HARRY POTTER LE PERTENECE A JK ROWLING
Harry Potter, los personajes y todo lo de negrita le pertenecen a
J. K. ROWLING.
Hola espero que les guste el capitulo, por favor voten y comenten que les parecio.
Quién quiere leer ahora_ preguntó el director.
Lo haré_ dijo el ministro, muchos se sorprendieron, pero igual le pasó el libro.
El Ejército de Dumbledore_ leyó levantando las cejas.
Ve, el ministro_ preguntó a Umbridge_ nuestras sospechas eran ciertas, estaba formando un ejercito_ le dijo mirando a Albus con una expresión triunfante.
Creo que escucharemos más sobre el grupo que gormaron mis alumnos_ dijo Albus rodando los ojos.
Estoy de acuerdo_ asintió Fudge, mientras Umbridge se ponía roja.
—La profesora Umbridge ha leído tu correo, Harry. No hay otra explicación. —¿Crees que fue ella quién atacó a Hedwig? — Harry preguntó, indignado. —Estoy prácticamente convencida de ello —respondió Hermione con gravedad—.
Ella lo hizo_ dijo Tonks_ me alegra que no esté tardando en aumentar la lista de sus crímenes_ agregó.
Yo no lo hice_ dijo Umbridge haciéndose la indignada, pero nadie le hizo caso.
Cuidado con la rana. Se te escapa. Harry apuntó con la varita mágica a la rana toro que iba dando saltos hacia el otro extremo de la mesa. «¡Accio!», exclamó, y la rana, resignada, volvió a saltarle a la mano. La clase de Encantamientos siempre había sido una de las mejores para charlar en privado con los compañeros; generalmente había tanto movimiento y tanta actividad que no había peligro de que te oyeran.
Tal vez sea hora de que ponga un encantamiento que me haga oír las charlas_ dijo Flitwick pensativo, preocupando no solo al trio sino a muchos de los alumnos.
Me parece que es una excelente idea_ dijo Sproud, el resto de profesores asintieron.
Están bromeando, verdad_ preguntó Harry.
Esperemos que si_ contestaron sus compañeros viendo con recelo la sonrisa inocente del profesor.
Aquel día el aula estaba llena de ranas toro que no paraban de croar y cuervos que graznaban sin cesar, y un intenso aguacero golpeaba y hacía vibrar los cristales de las ventanas, de modo que Harry, Ron y Hermione podían hablar en voz baja y comentar cómo la profesora Umbridge había estado a punto de atrapar a Sirius sin que nadie reparara en ello.
Aun no puedo creer lo cerca que estuvo_ dijo Amelia negando con la cabeza_ por suerte te diste cuenta_ añadió hacia Sirius.
Se necesitará más que esa mujer para capturarme_ dijo Sirius dándole una sonrisa tranquilizadora.
No te confíes_ suspiró Amelia.
No lo hago_ aseguró Sirius.
—Empecé a sospechar que la profesora Umbridge te controlaba el correo cuando Filch te acusó de encargar bombas fétidas, porque me pareció una mentira ridícula —prosiguió Hermione—. En cuanto hubiera leído tu carta habría quedado claro que no las estabas encargando, o sea, que no habrías tenido ningún problema. Es como un chiste malo, ¿no te parece? Pero entonces pensé: ¿y si alguien sólo buscaba un pretexto para leer tu correo? Esa habría sido la excusa perfecta para la profesora Umbridge: le da el chivatazo a Filch, deja que él haga el trabajo sucio y que te confisque la carta;
Por supuesto_ murmuraron varios.
Como se ha rebajado el ministerio_ dijo Amos con un suspiro triste_ recurrir a tales estrategias para quitarle la carta a un niño_ negó con la cabeza.
Por suerte estaos a tiempo de arreglar la mala imagen que se os está dando_ dijo Fudge removiéndose en su asiento.
luego busca una forma de robársela o le exige que se la deje ver. No creo que Filch hubiera puesto objeciones, porque ¿alguna vez ha defendido los derechos de los estudiantes?
Nunca_ dijeron todos.
Hasta apoya todo lo que Umbridge nos hace_ dijo Ron, los alumnos asintieron.
¡Harry, estás espachurrando a tu rana! —Harry miró hacia abajo. Era verdad: estaba apretando tan fuerte a su rana que al animal casi se le saltaban los ojos. Entonces la dejó apresuradamente sobre el pupitre—. Anoche nos salvamos por los pelos —prosiguió Hermione—. Me pregunto si la profesora Umbridge es consciente de lo poco que le faltó.
Por supuesto que si_ dijo Umbridge_ ahora estaré más atenta.
Pues perderá su tiempo_ dijo Sirius poniendo los ojos en blanco_ sé como evadir al ministerio_ le recordó con una sonrisa burlona, haciendo que apretara lo dientes.
¡Silencius!—exclamó, y la rana con la que estaba practicando su encantamiento silenciador enmudeció a medio croar y la miró llena de reproche—.Si llega a atrapar a Hocicos… Harry terminó la frase por ella: —… seguramente habría vuelto a Azkaban esta misma mañana.
En el mejor de los casos_ dijo Sirius_ lo más probable es que…_
Sirius_ gritaron Harry, Amelia y Remus.
No dije nada_ dijo Sirius dándoles una sonrisa tímida.
Luego agitó la varita mágica sin concentrarse mucho, y su rana se infló como un globo verde y empezó a emitir un agudo silbido. —¡Silencius! —repitió Hermione con rapidez, apuntando con su varita a la rana de Harry, que se desinfló silenciosamente ante ellos—. Bueno, ahora ya sabemos que no debe hacerlo más. Pero no sé cómo vamos a comunicárselo. No podemos enviarle una lechuza. —No creo que vuelva a arriesgarse —terció Ron—. No es estúpido, ya debe de saber que la profesora Umbridge estuvo a punto de atraparlo.
Claro que lo sabía_ dijo Sirius_ me alegra que uno de ustedes confíe en mi_ añadió mirando mal a Harry y Hermione.
Pues perdón por preocuparnos_ respondieron Harry y Hermione.
¡Silencius!—dijo, y el enorme y desagradable cuervo que tenía delante soltó un graznido desdeñoso—. ¡Silencius! ¡SILENCIUS! —repitió, y el cuervo graznó aún más fuerte. —Es que no mueves la varita correctamente —comentó Hermione observando a Ron con mirada crítica—. No hay que sacudirla, sino darle un golpe seco. —Con los cuervos es más difícil que con las ranas —se defendió él. —Cambiemos —propuso Hermione, que agarró el cuervo de Ron y puso su gruesa rana en su lugar—.
Simplemente le hubieras hecho caso_ dijo Fred, George asintió, esa era la mejor opción.
Lo tendré en cuanta para la próxima_ dijo Ron.
Entonces no te salió_ preguntó Molly, Ron se encogió de hombros y señaló el libro.
¡Silencius! —El cuervo siguió abriendo y cerrando el afilado pico, pero no emitió ningún sonido. —¡Muy bien, señorita Granger! —dijo el profesor Flitwick con su vocecilla chillona, que sobresaltó a los tres amigos—. Y ahora veamos cómo lo haces tú, Weasley. —¿Cómo…? Oh, sí, sí —repuso Ron muy aturullado—. Esto… ¡silencius! Pero al apuntar a la rana con la varita dio un golpe tan brusco que le metió la punta en un ojo; la rana croó de forma ensordecedora y saltó del pupitre.
A Ron se le sonrojaron las orejas, aunque sonrió cuando todos estallaron en carcajadas.
Le podría pasar a cualquiera_ dijo Astoria con una risita.
Han pasado cosas peores_ dijo Flitwick agitando la cabeza con diversión.
A nadie le sorprendió que a Harry y a Ron les pusieran como deberes que practicaran el encantamiento silenciador. A la hora del recreo les permitieron quedarse dentro porque llovía. Los tres buscaron asientos en una ruidosa y abarrotada aula del primer piso donde Peeves flotaba con aire soñador, cerca de la araña; de vez en cuando, sin embargo, inflaba una burbuja de tinta sobre la cabeza de algún alumno.
Era muy molesto_ dijo un alumno que había recibido la tinta.
No para los que no recibieron las burbujas_ contestó otro, luciendo divertido, varios asintieron ganándose malas miradas de sus compañeros.
Cuando acababan de sentarse, Angelina fue hacia ellos abriéndose paso entre los grupos de estudiantes chismosos. —¡Tengo el permiso! —exclamó—. ¡Podemos volver a formar el equipo de quidditch! —
Si_ exclamó Oliver_ sabía que no me decepcionarías_ le dijo a Angelina.
Me habría encantado ver la cara de Umbridge cuantos tuvo que dar el permiso_ dijo Viktor con una sonrisa.
Fue increíble_ dijo Angelina con una mirada soñadora.
¡Excelente! —respondieron Harry y Ron al unísono. —Sí —continuó Angelina con una sonrisa de oreja a oreja—. Fui a hablar con la profesora McGonagall y creo que ella recurrió a Dumbledore.
Lo hice_ dijo Minerva.
Estaba muy indignada_ dijo el director haciendo memoria.
En fin, el caso es que la profesora Umbridge tuvo que ceder. ¡Ja!
En su cara_ gritaron los gemelos, haciendo que todos estallaran en carcajadas mientras que Umbridge se ponía morada de indignación.
De modo que esta tarde quiero veros en el campo a las siete en punto porque tenemos que recuperar el tiempo perdido. ¿Os dais cuenta de que sólo faltan tres semanas para nuestro primer partido? Se alejó de ellos, esquivando por los pelos una burbuja de tinta de Peeves que fue a parar sobre la cabeza de un estudiante de primer curso, y se perdió de vista. La amplia sonrisa de Ron disminuyó un tanto cuando éste miró por la ventana, a través de la cual ya no se veía nada, pues la lluvia había dejado los cristales opacos. —Espero que deje de llover. ¿Y a ti qué te pasa, Hermione? Hermione también miraba por la ventana, pero no observaba nada en concreto. Tenía la mirada perdida y el entrecejo fruncido.
