HARRY POTTER LE PERTENECE A JK ROWLING

Harry Potter, los personajes y todo lo de negrita le pertenecen a

J. K. ROWLING.

Hola espero que les guste el capitulo, por favor voten y comenten que les parecio.

Quién quiere leer ahora_ preguntó el director.

Supongo que yo lo haré_ dijo Minerva al ver que nadie levantaba la mano, demasiado angustiados por lo que saldría en el capítulo.

Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas_ leyó.

Eso es bueno, verdad_ preguntó George_ significa que papá será atendido.

Es bueno_ asintió Fred, apretando el brazo de su hermano_ en San Mungo sabrán que hacer_ todos los hermanos asintieron intentando creerlo.

Harry se sintió tan aliviado al comprobar que la profesora McGonagall se lo tomaba en serio que no vaciló: se levantó de inmediato de la cama y se puso la bata y las gafas. —Tú también tendrías que venir, Weasley —indicó la profesora.

Me alegra no haber tenido que pedirlo_ dijo Ron.

Era mejor que los dos fueran_ dijo Albus.

Y el resto de nosotros_ preguntó Ginny.

Seguramente los llamaré después de hablar con el señor Potter_ aseguró Albus.

Salieron con ella del dormitorio, donde dejaron a Neville, Dean y Seamus, que no se atrevieron a abrir la boca,

Era un momento muy delicado_ dijo Neville.

Y probablemente estábamos muy confundidos_ dijo Seamus, Dean asintió.

bajaron por la escalera de caracol hasta la sala común, salieron por el hueco del retrato y llegaron al pasillo de la Señora Gorda, iluminado por la luna. Harry tenía la impresión de que el pánico que se acumulaba en su interior podía desbordarse en cualquier momento; le habría gustado echar a correr y llamar a gritos a Dumbledore. El señor Weasley estaba desangrándose mientras ellos andaban tranquilamente por el pasillo;

Un poco de prisa sería bueno, profesora_ dijo Bill, que ya no podía con los nervios.

Estoy segura que tu papá estará bien_ dijo Fleur, acariciando su mano con dulzura.

Pero se está demorando mucho en llegar_ dijo Charlie.

El capítulo a penas empieza_ dijo Minerva_ no creo que tardemos en saber cómo está Arthur.

¿y si aquellos colmillos (Harry hizo un esfuerzo para no pensar «mis colmillos») eran venenosos?

Harry_ empezó Sirius con suavidad.

Solo sigamos_ dijo Harry, recostándose en el hombro de Daphne, Sirius suspiró, pero asintió.

Se cruzaron con la Señora Norris, que los miró con los ojos como lámparas y bufó débilmente, pero la profesora McGonagall dijo «¡Fuera!» y la gata se escabulló en las sombras.

Buena manera de tratarla_ dijo Lee_ pero a nosotros seguro nos atacaría_ añadió en un intento de animar a sus amigos, pero ellos solo le sonrieron débilmente.

Al cabo de unos minutos llegaron a la gárgola de piedra que vigilaba la entrada del despacho de Dumbledore. —¡Meigas fritas! —dijo la profesora McGonagall. La gárgola cobró vida y se apartó hacia un lado, y la pared que tenía detrás se abrió dejando ver una escalera de piedra que se movía continuamente hacia arriba, como una escalera mecánica de caracol. Montaron los tres en la escalera móvil; la pared se cerró tras ellos con un ruido sordo y empezaron a ascender, describiendo cerrados círculos, hasta que llegaron a la brillante puerta de roble en la que sobresalía la aldaba de bronce que representaba un grifo. Era más de medianoche, pero en el interior de la habitación se oían voces, como un agitado murmullo.

Eso hizo que muchos fruncieran el ceño.

No creo que haya nadie más en mi oficina_ dijo el director_ seguramente hablaba con los cuadros_ eso consiguió aún más ceños fruncidos, qué haría el director hablando con los cuadros a media noche, pero Albus no dijo más al respecto.

Parecía que Dumbledore estaba reunido por lo menos con una docena de personas. La profesora McGonagall llamó tres veces con la aldaba en forma de grifo y las voces cesaron inmediatamente, como si alguien las hubiera hecho callar pulsando un interruptor. La puerta se abrió sola, y la profesora precedió a Harry y a Ron hacia el interior. El cuarto estaba en penumbra; los extraños instrumentos de plata que había sobre las mesas estaban quietos y silenciosos en lugar de zumbar y despedir bocanadas de humo, como solían hacer; los retratos de anteriores directores y directoras que cubrían las paredes dormitaban en sus marcos.

Si los cuadros están dormidos, como hablaba con ellos_ preguntó Blaise, confundido, el director se encogió de hombros sin una palabra y le lanzó una mirada a Minerva para que siguiera leyendo.

Junto a la puerta, un espléndido pájaro rojo y dorado del tamaño de un cisne dormía en su percha con la cabeza bajo el ala. —Ah, es usted, profesora McGonagall…, y…, ¡ah! Dumbledore estaba sentado en una silla de respaldo alto detrás de su mesa, inclinado sobre la luz de las velas que iluminaban los papeles que tenía delante. Aunque llevaba una bata de color morado y dorado con espléndidos bordados sobre una camisa de dormir blanquísima, estaba completamente despierto y tenía los penetrantes ojos azul claro fijos en la profesora McGonagall. —

Sabias lo que estaba pasando_ preguntó Molly.

No lo creo_ dijo el director_ no lo parece_ añadió pensativo.

Creo que lo mejor es leer rápido_ dijo Fudge_ en este punto, no tendremos muchas respuestas a menos que leamos_ todos asintieron resignados.

Profesor Dumbledore, Potter ha tenido…, bueno, una pesadilla —declaró la profesora—. Dice que… —No era ninguna pesadilla —se apresuró a corregir Harry.

Las pesadillas no suceden de verdad_ dijo Harry.

Pero manera la mejor manera de empezar a explicarlo_ dijo Minerva.

La profesora McGonagall miró al muchacho con el entrecejo fruncido. —Está bien, Potter, cuéntaselo tú al director. —

Mejor que lo haga Harry_ dijo Daphne, todos asintieron.

Verá… Yo… estaba dormido, es verdad… —empezó a explicar Harry, y pese al terror que sentía y la desesperación por conseguir que Dumbledore lo entendiera, le molestó un poco que el director no lo mirara a él, sino que se examinara los dedos, que tenía entrelazados—.

Eso hace que me den tantas ganas de recurrir a él_ murmuró Harry.

seguro pronto descubrimos a qué se debe_ dijo Daphne, acariciando su cabello, aliviando un poco la tensión que sentía.

Pero no era un sueño corriente…, era real… Vi cómo pasaba… —Inspiró hondo—. Al padre de Ron, el señor Weasley, lo ha atacado una serpiente gigantesca. Las palabras resonaron en la habitación y resultaron ligeramente ridículas, incluso cómicas.

No tiene nada de cómico, lo descrito en el capítulo anterior_ dijo Fred.

Debió parecer cómica la manera en la que sonó_ dijo Harry.

Es probable_ dijo Ron, desesperado por qué tardaban tanto en decir como estaba su padre.

Luego se produjo un silencio durante el cual Dumbledore se recostó en la silla y se quedó contemplando el techo con aire meditabundo. Ron, pálido y conmocionado, miró a Harry y luego al director. —¿Cómo lo has visto? —le preguntó Dumbledore con serenidad, aunque seguía sin mirarlo. —Pues… no lo sé —contestó Harry, muy enfadado. ¿Qué importancia tenía eso? —. Dentro de mi cabeza, supongo. —No me has entendido —dijo Dumbledore con el mismo tono reposado—. Me refiero a si… ¿Recuerdas… dónde estabas situado cuando presenciaste el ataque? ¿Estabas de pie junto a la víctima o contemplabas la escena desde arriba? Aquélla era una pregunta tan curiosa que Harry se quedó observando al director con la boca abierta; era como si él supiera…

Eso hizo que todos miraran al director, intrigados, aunque las miradas de los merodeadores y los de la orden eran bastante sospechosas.

Quieres explicar, Albus_ preguntó Arthur.

Todo se aclarará en el libro_ dijo Albus, sonando cansado_ no hay por qué perder tiempo con explicaciones que luego saldrán_ añadió.

Bueno_ murmuraron los merodeadores nada contentos con eso.

—Yo era la serpiente —afirmó—. Lo vi todo desde la posición de la serpiente. Hubo un nuevo momento de silencio; entonces Dumbledore, sin mirar a Ron, que todavía estaba blanco como la cera, preguntó con un tono de voz diferente, más brusco: —¿Está Arthur gravemente herido? —Sí —contestó Harry con ímpetu. ¿Cómo podían ser todos tan duros de mollera?

Harry sonrió cuando se escucharon algunas risitas alrededor del gran comedor.

No creo que alguien llamara así al directo alguna vez_ dijo Theo.

Pero en este momento lo parece_ dijo Harry encogiéndose de hombros, mientras el director lo miraba sin saber si estar ofendido o divertido.

¿No sabían lo que podía llegar a sangrar una persona cuando unos colmillos de ese tamaño le perforaban el costado?

Harry_ gimieron todos los Weasley poniéndose muy pálidos.

Lo siento_ dijo Harry_ pero me está empezando a molestar.

No te culpo_ murmuraron varios.

¿Y por qué no tenía Dumbledore el detalle de mirarlo a la cara?

Buena pregunta_ dijo Sirius_ si sabes que Harry no lee la mente, verdad_ preguntó_ no pasará nada por mirarlo.

Tengo mis razones_ dijo Albus.

Espero que sean buenas_ murmuró Remus.

Pero entonces el director se puso en pie tan deprisa que Harry se sobresaltó, y se dirigió a uno de los viejos retratos que estaba colgado muy cerca del techo. —¡Everard! —dijo enérgicamente—. ¡Y tú también, Dilys! Dos personajes que parecían sumidos en el más profundo de los sueños, un mago de rostro cetrino con un corto flequillo negro y una anciana bruja con largos tirabuzones plateados que estaba en el cuadro de al lado, abrieron de inmediato los ojos. —¿Lo habéis oído? —les preguntó Dumbledore. El mago asintió con la cabeza y la bruja dijo: «Por supuesto.» —Es pelirrojo y lleva gafas —especificó Dumbledore—Everard, tendrás que dar la alarma, asegúrate de que lo encuentran las personas adecuadas…

Al fin_ dijo George.

Van a ver que todo sale bien_ dijo Arthur, con gesto tranquilizador.

No lo creeremos hasta escucharlo_ dijo Charlie, sus hermanos asintieron.

Sigue Minerva_ suspiró Arthur.

El mago y la bruja asintieron y se desplazaron hacia un lado de sus respectivos marcos, pero en lugar de aparecer en los cuadros contiguos (como solía ocurrir en Hogwarts), ninguno de los dos reapareció. En ese momento, en uno de los cuadros sólo había una cortina oscura como telón de fondo; en el otro, una bonita butaca de cuero. Harry se fijó en que muchos otros directores y directoras, pese a roncar y babear de forma muy convincente, lo observaban con disimulo sin levantar apenas los párpados, y de pronto comprendió quiénes eran los que estaban hablando cuando habían llamado a la puerta.

