Harry Potter, pertenece a J.K. Rowling.

Cazadores de Sombras, pertenece a Cassandra Clare.

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17: La Advertencia de Dobby.

Al tiempo que Dumbledore era llevado al Wizengamot, para responder a las preguntas, que Amelia tenía para él; en el Mercado de Sombras, en su propio local, Janeth Bluechild, había despertado, después de un sueño, donde el Ángel Raziel, le entregaba un libro de color, diciéndole que podría usar las runas demoniacas, pues era una Subterránea, al ser un Hada y la Shiro Hebi, era una raza de Subterránea. Le dijo que estaba autorizada para usar su Estela.

Al despertar, allí lo encontró. Lo abrió y comenzó a ojearlo. Entonces, empezó a escribir Runas en el suelo, para crear un circulo de invocación. Suspiró pesadamente, cuando terminó de escribirlas, siendo las 2:34am, y sintió la magia de las Runas, rezumbando.

Miró hacía su derecha, encontrándose con un libro, apoyado en una mesa. Era un obsequio de Raziel. Ella lo miró fijamente. —El Libro del Pacto, aquel libro en el cual Raziel trazó las Runas que los Cazadores de Sombras fueron autorizados para utilizar. —Alargó su mano, agarrando el libro, y abriéndolo una vez más —Cada copia del libro es hecha por los Hermanos Silenciosos debido al papel especial que se requiere para soportar el poder de las Runas y no quemarlo. —Acarició las páginas del libro, y lo cerró. —A pesar de su nombre, el Libro Gris en realidad, tiene una portada verde. Y el mío, tiene una portada magenta. —Una sonrisa apareció en sus labios. —Libro Gris... En ese caso, mi libro debería de llamarse... Libro... amarillo —No pudo evitar reírse un poco, de sí misma. Suspiró, y devolvió su mirada, al círculo de runas. Guardó su estela, colocó sus manos en el borde del circulo rúnico, y se concentró, hasta que las runas, una por una, comenzaron a brillar, y la magia comenzó a fluctuar. Entonces, se dio cuenta de cuanta magia le estaba arrebatando, el circulo rúnico. — ¡MALDICIÓN! —Gruñó, mientras su frente se perlaba de sudor, y comenzaba a cansarse. — ¡Mierda, no lo pensé bien! —Apretó los labios. —Vamos... vamos... Solo... solo... un... un poco más... —El interior del circulo rúnico, comenzó a cubrirse de magia pura, la cual parecía fluctuar hacía el interior, como si fuera pintura. —Eso... eso es... eso es...

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En una Línea de Tiempo Alternativo (o quizás, en esta misma línea temporal) Varios años después, en El Séptimo Sitio Sagrado.

Sebastian Morgenstern, Clarissa Fairchild y Jace Herondale, se encontraban ante un grupo de quizás tres decenas de Cazadores de Sombras, todos ellos, miembros de un antiguo grupo terrorista, denominado como El Círculo de Raziel. — ¡¿Están conmigo?! —gritó Sebastian Morgenstern. Un murmullo recorrió la plaza y Clary se tensó.

Uno de los del grupo de Nefilim, un anciano, se echó la capucha hacía atrás y lo miró con el ceño fruncido. —Tu padre nos hizo promesas. Ninguna se cumplió. ¿Por qué debemos confiar en ti?

—Porque yo traeré el cumplimiento de mis promesas ahora. Esta noche —respondió Sebastian, y sacó la imitación de la Copa Mortal, que relució suavemente bajo la luna.

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(...)

Sebastian bajó de la losa y fue hacía el pentagrama. En el borde comenzó a salmodiar: —Abyssum invoco. Lilith invoco. Mater mea, invoco. —Se sacó una fina daga del cinturón. Se colocó la Copa bajo la curva del brazo, y con la hoja se hizo un corte en la palma de la mano. Corrió la sangre, negra bajo la luz de la luna. Volvió a meterse el cuchillo en el cinturón y colocó la mano sangrante sobre la copa, aun recitando en latín. —Hic est calix sanguinis mei. —Lilith se manifestó ante ellos, como alguna clase de escultura de ceniza agrietada, que alargó la mano. —Lilith —dijo Sebastian con una voz resonante —. Como tú me invocaste, te invoco yo. Como tú me diste la vida, así te doy vida yo. —Esta noche, no sólo serás mi madre sino la madre de una nueva raza (...). La Copa —continuó Sebastian, y se la tendió a ella, con el blanco borde manchado de sangre. Lilith no pudo evitar reír por lo bajo. Sonó como unas enormes piedras rascasen la una contra la otra. Cogió la Copa y, con toda la naturalidad con que alguien puede coger un insecto de una hoja, con los dientes se abrió una brecha en la cenicienta muñeca. Muy lentamente, una sangre negra y espesa fue manando. Pero antes de poder salpicar la Copa, y concretar el ritual... literalmente, se transformó en humo y dejó de existir. — ¡¿Qué...?! La Copa... ¡¿QUÉ HA PASADO?!

