Harry Potter, pertenece a J.K. Rowling.
Cazadores de Sombras, pertenece a Cassandra Clare.
09: Bluechild conoce a Greengrass.
Janeth Cristal Bluechild, se encontraba ingresando en la estación de King Cross, y cuando vio el muro de los andenes 9 y 10, respiró hondo y corrió, con su baúl y con Jocelyn al hombro, pues la lechuza se negó a entrar a la jaula, y se posó en su hombro, obstinadamente.
No hizo caso, de la mujer y sus hijos adolescentes, solo corrió e ingresó en el andén, encontrándose con muchos magos, padres e hijos, con estos últimos listos, para subir al tren rojo, que decía Expreso de Hogwarts. Se quedó solo un segundo, quieta, y al siguiente, escuchó el carrito venir detrás de ella, y se movió rápidamente, pero, aun así, chocó con alguien.
— ¡ASTORIA GREENGRASS, DEJA DE CORRER! —Ordenó una mujer. Sintió unas manos delicadas, ayudarla a ponerse de pie. — ¿Te encuentras bien, jovencita?
—Sí. Sí señora, me encuentro bien —dijo Janeth, ahora más alerta. Pero, le dolía un poco la cabeza.
—Por favor, perdona a mi hija menor —rogó la mujer, sonriendo algo nerviosa y estando muy abochornada, por los actos de su hija. —Soy Eleonor Greengrass.
—Mi nombre es Janeth Bluechild —dijo la pelinegra de ojos verdes, sonriéndole. —Descuide, no pasa nada.
—Por favor, permíteme presentarte a mis hijas —pidió la mujer.
—Soy Astoria —dijo la pequeña de nueve años de edad, de cabello negro y ojos negros, que la tumbó.
—Por favor, perdona a mi hermana —pidió una chica, de su misma edad, de cabello rubio y ojos azules, que le sonreía apenada. —Se emocionó, porque mamá le permitió acompañarnos, hasta aquí. Hasta la estación, soy Daphne Greengrass.
—Tranquilas, no hay problema —aseguró Janeth, mientras se ponía de pie, con una sonrisa en los labios.
—Daphne, señorita Bluechild —Eleonor les llamó la atención. —Dense prisa, el Expreso, está por partir —ambas chicas se miraron, se despidieron y subieron al tren. Vagaron, entre los pasillos, hasta elegir un vagón vacío, sin decir ni una sola cosa, quedándose en un silencio muy incómodo, que a ninguna de las dos, les gustó.
—Entonces, tu apellido es Bluechild —Daphne, intentó iniciar una conversación, solo para quedarse incrédula, ante la fuerza física de su nueva conocida, quien tomó ambos baúles, y los colocó en la parte superior, como si fueran de papel o de plumas. —No suena como un apellido Muggle, pero tampoco... mágico.
Janeth negó con la cabeza. No debería de hablarle, sobre el Mundo de las Sombras, pero ella era su primera amiga; desde que se separó de Agatha, Holly y Jack. —Solo puedo decirte, que existe mucho más, que dos lados. Más que solo el mundo Muggle y el mundo Mágico. Lo siento, pero al igual que los magos no van andando por allí, sobre sí mismos y su mundo, yo no puedo hablarte mucho, sobre esto.
Daphne parecía entenderlo. Ella no sabría de la existencia del Mundo Muggle, si sus padres no hubieran sido, tan insistentes, en que su hija debía de saber todo lo posible, sobre el mundo, más allá de los barrios mágicos y Hogsmeade. Incluso siendo una Sangre Pura, le dijeron que su hermana y ella, necesitaban conocer lo que había más allá, de sus seguros y pequeños barrios. —Entiendo. Entonces, ¿sabes a qué casa irás?
La pelinegra, lo pensó. —Ravenclaw… creo. No estoy segura, de absolutamente nada, si te soy sincera. ¿Y tú?
—La familia de mi padre, tiene una extensa tradición de ser Slytherin. —Contó Daphne. —Y mi madre, es la primera Slytherin, en una familia de Hufflepuff.
Janeth se veía calmada. —Mi madre, es de origen Muggle, pero muy inteligente, y, aun así, fue a Gryffindor. Mi padre, pertenece a una larga línea Gryffindor.
Daphne agachó la cabeza, con algo de tristeza. —Esperaba, que pudiéramos ser amigas, pero... irás a Gryffindor y yo a Slytherin.
—Sé varias cosas, pero... ¿Por qué no podríamos ser amigas? —preguntó Janeth, sin entender nada.