Entonces solo fingían_ dijo Ernie, negando con la cabeza.

Son buenos en eso_ dijo Amelia_ así que incluso si los ven dormidos, es mejor que no hagan nada delante de ellos_ aconsejó.

Qué hacías, que los cuadros no debían saber _ preguntó Sirius levantando una ceja, Amelia se encogió de hombros con una sonrisa inocente.

Creo que Sirius no es el único que quería privacidad total para "estudiar" _ dijo Tonks con una risita, Sirius frunció el ceño y miró a su novia que fingió estar atenta a la lectura.

—Everard y Dilys fueron dos de los más célebres directores de Hogwarts —explicó Dumbledore, que pasó junto a Harry, Ron y la profesora McGonagall para acercarse al magnífico pájaro que dormía en la percha al lado de la puerta—. Tal es su renombre que ambos tienen retratos colgados en importantes instituciones mágicas. Como tienen libertad para moverse de uno a otro de sus propios retratos, podrán decirnos qué está pasando en otros sitios… —Pero ¡el señor Weasley podría estar en cualquier parte! —exclamó Harry. —Sentaos los tres, por favor —dijo Dumbledore ignorando por completo el comentario del chico—.

Creo que el director sabe perfectamente donde está_ dijo Susan.

Debe ser una misión del orden_ comprendieron varios.

Es lo más probable_ asintió Arthur.

Dentro del ministerio_ preguntó Fudge.

Ahí hay algo que Voldemort quiere_ fue todo lo que dijo Albus.

Será mejor seguir leyendo entonces_ dijo Fudge dándole al director una mirada recelosa, pero no era el único.

Everard y Dilys quizá tarden unos minutos en regresar. Profesora McGonagall, ¿quiere acercar unas sillas? La profesora McGonagall sacó la varita mágica del bolsillo de la bata y la agitó; de la nada aparecieron tres sillas de madera, con respaldo alto, muy diferentes de las cómodas butacas de chintz que Dumbledore había hecho aparecer durante la vista de Harry. Éste se sentó, pero giró la cabeza para mirar a Dumbledore. El director acariciaba con un dedo las doradas plumas de la cabeza de Fawkes, y el fénix despertó al momento. Levantó su hermosa cabeza y miró a Dumbledore con sus ojos brillantes y oscuros. —Necesitaremos que nos avises —le dijo Dumbledore en voz baja al pájaro. Hubo un fogonazo y el fénix desapareció.

Solo necesita decir eso_ preguntó Padma frunciendo el ceño.

Fawkes es muy inteligente_ dijo Albus_ aun dormido debió escuchar todos y sabe a dónde debe ir.

A donde lo mandó_ preguntó Terry.

Seguro a la madriguera_ dijo Molly_ o a decirle a la orden_ el director asintió distraído, era probable que el fénix hubiera ido a otro lado.

Entonces Dumbledore se inclinó sobre uno de aquellos frágiles instrumentos de plata cuya función Harry nunca había conocido, lo llevó a su mesa, se sentó de cara a sus visitantes y dio unos golpecitos en él con la punta de la varita. El instrumento cobró vida de inmediato y empezó a emitir unos rítmicos tintineos. Por el minúsculo tubo de plata que tenía en la parte superior empezaron a salir pequeñas bocanadas de un pálido humo verde. Dumbledore lo observaba atentamente con la frente arrugada. Tras unos segundos, las pequeñas bocanadas se convirtieron en un chorro de humo cada vez más denso que formaba espirales en el aire… Luego, en el extremo se formó una cabeza de serpiente que abría mucho la boca. Harry se preguntó si aquel instrumento estaría confirmando su historia:

Eso parece_ dijo Hermione lentamente_ pero qué es eso.

Para saberlo hay que seguir leyendo_ espetó Umbridge, nada interesada en lo que estaba sucediendo.

Eso me ayudará a entender un poco mejor lo que estaba pasando_ dijo Albus.

Leer el futuro será insoportable con tantas dudas_ les dijo Harry a Ron y Hermione que asintieron.

miró con avidez a Dumbledore en busca de alguna señal de que estaba en lo cierto, pero el director no levantó la cabeza. —Naturalmente, naturalmente —murmuró Dumbledore, al parecer para sí, sin dejar de observar el chorro de humo y sin dar la más leve señal de sorpresa—. Pero ¿dividido en esencia?

Como_ preguntó Oliver, más que confundido, pero no obtuvo respuesta.

El director sabe demasiado del asunto_ murmuró Harry.

Así parece_ dijo Ron_ pero no creo que ganemos algo preguntando_ añadió.

Para Harry aquella pregunta no tenía ni pies ni cabeza. Sin embargo, la serpiente de humo se dividió al instante en dos serpientes, y ambas siguieron enroscándose y ondulando en la penumbra.

La serpiente que atacó a papá, es la mitad de otra serpiente_ preguntó Bill, tratando de entender.

Creo que mejor seguimos_ dijo Charlie_ o terminaremos demasiado confundidos.

Con gesto de amarga satisfacción, Dumbledore dio otro golpecito al instrumento con la varita: entonces el tintineo fue cesando hasta apagarse, y las serpientes de humo quedaron reducidas a una neblina informe que acabó esfumándose y desapareciendo por completo. Dumbledore volvió a dejar el instrumento encima de la mesita de finas patas. Harry percibió que era observado por muchos de los directores de los retratos; entonces éstos, al darse cuenta de que Harry estaba mirándolos, volvieron a hacerse los dormidos.

Harry rodó los ojos ante el comportamiento de los retratos mientras algunos se permitían leves risitas, incluso los Weasley se esbozaron rápidas sonrisas.

Creo que ya nadie confiara en los retratos_ dijo Dennis, varios le dieron la razón.

El chico quería preguntar para qué servía aquel extraño instrumento de plata, pero antes de que pudiera plantearlo se oyó un grito en lo alto de la pared, a su derecha: Everard había vuelto a su retrato, jadeando ligeramente. —¡Dumbledore! —¿Qué ha pasado? —preguntó éste enseguida. —Grité hasta que alguien llegó corriendo —contó el mago secándose la frente con la cortina que tenía detrás— y le dije que había oído que algo se movía abajo. No estaban seguros de si debían creerme, pero fueron a comprobarlo.

Al menos lo hicieron_ dijo Molly.

Donde es ahí abajo_ preguntó Justin.

La pregunta seria qué hay ahí que es importante para Voldemort y la orden_ dijo Amelia.

El libro lo dirá_ contestó Albus.

Ya sabes que allí abajo no hay retratos desde los cuales se pueda mirar. En fin, unos minutos más tarde lo subieron. No tiene buen aspecto, está cubierto de sangre.

Oh Merlín_ dijo Ginny, agitando la cabeza sin querer imaginarlo, esto hacia la situación mucho más real.

Corrí hasta el retrato de Elfrida Cragg para verlo bien cuando se marchaban… —Muy bien —dijo Dumbledore, y Ron hizo un movimiento convulsivo—. Entonces supongo que Dilys lo habrá visto llegar… Unos momentos después, la bruja de los tirabuzones plateados apareció también en su retrato; se sentó tosiendo en su butaca y afirmó: —Sí, lo han llevado a San Mungo, Dumbledore… Han pasado por delante de mí retrato… Tiene mal aspecto…

Pero ya está recibiendo ayuda_ dijo Angelina, poniendo toda la seguridad que pudo en su voz.

Exactamente, verán que no hay razón para alarmarse_ dijo Arthur, aunque no parecía creerlo, pero él sabía que las misiones de la orden eran peligrosas y estaba listo para correr el riesgo.

Claro que la hay_ dijo Percy muy bajo, pero todos lo escucharon.

—Gracias —dijo el director, quien luego miró a la profesora McGonagall y añadió—: Minerva, necesito que vaya a despertar a los otros hijos de Weasley.

Ya era hora_ dijo Ginny_ hace rato deberían habernos avisado_ los gemelos asintieron.

—Ahora mismo voy. —La profesora McGonagall se dirigió rápidamente hacia la puerta y Harry miró de reojo a Ron, que parecía aterrado—. ¿Y… qué hay de Molly, Dumbledore? —preguntó la profesora deteniéndose frente a la puerta. —De eso se encargará Fawkes cuando haya terminado de vigilar si se acerca alguien —determinó Dumbledore—. Pero quizá lo sepa ya, porque tiene ese estupendo reloj…

Es lo más seguro_ dijo Molly_ ese reloj es de lo más útil.

Creo que todas las casas deberían tener uno_ dijo Augusta_ el problema es donde conseguirlo.

Ya dijimos que intentaremos recrearlo_ dijo Fred_ espero que lo logremos_ George asintió.

Harry comprendió que Dumbledore se refería al reloj que, en lugar de indicar la hora, indicaba el paradero y el estado de los diferentes miembros de la familia Weasley, y con una punzada de dolor pensó que la manecilla del señor Weasley estaría señalando el rótulo de «Peligro de muerte». Pero era muy tarde. Seguramente la señora Weasley estaría durmiendo, y no mirando el reloj.

Lo veo poco probable_ dijo Molly_ no suelo dormir cuando Arthur tiene una misión.

No quiero ni imaginarme como te debes estar sintiendo_ dijo Amelia agitando la cabeza.

Dentro de poco estaré con él y es todo lo que importa_ dijo Molly, desesperada por acabar el capítulo y que digan que su esposo está bien.

Harry sintió un escalofrío al recordar cómo el boggart de la señora Weasley había adoptado la forma del cuerpo sin vida del señor Weasley, a quien se le habían torcido las gafas y por cuya cara resbalaba la sangre… Pero el señor Weasley no moriría, no podía morir…

Harry por favor_ dijo Ginny con los ojos llenos de lágrimas_ deja de..._ se interrumpió.

No puedo controlar lo que pienso_ dijo Harry suavemente.

Está bien, Harry_ dijo Bill_ solo pasemos esto rápido.

En ese momento Dumbledore hurgaba en un armario que Harry y Ron tenían detrás. Por fin dejó de revolver y apareció con una vieja y ennegrecida tetera que dejó con cuidado sobre su mesa. Entonces levantó la varita y murmuró: «¡Portus!» La tetera tembló brevemente y emitió un extraño resplandor azulado; luego dejó de estremecerse y se quedó tan negra como al principio.

Está haciendo un traslador ilegal_ dijo Umbridge.

Con usted vigilando las chimeneas, realmente no hay muchas opciones_ dijo Albus tranquilamente.

Eso no es excusa_ espetó Umbridge_ ministro.

Ya cállese_ dijo Fleur_ no estamos para aguantarla_ informó dándole una mirada retándola a continuar.

Dumbledore se acercó a otro retrato, que representaba a un mago con pinta de listillo, con barba puntiaguda, al que habían pintado vestido de verde y plata, los colores de Slytherin; al parecer, dormía tan profundamente que no oyó la voz de Dumbledore cuando éste intentó despertarlo. —Phineas. ¡Phineas! Los personajes de los retratos que cubrían las paredes ya no se hacían los dormidos, sino que se movían por sus cuadros para ver lo que pasaba en la habitación. Al ver que el mago con pinta de listo seguía fingiendo que dormía, algunos lo llamaron también a gritos. —¡Phineas! ¡Phineas! ¡PHINEAS! Como ya no podía disimular más, dio un exagerado brinco y abrió mucho los ojos. —¿Alguien me llama? —

No, te parece_ dijo Sirius secamente_ es tan servicial_ añadió con sarcasmo.

