una pregunta tan tonta o la expresión que debió poner el profesor.

La expresión_ dijo Terry mirando al profesor, varios asintieron.

La profesora Umbridge anotó algo en sus pergaminos. —Y desde que entró en el colegio ha solicitado con regularidad el puesto de Defensa Contra las Artes Oscuras, ¿verdad? —Sí —contestó Snape, imperturbable, sin mover apenas los labios. Parecía muy enfadado. —¿Tiene usted idea de por qué Dumbledore ha rechazado por sistema su solicitud? —inquirió la profesora Umbridge. —Eso debería preguntárselo a él —dijo Snape entrecortadamente.

La misma razón por la que se la di a Umbridge_ dijo Albus_ la asignatura está maldita_ añadió con una sonrisa malvada, sorprendiendo a sus alumnos.

En este momento casi se me pasa el enojo que le tengo_ dijo Harry a Ron y Hermione que asintieron.

Oh, lo haré, lo haré —dijo la profesora Umbridge componiendo una dulce sonrisa. —Aunque no veo qué importancia puede tener eso —añadió Snape a la vez que entrecerraba sus ojos negros. —¡Oh, ya lo creo que la tiene! —replicó la profesora Umbridge—. Sí, el Ministerio quiere conocer a la perfección el… pasado de los profesores.

El ministerio debería preocuparse más por el pasado d ellos que trabajan ahí_ dijo Albus, sonrojando a Fudge.

Mi pasado es intachable_ dijo Umbridge frunciendo el ceño ante los bufidos de varios.

Y entonces se dio la vuelta, fue hacia Pansy Parkinson y empezó a interrogarla sobre las clases. Snape giró la cabeza hacia donde estaba Harry y sus miradas se encontraron durante un momento. Harry bajó rápidamente la vista hacia su poción, que se había espesado, dando lugar a una masa asquerosa, y desprendía un intenso olor a goma quemada. —Otro cero, Potter —dijo Snape con malicia, y vació el caldero de Harry con una sacudida de la varita—.

Se lo merecía_ dijo Severus.

Es un cero bien ganado_ tuvo que admitir Remus.

Valió la pena_ dijo Harry, sus compañeros asintieron.

Quiero que me escribas una redacción sobre la correcta composición de esta poción, indicando dónde y por qué te has equivocado, y que me la entregues en la próxima clase. ¿Entendido? —Sí —contestó Harry, furioso.

No es mi culpa_ dijo Severus_ usted no prestó atención a su poción, Harry se encogió de hombros.

Snape ya les había mandado un trabajo, y Harry tenía entrenamiento de quidditch aquella tarde; eso significaba que pasaría un par de noches más sin dormir. No podía creer que aquella mañana hubiera despertado contento. Lo único que sentía en ese instante era un intenso deseo que el día llegara a su fin. —A lo mejor me salto Adivinación —les comentó con desánimo a Ron y a Hermione en el patio, después de comer. El viento agitaba el bajo de sus túnicas y las alas de sus sombreros—. Fingiré que estoy enfermo y escribiré la redacción para Snape, así no tendré que pasar otra noche en blanco. —No puedes saltarte Adivinación —le regañó Hermione con severidad.

Hermione se sonrojó cuando todos voltearon a mirarla.

Eso seria muy grave, verdad_ preguntó Fred.

No puedo creer que lo consideraras Harry_ dijo George fingiendo estar horrorizado.

Cállense_ dijo Hermione aún más roja, Fred besó su cabeza mientras los demás la veían divertidos

—¡Mira quién habla! ¡Tú te has borrado de esa asignatura porque no soportas a la profesora Trelawney! —exclamó Ron, indignado. —No la odio —aseguró Hermione con altivez—. Sencillamente pienso que es una profesora atroz y una farsante como la copa de un pino.

Lo bueno es que no me odia_ dijo Sybill con sarcasmo_ no quiero pensar que pasaría si me odiar_ añadió.

Lo siento_ dijo Hermione.

Pero Harry ya se ha saltado Historia de la Magia y no creo que hoy deba perderse ninguna otra clase. Hermione tenía razón, y a Harry no le quedó más remedio que hacerle caso. Media hora más tarde se encontraba envuelto en el caluroso y perfumado ambiente del aula de Adivinación, furioso con todo el mundo.

