Capitulo 11

La Vida fuera de Hogwarts

A donde los señores Weasley, todo era más tranquilos ahora que Ginny y Ron no estaban en la casa. La señora Weasley cocinaba a veces y a veces no. Los gemelos iban de vez en cuando a visitarlos, y Nicolás era la única compañía de ella, ya que el señor Weasley estaba todo el día y parte de la noche, trabajando en el Ministerio.

De noche, se sentaban en la cocina, y hablablan por horas, hasta que Nicolás se despedía o Molly lo mandaba a dormir. Había veces que hasta el señor Weasley llegaba y estaban ellos platicando, y a veces se les unía si no estaba muy cansado, o mientras cenaba. En esa casa se respiraba paz, mucha paz. Aunque a veces era interrumpida por las noticias catastroficas que traía el señor Weasley o las del profeta. Nicolás le había dicho a la señora Weasley lo de buscar universidad y ella solo contestó, "No cariño, ahora no, no puedo arriesgarme a que te pasé algo, saliendo solo". A lo que él se había olvidado de eso, por el momento.

Una noche en la casa de Sirius, estaban encerrados en una habitación los de la órden. Después de estar casi dos horas y media reunidos. Cuando ya se habían ido todos, salió una señora algo mayor, canosa, con el pelo gris, ojos negros y algo bajita. También salió también Lucas Herdshire, un moreno buen mozo. El era miembro nuevo de la orden y tenía acostumbrado ponerse un sombrero (N/A un sombrero estilo James Bond) y estaba vestido de muggle, al igual que la señora. Al lado de ellos también salió un muchacho bajito, con el pelo rubio y los ojos verdes, el muchacho era algo enclenque, y estaba vestido de muggle también. Los tres salieron de la casa, no sin antes escuchar como los insultaban la mamá de Sirius.

Desaparecieron al frente de la casa, y aparecieron en San Mungo, allí pidieron ver al joven Rucci. No se lo querían dejar ver, pero el muchacho le enseñó una insignia que tenía guardada en el bolsillo y ella a regañadientes se lo dejó ver de inmediato.

El niño mostraba palidez y estaba algo flaco, la señora se le acercó y le quito el pelo de la cara, lo miró unos cuantos segundos, una enfermera con una nariz respingona entró y se escandalizó un poco al verlos.

-Estás no son horas de visitas- dijo ella cortante mientras buscaba la carpeta del niño- ¿Como entraron?.

El muchacho soló se limitó a enseñarle la insignia y ella se escandalizó otra vez.

-Sea o no sea usted del ministerio, estás no son horas de visitas- dijo ella mirandolos con desdén-. Bueno como sea, ya lo vieron, ya se van.

-No, primero diganos su estado de salud- dijo Lucas.

-Pues el niño sigue igual, no reacciona a las pociones, si el doctor supiera que le hubiera pasado exactamente, tal véz podríamos curarlo.

-Pues al niño le echaron una maldición, la cual no conocemos.- dijo el muchacho que hablaba por primera vez.

-Bueno, los sanadores esta tratando de averiguar. Por lo pronto, eso es lo único que se me ha informado- dijo mientras le daba un líquido amarillo verdoso.

-¿Que es eso?- dijo algo asqueada la señora.

-Pues esto es para las convulsiones- dijo ella como si fuera obvio.

-Bueno basta de preguntas, tengo que seguir atendiendo mis pacientes y no los puedo dejar aquí solos con él.

-Entendemos- dijo el muchacho que halaba a la señora que al parecer no se quería despegar de él-. Otro día venimos, pero hoy nos tenemos que ir.

Los tres salieron detrás de la enfermera, la cuál cerró la puerta con un hechizo, que sólo ella o su sanador podría abrir.

-Antipática- masculló la señora mirandola de arriba abajo-. Ni que no los fueramos a robar.

-Bueno, ya lo viste, ahora podríamos ir a lo que vinimos?- dijo Lucas arreglandose su sombrero.

-Si, si vamonos a lo que vinimos- dijo ella.

Los tres se desparecirón otra vez en la sala de apariciones, y aparecierón en una calle algo descuidada, la mitad de las vitrinas de la calle estaban rotas, y había uno que otro vagabundo sentado cerca de los semáforos para calentarse un poco.

-Mundugus no podía encontrar mejor sitio para dejarlo- dijo el muchacho mirando asqueado a todas partes.

-Ya lo conoces, seguro vive por aquí, y quizó que le hicieramos la visita- dijo la señora con sorna.

-Quizás.

Miralo allí esta-dijo el moreno apuntando a un vagabundo que estaba acostado en la acera. Los tres caminaron hacía a el con decisión, el vagabundo los miró con horror.

-Mundugus me dijó que tu lo tenías.- dijo el rubio estirando la mano.

-¿Tu eres el que lo venía a buscar?.

-Si!- dijo algo exasperado.- Soy Alex.

-Ten- mientras se ponía unos guantes y sacaba un bolígrafo común y corriente.

El tal Alex sacó un pañuelo de su bolsillo y lo agarró cuidadosamente.

-¿Eso es?- dijo la señora algo decepcionada.

-¿Que esperabas un caramelo, abuela?- dijo el enseñandole sus dientes que estaban muy sucios al igual que él.

-Bueno, no esperaba un dulce, pero...-

-Olvidate! Vamonos, estamos perdiendo tiempo- dijo Lucas algo desesperado.

-Ok ok, ya nos vamos, a ver abuela- al decir esta última palabra esbozó una sonrisa, a lo que la señora lo miró.

-Como tu digas Alex-.

-¿Pueden dejar las niñerías?-dijo Lucas que estaba fastiado- No se porque acepté venir con ustedes.

-Hay no hagas tanta malasangre- dijo Alex.

Bueno ahora si, Athenea-dijo aguantandose la risa.- Agarra el bolígrafo cuando yo diga tres, al igual tu Lucas.-Uno, dos, tres...

Alex lo agarró con el pañuelo que tenía en la mano derecha, y lo tocó con la izquierda. Sus pies se despegaron de la tierra, todo empezo a verse nubloso y empezaron a dar vueltas. Cuando por fin dejaron dejaron de dar vueltas, cayeron al piso, Alex le cayó encima a Athenea y Athenea le cayó encima a Lucas. Los tres se pararon muy rapido y siguieron a Lucas que era el que sabía como llegar. Alex envolvió en el pañuelo el Boligráfo y se lo guardó. Caminaron un rato y se pararon al llegar a un gran almacén algo descuidado, estaba con candado. El moreno hizó un movimiento de la varita, diciendo un lenguraje que parecía cantado y el candado se abrió dejandolos pasar.

Cuando entraron el sitio estaba asquerosamente descuidado, tenía cajas grandes con mucho polvo. Estaba algo oscuro y sombrío. El trío ignoró todo aquello como pudo, aunque hay que mencionar que Alex aquel sitio lo tenía mal. Se pararon enfrente de una montaña de cajas, Alex las quitó con un movimiento de varita, que por cierto hizó un estruendo grandisímo al caer.

-Más cuidado!- replicó Athenea.

Lucas empezó a pasarle la mano a una puerta que estaba escondida detrás de las cajas, comenzó a decir otro lenguraje que parecía cantado también. Mientras hacía cruces con las manos sobre la puerta. Cuando sonó un chasquido indicando que aseguro a Lucas abrió la puerta.

-Por fin!- dijo una voz que provenía del sitio que escondía la puerta.

Quiero darle las gracias a Liu du Black por leer el fic. Tus comentarios me fascinan!. Bueno espero que este capitulo sea de su agrado. Besos.