Harry Potter, pertenece a J.K. Rowling.
Cazadores de Sombras, pertenece a Cassandra Clare.
Uno de aquellos días, en los que Janeth, era visitada por su familia, surgió un problema. Escucharon a alguien llamar a la puerta, y Agatha abrió. —Bienvenida a Bluechild. Especialistas en casi todos los problemas. ¿Cómo has estado Naili?
—Hola Agatha —dijo el hada de largos cabellos dorados y piel verde, quien lucía preocupada. —Un fuego mágico violeta, ha comenzado a arder en medio del Mercado, y muchos diablillos, están saliendo del interior.
— ¡Janeth, Naili ha venido a decirme que hay un problema con unos diablillos! —Gritó Agatha. En unos minutos, entraron Janeth, Holly y Jack, armados con cuchillos, arcos y carjac de flechas.
Los cuatro salieron, siguiendo al hada llamada Naili. James, Lily y Alex, los siguieron.
Se asombraron al ver a esas criaturas bípedas de baja estatura, de piel roja, con diminutos cuernos carmesí, de grandes y saltones ojos amarillos, y que, en lugar de manos, tenían guadañas; que estaban aterrorizando a todos los Subterráneos, en el Mercado de Sombras.
Rápidamente, Janeth empuñó su espada y comenzó a lanzar cortes horizontales, matando diablillos.
Jack disparaba flechas, a los diablillos que llegaban a su visión — ¡Jack! —Gritó Holly, empuñando una lanza, con la cual atravesó el pecho de un diablillo, que casi le cae en la cabeza, para degollarlo o decapitarlo. —Eso estuvo muy cerca.
—Gracias Holly —dijo Jack sonriente, sin dejar de disparar flechas. —Te debo una.
—Le debes, cerca de ochenta —dijo una sonriente Agatha, arrojando anillos de magia azul, para alejar a los diablillos. Rápidamente, Agatha estaba moviendo sus manos y realizando un conjuro.
Janeth siguió las palabras de Agatha, en ese hechizo en ese idioma desconocido. Cuando finalizaron, de sus manos saltaron esferas de magia azul de Agatha y rosada con negro, de Janeth.
Las esferas cayeron al suelo, creando un circulo, y luego un portal, que comenzó a succionar a los diablillos restantes, antes de cerrar el portal.
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16: Expertos.
Amelia Bones, tomó asiento en su oficina, una nueva mañana, a solo unos pocos días de la navidad, encontrándose con un sobre rojo. Lo primero que pensó, fue lo más lógico: un Aullador.
Le arrojó varios amortiguadores, y luego, lo abrió con sumo cuidado, solo para ver como una carta mundana. Común y corriente, de pergamino normal, escrita en tinta normal, caía ante ella.
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Esto, solo la confundió aún más, debido al sobre en el cual estuvo guardada.
Tomó la carta y procedió a leerla.
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Estimada Sra. Bones.
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Esto no se trata de una broma, a pesar del sobre rojo, que podría haberle hecho pensar en un llamado "Aullador".
Prometo que mi carta, es igual de importante, como lo sería, uno de esos.
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Se trata de algo muy extraño, que está teniendo lugar en las aulas del lado oeste del tercer piso, del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, a las cuales, se nos ha prohibido acercarnos, ante el peligro de muerte.
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Estuve buscando una posible oficina de "Regulación Educacional" dentro de un folleto del Ministerio de Magia Inglés, que cayó casualmente en mis manos.
Pero, como usted misma podrá imaginarse, no encontré ninguno.
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Y es por esto último, que estoy recorriendo a usted, espero que pueda saber perdonar cualquier posible desliz, de parte de una jovencita en edad escolar.
Atte.: J. Bluechild.
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Ante esto, escribió una corta nota, al jefe de los Aurores, otra al jefe de regulación de objetos mágicos y, siguiendo su instinto, una tercera, al jefe de regulación de criaturas mágicas.
