Harry Potter, pertenece a J.K. Rowling.
Cazadores de Sombras, pertenece a Cassandra Clare.
19.
Janeth aceptó pasar, los últimos días de vacaciones con los Potter.
Eso, le daría acceso a la biblioteca de la Noble y Ancestral casa de los Potter.
Lily, James y (un recién liberado de prisión) Sirius Black, su padrino, estaban encantados de tenerla en la casa, y tanto James, como Sirius y Alex, le enseñaron a jugar Quidditch, explicándole cada posición, y hacerla probarlas todas.
Los dos adultos, estuvieron de acuerdo, en que Alex haría un buen trabajo como Guardián, pues era mejor volando en ráfagas cortas. Y opinaron que Janeth quedaba bien como Bateadora o como Cazadora.
Además, opinaron que Janeth, era una buena influencia para Alex, al forzarlo a realizar sus tareas, negándole permitir copiar, forzándolo a leer y COMPRENDER, lo que leía y luego, a escribir lo que entendía, y lo que ponía el libro, a la hora de hacer sus tareas.
En la única tarea, que tuvieron ayuda (supervisión, mejor dicho) adulta, fue en Pociones. Lily explicó que había una regulación, respecto a la magia en menores de edad, y que, por eso, no debían de realizar magia. Pero que la casa Potter, contaba con una habitación muy especial, donde no eran detectados, y así podrían realizar las pociones requeridas, para ver en qué pociones se usaba un ingrediente en cuestión: tenían que escribir un a redacción sobre la Lágrima de Luna, en qué pociones era más útil, de donde era autóctona, para qué era útil y ese tipo de cosas.
Cuando llegó el 1 de septiembre, no atravesaron el andén 9¾, como Dobby lo había creído, sino que usaron la conexión Flu del Andén.
Al llegar, Janeth fue abrazada por Daphne y Tracy, marchándose los tres, a un compartimiento del Expreso de Hogwarts.
Alex, fue a reunirse con Ron y Hermione.
Fue un viaje largo, sin mucho que destacar, pues Daphne y Tracy, desconocían del negocio de Janeth, y ni siquiera sabían, sobre el Mundo de las Sombras. Pero eso, no le impidió a Janeth, enseñarles algunos libros extra que estaba llevando, y que leía, como (por ejemplo) Sobre los motores de la Hechicería, una copia del Libro de lo Blanco y una copia del Libro de los Tres Grandes Dominios. —Estuve en Alemania, en Núremberg y luego en Bulgaria, en Ruse —dijo ella, mientras volvía a guardar el Libro de lo Blanco, y hojeaba el Libro de los Tres Grandes Dominios.
— ¿Qué hacías tu por allá? —preguntó Daphne confundida.
Janeth le enseñó una sonrisa. —Mi trabajo se está expandiendo bastante. Ya no solo en los Mercados de Sombras del Reino Unido. En otros países, como puedes ver. —Daphne y Tracy sonrieron con cariño, ante la nota de orgullo y la sonrisa de Janeth. —Estando en Ruse, ayudé a la familia Krum, quienes estaban siendo acechados por una familia de hasta seis demonios arpía, que no los dejaban en paz. —Suspiró. —Desearía que Agatha, Jack y Holly, me hubieran acompañado. Finalmente, logré levantar unas Salvaguardas alrededor de la casa Krum, y conseguí que los demonios arpía nos atacaran —Sonrió. —Se volvieron ceniza, al literalmente estrellarse contra las Salvaguardias... —la puerta se abrió, apareciendo Alex, Ron y Hermione, quienes se veían cansados.
— ¿Les pasa algo? —preguntó Tracey confundida.
—No encontramos ni un solo vagón vacío —explicó Alex, para luego suspirar cansado. —Y aquí tampoco. Vamos —Ron comenzó a caminar. Janeth no había levantado el rostro, ni por un instante, y seguía leyendo el Libro de lo Blanco.
— ¿Qué estás leyendo? —preguntó Hermione interesada, estirando su cuello un poco, para luego abrir los ojos, y señalar a Janeth acusadoramente. — ¡No deberías de leer libros, que no son los encargados por los maestros!
—Es mi propio libro Granger. Lo compré legalmente, cuando estuve en el Mercado de Sombras de Ruse-Bulgaria —gruñó Janeth, mirándola con el ceño fruncido, antes de volver a su lectura.
— ¿Estuviste en Bulgaria? —preguntaron Alex y Ronald incrédulos. Solo para reírse de ellos, Janeth enseñó algo que guardaba en la contraportada de ese mismo libro. Al comienzo, no entendieron ni una palabra, pero vieron como las letras se iban volviendo más y más borrosas, hasta cambiar al abecedario latino, y aunque seguían sin entender, sí pudieron leer el nombre al final de la nota.
'На Джанет, благодаря ти, че спаси мен и родителите ми, наистина услугите ти си струват всяко пени Ате: Виктор Крум'
"Na Dzhanet, blagodarya ti, che spasi men i roditelite mi, naistina uslugite ti si struvat vsyako peni Ate: Viktor Krum" (Para Janeth, gracias por salvarnos a mis padres y a mí, verdaderamente, tus servicios valen cada moneda, Atte.: Viktor Krum)
Ron estaba en shock. — ¡¿CÓMO ES POSIBLE QUE CONOCIERAS A VIKTOR KRUM, ANTES QUE YO?! —gritó celoso.
