Harry Potter, pertenece a J.K. Rowling.
Cazadores de Sombras, pertenece a Cassandra Clare.
39: El Colacuerno Húngaro.
— ¡HEY, JANETH! —El llamado a grito, atrajo la atención, de todo el Gran Comedor, mientras que Alex ingresaba, y se dirigía pálido como la piedra caliza, caminando rápidamente, y acercándole el periódico. —Se ha inventado toda mi entrevista y creo... —tragó algo de saliva. —Ha hecho lo mismo con la tuya.
—La primogénita de James y Lily Potter, muestra un enorme instinto de hermana mayor, al comprometerse a mantener a salvo a su querido hermano menor, el pequeño Alex Potter, pues (si sus calificaciones escolares demuestran algo) cuenta con grandes conocimientos en Defensa Contra las Artes Oscuras y Encantamientos. Se sabe que gran parte de su tiempo, lo pasa en la biblioteca, junto a su amiga más íntima (y según rumores, novia) Daphne Greengrass, una joven de sorprendente belleza... —y Janeth leyó el resto, mentalmente. —Pues tan equivocada, no parece estar. —Siguió leyendo. —Alex Potter, ha dicho: le debo a mis padres, mi valor y a mi hermana, mi planificación. Sin su apoyo, seguramente no tendría el valor suficiente, cuando llegue la hora de las pruebas. Y no puedo imaginarme salir adelante, sin mi familia, y la chica que amo... —Janeth releyó —Ha llegado a oídos de este reportero, sobre un... ¿triángulo amoroso, entre el sextogénito de la familia Weasley: Ronald Billius Weasley, una hija de Muggles de sorprendente belleza: Hermione Granger y Alexander Fleamont Potter? —suspiró. —Tranquilo, hombre. Ya me sacaré yo, algo de la manga, para ponerle, los puntos sobre las íes, a Skeeter. Por ahora: desayuna, y vamos a entrenar.
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Resulta extraño pensar que, cuando uno teme algo que va a ocurrir y quisiera que el tiempo empezara a pasar más despacio, el tiempo suele pasar más aprisa. Los días que quedaban para la primera prueba transcurrieron tan velozmente como si alguien hubiera manipulado los relojes para que fueran a doble velocidad. Los hermanos continuaban practicando todos los hechizos, que se les venían a la cabeza, para derrotar (o matar) a lo que se les pusiera en frente.
Hasta que un día, casi a una semana de la primera prueba, escucharon a niños de primer y de segundo año, susurrar acerca de los dragones.
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Dumbledore parecía escandalizado, mientras miraba con atención y algo de preocupación; los extenuantes entrenamientos, a los cuales Janeth, sometía a Alex, sin permitirle descansar.
El anciano director, comenzaba a asustarse, de la velocidad a la cual aprendían los hermanos, y cuan fuertes mágicamente, parecían estarse volviendo, esos dos.
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No se suponía que El-Niño-Que-Vivió, fuera más poderoso que él, El-Líder-de-la-Luz, pues se suponía que (independientemente, de si fuera Alex o Janeth Potter) debía de ir en busca de Dumbledore, por orientación, apoyo y entrenamiento, pero se la pasaban en la biblioteca, aprendiendo más y más.
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Cuando se levantó el domingo por la mañana, Alex puso tan poca atención al vestirse que tardó un rato en darse cuenta de que estaba intentando meter un pie en el sombrero en vez de hacerlo en el calcetín. Cuando por fin se hubo puesto todas las prendas en las partes correctas del cuerpo, salió aprisa para buscar a Hermione, y la encontró a la mesa de Gryffindor del Gran Comedor, desayunando con Ginny. Miró rápidamente, y no encontró a su hermana, en la mesa de Ravenclaw. Siguiendo su instinto, miró detrás de sí, la encontró, junto a Daphne y Tracey, en la punta de la mesa de Slytherin. —Al menos, ella tiene a sus amigas. —Pensó con amargura.
El tiempo pasaba de forma más rara que nunca, como a saltos, de manera que estaba sentado en su primera clase, Historia de la Magia, y al momento siguiente iba a comer... y de inmediato (¿por dónde se había ido la mañana, las últimas horas sin dragones?) la profesora McGonagall entró en el Gran Comedor y fue a toda prisa hacia él. Muchos los observaban. —Los campeones tienen que bajar ya a los terrenos del colegio, Potter... Tienes que prepararte para la primera prueba.