No estás feliz de que recuperáramos el Quidditch_ preguntó Fred.
No era eso_ dijo Hermione reprimiendo una mueca.
Entonces_ preguntó George.
Seguro sale_ dijo Harry, salvándola de responder.
—Estaba pensando… —murmuró sin dejar de mirar la ventana y la lluvia que golpeaba los cristales. —¿En Sir… Hocicos? —apuntó Harry. —No, no exactamente… Más bien… me preguntaba… Supongo que estamos haciendo lo correcto, ¿no?
Lo estamos_ asintieron todos los del ED.
Estabas dudando_ preguntó Terry sorprendido.
Un poco_ contestó Hermione.
Harry y Ron se contemplaron durante un momento. —Bueno, eso lo aclara todo —dijo Ron—Habría sido un fastidio que no te hubieras explicado adecuadamente. Hermione lo miró como si acabara de reparar en su presencia.
Pero si le contestaste_ dijo Padma confundida.
Hermione puede meterse muy profundo en sus pensamientos_ dijo Ron, Harry asintió.
—Me preguntaba —continuó con una voz más fuerte— si estamos haciendo lo correcto al organizar el grupo de Defensa Contra las Artes Oscuras. —¿Qué? —dijeron Harry y Ron a la vez. —¡Fuiste tú quien tuvo la idea, Hermione! —saltó Ron, indignado. —
Exacto_ dijeron todos los del ED.
Qué es lo que te hace dudar_ preguntó Luna frunciendo el ceño.
Creo que tengo una idea_ dijo Sirius notando las no tan discretas miradas apenadas que Hermione le dirigía.
Ya lo sé —admitió ella entrelazando los dedos—. Pero después de hablar con Hocicos… —Pero si él nos apoya… —afirmó Harry. —Sí —dijo su amiga, y volvió a mirar hacia la ventana—. Sí, precisamente por eso pensé que quizá no fuera tan buena idea después de todo…
Por qué_ preguntó Theo, varios la miraban confundidos mientras Sirius solo levantaba una ceja en su dirección.
Se explica_ respondió Hermione.
Peeves flotó hacia ellos panza abajo, con una cerbatana preparada; automáticamente, los tres cogieron sus mochilas y se taparon con ellas la cabeza hasta que Peeves hubo pasado de largo. —A ver si lo entiendo —dijo Harry de mala gana mientras volvían a dejar las mochilas en el suelo—: ¿Sirius está de acuerdo con nosotros y por eso tú crees que no deberíamos seguir con el proyecto? Hermione parecía tensa y abochornada. Mirándose las manos, replicó: —¿Tú confías sinceramente en su criterio? —¡Pues claro! —exclamó Harry sin vacilar—. ¡Siempre nos ha dado buenos consejos!
Lo ha hecho_ asintió Ginny.
Lo sé_ dijo Hermione_ pero también ha hecho cosas que hace cuestionar un poco su buen juicio.
Entonces no confías en mi_ preguntó Sirius pareciendo herido, Hermione negó rápidamente y señaló el libro.
Una burbuja de tinta pasó zumbando al lado de ellos y le dio de lleno en la oreja a Katie Bell. Hermione vio cómo ésta se ponía en pie y empezaba a lanzarle cosas a Peeves;
Pero que carácter_ dijo Charlie viendo con diversión a su novia.
Voy a arrojarte una, a ver si te pone de buen humor_ respondió Katie, Charlie simplemente se rió.
pasados unos momentos, Hermione volvió a hablar, y tuvieron la impresión de que elegía las palabras con mucho cuidado. —¿No crees que se ha vuelto… un poco… imprudente… desde que está encerrado en Grimmauld Place?
Lo siento Sirius_ dijo Hermione_ pero debes admitir que eres un poquito imprudente_ añadió.
Tú también lo seria si tuvieras que estar encerrada _ dijo Sirius_ no tienes idea de lo horrible que es no poder salir.
¿No crees que… en cierto modo… vive a través de nosotros? —¿Qué quieres decir con eso de que «vive a través de nosotros»? —replicó Harry. —Lo que quiero decir… Bueno, creo que a él le encantaría formar una sociedad secreta de defensa ante las narices de alguien del Ministerio… Creo que se siente muy frustrado por lo poco que puede hacer desde donde está… Y creo que, en cierto modo, es por eso por lo que nos incita a crear el grupo.
No era eso_ dijo Sirius_ si me encantaría formar una asociación secreta_ admitió_ pero no es por eso que los apoyo.
Lo siento_ dijo Hermione, decidiendo imitar a Harry, haciéndole ojos de cachorrito.
Mientras ya no pienses así_ suspiró Sirius, Hermione negó sonriéndole.
Esa es mi técnica_ le dijo Harry al oído_ búscate la tuya_ añadió, Hermione negó y le sacó la lengua.
Ron estaba atónito. —Sirius tiene razón —afirmó—. Hablas igual que mi madre. Hermione se mordió la lengua y no dijo nada más.
Es tan malo sonar como yo_ preguntó Molly ofendida, Ron y Hermione negaron con la cabeza demasiado rápido para el gusto de Molly.
La campana sonó justo cuando Peeves descendía sobre Katie y le vaciaba un tintero en la cabeza.
Katie se sonrojó cuando todos se rieron.
Y es por eso que no debiste arrojarle cosas_ dijo Charlie entre risas recibiendo una mala mirada de su novia.
El tiempo no mejoró a lo largo del día, y a las siete en punto, cuando Harry y Ron bajaron resbalando por la mojada hierba hasta el campo de quidditch para el entrenamiento, quedaron empapados en cuestión de minutos. El cielo estaba gris oscuro y tormentoso, y sintieron un gran alivio cuando llegaron a los vestuarios, cálidos e iluminados, pese a saber que la tregua sólo era pasajera. Encontraron allí a Fred y George, que estaban discutiendo si debían utilizar una golosina de su Surtido Saltaclases para no tener que volar.
No querían volar_ preguntó Bill frunciendo el ceño con incredulidad.
Seguro ya se explica_ respondió Fred.
Siga leyendo ministro_ añadió George, para que todos dejaran de verlos raro.
—… pero seguro que nos descubriría —comentaba Fred con voz queda—. Ojalá ayer no le hubiera dicho que nos comprara unas cuantas pastillas vomitivas.
No se les debe ofrecer a la autoridad_ dijo Sirius_ pero qué tienen que hacer_ les preguntó, sin entender lo que pasaba.
Ya sale_ dijeron Harry y Ron reprimiendo sus risas.
—Podríamos probar con un tofe de la fiebre —murmuró George—. Eso todavía no lo ha visto nadie… —¿Funcionan? —preguntó Ron, esperanzado. El golpeteo de la lluvia en el tejado se había intensificado y el viento aullaba alrededor del edificio. —Bueno, sí —respondió Fred—. Te sube la temperatura, desde luego. —Pero también te salen unos enormes granos llenos de pus —añadió George—. Y todavía no hemos encontrado la forma de hacerlos desaparecer. —
Faltar a clase no vale tanto la pena_ sintieron varios.
O tiene ni idea_ dijo George con una mueca de dolor, Fred asintió con la misma mueca_ sería bueno si dejaran de reírse_ añadió haciendo Harry, Ron y Lee.
Yo no veo que tengáis ningún grano —comentó Ron escudriñando las caras de los gemelos. —No, bueno, es lógico —explicó Fred, compungido—. No están en un sitio que solamos mostrar en público. —Pero te aseguro que duelen un montón cuando te sientas en una escoba.
Eso hizo que todos miraran a los gemelos antes de estallar en carcajadas.
Donde las tenían_ preguntó alguien que no vieron.
No contesten_ advirtieron Hermione y Angelina mientras la pobre Molly parecía traumatizada.
—Muy bien, escuchadme todos —dijo de pronto Angelina con una voz atronadora. Acababa de salir del despacho del capitán—. Ya sé que no hace el tiempo ideal, pero cabe la posibilidad de que tengamos que jugar contra Slytherin en condiciones como éstas, así que no estará mal que nos acostumbremos a apañárnoslas con ellas. Harry, ¿es verdad que les hiciste algo a tus gafas para que la lluvia no las empañara cuando jugamos contra Hufflepuff en medio de aquella tormenta? —Lo hizo Hermione —contestó Harry. Y sacó su varita, dio con ella unos golpecitos en sus gafas y dijo—: ¡Impervius! —Creo que todos deberíamos intentarlo —propuso Angelina—. Si conseguimos apartar la lluvia de nuestra cara, tendremos mejor visibilidad. Vamos, todos juntos: ¡Impervius! Muy bien, en marcha.
Bien pensado_ dijo Oliver con aprobación_ no pueden permitir que el clima se interponga_ asintió.
Aprendí del mejor_ dijo Angelina dándole una sonrisa.
Pero yo no te enseñé_ dijo Viktor haciéndose el confundido, ganándose un codazo de Oliver mientras los demás sonreían.
Todos guardaron las varitas mágicas en los bolsillos interiores de las túnicas, se cargaron las escobas al hombro y salieron de los vestuarios detrás de Angelina. Fueron chapoteando por el barro, cada vez más profundo, hasta el centro del terreno de juego; la visibilidad seguía siendo muy escasa a pesar del encantamiento impermeabilizante; estaba oscureciendo y la cortina de lluvia impedía que se distinguiera el suelo. —Muy bien, cuando dé la señal —gritó Angelina. Harry pegó una patada en el suelo, salpicándolo todo de barro, y emprendió el vuelo. El viento lo desviaba ligeramente de su trayectoria. No tenía ni idea de cómo se las iba a ingeniar para distinguir la snitch con aquel tiempo, pues ya le costaba bastante ver la única bludger con la que practicaban.