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En una Línea de Tiempo Alternativo (o quizás, en esta misma línea temporal) Varios años antes, en El Mercado de Sombras de Londres.

La Copa Infernal, apareció ante los ojos de Janeth, quien sonrió. Mientras agarraba la copa en sus manos y suspiraba, y comenzaba a lanzarla de arriba abajo, como una moneda, y no algo tan valioso para ella. —Perfecto. Solo fue manchada por Sebastian, pero no por Lilith. No es la Copa Infernal. Pero... algún día, podría serme útil. Solo necesito, la sangre correcta. —Y usó un hechizo que liberó llamas blancas de su mano, para limpiar hasta la última partícula, de la sangre angelical presente Sebastian, de la copa, dejando solo unas pocas salpicaduras de la sangre demoniaca de Lilith, que estaba presente en Sebastian. Usando un hechizo, hizo que la sangre demoniaca aumentara, y luego, con otro hechizo, se hizo un corte en la mano y dejó caer su propia sangre. Abrió un compartimiento bajo el suelo, y dejó la Copa allí. Suspiró, y puso de pie, caminando hasta una puerta, y activó las runas en ella. La abrió, encontrándose en un campo abierto. donde estaba su yegua hada. —Y ahora... hacer una estupidez. —Suspiró y montó a su amiga. —Vamos a Idris, niña. Necesito hacer una compra. —La yegua relinchó y despegó. Voló por varias horas, hasta llegar a Alacante. Allí, se aproximó al puesto de armas que buscaba. — "La Flecha de Diana" —susurró y sacó su varita mágica. —Alohomora —la puerta se abrió. —Lumos —en la punta de la varita, la luz apareció y alumbró cada espada, cada lanza, cada arco, cada arma presente. Hasta que la vio, y una sonrisa apareció en sus labios. — "Heosphoros" —susurró, agarrando la espada, colgándosela de la espada con las correas, mientras salía de allí. Se volvió, hacía la puerta del negocio. — "Porta clausa" —La puerta se cerró por sí misma. Volvió con su amiga. —Listo. Ya tengo lo que vine a buscar: es momento de volver al Mercado de Sombras de Londres, mi amiga. —La yegua relinchó y despegó, una vez más.

Al volver, dejó la espada colgada de un lugar, previamente preparado para ella, y se recostó en su cama.

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-/-/Sala del Wizengamot/-/-

Un confiado Albus Dumbledore, ingresó en la Sala del Wizengamot, incluso cuando los grilletes le molestaban un poco en las muñecas y tobillos.

El Ministro Fudge, revolvió sus papeles. —Muy bien: ahora con el acusado presente, podemos comenzar: los cargos contra Albus Dumbledore, son: colocar en peligro a niños menores de edad y a adolescentes, estudiantes de Hogwarts. Interrogadores: Cornelius Oswald Fudge, Ministro de Magia y Amelia Susan Bones, jefa del DCLM.

—Actuando como abogado para sí mismo: Albus Dumbledore —dijo el anciano director.

—Colocó en peligro a todos los alumnos de Hogwarts, al mantener a un Cerbero, tras una protección débil y un artefacto peligroso. —Dijo Fudge, leyendo el documento, que estaba en sus manos y ante sus ojos. —Únicas medidas de seguridad: una advertencia verbal, en la primera noche de colegio, y un hechizo de cerradura bajo nivel en la puerta del Cerbero. Adelante, por favor —todo el Wizengamot vio con conmoción, las fotografías y los recuerdos, en el Pensadero del mismísimo Albus Dumbledore: vieron como los Aurores sacaron al Cerbero, sumamente peligroso. —Los ojos de Dumbledore se abrieron con incredulidad, cuando se dio cuenta de que descubrieron sus pruebas: el lazo del diablo, al fondo de la trampilla que cubría Fluffy, las llaves voladoras, el tablero de ajedrez, el trol, las Pociones. Un recuerdo de la pista, de que había dos Pociones para ir a través de las llamas violetas y negras, que había venenos y otras cosas.