—Luego de la última Guerra Mágica, cuando Aquel-Que-No-Debe-Ser-Nombrado, apareció —comenzó a relatar Daphne. —Sus Mortífagos, eran casi todos ellos de Slytherin y eran Sangre Pura. Por consecuencia, los Slytherin ganaron el estigma y la creencia, de que serían futuros Mortífagos, y que odiaban a los Muggles e Hijos de Muggles. Mientras que muchos Gryffindor, fueron parte de las fuerzas de resistencia del director: Albus Dumbledore, en la Orden del Fénix.
Janeth suspiró, y se llevó una mano a los ojos. —Esa tiene que ser la mayor estupidez, que he escuchado en mi vida. —Daphne la miró asombrada. —Ya, bueno. Digamos que efectivamente, muchos Mortífagos eran Slytherin, pero hasta donde yo recuerdo, de mis lecturas, los Aurores y la Orden, estaban perdiendo la guerra, contra un grupo de treinta magos malvados, y no todos los Mortífagos, acabaron en Azkaban. Lucius Malfoy, alegó haber sido controlado por la maldición Imperius, cuando ya todos sabían de su enorme capital, y de su pensamiento segregacionista. —Daphne, tuvo que darle la razón. —Si voy a Gryffindor, como toda mi familia, entonces la mejor amiga de esta leona, será una serpiente. —Daphne, abrió los ojos con incredulidad. Aquí estaba esta chica, prácticamente desconocida para ella, quien le estaba jurando, amistad eterna.
—La mejor amiga de esta serpiente, será una posible leona —dijo Daphne segura de sí misma, mientras sonreía, y sus ojos brillaban. —Por cierto, si esa cicatriz es lo que creo que es... —Janeth, molesta, se llevó una mano a su cabello, cubriéndola. — ¿Por qué te haces apellidar, Bluechild?
—Quería un nuevo inicio, luego de escapar del hogar de mis tíos Muggles, quienes me maltrataban —contestó Janeth, enfadada consigo misma. Los ojos de Daphne se abrieron, Janeth Potter, fue maltratada por su familia Muggle. —Escapé, y.… descubrí algo más. Encontré algunos tutores de las artes mágicas, quienes aceptaron educarme, a cambio de nada. Y luego de eso, me volví una comerciante, en el Mercado de las Sombras.
—Aquel mundo, el cual me dices que existe, paralelo al Muggle y al Mágico —dijo Daphne, Janeth asintió.
—Apellidos de palabras compuestas, como Green y Grass, o Blue y Child, son normales, para un grupo de... (por más loco que suene) humanos, con sangre de ángeles, corriéndoles por las venas —reveló ella. Entonces, sacó de entre sus ropas, un guante, y un tubo de metal blanco y con su otra mano, empuñó una varita de metal blanco, alargada. —Esto, es un Cuchillo Serafín, y esto otro, es una Estela. Encontré a un grupo de Cazadores de Sombras muertos, y tomé, todo lo que me resultara útil…
La puerta se abrió, revelando a una chica de cabello castaño y tupido, de ojos castaños, y dientes frontales, que le sobresalían, solo un poco. —Disculpen, ¿han visto un sapo, por casualidad? Un chico llamado Neville, ha perdido su sapo.
—No. No hemos visto un sapo, señorita —dijo Daphne, cortésmente.
Entonces, la chica desconocida, vio lo que creyó era una varita mágica. —Oh, ¿estás haciendo magia? Veamos. —Y se sentó, en el asiento que estaba ante Janeth y Daphne, quienes se miraron mutuamente, y alzaron una ceja.
—No. No estoy, haciendo magia —dijo Janeth, con un rostro algo aburrido. La chica, no le agradaba, y eso sacaba a relucir, cierto sarcasmo y grosería, que ella atribuía a un trozo de Sebastian Morgenstern, aun presente en su ser, que se negaba a morir.
La chica frunció el ceño, algo enfadada. —Oh vamos, no necesitas mentirme. Tienes la varita en tu mano, obviamente, ibas a hacer magia. —Janeth enseñó una sonrisa, y golpeó delicadamente, la vara, contra la pared del vagón, demostrando un sonido metálico. La chica frunció el ceño, confundida. — ¿Por qué tienes una vara de metal?
—No es de tu interés u ocupación, por qué tiene algo, chica —dijo Daphne, frunciendo el ceño. Esa joven metiche, estaba haciéndola enfadar.
Janeth negó con la cabeza. Ignoró a la chica, y volvió su cabeza, hacía Daphne, para seguir explicándole. —En fin. Esto, es un Cuchillo Serafín. Los seres mágicos, como los Licántropos, vampiros, brujos y hadas, no pueden portarlos, porque morirían quemados. En cambio, yo tengo este guante... —Usando la estela (varita de metal), marcó la pared, con un símbolo y la puerta se cerró, por si misma. —Una Runa para cerrar. Útil. Más útil, de lo que piensan. —Sonrió. —Anael —una hoja de cristal surgió del tubo, y luego fue recubierto por un fuego dorado, sorprendiendo a las chicas. —Y ahora, el cuchillo está activado.