Es tu abuelo verdad_ preguntó Neville, recordando capítulos anteriores.

Podría decirse_ concedió Sirius.

Podría_ preguntó Narcissa_ es tu abuelo.

Recuerda que fui repudiado_ contestó Sirius.

Una de las ventajas es poder alegar que no tienes relación con algún Black_ dijo Andrómeda, Sirius asintió sonriéndole mientras Narcissa rodaba los ojos, aunque Draco notó que intentaba no sonreír.

Necesito que visites una vez más tu otro retrato, Phineas —le pidió Dumbledore—. Tengo un nuevo mensaje. —¿Visitar mi otro retrato? —repitió Phineas con voz aflautada, y dio un largo y falso bostezo mientras recorría la habitación con la mirada y se fijaba en Harry—. ¡Ah, no, Dumbledore, esta noche estoy demasiado cansado!

Los cuadros se cansan_ preguntó Dudley.

Claro, por qué pensaste que dormían_ preguntó Flitwick.

Aburrimiento_ contestó Dudley encogiéndose de hombros_ pero no es como que hicieran mucho o sí_ preguntó.

Normalmente no_ dijo Sproud_ pero ya puede ver lo útiles que son_ Dudley asintió.

A Harry la voz de Phineas le resultaba familiar, pero no sabía dónde la había oído. De pronto los retratos de las paredes estallaron en manifestaciones de protesta. —¡Insubordinación, señor! —bramó un mago robusto de nariz encarnada, blandiendo los puños—. ¡Negligencia en el cumplimiento del deber! —¡Estamos moralmente obligados a prestar servicio al actual director de Hogwarts! —gritó un anciano mago de aspecto frágil al que Harry identificó como el predecesor de Dumbledore, Armando Dippet—. ¡Debería darte vergüenza, Phineas!

Ni una palabra Sirius_ advirtió Narcissa al ver que su primo abría la boca.

No necesito decir nada_ dijo Sirius_ muchos de aquí piensan lo mismo_ añadió con inocencia.

Qué crees que iba a decir_ preguntó Susan a su tía.

Nada bueno_ fue todo lo que contestó Amelia.

—¿Lo convenzo, Dumbledore? —insinuó una bruja de ojos penetrantes que levantó una varita inusualmente gruesa parecida a una vara para dar azotes.

Hazlo_ dijo Andrómeda_ está haciendo perder el tiempo_ añadió cuando todos la miraron.

—Está bien, está bien —cedió Phineas mirando con aprensión la varita de la bruja —, aunque es posible que ya haya destrozado mi retrato, como ha hecho con los de la mayoría de la familia… —

Destrozaste los retratos_ preguntó Narcissa.

Solo de los que se lo merecían_ dijo Sirius_ hubo algunos que se quedaron.

Y no destrozaste el de la tía_ preguntó Andrómeda, Sirius se encogió de hombros.

Sirius sabe perfectamente que no tiene que destruir tu retrato —replicó Dumbledore,

Lo sé_ suspiró Sirius_ por ahora lo necesitamos_ dijo, pero no sonaba muy contento.

y de inmediato Harry supo dónde había oído antes la voz de Phineas: era la que salía del cuadro, en apariencia vacío, que había en su dormitorio de Grimmauld Place—. Tienes que decirle que Arthur Weasley está gravemente herido y que su esposa, hijos y Harry Potter llegarán en breve a su casa. ¿Lo has entendido? —

al final pasaremos la navidad todos juntos_ dijo Sirius.

Aunque habría sido bueno en otras circunstancias_ dijo Harry.

Arthur Weasley herido, esposa e hijos y Harry Potter invitados —repitió Phineas con aburrimiento—. Sí, sí…, muy bien… Entonces se inclinó hacia un lado del retrato y desapareció de la vista en el preciso instante en que la puerta del despacho volvía a abrirse. Fred, George y Ginny entraron con la profesora McGonagall; los tres iban en pijama y despeinados, y parecían asustados. —

Y no es para menos_ dijo George_ no todos los días te despiertan por qué tu padre…_ no pudo continuar.

Hay que tratar de no pensar en eso_ dijo Katie con dulzura_ y esperar que al final del capítulo el señor Weasley se hay recuperado.

Esperemos que así sea_ dijo Charlie soltando un suspiro, este capítulo se le estaba haciendo eterno.

¿Qué pasa, Harry? —preguntó Ginny, que tenía aspecto de estar muerta de miedo—. La profesora McGonagall dice que has visto cómo atacaban a papá… —Vuestro padre ha tenido un accidente mientras trabajaba para la Orden del Fénix —explicó Dumbledore antes de que Harry pudiera hablar—. Lo han llevado al Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas. Os voy a enviar a casa de Sirius, que está mucho más cerca del hospital que La Madriguera.

Es el mejor Sitio para estar_ dijo Molly_ espero que no sea un problema, Sirius.

Claro que no_ dijo Sirius_ la casa está para quién lo necesite.

Así podremos ir más rápido a papá_ dijo Fred, sus hermanos asintieron.

Allí os reuniréis con vuestra madre. —¿Cómo vamos a ir? —preguntó Fred, muy afectado—. ¿Con polvos flu? —No —respondió Dumbledore—. Ahora los polvos flu no son seguros, la Red está vigilada. Utilizaréis un traslador. —Señaló la vieja tetera de aspecto inocente que había dejado encima de la mesa—. Estamos esperando el informe de Phineas Nigellus. Antes de enviaros quiero asegurarme de que no hay ningún peligro. En ese momento se produjo un fogonazo en medio del despacho; cuando se apagó, apareció una pluma dorada que descendió flotando suavemente. —Es el aviso de Fawkes —anunció Dumbledore, y cogió la pluma antes de que llegara al suelo—. La profesora Umbridge sabe que no estáis en vuestras camas…

Vieja metiche_ dijeron varios mirando con furia, la expresión triunfante de Umbridge.

Como fue qué se enteró_ preguntó Alicia.

Tal vez la señora Norris le aviso a Filch_ dijo Percy_ y Filch le dijo a Umbridge.

Eso debe haber pasado_ asintió Ron con fastidio.

Minerva, vaya y entreténgala, cuéntele cualquier historia… Acto seguido, la profesora McGonagall salió por la puerta en medio de un revuelo de cuadros escoceses. —Dice que será un placer —afirmó una voz aburrida detrás de Dumbledore; Phineas había vuelto a aparecer ante el estandarte de Slytherin—. Mi tataranieto siempre ha tenido un gusto muy extraño con los huéspedes.

Es mi ahijado y sus amigos, no tiene nada de extraño_ dijo Sirius.

Ya no recuerdas los huéspedes que intentaste llevar_ preguntó Narcissa levantando una ceja.

Qué huéspedes_ preguntó Harry.

Ninguno_ dijo Sirius frunciendo el ceño_ nunca quise que nadie conociera esa casa_ añadió, pero la mirada de Narcissa le hacía pensar que había algo que no recordaba.

—Entonces, venid aquí —les dijo Dumbledore a Harry y a los Weasley—. Y rápido, antes de que llegue alguien más. Harry y los demás se agruparon alrededor de la mesa del director. —¿Todos habéis utilizado ya un traslador? —preguntó Dumbledore; los muchachos asintieron y estiraron una mano para tocar alguna parte de la ennegrecida tetera—. Muy bien. Entonces, cuando cuente tres, uno…, dos… Sucedió en una milésima de segundo: en la pausa infinitesimal que hubo antes de que Dumbledore dijera «tres», Harry levantó la cabeza y miró al director (pues estaban muy cerca), cuyos ojos azules se desviaron desde el traslador hacia la cara del muchacho. Inmediatamente, la cicatriz de Harry se puso a arder, como si se le hubiera abierto la vieja herida,

Como_ preguntó Astoria mientras Harry se llevaba la mano la cicatriz_ por qué pasó eso cuando viste al director.

Ni idea_ dijo Harry mirando al director, que desvió la mirada, sin intención de contestar.

Voy a seguir leyendo_ dijo Minerva para romper el silencio incómodo que se instaló en el comedor.

y surgió dentro de él un odio espontáneo y no deseado, aunque horriblemente intenso, y tan potente que por un instante pensó que no había nada que deseara más en el mundo que golpear, morder e hincarle los colmillos al hombre que tenía delante… —

eso hizo que todos voltearan a ver a Harry con los ojos muy abierto, mientras este palidecía y miraba con horror al director.

Qué…yo…pero…_ Harry no tenía idea de que decir en ese momento.

Está bien, Harry_ dijo Albus_ esto no es tu culpa_ aseguró, pero no añadió más.

… tres. Harry notó una fuerte sacudida en el estómago y el suelo desapareció bajo sus pies, pero seguía teniendo una mano pegada a la tetera; chocó contra los otros mientras salían despedidos a toda velocidad hacia delante, en medio de un torbellino de colores y una fuerte ráfaga de viento, arrastrados por la tetera… hasta que tocó bruscamente el suelo con los pies y se le doblaron las rodillas; la tetera cayó al suelo, y una voz cercana dijo: —Ya están aquí esos mocosos traidores a la sangre. ¿Es verdad que su padre está muriéndose?

No es asunto tuyo_ dijo Ron apretando los puños_ maldito elfo_ gruñó.

Ese es el elfo_ preguntó Alicia.

Lo más probable_ dijo Fred_ no suena a la madre de Sirius.

Es Kreacher_ asintió Sirius.

—¡FUERA! —gritó otra voz. Harry se puso en pie y miró alrededor; habían llegado a la lúgubre cocina del sótano del número 12 de Grimmauld Place. Los únicos puntos de luz eran el fuego y una vela parpadeante que iluminaban los restos de una cena solitaria. Kreacher salía en aquel momento por la puerta que daba al vestíbulo; entonces giró la cabeza y les lanzó una mirada maliciosa al mismo tiempo que se colocaba bien el taparrabos.

Es un…_ George a penas se contuvo.

No vale la pena_ dijo Sirius_ es mejor ignorarlo.

Pero mantelo lejos_ dijo Harry_ no creo que alguien pueda soportarlo en ese momento.

Lo intentaré_ dijo Sirius.

Sirius corría hacia ellos con gesto de preocupación. Iba sin afeitar y todavía llevaba puesta la ropa de calle; despedía un olorcillo a alcohol parecido al de Mundungus.

No saliste, verdad_ preguntó Amelia.

Tengo bastante alcohol en casa_ contestó Sirius.

—¿Qué ha pasado? —preguntó, y estiró una mano para ayudar a Ginny a levantarse—. Phineas Nigellus me ha dicho que Arthur está gravemente herido. —Pregúntaselo a Harry —sugirió Fred. —Sí, yo también quiero enterarme —dijo George. Los gemelos y Ginny miraban fijamente a Harry. Los pasos de Kreacher se habían parado en la escalera. —Fue… —empezó Harry; aquello era aún peor que contárselo a la profesora McGonagall y a Dumbledore—. Tuve una… especie de… visión… Y les contó todo lo que había visto, pero alteró el relato, de modo que pareciera que lo había contemplado desde fuera, mientras la serpiente atacaba, y no con los ojos del reptil.

