Harry Potter, pertenece a J.K. Rowling.

Cazadores de Sombras, pertenece a Cassandra Clare.

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49: Sobrecarga de Deberes.

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—Lo que no entiendo, —dijo Alex con los dientes apretados, dejando a un lado cuchillo y tenedor (Sus manos temblaban demasiado para mantenerlos derechos), —es por qué todos creyeron la historia dos meses atrás cuando Dumbledore la contó...

—El asunto es, Alex, es que no estoy segura de que lo hayan hecho, —dijo Hermione ceñudamente. —Oh, salgamos de acá. —Arrojó los cubiertos; Ron contempló largamente su pastel de manzana a medio terminar, pero luego los siguió, sumiso. Varios alumnos los observaron durante el trayecto hacia afuera del Comedor.

—¿Qué quieres decir, con que no estás segura de que le creyeran a Dumbledore? —Preguntó Alex a Hermione cuando alcanzaron el descanso del primer piso.

—Mira, no entiendes como era la situación después de que pasaron aquellas cosas, —dijo Hermione quedamente. —Apareciste en medio del patio, junto a Janeth. Ninguno de nosotros pudo ver lo que pasó en el interior del laberinto... lo único que teníamos era la palabra de Dumbledore para decirnos que Ya-Sabes-Quién había retornado y peleado ustedes.

—¡Con Janeth! ¡Solo enfrentó a Janeth, y es cierto! —dijo Alex levantando el tono de la voz. —Usó la Copa de Sebastian, invocó a los monstruos, —inteligentemente, decidió no decir —demonios—, no necesitaba que señalaran a su hermana, como peligrosa, cuando ya tenían al Ministerio detrás de ellos dos y de Dumbledore, junto al resto de la Orden, que bien podría estar en peligro —y estos mataron a varios de los Mortífagos que aparecieron, pues muchos otros, están con Malfoy y el Sol Negro, y los demás, en Azkaban, permanentemente.

—Lo sé, Alex, así que por favor ¿puedes dejar de enojarte conmigo? —dijo Hermione fastidiada. — ¡Es sólo que antes de que la verdad pudiera ser aceptada, todo el mundo se fue a casa a pasar el verano, en donde estuvieron dos meses leyendo que tú eres un loco y Dumbledore se está volviendo senil! —La lluvia golpeaba los cristales de las ventanas, mientras recorrían a grandes trancos los vacíos corredores de regreso a la Torre de Gryffindor. Alex tuvo la impresión de que el primer día había durado una semana, aunque todavía le quedaba una montaña de tarea para hacer antes de irse a la cama. Un dolor sordo, palpitante se extendía sobre su ojo derecho. Se asomó a través de una ventana bañada por la lluvia a los oscuros terrenos de la escuela, a medida que giraban hacia el corredor del retrato. No había luz alguna en la cabaña de Hagrid. —Mimbulus mimbletonia, —dijo Hermione antes de que la señora gorda pudiera siquiera preguntar. El retrato se abrió para revelar el agujero y los tres se precipitaron a través de él. La sala común estaba casi vacía; la mayoría aún cenaba. Crookshanks se desenroscó en un sillón y corrió a su encuentro, ronroneando con fuerza y, cuando Alex, Ron y Hermione tomaron sus asientos favoritos cerca de la chimenea, saltó a la falda de Hermione y se hizo una bola como si se tratara de un almohadón peludo de mal gusto. Alex miro al fuego, sintiéndose consumido y exhausto. — ¿Cómo pudo permitir Dumbledore que pasara esto? —gimió de repente Hermione, sobresaltando a Alex y a Ron; Crookshanks dejó su falda, agraviado. Hermione golpeó los brazos de su sillón con furia, haciendo que fragmentos del relleno escaparan por los agujeros. —¿Cómo puede permitir que esa horrible mujer nos enseñe? ¡Y en el año de nuestros TIMOs!

—Bueno, nunca hemos tenido grandes maestros en Defensa Contra las Artes Oscuras, ¿O no? — dijo Alex enfadado. —Tú sabes cómo es, Hagrid nos dijo: nadie quiere el trabajo, dicen que el puesto está maldito.

—Sí, ¡Pero por qué dárselo a alguien que se niega a permitirnos usar magia! ¿A qué juega Dumbledore?

—Y Umbridge está intentando conseguir gente que espíe para ella, —agregó Ron sombríamente. — ¿Recuerdan cuando dijo que quería que le avisáramos si oíamos a alguien diciendo que Ryddle estaba de vuelta?

