Harry Potter, pertenece a J.K. Rowling.
Cazadores de Sombras, pertenece a Cassandra Clare.
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Contra magos normales, las defensas alrededor de su casa, funcionaban perfectamente bien. Pero no ante alguien como aquella que los estaba cazando: No contra Janeth Fairblue, Jack, Holly y Agatha. Una chica serpiente—hada, un brujo, una chica hada y una vampiresa.
Los cuatro entraron en la casa del Mortífago, masacraron a su familia, tanto a su esposa, como a su hijo, y luego lo golpearon, hasta casi matarlo.
Dejaron un mensaje en la pared, escrito con la sangre de la familia: «Muerte a los Mortífagos y al Sol Negro», con eso, ellos se fueron y lo dejaron desmayado.
Apenas y escuchó los pasos. O quizás, no los escuchó. Agatha volvió y le aplastó la cabeza, hasta que estalló.
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47: La Nueva Profesora de DCAO.
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Salieron del compartimiento sintiendo la primera ráfaga del aire nocturno en sus caras mientras andaban por el pasillo. Lentamente, llegaron a la puerta de salida. Harry pudo oler los pinos que crecían en el sendero del lago. Bajo al andén y miró a su alrededor esperando oír una voz familiar que llamase a los chicos de primer curso (aquí... los de primero... a ver... todos conmigo...) Pero no fue eso lo que escuchó. Fue una voz diferente, de mujer la que llamó —Los de Primero en una fila aquí, ¡por favor! Todos los de primero conmigo. —Un farol se encendió cerca de Janeth y Alex, y con la luz pudo ver la prominente barbilla y el fuerte corte de pelo de la profesora Grubbly-Plank, la bruja que se había hecho cargo de las clases de Cuidado De criaturas mágicas de Hagrid, por un tiempo el año anterior.
— ¿Dónde estará Hagrid? —preguntó Alex.
—Tendremos que preguntar, más tarde —dijo Janeth, su hermano asintió y siguieron su camino.
Allí estaban los cientos de carruajes que siempre llevaban a los estudiantes que no eran de primero hacia el castillo. Alex los miró rápidamente, pero apartó la vista para buscar a Ron y Hermione. Pero algo raro le hizo volver a mirarlos. Había unas criaturas atadas a los carruajes. Si tuviera que ponerles un nombre suponía que les llamarían caballos, pero tenían algo de reptiles. No tenían nada de carne, su pelo negro se agarraba a sus esqueletos, haciendo que cada hueso fuera visible. Sus cabezas eran de dragón, y sus ojos sin pupila, blancos y fijos. Tenían alas grandes y con textura de cuero que parecían diseñadas para murciélagos gigantes. Estaban de pie y tranquilos, y parecían misteriosos y siniestros. Alex no podía entender porque los carruajes estaban tirados por esos horribles caballos si eran capaces de moverse por sí mismos.
—Vamos, cojamos un carruaje antes de todos se llenen…
Alex se quedó con Ron — ¿Que son esas cosas? ¿lo sabes? —Preguntó a Ron, señalando a los horribles caballos, mientras llegaban más estudiantes
— ¿Qué cosas? —preguntó Ron confundido.
Janeth se acercó a él. —Son Thestrals. Solo... solo aquellos que hemos visto morir a alguien, podemos verlos. Tiran de los carruajes.
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Cuando llegaron al Gran Salón, Hermione se extrañó, y le llamó la atención a Alex. — ¿Quién es esa? —preguntó agudamente, señalando hacia el centro de la mesa de los profesores. Los ojos de Alex enfocaron en la dirección que ella indicaba. Miró primero a Dumbledore, sentado en su silla dorada de respaldo alto, en el medio de la mesa, y vistiendo una túnica púrpura profundo con estrellas plateadas esparcidas, y un sombrero que hacía juego. Su cabeza estaba inclinada hacia la mujer sentada a su lado, quien le estaba hablando al oído. Ella lucía, pensaba Alex, como una tía solterona: rechoncha, con un cabello corto y rizado color marrón ratón, sujeto con una horrible cinta rosa que hacia juego con el mullido cárdigan escarlata que llevaba puesto sobre su túnica. Luego, giró su cabeza suavemente para beber un sorbo de su copa y él vio, con una sacudida de reconocimiento, una pálida cara semejante a un sapo y un par de prominentes ojos.