Creo que fue lo mejor_ dijo Molly_ es bastante preocupante eso de que eras la serpiente.

Lo sé_ dijo Harry_ cuanto creen que tardaremos en saber lo que pasaba_ preguntó.

Tal vez unos capítulos más_ dijo Albus, aunque no sonaba muy seguro.

Ron, que todavía estaba muy pálido, le lanzó una mirada fugaz, aunque no hizo ningún comentario. Cuando Harry hubo terminado, Fred, George y Ginny se quedaron observándolo con atención un momento. Harry no sabía si se lo imaginaba o no, pero le pareció detectar un destello acusador en sus ojos.

No lo creo_ dijo Fred_ nada de esto es tu culpa.

Pero…_ Harry fue interrumpido.

Si hubo algún destello acusador, no fue consciente_ dijo George_ nuestras emociones deben estar por todas partes_ Harry asintió aceptando eso.

Y si le iban a echar la culpa sólo por haber presenciado el ataque, se alegraba de no haberles contado que lo había visto desde el interior de la serpiente. —¿Está nuestra madre aquí? —le preguntó Fred a Sirius. —Seguramente ni siquiera sabe todavía lo que ha pasado —contestó Sirius—. Lo más importante era sacaros de Hogwarts antes de que la profesora Umbridge pudiera intervenir.

Seguramente no nos hubiera dejado salir_ dijo Ginny_ ya se ha comprobado que no tuene corazón.

Si me explicaban…_ Umbridge se detuvo ante las miradas de muerte de los Weasley.

Lo único que habría pasado es que me interrogaría_ dijo Harry, todos asintieron, sin hacer caso de Umbridge que negaba con la cabeza.

Supongo que ahora Dumbledore estará contándoselo a Molly. —Tenemos que ir a San Mungo —dijo Ginny con urgencia, y miró a sus hermanos, que, naturalmente, todavía iban en pijama—. Sirius, ¿puedes dejarnos unas capas o algo? —¡Un momento, no podéis ir todavía a San Mungo! —la atajó Sirius. —Claro que podemos ir a San Mungo si queremos —le contradijo Fred con testarudez—. ¡Es nuestro padre!

No nos vas a dejar ir_ preguntó Fred.

Claro que no_ fue Molly la que contestó_ ustedes deben esperar a que yo llegue_ dijo con firmeza.

Pero, mamá_ dijeron Ron, Ginny y los gemelos, Molly simplemente negó y miró a Minerva.

—¿Y cómo vais a explicar que sabíais que Arthur había sido atacado antes incluso de que lo supieran el hospital o su propia esposa? —¿Qué importancia tiene eso? —preguntó George acaloradamente. —

Es muy importante _ dijo Arthur.

Lo sabemos_ dijo George_ pero no podemos evitar como nos sentimos_ añadió, Arthur suspiró y asintió.

¡Importa porque no queremos llamar la atención sobre el hecho de que Harry tiene visiones de cosas que ocurren a cientos de kilómetros de distancia! —repuso Sirius con enfado—. ¿Tenéis idea de cómo interpretaría el Ministerio esa información?

Nada bueno, podría salir de eso_ dijo Kingsley_ es demasiado arriesgado que vaya a San Mungo.

No me gusta_ murmuró Ginny.

Era evidente que a Fred y George no les importaba cómo lo interpretara el Ministerio. Ron, por su parte, seguía lívido y callado.

En ese momento solo nos importa saber de papá_ dijo Ron.

Pero hay que ser inteligentes_ dijo Ted, los chicos suspiraron, pero ya no dijeron nada.

—Podría habérnoslo contado alguien más… —insinuó Ginny—, o podríamos habernos enterado por otra fuente que no fuera Harry. —¿Ah, sí? ¿Por quién? —preguntó Sirius con impaciencia—.

No había manera de que lo supieran tan rápido_ dijo Remus_ menos cuando se supone que deberían estar durmiendo.

Pero, de todas maneras, Umbridge ya sabe y el ministerio no tardara en saber que lo supimos antes_ dijo Fred.

Pero hay que ganar tiempo_ dijo Sirius.

Escuchad, vuestro padre ha resultado herido mientras trabajaba para la Orden, y las circunstancias ya son lo bastante sospechosas para que encima sus hijos lo sepan sólo unos segundos después de que haya ocurrido. Podríais perjudicar gravemente los intereses de la Orden… —¡Nos trae sin cuidado la maldita Orden! —gritó Fred. —¡Nuestro padre se está muriendo! —añadió George. —¡Vuestro padre ya sabía dónde se metía y no va a agradeceros que le pongáis las cosas más difíciles a la Orden! —replicó Sirius, tan furioso como ellos—.

Lo sabía_ dijo Arthur_ todos los que entran a la orden saben para lo que se inscriben.

Lo sabemos_ dijeron los gemelos, pero eso no se suponía que tuviera que gustarles no poder ver a su padre.

¡Esto es lo que hay, y por eso no pertenecéis a la Orden! ¡Vosotros no lo entendéis, pero hay cosas por las que vale la pena morir! —

Lo entendemos_ dijo Fred_ estamos listos para eso_ añadió.

Pero estamos hablando de nuestro padre_ terminó George.

¡Qué fácil es decir eso estando encerrado aquí! —le espetó Fred—. ¡Yo no veo que tú arriesgues mucho el pellejo!

Fred_ exclamó Arthur, sabiendo lo mucho que a Sirius le costaba no luchar activamente.

está bien_ dijo Sirius_ qué se desahogue_ añadió, recibiendo una sonrisa apenada de Fred.

El poco color que le quedaba a Sirius en la cara se esfumó de golpe. Durante un momento pareció estar deseando pegarle una bofetada a Fred,

Nunca golpearía a ninguno de ustedes_ dijo Sirius.

Eso no significa que no quieras hacerlo_ dijo Ted, Sirius se encogió de hombros.

pero cuando habló lo hizo con una voz decidida y serena. —Ya sé que es difícil, pero hemos de fingir que todavía no sabemos nada. Debemos quedarnos aquí, al menos hasta que tengamos noticias de vuestra madre, ¿de acuerdo? Fred y George seguían encolerizados.

Es lo mejor para todos_ dijo Sirius_ Molly se pondría furiosa si los dejo ir, no quieren que me griten, verdad_ preguntó.

Solo serian unos pocos gritos_ dijo George, quitándole importancia con la mano, Sirius lo miró mal, pero luego puso una pequeña sonrisa.

Ginny, en cambio, fue hacia la silla más cercana y se sentó en ella. Harry miró a Ron, que hizo un movimiento extraño, entre un gesto afirmativo con la cabeza y un encogimiento de hombros, y los dos se sentaron también. Los gemelos miraron con odio a Sirius durante un minuto más;

Y yo qué creí que les gustaba_ dijo Sirius.

No es agradable cuando te comportas como un adulto_ dijo George, Fred asintió.

Hay momentos en los que no se puede evitar_ dijo Sirius, pareciendo apenado.

luego se sentaron a ambos lados de Ginny. —Así me gusta —dijo Sirius alentándolos—. Bueno, vamos a…, vamos a beber algo mientras esperamos. ¡Accio cerveza de mantequilla! Levantó la varita mágica mientras pronunciaba aquellas palabras, y media docena de botellas salieron de la despensa y fueron volando hacia ellos, se deslizaron por la mesa, esparciendo los restos de la cena de Sirius, y se detuvieron hábilmente delante de cada uno de ellos. Todos bebieron, y durante un rato sólo se oyeron el chisporroteo del fuego de la cocina y el ruido sordo de las botellas al dejarlas en la mesa. Harry sólo bebía para tener algo que hacer con las manos.

Por lo menos ya dejaron de discutir_ dijo Arthur_ lo ultimo que se necesita es que ustedes peleen.

Por dentro notaba un horrible, abrasador y desbordante sentimiento de culpa. De no ser por él no estarían allí, sino en la cama, durmiendo.

Si no fuera por ti, yo no estaría vivo_ dijo Arthur_ así que por favor, no te culpes.

Lo intentaré_ dijo Harry, pero realmente no sabía si podría hacerlo.

Y no le servía de consuelo recordar que, al dar la alarma, se había asegurado de que encontrarían al señor Weasley, porque para empezar había que tener en cuenta el detalle de que había sido él quien había atacado al señor Weasley. «No seas estúpido, tú no tienes colmillos —se dijo intentando conservar la calma, aunque le temblaba la mano con que sujetaba la botella de cerveza de mantequilla—, tú estabas en la cama, no estabas atacando a nadie…

Así es, Harry_ dijo Remus_ no te atormentes pensando en esas cosas.

Pero yo…_ Harry se detuvo.

Tu no eres una serpiente_ dijo Sirius_ y como dijo el libro, ni siquiera tienes colmillos_ Harry asintió, pero todos notaron que era solo para que dejaran el tema.

Pero entonces, ¿qué ha pasado en el despacho de Dumbledore? —se preguntó—. Sentí como si quisiera atacarlo también a él…»

Como explican eso_ preguntó Harry.

Sentías las emociones de Voldemort_ sugirió Remus_ tal vez planeaba atacar a alguien.

Eso puede ser_ asintió Harry, pero no sonaba muy seguro.

Dejó la botella sobre la mesa con un golpe inesperadamente fuerte, y la botella se volcó, pero nadie se dio cuenta. Entonces se produjo un fogonazo en el aire que iluminó los platos sucios que tenían delante, y mientras gritaban desconcertados, un rollo de pergamino cayó con un ruido sordo sobre la mesa, acompañado de una pluma de cola de fénix. —¡Fawkes! —exclamó Sirius de inmediato, y agarró el pergamino—. Ésta no es la letra de Dumbledore… Debe de ser un mensaje de vuestra madre… Tomad… Le puso la carta en la mano a George, que la abrió con rapidez y leyó en voz alta: «Papá todavía está vivo.

Bien_ dijeron los hijos con un suspiro de alivio, lo que relajó un poco la tensión que había en la sala desde el capítulo anterior.

Por ahora eso es suficiente_ dijo Charlie, sus hermanos asintieron, sin querer pensar que su padre todavía no estaba fuera de peligro.

Salgo ahora para San Mungo. Quedaos donde estáis. Os enviaré noticias en cuanto pueda. Mamá.» George miró alrededor de la mesa. — Todavía está vivo… —repitió lentamente—. Pero eso suena como si… No tuvo que terminar la frase. Para Harry también sonaba como si el señor Weasley estuviera debatiéndose entre la vida y la muerte.

Bueno, eso ya lo sospechábamos_ dijo Percy, intentando parecer tranquilo, obteniendo pequeños asentimientos, viendo que nadie más hablaría Minerva siguió leyendo.

