Harry Potter, pertenece a J.K. Rowling.

Cazadores de Sombras, pertenece a Cassandra Clare.

22.

Alex, Hermione y Ronald, miraban con envidia como Daphne y Tracey, no estaban tan sudorosas como ellos, ni estaban respirando tan agitadamente, como ellos. —Puesto que todos estamos tan asustados, con el asunto de la Cámara de los Secretos. Entonces, vamos a fusionar dos temas, en uno solo. —Dijo Janeth.

— ¿Cuáles son esos temas, si se puede saber? —preguntó Hermione.

—Varitas afuera, por favor —pidió ella. Así lo hicieron los cinco. — ¡Expelliarmus Múltiple! —al instante, sus varitas mágicas, salieron volando de sus manos, y llegaron a la mano de Janeth. —Ahora, ¿Qué harán? —Daphne lanzó un grito de guerra, y se lanzó contra Janeth. Todos vieron con impotencia, como las varitas desaparecieron de la mano de la chica, hacía la nada, y como Janeth comenzaba un combate cuerpo a cuerpo, con Daphne, la cual pronto se unió Tracey, y no tardaron mucho entre ambas, en derrotar a la pelinegra, pues se defendía contra dos rivales. —Bien hecho, chicas. Pero… —suspiró. —Me decepciona, que tardaran tanto, en reaccionar —chasqueando sus dedos, chicas rosadas y negras, aparecieron ante cada uno, y las varitas llegaron a las manos de los cinco, agarrándolas instintivamente. —Aún más decepcionada, estoy de que ustedes tres, no hicieran NADA. —Alex, Hermione y Ron, saltaron. Nuevamente, Janeth suspiró y se pasó una mano por la cara. Agarrando su varita mágica, la agitó. — ¡Nativitas Arborum! —seis arboles aparecieron, alrededor de ellos. — ¡Lignei Gladii! —y los troncos se volvieron ceniza, demostrando espadas bellamente talladas, de distintas formas. Janeth agarró una. —Agarren una, que no tenemos toda la mañana, para esta lección. La que tengo en mis manos, se denomina una: Espada Montante o Espadón: es una espada grande de la época medieval y renacentista que se usa con las dos manos.

—Katana: espada Samurái y Ninja, con un solo filo —dijo Daphne, encogiéndose de hombros, al ver su espada.

Alex: Esa es una espada Celta: La empuñadura tiene forma de ser humano: el pomo corresponde a la cabeza, el cuerpo a la empuñadura y las piernas son la guarda que sirven como protección a la mano.

Granger: Falchion: cimitarra típica del siglo XIV un solo filo, ligeramente curvada. Se supone que el pomo esté remachado.

Tracey: Espada Avalon: la guarda cruzada curva y por su ancha hoja en forma de diamante. Más para apuñalar, que para cortar. Pero cumple esa función.

(Ron) Weasley: Espada Dadao: el arma tradicional de los campesinos en China. Es más, como un machete con un único lado afilado, y que acaba de forma pronunciada.

Janeth se tomó el tiempo con cada uno de ellos, para enseñarles a empuñar, las espadas de madera y a cómo usarlas, según el tipo de espada que ahora sujetaban. Pues no solo eran distintas en su físico, también en su forma de empuñarlas y manipularlas.

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Después del desastroso episodio de los duendecillos de Cornualles, el profesor Lockhart no había vuelto a llevar a clase seres vivos.

Por el contrario, se dedicaba a leer a los alumnos pasajes de sus libros, y en ocasiones representaba alguno de los momentos más emocionantes de su biografía.

Habitualmente sacaba a Alex para que lo ayudara en aquellas reconstrucciones; hasta el momento, Alex había tenido que representar los papeles de un ingenuo pueblerino transilvano al que Lockhart había curado de una maldición que le hacía tartamudear, un yeti con resfriado y un vampiro que, cuando Lockhart acabó con él, no pudo volver a comer otra cosa que lechuga.

Al comienzo, Alex lo vio como un honor, el que alguien tan famoso como Lockhart, reconociera su propia fama, y lo viera como alguien digno de ayudarlo a retratar sus hazañas, pero tiempo después, le quedó en claro, que esto era lo más humillante, que haría jamás.