— ¡Bien! —dijo Alex con una voz, que no parecía suya, poniéndose en pie. El tenedor hizo mucho ruido al caer al plato. Estaba temblando un poco, y se llevó la mano al bolsillo, sintiendo su varita, lo cual lo calmó un poco. Miró hacía la derecha, y sus ojos se abrieron, al ver a su hermana, caminando recta y calmada. —Es una Cazadora de Sombras. Obviamente, no estaría tan nerviosa. Enfrenta demonios, casi cada, que no está en el colegio.
Ellos dos, junto a Víctor Krum y Fleur Delacour, entraron en una carpa, detrás del Estadio, el cual estaba a reventar, donde los esperaba Bagman. — ¡Alex, Janeth! ¡Bien! —dijo Bagman muy contento, mirándolo—. ¡Vengan, vengan, pónganse cómodos! — De pie en medio de los pálidos campeones, Bagman se parecía un poco a esas figuras infladas de los dibujos animados. Se había vuelto a poner su antigua túnica de las Avispas de Wimbourne. —Bueno, ahora ya estamos todos... ¡Es hora de poneros al corriente! —declaró Bagman con alegría—. Cuando hayan llegado los espectadores, os ofreceré esta bolsa a cada uno de vosotros para que saquéis la miniatura de aquello con lo que os va a tocar enfrentaros. —Les enseñó una bolsa roja de seda—. Hay diferentes... variedades, ya lo veréis. Y tengo que deciros algo más... Ah, sí... ¡vuestro objetivo es coger el huevo de oro! — Alex miró a su alrededor. Janeth hizo un gesto de asentimiento para indicar que había comprendido las palabras de Bagman y volvió a pasear por la tienda. Tenía la cara ligeramente verde. Fleur Delacour y Krum no reaccionaron en absoluto. Tal vez pensaban que se pondrían a vomitar si abrían la boca; en todo caso, así se sentía Alex. Aunque ellos, al menos, estaban allí voluntariamente... Bagman abrió la bolsa roja de seda. —Las damas primero —dijo tendiéndosela a Fleur Delacour. Ella metió una mano temblorosa en la bolsa y sacó una miniatura perfecta de un dragón: un Galés Verde Común. Alrededor del cuello tenía el número «dos». Y Harry estuvo seguro, por el hecho de que Fleur Delacour no mostró sorpresa alguna sino completa resignación, de que no se había equivocado: Madame Maxime le había dicho qué le esperaba. Lo mismo que en el caso de Krum, que sacó el dragón Bola de Fuego Chino. Alrededor del cuello tenía el número «tres». Krum ni siquiera parpadeó; se limitó a mirar al suelo. Alex el Hocicorto Sueco de color azul plateado con el número «uno» atado al cuello. Y Janeth extrajo el Colacuerno húngaro con el número «cuatro» — ¡Bueno, ahí lo tenéis! —dijo Bagman—. Habéis sacado cada uno el dragón con el que os tocará enfrentaros, y el número es el del orden en que saldréis, ¿comprendéis? Yo tendré que dejaros dentro de un momento, porque soy el comentador. Potter, eres el primero. Tendrás que salir al cercado cuando oigas un silbato, ¿de acuerdo? —pálido, Alex asintió.
El pelirrojo saltó del miedo, cuando una mano se posó en su hombro. —Cíñete al plan, puedes lograr esto —le dijo Janeth, Alex aun pálido, asintió.
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— ¡EL CAMPEÓN #1 DE HOGWARTS: ALEX POTTER! —Dijo Bagman.
Cuando salió, no vio al dragón, cuidando de su nido. Así que se hechizó a sí mismo, con el encantamiento Agilitatem, y corrió hacía el nido, solo para escuchar el rugido del dragón. Se lanzó al suelo, giró en redondo y apuntó con su varita, hacía el dragón y la llamarada, que se le venía encima. — ¡Glacius! —una ola de hielo, combatió a la llamarada de fuego, hasta dejar vapor detrás suyo. Él se giró, y corrió hacía el nido, tomó el huevo dorado y comenzó a correr. — ¡Atrapado! —gritó. — ¡Atrapado! —con el primero, cuatro grilletes salieron de la tierra, atándole las patas al dragón, y con el segundo, varios grilletes, le ataron el cuello, cola y hocico.