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Pronto, los tres hombres, estaban en su oficina, y Amelia les contó sobre la nota que le llegó. Dijo que, al llegar a casa, le preguntaría a su sobrina, y ellos se comprometieron en hablar con sus hijos o sobrinos.
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Seis horas después, Amelia, el jefe de Aurores, el jefe de la oficina de Regulación de Criaturas Mágicas y el jefe de Regulación de Objetos Mágicos, entrevistaron a sus hijos y se enviaron cartas, los unos a los otros.
Al lograr dilucidar que claramente algo estaba mal en Hogwarts, y que probablemente, cientos de niños y adolescentes en edad escolar, estaban en peligro, armaron escuadrones, y un plan.
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El día de regreso a clases, cuando todos los alumnos estuvieron en la cena de bienvenida, las puertas del Gran Comedor se abrieron, revelando a Amelia Bones, junto a los otros tres jefes de los otros tres Departamentos del Ministerio de Magia, seguidos por varios Aurores y expertos en sus distintos campos.
Albus frunció el ceño, al verlos entrar. Sin poder siquiera imaginar, el motivo por el cual estaban allí. Y, aun así, tenía un mal presentimiento. Se acercó a ellos, o más específicamente, a Amelia. — ¿Qué puedo hacer por ti, Amelia?
—Recibí una carta de un alumno, Albus —dijo Amelia, yendo directamente al grano. —Hablando sobre su preocupación, por un aparente peligro, que se ha instalado de forma permanente en el lado oeste del castillo, en el tercer piso, provocando que este se encuentre por fuera de los límites. Vamos a ver, qué podemos encontrar.
Esto provocó el enfado de Albus, quien por fuera se veía calmado, pero por dentro ardía de rabia. ¿Quién se había atrevido, a traicionarlo a él, el gran Albus Dumbledore, quien derrotó a Grindelwald, y gran enemigo jurado de Voldemort?
Maldita sea, no podría hacer nada, ni evitar que Amelia encontrara lo que buscaba, si es que ella sabía dónde buscar.
Quirrell se puso de pie y comenzó a atacar a los presentes, mientras gritaba que solo su maestro, alcanzaría la inmortalidad. Al ser un cinco contra uno, lograron desarmarlo y derrotarlo, solo para ver cómo el espectro de Voldemort, abandonaba el cuerpo de Quirrell, al ver a su sirviente derrotado, y el maestro de DCAO, fallecía, convirtiéndose en una estatua de ceniza.
Dumbledore se enfureció aún más: ¿Cómo se atrevió ese estúpido Mestizo, a dejarse derrotar por estos idiotas, y no a caer, enfrentando al Niño-Que-Vivió? ¡VOLDEMORT ERA MENOS QUE UN IDIOTA, BUENO PARA NADA!
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Estaba tan enfadado, que olvidó a los magos detrás suyo, quienes se deslizaron, hacía el tercer piso del colegio, y pronto estaban llamando refuerzos, para hacerse cargo del Cerbero.
Al lograr reducirlo, entre quince magos en total, descendieron por la trampilla y destruyeron todas las pruebas.
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Explotaron más a fondo el castillo, y encontraron el Espejo de Oesed, y lograron extraer la Piedra Filosofal del interior del espejo, que luego enviarían a los Flamel, acompañada por una carta, contándoles como Dumbledore planeaba hacer algo con la Piedra, que les fue desconocido, y describiendo las habitaciones que encontraron, bajo aquella escotilla.
Exploraron nuevamente el corredor del Tercer Piso, pero no encontraron ningún otro peligro, así que lo dejaron de lado, y arrestaron al director y a los jefes de casa, para intentar dilucidar, quien estuvo ayudando a Dumbledore con el espejo y las habitaciones de la trampilla.
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Las clases se cancelaron, y el descontrol brilló en Hogwarts, mientras que Janeth Bluechild, sonreía triunfante, y Dumbledore era arrestado, pues Amelia y el jefe de Aurores, querían respuestas, sobre el porqué de esas pruebas y porqué él tenía la Piedra Filosofal de Nicholas Flamel, en su poder.
