Harry Potter, pertenece a J.K. Rowling.

Cazadores de Sombras, pertenece a Cassandra Clare.

44: El Cementerio.

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Alex se encontraba reunido con Dumbledore, luego de una situación tan aterradora, para el joven de rojos cabellos, a quien le ofreció una taza de té. El joven la agarró, y le dio un sorbo, antes de mirar al anciano director, con sus ojos avellana.

Dumbledore hizo una mueca, casi imperceptible, ante esa mirada, y suspiró. Tenía los años suficientes, para reconocer todo tipo de miradas y patrones. Y esa mirada, solo enseñaba algo: "infancia eliminada" —Entonces, Alex. Quiero saber de tus labios, ¿Qué pasó en el cementerio?

—Lo primero, señor —dijo Alex. —Fue que... Janeth y yo, acordamos agarrar la Copa, al mismo tiempo. Para ganar como hermanos. O ganar por Hogwarts. Ambos, eran igual de válidos, para nosotros. —El anciano asintió, dejando ver, que lo escuchaba perfectamente. —Entonces, sentí que un gancho invisible, me agarraba... —bajó la mirada hacía su abdomen, y lo palpó con su mano derecha.

La puerta de la oficina se abrió, y tanto Dumbledore, como Alex, vieron entrar al Ministro Fudge, quien tenía una extraña mueca en su rostro. Parecía que quiera estar allí, y escuchar lo que Alex tuviera que decir, sobre lo ocurrido en el cementerio. Pero venía acompañado por los padres de Alex, su hermana y la heredera de familia Greengrass, y eso ya no le agradaba tanto. Rápidamente, el hombre recobró la compostura. —Entonces, muchacho, ¡¿Qué tienes que decir?! —preguntó el anciano, antes de sentir un escalofrío en su nuca, y volver su mirada hacia atrás. Todos lo hicieron, encontrándose con Janeth Fairblue, quién los miraba fijamente, con aquellos ojos verdes oscuros, tan antinaturales.

—Mi hermano, es el heredero de la Casa Potter, señor ministro —dijo Janeth, lentamente. —En consecuencia, le exigiré, que se dirija a él, con todo el respeto y decoro que merece. —Fudge y Dumbledore, tuvieron un escalofrío, ante el tono que usó la chica.

Alex carraspeó, y siguió hablando. —Sentí como un garfio, me agarraba desde detrás del ombligo, y luego me jalaba, haciéndome atravesar un tubo estrecho. —Los adultos podían decir, que era producto de un Traslador. —Entonces, lo siguiente que sabemos, es que estamos en el cementerio, rodeados de hombres y mujeres, que llevaban togas negras y máscaras de cráneos... —Alex interrumpió sus comentarios, cuando escucharon un armario al costado de la oficina, abrirse.

— ¡SEÑORITA FAIRBLUE! —saltó Dumbledore, inmediatamente. — ¡¿QUÉ CREE QUE ESTÁ HACIENDO?! —preguntó indignado, al ver a la pelinegra, extraer algo parecido a una columna de cemento, cortada por la mitad y que en la parte superior tenía un platón, y colocarlo junto al escrito. — ¡DEJE DE TOCAR MIS COSAS, AHORA MISMO! —La chica simplemente lo ignoró, y miró a sus padres, quienes entendieron, lo que ella quería que hicieran.

James extrajo su varita, y la acercó a la sien de Alex. Pero el Ministro evitó, que el recuerdo fuera extraído. — ¡ESPEREN! —Gritó repentinamente, Fudge. Todos lo miraron. —Esto es una investigación, y soy el Ministro de Magia, así que lo haré yo —todos asintieron. Lo vieron acercar su varita, a la sien de Alex, y extrae una hebra plateada, que dejó caer, en el interior del Pensadero. —Bien, vamos todos —los adultos, y los adolescentes, se aproximaron al objeto, e ingresaron para ver el recuerdo de Alex.

Recuerdo.

Los hermanos, aparecieron en un Cementerio, rodeados por cinco personajes, que vestían togas negras y máscaras de cráneo; rápidamente, los reconocieron como Mortífagos.

