Harry Potter, pertenece a J.K. Rowling.
Cazadores de Sombras, pertenece a Cassandra Clare.
34.
Dumbledore extrajo de una gaveta de su escritorio, un pergamino de bordes dorados y márgenes doradas y plateadas, que, en la parte inferior derecha, tenía el símbolo del Wizengamot, para realizar una petición formal: Reiniciar el Torneo de los Tres Magos, en 1994, exponiendo que necesitaban del apoyo de Francia y Bulgaria, para realzar su propia economía y finanzas internacionales, (y para lograr esto), usarían el Torneo y el Mundial de Quidditch, como excusas.
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Bajo, pero sería suficientemente bueno, para que todos le creyeran. ¿Qué eran mejores manipulaciones, que la economía de un país y sus aliados internacionales? Especialmente, si eran las naciones mágicas, ¿a quién le importaban las naciones Muggles, después de todo? No eran importantes, y jamás lo serían.
Aunque obviamente, él no podía salir y decir eso. Era lo negativo, de ser el Líder de la Luz.
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Poniéndose de pie, se apuntó con la varita y un segundo Dumbledore apareció. —Debes liberar a Peter Pettigrew de prisión, decirle que vaya a Albania y busque en sus bosques a Voldemort. —El clon asintió, y desapareció con una luz plateada.
Traería de vuelta el Torneo de los Tres Magos, traería de vuelva a Voldemort, y cuando llegara el momento, cuando Janeth Fairchild sea odiada por todo el colegio, ella lo buscaría por orientación y él se presentaría como un abuelo comprensivo y auxiliador.
Cuando todos la odiaran, de aquí a un año, por ser la Campeona de Hogwarts y por volver del cementerio, diciendo que Tom Ryddle estaba vivo, entonces él se presentaría ante ella, para ayudarla, junto a la Orden del Fénix, y la entrenaría, para que se convirtiera en la heroína que necesitaba la Inglaterra Mágica y así, pudiera derrotar a Voldemort para siempre.
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-/-/Dos semanas después, sala del Wizengamot/-/-
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Finalmente, todos los lores del Wizengamot, se habían reunido. Se colocó su máscara de abuelo, y habló sobre lo que tantos querrían escuchar: política en relaciones internacionales y economía de turismo, esas dos cosas, disfrazadas como si fuera un torneo escolar.
Albus tendría que darse palmaditas en la espalda a sí mismo, pues logró calmar incluso a Madame Bones, quien estaba preocupada por la seguridad del evento, y él propuso que varios de los miembros de la Orden del Fénix (era desconocido, que actualmente fueran casi cuarenta miembros), casi unos veinticinco, que eran Aurores o contaban con el entrenamiento suficiente, estuvieran auxiliando a los verdaderos Aurores, en la seguridad del evento.
Madame Bones aceptó a regañadientes.
Y hablando de esa molesta mujer, la discusión la manejó ella, y fue implacable en cuanto al uso de animales fantásticos, cuántos y cuáles de ellos, debían de vetarse de inmediato, en pro de la seguridad mínima, para el público y los concursantes. Cuando, después de dos horas, se decidió a usar dragones, esa mujer ordenó traer al jefe del Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas, al jefe del División de Bestias, quien era el encargado de Búsqueda y Restricción de Dragones, y,por lo tanto, experto en esas criaturas, con quien conversó por casi cuatro horas, hasta decidir, ante todos, lo que se haría, para asegurar a los Dragones y que no dañaran a nadie.
Albus tenía la presión muy alta, pues la desgraciada noviecita de Black, casi desmorona todo su plan.
Continuaron las conversaciones, pero Fudge tendría que comunicarse con los ministros de magia de Francia y Bulgaria, para ver si les parecía ver, todo esto, y Albus comunicarse con Madame Máxime, directora de Beauxbatons, escuela mágica de Francia y Karkarov, director de Durmstrang, escuela mágica de Bulgaria.
Se decidiría entre los tres directores, que el Cáliz de Fuego, fuera el que decidiría a los Tres Campeones del Torneo.
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Todo iba de acuerdo a los planes de Albus, para colocar a Janeth Fairblue, en el camino de salvar a la Gran Bretaña Mágica, tan pronto como el pequeño Tom, volviera a la vida.
Ella acudiría a él, y así él podría enseñarle lo que necesitaba, sobre el pasado de Tom y los Horrocruxes...
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Entonces, un temor apareció en su mente, referente al Horrocrux.
No había vuelto a escanear a Janeth, desde que la dejó en el hogar de los Dursley, hace ya casi, catorce años.
Abrió los ojos horrorizado, cuando notó en sus memorias, que jamás había visto la cicatriz, en su frente.
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La profecía contaba, como la persona destinada a derrotar a Voldemort, sería marcada por él, y aquel día en el que los Potter fueron atacados, cuando llevó a Janeth Fairblue, al hogar de los Dursley... no. Él estaba seguro, completamente seguro, de que, en aquel momento, cuando ella tenía un año de edad, el fragmento del alma de Tom, seguía allí.
Pero, después de tantos años, y teniendo en cuenta los combates contra criaturas mágicas y demonios, antes que ella viniera a Hogwarts, sería acaso posible que...
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Agarró con todas sus fuerzas, los brazos de la silla, mientras cerraba los ojos, pensando en cómo Fudge, y tantos otros miembros de los Departamentos del Wizengamot, irían hasta él, en busca de orientación sobre como dirigir la guerra, cuando Tom sacara a sus secuaces de Azkaban, los que estaban libres se unieran a él, y causaran un caos inmenso en el país, así era como él, Albus Dumbledore, volvería a tener la misma importancia, que tuvo en el pasado.
El caos acabaría con tantas vidas, con tantas familias antiguas, que él podría reclamar sus artefactos y libros valiosos. Cosa que intentó hacer, tras el ataque a los Potter, pero la casa en el Valle de Godric, carecía de todos ellos.
En algún momento, fueron movidos hacía la Mansión Potter, a la cual Albus no tenía acceso, y los Potter protegieron su fortuna, artefactos y libros, sin saber nada de esto.
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Debía de mantener la calma, pues el Torneo de los Tres Magos, tendría lugar, cuando él menos se lo esperaba, y Janeth Fairblue, estaría en camino a cumplir su destino.