— ¡Esa mujer es Umbridge!
— ¿Quién? —preguntó Hermione, confundida.
—La secretaria del ministro Fudge —dijo Neville.
— ¿Ella trabaja para Fudge...? —repitió Hermione, frunciendo el ceño. — ¿Y qué está haciendo aquí? —sus ojos se abrieron, cuando lo entendió. Hermione examinó la mesa de los profesores, entreabriendo sus ojos. —No, —murmuró —no, seguramente no... — Alex no comprendía de lo que estaba hablando, pero tampoco preguntó. Su atención había sido captada por la profesora Grubbly—Plank, que había aparecido por detrás de la mesa de los profesores. Se acercó sigilosamente y tomó el asiento que debía corresponder a Hagrid. Esto significaba que los de primer año ya debían haber cruzado el lago y alcanzado el castillo, y efectivamente, pocos segundos más tarde las puertas de acceso al Vestíbulo de Entrada se abrieron y una larga fila de asustados estudiantes de primer año la cruzó, guiados por la profesora McGonagall, quien portaba un pequeño taburete sobre el cual posó un sombrero antiguo, remendado y zurcido, y con una ancha rasgadura en la punta.
La selección vino y se fue, y Dumbledore se puso de pie. —Bien, ahora que todos consumimos otro magnífico banquete, pido unos momentos de su atención para el aviso habitual de principio de año —habló Dumbledore. —Los de primer año deberán saber que el Bosque en los linderos de la escuela está prohibido para los estudiantes —y unos cuantos de nuestros estudiantes más viejos también deberían saberlo —Alex, Ron y Hermione intercambiaban sonrisas de satisfacción. Dumbledore siguió hablando, hasta que fue interrumpido, por la profesora Umbridge.
—Gracias, Director, —comenzó la Profesora Umbridge con una sonrisa idiota —por sus amables palabras de bienvenida. —Su voz era aguda, jadeante, como de niña y una vez más, Janeth sintió una precipitada y poderosa aversión que él mismo no se podía explicar; todo lo que sabía era que aborrecía todo sobre ella, desde su voz estúpida hasta su mullida chaqueta rosada. Ella despejo de nuevo su garganta, hem, hem, y continuó. —Bien, debo decir que es un placer haber regresado a Hogwarts —se rio, revelando unos dientes muy puntiagudos. — ¡Y ver las pequeñas caras tan felices que levantan su mirada hacia mí! —Janeth echó un vistazo alrededor. Ninguna de las caras a las que podía ver lucía feliz. Al contrario, todos ellos miraban en otras direcciones como si tuvieran cinco años. — ¡Tengo muchas ganas de llegar a conocerlos a todos y estoy segura que seremos muy buenos amigos! El Ministerio de Magia siempre ha considerado la educación de brujas y magos jóvenes de vital importancia. El raro don con que ustedes nacieron no puede desperdiciarse, sino que debe ser nutrido y pulido por una instrucción cuidadosa. Las habilidades antiguas de la comunidad de magos deben ser transmitidas a las siguientes generaciones o las perderemos para siempre. El tesoro de conocimiento mágico acumulado por nuestros antepasados debe ser preservado, repuesto y pulido por los que han sido llamados a la noble profesión de la enseñanza. —Janeth suspiró, y apagó su cerebro.
— ¿La secretaria de Fudge? —se preguntó Janeth. — ¿Qué está haciendo aquí? —su cerebro se activó, comenzando a unir los puntos, rápidamente. —No le agradamos a Fudge. Ni mi hermano, ni Dumbledore, ni mucho menos yo. Porque estamos diciendo, que Ryddle está vivo. Fudge es un ministro que se ha caracterizado, por no gustarle que ocurran eventos de terrorismo en el país, durante su gobierno ministerial.