Tal vez si debiste saltarte la clase_ dijo Sirius_ pero si Umbridge se enteraba habrías tenido más problemas.

Lo sé_ dijo Harry_ y en ese momento no era lo mejor.

La profesora Trelawney volvió a repartir ejemplares de El oráculo de los sueños. Harry estaba seguro de que emplearía mejor su tiempo haciendo la redacción que Snape le había puesto como castigo que permaneciendo allí sentado, intentando encontrar el significado de un montón de sueños inventados. Sin embargo, resultó que Harry no era el único que estaba de mal humor. Dando un porrazo, la profesora Trelawney dejó un ejemplar del libro de texto sobre la mesa que había entre Harry y Ron, y se alejó con los labios fruncidos. Lanzó el siguiente ejemplar de El oráculo a Seamus y Dean, rozando la cabeza de Seamus, y el último libro se lo puso a Neville en el pecho con tanto ímpetu que éste se cayó del puf donde estaba sentado.

Todos miraron a la profesora con sorpresa.

Qué le pasa_ preguntó Ted frunciendo el ceño.

Ya sale_ respondió la profesora_ lo siento muchacho, simplemente no me podía calmar.

Todos tenemos malos días_ dijo Harry, él entendía lo que era no poder controlar tu enojo.

—¡Ya podéis empezar! —gritó la profesora Trelawney con una voz chillona y un tanto histérica—. ¡Ya sabéis lo que tenéis que hacer! ¿O soy una profesora con un nivel de conocimientos tan bajo que ni siquiera os he enseñado a abrir un libro?

Cuando tomamos su clase, ya sabíamos hacerlo_ aseguró Lavender, el resto asintió, sacándole una pequeña sonrisa a la profesora.

Los alumnos la observaron perplejos y luego se miraron unos a otros. Sin embargo, Harry creyó comprender cuál era el motivo del enfado de la profesora Trelawney. Cuando ella volvió haciendo aspavientos a su silla, con los ojos agrandados por las gafas de aumento y llenos de lágrimas de rabia, Harry inclinó la cabeza hacia Ron y murmuró: —Me parece que ya ha recibido los resultados de su supervisión.

Todos asintieron en comprensión.

Esa supervisión no vale de nada_ dijo Sybill_ la realizó una inepta_ añadió.

Lo sabemos profesora_ la tranquilizó Parvati, varios asintieron, más que creerlo para animarla, la profesora tenía muchos defectos, pero no era mala.

—Profesora… —dijo Parvati Patil con voz queda (Lavender y ella siempre habían admirado enormemente a la profesora Trelawney)—. Profesora, ¿le ocurre… algo? —¡¿Si me ocurre algo?! —exclamó la profesora Trelawney con una voz cargada de emoción—. ¡No, claro que no! Me han insultado, desde luego… Han hecho insinuaciones contra mí… Han formulado acusaciones infundadas… Pero ¡no, no me ocurre nada! —Inspiró hondo con un estremecimiento y dejó de mirar a Parvati; las lágrimas resbalaban por debajo de sus gafas—

Vamos profesora_ dijo Cedric_ Umbridge no puede hacer su trabajo bien, no importa lo que diga del de los demás.

A mí no me importa lo que diga_ dijo Sybill_ pero a muchos sí.

Solo ignórelas_ dijo Cho.

No me importa que no hayan tenido en cuenta mis dieciséis años de abnegado servicio… —prosiguió entrecortadamente —. Por lo visto, eso ha pasado desapercibido… Pero ¡no voy a permitir que me insulten, no, señor! —Pero profesora, ¿quién la ha insultado? —preguntó Parvati con timidez. —¡Las autoridades! —contestó la profesora Trelawney con una voz grave, dramática y temblorosa—. Sí, aquellos que tienen los ojos tan cegados por las cosas vulgares que no pueden ver como yo veo, para saber como yo sé… Las videntes siempre han inspirado temor, desde luego; siempre han sido objeto de persecución… Ése es, lamentablemente, nuestro destino.