Atacaron a los hermanos, con hechizos de inconsciencia.

Pero Janeth fue más rápida, y levantó un hechizo de escudo. Al bajarlo, comenzó a atacarlos, con hechizos de desarme y trampas, como volver el suelo blando, dificultando el caminar. O causar que picos de piedra surgieran del suelo, siendo molestos al pisar. Eso le permitió derrotar a tres de ellos, siendo desarmados por el cuarto. Ante esto, Janeth le arrojó un líquido verde al rostro, al que los desarmó. Líquido que roció a los Mortífagos del 1 al 3, siendo dejados inconscientes, por los otros dos.

Cuando despertaron, se vieron ante un caldero, y atados a lápidas. Janeth pronunció un hechizo, en un idioma desconocido, que les liberó de las ataduras.

Los Mortífagos 4 y 5, extendieron sus varitas, hacía la lápida a la cual estaban atados. Y cuando Janeth estuvo por atacar, vieron que extrajeron un hueso de la tumba, y lo colocaron dentro del caldero.

El Mortífago 4, se acercó a ellos, sujetando un cuchillo. —Sangre del enemigo, revivirá a quien odia —Con el cuchillo, hizo un corte en el brazo de Alex, quién apretó los dientes, y el sujeto se llevó la sangre en el cuchillo, sumergiendo la hoja en el caldero.

— "Alex" —susurró Janeth. — "Voy a liberarnos de las cadenas, y a distraerlos" —avisó. — "La Copa, está detrás de mí, debes de alcanzarla; es un Traslador, al tocarla, te llevará de vuelta al Laberinto"

— "¿Crees que te dejaré aquí, sola?" —preguntó Alex. — "Huiremos juntos"

Bienvenido, maestro —dijo uno de los Mortífagos. Ambos hermanos, volvieron su mirada hacía el caldero, y Alex gritó horrorizado.

Un hombre alto, calvo y delgado, con ojos rojos y nariz de serpiente, salió del caldero. —Ah, gracias. Lo han hecho bien. Yaxley, Macnair... y Nott. Gracias, por traerme de regreso.

McGonagall y Crouch, gritaron asustados, al ver el regreso de Voldemort.

Y... ¿Qué tenemos aquí? —preguntó Voldemort, mientras que un Mortífago, le tendía una capa, la cual él se colocó, antes de sonreír y acercarse a los hermanos Potter. —He estado viviendo como un espectro, por más de quince años... Por tu culpa.

¡Te maté! —gruñó Alex. O al menos, intentó gruñir. Estaba demasiado asustado, para sonar valiente. —Te... Te maté.

Voldemort lanzó una carcajada. — ¿Tú, matarme a mí? No me hagas reír, Alex Potter. Déjame adivinar —pidió él, con una falsa voz dulce. Alex tembló de miedo. — ¿Fue Dumbledore, quién te dijo que me derrotaste, no es así? —Se devolvió hacía sus Mortífagos, pero cerró sus ojos y... ¿Gimió? Levantó su brazo, en el cual, la Marca Tenebrosa, ahora era roja. Y pronto, el Cementerio se llenó de sonidos de Aparición, casi treinta enmascarados, aparecieron. Asombrados del retorno de Voldemort, en un Cementerio. —Sí. Mi espía, escuchó esa profecía, respecto a la persona que decía de derrotarme. Nacido de quienes me enfrentaron tres veces, y nacería al finalizar el séptimo mes. Sí: Tus padres me enfrentaron... valientemente, debo añadir —Sonrió. —Pero no me interesaba, derramar tanta sangre mágica esa noche. Ni siquiera, de la puta sangre sucia, de tu madre.

Retira eso —ordenó Janeth. Al instante, volvió su mirada a la izquierda, y vio a un Mortífago aproximarse a Voldemort, y besarle la Capa, mientras apuntaba a Alex.

¿Qué has dicho, querida Janeth? —preguntó Voldemort, burlonamente.

He dicho... Que retires esas palabras, sobre mi madre... Ahora mismo —ordenó ella, bastante enfadada.

—Gracias, cariño —dijo Lily sonriente, colocándole una mano en el hombro, a su hija.