—Muchas gracias Profesora Umbrige, este ha sido un discurso muy instructivo. — señaló Dumbledore inclinándose hacia ella. —Bueno, como les venía diciendo, los entrenamientos de Quidditch serán llevados a cabo...
— "Sí, muy instructivo" —afirmó Hermione en voz baja.
— ¿Me estás diciendo que te has divertido con el discurso? — preguntó Ron con tono pausado, girando la cara hacia Hermione con una expresión helada — ¡Ha sido el discurso más aburrido que he escuchado en mi vida!, y eso que he crecido con Percy...
—Dije me que pareció INSTRUCTIVO, ¡no que me haya DIVERTIDO! —puntualizó Hermione, haciendo retroceder a Ron, quien la miró apenado. —Ha aclarado muchas cosas... ¿Qué opinas de: "al progreso hay que ponerle cierto freno por su propio bien"? ¿Y qué sobre "terminar con las prácticas que deberían estar prohibidas..."?
—Bien... ¿Y qué pasa con eso? —interrogó Ron, impaciente.
— ¡Significa que el Ministerio interviene en Hogwarts! —dijo Hermione, al mismo tiempo, Alex saltó del susto.
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Janeth llegó a la entrada de la torre de Ravenclaw, que era solo una pared, con un enigma y la gárgola de un águila, teniendo la insignia de prefecta, colgando de su capa y a los alumnos de primer año. —Bienvenidos a la entrada, de la Torre de Ravenclaw. Para ingresar, deberán de decir en voz alta, la respuesta del enigma. Y si no pueden, entonces deberán de esperar, a que aparezca alguien, que sí pueda hacerlo. Pues el rasgo de Ravenclaw, es la inteligencia. —Todos asintieron, ella se giró, leyó el enigma. —Un tornado. —Para el asombro de los alumnos de primer año, la pared se hizo a un lado, enseñando una escalera de caracol, que todos subieron, hasta la Sala Común, donde el profesor Flitwick, les dio la bienvenida.
—La Casa Ravenclaw, siempre se ha reconocido, por su inteligencia, su ingenio, aprendizaje y creatividad —dijo el profesor Flitwick. —Espero que todos ustedes, demuestren esto, pues ahora portan los colores de Ravenclaw.
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-/-/Al día siguiente, en la Sala Común de Gryffindor/-/-
—De todas formas ¿Qué ha pasado Alex? —continuó Hermione mientras bajaban un piso por las escaleras llenas de cuadros de viejas brujas y magos, todos los ignoraban, enfrascados en sus propias conversaciones —Pareces enfadado por algo...
—Seamus cree que Alex miente sobre Quien-tu-sabes –dijo Ron, cuando Alex no respondió.
Hermione, que Alex había esperado que se enfadase, solo suspiró —Si, Lavender también lo piensa —dijo simplemente.
—No te preocupes —dijo Hermione con dignidad. Entonces sacudió su cabeza. — ¿no se acuerdan de lo que dijo Dumbledore en la fiesta de fin de curso del año pasado? —Alex y Ron la miraron en blanco y Hermione suspiró de nuevo. —Sobre ya-sabéis-quien. Él dijo "su fuerza para extender la discordia y la enemistad es muy grande. Podemos luchar contra ella solo si presentamos unos lazos de amistad y una confianza igualmente fuertes…"
— ¿Cómo puedes recordar cosas como esa? —dijo Ron mirándola con admiración.
—Yo escucho Ron —dijo Hermione con un toque de aspereza.
—Yo también, pero no puedo decir exactamente que...