Eres el mejor buscador_ dijo Sirius quitándole importancia_ podrás con eso.
Claro que si_ asintió Oliver rápidamente.
Gracias por la confianza_ dijo Harry con una enorme sonrisa.
Trata de que no se te suba a la cabeza_ dijo Ginny.
Cuando sólo llevaba un minuto volando, la bludger casi lo derribó de la escoba y tuvo que utilizar la voltereta con derrape para esquivarla. Desgraciadamente, Angelina no lo vio. De hecho, parecía que no veía nada; ninguno de los jugadores tenía ni idea de lo que estaban haciendo los otros.
Creo que necesitaran un encanto más fuerte_ dijo Remus.
Nos dimos cuenta_ asintió todo el equipo.
El viento arreciaba; incluso Harry oía a lo lejos el rumor y el martilleo de la lluvia aporreando la superficie del lago. Angelina insistió durante casi una hora antes de admitir la derrota. Acompañó al empapado y contrariado equipo a los vestuarios e intentó convencer a sus compañeros de que el entrenamiento no había sido una pérdida de tiempo, aunque no lo decía muy segura.
Al menos lo intenté_ suspiró Angelina.
En ese momento no podíamos apreciarlo_ dijo Fred.
Ahora entendemos por qué_ dijo Katie, el resto del equipo asintió intentando no reír ante el recuerdo.
Fred y George eran los que parecían más fastidiados; ambos caminaban con las piernas arqueadas y hacían muecas de dolor a cada momento.
Debieron decirme algo_ dijo Angelina.
Como qué_ preguntó George_ Fred y yo no podemos volar porque tenemos verrugas en…ya sabes dónde.
Supongo que no_ concedió Angelina.
Harry los oyó quejarse por lo bajo mientras se secaba el pelo. —Me parece que a mí se me han reventado unos cuantos —comentó Fred con voz apagada. —A mí no —replicó George apretando los dientes—. Me duelen muchísimo. Creo que se han hecho aún más grandes. —
Esto podría significar tantas cosas_ dijo Bill mirando a sus hermanos con simpatía.
Y aun así seguirán probando los productos en ustedes_ preguntó Percy con una mueca.
En todo negocio hay que hacer sacrificios_ contestaron los gemelos.
¡Ay! —exclamó entonces Harry. Cerró los ojos y se tapó la cara con la toalla. Había vuelto a notar una punzada de dolor en la cicatriz, más fuerte que las de las últimas semanas.
Y ahora por qué_ preguntó Fleur preocupada.
Ya sale_ dijo Harry con una mueca.
—¿Qué pasa? —le preguntaron varias voces. Harry se retiró la toalla de la cara. Veía el interior del vestuario borroso porque no llevaba las gafas, pero aun así se dio cuenta de que todo el mundo se había vuelto hacia él. —Nada —masculló—. Me he metido un dedo en un ojo.
No era como si pudiera decirle a todos lo que pasaba_ dijo Harry cuando lo miraron.
Supongo que no_ suspiró Daphne.
Pero lanzó una mirada de complicidad a Ron, y ambos se quedaron rezagados cuando el resto del equipo salió del vestuario, envueltos en sus capas y con los sombreros calados hasta las orejas. —¿Qué te ha pasado? —le preguntó Ron en cuanto Alicia hubo salido por la puerta—. ¿Ha sido la cicatriz? —Harry asintió con la cabeza—. Pero… —Ron, asustado, fue hacia la ventana y miró al exterior—. No puede estar por aquí cerca, ¿verdad que no? —No —dijo Harry sentándose en un banco y frotándose la frente—. Seguramente está a kilómetros de distancia.
Ahora que tiene cuerpo no se acercará a la escuela mientras el director esté_ dijo Kingsley_ no se atrevería.
No creo que ese dolor tenga que ver con la cercanía_ asintió Albus.
Me ha dolido porque… está furioso. Harry había pronunciado aquellas palabras sin haberlas pensado, y al escucharlas tuvo la sensación de que las había dicho otra persona.
Como_ preguntó Cedric frunciendo el ceño.
Seguramente en el libro se explica_ dijo Albus cuando Harry se encogió de hombros.
Sin embargo, supo inmediatamente que era cierto. No sabía cómo lo sabía, pero lo sabía: Voldemort, estuviera donde estuviese, hiciera lo que hiciese, estaba de muy mal humor. —¿Lo has visto? —le preguntó Ron, horrorizado—. ¿Has tenido… una visión o algo así? Harry se quedó muy quieto, mirándose los pies, y dejó que la mente y la memoria se le relajaran tras el momento de dolor. Una desordenada maraña de sombras, un torrente de voces… —Quiere que alguien haga algo, pero no va tan deprisa como a él le gustaría — dijo.
Puedes ver a Voldemort_ preguntó Daphne lentamente_ cuando estás despierto_ añadió, sabía que podía verlo en sueños.
Eso parece_ fue todo como que dijo Harry_ no puedo darles una explicación al respeto.
Para eso tenemos el libro_ les recordó Albus, desearía que no lo supieron todavía.
Una vez más, le sorprendió escuchar las palabras que salían por su boca, aunque a pesar de todo estaba convencido de que lo que acababa de decir era verdad. —Pero… ¿cómo lo sabes? —inquirió Ron. Harry hizo un gesto negativo con la cabeza y se tapó los ojos con las manos, apretándolos con las palmas. Vio surgir unas pequeñas estrellas en la oscuridad. Percibía la presencia de Ron a su lado, en el banco, y sabía que su amigo lo miraba fijamente.
Lo que estaba pasando era demasiado extraño_ dijo Ron_ y muy preocupante.
Ciertamente lo es_ dijo Sirius_ lo que sea que esté pasando seguro lo solucionamos_ añadió intentando sonar tranquilizador.
Eso espero_ dijo Harry sonriéndole.
—¿Has sentido lo mismo que la última vez, cuando te dolió la cicatriz en el despacho de la profesora Umbridge? —le preguntó Ron con voz queda—. Es decir, ¿que Quien-tú-sabes estaba enfadado? —Harry negó de nuevo con la cabeza—. Entonces, ¿qué es? Harry hizo memoria. En aquella ocasión estaba mirando a la profesora Umbridge a la cara… Le había dolido la cicatriz… y había notado algo raro en el estómago…, un extraño aleteo…, una sensación de júbilo… Pero, como es lógico, no la había reconocido, porque él se sentía muy desgraciado… —La última vez me dolió porque él estaba contento —explicó—. Muy contento.
Como es posible que sepas todo eso_ preguntó Cho, muy intrigada.
Eso me gustaría saber_ dijo Harry_ pero no creo que lo sepamos por un buen rato_ añadió, haciendo que varios gimieran de frustración, cada vez entendiendo más como se debió sentir Harry desde el verano.
Creía… que iba a pasar algo bueno. Y la noche antes de que viniéramos a Hogwarts… —recordó el momento en que le había dolido mucho la cicatriz en el dormitorio que compartía con Ron en Grimmauld Place— estaba furioso… Miró a Ron, que lo observaba a su vez con la boca abierta. —Podrías quitarle la plaza a la profesora Trelawney, Harry —murmuró, sobrecogido. —No estoy haciendo profecías —replicó Harry.
No suenan como profecías_ dijo la profesora pensativa_ pero no puedo explicar que es, nunca había oído de algo así.
La cicatriz de Harry funciona de maneras que puede que nunca entendamos del todo_ dijo Albus.
—De acuerdo, pero ¿sabes lo que estás haciendo? —sentenció Ron, entre asustado e impresionado—. ¡Le estás leyendo la mente a Quien-tú-sabes, Harry! —No —corrigió éste moviendo negativamente la cabeza—. Más que su mente es su… estado de ánimo, supongo. Recibo impresiones del estado de ánimo que tiene. Dumbledore me habló de esto el año pasado. Dijo que yo percibía cuándo Voldemort estaba cerca de mí, o cuándo sentía odio. Pues bien, ahora también noto cuándo está contento… Hubo una pausa.
Pero debe haber algo en esto que no estamos perdiendo_ dijo Anthony mirando el libro fijamente.
El único que puede darnos una respuesta adecuada es el director_ dijo Ernie haciendo que todos miraran a Albus, pero sabían que no les diría nada, hasta que el libro no lo dijera.
El viento y la lluvia azotaban el edificio. —Tienes que contárselo a alguien —sugirió Ron. —La última vez se lo conté a Sirius. —¡Pues cuéntale lo que te ha pasado ahora! —No puedo, Ron —reflexionó Harry con gravedad—. La profesora Umbridge vigila las lechuzas y las chimeneas, ¿no te acuerdas? —
Igualmente, no se cuanta ayuda podría darte_ dijo Sirius pensativo, tratando de animarlo.
Pero siempre me ayuda hablar contigo_ contestó Harry sonriéndole.
Entonces cuéntaselo a Dumbledore. —Él ya lo sabe, acabo de decírtelo —dijo Harry de manera cortante. Se puso en pie, cogió su capa del colgador y se la echó sobre los hombros—No tiene sentido volver a contárselo. Ron se abrochó el cierre de la capa mientras observaba atentamente a su amigo. —A Dumbledore le gustaría saberlo —afirmó. Harry se encogió de hombros.
Me habría gustado_ asintió Albus.
Después de no hablarle todo el año_ preguntó Remus_ es de esperarse que no quiera buscarte_ Dumbledore suspiró cuando Harry se encogió de hombros.
—Vamos, todavía tenemos que practicar los encantamientos silenciadores. Recorrieron los oscuros jardines hasta el castillo, resbalando y tropezando por la hierba fangosa, pero no hablaron. Harry iba pensando. ¿Qué debía de ser lo que Voldemort quería que alguien hiciera, y que no se hacía suficientemente deprisa? «… tiene otros planes, unos planes que puede poner en marcha con mucha discreción… Cosas que sólo puede conseguir furtivamente… Como un arma. Algo que no tenía la última vez.»