Ron, aún, asombrosamente pálido, se quedó mirando el dorso de la carta de su madre como si allí fueran a aparecer unas palabras de consuelo para él. Fred le arrancó la hoja de pergamino a George y volvió a leer la carta; luego miró a Harry, quien notó que volvía a temblarle la mano sobre la botella de cerveza de mantequilla, y la sujetó más fuerte para detener el temblor. Harry no recordaba que ninguna otra noche se le hubiera hecho tan larga como aquélla. Sirius propuso una vez, aunque sin mucha convicción, que fueran a acostarse, pero las miradas de repugnancia de los Weasley fueron suficiente respuesta.

En serio, Sirius_ preguntó Tonks.

Eso es lo que haría Molly_ se defendió Sirius.

así es_ asintió Molly_ deberían obedecer a Sirius_ les dijo.

No creo que sea posible_ murmuró Ginny.

Se quedaron sentados en silencio alrededor de la mesa, observando cómo la mecha de la vela se hundía más y más en la cera líquida; de cuando en cuando se llevaban una botella a los labios, y sólo hablaban para controlar la hora, para preguntarse en voz alta qué estaría pasando o para tranquilizarse unos a otros diciéndose que si había malas noticias lo sabrían enseguida, porque la señora Weasley ya debía de haber llegado a San Mungo.

Las malas noticias son lo primero que se sabe_ asintió Katie, apretando la mano de Charlie_ eso significa que el señor Weasley todavía está bien.

Si tan solo nos dejaran ir al hospital_ dijo Ginny, sus hermanos asintieron, era horrible tener que esperar noticias.

Fred se quedó dormido con la cabeza colgando sobre un hombro. Ginny estaba acurrucada como un gato en su silla, pero tenía los ojos abiertos; Harry veía la luz del fuego de la chimenea reflejada en ellos, y Ron permanecía sentado con la cabeza apoyada en las manos, aunque era imposible saber si estaba dormido o despierto. Harry y Sirius se miraban de vez en cuando, como dos intrusos en medio del dolor de una familia, esperando, esperando… A las cinco y diez de la mañana, según el reloj de Ron, se abrió la puerta de la cocina y por ella entró la señora Weasley. Estaba extremadamente pálida, pero cuando todos se volvieron para mirarla, y Fred, Ron y Harry saltaron casi de sus sillas, ella forzó una frágil sonrisa. —Se pondrá bien —afirmó con una débil voz que denotaba cansancio—. Ahora duerme.

Y así, la tensión que la mayoría había estado sintiendo terminó de desaparecer.

Estarás bien_ dijo Molly soltando un suspiro.

Claro que si_ dijo Arthur_ soy un hombre fuerte_ informó inflando el pecho.

Nunca debimos dudarlo_ dijo Harry sonriéndole.

Más tarde podremos ir a verlo. Bill se ha tomado la mañana libre y está haciéndole compañía. Fred se desplomó en la silla y se tapó la cara con las manos. George y Ginny se pusieron en pie, fueron corriendo hacia su madre y la abrazaron. Ron soltó una risotada temblorosa y se terminó la cerveza de mantequilla de un solo trago.

Np puedo imaginar el alivio que sintieron_ dijo Viktor.

Es interesante lo diferente que reaccionan todos_ dijo Michael_ especialmente los gemelos, siempre los he visto actuar parecido.

George es un poco más cariñoso_ dijo Molly_ Fred siempre ha sido algo más independiente_ los gemelos asintieron.

—¡A desayunar! —dijo Sirius en voz alta y con regocijo mientras se levantaba—. ¿Dónde está ese maldito elfo doméstico? ¡KREACHER! —Pero Kreacher no acudió a la llamada—. Bueno, da lo mismo —murmuró, y se puso a contar a las personas que tenía delante—. A ver, desayuno para… siete… Huevos con beicon, supongo, un poco de té, tostadas…

Cocinas_ preguntó Susan sorprendida.

Viví solo mucho tiempo_ dijo Sirius_ la comida comprada termina aburriendo_ explicó.

Harry fue rápidamente hacia los fogones para ayudar. No quería inmiscuirse en la felicidad de sus amigos, y temía el momento en que la señora Weasley le pidiese que relatara su visión. Sin embargo, cuando acababa de coger unos platos del aparador, la señora Weasley se los quitó de las manos y lo abrazó. —No quiero ni pensar qué habría pasado si no llega a ser por ti, Harry —dijo con voz apagada—. Quizá hubieran tardado horas en encontrar a Arthur, y entonces habría sido demasiado tarde,

No pienses así, querida_ dijo Arthur cuando Molly se tensó_ no hay que preocuparse por cosa que no van a pasar.

Tienes razón_ dijo Molly, intentando relajarse_ y yo que pensé que al leer el futuro estaríamos más tranquilos.

pero gracias a ti él está vivo y Dumbledore ha podido inventarse un buen pretexto para explicar que estuviera donde estaba; no te puedes imaginar los problemas que habría tenido de no ser así; mira lo que le ha ocurrido al pobre Sturgis…

como olvidarlo_ dijo Anthony_ pobre hombre.

Me pregunto que habrá inventado el director_ dijo Luna, pensativa.

Creo que nunca lo sabremos_ dijo Albus cuando lo miraron.

Harry se sentía abrumadísimo por la gratitud de la señora Weasley, pero por suerte ella lo soltó enseguida; entonces la mujer se volvió hacia Sirius y le dio las gracias por haber cuidado de los niños aquella noche. Él contestó que estaba encantado de haber podido ayudar, y que esperaba que se quedaran todos allí mientras el señor Weasley estuviera ingresado en el hospital. —Oh, Sirius, te lo agradezco muchísimo… Dicen que tendrá que quedarse un tiempo, y sería maravilloso estar cerca de él… Aunque eso quizá signifique que tengamos que pasar las Navidades aquí. —¡Cuantos más, mejor! —exclamó Sirius con una sinceridad tan evidente que la señora Weasley lo miró sonriendo; luego se puso un delantal y empezó a ayudar a preparar el desayuno.

Nada mejor que tenerlos a todos en navidad_ dijo Sirius con una sonrisa.

Lo bueno es que parece que ya empezaran a llevarse bien_ dijo Andrómeda, todos asintieron haciéndolos intercambiar una mirada.

Esperemos que dure_ dijeron Molly y Sirius al mismo tiempo.

De alguna forma lo dudo_ murmuró Harry a Ron y Hermione que asintieron.

Aunque ya no tendrán motivos para pelear_ dijo Hermione, los chicos aceptaron que era cierto.

—Sirius —dijo Harry en voz baja porque ya no podía aguantar ni un minuto más —, ¿podemos hablar un momento… en privado? ¿Ahora? Fue hacia la oscura despensa y Sirius lo siguió. Harry, sin más preámbulos, le contó a su padrino todos los detalles de la visión que había tenido, incluido el hecho de que él era la serpiente que había atacado al señor Weasley.

Ves como si confió en ti_ preguntó Harry.

Bien, confías en mi_ aceptó Sirius_ pero no lo suficiente_ añadió.

Cree que no confió en él_ dijo Harry cuando Ron y Hermione lo miraron raro_ no sé cómo convencerlo de lo contrario_ dijo sonando resignado.

Cuando hizo una pausa para tomar aliento, Sirius le preguntó: —¿Se lo has contado a Dumbledore? —Sí —contestó Harry, impaciente—, pero él no me ha explicado qué significa. Bueno, la verdad es que ya no me explica nada. —Estoy seguro de que si hubiera algo de lo que preocuparse te lo habría dicho — afirmó Sirius con determinación.

No lo creo_ dijo Harry.

No era el momento_ fue todo lo que dijo Albus, haciendo que Harry supiera que si estaba pasando algo importante.

—Pero no se trata sólo de eso —murmuró Harry—. Sirius, creo…, creo que estoy volviéndome loco. En el despacho de Dumbledore, justo antes de que tomáramos el traslador…, durante un par de segundos me pareció que yo era una serpiente, me sentía como una serpiente. Me dolió muchísimo la cicatriz cuando miré a Dumbledore. ¡Quería atacarlo, Sirius!

No te estás volviendo loco_ aseguró el director.

Entonces qué es_ preguntó Harry, aunque sabía que no tendría respuesta_ crees que puedas ayudar_ le preguntó a Sirius.

Tal vez algo_ dijo Sirius pensativo.

Harry sólo veía una parte de la cara de su padrino; el resto quedaba en sombras. —Debió de ser una secuela de la visión, nada más —opinó Sirius—. Todavía estabas pensando en el sueño o lo que fuera, y…

Podría ser_ intentó Amelia.

No lo creo_ dijo Harry, seria demasiado bueno que fuera solo una secuela.

—No, no era eso —lo atajó Harry, y negó con la cabeza—, fue como si algo brotara en mi interior, como si hubiera una serpiente dentro de mí. —Necesitas dormir —aseguró Sirius con firmeza—.

Ese es tu concejo_ preguntó Harry, divertido.

Está cansado, dormir aclarara tu mente y puede que entiendas un poco mejor lo que pasaba_ contestó Sirius_ no parece mucho, pero es lo mejor que puedes hacer en ese momento_ Harry asintió en comprensión.

Desayunarás, subirás a acostarte y después de comer podrás ir con los demás a ver a Arthur. Has sufrido una conmoción, Harry; te culpas por algo que sólo has presenciado, y es una gran suerte que lo presenciaras, porque si no Arthur podría haber muerto.

Resumió bien lo que sentías_ dijo Remus_ así que puede que tenga razón al mandarte a dormir.

Parece que si_ asintió Harry.

Deja ya de preocuparte. Y entonces le dio una palmada en el hombro y salió de la despensa, dejándolo solo en la oscuridad. Todos excepto Harry pasaron el resto de la mañana durmiendo. Él subió al dormitorio que había compartido con Ron las últimas semanas del verano, pero mientras que su amigo se acostó y se durmió en cuestión de minutos, Harry se quedó sentado en la cama, vestido, y se apoyó en los fríos barrotes de metal del cabecero sin hacer nada por ponerse cómodo; estaba decidido a no dormir, pues temía volver a convertirse en serpiente si lo hacía, y descubrir, al despertar, que había atacado a Ron o que había ido deslizándose por la casa para atacar a alguien más…

Harry_ suspiró Albus_ eso no va pasar.

Como lo sabe_ preguntó Harry_ podría ser que durante la noche…

tu no atacaste a nadie_ dijo Remus repitiendo lo que ya habían dicho mucho.

Pero yo…_

Sigue Minerva_ dijo Sirius_ seguro que dentro de poco Harry entenderá que esto no es su culpa.

Tú crees_ preguntó Harry, esperanzado, Sirius asintió.

Cuando Ron despertó, Harry fingió haber disfrutado también de un sueño reparador. Sus baúles habían llegado desde Hogwarts mientras ellos comían, así que pudieron vestirse de muggles para ir a San Mungo. Todos, de nuevo excepto Harry, estaban muy contentos y parlanchines mientras se quitaban las túnicas y se ponían vaqueros y sudaderas. Cuando llegaron Tonks y Ojoloco para escoltarlos por Londres, los recibieron con regocijo y se rieron del bombín que Ojoloco llevaba torcido para que le tapara el ojo mágico,

Moody frunció el ceño y miró mal todos cuando se rieron.

No es como que pueda ir por ahí con el ojo mágico_ gruñó.