— ¡Por supuesto que ella está aquí para espiarnos, ¿por qué otra razón Fudge querría que viniese?! —estalló Hermione.

—No empiecen a discutir de nuevo, —dijo Alex hastiado cuando Ron abrió la boca para contraatacar. —No podemos... hagamos la tarea, terminémosla...— Recogieron sus mochilas de la esquina y regresaron a sus lugares cerca del fuego. Había gente volviendo de cenar ahora. Alex mantuvo la cara apartada del agujero del retrato, pero aun así podía sentir las miradas que atraía.

—¿Deberíamos hacer las cosas de Tonks primero? —dijo Ron, mojando la pluma en el tintero. — "Las cualidades... del feldespato... y sus usos en la preparación... de pociones..." —susurró, escribiendo las palabras en el extremo superior de su pergamino al tiempo que las pronunciaba. —Eso, —subrayó el título y luego levantó la vista hacia Hermione, expectante —bueno, ¿Cuáles son las cualidades del feldespato y sus usos en la preparación de pociones?

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—Lo que deben recordar, —dijo el pequeñísimo profesor Flitwick encaramado como siempre en una pila de libros para poder ver sobre su escritorio, —¡es que estos exámenes van a influir en su futuro en los años por venir! Si no han considerado seriamente qué carrera van a seguir, este es el momento de hacerlo. Y en el ínterin, me temo, debemos trabajar más duro que nunca, para asegurarnos de que cada uno logre lo que realmente se merece. —Pasaron más de una hora repasando del Encantamiento Accio, que según el profesor Flitwick serían parte segura de los TIMOs. Para finalizar la clase les asignó la tarea de Encantamientos más larga que hubieran tenido nunca hasta ese momento.

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Fue exactamente igual, sino peor, en Transfiguración. —No pueden pasar un TIMO, sin verdadero empeño, práctica y estudio. No veo razón para que todos en esta clase no puedan tener éxito en el TIMO de Transfiguración si se ponen en campaña. —dijo con severidad la profesora McGonagall, Neville lanzó un suspiro de incredulidad. —Sí, usted también Longbottom, —dijo McGonagall. —No hay nada malo con su trabajo a excepción de su falta de confianza. Bueno… hoy vamos a empezar con los hechizos desvanecedores. Son más fáciles que los Conjuros, que usualmente no intentarán hasta los EXTASIS, pero están entre la magia más complicada que se les pedirá en el TIMO. —La profesora estaba en lo cierto; Alex encontró los hechizos desvanecedores horriblemente difíciles. Para el final de la clase ni él ni Ron habían logrado desaparecer los caracoles en los que practicaban, a pesar de que Ron sostenía esperanzado que el suyo se veía más pálido. Hermione y Janeth, por su parte, consiguieron desvanecer sus caracoles en el tercer intento, ganando una recompensa de diez puntos para Gryffindor y Ravenclaw de McGonagall. Fue la única que no recibió tarea; al resto se le dijo que practicara toda la noche, así estarían listos para el nuevo intento de la tarde siguiente.

— ¿Están todos aquí? —vociferó la profesora, una vez que todos los de Slytherin, Ravenclaw y Gryffindor llegaron. —Empecemos, entonces. ¿Quién puede decirme cómo se llaman estas cosas? —Señalaba una pila de ramitas frente a ella. La mano de Hermione salió disparada hacia el cielo, mientras Malfoy la imitaba grotescamente a sus espaldas, dando saltitos como los de ella en su entusiasmo por contestar la pregunta. La risotada de Pansy Parkinson se transformó repentinamente en un grito cuando las ramitas se elevaron en el aire, revelándose como pequeños seres parecidos a duendecillos de madera, con brazos y piernas redondeados y protuberantes, dos afilados dedos y una graciosa, plana y rugosa cara, coronada por ojos brillantes semejantes a los de los escarabajos. —Adelante, Sr. Malfoy, ¿Cómo se llaman? —Draco se vio sorprendido, y pronto se sonrojó. Pansy Parkinson, miraba con los ojos entrecerrados a Hermione, quien miraba en su dirección, con una sonrisa en los labios, al ver a Malfoy en problemas. — ¿No lo sabe? Adelante, señorita Granger.