Otra vez esa arma_ dijo Hanna_ cuanto tardaremos en saber que es.
Probablemente mucho_ contestó Susan_ eso pasa con lo que es importante_ todos asintieron resignados.
Pero si Voldemort la busca tanto, realmente queremos saber que es_ preguntó Justin.
Solo así se podrá evitar que caiga en sus manos_ contestó Cedric.
Harry no había vuelto a pensar en aquellas palabras desde hacía semanas; estaba demasiado absorto en lo que estaba ocurriendo en Hogwarts, demasiado ocupado pensando en las batallas con la profesora Umbridge, en la injusticia de la intromisión del Ministerio… Pero en ese momento las recordó y le hicieron reflexionar. Cabía la posibilidad de que Voldemort estuviera furioso porque todavía no había podido hacerse con el arma, fuera cual fuese.
Esperemos que si_ dijo Tracy.
Estoy seguro que aún no_ dijo Albus, tranquilizador.
Me pregunto a quién está mandando_ dijo Adrián, varios asintieron, pensando que tal vez a Peter.
¿Habría desbaratado la Orden sus planes, habría impedido que se apoderara de ella? ¿Dónde estaba guardada? ¿Quién la tenía? —¡Mimbulus mimbletonia! —pronunció Ron, y Harry salió de su ensimismamiento justo a tiempo para pasar por la abertura del retrato y entrar en la sala común. Por lo visto, Hermione se había acostado temprano, pero había dejado a Crookshanks acurrucado en una butaca y un surtido de gorros de elfo de punto, llenos de nudos, sobre una mesa junto al fuego. Harry se alegró de que Hermione no estuviera allí, porque no le apetecía seguir hablando del dolor de su cicatriz ni que su amiga insistiera en que fuera a hablar con Dumbledore.
Era la mejor opción_ dijo Hermione.
Yo no iba a buscar al director_ fue todo lo que dijo Harry.
Esto era demasiado importante_ dijo Albus.
Sería difícil explicárselo cuando finge que no me escucha_ contestó Harry sin poder contenerse.
Ron no paraba de lanzarle miradas de inquietud, pero Harry sacó sus libros de Encantamientos y se puso a terminar la redacción, aunque lo único que hacía era fingir que estaba concentrado. Cuando Ron anunció que él también se iba a la cama, Harry no había escrito casi nada. Pasó la medianoche, y Harry continuaba leyendo y releyendo un párrafo sobre los usos de la coclearia, el ligústico y la tármica sin entender ni una sola palabra. «Estas plantas resultan muy eficaces para la inflamación del cerebro, y de ahí que se empleen corrientemente en la fabricación de filtros para confundir y ofuscar, o allí donde el mago pretenda producir exaltación e imprudencia…»
No creo que sea un texto apropiado para un estudiante_ dijo Umbridge abriendo mucho los ojos por el horror.
Pues ya hemos comprobado que usted no sabe ni donde está parada_ espetó Minerva.
Ministro_ se quejó Umbridge, pero Fudge siguió leyendo antes de que le provocara un dolor de cabeza.
…Hermione decía que Sirius estaba volviéndose imprudente porque se hallaba encerrado en Grimmauld Place… «… muy eficaces para la inflamación del cerebro, y de ahí que se empleen corrientemente…» … El Profeta creería que Harry tenía el cerebro inflamado si se enteraba de que sabía lo que sentía Voldemort…
Es probable_ dijo Andrómeda_ mejor que no se enteren.
Estoy seguro que el profeta no volverá a publicar en contra del señor Potter_ dijo el ministro.
Yo no me confiaría_ murmuraron varios.
«… corrientemente en la fabricación de filtros para confundir y ofuscar…» … «Confundir» era la palabra, sin duda; ¿por qué sabía él lo que sentía Voldemort? ¿Qué era aquella extraña conexión entre ambos que Dumbledore nunca había sido capaz de explicar satisfactoriamente?
No estás listo_ dijo el director con pesar.
Pero no creo que sea conveniente esperar hasta que esté listo_ replicó Harry.
«… o allí donde el mago pretenda…» … Qué sueño le estaba entrando a Harry… «… producir exaltación…» … Estaba tan calentito y cómodo en su butaca junto al fuego, escuchando el repiqueteo de la lluvia en los cristales de las ventanas, el ronroneo de Crookshanks y el chisporroteo de las llamas… El libro que Harry tenía en las manos resbaló y cayó sobre la alfombra de la chimenea, produciendo un ruido sordo.
Ya es hora de que te duermas_ dijo Molly_ puedes pensar todas esas cosas en la mañana
Puede que sea lo mejor_ aceptaron los merodeadores.
Harry ladeó la cabeza… Volvía a caminar por un pasillo sin ventanas, y sus pasos resonaban en el silencio. La puerta que había al fondo fue aumentando de tamaño; el corazón de Harry latía muy deprisa por la emoción… Si pudiera abrirla, si pudiera pasar por ella… Extendió un brazo… Las yemas de sus dedos estaban a sólo unos centímetros de la puerta… —¡Harry Potter! Harry despertó sobresaltado.
Todos que habían estado muy atentos a lo qué ese leía, gimieron decepcionados de qué el sueño terminará, aunque podría ser lo mejor para Harry.
Todas las velas de la sala común se habían apagado, pero vio que algo se movía cerca de él. —¿Quién está ahí? —preguntó incorporándose en la butaca. El fuego estaba casi apagado, y la estancia, oscura. —¡Dobby tiene su lechuza, señor! —dijo una vocecilla chillona. —
Genial_ dijeron varios sin poder contener una sonrisa.
Que bueno que Hedwig esté bien_ dijo Susan.
Lo que prueba que no era nada grave_ dijo Umbridge_ no había por qué enojarse tanto_ añadió.
¿Dobby? —se extrañó Harry con una voz pastosa, y escudriñó la oscuridad hacia el sitio de donde procedía el sonido. Dobby, el elfo doméstico, estaba de pie junto a la mesa donde Hermione había dejado media docena de gorros de punto. Sus grandes y puntiagudas orejas sobresalían por debajo de lo que Harry sospechó que eran todos los gorros de lana que Hermione había tejido hasta entonces; los llevaba uno encima de otro, y su cabeza parecía dos o tres palmos más larga.
Creo que ya sabemos lo que pasó con los gorros_ dijo Alicia.
Así parece_ dijo Hermione con tristeza.
Lo sabias_ preguntó Fred, besando su cabeza, Hermione se encogió de hombros sin contestar.
En lo alto de la borla del último gorro estaba posada Hedwig, que ululaba tranquilamente y, según todos los indicios, curada. —Dobby se ofreció voluntario para devolverle la lechuza a Harry Potter — explicó el elfo con voz de pito mientras miraba con manifiesta adoración a Harry—.
Crees que algún día lo supere_ preguntó Millicent.
Espero que si_ dijo Harry, pero sus amigos negaron, sabiendo que Dobby siempre seria así con Harry.
La profesora Grubbly-Plank opina que ya está bien, señor —añadió, e hizo una exagerada reverencia hasta que su puntiaguda nariz rozó la raída alfombra de la chimenea. Hedwig soltó un ululato de indignación y voló hasta el brazo de la butaca de Harry.
Debió molestarle que no te acercaras_ dijo Daphne con una risita.
Es probable_ asintió Harry, conociendo el orgullo de su lechuza.
—¡Gracias, Dobby! —exclamó el chico al mismo tiempo que acariciaba la cabeza de su lechuza y pestañeaba para borrar de su mente la imagen de la puerta que había visto en sueños y que parecía tan real… Entonces miró con más detenimiento a Dobby y vio que el elfo también llevaba varias bufandas e innumerables calcetines, de modo que sus pies parecían desmesurados para su cuerpo. —Oye, ¿has cogido todas las prendas que Hermione ha dejado por ahí? —¡Oh, no, señor! —repuso Dobby alegremente—. Dobby también ha cogido unas cuantas para Winky, señor.
Al menos alguien las disfruta_ dijo Hermione.
Al menos ya no tienes que estar hasta tarde tejiendo_ dijo Fred_ podrás hacer otras cosas.
Como qué_ preguntó Hermione.
Algo se nos ocurrirá_ dijo Fred.
—¡Ah, sí! ¿Cómo está Winky? —le preguntó Harry. Dobby agachó ligeramente las orejas. —Winky todavía bebe mucho, señor —afirmó con pesar, mirando al suelo con sus enormes, redondos y verdes ojos, del tamaño de pelotas de tenis—. Siguen sin interesarle las prendas de ropa, Harry Potter. Y a los otros elfos domésticos tampoco. Ya nadie quiere limpiar la torre de Gryffindor porque hay gorros y calcetines escondidos por todas partes; los encuentran insultantes, señor.
No era mi intención ofenderlos_ dijo Hermione, apenada_ debería ir a disculparme_ preguntó.
No creo que sea necesario_ dijo George_ dudo que estén acostumbrados a que los magos se disculpen con ellos.
Pero podrías ir a pedirles comida_ sugirió Alicia_ y le dices a Dobby que ya no dejaras más prendas_ Hermione asistió rápidamente.
Me acompañas_ le preguntó a Fred, que asintió.
Dobby lo hace todo él solo, señor, pero a Dobby no le importa, señor, porque él siempre confía en encontrarse a Harry Potter, y esta noche, señor, ¡se ha cumplido su deseo! —El elfo volvió a hacer una reverencia—. Pero Harry Potter no parece contento —prosiguió Dobby, enderezándose de nuevo y mirando tímidamente a Harry—. Dobby lo ha oído hablar en sueños. ¿Tenía Harry Potter pesadillas? —Sí, aunque no eran muy desagradables —explicó Harry bostezando y frotándose los ojos—. Las he tenido peores.
No me lo recuerdes_ dijo Sirius.
Esperemos que cuando todo esto acabe, sus sueños sean mejores_ dijo Remus, Harry también lo esperaba.
