Harry Potter, pertenece a J.K. Rowling.
Cazadores de Sombras, pertenece a Cassandra Clare.
10: Charla poco esclarecedora.
Janeth y Filius, llegaron hasta el pie de unas escaleras de caracol. Bastó con que pisaran el primer escalón, para que las escaleras empezaran a moverse, ascendiendo, hasta un muro. Un claro callejón sin salida. Pero Flitwick no se molestó. —Gaseosas de Fresas Azucaradas —Janeth lo miró extrañada, hasta que el muro se hizo a un lado, dejando asombrada a la pelinegra, cuando vio en el interior.
Se trataba de una sala circular con muchas ventanas y todos los retratos de directores y directoras. Detrás del escritorio del director, se encontraba el retrato del antecesor.
En una mesa detrás del escritorio, justamente debajo del retrato del director anterior, se veían varios instrumentos de plata, los cuales echaban bocanadas de humo, o daban un tictac, siendo similares a una clacleta. Del lado derecho del escritorio, había un Fénix, encima de una pecha, y en una mesa, sobre la cual había una biblioteca, estaba el Sombrero Seleccionador.
—Gracias por venir, Señorita Potter —dijo el director, solo para fruncir el ceño, pues la chica no le prestaba atención.
—Bluechild, director —dijo la chica, mientras se sentaba. — ¿Para qué me necesita, señor?
—Pues, me gustaría saber, dónde ha estado viviendo los últimos años, señorita Potter...
—Bluechild, director —volvió a corregirle, ahora más fuerte. El hombre, comenzaba a cabrearla. —En cuanto a "en dónde he estado", he estado en muchos lugares, producto de mis negocios.
Dumbledore se quedó en silencio, por un instante. Miró de reojo al hombre de cabello negro y la mujer de cabello rojo, a quienes Janeth no había prestado atención. —Señorita Po... Blue... child... —pronunció, casi como si el nombre, estuviera en una lengua muerta, que él no dominaba. — ¿No querría usted, saludar a sus padres?
Ella suspiró. —No podría, ni quiero hacerlo, señor. —Lily ahogó un sollozo, y James solo la abrazó, mientras miraba con dolor a su hija, quien no los miraba; la chica suspiró. —Jocelyn está cuidando de Clarissa, en América, y así, ellas están a salvo. —Dejó entonces, escapar un suspiro con los dientes cerrados, mirando molesta a Dumbledore. —Me importa una mierda, en dónde esté Valentine. Solo sé que ahora mismo, el cabrón de Sebastian está allí con él, y... —una sonrisa de triunfo, se formó en su rostro. —Actualmente, el Chico Ángel... —se interrumpió a sí misma, con una nueva risa y un buen humor. Eso, solo trajo más confusión para los adultos. —Perdón: las malas costumbres, son las que más, tardan en morir. —Se disculpó, y seguido a eso, suspiró. —Jonathan Herondale, está ahora mismo, viviendo con su abuela paterna. Cosa que, sin lugar a dudas, le dará una buena infancia y adolescencia al Chico Ángel... —frunció el ceño, y suspiró derrotada por sí misma. —Digo... JONATHAN. —Ella sabía PERFECTAMENTE, quienes eran James y Lily Potter.
Ella no era tonta.
Pero ellos la abandonaron, y la obligaron a vivir en las calles, solo por su deseo de no morir a manos de los Dursley. Así que prefería hablar del malnacido de Valentine, de su contraparte masculina, de Clarissa y de Jocelyn.
James, Lily, Albus, Filius y la profesora McGonagall, quien también estaba allí, por órdenes de Dumbledore, solo miraron extrañados a la chica, sin entender nada. Ni tener idea de con quiénes, había estado (supuestamente) viviendo la chica.
Dumbledore se aclaró la garganta, y comenzó a jugar con sus dedos, nervioso, tratando de no mirar a Lily Potter. —Señorita Potter...
—Bluechild —repuso ella, rápidamente, interrumpiendo al director. —No tengo deseos, de sostener sobre mis hombros el peso muerto de los Morgenstern, ni de los Fairchild. Por esto mismo, me he dado un nuevo apellido, y pido ser llamada y conocida, como tal. Janeth Cristal Bluechild. O Señorita Bluechild para usted, director.
El silencio rodeó la sala. Lily decidió hablar. —Ja... Señorita Bluechild, ¿Podría usted decirnos, dónde ha estado viviendo?
—Escapé del hogar de los Dursley, justo un par de días, antes del ataque —contestó ella, confundiéndolos a todos. ¿De qué ataque estaba hablando? Dumbledore decidió contactarse con Arabella Figg, para ver qué información tenía ella, para él. —Viví en las calles, mientras comenzaba a experimentar, y a descubrir mi herencia. Me encontré con un buen hombre, quién ya había acogido a tres chicos, y tenía los contactos necesarios. Comencé entonces, a trabajar en mi magia, hasta poder controlarla, y obtuve un trabajo muy bien remunerado... Varios de ellos, en realidad. Lo cuál, me permitió darme una buena vida.
— ¿En el Mercado de Sombras de Londres? —preguntó el hombre de cabello negro corto y ojos avellana.
—Exactamente, señor —dijo Janeth, asintiendo, sin deseos, ni intentos de ocultarlo. Pero sin mirar más de lo necesario, a James Potter. —Encontré mi camino, hacía los más renombrados maestros de las artes de la magia, del mundo. Magnus Bane, Ragnor Fell, Catarina Loss, entre otros —una sonrisa, se dibujó en sus labios. —El Gran Brujo de Nueva York, el ex-Gran Brujo de Londres y una maravillosa alma caritativa; fueron solo algunos, de mis grandes maestros, hasta que pude aprender a realizar y otorgar mis servicios, a aquellos que me necesitaban, a lo largo y ancho, haciéndome de un nombre, en el Mercado de Sombras. —Dumbledore se puso nervioso. Lo que estaba aprendiendo de Janeth... Bluechild, solo complicaba cada vez más, la muy escasa información que él mismo tenía. Y no sabía, que tanto podría la chica, estar tergiversando su información, ni si los nombres, de los supuestos maestros, eran reales. Claramente, tendría un gran problema en sus manos, con James y Lily Potter. Entonces, la chica se desperezó. —Profesor, ¿Le importaría, si voy a mi... Habitación? Estoy muerta. —Se cubrió la boca, para tapar un bostezo. —Extraño... Mi cama, en el Mercado de Sombras Londinense. En serio.
—Por supuesto, señorita... Bluechild, puede usted, retirarse —dijo Albus, permitiendo a la somnolienta chica, irse. Cuándo el muro se cerró, los gritos de los Potter y McGonagall, comenzaron.