—Sus padres supieron de mí, de alguna forma, y de mis servicios —dijo Janeth, arrebatando la nota, y guardándola. —Los salvé de unos demonios arpía. —Suspiró cansada. —Te agota, hablar de lo mismo, dos veces.
—Ah, sí... Verdad... —Alex se sonrojó, cuando recordó algo importante, y sonrió nervioso. —Mamá y papá pidieron, que te agradeciera, por advertirles sobre el Elfo Doméstico, que buscaba impedirme venir a Hogwarts.
—No me agradezcas, era lo correcto —dijo ella. —Se ha pagado mucho, por nuestra educación, Niño Mágico. —Sonrió con cierta añoranza de cuando era Sebastian, y como llamó "niño ángel" a Jace, durante el combate en la cueva.
—Bueno... Nosotros... —Hermione no parecía saber qué decir, aunque ciertamente, no le gustó ese apodo de Janeth, hacía Alex. —Con permiso, nos retiramos.
Horas después, ya en Hogwarts, vieron la selección de los nuevos alumnos, y aplaudían cada que un nuevo alumno se sentaba en la mesa de la casa correspondiente.
Luego, cenaron y todos fueron a sus respectivas Salas Comunes.
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A la mañana siguiente, luego del desayuno, los pasos de tacones, distrajeron a Janeth, quien dejó de comer, y miró a la profesora McGonagall. —Buenos días, profesora. ¿Cómo puedo ayudarla?
—Cuando termine, por favor acérquese en mi oficina, señorita Bluechild —pidió la mujer. No mucho después, una confundida Janeth, entró en la oficina de la profesora McGonagall, encontrándose a Hermione Granger, sentada junto a otra silla vacía, que claramente era suya; ante ellas, estaban las profesoras McGonagall y Potter. La pelinegra frunció el ceño, mientras deshacía su cola de caballo, y comenzaba a separar su cabello, para peinarse en dos coletas paralelas.
— ¿Cómo puedo ayudarlas, profesora McGonagall, profesora Potter? —preguntó Janeth, más concentrada en su cabello.
—Señorita Bluechild, la señorita Granger, ha llegado diciendo, que usted ha traído libros de Artes Oscuras, al colegio, —explicó la maestra de Transformaciones. — ¿Puede darnos, su versión de los hechos?
—He traído libros de encantamientos, pociones y rituales, que, en algunas partes de Europa, se les considera perdidos, (dentro de la Sociedad de las Sombras, por supuesto) —dijo ella. —Mi Libro de lo Blanco, lo compré en Bulgaria, luego de realizar un trabajo en ese país, hace pocos días. Y mi Libro de los Tres Grandes Dominios, lo compré en el Mercado de Sombras de Núremberg, todo legalmente, por supuesto. —Le enseñó una sonrisa a su maestra. —Es igual de malo, intentar estafar a un hada, como intentar robar en Gringotts. Cada que salgo del país, y voy a un Mercado de Sombras, sabiendo que necesito reponer mis existencias para levantar Salvaguardas o realizar algún Exorcismo, siempre voy a los puestos atendidos por Hadas.
— ¿Por qué donde las hadas? —preguntó Lily confundida.
—Las hadas no pueden mentir —explicó Janeth. —Y, aun así, pueden darle un segundo (y a veces siniestro), significado a los negocios, tratos y promesas, si no logras que ellas digan, palabra por palabra, de lo que han prometido hacer por ti. Les hice jurarme que los libros era realmente copias de los originales —hizo una mueca. —Aunque admito, que tuve que colocar un puñal de hierro, en la mesa, para lograrlo. Bueno, en fin: ellas tienen el dinero y yo tengo los libros.
—Profesora, claramente Bluechild ha estado haciendo trampa —señaló Hermione. —siempre consigue los hechizos o encantamientos, primero que yo. La están ayudando desde fuera.
—Mis encantamientos y magia en general, funciona sin la necesidad de una varita mágica, Granger —dijo Janeth, levantando su mano, generando un circulo rúnico de energía mágica roja, para asombro de sus maestras y Hermione. —Hacer uso de la varita mágica, como un foco mágico, es una pesadilla, para los huesos de tu muñeca, y cuando tengas cerca de sesenta años, tendrás artritis. Cuando logré huir del hogar de los Dursley, encontré mi camino, hacía el Mundo de las Sombras, y varias almas caritativas (especialmente Brujos), más que dispuestos a instruirme.
—Léalos en su tiempo libre, señorita Bluechild —dijo McGonagall, luego de quedarse en silencio un largo rato. —Que no la sorprenda, leyendo en clase o algo similar.
—Entendido —dijo ella, poniéndose de pie y realizando una venia. —Con permiso: nos vemos mañana, en clase.
Janeth salió del salón de clases, como si esto fuera normal y no hizo ningún comentario.
Hermione, por otro lado, miró a sus maestras, sintiéndose traicionada.
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Janeth estuvo leyendo los libros del tal Lockhart, entonces alzó una ceja. — ¿Qué demonios es esto? —pasó algunas páginas rápidamente, y leyó otro capítulo. —¿Pero... como le hizo para...? —lo que decía el libro, no tenía sentido. Agarró otro libro. — ¿En ese mismo día, estaba primero en Irlanda, y luego en España? Imposible.
20: Entrenamiento Físico y Gilderoy Lockhart.