El elfo contempló a Harry con sus enormes ojos como esferas. Entonces se puso muy serio y, agachando las orejas, dijo: —A Dobby le encantaría poder ayudar a Harry Potter, porque Harry Potter le dio la libertad a Dobby, y Dobby es mucho, mucho más feliz ahora. Harry sonrió. —No puedes ayudarme, Dobby, pero gracias de todos modos. Se agachó y recogió su libro de Pociones. Tendría que intentar terminar la redacción al día siguiente. Cerró el libro, y en ese instante la luz del fuego iluminó las delgadas cicatrices blancas que tenía en el dorso de la mano, resultado de sus castigos con la profesora Umbridge.
No es necesario que lo andes recordando_ espetó Umbridge_ solo quieres que todos se enojen conmigo_ añadió.
Si profesora_ dijo Harry_ no tengo nada mejor que hacer que enojar a la gente con usted_ añadió con sarcasmo.
—Un momento, quizá sí puedas hacerme un favor, Dobby —dijo Harry muy despacio. El elfo miró a Harry sonriente. —¡Harry Potter sólo tiene que pedírmelo, señor! —Necesito encontrar un sitio donde veintiocho personas puedan practicar Defensa Contra las Artes Oscuras sin que las descubra ningún profesor, sobre todo — añadió, agarrando con tanta fuerza el libro que las cicatrices brillaron con un tono blanco y perlado— la profesora Umbridge.
Entonces fue Dobby quién te dio el lugar para entrenar_ preguntó Tonks.
Lo hizo_ confirmó Harry.
Este elfo es el mejor de todos_ dijo Sirius_ mejor tenerlo de nuestro lado_ añadió.
Todos vimos lo que le hizo a Malfoy_ dijo Theo, haciendo reír a todos ante el recuerdo.
Se había imaginado que la sonrisa del elfo desaparecería con rapidez y que Dobby agacharía las orejas o diría que eso era imposible, o como mucho que intentaría buscar algún sitio, pero se equivocó. Lo que no esperaba era que Dobby pegara un saltito, agitando alegremente las orejas, y diera una palmada. —¡Dobby conoce el sitio perfecto, señor! —exclamó—. Dobby oyó hablar de él a los otros elfos domésticos cuando llegó a Hogwarts, señor. ¡Lo llamamos la Sala que Viene y Va, señor, o la Sala de los Menesteres!
Qué es eso_ preguntaron muchos sorprendidos.
Eso me gustaría saber_ dijo Minerva.
Es el salón donde han estado llendo a jugar_ preguntó Sirius.
Lo es_ dijo Harry_ para que veas que lo merodeadores no lo sabían todo_ añadió haciéndolos fruncir el ceño.
Nos han decepcionado_ dijeron los gemelos.
Solo es una sala_ replicaron Sirius y Remus indignados.
—¿Por qué la llamáis así? —preguntó Harry, intrigado. —Porque es una sala en la que uno sólo puede entrar —explicó Dobby poniéndose muy serio— cuando tiene verdadera necesidad. A veces está allí y a veces no, pero cuando aparece siempre está equipada para satisfacer las necesidades de la persona que la busca.
Como alguien que tiene la vejiga muy llena_ dijo Percy mirando al director.
Se los dije_ dijo Albus_ aunque tampoco sabía muy bien de esa sala.
Dobby la ha utilizado en algunas ocasiones, señor —añadió el elfo bajando la voz, como si tuviera remordimientos—, cuando Winky estaba muy borracha; Dobby la ha escondido en la Sala de los Menesteres y ha encontrado allí antídotos contra la cerveza de mantequilla, y una bonita cama de tamaño adecuado para los elfos donde ponerla a dormir, señor… Y Dobby sabe que el señor Filch ha encontrado allí productos de limpieza extra cuando se le han terminado, señor, y… —Y si necesitas urgentemente un lavabo —terció Harry, que de pronto había recordado algo que había dicho Dumbledore en el baile de Navidad el curso anterior —, ¿se llena de orinales? —Dobby se imagina que sí, señor —afirmó el elfo asintiendo enérgicamente con la cabeza—. Es una sala muy especial, señor.
La mejor de todas_ dijeron los del ED.
Yo quiero verla_ se quejaron otros.
Tal vez después_ dijo Harry, después de todo, todos iban a saber cómo entrar.
—¿Cuánta gente conoce su existencia? —le preguntó Harry enderezándose un poco más en la butaca. —Muy poca, señor. La mayoría tropiezan con ella cuando la necesitan, señor, pero no suelen volver a encontrarla porque no saben que siempre está allí esperando a que se solicite su servicio, señor. —¡Parece estupendo! —exclamó Harry muy animado—. ¡Parece perfecto, Dobby!
Sobre todo, por qué no hay forma de que Umbridge llegue_ dijo Amelia.
He estado cerca de atraparlos_ espetó ella.
Lo que diga_ respondieron los del ED rodando los ojos.
¿Cuándo podrás enseñarme dónde está? —Cuando Harry Potter quiera, señor —repuso Dobby, que se mostraba encantado con el entusiasmo del chico—. ¡Podríamos ir ahora mismo si así lo quiere Harry Potter! Harry estuvo tentado de ir con Dobby a buscar la Sala de los Menesteres. Ya se estaba levantando de la butaca, con la intención de subir a toda prisa a su dormitorio para coger la capa invisible, cuando una voz (que no era la primera vez que oía) que se parecía mucho a la de Hermione le susurró al oído: «Imprudente.»
Hermione se puso roja y miró mal a Harry cuando todos se echaron a reír.
No te enojes_ dijo Harry_ no quieres ser la voz de mi razón_ preguntó.
Si te hace escucharme, no puede ser tan malo_ suspiró Hermione_ supongo_ añadió.
Realmente era muy tarde y estaba agotado. —Esta noche no, Dobby —dijo Harry a regañadientes, y volvió a sentarse en la butaca—. Esto es muy importante… No quisiera estropearlo, necesito planearlo todo muy bien.
Podría haber sido peligros_ dijo Narcissa_ Umbridge está vigilando todos tus movimientos.
Pareciera que no tiene nada mejor que hacer_ dijo Harry.
Nada es más importante que atrapar a los mocosos revoltosos_ espetó Umbridge, arrepintiéndose cuando todos la miraron.
Oye, ¿puedes decirme dónde está con exactitud esa Sala de los Menesteres, y cómo entrar en ella? ··· Las túnicas ondeaban al viento y se les enroscaban alrededor del cuerpo mientras atravesaban chapoteando los inundados huertos para asistir a una clase de dos horas de Herbología.
Como_ preguntó Millicent_ no saldrá como entrar_ preguntó.
Tal vez en otro momento_ dijo Neville_ aunque seria bueno que no lo hiciera_ añadió.
No podemos tener tanta suerte_ suspiró el ED.
Pero podría haber una manera de que nadie entre mientras ustedes están ahí_ sugirió Sirius.
El martilleo de las gotas de lluvia, duras como piedras de granizo, apenas les dejaba oír lo que les decía la profesora Sprout. Aquella tarde la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas tuvo que trasladarse de los jardines, azotados por la tormenta, a un aula libre de la planta baja, y para gran alivio de los miembros del equipo de quidditch, Angelina se había dirigido a ellos a la hora de la comida para informarles de que se había suspendido el entrenamiento.
Me alegro_ dijo Molly_ el clima estaba demasiado feo.
Habría sido muy peligroso_ dijo Angelina_ lo malo es que nos estábamos quedando sin tiempo para prepararnos.
Ustedes pueden_ dijo Oliver_ no necesitan mucho entrenamiento_ añadió con seguridad, recibiendo sonrisas de su antiguo equipo.
—Genial —comentó Harry en voz baja cuando Angelina se lo comunicó—, porque hemos encontrado un sitio para celebrar nuestra primera reunión de defensa. Hoy a las ocho en punto en el séptimo piso, frente al tapiz en que los trols están dándole garrotazos a Barnabás el Chiflado. ¿Podrás avisar a Katie y a Alicia? Angelina se mostró un poco acobardada, pero prometió decírselo a las demás.
Tenías miedo_ preguntó George, sorprendido.
No sabía que encontraríamos ahí_ dijo Angelina_ y veintiocho personas frente al tapiz podría ser peligroso_ varios asintieron, era cierto.
Harry, que estaba muerto de hambre, siguió comiendo salchichas y puré de patata. Cuando levantó la cabeza para beber un sorbo de zumo de calabaza, vio que Hermione lo observaba atentamente. —¿Qué pasa? —le preguntó con la boca llena. —Bueno… Es que no sé si debemos fiarnos de Dobby. ¿No te acuerdas de que te dejó sin huesos en un brazo? —
Eso me haría recelar_ dijo Dudley_ pero ya sabemos que tuvo razón.
Le debemos mucho a ese pequeño_ dijo Ron, muchos le dieron la razón.
Esa sala no es una idea descabellada de Dobby. Dumbledore también la conoce, me habló de ella en el baile de Navidad. La expresión de Hermione se relajó un tanto. —¿Dumbledore te habló de ella? —Sólo de pasada —comentó Harry encogiéndose de hombros. —Ah, bueno, entonces de acuerdo —dijo Hermione con decisión, y ya no puso más reparos.
Eso le daba un poco más de seguridad_ dijo Hermione.
Nadie te juzga_ dijo Angelina y era cierto.
Harry, Ron y Hermione habían dedicado gran parte del día a buscar a los compañeros que habían firmado en la lista para decirles dónde iban a reunirse aquella noche. Por desgracia para Harry, fue Ginny la que encontró primero a Cho y a su amiga;
Lo siento_ preguntó Ginny, reprimiendo una risita.
Me habría dado una excusa para hablar con ella_ dijo Harry sonrojado.