Muy cierto_ dijo Albus_ pero ya les has demostrado que tienes el don.

Exactamente_ dijo la profesora, alzando la cabeza muy orgullosa mirando al ministro.

Su puesto está a salvo_ suspiró Fudge frotándose las sienes, estaba desesperado por llegar al próximo libro.

A continuación, tragó saliva, se secó las mejillas con una punta del chal, sacó un pequeño pañuelo bordado de la manga de su túnica y se sonó la nariz, produciendo un ruido como el que producía Peeves al hacer pedorretas. Ron rió por lo bajo y Lavender le lanzó una mirada de reprobación.

Lo siento_ dijo Ron sinceramente.

No importa_ dijo la profesora.

—Profesora… —dijo Parvati—, ¿se refiere a… la profesora Umbridge? —¡No menciones a esa mujer en mi presencia! —gritó la profesora Trelawney poniéndose en pie; sus collares de cuentas tintinearon y sus gafas lanzaron destellos —.

Mejor no la mencionemos y punto_ dijo Parvati.

Me gusta la idea dijo Ginny con una risita.

¡Haced el favor de seguir con vuestro trabajo! Y pasó el resto de la clase paseándose entre los alumnos. Las lágrimas continuaban brotando detrás de sus gafas y no paraba de murmurar lo que parecían amenazas. —… podría presentar mi dimisión… Qué humillación… Ponerme en periodo de prueba… Ya veremos… Cómo se atreve…

Le pidieron su dimisión_ preguntó Remus sorprendido.

Seria menos humillante para ella_ dijo Umbridge con dulzura.

Yo nunca la aceptaría_ dijo Albus, sin apartar la vista del libro.

—Parece que la profesora Umbridge y tú tenéis algo en común —le dijo Harry a Hermione en voz baja cuando volvieron a verse en la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras—. Es evidente que ella también opina que Trelawney es una farsante.

No dejes que vuelva a quejarme de Trelawney_ le susurró Hermione a Fred.

Prometido_ dijo Fred dándole una sonrisita.

La ha puesto en periodo de prueba. En ese preciso instante, la profesora Umbridge entró en el aula luciendo su lazo de terciopelo negro y su típica expresión de suficiencia. —Buenas tardes, chicos. —Buenas tardes, profesora Umbridge —respondieron sombríamente los alumnos. —Guardad las varitas, por favor. Esa vez no hubo ningún revuelo porque nadie se había molestado en sacarla. —Abrid Teoría de defensa mágica por la página treinta y cuatro y leed el tercer capítulo, titulado «Razones para las respuestas no agresivas a los ataques mágicos».

Eso hizo que todos miraran a los aurores, que intercambiaron miradas y negaron con la cabeza, no valía la pena desperdiciar energía en semejante estupidez.

Esperaba que dijeran algo_ les dijo Anthony a las águilas, que asintieron.

En… —… silencio —dijeron a coro por lo bajo Harry, Ron y Hermione. ··· —Nada de entrenamientos de quidditch —murmuró Angelina con voz apagada aquella noche cuando Harry, Ron y Hermione entraron en la sala común después de cenar. —

Por qué no_ preguntó Oliver.

Seguro ya sale_ dijo Viktor, tranquilizándolo.

Pero ¡si he controlado mi genio! —exclamó Harry, horrorizado—. No le he dicho nada, Angelina, te lo juro…

Decir que no es tu culpa antes de que te griten_ dijo Fleur_ me gusta_ asintió, Harry le sonrió mientras los demás reían.

—Ya lo sé, ya lo sé —dijo Angelina con tristeza—. Me ha dicho que necesita un poco de tiempo para pensarlo. —Para pensar ¿qué? —preguntó Ron muy enojado—. A los de Slytherin les ha dado permiso. ¿Por qué no va a dárnoslo a nosotros?

Y esa es la razón por la que debiste callar_ Millicent_ ahora todos pensaran que no es porque el equipo lo merezca sino por la influencia de tu padre.

Seria mejor si los Gryffindor no supieran que ya teníamos el permiso, al menos por unos días_ dijo Adrián.