—Nadie merece, tener la oportunidad de insultarte —fue todo lo que dijo Janeth, mientras seguía mirando el Pensadero.

Voldemort se echó a reír. —Luego de que dejé inconsciente, a la Sangre Sucia...

Me estás haciendo enfadar, Ryddle. —Gruñó Janeth. —Y créeme: soy impredecible, cuando me enfado.

Entonces... Me acerqué a la cuna de estos dos. Vi a un bebé pelirrojo, quién gritaba aterrado. Y a una bebé pelinegra, que me miraba... —dejó salir el aire de sus pulmones, y sonrió divertido. —Desafiante. Entonces, ataqué a esa mocosa, que se atrevía a mirarme así. Sin temor a Lord Voldemort, y en ese momento, la magia de la habitación vibró, llenó el aire y me vi convertido en un espectro. Y ahora, estoy aquí.

Dumbledore miraba con los ojos abiertos el Pensadero, y a Janeth. — ¡Janeth es la destinada a derrotar a Voldemort! ¡Janeth, no Alex! —Pensó Dumbledore en shock, por esta revelación. —Maldita sea, ¡¿Cuánto tiempo, he estado perdiendo, con el maldito mocoso, bueno para nada?!

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Janeth suspiró. —Sebastian. Toma el mando —ordenó mentalmente.

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Fudge y Dumbledore, se preguntaron a quien le hablaba mentalmente Janeth.

Una voz masculina, surgió desde lo más profundo de la mente de Janeth. —Entendido, Jane. Aunque armaré un buen desastre. No creo que te guste, que el Niño Mágico, vea esto.

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— ¿Niño Mágico? —preguntó James Potter, confundido.

—Sebastian solía llamar a Jace, "Chico Ángel", debido a los experimentos de Valentine. Así que yo, llamé a Alex "Niño Mágico", solo para molestarlo un poco —explicó Janeth, sonriente. Como si fuera inocente.

¿Para qué otra cosa, crees que te estoy dejando libre? —preguntó Janeth irónica.

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El cambio en el recuerdo fue sutil, pero supieron que estaba allí. Era como si ahora, vieran a través de los ojos de otra persona.

Alex, es momento del evento principal —dijo Janeth, ahora con otra actitud. —Ve por la Copa, y no mires atrás. —Pronunció algo, en un idioma que ninguno de los que veía el recuerdo entendió, y las cuerdas se volvieron negras, cayendo al suelo. Alex corrió por algunos metros.

Janeth no lo miró, solo se quedó mirando al frente, a Ryddle, y a sus Mortífagos. Extrajo la Copa de cristal negro medianoche, entre sus ropas. Dejándola en el suelo, y pronunciando algo, en un idioma desconocido para todos, mientras que, al mismo tiempo, extraía dos extrañas varas de color planeado, desde sus mangas.

¡MI SEÑOR! —gritó uno de los Mortífagos recién llegados. — ¡LOS POTTER SE HAN LIBERADO!

Janeth arrojó ambas varas, contra los Mortífagos. — ¡Cael, Malik! —Se escucharon gritos de dolor, y los otros Mortífagos dieron un gemido ahogado, de sorpresa. Hizo un gesto con la muñeca, y dos empuñaduras de cuchillos, los cuales tenían llamas en sus hojas, volvieron a ella.

En ese momento, la Copa liberó un brillo negro, Janeth desenfundó su espada, cortó el vacío liberó a varios demonios con forma de monos, de ojos rojos y colas de serpiente, surgieron. —Maten a tantos, como puedan. —Ordenó. Los demonios, fueron contra los Mortífagos, quienes empezaron a contraatacar, pero pocos lograban darles, a los ágiles demonios. Janeth comenzó a reír, mientras veía a los Mortífagos, en problemas. —Demonios Nue. Funcionan mejor, como guardianes, pero... Lo hacen igual, como guerreros. — ¡Everte Statum! —Janeth arrojó un hechizo, contra Ryddle, quién lo desvió con su varita.

¡Avada Kedavra! —rugió Ryddle.