Si quería hablar conmigo solo tenía s que acercarte_ dijo Cho sonriéndole.
finalizada la cena estaba convencido de que la noticia ya había llegado a las veinticinco personas que habían acudido a la cita del pub. A las siete y media, los tres amigos salieron de la sala común de Gryffindor. Harry llevaba un trozo de pergamino viejo en una mano. Los alumnos de quinto curso podían estar en los pasillos hasta las nueve en punto, pero aun así los tres volvían continuamente la cabeza, nerviosos, mientras se dirigían hacia el séptimo piso. —
bien hecho_ dijo Moody que había estado muy callado_ ya hemos comprobado que cuando se trata de Umbridge las reglas no importan.
Además, está prohibido tres alumnos juntos_ dijo Ted, recordando el decreto.
Un momento —dijo Harry al llegar al final del último tramo de escaleras, y desenrolló el trozo de pergamino. Le dio un golpe con la varita y recitó en voz baja —: ¡Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas! Un mapa de Hogwarts apareció en la superficie en blanco del pergamino. Unos diminutos puntos negros móviles, etiquetados con nombres, mostraban dónde se encontraban en aquel momento algunas personas. —Filch está en el segundo piso —afirmó Harry acercándose el mapa a los ojos—. Y la Señora Norris está en el cuarto. —¿Y la profesora Umbridge? —le preguntó Hermione, inquieta. —En su despacho —contestó él, y lo señaló—. Vale, sigamos. —
Parece demasiado tranquilo para ser verdad_ dijo Augusta.
Está vez nada nos detuvo_ aseguró Harry.
Ese día tuvimos suerte_ dijo Neville, él tampoco había tenido problemas para llegar.
Echaron a andar a buen ritmo por el pasillo hasta el lugar que Dobby le había descrito a Harry: un tramo vacío de pared frente a un enorme tapiz que representaba el absurdo intento de Barnabás el Chiflado de enseñar ballet a los trols—. Muy bien —dijo Harry en voz baja mientras un apolillado trol dejaba por un momento de aporrear despiadadamente a su frustrado profesor de ballet para observarlos—. Dobby dijo que teníamos que pasar tres veces por delante de este trozo de pared, concentrándonos en lo que necesitamos.
Eso es todo lo que se necesita_ preguntó Pansy.
Si_ dijo Harry resignado.
Pero también debes tener una necesidad real_ añadió Ron, esperaba que si alguien estaba en contra de ellos, no lograra entrar.
Así lo hicieron: dieron media vuelta bruscamente al llegar a la ventana que había más allá del tramo vacío de pared, y luego regresaron al alcanzar el jarrón del tamaño de una persona que había en el otro extremo. Ron tenía los ojos cerrados con fuerza, Hermione susurraba algo y Harry tenía los puños apretados y miraba al frente. «Necesitamos un sitio donde aprender a luchar… —pensó—. Danos un sitio donde practicar… Un sitio donde no puedan encontrarnos…» —¡Harry! —exclamó Hermione cuando se dieron la vuelta después de hacer el recorrido por tercera vez. Una puerta de brillante madera había aparecido en la pared.
Veamos donde practican_ dijo Moody acomodándose en su asiento.
Se llevarán una gran sorpresa_ dijo Dean.
Es el lugar perfecto_ dijeron varios sin poder evitar sonreír.
Ron la miraba fijamente y parecía un poco receloso. Harry extendió un brazo, agarró el picaporte de latón, abrió y entró el primero en una amplia estancia en la que ardían parpadeantes antorchas como las que iluminaban las mazmorras, ocho pisos más abajo. Las paredes estaban cubiertas de estanterías de madera, y en lugar de sillas había unos enormes cojines de seda en el suelo. En unos estantes, en la pared del fondo de la sala, se veían una serie de instrumentos, como chivatoscopios, sensores de ocultamiento y un gran reflector de enemigos rajado que Harry estaba seguro de haber visto el año anterior en el despacho del falso Moody. —
Es… mejor de lo que esperaba_ dijo Kingsley parpadeando rápidamente.
Especialmente por qué estas cosas nunca podrían conseguirla por su cuenta_ dijo Tonks.
Tengo que ver esa sala_ dijo Moody, Harry asintió.
No entiendo como no notan lo peligros que es_ dijo Umbridge_ no es la mejor manera de aprender defensa_ añadió.
Esto nos vendrá muy bien cuando practiquemos hechizos aturdidores — comentó Ron con entusiasmo dándole unos golpecitos con el pie a uno de los cojines.
La caída no será tan mala_ asintió Molly, haciendo su mejor esfuerzo por apoyar lo que estaban leyendo.
—¡Y mirad los libros! —gritó Hermione, emocionada, mientras pasaba un dedo por los lomos de los grandes volúmenes encuadernados en piel—.
Obviamente eso te gustaría_ dijo Sirius mientras todos reían.
Compendio de maldiciones básicas y cómo combatirlas… Cómo burlar las artes oscuras… Hechizos de autodefensa…
Esos si son libros de defensa_ dijo Moody mirando al ministro, que asintió.
No me parecen apropiados para unos niños_ dijo Umbridge.
¡Uf! —Radiante, se volvió y miró a Harry, quien comprendió que la presencia de aquellos cientos de libros había convencido definitivamente a Hermione de que lo que estaban haciendo era correcto—.
Ya sabes lo que necesitas para que confíe en ti_ dijo Amelia a Sirius_ sobórnala con un libro.
Soy dueño de toda una biblioteca_ dijo Sirius guiñándole un ojo a Hermione haciéndola reír, a pesar de su sonrojo.
Esto es fabuloso, Harry. ¡Aquí está todo lo que necesitamos! Y sin más preámbulos, cogió Embrujos para embrujados del estante,
Como_ preguntó Marcus con una risa ante ese título.
Es un buen libro_ dijo Moody.
se sentó en el primer cojín que encontró y se puso a leer. Entonces oyeron unos golpecitos en la puerta. Harry se dio la vuelta. Habían llegado Ginny, Neville, Lavender, Parvati y Dean. —¡Vaya! —exclamó Dean observando lo que lo rodeaba impresionado—.
Llegaste a unirte al ED, Seamus_ preguntó Remus.
Aun no_ contestó Seamus_ pero espero que mi yo del libro lo haga en algún momento.
Seguro que si_ dijo Lavender.
¿Qué es esto? Harry empezó a explicárselo, pero antes de que hubiera terminado llegó más gente y tuvo que empezar de nuevo. A las ocho en punto todos los cojines ya estaban ocupados. Harry fue hacia la puerta y giró la llave que había en la cerradura con un ruido lo bastante fuerte para convencer a los asistentes; éstos, por su parte, guardaron silencio y se quedaron mirando a Harry. Hermione marcó con cuidado la página que estaba leyendo de Embrujos para embrujados y dejó el libro a un lado.
Entonces la puerta permanecerá_ preguntó Moody_ eso podría ser peligroso.
Seguramente Umbridge vea la puerta, pero no le preste atención_ dijo Amelia pensativa.
Y si lo hace, tendrá que esperar a aunque salgan para hacer algo, seguro que algo se les ocurrirá a los chicos_ dijo Kingsley, varios asintieron, haciendo que el ED sonría por la confianza que les daban.
—Bueno —dijo Harry un poco nervioso—. Éste es el sitio que hemos encontrado para nuestras sesiones de prácticas, y por lo que veo… todos lo aprobáis.
Por supuesto_ dijeron todos.
Es el mejor lugar que podríamos encontrar_ dijo Luna, nadie pudo refutarle.
—¡Es fantástico! —exclamó Cho, y varias personas expresaron también su aprobación. —Qué raro —comentó Fred echando un vistazo a su alrededor con la frente arrugada—. Una vez nos escondimos de Filch aquí, ¿te acuerdas, George? Pero entonces esto no era más que un armario de escobas.
Te das cuenta de lo que esto significa, George_ preguntó Fred.
Llegamos solos a un lugar que los merodeadores no conocían_ dijo George con orgullo.
Solo es uno_ dijo Sirius muy ofendido, Remus asintió.
—Oye, Harry, ¿qué es eso? —preguntó Dean desde el fondo de la sala, señalando los chivatoscopios y el reflector de enemigos. —Detectores de tenebrismo —contestó Harry, y fue hacia ellos sorteando los cojines—. Indican cuándo hay enemigos o magos tenebrosos cerca, pero no hay que confiar demasiado en ellos porque se les puede engañar… —
Es cierto_ dijo Moody_ aunque no son fáciles de engañar, es mejor que no se fíen de ellas a menos que no haya opción_ todos asintieron en comprensión.
Miró un momento en el rajado reflector de enemigos; dentro se movían unas figuras oscuras, aunque ninguna estaba muy definida. Luego se dio la vuelta—. Bueno, he estado pensando por dónde podríamos empezar y… —Vio una mano levantada—. ¿Qué pasa, Hermione? —
No estaba en clase_ dijo Arthur luciendo divertido.
No se le podía interrumpir a Harry_ dijo Hermione_ hay que esperar que te de la palabra_ el ED asintió.
Creo que deberíamos elegir un líder —sugirió ella. —Harry es el líder —saltó Cho mirando a Hermione como si estuviera loca.
Por eso ella no es mi cuñada_ informó Hermione, sonrojando a Cho mientras los demás se reían.
A Harry volvió a darle un vuelco el corazón. —Sí, pero creo que deberíamos realizar una votación en toda regla —afirmó Hermione sin inmutarse—. Queda más serio y le confiere autoridad a Harry.
Ninguno de nosotros se opondría a Harry_ dijo Neville_ el sabe lo que hay que hacer.
Parece que te has ganado su respeto_ dijo Remus a Harry que asintió con una sonrisa.
Para que vea que el respeto no se adquiere solo por tener autoridad_ le dijo Bill a Umbridge que le frunció el ceño.
A ver, que levanten la mano los que opinan que Harry debería ser nuestro líder. Todos levantaron la mano, incluso Zacharias Smith, aunque lo hizo sin entusiasmo.