Pero Harry se imaginaba cómo debía de estar disfrutando la profesora Umbridge al mantener la amenaza de disolver el equipo de quidditch de Gryffindor, y comprendía perfectamente por qué no quería renunciar demasiado pronto a utilizar aquel recurso contra ellos.

Como si Minerva lo fuera a permitir_ dijo Augusta.

Pero Umbridge tiene más autoridad_ dijo Amos.

Pero si ya aceptó a los Slytherin, necesitara una buena razón para negárselo a los leones_ dijo Augusta.

—Bueno —comentó Hermione—, mira la parte positiva del asunto. ¡Al menos ahora tendrás tiempo para escribir la redacción para Snape! —¿Ésa es la parte positiva? —le espetó Harry mientras Ron miraba con incredulidad a Hermione—. ¿Una redacción de Pociones en lugar de un entrenamiento de quidditch?

No pasaría toda la noche despierto_ se defendió Hermione sonrojada cuando todos la miraron.

No le dices esas cosas a un jugador, Hermione_ dijo George, todo el equipo asintió.

Harry se dejó caer en una butaca, sacó a regañadientes de la mochila el material necesario para escribir su redacción de Pociones y se puso a trabajar. Pero le costaba mucho concentrarse, y aunque sabía que Sirius no aparecería en la chimenea hasta mucho más tarde, su mirada se dirigía de forma inconsciente hacia las llamas, por si acaso. Además, había muchísimo ruido en la sala común: parecía que Fred y George habían perfeccionado por fin una clase de golosinas del Surtido Saltaclases, y se turnaban para hacer una demostración de sus efectos ante un animado grupo de curiosos.

Entonces ya están lista_ preguntó Blaise.

Ya_ dijeron los gemelos sonriendo.

Son los mejores_ dijo Collin emocionado_ eso me han dicho_ añadió cuando los profesores lo miraron.

Claro_ dijo Sproud secamente.

Primero, Fred mordía un trocito del extremo de color naranja de un chicle y empezaba a vomitar espectacularmente en un cubo que habían colocado delante de él.

Ew_ dijeron varios.

No dirán eso cuando se salven de una clase_ dijo Fred.

A continuación, se tragaba, aunque con dificultad, el extremo de color morado del chicle, y los vómitos cesaban de inmediato.

Y funcionaria con gente que no comió los dulces_ preguntó Poppy.

Estamos seguro que si_ dijo George_ podemos darle algunas muestras gratis_ Poppy asintió sonriéndoles.

Lee Jordan, que desempeñaba la función de ayudante en la exhibición, hacía desaparecer el vómito, a intervalos regulares, con el mismo hechizo desvanecedor que Snape solía utilizar para eliminar las pociones que elaboraba Harry.

Espero que te paguen bien_ dijo Marcus.

Lo hace por la amistad_ dijo Fred.

Por ahora_ dijo Lee guiñándole un ojo.

Entre el ruido de las vomiteras, los vítores y los gritos de Fred y George, que no paraban de anotar pedidos de sus compañeros, a Harry le resultaba muy difícil pensar cuál era el método correcto de elaboración de la solución fortificante. Hermione tampoco lo ayudaba nada, porque a Harry lo distraían sobre todo los resoplidos de desaprobación que su amiga dedicaba a las exclamaciones de entusiasmo y al ruido que los vómitos de los gemelos producían al caer en el fondo del cubo.

Lo siento_ dijo Hermione.

Me sorprende que no les dijeras nada_ dijo Charlie.

No podía_ dijeron los gemelos muy seguros, haciendo que los mirara sorprendida.

—Si tanto te molesta, ¿por qué no vas y les dices que paren? —le preguntó Harry con irritación después de tachar por cuarta vez una medida equivocada de polvo de zarpa de grifo. —No puedo, porque técnicamente no están haciendo nada malo —contestó Hermione apretando los dientes—. Están en su derecho de comerse esas porquerías, y no encuentro ninguna norma que diga que los idiotas que los aclaman no tengan derecho a comprarlas, a menos que esté demostrado que son peligrosas en algún sentido, y no parece que lo sean.

Lo siento_ dijo Hermione con una mueca.