—La cuestión —dijo Hermione —es, que es exactamente esto de lo que Dumbledore hablaba. Quien-ustedes-saben solo se alzó hace dos meses y ya estamos empezando a pelearnos entre nosotros. Y el sombrero seleccionador nos advirtió lo mismo: permanecer juntos, estar unidos…
—Solo llámalo Tom Ryddle, Hermione —dijo Alex sonriendo burlescamente. Ellos terminaron de bajar las escaleras. Unos cuantos Ravenclaws de 4º estaban cruzando el Hall de entrada; al ver a Alex corrieron a formar un grupo, como si pensaran que los iba a atacar —Sí, estoy deseando hacerme amigo de gente así —dijo Alex sarcásticamente. Siguieron a los Ravenclaws dentro del Gran Comedor, mirando instintivamente a la mesa de profesores. La Profesora Grubbly-Plank estaba hablando con Siniestra, la profesora de Astronomía, y Hagrid brillaba por su ausencia. El cielo encantado era una resonancia del mal humor de Alex; estaba lleno de miserables nubes grises de lluvia. —Dumbledore no dijo por cuánto tiempo se quedaría la profesora Grubbly-Plank —dijo, cuando llegaron a la mesa de Gryffindor, aunque Alex se alejó, y fue hacía la mesa de Ravenclaw, donde estaban sentadas Janeth y Daphne, ambas le hicieron un campo, para que se sentara con ellas.
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-/-/Esa misma tarde, clase de DCAO/-/-
Cuando entraron en la clase de Defensa Contra las Artes oscuras la profesora Umbridge estaba sentada en la mesa del profesor. Llevaba la chaqueta rosa de lana de la noche anterior y un lazo de terciopelo en la cabeza. A Janeth y Alex le recordó de nuevo una gran mosca posada encima de una gran rana La clase estaba en silencio; la profesora Umbridge era aún una desconocida, y nadie sabía lo estricta y disciplinaria que podía llegar a ser. —Bien ¡Buenas tardes! —dijo cuándo toda la clase estuvo sentada. Algunas personas contestaron vagamente buenas tardes. —No, no, no —dijo La profesora Umbridge. —Esto no puede ser así. Deben contestar "Buenas Tardes, profesora Umbridge" todos a la vez, por favor. ¡Buenas Tardes Clase!
—Buenas Tardes, Profesora Umbridge —contestaron.
— ¡NO ESTAMOS EN KINDER, LOCA! —Janeth frunció el ceño. ¿Ese había sido Sebastian?, ¿o quizás su mente y la de Jonathan, no estaban tan "fusionadas", como ella creía? O quizás... solo fue su consciencia.
—Bien, ahora —dijo dulcemente la profesora umbridge —no ha sido muy difícil ¿no? Guarden las varitas y sacar las plumas, por favor. —La mayoría de la clase intercambió miradas tristes; la orden "guardar las varitas" nunca iba seguida de una clase interesante. Harry metió su varita en la mochila y sacó su pluma, tinta y un pergamino. La profesora Umbridge abrió su maletín, sacó su propia varita, que era extraordinariamente corta y golpeó con ella la pizarra. Al momento aparecieron unas letras. «Defensa Contra las Artes Oscuras: un regreso a los principios básicos» —Bien. Su enseñanza en esta asignatura ha sido interrumpida y fragmentada ¿no es así? —Afirmó la profesora Umbridge, volviéndose hacia la clase con las manos apretadas pulcramente ante ella. —El constante cambio de profesores, siendo que algunos de ellos no tenían un currículo aceptado por el ministerio, ha tenido como resultado que estén por detrás de la media que deberíais tener en el año de los TIMOs. Tienen que alegrarse de saber, sin embargo, que esos problemas van a ser corregidos. Vamos a seguir un cuidadosamente estructurado plan de estudios, centrado en la teoría, que ha aprobado el ministerio. Copian lo siguiente por favor... —Así lo hicieron, e Umbridge continuó hablando. — ¿Tiene todo el mundo un ejemplar de LA TEORIA DE LA MAGIA DEFENSIVA de Wilbert Slinkhard? Hubo un murmullo de asentimiento en la clase -Creo que tienen que intentarlo de nuevo —dijo la profesora Umbridge —Cuando yo os pregunte, quiero que me contesten "Si, profesora Umbridge" o "no, profesora Umbridge". Así que: ¿tiene todo el mundo un ejemplar de LA TEORIA DE LA MAGIA DEFENSIVA de Wilbert Slinkhard?