Entonces, se mostró el recuerdo, que más los asombró a todos, haciéndolos gritar y discutir entre ellos, hasta que Fudge lanzó una bombarda, haciéndola estallar.

— ¡¿Estoy viendo y leyendo el informe correcto?! —preguntó un indignado Tiberius Ogden. — ¡ALBUS! —Gritó el hombre. — ¡¿Tenías el Espejo de Oesed, en una sala, sin ninguna protección?!

—La corte da permiso a Tiberius Ogden, para explayarse y explicar la función del Espejo de Oesed —dijo Fudge.

El anciano se quedó de pie. —Se trata de un extraño artefacto mágico, que te permite ver, el más desesperado deseo de tu corazón. ¡Hombres adultos, se han consumido frente a él, sin saber si acaso el espejo está enseñándoles el futuro, sin saber si lo que enseña es real o no lo es!

—Estaba allí temporalmente. —Se defendió Albus, esforzándose por mantener su mirada y mascara de abuelo, pero no le era fácil. —Sería la última defensa, para la Piedra.

— ¡¿Última defensa?! —gruñó Alastor Moody, poniéndose de pie.

—La corte da permiso a Alastor Moody, último lord de la Casa Moody —dijo Fudge.

—Esas no son trampas. —dijo el antiguo Auror, ahora de pie. —Ningún Mago Oscuro de buen nivel, tendría problemas para desactivarlas o pasar por en medio de ellas, y dar con el Espejo y la Piedra. Una planta que odia la luz, dar con la llave correcta, con destruir la cabeza del rey en el ajedrez, sería más que suficiente. ¡HABÍA UNA ADIVINANZA, PARA PASAR POR AMBOS FUEGOS! Y finalmente: dar con la Piedra y el Espejo.

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Albus fue llevado afuera y la Corte deliberó.

Lo hicieron volver a entrar: Se le permitiría mantener su puesto como director. Pero un solo problema o peligro extra para Hogwarts, y estaría fuera.

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Con eso, Dumbledore se Desapareció, a su hogar. ¿Quién había sido ese alumno traidor, que descubrió a Fluffy, y en lugar de ir donde él, se atrevió a enviar un mensaje a Bones?

Iba a volver la vida de ese chico un infierno, ni bien descubriera de quien se trataba, por interponerse en la misión del Niño-Que-Vivió, de luchar por la Luz, y hacerle frente a Voldemort. —Seguramente ese idiota de Tom, ha vuelto a los bosques de Albania. —Pensó enfadado. Ahora, tendría que esperar, quien sabía cuánto tiempo, hasta poder volverle a tender una trampa a Voldemort, para que se enfrentara a Alex Potter, y pudiera matarlo, destruyendo la oscuridad, para siempre.

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Janeth despertó en medio de la noche, cuando las salvaguardas se dispararon, al ingresar alguien en su habitación. Holly, Jack y Agatha, corrieron hacía la habitación de su líder, abriendo estruendosamente la puerta, y entonces, todos notaron a la pequeña criatura, que se encontraba, al pie de la cama de su amiga y líder.

La pequeña criatura tenía unas grandes orejas, parecidas a las de un murciélago, y unos ojos verdes y saltones del tamaño de pelotas de tenis. Aquel pequeño ser, hizo una reverencia tan profunda que tocó la alfombra con la punta de su larga y afilada nariz. Janeth y Jack, repararon en que iba vestido con lo que parecía un almohadón viejo con agujeros para sacar los brazos y las piernas. —Soy Dobby, señorita. Dobby a secas. Dobby, el elfo doméstico —contestó la criatura.

— ¿De verdad? —dijo Janeth—. Bueno, no quisiera ser descortés, pero no me conviene precisamente ahora recibir en mi dormitorio a un elfo doméstico. Mis amigos y yo, estamos encantados de conocerte —se apresuró a añadir Janeth—. Pero, en fin, ¿has venido por algún motivo en especial?