Está bien_ suspiró Fred_ no eres la única que lo piensa, añadió, Hermione besó su mejilla y le dio una pequeña sonrisa a George.

Como sabían que ella no podía hacer nada para detenerlos_ preguntó Ron.

Para romper las reglas hay que conocerlas_ dijo George_ además ayuda a encontrar lagunas para evitar castigos_ añadió, todos asintieron en comprensión.

Hermione, Harry y Ron se quedaron mirando cómo George vomitaba a chorro en el cubo, se comía el resto del chicle y se enderezaba, sonriente y con los brazos extendidos, para recibir el prolongado aplauso de su público.

Se lo merecían_ dijeron varios.

Pero ahora sabemos de esto_ dijo Minerva.

Sin embargo, igual tendrán que excusarlos de clase_ dijo Remus, todos asintieron mientras Minerva lo fulminaba con la mirada.

—La verdad es que no entiendo por qué Fred y George sólo aprobaron tres TIMOS cada uno —comentó Harry mientras observaba cómo los gemelos y Lee recogían las monedas de oro que les arrojaba el entusiasmado corro de alumnos—. Lo hacen muy bien. —Ya, pero es que sólo saben hacer trucos espectaculares que no tienen ninguna aplicación práctica —apuntó Hermione con desdén.

Eso no significa que no sean buenas piezas de magia_ dijo Fred.

Pero ya que piensas eso, no te venderemos cuando estes estresada por tus timos_ informó George.

Eres cruel, pero justo_ dijo Hermione.

—¿Ninguna aplicación práctica? —repitió Ron con crispación—. Hermione, ya llevan ganados unos veintiséis galeones.

Veintiséis galeones en un ratito, nada mal_ dijo Arthur_ no lo crees, querida_ preguntó, Molly asintió lentamente.

Pasó un buen rato hasta que el corro que rodeaba a los gemelos Weasley se dispersó; entonces Fred, Lee y George se sentaron para contar sus beneficios, de modo que era más de medianoche cuando Harry, Ron y Hermione dispusieron por fin de la sala común para ellos solos. Fred había cerrado la puerta de los dormitorios de los chicos tras él, agitando ostentosamente su caja llena de galeones, y Hermione frunció el entrecejo.

Obviamente tenían que presumir_ dijo Katie con una sonrisita.

Trabajamos duro por ese dinero_ dijo Fred.

Lo sabemos_ dijeron todos, pues habían comprobado que realmente lo hacían.

Harry, que no avanzaba mucho con su redacción de Pociones, decidió dejarlo por aquella noche. Cuando estaba guardando sus libros, Ron, que dormitaba en una butaca, soltó un gruñido ahogado, despertó y miró con cara de sueño la chimenea. —¡Sirius! —exclamó.

Ya era hora que apareciera_ dijo Sirius.

Ahora veamos que tienes que decir_ dijo Minerva.

Fue una buena charla_ aseguró Sirius.

Harry se volvió con brusquedad. La oscura y despeinada cabeza de su padrino había vuelto a aparecer entre las llamas. —¡Hola! —saludó sonriente. —¡Hola! —corearon Harry, Ron y Hermione, y se arrodillaron en la alfombra que había delante de la chimenea. Crookshanks se acercó al fuego, ronroneando ruidosamente, e intentó, pese al calor, acercar su cara a la de Sirius. —

Awww_ arrullaron varios.

Ese gato realmente te ama_ dijo Susan_ dudo que se haga eso por cualquiera.

Yo también lo quiero_ dijo Sirius con una sonrisa.

¿Cómo va todo? —No muy bien —contestó Harry mientras Hermione apartaba a Crookshanks para que no se chamuscara los bigotes—. El Ministerio ha aprobado otro decreto por el que quedan prohibidos los equipos de quidditch… —… ¿y los grupos secretos de Defensa Contra las Artes Oscuras? —preguntó Sirius.

Entonces lo sabias_ preguntó Amelia, eso explicaba por qué parecía feliz con el secreto d ellos muchachos.

Todos lo hacíamos_ dijo Molly.

Pero Sirius es el único que no importa que lo sepa_ dijo Harry, haciendo que varios fruncieran el ceño.