¡Cave Inimicum! —el escudo cúpula, funcionó perfectamente bien, y la maldición cayó, cuando el escudo lo hizo. Pronunció un hechizo en un idioma desconocido para los mortales, y una ola de ácido, viajó hacía Ryddle. Seguido de eso, un chorro de llamas escarlata.

Voldemort usó el Partis Temporus, en ambos casos, levantó su varita, para atacar a la chica, solo para recibir un golpe muy fuerte, en su estómago, e inclinarse hacia adelante, mientras que el aire escapaba de sus pulmones, y comenzaba a ver borroso. Desde dónde estaba, levantó la varita, como mejor pudo. — ¡Avada Kedavra! —los ojos de Voldemort se abrieron, cuando Janeth Fairblue, literalmente, detuvo con su mano derecha, el avance del rayo verde maldito.

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James, Lily, Albus, Minerva y Cornelius, vieron esto, con incredulidad.

Alex sonreía orgulloso de su hermana.

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Como si fuera algo de cada día, la chica recubrió su mano con un aura negra, agarró físicamente el Avada Kedavra, invocó un muro de mármol, ante los Mortífagos sobrevivientes, y arrojó la Maldición Asesina, como si fuera una jabalina; provocando una explosión, la cual causó una gran cantidad de metralla de gran tamaño, que provocó gritos de dolor, mientras que los Mortífagos fallecían aplastados por las rocas, o asesinados por los Demonios.

Voldemort intentó huir, pero Janeth le arrojó un Collosho, pegándolo al suelo. Esos momentos de duda y confusión, fueron lo que Janeth necesitó, para que su cabello se volviera gris, su piel se recubriera de escamas violetas, que se difuminaban al rosado, mientras más ascendían hacía sus hombros, y sus piernas se volvieron una larga cola de serpiente. Ya con esa forma, le saltó encima a Voldemort, quién la detuvo con un hechizo.

Pero ella siseó y le lanzó su garra, alcanzándolo, en el rostro, haciéndolo gritar de dolor, para luego arrancarle un brazo. Entonces, Janeth tuvo una visión de una casa, y de en dónde había un anillo extraño.

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Se recobró, cuando ya Voldemort había desaparecido, recogió la Copa, los demonios desaparecieron, por su orden, los pocos Mortífagos sobrevivientes, se Desaparecieron; mientras que ella, volvió a Hogwarts, gracias a su yegua hada.

Fin del Recuerdo

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Amelia Bones logró, en un momento de debilidad en el ministro, quién le prometió (bajo juramento mágico), darle más dinero, para los Aurores.

Los Potter, abrazaron a sus hijos.

—Señorita Fairblue, —comenzó Albus —tengo la intención de hablar con usted, sobre...

—Que sea en otro momento, Albus —pidió ella, mientras se ponía de pie. —Estoy agotada mágicamente. —Fue como si ella se borrara, de la realidad.

—Wow —dijo asombrado Alex. —Espero, que me enseñe a hacer eso. —Sus padres se lo llevaron, a través del Flú.

Dumbledore se quedó allí, mientras que Amelia Bones y Cornelius Fudge, también se marchaban por el Flú. El anciano director, lanzó algunos hechizos no verbales, y frunció el ceño. Las Salas anti-Aparición, seguían allí. — ¿Cómo demonios, lo hizo? —se preguntó. Suspiró. Era solo una de cientos, miles, un millón de preguntas, que tenía el anciano director, para Janeth Fairblue. — ¿Qué tanto se puede realmente confiar, en lo que cuenta? —reflexionó. Se mordió nervioso, los labios. —Realidad, entremezclada con ficción. Una parte de lo que nos cuenta, es real y otra parte, es evidentemente falsa. —Frunció el ceño. Extrañaba esa época, cuando tenía toda la información. Cuando podía decidir, qué y cuanto hablar o contarles a los miembros de la Orden del Fénix. Pues solo necesitaban una pisca de información. Una gota de conocimiento, de un vasto océano, que él tenía disponible, para ellos. —Pero... lo que hace Janeth Fairblue, era mucho mejor. Tiene información. Y como es la única que la conoce, no se sabe cuánto de todo aquello, es fidedigno y cuando no.