El ceño fruncido de Hermione, se acentuó. — ¿Por qué vendrías con un arma, al colegio?
—Porque los demonios, están en todas partes, señorita. —Contestó Janeth. —Solo los Cazadores de Sombras y los Subterráneos, podemos ver el espacio, entre la dimensión mundana y el mundo de las sombras. Podemos ingresar a este último, y matarlos. —Hizo girar el cuchillo en su mano derecha, y el arma se desactivó.
Hermione murmuró que ella era rara, y se fue.
Janeth y Daphne, sonrieron.
—Deberíamos de vestirnos, ¿no crees? —dijo Daphne sonriente, mientras empezaba a desvestirse.
— ¿No quieres que me gire, o salga, o algo así? —preguntó Janeth, mientras bajaba los baúles de ambas, dejándolos en el suelo, para que extrajeran, sus ropas.
—No —contestó ella, calmada, mientras se quitaba la camiseta, dándole la espalda. —Entonces, ¿hay sangre de Cazadores de Sombras, en tu familia?
—No. —Contestó Janeth, sin saber cómo explicarle a su primera amiga, de camino al colegio, que ella era una Subterránea hibrida. —No exactamente. Prometo que te lo explicaré todo, pero... —Terminó de colocarse el uniforme escolar, y guardó su ropa Muggle.
—Lo haces bien —dijo Daphne sonriente, mientras se sentaba. —Confiar en extraños, a la primera... —Janeth solo le enseñó una sonrisa, y siguieron en un cómodo silencio.
La puerta se abrió nuevamente, y vieron entrar a un chico de cabello rojo/anaranjado, algo despelucado y de ojos negros, con algo de suciedad, en su nariz. —Oigan, Alex Potter, está dando autógrafos.
Daphne y Janeth se miraron. Siendo la heredera Greengrass, quien contestó. —Gracias por el aviso.
Tuvieron que ver a Alex Potter, quien era un chico muy arrogante. Era casi desconocido para cualquiera, los límites del poder de una Hada hibrida, con una Shirohebi, y solo Janeth los conocía, por ser (prácticamente) la única en existir. Vio la mente de Alex, y no podía creer que James y Lily Potter, quienes eran sus padres, permitieran que le hubieran llenado la cabeza al chico, con tales pensamientos, tan alocados, volviéndolo un arrogante.
Daphne suspiró, cuando el tren frenó, y les ordenaron bajar. Tendrían que caminar, por la aldea mágica de Hogsmeade, hasta los terrenos del colegio. —Pues me alegra mucho, tenerte de amiga, y no ser amiga de Alex Potter.
Janeth sonrió. —A mí también me alegra mucho, tenerte de amiga.
Cuando llegaron al colegio, la profesora McGonagall, los recibió, pidiéndoles hacer una fila. —Bienvenidos a Hogwarts —dijo la profesora McGonagall—. El banquete de comienzo de año se celebrará dentro de poco, pero antes de que ocupéis vuestros lugares en el Gran Comedor deberéis ser seleccionados para vuestras casas. La Selección es una ceremonia muy importante porque, mientras estéis aquí, vuestras casas serán como vuestra familia en Hogwarts. Tendréis clases con el resto de la casa que os toque, dormiréis en los dormitorios de vuestras casas y pasaréis el tiempo libre en la sala común de la casa. Las cuatro casas se llaman Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin. Cada casa tiene su propia noble historia y cada una ha producido notables brujas y magos. Mientras estéis en Hogwarts, vuestros triunfos conseguirán que las casas ganen puntos, mientras que cualquier infracción de las reglas hará que los pierdan. Al finalizar el año, la casa que obtenga más puntos será premiada con la copa de la casa, un gran honor. Espero que todos vosotros seáis un orgullo para la casa que os toque. La Ceremonia de Selección tendrá lugar dentro de pocos minutos, frente al resto del colegio. Os sugiero que, mientras esperáis, os arregléis lo mejor posible.
— ¿Cómo se las arreglan exactamente para seleccionarnos? —preguntó a Ron. —Creo que es una especie de prueba. Fred dice que duele mucho, pero creo que era una broma.
Janeth suspiró, se desconectó de esa charla, y se cruzó de brazos, mientras cerraba los ojos.
Nadie hablaba mucho, salvo Hermione Granger, que susurraba muy deprisa todos los hechizos que había aprendido y se preguntaba cuál necesitaría.
La profesora McGonagall, reapareció y los guio, a través de un par de puertas. Del otro lado, había un gran número de velas flotando, por encima de las cabezas de cientos de alumnos, cada uno de ellos, sentado en una muy larga mesa, con túnicas negras como las suyas, pero llenas de colores, rojo, verde, azul o amarillo.