Hubo una breve pausa. —¿Cómo sabes eso? —inquirió Harry. —Deberíais elegir con más cuidado vuestros lugares de reunión —repuso Sirius sonriendo abiertamente—. Mira que escoger Cabeza de Puerco, ¡menuda ocurrencia! —

Por qué_ preguntaron varios.

Se explica_ dijo Hermione.

¡Bueno, no me negarás que era mejor que Las Tres Escobas! —replicó Hermione a la defensiva—, porque ese local siempre está abarrotado de gente… —Lo cual significa que no habría sido tan fácil que os oyeran —comentó Sirius —. Todavía tienes mucho que aprender, Hermione.

Apenas estás empezando_ dijo Sirius_ ya irán descubriendo la mejor manera de hacer las cosas.

No puedo creer que fuera un mal lugar_ dijo E5nie, varios le dieron la razón.

No fue un mal lugar_ dijo Moody_ pero para reuniones más pequeñas, demasiada gente es mejor en un lugar más ruidoso.

—¿Quién nos oyó? —preguntó Harry. —Mundungus, por supuesto —respondió Sirius, y como todos parecían muy desconcertados, rió y añadió—: Era la bruja del velo negro. —¿La bruja era Mundungus? —se extrañó Harry, atónito—.

Eso no me lo esperaba_ dijo Seamus, varios asintieron.

La orden siempre está un paso por delante_ dijo Albus, toda la orden asintió con sonrisas orgullosas.

No por mucho_ dijeron los del ED con sonrisas dulces.

¿Y qué hacía en Cabeza de Puerco? —¿A ti qué te parece que hacía allí? —dijo Sirius, impaciente—. Vigilarte, claro. —¿Todavía me siguen? —preguntó Harry con enojo. —Sí —confirmó Sirius—, y me alegro de que así sea, si lo único que se te ocurre hacer en la primera excursión es organizar un grupo ilegal de defensa.

Es una buena razón para vigilarte_ dijo Dudley sin poder evitar reír.

Fue idea de Hermione_ dijo Harry_ vigílenla a ella_ añadió, ganándose una mirada traicionada de Hermione.

Pero Sirius no parecía ni enfadado ni preocupado, sino que, al contrario, miraba a Harry con evidente orgullo.

Claro que lo hizo_ dijo Molly secamente.

El momento de no hacer nada ya quedó atrás_ replicó Sirius.

—¿Por qué se escondió Dung de nosotros? —inquirió Ron un tanto decepcionado —. A todos nos habría encantado verlo. —Le prohibieron la entrada en Cabeza de Puerco hace veinte años —explicó Sirius—, y ese camarero tiene una memoria de elefante.

Pues que hizo_ preguntó Terry_ veinte años es mucho tiempo.

Prefiero no saber_ dijeron varios, otros si querían, pero no parecía que alguien fuera explicarlo.

Perdimos la capa invisible de recambio de Moody cuando detuvieron a Sturgis, de modo que últimamente Dung se disfraza a menudo de bruja… En fin, antes que nada, Ron, me he comprometido a hacerte llegar un mensaje de tu madre. —¿Ah, sí? —dijo Ron con aprensión. —Dice que ni se te ocurra, bajo ningún concepto, formar parte de un grupo secreto e ilegal de Defensa Contra las Artes Oscuras porque te expulsarán del colegio y arruinarás tu futuro.

Es un riesgo que deberán correr_ dijo Moody_ prefieres que salga de la escuela creyendo que no se le permite actuar en defensa propia_ preguntó.

Claro que no_ dijo Molly_ yo…_ no sabía que decir.

Dice que ya tendrás tiempo de aprender a defenderte por tus propios medios más adelante

Más adelante no habrá tiempo_ dijo Moody_ los mortifagos estarán matando a diestra y siniestra y los traidores a la sangre son una de sus prioridades_ le recordó, haciéndola palidecer, Moody sabía que estaba siendo muy duro, pero necesitaba hacerla entender por el bien de sus propios hijos.

y que aún eres demasiado joven para preocuparte por esas cosas. Del mismo modo aconseja a Harry y a Hermione —Sirius dirigió la mirada hacia ellos— que no sigan adelante con el grupo, aunque admite que no tiene ninguna autoridad para ordenarles nada, pero simplemente les ruega que recuerden que sólo quiere lo mejor para ellos.