—Si profesora Umbridge —sonó a través de la habitación.
—Bien —dijo la profesora —Me gustaría que fuerais a la página 5 y leyerais el capítulo uno "fundamentos para principiantes". No necesitan hablar. La profesora Umbridge se alejó de la pizarra y se sentó en la silla tras la mesa del profesor, observándolos a todos con sus ojos de sapo. Harry fue a la página cinco de su ejemplar de LA TEORIA DE LA MAGIA DEFENSIVA y comenzó a leer.
Era desesperadamente aburrido, casi peor que escuchar al profesor Binns. Sintió que su concentración de deslizaba muy lejos; pronto habría leído la misma línea media docena de veces sin hablar.
Pasaron varios minutos de severo silencio. A su lado, Ron giraba distraídamente su pluma sobre sus dedos, mirando al mismo lugar de la página. Alex miró a su derecha y se llevó una sorpresa que lo sacó definitivamente de su sopor. Hermione no había abierto su ejemplar de LA TEORIA DE LA MAGIA DEFENSIVA. Ella miraba fijamente a la profesora Umbridge con su mano levantada Alex no recordaba que Hermione se hubiera negado nunca a leer cuando se lo mandaban, de hecho, ella no resistía la tentación de abrir cada libro que caía en sus manos. Él la miró interesado, pero ella movió la cabeza como signo de que no iba a responder preguntas, y continuó mirando a la profesora, que miraba justo en la otra dirección. Después de que pasaran algunos minutos más, Alex no era el único que miraba a Hermione.
—Janeth, Daphne y Hermione, son quizás las únicas, que lograrán leer este libro sin morir de aburrimiento. —Pensó Alex, mirando a su hermana, su cuñada y, para su sorpresa, Hermione no estaba leyendo el libro, simplemente tenía la mirada al frente, hacía la profesora Umbridge, y la mano alzada.
Umbridge intentó ignorar la mano alzada de Hermione, pero ella sencillamente, no parecía que la fuera a bajar. Pero, cuando más de la mitad de la clase miraba a Hermione en lugar de a sus libros, la profesora Umbridge pareció decidir que no podía ignorar la situación por más tiempo. — ¿Quieres preguntar algo sobre el capítulo, querida? —preguntó a Umbridge, con su tono de voz irritante.
—No es sobre el capítulo —aclaró rápidamente Hermione.
—Bueno, ahora estamos leyéndolo —dijo la Profesora Umbridge, mostrando sus dientes —Si quieres hacer otras preguntas podemos hablar al final de la clase.
—Tengo una pregunta sobre los objetivos del curso —dijo Hermione.
La profesora levantó sus ojos. — ¿y tu nombre es…?
—Hermione Granger –dijo Hermione.
—Bien, señorita Granger, creo que los objetivos del curso quedan muy claros si los lees detenidamente —Dijo la profesora con un tono resuelto de dulzura.
—Bueno, no lo están –dijo Hermione bruscamente –No hay nada escrito sobre el uso de hechizos de defensa. Hubo un pequeño silencio en el que la mayoría de la clase giró su cabeza para leer los tres objetivos del curso escritos en la pizarra.
— ¿Uso de hechizos de defensa? —repitió la profesora Umbridge con una ligera risa — ¿por qué? No puedo imaginar que se presente ninguna situación en mi clase que pueda necesitar que use usted un hechizo de defensa señorita Granger. ¿o cree que va a ser atacada en medio de la clase?
— ¿No vamos a usar la magia? —dijo Ron, impactado.
—Los alumnos deben levantar sus manos para hablar en mi clase, Sr…
—Weasley —dijo Ron, levantando su mano en el aire La profesora Umbridge, sonriendo aún más ampliamente, lo ignoró.