En la siguiente clase de Defensa Contra las Artes Oscuras sacó de nuevo a Alex, esta vez para representar a un hombre lobo.

Si no hubiera tenido una razón muy importante para no enfadar a Lockhart, se habría negado.

—Aúlla fuerte, Alex (eso es…), y en aquel momento, creedme, yo salté (así) tirándolo contra el suelo (así) con una mano, y logré inmovilizarle. Con la otra, le puse la varita en la garganta y, reuniendo las fuerzas que me quedaban, llevé a cabo el dificilísimo hechizo Homorphus; él emitió un gemido lastimero (venga, Alex…, más fuerte…, bien) y la piel desapareció…, los colmillos encogieron y.… se convirtió en hombre. Sencillo y efectivo. Otro pueblo que me recordará siempre como el héroe que les libró de la terrorífica amenaza mensual de los hombres lobo.

Janeth puso los ojos en blanco, recordando varias escaramuzas suyas, con hijos de la luna. Se aproximó ligeramente, hacía Daphne. —"Es absolutamente imposible que tire al suelo a un hombre lobo con una sola mano" —informó ella, entre susurros. — "Y más aún que consiga inmovilizarle, si es que no usa algún tipo de hechizo: Petrificus Totalus, o quizás Collosho, incluso Atrapado, sería útil o… Incarcerus, pero detenerle así sin más y con la mano…" —Negó con la cabeza. Daphne asintió. Sintiendo algo de compasión por su hermano, Janeth se puso de pie, y caminó hasta el armario, del cual extrajo un Pensadero.

—Ah señorita Bluechild, ¡Que magnífica idea, ha tenido usted! —dijo el hombre, mientras veía a la pelinegra, tocar algunas runas del Pensadero, para activarlo. — ¡Atención todos! ¡Ahora podemos presenciar, mis hazañas, gracias a este artefacto…! —pero el hombre dejó de hablar, cuando vio a Janeth colocar su propio recuerdo. Lo que presenciaron, fue a Janeth observando, desde lo alto de un edificio, a cinco magos, deteniendo a un Licántropo, que parecía completamente salvaje.

—Hace falta mucho más, que la fuerza de un único hombre, para inmovilizar a un Hijo de la Luna —demostró Janeth. — ¡Cinco Homo Magis, para detener a un único Hombre Lobo!

—Sí… Bueno… —el hombre, se aclaró la garganta. —Tarea: Componer un poema, de mi victoria, sobre el Hombre Lobo Waga-Waga. El ganador del mejor poema, ganará un ejemplar firmado, de mi libro "El Encantador".

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Janeth era solo una, de los muchos alumnos de segundo año de Ravenclaw (y superiores en año y, por consecuencia, en edad), que intentaban alcanzar algún puesto disponible para el equipo Quidditch.

Al comienzo, no había querido ni intentarlo.

Pero Lisa Turpin y Padma Patil (junto a Anthony Goldstein), le convencieron de intentarlo, ya que (supuestamente) ellos también lo intentarían.

Acabó fichada para el equipo de Quidditch, y al escucharlo de parte de Homer Clinton, el capitán, bajó al campo firme, solo para escuchar a varios alumnos, decir que Lisa, Padma y Anthony, solo estuvieron allí en las gradas, apoyando a los candidatos.

Esos tres, iban a pagársela caro. Nadie. Absolutamente NADIE. Jugaba con una Morgenstern y se salía con la suya (o una Bluechild, para el caso), ya encontraría una forma de vengarse de Lisa, Padma y Anthony. — ¿Ropa llena de arroz, o cuadernos y libros, con olor a humedad? —se preguntó distraídamente.

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En el juego de Quidditch de Ravenclaw vs Gryffindor, hubo una extraña Bludger, que solo parecía perseguir a Alex. Ella voló hacia él, luego de recuperar la Quaffle de manos de Alicia Spinnet, pasándola a su compañero Harold Monse, quien se la devolvió, justo cuando casi son tacleados en pleno aire, por Katie Bell.

Harold dio un giro de 360º en su escoba, esquivando a Katie Bell y a Angelina Johnson, pasándola a Janeth, quien marcó un gol, para su equipo.

El juego siguió, pero cuando Alex atrapó la Snitch, fue golpeado en el brazo, por la Bludger, tirándolo al suelo.