Solo quiero protegerlos_ asintió Molly.

Pero no los estás haciendo_ dijo Amelia suavemente_ mi hermano Edgar era un luchador experimentado y está muerto, tus hermanos tuvieron años de entrenamiento auror y los mataron.

Frank y Alice eran grandes duelistas y están en san Mungo_ intervino Augusta_ y así podemos hablar de muchos héroes.

Qué crees que pasará si prohíbes que tu hijo aprenda defenderse antes de que los mortifagos salgan de su escondite_ preguntó Moody.

Yo…_ a Molly se le llenaron los ojos de lágrimas_ realmente es la mejor manera de mantenerlos a salvo_ preguntó.

Es la única manera en que tendrán una oportunidad_ dijo Sirius_ quisiera decir que no, pero la guerra no terminara mañana, la ultima vez tardo años, nuestros chicos ya serán mayores de edad.

La otra manera es esconderse y ninguno de ellos lo hará_ dijo Remus, Molly asintió y dejó que la lectura siguiera.

Le habría gustado explicarte todo esto por escrito, Ron, pero si hubieran interceptado la lechuza, habrías tenido graves problemas, y no te lo puede decir en persona porque esta noche está de guardia. —¿De guardia? ¿Dónde? —preguntó rápidamente Ron. —Eso no es asunto tuyo, son cosas de la Orden —respondió Sirius—. Así que me ha tocado a mí hacer de mensajero y asegurarme de que le comunicas que te he transmitido el mensaje, porque me parece que no se fía de mí.

Creo que debería empezar a hacerlo_ dijo Molly secándose las lágrimas, para bien o para mal, Sirius había luchado una guerra, tenía la experiencia que ella no.

Ya era hora_ dijo Sirius inflando el pecho, haciéndola reír.

Hubo otra pausa, durante la cual Crookshanks, que maullaba, intentó tocar con la pata la cabeza de Sirius, y Ron se puso a hurgar en un agujero que había en la alfombrilla. —¿Qué quieres, que te diga que no voy a participar en el grupo de defensa? — murmuró finalmente. —¿Yo? ¡Claro que no! —exclamó Sirius con sorpresa—. ¡Creo que es una idea excelente! —¿Ah, sí? —dijo Harry, y se le levantaron los ánimos.

En ningún momento pensaste oponerte_ preguntó Molly.

Creo que, en este momento, todos los padres tenemos dos opciones_ dijo Sirius_ oponernos y que nos escondan lo que hacen o apoyarlos y que nos busquen si necesitan algo.

—¡Por supuesto! ¿Acaso crees que tu padre y yo nos habríamos quedado de brazos cruzados y habríamos aceptado las órdenes de una arpía como la profesora Umbridge? —

Nunca_ dijo Remus_ y dudo que tu te hubieras conformado, Molly_ añadió, Molly se encogió de hombros con una sonrisita.

Pero… el curso pasado lo único que hiciste fue decirme que tuviera cuidado y que no me arriesgara… —¡El curso pasado había indicios de que dentro de Hogwarts había alguien que intentaba matarte, Harry! —argumentó Sirius con impaciencia—. Este año sabemos que hay alguien fuera de Hogwarts que está deseando liquidarnos a todos, así que creo que es una idea estupenda que aprendáis a defenderos vosotros mismos.

Te amo demasiado para oponerme_ dijo Sirius.

Lo sé_ dijo Harry

Mamá_ preguntó Ron, esperanzado.

Solo tengan cuidado_ dijo Molly, sus hijos asintieron rápidamente.

—¿Y si nos expulsan? —preguntó Hermione, desafiante. —¡Todo esto fue idea tuya, Hermione! —gritó Harry mirándola fijamente. —Ya lo sé. Sólo quería saber qué opinaba Sirius —replicó ella encogiéndose de hombros. —Bueno, estaréis mejor si os expulsan, pero sois capaces de defenderos, que si os quedáis sentados a salvo en el colegio sin hacer nada —consideró Sirius.