—Bowtruckles, —dijo Hermione. —Son guardianes de los árboles, usualmente viven en los que se usan para hacer varitas, y es por eso, que personas como Garrick Ollivander o Mykew Gregorovitch, los buscan activamente en los bosques.

—Cinco puntos para Gryffindor —dijo la profesora Grubbly Plank, sonriente. —Sí, estos son Bowtruckles, y como correctamente señaló la Señorita Granger, generalmente viven en árboles cuya madera tiene la calidad requerida para hacer varitas. ¿Alguien sabe lo que comen?

—Piojos de la madera —, se apresuró a responder Hermione, lo que explicaba por qué se movían lo que a Janeth le habían parecido granos de arroz. —Pero también huevos de hadas si pueden alcanzarlos.

—De esta manera, cuando se necesitan hojas o madera de un árbol en el que vive un Bowtruckle, es recomendable tener piojos de la madera como carnada para aplacarlo o distraerlo. Podrán parecer inofensivos, pero una vez enojados van a intentar arrancar los ojos de una persona con sus garras, las cuales como pueden ver son muy afiladas y no muy recomendables para tener cerca de ellos. Así que, si quieren acercarse, tomen un puñado de piojos y un Bowtruckle -tengo suficientes aquí para darles uno por cada grupo de tres de ustedes- y pueden estudiarlos más de cerca. Quiero que cada uno dibuje un diagrama con las partes del cuerpo de un Bowtruckle identificadas para cuando termine la clase. —La lección continuó alrededor de la mesa.

— "Janeth, Alex" —susurró una voz, Janeth miró hacía su derecha, Alex hacía atrás, encontrándose a Ernie Macmillan, quien dejó de dibujar su Bowtruckle, por un momento. — "Mi madre sí cree en la resurrección de Tom Ryddle, pero no podemos decir nada" —los hermanos sonrieron y asintieron, haciendo que Ernie se sintiera bien consigo mismo, al mostrarles su apoyo.

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No fue una sorpresa para nadie que la Profesora Sprout comenzase su lección sermoneándolos con la importancia de los TIMOs. Janeth deseó que los profesores dejaran de hace eso; estaba empezando a ponerse ansiosa, el estómago se le revolvía cada vez que le recordaba cuánta tarea tenía que hacer, y la sensación empeoró dramáticamente cuando la Profesora Sprout les dio otro ensayo para hacer al final de la clase. Cansados y oliendo a estiércol de dragón, el fertilizante favorito de la profesora, los estudiantes de Ravenclaw regresaron al castillo una hora y media después, sin charlar demasiado; había sido otro largo día.

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El estado de sus tareas, sin embargo, ahora era desesperante, y cuando regresó a la sala común de Ravenclaw, aunque exhausto, en lugar de irse a la cama abrió los libros para comenzar el ensayo sobre el feldespato de Tonks, y bebió una poción de cafeína, que le tendió un alumno de séptimo año, cuyo nombre y rostro, no le sonaban de nada, pero sí aprendió su apellido: Wilson, tendría que agradecerle después.

Eran pasadas las dos y media cuando lo terminó. Sabía que había hecho un trabajo mediocre, pero no tenía alternativa: a menos que tuviera algo que entregar, su próximo castigo lo tendría con Tonks. Janeth continuó entonces con las preguntas que la profesora McGonagall les había asignado, logró dibujar y aprender más sobre la correcta manipulación de los Bowtruckles para la profesora Grubbly Plank, y se tambaleó en dirección a la cama, se tendió vestido sobre el cobertor y cayó inmediatamente dormida.

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Janeth estuvo bebiendo bastantes pociones de Cafeína, agarró el libro de un alumno de séptimo año, y garabateó los ingredientes y preparación de la poción, en su diario personal, y casi cada noche, estaba preparando la poción.

Viendo que no era la única alumna castigada por Umbridge, y encontrándose con alumnos, que tenían cortes en las palmas de las manos, comenzó a dejarles caer, casualmente cerca de ellos, un diminuto manual sobre magia con manos y el hechizo en cuestión, para devolverle a Umbridge, lo que se merecía.

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Muy pronto, Umbridge estaba llena de cortes en la espalda, el dorso de las manos, el abdomen y las nalgas de «No debo decir mentiras», «Me abstendré de besar a mi novia en público» y «Respetaré, a mis superiores».

Pronto, los alumnos supieron, sobre el efecto de ese hechizo misterioso, y quemaron (literalmente) todas sus pruebas.