Pero deben, haber otras maneras de ocultarlo_ dijeron los gemelos con una risita.

y le aseguraron sinceramente que Tonks, que volvía a llevar el cabello muy corto y de color rosa chillón, llamaría la atención en el metro menos que él.

Hay que admitir que es cierto_ dijo Tonks entre risas, haciendo que Moody rodara los ojos.

Tonks mostró un gran interés por la visión de Harry del ataque que había sufrido el señor Weasley, pero a él no le interesaba hablar sobre eso ni lo más mínimo. —En tu familia no hay antepasados videntes, ¿verdad? —inquirió con curiosidad cuando se sentaron juntos en el tren que traqueteaba hacia el centro de la ciudad. —No —contestó Harry, que se acordó de la profesora Trelawney y se sintió insultado.

No era mi intención insultarte_ dijo Tonks sobre las risas de todos.

Lo siento_ dijo Harry tímidamente cuando la profesora lo miró indignada.

Se nota que lo haces_ dijo Sybill con sarcasmo.

—No —repitió Tonks, pensativa—. No, claro, supongo que lo que tú haces no es profetizar, ¿verdad? Es decir, tú no ves el futuro, sino el presente… Es extraño, ¿no? Pero útil…

Lo es_ dijeron varios.

Pero no es divertido cuando nadie lo entiende_ dijo Harry.

Harry no respondió; por fortuna, se apearon en la siguiente parada, una estación del centro de Londres, y gracias al lío que se produjo al salir del tren, se las ingenió para que Fred y George se colocaran entre él y Tonks, que marchaba en cabeza.

No quería hablar de eso_ dijo Harry cuando Tonks hizo un puchero.

La siguieron hasta la escalera mecánica; Moody cerraba el grupo; llevaba el bombín calado, y una de sus nudosas manos, metida entre los botones del abrigo, sujetaba con fuerza la varita. Harry tenía la sensación de que el ojo que Moody llevaba tapado lo miraba constantemente.

Es probable_ dijo Moody cuando Harry lo miró.

más que probable, es seguro que eso hace_ dijo Kingsley, Moody se encogió de hombros.

Intentando evitar nuevos interrogatorios sobre su sueño, le preguntó a Ojoloco dónde estaba escondido San Mungo.

Moody no te va a interrogar_ dijo Tonks_ le preocuparía que alguien escuchara.

Mejor prevenir_ dijo Harry.

—No está lejos de aquí —gruñó Moody cuando salieron al frío invernal de una calle ancha, llena de tiendas y de gente que hacía las compras navideñas. Empujó con suavidad a Harry para que se adelantara un poco y lo siguió de cerca; Harry sabía que el ojo de Moody giraba en todas direcciones bajo el torcido sombrero—. No resultó fácil encontrar un buen emplazamiento para un hospital. En el callejón Diagon no había ningún edificio lo bastante grande, y no podíamos ubicarlo bajo tierra, como el Ministerio, porque no habría sido saludable. Al final consiguieron un edificio por esta zona. La teoría era que así los magos podrían ir y venir y mezclarse con la muchedumbre.

No creo que a muchos les guste esa idea_ dijo Theo.

Especialmente por qué si hay una emergencia no habrá tiempo de vestirse como Muggles_ dijo Blaise.

Pero luego se pueden encargar de arreglar cualquier inconveniente_ dijo Montague, tuvieron que admitir que era cierto.

Ojoloco agarró a Harry por un hombro para impedir que lo separaran del grupo unos compradores que, evidentemente, no tenían otro objetivo que entrar en una tienda cercana llena de artilugios eléctricos. —Ya estamos —anunció Moody un momento más tarde. Habían llegado frente a unos grandes almacenes de ladrillo rojo, enormes y anticuados, cuyo letrero rezaba: «Purge y Dowse, S.A.» El edificio tenía un aspecto destartalado y deprimente; en los escaparates sólo había unos cuantos maniquíes viejos con las pelucas torcidas, colocados de pie al azar y vestidos con ropa de diez años atrás, como mínimo. En todas las puertas, cubiertas de polvo, había grandes letreros que decían: «Cerrado por reformas.» Harry oyó cómo una robusta mujer, que iba cargada de bolsas de plástico llenas de lo que había comprado, le comentaba a su amiga al pasar: «Nunca he visto esta tienda abierta…»

En algún momento empezaran a cuestionarse por qué no acaban con las reformas_ dijo Luna.

Si, pero supongo que simplemente pensaran que cambiaron de local o que decidieron cerrar el negocio_ dijo Hermione pensativa.

No hay forma de que piensen que es algo mágico_ dijo Kingsley_ así que realmente no importa_ todos asintieron.

—Muy bien —dijo Tonks, y les hizo señas para que se acercaran a un escaparate donde sólo había un maniquí de mujer particularmente feo. Casi se le habían caído las pestañas postizas e iba vestido con un pichi de nailon verde—. ¿Estáis preparados? Todos asintieron y formaron un corro alrededor de Tonks. Moody le dio otro empujón a Harry entre los omoplatos para que siguiera adelante, y Tonks se inclinó hacia el cristal del escaparate observando el desastroso maniquí.

El maniquí les dará entrada_ preguntó Justin, luciendo interesado por como se llegaba a San Mungo.

Ahora se explica todo_ dijo Tonks.

El cristal se empañó con el vaho que le salía por la boca. —¿Qué hay? —preguntó Tonks—. Hemos venido a ver a Arthur Weasley. Harry pensó que resultaba absurdo que Tonks esperara que el maniquí la oyera hablar tan bajito a través de un cristal, sobre todo teniendo en cuenta el gran estruendo que hacían los autobuses al circular por detrás de ella y el bullicio de la calle llena de gente. Entonces cayó en que, de todos modos, los maniquíes no podían oír.

Harry se sonrojó cuando todos estallaron en carcajadas.

Me encanta como se forman las prioridades en tu mente_ dijo Daphne son poder dejar de reír.

Es un don_ dijo Harry sonriendo a pesar de su sonrojo.

Pero al cabo de un segundo, abrió la boca, asombrado, al ver que el maniquí movía brevemente la cabeza y les hacía señas con un dedo articulado, y que Tonks agarraba a Ginny y a la señora Weasley por los codos, atravesaba el cristal y desaparecía de la vista. Fred, George y Ron las siguieron. Harry echó un vistazo al gentío que había en la calle: nadie parecía tener el menor interés por unos escaparates tan feos como los de Purge y Dowse, S.A., y nadie pareció darse cuenta tampoco de que seis personas acababan de desaparecer ante sus narices.

No todos tiene interés en saber lo que los demás hacen_ dijo Hagrid mirando fijamente al trio.

Creo que Harry se refiere a ustedes_ dijo Harry a los merodeadores.

Lo que te haga sentir mejor_ dijeron Sirius y Remus mientras los demás los miraban divertidos.

—Vamos —gruñó Moody, y le dio otro empujón en la espalda; juntos atravesaron una especie de cortina de agua fría, y salieron, secos y calentitos, al otro lado. No había ni rastro de aquel lamentable maniquí ni del sitio en que había estado momentos antes. Se encontraron en lo que parecía una abarrotada sala de recepción, donde varias hileras de magos y brujas estaban sentados en desvencijadas sillas de madera; algunos tenían un aspecto completamente normal y leían con atención ejemplares viejos de Corazón de bruja; otros presentaban truculentas desfiguraciones, como trompas de elefante o más manos de la cuenta que les salían del pecho.

Me pregunto cómo pasó eso_ dijo Tracy inclinando la cabeza.

No creo que queramos saber_ dijo Tonks_ probablemente enojaron a alguien.

O estaban experimentando_ dijo Amelia_ no pregunten que clase de experimentos hacen eso_ añadió rápidamente cuando vio que varios abrían la boca.

La sala no estaba mucho más tranquila que la calle porque varios pacientes hacían ruidos extraños: una bruja de cara sudorosa, que estaba sentada en el centro de la primera fila y que se abanicaba con fuerza con un ejemplar de El Profeta, soltaba constantemente un silbido agudo mientras expulsaba vapor por la boca, y un mago mugriento, sentado en un rincón, producía un tañido semejante al de una campana cada vez que se movía; con cada tañido, la cabeza le vibraba de una manera espantosa y tenía que sujetársela por las orejas para que se estuviera quieta.

Oh dios_ dijo Dennis_ pobre gente.

Eso pasa mucho_ preguntó Collin.

Más de lo que podrían imaginar_ dijo Moody.

En San Mungo es imposible aburrirse_ dijo Marcus_ cada caso es más interesante que el anterior.

Unos magos y algunas brujas, ataviados con túnicas de color verde lima, se paseaban por las hileras de pacientes haciendo preguntas y tomando notas en pergaminos que llevaban cogidos por unos sujetapapeles, como los de la profesora Umbridge. Harry se fijó en el emblema que llevaban bordado en el pecho: una varita mágica y un hueso cruzados. —¿Son médicos? —le preguntó a Ron en voz baja. —¿Médicos? —repitió Ron con asombro—. ¿Esos muggles chiflados que cortan a la gente en pedazos?

No son chiflados_ dijeron los nacidos de muggles.

Cortan a la gente en pedacitos_ preguntó Draco con los ojos bien abiertos.

No lo hacen_ dijo Hermione_ son algunos cortes para poder llegar al problema y solucionarlo.

Entonces si abren a la gente_ preguntó Blaise.

Luego los cosen_ dijo Justin encogiéndose de hombros, eso para nada calmó a los sangre pura.

No, son sanadores. —¡Por aquí! —gritó la señora Weasley para que la oyeran por encima de los nuevos tañidos del mago del rincón, y todos la siguieron hasta la cola que había ante una bruja rubia y regordeta que estaba sentada detrás de un mostrador donde un letrero decía: «Información.» La pared que había detrás de la bruja estaba cubierta de anuncios y avisos donde se leían cosas como: «UN CALDERO LIMPIO IMPIDE QUE LAS POCIONES SE CONVIERTAN EN VENENOS» y «LOS ANTÍDOTOS PUEDEN SER PELIGROSOS SI NO ESTÁN APROBADOS POR UN SANADOR CUALIFICADO». También había un gran retrato de una bruja con tirabuzones plateados, con el rótulo: Dilys Derwent Sanadora de San Mungo 1722-1741 Directora del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería 1741-1768

Ella es la que ayudó a encontrar al señor Weasley, verdad_ preguntó un primer año.

Lo es_ asintió Albus.

Como pasa de sanadora a directora_ preguntó Demelza_ no tiene que dar clases primero.

Tal vez hay excepciones_ dijo Romilda, el director se encogió de hombros.

Dilys miraba con atención al grupo de los Weasley, como si los contara; cuando Harry levantó la vista, vio que ella le guiñaba discretamente un ojo,

Así se hace, Harry_ dijo Sirius_ siempre supe que serias popular entre las brujas_ Harry sonrojó y lo miró mal, mientras sus amigos sonreían.

luego se iba hacia un lado de su retrato y desaparecía. Entre tanto, en la cabecera de la cola un joven mago interpretaba una extraña danza e intentaba, entre gritos de dolor, explicar el apuro en que se encontraba a la bruja que había detrás del mostrador. —Son estos…, ¡ay!…, zapatos que me regaló mi hermano… ¡Uy!… Me están comiendo los…, ¡AY!…, pies, mire, deben de tener algún…, ¡AAAY!…, embrujo, y no puedo, ¡UUUY!, quitármelos —dijo saltando con un pie y luego con el otro, como si bailara sobre brasas ardiendo.