Tu quieres ser líder_ preguntó Parvati levantando una ceja, Zacharias negó rápidamente.
—Bueno, gracias —dijo Harry, que tenía las mejillas ardiendo—. Y… ¿qué pasa, Hermione? —También creo que deberíamos tener un nombre —propuso alegremente sin bajar la mano—. Eso fomentaría el espíritu de equipo y la unidad, ¿no os parece? —Podríamos llamarnos Liga AntiUmbridge —terció Angelina.
Me gusta_ dijo Charlie_ pero preferiría que no estuvieran asociados a Umbridge_ arrugó la nariz.
No era el mejor_ concedió Angelina sonriéndole.
—O Grupo Contra los Tarados del Ministerio de Magia —sugirió Fred.
Suena perfecto_ dijo Bill, varios asintieron entre risas, pues el ministro no parecía feliz de haber tenido que leer esa parte.
—Yo había pensado —insinuó Hermione mirando ceñuda a Fred—
Estás celosa por qué a ti no se te ocurrió_ dijo Fred.
Si, Freddy, eso es_ asintió Hermione, sonriéndole.
en un nombre que no revelara tan explícitamente a qué nos dedicamos, para que podamos referirnos a él sin peligro fuera de las reuniones. —¿Entidad de Defensa? —aventuró Cho—. Podríamos abreviarlo ED y nadie sabría de qué estamos hablando.
Es una buena opción_ dijo Cedric_ me gusta.
Gracias_ dijo Cho sonriéndole.
—Sí, ED me parece bien —intervino Ginny—. Pero sería mejor que fueran las siglas de Ejército de Dumbledore, porque eso es lo que más teme el Ministerio, ¿no? El comentario de Ginny fue recibido con risas y murmullos de conformidad.
Y así es como nació_ dijo Albus con los ojos brillantes mientras los del ministerio se sonrojaban un poco.
—¿Estáis todos a favor de ED? —preguntó Hermione en tono autoritario, y se arrodilló en el cojín para contar—. Sí, hay mayoría. ¡Moción aprobada! Clavó el trozo de pergamino donde habían firmado todos en la pared, y en lo alto escribió con letras grandes: EJÉRCITO DE DUMBLEDORE
Ese pergamino ha resultado ser útil_ dijo Tonks_ sin el podrían no haberles avisado a todos de la reunión.
Aunque no se que tan seguro sea ponerle el nombre_ dijo Kingsley, pensativo, Moody asintió.
—Muy bien —dijo Harry cuando Hermione se hubo sentado de nuevo—, ¿empezamos a practicar? He pensado que lo primero que deberíamos hacer es practicar el expelliarmus, es decir, el encantamiento de desarme.
Es por eso que saben que es tu hechizo predilecto_ comprendió Astoria, Harry asintió.
Es una buena manera de empezar_ dijo Remus_ ya saben hacerlo_ preguntó, muchos asintieron rápidamente.
Ya sé que es muy elemental, pero lo encontré muy útil… —¡Vaya, hombre! —exclamó Zacharias Smith mirando al techo y cruzándose de brazos—. No creo que el expelliarmus nos ayude mucho si tenemos que enfrentarnos a Quien-tú-sabes.
A Harry lo ayudó_ dijo Sirius encogiéndose de hombros.
Siempre es bueno saber desarmar al oponente_ dijo Moody_ ningún hechizo debería descartarse_ aconsejó.
—Yo lo utilicé contra él —dijo Harry con serenidad—. En junio, ese encantamiento me salvó la vida. —Smith se quedó con la boca abierta, con cara de estúpido.
Era necesario lo de cara de estúpido_ preguntó Zacharias.
Lo era_ asintió Harry muy serio.
Los demás estudiantes estaban muy callados—. Pero si crees que está por debajo de tus conocimientos, puedes marcharte —añadió Harry. Smith no se movió. Los demás tampoco—. Bien —continuó Harry. Había tantos ojos fijos en él que se le estaba secando la boca—. Podríamos dividirnos en parejas y practicar. A Harry le resultaba muy extraño dar instrucciones, pero más extraño aún le resultaba ver que los demás las seguían.
Estoy más acostumbrado a que sea Hermione la que ordene_ dijo Harry.
Tu eres mejor líder que yo_ dijo Hermione_ parecías natural haciéndolo.
Es cierto_ confirmaron todos.
Todos se pusieron en pie a la vez y se colocaron de dos en dos. Como era de esperar, Neville se quedó sin pareja. —Tú practicarás conmigo —le dijo Harry—. Muy bien, contaré hasta tres: uno, dos, tres… De pronto, la sala se llenó de gritos de ¡Expelliarmus! Las varitas volaban en todas direcciones; los hechizos mal ejecutados iban a parar contra los libros de las estanterías y los hacían saltar por los aires.
Lo que demuestra que Harry tomó la mejor decisión_ dijo Kingsley.
Lo sabemos_ dijo Lavender_ agradecemos cada lección que nos ha dado_ todos asintieron.
Son buenos alumnos_ dijo Harry_ no ha sido tan difícil enseñarles.
Harry era demasiado rápido para Neville, cuya varita saltó de su mano, giró sobre sí misma, golpeó el techo produciendo una lluvia de chispas y aterrizó con estrépito en lo alto de una estantería, de donde Harry la recuperó con un encantamiento convocador.
Tenía que ponerme al día con tantos años que Harry lleva haciéndolo_ dojo Neville sonrojado.
Solo era la primera lección_ dijo Adrián seguro ya lo haces mejor.
Lo hace_ confirmó Harry cuando Neville se limitó a encogerse de hombros sin contestar, no estaba tan seguro de su destreza.
Entonces miró a su alrededor y comprobó que había hecho bien al proponer que practicaran los hechizos elementales en primer lugar, pues sus compañeros estaban haciendo unas chapuzas tremendas. Muchos no conseguían desarmar a sus oponentes y sólo lograban que saltaran hacia atrás unos pocos pasos o que hicieran muecas de dolor cuando su débil hechizo pasaba rozándoles la coronilla.
Quién diría que el Expelliarmus podía ser doloroso_ dijo Terry.
Creo que nadie lo imagino_ asintió Padma.
Es por eso que no deberían…_ empezó Umbridge, pero fue interrumpida.
Un poco de dolor no es nada si logran mantenerse a salvo en una pelea_ espetó
—¡Expelliarmus! —exclamó Neville. Había pillado a Harry desprevenido, y la varita saltó de la mano de éste—. ¡LO HE CONSEGUIDO! —exclamó Neville, emocionado—. No lo había hecho nunca. ¡LO HE CONSEGUIDO!
Bien hecho Neville_ dijo Adrián.
Ya se puede ver que las lecciones serán muy útiles_ asintió Augusta.
Lo han sido_ asintió Neville.
—¡Muy bien! —lo animó Harry, y decidió no comentarle que en un duelo real no era probable que su oponente estuviera mirando hacia otro lado con la varita en la mano, pero sin apretarla—.
Ese no es el punto_ dijo Neville sonriendo_ que haya podido desarmarte, es genial, antes ni siquiera desprevenido hubiera podido.
Creo que te subestimas_ dijo Harry, pero le alegraba poder ayudar con la autoestima de Neville.
Oye, Neville, ¿por qué no te turnas un rato para practicar con Ron y con Hermione? Así podré pasearme por la sala y ver cómo les va a los demás. Harry se colocó en el centro de la estancia. A Zacharias Smith le estaba pasando algo muy raro. Cada vez que abría la boca para desarmar a Anthony Goldstein, su propia varita salía despedida de su mano pese a que Anthony no decía nada.
Y te quejabas de aprender ese hechizo_ dijo Moody.
No era que lo estuviera haciendo mal_ dijo Zacharias_ no podía entender por qué pasaba eso.
Ni yo_ dijo Anthony.
A Harry no le costó mucho resolver aquel misterio: Fred y George estaban cerca de Smith y se turnaban para apuntarle a la espalda con sus varitas.
Tenían que ser ellos_ dijo Alicia negando con la cabeza.
Se lo merecía_ dijo Fred.
Por lo menos esto prueba que saben el Expelliarmus_ dijo Percy.
—Lo siento, Harry —se apresuró a decir George al comprobar que Harry lo miraba—. No he podido evitarlo. Harry se paseó entre las otras parejas e intentó corregir a los que realizaban mal el hechizo. Ginny se había emparejado con Michael Corner; lo estaba haciendo muy bien, mientras que Michael o lo hacía muy mal o no quería hechizar a Ginny.
Espero que sea que lo hacia muy mal_ dijo Ginny entrecerrando los ojos en dirección a Michael, que asintió demasiado rápido para el gusto de Ginny.
Es por eso que no practicas con tu novio_ dijo Tonks.
Eso no impediría que Blaise me hechizara, verdad_ preguntó Ginny mirando a su novio.
Por supuesto_ respondió Blaise.
Ernie Macmillan blandía exageradamente su varita, con lo que daba tiempo a su compañero para ponerse en guardia. Los hermanos Creevey practicaban con entusiasmo, pero de manera irregular, y eran ellos los responsables de que los libros saltaran de los estantes.
Por algo se empieza_ dijo Amelia_ y tu debes controlar los movimientos de tu varita, para no avisarle al enemigo_ añadió hacia Ernie que asintió.
Luna Lovegood también tenía altibajos: a veces hacía saltar la varita de la mano de Justin Finch-Fletchley, y otras sólo conseguía que se le pusiera el pelo de punta.
Tal vez lo hacía apropósito_ dijo Theo.
Creo que los Nargles no querían que lo desarmara todo el tiempo_ dijo Luna, pensativa.
Seguramente_ dijo Justin sonriéndole, le había gustado practicar con ella, aunque a veces parecía distraída.