Al fondo, detrás de la mesa de maestros, sobre la pared, pero paralelo a cada mesa, había cuatro grandes estandartes.
Uno verde con una serpiente bordeada en hilo plateado, que en la parte superior ponía "Slytherin".
Uno azul con un águila bordeada en hilo de cobre, que en la parte superior ponía "Ravenclaw"
Uno amarillo con un tejón negro, que en la parte superior ponía "Hufflepuff"
Y uno rojo con un león dorado, que en la parte superior ponía "Gryffindor".
La profesora McGonagall, parada junto a un taburete, y un sombrero, se encontraba sujetando un gran rollo de pergamino. —Cuando yo los llame, deberán ponerse el sombrero y sentaros en el taburete para que os seleccionen —dijo—. ¡Abbott, Hannah! —Una niña de rostro rosado y trenzas rubias salió de la fila, se puso el sombrero que la tapó hasta los ojos, y se sentó.
Un momento de pausa. — ¡HUFFLEPUFF! —gritó el sombrero La mesa de la derecha aplaudió mientras Hannah iba a sentarse con los de Hufflepuff. Harry vio al fantasma del Fraile Gordo saludando con alegría a la niña.
— ¡Bones, Susan!
— ¡HUFFLEPUFF! —gritó otra vez el sombrero, y Susan se apresuró a sentarse al lado de Hannah.
— ¡Bluechild, Janeth! —Dumbledore, y los maestros, la miraron fijamente. Pero nadie podía imaginar, que se trataba de la hermana de Thomas Potter, pues esperaban que se presentara con ese apellido.
— ¡RAVENCLAW! —La segunda mesa a la izquierda aplaudió esta vez. Varios Ravenclaws se levantaron para estrechar la mano de Janeth, mientras se reunía con ellos. Mandy Brocklehurst y Terry Boot, también fueron a Ravenclaw.
Lavender Brown, resultó la primera nueva Gryffindor, en la mesa más alejada de la izquierda, que estalló en vivas.
Muchos otros alumnos vinieron y fueron seleccionados, en distintas casas.
— ¡Granger, Hermione! —el sombrero se demoró. Quizás, el sombrero quería enviarla a una casa, pero ella quería otra. Pues sí: la chica era una Ravenclaw, pero por sus lecturas de cuan fantástico era el profesor Albus Dumbledore, quería ir a...
— ¡GRYFFINDOR! —Gritó el sombrero.
— ¡Greengrass, Daphne! —llamó la profesora McGonagall.
— ¡SLYTHERIN! —Gritó el sombrero. La rubia, miró a su amiga en Ravenclaw, y se guiñaron el ojo.
Un muy largo rato pasó, entre alumnos nuevamente, siendo seleccionados. — ¡Malfoy Draco! —cuando el chico se sentó, y el sombrero iba a ser colocado en su cabeza, este gritó «¡SLYTHERIN!»
—Ser colocado en la cabeza de un chico afeminado, y que debe de usar tanto gel, para mantener su cabello así... no me sorprende, siendo el sombrero —pensó Janeth en voz alta, y todos rieron.
— ¡Potter, Alex! —llamó la profesora, luego de un extenso rato. Muchos alumnos, comenzaron a murmurar, mientras que el chico de cabello pelirrojo y ojos avellana, los miraba a todos, arrogantemente.
El sombrero fue colocado en su cabeza, y allí se quedó un largo rato. Cuando esto solía pasar, era porque el sombrero sabía a donde debía de ir la persona, pero ella no quería. «¡GRYFFINDOR!»
Comieron, y antes de irse a dormir, a Janeth se le hizo demasiado extraño, escuchar que no debían de ir al tercer piso, del lado oeste o sufrirían una muerte inmediata y horrible. —Bien hecho, señor director. Decirle a un montón de niños, no ir a un lugar, es la mejor forma, de evitar que lo hagan. —Pensó ella, enfadada. Entonces, sintió una mano en el hombro, y vio a un hombre de baja estatura, allí parado. — ¿Cómo puedo ayudarlo, profesor?
—Soy el profesor Flitwick, señorita... Bluechild, el encargado y cabeza de la casa de Ravenclaw. —Se presentó el profesor.
—Espero llegar a aprender mucho de usted, y todos los otros maestros de Hogwarts, señor —dijo ella sonriente.
—Necesito que me acompañe, señorita Bluechild. —dijo el hombre —El profesor Dumbledore, desea hablar con usted. Luego, la llevaré a nuestra Sala Común. —La chica asintió, y caminó, junto al profesor, mientras que los otros Ravenclaw, tomaban camino, hacía la Sala Común.