Gryffindor ganó, aun cuando su Buscador, tuvo que pasar la noche en la enfermería: Lo que supo, fue que recibió un golpe de la Bludger, antes de que esta desapareciera. Cuando volvió en sí, todavía estaba tendido en el campo de juego, con la lluvia cayéndole en la cara. Alguien se inclinaba sobre él. Vio brillar unos dientes. — ¡Oh, no, usted no! —gimió.

Pronto, Alex notó una sensación extraña y desagradable que se le extendía desde el hombro hasta las yemas de los dedos. Sentía como si el brazo se le desinflara, pero no se atrevía a mirar qué sucedía. Había cerrado los ojos y vuelto la cara hacia el otro lado, pero vio confirmarse sus más oscuros temores cuando la gente que había alrededor ahogó un grito y Colin Creevey, empezó a sacar fotos como loco. El brazo ya no le dolía… pero tampoco le daba la sensación de que fuera un brazo. — ¡Ah! —dijo Lockhart—. Sí, bueno, algunas veces ocurre esto. Pero el caso es que los huesos ya no están rotos. Eso es lo que importa. Así que, Harry, ahora debes ir a la enfermería. Ah, señor Weasley, señorita Granger, ¿pueden ayudarle? La señora Pomfrey podrá…, esto…, arreglarlo un poco.

Al ponerse en pie, Alex se sintió extrañamente asimétrico. Armándose de valor, miró hacia su lado derecho. Lo que vio casi le hace volver a desmayarse. Por el extremo de la manga de la túnica asomaba lo que parecía un grueso guante de goma de color carne. Intentó mover los dedos. No le respondieron. Lockhart no le había recompuesto los huesos: se los había quitado.

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Ya muy entrada la noche, Janeth se escabulló por los pasillos, y le llevó a Alex, al nochero correspondiente de su cama en la enfermería, un frasco de bolitas de chocolate. Al llegar, encontró a Alex, hablando con el mismo Elfo Doméstico, que lo visitó a él.

— ¡Thomas Potter debe volver a casa! Dobby creía que su Bludger bastaría para hacerle…!

— ¿Su Bludger? —dijo Thomas, volviendo a enfurecerse, sin notar a su hermana, cerca de él. — ¿Qué quiere decir con «su Bludger»? ¿Usted es el culpable de que esa bola intentara matarme?

— ¡No, matarle no, señor, nunca! —dijo Dobby, asustado—. ¡Dobby quiere salvarle la vida a Thomas Potter! ¡Mejor ser enviado de vuelta a casa, gravemente herido, que permanecer aquí, señor! ¡Dobby sólo quería ocasionar a Thomas Potter el daño suficiente para que lo enviaran a casa!

—Ah, ¿eso es todo? —dijo Thomas irritado—. Me imagino que no querrá decirme por qué quería enviarme de vuelta a casa hecho pedazos.

— ¡Ah, sí Thomas Potter supiera…! —gimió Dobby, mientras le caían más lágrimas en el viejo almohadón— ¡Si supiera lo que significa para nosotros, los parias, los esclavizados, la escoria del mundo mágico…! Dobby recuerda cómo era todo cuando El-que-no-debe-nombrarse estaba en la cima del poder, señor. ¡A nosotros los elfos domésticos se nos trataba como a alimañas, señor! Desde luego, así es como aún tratan a Dobby, señor —admitió, secándose el rostro en el almohadón—Pero, señor, en lo principal la vida ha mejorado para los de mi especie desde que usted derrotó al Que-No-Debe-Ser-Nombrado. Thomas Potter sobrevivió, y cayó el poder del Señor Tenebroso, surgiendo un nuevo amanecer, señor, y Thomas Potter brilló como un faro de esperanza para los que creíamos que nunca terminarían los días oscuros, señor… Y ahora, en Hogwarts, van a ocurrir cosas terribles, tal vez están ocurriendo ya, y Dobby no puede consentir que Thomas Potter permanezca aquí ahora que la historia va a repetirse, ahora que la Cámara de los Secretos ha vuelto a abrirse… —Dobby se quedó inmóvil, aterrorizado, y luego cogió la jarra de agua de la mesilla de Thomas y se dio con ella en la cabeza, cayendo al suelo. Un segundo después reapareció trepando por la cama, bizqueando y murmurando: —Dobby malo, Dobby muy malo…

—Dobby, ¿Quién abrió la Cámara? —preguntó Thomas, solo para que el Elfo Desapareciera. Entonces, notó una sombra humana reflejada en el suelo, gracias a una ventana, por la cual entraba la luz de la luna, y al girarse, vio a Janeth, causando que el pelirrojo saltara del susto, — ¿Hace cuánto que estás allí?