Pues que le hizo a su hermano_ preguntó Millicent con horror.

Debe ser muy grave_ dijo Cormac_ o su hermano simplemente quería fastidiar.

Pero esto va más allá simplemente de molestar al hermano_ dijo George, todos los que tenían hermanos asintieron.

—Los zapatos no le impiden leer, ¿verdad? —dijo la bruja rubia señalando con fastidio un gran letrero que había a la izquierda de su mostrador—. Tiene que dirigirse a Daños Provocados por Hechizos, cuarta planta, como indica el directorio. ¡El siguiente!

Pues que amable_ dijo Pansy con sarcasmo_ le debe encantar su trabajo.

El mago se apartó cojeando y brincando, y el grupo de los Weasley se acercó al mostrador. Harry leyó el directorio: Planta baja ACCIDENTES PROVOCADOS POR ARTEFACTOS Explosiones de calderos, detonaciones de varitas, accidentes de escoba, etc. Primera planta HERIDAS PROVOCADAS POR CRIATURAS Mordeduras, picaduras, quemaduras, espinas clavadas, etc. Segunda planta VIRUS MÁGICOS Enfermedades contagiosas como viruela de dragón, mal evanescente, escrofungulosis, etc. Tercera planta ENVENENAMIENTOS PROVOCADOS POR POCIONES Y PLANTAS Sarpullidos, regurgitaciones, risas incontrolables, etc. Cuarta planta DAÑOS PROVOCADOS POR HECHIZOS Embrujos irreversibles, maleficios, encantamientos mal realizados, etc. Quinta planta SALÓN DE TÉ PARA VISITAS TIENDA DE REGALOS

Tienda de regalos_ preguntaron todos, sin saber si estar divertidos.

Tiene cosas interesantes_ dijo Ted.

Te dan recuerdos del hospital o como_ preguntó Dudley, frunciendo el ceño.

Es más fácil verlo que explicarlo_ dijo Kingsley.

SI NO ESTÁ SEGURO DE ADÓNDE DEBE DIRIGIRSE, NO PUEDE HABLAR CORRECTAMENTE O NO RECUERDA A QUÉ HA VENIDO, NUESTRA BRUJA RECEPCIONISTA SE ENCARGARÁ DE ORIENTARLO.

Supongo que esa es la bruja tan amable de hace rato_ dijo Angelina secamente.

Debe_ ser_ asintió Alicia con una risita.

Un mago muy anciano y encorvado, que llevaba una trompetilla, se había colocado entonces en la cabecera de la cola. —¡He venido a ver a Broderick Bode! —dijo casi sin aliento.

Bode está en San Mungo_ preguntó Amelia frunciendo el ceño_ que le habrá pasado.

Tal vez una investigación salió mal_ sugirió Sirius_ y no hay que preocuparse.

Es un inefable_ explicó Tonks cuando vio a varios confundidos.

—Sala cuarenta y nueve, pero me temo que pierde el tiempo —respondió la bruja con desdén—. Está completamente loco. Sigue creyendo que es una tetera.

A pesar de que no deberían nadie pudo evitar que se le escapara una risa.

No creo que de pronto este loco_ dijo Moody_ tal vez fue un hechizo o algo así.

Puede ser_ concedió Amelia.

¡El siguiente! Un mago que parecía muy atribulado sujetaba fuertemente a su hija pequeña por el tobillo mientras ella revoloteaba sobre la cabeza de su padre con unas alas inmensas, cubiertas de plumas, que le salían directamente de la parte de atrás del pelele.

Suena divertido_ dijo Hanna.

No para el padre de la niña_ dijo Molly_ los niños ya son bastante difíciles en tierra, no quiero ni imaginar a mis hijos con alas_ añadió frunciendo el ceño cuando notó que sus hijos intercambiaban miradas.

—Cuarta planta —indicó la bruja con aburrimiento, sin preguntar nada, y el hombre desapareció por las puertas dobles que había junto al mostrador, sujetando a su hija como si fuera un globo de forma rara—. ¡Siguiente! La señora Weasley había llegado por fin al mostrador. —Hola —saludó—, esta mañana iban a cambiar de sala a mi marido, Arthur Weasley. ¿Podría decirnos…? —¿Arthur Weasley? —repitió la bruja mientras pasaba un dedo por una larga lista que tenía delante—. Sí, primera planta, segunda puerta a la derecha, Sala Dai Llewellyn. —Gracias —dijo la señora Weasley, y dirigiéndose a sus acompañantes añadió—: Vamos. La siguieron a través de las puertas dobles por un estrecho pasillo que había a continuación, en cuyas paredes colgaban más retratos de sanadores famosos, iluminado mediante globos de cristal llenos de velas que flotaban en el techo y parecían gigantescas pompas de jabón. Por las puertas por las que iban pasando entraban y salían constantemente brujas y magos ataviados con túnicas de color verde lima; un apestoso gas amarillo llegó hasta el pasillo cuando pasaron por delante de una de aquellas puertas, y de vez en cuando oían gemidos lejanos.

No sabemos que podrían estar haciendo_ dijo Moody cuando varios iban a preguntar.

No saben que es ese gas_ preguntó Susan, queriendo saber.

Creo que solo los sanadores lo saben_ dijo Fudge_ San Mungo tiene sus secretos al igual que el ministerio.

Qué secretos tiene el ministerio_ preguntó Tracy, mientras todos veían con curiosidad al ministro.

Si les digo, ya no serían secretos_ dijo Fudge, encogiéndose de hombros.

Subieron por una escalera y llegaron al pasillo de Heridas Provocadas por Criaturas; en la segunda puerta de la derecha había un letrero que rezaba: «Peligro. Sala Dai Llewellyn: mordeduras graves.»

Tienen un área para mordeduras_ preguntó Dean lentamente.

Te sorprendería la cantidad de gente que va_ dijo Arthur.

Debajo había una tarjeta en un soporte metálico en el que habían escrito a mano: «Sanador responsable: Hipócrates Smethwyck. Sanador en prácticas: Augustus Pye.» —Nosotros esperaremos fuera, Molly —dijo Tonks—. Arthur no querrá que entren demasiadas visitas a la vez… Primero deberíais entrar sólo los familiares. Ojoloco gruñó en señal de aprobación y se quedó apoyado en la pared del pasillo, mientras el ojo mágico le giraba en todas direcciones. Harry también se quedó fuera, pero la señora Weasley alargó un brazo y lo empujó por la puerta mientras le decía: —No seas tonto, Harry, Arthur quiere darte las gracias.

Claro que no ibas a quedarte fuera_ dijo Molly como si fuera obvio_ tienes que entrar con todos nosotros.

Lo haré_ dijo Harry dándole una enorme sonrisa.

Se trataba de una sala pequeña y muy sombría, pues la única ventana que había era estrecha y estaba en lo alto de la pared opuesta a la puerta. La luz procedía de unas cuantas de aquellas relucientes burbujas de cristal, que estaban agrupadas en el centro del techo. Las paredes estaban recubiertas de paneles de roble y en una de ellas había colgado un retrato de un mago con pinta de malo que llevaba el rótulo: «Urquhart Rackharrow, 1612-1697, inventor de la maldición de expulsión de entrañas.»

Como_ se ahogó Seamus_ eso existe_ preguntó.

Claro_ contestó Moody.

La pregunta es por qué crearía ese hechizo_ dijo Ernie.

El libro dice que tenía pinta de malo_ dijo Luna_ tal vez lo creo por qué era malvado _ varios asintieron.

Sólo había tres pacientes más. El señor Weasley ocupaba la cama del fondo de la sala, junto a la pequeña ventana. Harry se puso muy contento y sintió un gran alivio al ver que estaba apoyado en varios almohadones y que leía El Profeta aprovechando el único rayo de sol que caía sobre su cama.

Leer el profeta no lo hará sentir peor_ preguntó Lee.

Tenía que enterarme de lo que pasaba_ dijo Arthur sobre las risas y asentimientos de todos.

El señor Weasley levantó la cabeza cuando ellos entraron, y sonrió al comprobar quiénes eran. —¡Hola! —los saludó, y dejó El Profeta a un lado—. Bill acaba de marcharse, Molly, ha tenido que volver al trabajo, pero me ha dicho que pasará a verte más tarde. —¿Cómo te encuentras, Arthur? —preguntó la señora Weasley, y se inclinó para besar a su marido en la mejilla y lo miró con gesto de preocupación—. Todavía estás un poco paliducho. —Me encuentro perfectamente —respondió el señor Weasley con tono alegre, y estiró su brazo sano para abrazar a Ginny—. Si pudieran quitarme los vendajes, estaría en perfectas condiciones para marcharme a casa. —¿Por qué no pueden quitártelos, papá? —le preguntó Fred. —Porque cada vez que lo intentan empiezo a sangrar a chorro —contestó el señor Weasley sin dar muestras de preocupación.

Arthur se puso muy rojo cuando todos lo miraron sin saber si reír o preocuparse, al final se decidieron por la risa, sabiendo que estaba bien.

Veo de donde sacaron los gemelos su sentido del humor_ dijo Minerva secamente.

Estamos orgullosos de ti, papá_ dijeron Fred y George levantando el pulgar aumentando el sonrojo de su padre.

Cogió su varita, que descansaba en la mesilla de noche, y la agitó para hacer aparecer seis sillas junto a su cama para que se sentaran todos—. Por lo visto, en los colmillos de esa serpiente había un veneno muy raro que mantiene abiertas las heridas. Pero están seguros de que encontrarán el antídoto; dicen que han visto casos mucho peores que el mío, y entre tanto sólo tengo que tomarme una poción de reabastecimiento de sangre cada hora.

Podría ser peor_ asintió Arthur.

También podría ser mejor_ dijo Molly_ espero que descubran el antídoto pronto.

Seguro que si_ dijo Arthur, tranquilizador, su esposa se preocupaba demasiado.

Pero a ese tipo de ahí —añadió bajando la voz y señalando con la cabeza la cama de enfrente, donde un individuo con un horrible color enfermizo contemplaba el techo— lo mordió un hombre lobo, pobrecillo. Eso no tiene remedio. —¿Un hombre lobo? —repitió la señora Weasley en un susurro, alarmada—. ¿Y no es peligroso que esté en una sala compartida? ¿No debería estar en una habitación privada?

A menos que sea luna llena, no hay por qué_ dijo Tonks frunciéndole el ceño.

Si por supuesto_ dijo Molly, rápidamente_ pero como estaba recién mordido, además o se sabe cuánto tiempo estará ahí_ añadió dándole una mirada a Remus, temiendo haberlo ofendido, pero él simplemente le sonrió.

—Todavía faltan dos semanas para que haya luna llena —le recordó el señor Weasley en voz baja—. Esta mañana los sanadores han estado hablando con él y han intentado convencerlo de que podrá llevar una vida casi normal. Yo le he dicho, sin mencionar nombres, por supuesto, que conozco personalmente a un hombre lobo, un tipo muy agradable que se las apaña muy bien.