—¡Alto! —gritó Harry—. ¡Alto! ¡ALTO! —«Necesito un silbato», pensó, e inmediatamente vio uno en lo alto de la hilera de libros más cercana. Lo cogió, sopló con fuerza y todos bajaron las varitas en el acto—. No está mal —dijo Harry— pero todavía podéis mejorar mucho. —En ese momento Zacharias le lanzó una mirada de desdén—.
Ni siquiera te diste cuenta de los gemelos desarmándote_ le recordó Remus_ creo que deberías tomar más en cuenta a quién te enseña.
Si profesor_ respondió Zacharias.
Volvamos a intentarlo. Siguió paseándose por la sala deteniéndose de vez en cuando para hacer alguna sugerencia. Poco a poco los estudiantes fueron mejorando. Durante un rato evitó acercarse a Cho y a su amiga, pero después de aproximarse dos veces a las demás parejas, tuvo la impresión de que ya no podía seguir ignorándolas.
Debería ofenderme_ preguntó Cho.
E sentía un poco incómodo de acercarme_ dijo Harry.
No sé a quién salió tan tímido_ dijo Sirius.
Qué hay de Remus_ preguntó Tonks.
Él solo finge ser tímido_ explicó Sirius, haciendo que todos miraran a Remus que mantuvo la vista en el libro.
—¡Oh, no! —exclamó Cho al ver que Harry se dirigía hacia ellas—. ¡Expelliarmonos! ¡Ay, no! ¡Expelliemillus! ¡Oh, Marietta, lo siento! —La manga de la túnica de su amiga de cabello rizado se había prendido fuego; Marietta apagó las llamas con su propia varita y miró con odio a Harry, como si él tuviera la culpa de todo—.
Cual es tu problema con Harry_ preguntó Cedric a Marietta.
No tengo ninguno_ contestó Marietta_ estaba llendo contra las ordenes de mis padres_ explicó_ mi madre trabaja en el ministerio_ añadió.
¡Me has puesto nerviosa, hasta ahora lo estaba haciendo bien! —le dijo Cho a Harry con tristeza.
Claro cúlpalo_ dijo Cedric.
Era verdad_ dijo Cho sonrojada.
—Está muy bien —mintió Harry, pero al ver que Cho arqueaba las cejas se corrigió—: Bueno, no, está fatal, pero ya sé que lo sabes hacer muy bien. He estado observándote desde allí. Cho rió y su amiga Marietta los miró con cara de pocos amigos y se apartó.
Creo que no te gusta la cercanía de Harry con Cho_ dijo Daphne con sarcasmo.
No soy quién para meterme en lo que sea que hayan tenido_ fue la única respuesta de Marietta.
—No le hagas caso —murmuró Cho—. En realidad preferiría no estar aquí, pero yo la he obligado a venir. Sus padres le han prohibido hacer cualquier cosa que pueda molestar a la profesora Umbridge. Verás, su madre trabaja para el Ministerio.
Y se llevan bien con Umbridge_ preguntó Michael.
Son gente encantadora_ dijo Umbridge_ estarán decepcionados de lo que su hija está haciendo.
No cuando vena que usted se va a Azkaban_ dijo Cedric, en defensa de la chica, que le dio una sonrisa.
—¿Y tus padres? —le preguntó Harry. —Bueno, también me han prohibido llevarle la contraria a la profesora Umbridge —afirmó Cho irguiéndose con orgullo—. Pero si creen que no voy a luchar contra Quien-tú-sabes después de lo que le pasó a Cedric…
Eso instaló un pequeño silencio en la sala mientras Cedric intentaba a costumbrase a oír de eso, pero no se estaba haciendo más fácil mientras más lo escuchaban
No hay forma de que yo me quede al margen_ dijo Cho, apretando la mano de Cedric_ aunque me meta en problemas con mis padres_ añadió con firmeza.
Tarde o temprano entenderán que haces lo correcto_ dijo Amos, sonriéndole_ y van a estar orgullosos.
Eso espero_ dijo Cho devolviéndole la sonrisa.
No terminó la frase; se quedó confundida, y entre ellos dos se hizo un incómodo silencio. Entonces la varita de Terry Boot pasó volando junto a la oreja de Harry y le dio de lleno a Alicia Spinnet en la nariz, —¡Pues mi padre apoya cualquier acción contra el Ministerio! —afirmó Luna Lovegood
Eso demuestra su inteligencia_ dijo Susan_ no te ofendas tía_ añadió con una sonrisa burlona ganándose una mal mirada de Amelia.
Creo que deberían empezar a decir ministro y no ministerio_ dijo Sirius cuando pudo controlar sus risas.
también muy orgullosa mientras Justin Finch-Fletchley intentaba colocarse bien la túnica con la que se había tapado la cabeza.
Justin se sonrojó, pero sonrió mientras los demás reían.
Luna estaba detrás de Harry y era evidente que había estado escuchando la conversación que éste había mantenido con Cho—. Siempre dice que cree a Fudge capaz de cualquier cosa. ¡Con la cantidad de duendes que ha asesinado! Además, utiliza el Departamento de Misterios para fabricar pociones terribles que hace beber a todo el que no está de acuerdo con él.
Fudge miró a Luna sin saber que pensar mientras los demás se reían sin disimular.
No creo que haga eso_ dijo Theo_ de lo contrario ya se lo habrían dado a Harry_ añadió.
Puede que tengas razón_ dijo Luna pensativa_ o tal vez no se le ha ocurrido como.
Eso puede ser_ asintió Theo, ganándose una sonrisa radiante de su novia, nadie sabía si Theo realmente lo creía, pero no dijeron nada.
Y luego está su umgubular slashkilter… —
Es una forma rara de llamar a Umbridge_ dijo Lee pensativo_ pero me gusta.
No me refería a Umbridge_ dijo Luna sobre las risas de todos.
No hagas preguntas —recomendó Harry por lo bajo a Cho al ver que ésta abría la boca, desconcertada. Cho rió.
Es mejor no hacerlo_ dijo Ginny, varios asintieron.
No me molesta que pregunten_ aseguró Luna.
—Oye, Harry —gritó Hermione desde el otro extremo de la sala—. ¿Has mirado la hora? Harry consultó su reloj y se llevó una sorpresa al ver que ya eran las nueve y diez, lo cual significaba que tenían que volver a sus salas comunes inmediatamente si no querían que Filch los pescara y los castigara por estar en los pasillos fuera de los límites permitidos.
El tiempo vuela cuando haces algo productivo_ dijo Marcus.
Podríamos cancelar la clase Umbridge y dejar que Harry nos enseñe_ preguntó Collin, todos miraron al director esperanzado.
De hecho, tengo una idea_ dijo Amelia_ si lo permites, Albus.
Algo me dice que tienes la misma idea que yo_ dijo el director con los ojos brillantes, haciendo que varios los miraran, queriendo saber que planeaban.
Entonces hizo sonar el silbato, los estudiantes dejaron de gritar «¡Expelliarmus!» y las dos últimas varitas cayeron al suelo. —Bueno, ha estado muy bien —comentó Harry—, pero la sesión se ha prolongado más de lo previsto. Tenemos que dejarlo aquí. ¿Quedamos la semana que viene a la misma hora en el mismo sitio? —¡Antes! —exclamó Dean Thomas con entusiasmo, y muchos compañeros asintieron con la cabeza.
No quería que acabara_ dijo Dean.
Suena a una clase genial_ dijo Seamus.
Iras a la próxima_ dijo Dean palmeándole la espalda.
Angelina, en cambio, dijo: —¡La temporada de quidditch está a punto de empezar y el equipo también tiene que practicar! —Entonces el próximo miércoles por la noche —determinó Harry—. Ya decidiremos si hacemos alguna reunión adicional. ¡Ahora será mejor que nos vayamos! Volvió a sacar el mapa del merodeador y lo revisó meticulosamente para ver si había algún profesor en el séptimo piso. Dejó salir a sus compañeros en grupos de tres y de cuatro, y luego siguió con inquietud los diminutos puntos que los representaban en el mapa para asegurarse de que regresaban sanos y salvos a sus dormitorios:
De verdad_ preguntó Justin mientras todos miraban a Harry con sorpresa.
Por supuesto_ dijo Harry_ ser atrapados ya no implicaría una simple detención, me preocupa bastante que los atrapen_ explicó ganándose sonrisas de todo su ejército.
los de Hufflepuff se dirigieron hacia el pasillo del sótano, que también conducía a las cocinas; los de Ravenclaw, a una torre situada en el ala oeste del castillo, y los de Gryffindor, por el pasillo del retrato de la Señora Gorda. —Ha sido estupendo, Harry —confesó Hermione cuando por fin se quedaron solos él, ella y Ron. —¡Sí, genial! —coincidió éste, entusiasmado. Salieron por la puerta y vieron cómo ésta volvía a convertirse en piedra—. ¿Has visto cómo he desarmado a Hermione, Harry? —Sólo una vez —puntualizó ella, dolida—. Yo te he desarmado muchas más veces que tú a mí.
Ya decía yo que estaban muy tranquilos_ dijo Molly negando con la cabeza.
Es para no perder la costumbre_ dijo Ron intercambiando una sonrisa con Hermione.
Tan difícil les resulta estar un día sin pelear_ preguntó Fleur.
Ya no tanto_ respondieron ambos después de intercambiar una mirada.
—No te he desarmado sólo una vez; han sido como mínimo tres. —Sí, claro, contando la vez que ha tropezado y al caerte me ha quitado la varita de un manotazo.
Ron se puso muy rojo cuando todos rieron.
No fue tan malo_ aseguró Ron permitiéndose una sonrisa.
Siguieron discutiendo hasta que llegaron a la sala común, pero Harry no les hacía caso. Observaba muy atento el mapa del merodeador, pero al mismo tiempo recordaba que Cho le había dicho que la ponía nerviosa.
Harry_ gimió Cho sonrojándose.
Eso dijiste_ se defendió Harry igual de sonrojado.
Es el final del capítulo_ dijo Fudge cerrando el libro.