Los ojos de la profesora se fijaron en Alex por un momento, volvió su mirada hacía Janeth, quien utilizó un Glamour, una ilusión, haciéndole ver a Umbridge, que, en sus ojos, no había iris o pupilas, sino agujeros negros, en la esclerótica; eso hizo saltar a Umbridge, pero luego se dirigió a Hermione. — ¿Si señorita Granger? ¿quiere preguntar algo más? —preguntó, con agotamiento.
—Si —dijo Hermione— ¿se da cuenta de que lo más importante de la Defensa contra las Artes Oscuras, es practicar hechizos de defensa?
— ¿Es usted una experta en educación del ministerio, señorita Granger? —preguntó la profesora Umbridge con su falsa voz dulce. La mocosa la estaba irritando.
—No, pero…
—Entonces, siento decirte que no estás cualificada para decidir qué es lo más importante en mi clase. Magos mucho más ancianos y mejor preparados que tu han diseñado nuestro muevo programa de estudio. Vais a aprender cosas acerca de los hechizos de defensa por un camino mucho más seguro... —dejó de hablar, cuando vio a un alumno de cabello blanco y ojos verdes, levantando la mano. — ¿Sí, Señor...?
—Morgenstern. Sebastian Morgenstern —aclaró él, su nombre. Era Janeth, con el físico de Sebastian, incluso los ojos negros. Alex se sorprendió, de que su hermana usara el físico y ese nombre que ella, tanto odiaba de su otro yo, en su vida anterior. — ¿Es usted capaz, de enseñarnos magia?
—El Ministerio de Magia...
—Profesora —le interrumpió. —No le estoy preguntando, si le permiten enseñarnos magia. Sino... si es capaz. —Umbridge separó sus labios, para contestarle. —Los TIMOS y EXTASIS, son... públicos, y puedo yo asegurar a mis compañeros, que usted está entre un Aceptable y un Insatisfactorio. Y siendo la secretaria del Ministro de Magia, entonces no cuenta con el tiempo suficiente, para haberse convertido en una maestra competente, a la hora de enseñarnos, pues es... bueno: secretaria del Ministro de Magia.
Janeth miró a su hermano, y ella le arrojó un trozo de pergamino: «No digas nada, Umbridge quiere que nosotros hablemos, para meternos en problemas. Umbridge solo está aquí, porque Fudge no quiere que hablemos sobre Ryddle»
Umbridge abrió los ojos, con incredulidad y se puso de pie, sonrojándose. — ¡¿CÓMO LO SUPISTE?! —frunció el ceño. Todos los alumnos, se taparon los oídos mientras decían que eso, se había escuchado como un Aullador. — ¡No hablarán en mi clase, continúen en sus libros! —Suspiró, enfadada. —No voy a criticar como se hacen las cosas en este colegio —dijo, con una sonrisa burlona en su cara —pero ustedes han estado expuestos a muchos magos irresponsables en esta asignatura, muy irresponsables de hecho… por no mencionar —se rio desagradablemente —los extremadamente peligrosos Hombres Lobos...
—Oh, sí —dijo Janeth, todavía con el físico de Sebastian en voz alta, sin importarles las palabras de la maestra. —Porque son tal peligrosos, que no existe... digamos... —imitó su risa falsa y una sonrisa gigantesca, que le deformó el gesto facial, e hizo saltar hacía atrás a Umbridge y a varios. —la Poción Matalobos, que obviamente, no puede devolverle su mente humana, en las noches de luna llena, permitiéndoles ocultarse. Verdad. No existe tal poción, y... ¡Oh, cielos! El examen fue TAN peligroso, como el ataque de un Boggart y de un Grindylow.
— ¡DETENCIÓN, SEÑOR... MORGENSTERN! —Rugió Umbridge, justo cuando sonó el timbre.
—Entendido —dijo Janeth, mirándola con sus ojos perturbadores, haciéndola saltar hacía atrás. —Allí estaré... profesora.