Muy bien es exagerar_ dijo Remus_ hay demasiada discriminación.

Pero lidias bien con tu licantropía, verdad_ preguntó Arthur, Remus se encogió de hombros, ya no era tan insoportable como en la escuela.

—¿Y qué ha contestado él? —le preguntó George. —Me ha respondido que si no me callaba me mordería —repuso el señor Weasley con pesar—.

Tienes que dejar que lo acepte a su propio tiempo_ dijo Sirius_ su vida completa va a cambiar.

Entiendo_ dijo Arthur.

Y esa mujer de allí —añadió señalando la otra cama ocupada que estaba junto a la puerta— se niega a decirles a los sanadores qué bicho la mordió, lo cual nos indica que debió de ser algo que manejaba ilegalmente. Fuera lo que fuese, se llevó un buen pedazo de pierna, y cuando le retiran los vendajes huele que apesta. —

No debería arriesgarse así_ dijo Molly.

Estar en San Mungo es mejor que Azkaban_ dijo Sirius_ tarde o temprano los sanadores encontrar la cura.

Bueno, papá, ¿vas a contarnos lo que pasó o no? —le preguntó Fred acercando más la silla a la cama. —Pero si ya lo sabéis, ¿no? —repuso el señor Weasley, y miró con una elocuente sonrisa a Harry—. Es muy sencillo: como había tenido un día muy duro, me quedé dormido; ese bicho se me acercó sigilosamente y me mordió.

Me gusta más esa explicación_ dijo Astoria.

Cualquier cosa es mejor que saber todos lo que pasó_ concedió Harry, todos asintieron.

—¿Sale tu caso en El Profeta? —le preguntó Fred señalando el periódico que el señor Weasley había dejado a un lado. —No, claro que no —respondió su padre con una sonrisa un tanto amarga—, el Ministerio no quiere que nadie sepa que una enorme y asquerosa serpiente me ha jo… —¡Arthur! —le previno la señora Weasley. —… me ha… jorobado —terminó el señor Weasley atropelladamente, aunque Harry estaba convencido de que no era eso lo que pensaba decir.

Eso hizo que todos estallaran en carcajadas.

Entre hombres no nos delatamos Harry_ lo regañó Arthur, aunque sonreía.

Los siento_ dijo Harry, mientras Molly rodaba los ojos.

—¿Y dónde estabas cuando ocurrió, papá? —le preguntó George. —Eso es asunto mío —respondió el señor Weasley, pero reprimió una sonrisa.

Es por qué no debería estar ahí_ dijo Fudge.

Ups_ dijo Arthur dándole una mirada inocente.

Luego cogió El Profeta, volvió a abrirlo y dijo—: Cuando habéis llegado, estaba leyendo un artículo sobre la detención de Willy Widdershins. ¿Sabíais que ha resultado que Willy estaba detrás de esos inodoros regurgitantes que me llevaron de cabeza durante el verano? Uno de los embrujos le salió mal, el inodoro explotó y lo encontraron inconsciente en el suelo, entre los escombros, cubierto de pies a cabeza de…

Se lo tiene merecido_ dijo Daphne mientras todos estallaban en carcajadas.

Debió ser muy vergonzoso ser encontrado así_ dijo Hermione, recibiendo varios asentimientos.

—Cuando dices que estabas «de guardia» —lo interrumpió Fred hablando en voz baja—, ¿qué hacías exactamente? —¡Ya has oído a tu padre —intervino la señora Weasley—, eso no es algo de lo que debamos hablar aquí!

Ni en ningún lado_ dijo Ginny_ sabemos que no nos van a contar.

Es asunto de la orden_ dijo Arthur, los de la orden asintieron.

Sigue con lo de Willy Widdershins, Arthur. —Bueno, no me preguntéis cómo, pero el caso es que se salvó de que lo acusaran por lo de los inodoros —explicó el señor Weasley con gravedad—. Me imagino que debió de sobornar a alguien… —Estabas vigilándola, ¿verdad? —insistió George con voz queda—. El arma, eso que busca Quien-tú-sabes, ¿no? —¡Cállate, George! —le espetó su madre.

Mejor déjenlo_ aconsejó Charlie.

Nada perdíamos_ contestó George.

No creo que estén buscando el arma_ fue todo lo que estuvo dispuesto a decir, Albus.

—Pues bien —prosiguió el señor Weasley subiendo la voz—, ahora a Willy lo han pillado vendiendo picaportes mordedores a los muggles, pero no creo que esta vez se libre fácilmente porque, según este artículo, a dos muggles les han seccionado varios dedos y están en San Mungo para someterse a un tratamiento urgente de restauración ósea y de modificación de memoria.

Pues esperemos que no pueda sobornar_ dijo un primer año nacido de muggles.

Seguramente será castigado_ dijo Fudge, eso era mucho más grave que lo de los inodoros.

¡Imaginaos, muggles en San Mungo! Me encantaría saber en qué sala los tienen. Miró con avidez a su alrededor, como si tuviera la esperanza de ver un letrero que lo indicara. —¿No dijiste que Quien-tú-sabes tiene una serpiente, Harry? —preguntó Fred mirando a su padre para ver cómo reaccionaba—. Una serpiente enorme. La viste la noche que él regresó, ¿verdad?

La tiene_ asintió Harry.

Creo que no hay ninguna duda de que es su serpiente_ dijo Alicia.

Debe ser la misma_ asintió Harry.

—Basta —ordenó la señora Weasley con enojo—. Ojoloco y Tonks están esperando fuera, Arthur, quieren entrar a verte. Vosotros podéis esperar fuera, niños —añadió dirigiéndose a sus hijos y a Harry—. Después ya entraréis a despediros. ¡Vamos! Los chicos salieron al pasillo y Ojoloco y Tonks entraron en la sala y cerraron la puerta tras ellos. Fred arqueó las cejas. —Vale —dijo fríamente mientras hurgaba en los bolsillos—, como quieras. No nos cuentes nada.

No se enojen muchachos_ dijo Arthur_ no podemos decirles.

Está bien_ dijo Fred.

Realmente no creo que estemos enojados_ dijo George, intercambiando una mirada con su gemelo.

—¿Buscas esto? —le preguntó George, que tenía en la mano una cosa que parecía una maraña de cuerdas de color carne. —Me has leído el pensamiento —comentó su hermano con una sonrisa—. Vamos a ver si en San Mungo ponen encantamientos de impasibilidad en las puertas de las salas, ¿de acuerdo?

Me encantan estos chicos_ dijo Tonks.

Siempre hay que estar preparados_ asintió Cedric, que se había mantenido muy callado en el capítulo, los gemelos sonrieron fingiendo no ver la mirada de su madre.

Los gemelos desenredaron la cuerda, separaron cinco orejas extensibles y las repartieron. Harry vaciló antes de coger una. —¡Vamos, Harry, cógela! Le has salvado la vida a nuestro padre. Si alguien tiene derecho a espiarlo, eres tú.

Todos los que me salven la vida tienen derecho a espiarme_ asintió Arthur sobre las risas de todos.

Pero que gran recompensa_ dijo Harry pareciendo estar muy conmovido.

Sonriendo a su pesar, Harry cogió el extremo de la cuerda y se lo metió en la oreja, como habían hecho los gemelos. —¡Adelante! —susurró Fred. Las cuerdas de color carne empezaron a retorcerse como largos y delgados gusanos y se colaron por debajo de la puerta. Al principio Harry no oía nada; entonces se sobresaltó al oír a Tonks, que susurraba con tanta claridad como si estuviera a su lado. —… registraron toda la zona, pero no encontraron la serpiente por ninguna parte. Es como si se hubiera esfumado después de atacarte, Arthur… Pero me extraña que Quien-vosotros-sabéis confiara en que la serpiente lograra entrar, ¿no?

Voldemort es demasiado hábil_ dijo Cedric_ no creo que sea tan raro que supiera que su serpiente entraría.

Al lugar al que fue, no debería haber podido acceder_ explicó Moody.

Pero qué lugar es_ preguntó Cho, sin embargo, no hubo respuesta.

—Supongo que la envió como vigía —gruñó Moody—, porque hasta ahora no ha tenido mucha suerte, ¿verdad? No, creo que intenta hacerse una idea más clara de qué es aquello a lo que se enfrenta, y si Arthur no hubiera estado allí, la bestia habría tenido mucho más tiempo para curiosear. ¿Y Potter dice que vio cómo ocurría todo? —

Eso hizo que todos prestaran la máxima atención, a ver si por fin tenían alguna respuesta clara.

Sí —confirmó la señora Weasley. Su voz denotaba inquietud—. Y tengo la impresión de que Dumbledore casi estaba esperando que Harry viera algo así. —Sí, bueno —repuso Moody—, hay algo raro en ese muchacho, eso lo sabemos todos.

Debería ofenderme_ preguntó Harry.

No_ contestó Moody_ es solo un hecho, hay algo raro en ti y tiene que ver con esa cicatriz, Harry asintió lentamente.

—Dumbledore parecía preocupado por Harry cuando hablé con él esta mañana — añadió la señora Weasley en un susurro. —Claro que está preocupado —gruñó Moody—. Potter ve cosas desde el interior de la serpiente de Quien-vosotros-sabéis. Evidentemente, el chico no se da cuenta de lo que eso significa, pero si Quien-vosotros-sabéis está poseyéndolo… Harry se sacó la oreja extensible de la suya; el corazón le latía muy deprisa y le ardía la cara. Miró a los demás. Todos lo observaban con las cuerdas colgando de las orejas y un aspecto muy asustado.

Lo mismo pasaba en la sala, mientras Harry se ponía muy pálido.

Voldemort me está poseyendo_ preguntó Harry aterrado.

No_ dijo Sirius de inmediato_ es una conjetura de Moody.

Pero tendría sentido_ dijo Harry cada vez más asustado_ eso explicaría que yo atacara a…_

Harry no…_ Remus no pudo continuar.

Como lo saben_ dijo Harry_ esto es lo que está pasando.

No lo es_ dijo Albus, pero Harry no escuchó.

Mierda_ dijo Sirius_ creo que está teniendo un ataque_ añadió corriendo hacia donde estaba Harry.

Respira, cachorro_ dijo suavemente_ todo está bien, vas a ver que es una confusión_ le murmuraba.

Pero Sirius_ dijo Harry aferrándose a su padrino_ si yo…_

Harry me escuchas_ preguntó Ginny, que se había acercado a Harry, sin que este se diera cuenta, Harry asintió_ estoy segura que lo que te está pasando es otra cosa_ dijo suavemente.

Ginny…_ dijo Harry mirándola.

Confía en mi_ dijo Ginny_ vamos a leer y veras que no te está poseyendo_ añadió, Harry la miró con recelo, pero asintió lentamente, Ginny suspiró Harry parecía haber olvidado que, si alguien sabía de esto, era ella.

Quieres venir a sentarte conmigo_ preguntó Sirius, Harry asintió y sin ver a nadie, se sentó entre Sirius y Remus.

Es el final del capítulo_ dijo Minerva suavemente para que dejaran de ver a Harry.