— ¡El Sr. Potter, demuestra un grandioso control y conocimiento de hechizos, al acercarse al nido con un encantamiento de agilidad, usar el encantamiento de hielo, para combatir el fuego del dragón, y dejarlo inmovilizado con el hechizo de restricción de movimiento! —dijo Bagman, todos aplaudieron.
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Luego, fue el turno de Krum y después, el de una aterrada Delacour.
Finalmente, llegó el turno de Janeth, quien recibió un abrazo de su asustado hermano. —Puedes hacerlo, Jan.
Janeth le regaló una sonrisa, y le besó en la sien, haciéndolo sonrojarse. —Gracias, niño mágico.
— ¡LA CAMPEONA #2 DE HOGWARTS, LA SRTA. JANETH FAIRBLUE! —gritó Bagman. Alex se sentó, y se concentró en lo que decía Bagman, de su hermana. — ¡¿Qué es esto?! —La voz del hombre, sonaba asustada. — ¡El dragón se ha liberado de sus cadenas, está persiguiendo a la Srta. Fairblue! —Alex se puso de pie, de un salto y los otros dos Campeones se miraron, miraron a Alex, y los tres corrieron hacía la salida de la carpa, que daba al estadio, — ¡La Srta. Fairblue, ha convocado una Escoba, y la está usando para escapar del dragón! —salieron al estadio, y miraron hacia el cielo, viendo al dragón perseguir una mancha oscura en el cielo.
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Desde el aire, Janeth lanzó una rara llamarada de fuego violeta y rosa, que chocó ante el fuego del dragón, salvándola. Janeth soltó la escoba, y usó ambas manos, para mandarle al reptil, un chorro de agua, usando un hechizo en Purgatic, el agua salió con más fuerza, y ella volvió a volar.
El dragón la embistió, pero ella se hizo a un lado, y el dragón atravesó...
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— ¡EL DRAGÓN INTENTA CORNEAR A LA SRTA. FAIRBLUE! —Gritó Bagman, asustado. —¡OH, SE HA HECHO A UN LADO!
— ¡Bien hecho, Janeth! —celebró Alex feliz, de que su hermana no fuera chuleta para dragones. —Esperen, qué está... —palpó inconscientemente su bolsillo, y miró dentro. — ¿Los Omniculares? Bien pensado —se dijo a sí mismo, y se los colocó ante los ojos. — Por Dios y Raziel, ¡JANETH, CUIDADO! —deseó que su voz, le llegara a su hermana, desde allí. La vio esquivar al dragón en el último instante, cuando el dragón trató de golpearla, clavándose de cabeza, en la oficina de Dumbledore, haciendo que muchos se rieran y luego, la vio lanzarle algunos hechizos al dragón.
— ¡JANETH FAIRBLUE, HA ESQUIVADO MARAVILLOSAMENTE AL DRAGÓN!, ¡Y VIENE A TODA VELOCIDAD HACÍA ACÁ! —Dijo Bagman excitado. — ¡VUELVE AL ESTADIO Y RECUPERA EL HUEVO DE ORO! —El dragón la siguió, y justo cuando Bagman tenía en la punta de la lengua, ordenar a los Aurores y especialistas, que auxiliaran a Janeth, ella lanzó un hechizo de agua, sin varita al dragón, apagando sus llamas, y luego arrojó una esfera de magia purpura, que se fue volviendo más y más grande, ingresando en la boca del dragón, el cual cayó al suelo. Ja... Ja... ¡JANETH POTTER, ACABA DE MATAR A UN DRAGÓN, CON UN HECHIZO DESCONOCIDO! ¡ACABA DE MATAR A UN DRAGÓN!
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Dumbledore estaba en su oficina, la cual luego de reparar, él mismo, había destruido en un momento de coraje infantil.
¡No era así, como se suponía que fueran las cosas!
¡El Torneo de los Tres Magos, no tendría por qué ser de esta forma!
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¡Esos dos mocosos, tendrían que buscarlo a él!, ¡Tendrían que buscar la ayuda y apoyo del Líder de la Luz!
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¡NO APOYARSE EL UNO, EN EL OTRO!
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Si tan solo, hubiera dejado de lado todos esos planes.
Si hubiera buscado otros medios, para traerlo a ÉL de regreso, sin que significara su depresión; al ver cuán creativo, era Alex y cuan poderosa era Janeth; entonces las cosas ahora mismo, serían muy diferentes.