Es cierto_ gruñó Moody_ el colegio solo es temporal, una vez fuera necesitaran todo lo que hayan podido aprender.

Lo sabemos_ dijeron los del ED.

—¡Eso, eso! —saltaron Harry y Ron con entusiasmo.

Es bueno saber que un adulto te respalda_ dijo Harry, varios asintieron, sonriéndole a Sirius.

—Y bien —continuó Sirius—, ¿cómo pensáis organizar ese grupo? ¿Dónde vais a reuniros? —Bueno, ése es un problema que todavía no hemos solucionado —admitió Harry —. No sabemos a dónde podemos ir. —¿Y la Casa de los Gritos? —propuso Sirius. —¡Eh, no es mala idea! —exclamó Ron, pero Hermione puso cara de escepticismo y los tres la miraron. —Verás, Sirius, es que en la Casa de los Gritos sólo os reuníais cuatro cuando veníais a este colegio —explicó Hermione—, y los cuatro podíais transformaros en animales; supongo que también habríais podido apretujaros bajo una única capa invisible si hubierais querido. Pero nosotros somos veintiocho y ninguno es animago, así que no necesitaríamos una capa invisible, sino un toldo invisible… —Tienes razón —coincidió Sirius, que parecía un poco alicaído—.

Odiaba no poder ayudarlos_ dijo Sirius.

Apoyándonos, haces suficiente_ dijo Ron, varios asintieron.

Podrían usar la cámara de los secretos_ sugirió Theo_ nadie podría atraparlos.

Es cierto_ dijo Harry_ pero por suerte no la necesitamos.

Sin embargo, es bueno tenerla en mente_ dijo Hermione_ por cualquier cosa.

Bueno, estoy seguro de que ya se os ocurrirá algo. Había un pasadizo secreto muy espacioso detrás de ese gran espejo del cuarto piso; allí quizá tendríais suficiente espacio para practicar embrujos. —Fred y George me dijeron que está bloqueado —dijo Harry haciendo un gesto negativo con la cabeza—. Creo que se derrumbó o algo así. —Ah… —dijo Sirius frunciendo el entrecejo—. Bueno, ya lo pensaré y os… Se interrumpió antes de terminar la frase. De pronto, su expresión se tornó tensa y alarmada.

Qué pasó_ preguntó Amelia, preocupada.

Ahora sale_ dijo Sirius_ por suerte no funcionó_ añadió mirando con burla a Umbridge que lo fulminó con la mirada.

Se volvió hacia un lado y tuvieron la sensación de que intentaba encontrar algo en la sólida pared de ladrillo de la chimenea. —¡Sirius! —dijo Harry, preocupado. Pero Sirius había desaparecido. Harry se quedó mirando las llamas y luego se volvió hacia Ron y Hermione. —¿Por qué ha…? Entonces Hermione soltó un grito ahogado y se puso en pie de un brinco sin apartar la vista del fuego. Entre las llamas había aparecido una mano que buscaba a tientas como si quisiera coger algo; era una mano de dedos cortos y regordetes llenos de feos y anticuados anillos.

Inmediatamente todos miraron a Umbridge.

Creo que esto prueba quien atacó a la lechuza_ dijo Kingsley, varios asintieron.

Yo no…_ empezó Umbridge.

Guarde sus mentiras para el juicio_ dijo Kingsley.

Los tres echaron a correr. Al llegar a la puerta de los dormitorios de los chicos, Harry miró hacia atrás. La mano de la profesora Umbridge seguía agitándose entre las llamas con la intención de agarrar algo, como si supiera exactamente dónde había estado el cabello de Sirius hasta momentos antes y estuviera decidida a aferrarse a él.

Sirius se estremeció ante la idea de esa mujer tocando su cabello.

No más red flu para ustedes_ dijo Amelia_ prométemelo_ añadió hacia Sirius.

Estoy seguro que mi yo del libro no volverá a usarla_ fue la única promesa que pudo hacer Sirius.

Es el final del capítulo_ dijo Remus cerrando el libro.