—Sí, señorita —contestó Dobby con franqueza—. Dobby ha venido a decirle, señorita..., no es fácil... Dobby se pregunta por dónde empezar... Dobby ha venido a pedir ayuda, para proteger a Alex Potter, a advertirle, aunque más tarde tenga que pillarse las orejas en la puerta del horno, de que... Alex Potter no debe regresar a Hogwarts. Dobby fue a verlo, le advirtió, ¡pero Alex Potter, decidió no escuchar a Dobby! —La pequeña criatura, comenzó a caminar de un lado a otro. —Alex Potter debe estar donde no peligre su seguridad. Es demasiado importante, demasiado bueno, para que lo perdamos. Si Alex Potter vuelve a Hogwarts, estará en peligro mortal.

— ¿Por qué? —preguntó Agatha sorprendida.

— "Hay una conspiración, Janeth Potter. Una conspiración para hacer que este año sucedan las cosas más terribles en el Colegio Hogwarts de Magia" —susurró Dobby, sintiendo un temblor repentino por todo el cuerpo— "Hace meses que Dobby lo sabe, señorita; Alex Potter no debe exponerse al peligro: ¡es demasiado importante, señorita!"

— ¿Qué cosas terribles? —preguntó inmediatamente Janeth—. ¿Quién las está tramando? —Dobby hizo un extraño ruido ahogado y acto seguido se empezó a golpear la cabeza furiosamente contra la pared. — ¡Está bien! —gritó Janeth, sujetando al elfo del brazo para detenerlo—. No puede decirlo, lo comprendo. Pero ¿por qué ha venido usted a avisarme? —Un pensamiento repentino y desagradable lo sacudió—. ¡Un momento! Esto no tiene nada que ver con Vol.…, perdón, con Quien-usted-sabe, ¿verdad? Bastará con que asiente o niegue con la cabeza. —añadió apresuradamente, porque Dobby ya se disponía a golpearse de nuevo contra la pared.

Dobby movió lentamente la cabeza de lado a lado. —No, no se trata de Aquel-que-no-debe-ser-nombrado, señorita. —Pero Dobby tenía los ojos muy abiertos y parecía que trataba de darle una pista.

—Bueno, siendo así, no puedo imaginar quién más podría provocar que en Hogwarts sucedieran cosas terribles —dijo Janeth—. Quiero decir que, además, allí está Dumbledore. ¿Sabe usted quién es Dumbledore?

Dobby hizo una inclinación con la cabeza. —Albus Dumbledore es uno de los mejores directores que ha tenido Hogwarts. Dobby lo sabe, señorita. Dobby ha oído que los poderes de Dumbledore rivalizan con los de Aquel-Que-No-Debe-Ser-Nombrado. Pero, señorita... —la voz de Dobby se transformó en un apresurado susurro—, hay poderes que Dumbledore no.…, poderes que ningún mago honesto...

— ¿Quién provocará esto en Hogwarts, es acaso un seguidor de Él? —preguntó Janeth, Dobby asintió, y temeroso, se Desapareció. La chica hizo un gesto con la mano, y como si fueran soldados, los tres se retiraron. Janeth agarró una hoja de papel, un lapicero y escribió una nota, agarró su Libro Amarillo, buscó la runa demoniaca deseada, y usando su Estela, escribió la runa en el reverso, haciendo que la nota se consumiera en fuego violeta.

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-/-/-/Casa de los Potter, Oficina de James Potter/-/-/-

James, se encontraba leyendo un libro en su oficina. Era una noche normal, después del juicio en el Wizengamot.

Pero entonces, reparó en algo, una luz violeta en su oficina. Rápidamente, desenfundó su varita mágica, y apuntó hacía el lugar, viendo una llama violeta, que lentamente iba dando forma a un papel, hasta que las llamas se extinguieron y la nota cayó al suelo, para confusión de James Potter, quien lanzó hechizos de rastreo de maldiciones, compulsión, y todo tipo de detección de hechizo o detección de maldición, que se le ocurrió.

Al no encontrar nada, agarró la nota y la leyó.

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Buenas noches, Lord Potter.

Estoy escribiéndole esta nota, porque un elfo domestico llamado Dobby, apareció en mi oficina, en el Mercado de Sombras, y me ha dado una advertencia, sobre un peligro que tendrá lugar en Hogwarts. Me ha dicho que es peligro que Alex "El-Niño-Que-Vivió" Potter, venga al colegio.

Por desgracia, no he podido sacarle más información al Elfo Domestico, antes de que se fuera.

ATTE.: Janeth B.

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James agarró la nota, y fue a buscar a su esposa, para enseñársela.

¿Qué podría estar a punto de pasar en Hogwarts?

Tendría que pedir ayuda a Amelia Bones y al jefe de Aurores.