—Casi desde el inicio de la charla —admitió ella, quien llevaba algo entre sus manos. —Te escuché decir, que creías que Malfoy era el heredero. Creo que no es necesariamente un alumno. Pero sí alguien que cuenta con una facultad mágica, que solo se le ha visto, a un fundador.

—Salazar Slytherin —dijo rápidamente.

Ella asintió, mientras dejaba en la mesa de noche de Alex, un tarro. —Creció en los pantanos, y se le conoce, como "Lengua de Serpiente", porque era un usuario del idioma mágico, denominado como: Pársel. El idioma de hablar con las serpientes, es muy común en la India, donde los hablantes de Pársel, son adorados como semidioses. La magia del Pársel es una magia de curación, esto derivado de las leyendas del antiguo dios Hermes, quien llevaba el Caduceo y también, de forma menor: del dios Apolo. El Pársel es un rasgo mágico y no es controlado, es... genética. Los Black, tienen un gran número de Metamorfomagos en su árbol familiar —dijo Janeth, para asombro de Thomas, el cabello de Janeth se volvió rubio blanco y sus ojos se volvieron de un color verde aguamarina, antes de volver a su yo normal bostezar. Abrió el tarro y extrajo una de las bolas de chocolate. Mañana podemos hablar. Descansa. —Thomas asintió.

—Descansa… —alcanzó a decir Thomas, justo antes de que ambos escucharan voces apremiantes, y la profesora McGonagall volvió a aparecer, seguida por la señora Pomfrey, que se estaba poniendo un jersey sobre el camisón de dormir. Thomas y Janeth la oyeron tomar aire bruscamente, mientras que la pelinegra, se colocaba la Capa de Invisibilidad, encima.

Dumbledore entró en el dormitorio, vestido con un camisón largo de lana y un gorro de dormir. Acarreaba un extremo de lo que parecía una estatua. La profesora McGonagall apareció un segundo después, sosteniendo los pies. Entre uno y otra, dejaron la estatua sobre una cama. — "¿Qué ha ocurrido?" —preguntó la señora Pomfrey a Dumbledore en un susurro, inclinándose sobre la estatua.

— "Creo que se trata, de la primeraagresión humana" —explicó Dumbledore—. "Minerva lo ha encontrado en las escaleras"

La profesora McGonagall habló. — "Traía un racimo de uvas… Para Potter, seguramente" —fueron sus palabras. — "Colin Creevey, un fanático de Alex" —Tenía los ojos muy abiertos y sus manos sujetaban la cámara de fotos encima del pecho.

— "¿Petrificado?" —susurró la señora Pomfrey, con una voz temerosa.

Los tres adultos, y los dos alumnos, miraban a Colin. Dumbledore se inclinó y desprendió la cámara de fotos de las manos rígidas del niño. — ¿Cree que pudo sacar una foto a su atacante? —le preguntó la profesora McGonagall con expectación.

Dumbledore no respondió. Abrió la cámara fotográfica del niño. Un chorro de vapor salió de la cámara. A Thomas y a Janeth, les llegó el olor agrio del plástico quemado.

—Derretido —dijo asombrada la señora Pomfrey—. Todo derretido…

—¿Qué significa esto, Albus? —preguntó apremiante la profesora McGonagall.

—Significa —contestó Dumbledore— que es verdad que han abierto de nuevo la Cámara de los Secretos. —La señora Pomfrey se llevó una mano a la boca.

La profesora McGonagall miró a Dumbledore fijamente. —Pero, Albus…, ¿quién…?

—La cuestión no es quién —dijo Dumbledore, mirando a Colin—; la cuestión es cómo.

Y a juzgar por lo que los hermanos pudieron vislumbrar de la expresión sombría de la profesora McGonagall, ella no lo comprendía mejor que él.