Prompt: El calvario de estar enamorado de tu compañero de piso/The mortifying ordeal of being in love with your roomate
Arresto domiciliario
Después de Ichiraku's, el primer establecimiento que abre tras la guerra es la floristería Yamanaka. Porque hay demasiadas tumbas que necesitan flores y demasiados enfermos que necesitan ramos cargados de buenos deseos, porque Ino tiene un padre muerto y un clan que busca un nuevo guía, y ella necesita mantener la cabeza ocupada. Porque lo que queda de los rookies de Konoha necesita un sitio en el que reunirse escondido de miradas curiosas.
Aparecen por ahí de vez en cuando todos juntos o en pequeños grupúsculos. Comprueban, casi compulsivamente y entre sí, que todos han vuelto sanos y salvos y vivos. El equipo 10, a veces con Mirai en brazos de Shikamaru, acude a por flores para Asuma cada viernes sin faltar; el equipo 8, con Akamaru esperando en la entrada, le ayuda a repartir de los encargos por la ciudad una o dos veces por semana. Los miércoles, Tenten y Lee - la sombra de Neji flotando sobre ellos - recogen el bouquet semanal que llevan a su profesor y siempre se quedan un rato ayudándola a organizar los cubos llenos de flores de tallos largos. El equipo 7, sin embargo, sólo hace presencia cuando se le obliga a ello - la celebración de jounin de Sakura y Shikamaru; para dar la noticia de que a Sasuke se le había concedido la libertad vigilada - y es raro verles fuera del hospital o los campos de entrenamiento, o la torre de Hokage, y siempre parecen insomnes, ocupados en mil cosas, evitando cualquier lugar donde la gente les pueda señalar y recibirles con vítores de héroes.
Así que aquel día de invierno en el que Ino ve pasar un abrigo rojo y una mata de pelo rosa por delante del escaparate no puede dejar pasar la oportunidad.
- ¡Eh, Frentona! ¿Dónde te crees que vas?
Ojerosa y despeinada, Sakura se da la vuelta en la calle y se encuentra con Ino en la puerta de la floristería, mandil manchado de tierra y agitando la mano hacia ella. La rubia tuerce la cara cuando la ve suspirar y arrastrar los pies hasta llegar a su lado.
- A casa, Cerda.
Alza una ceja perfectamente maquillada y los labio se mueve hacia arriba en un gesto que sólo indica que un pensamiento malvado ha cruzado por su cabeza.
- ¿Tantas ganas de llegar a casa con Sasuke-kun tienes, eh? - arrastra las palabras sugerentemente - ¿cómo es la vida a su lado?, ¿le has visto saliendo de la ducha ya?
La pelirrosa parpadea con lentitud, debatiéndose entre el cansancio y mandar a la mierda a su amiga.
- ¿Podrías hablar más alto? Hay alguien en la Niebla que no te ha oído - y luego añade. - No sé qué información te ha llegado, pero no es como que seamos compañeros de piso. Está en arresto domiciliario. Y tengo a todo un escuadrón ANBU vigilando mi casa día y noche.
- Ya, ya… - Ino hace un gesto de hartazgo con la mano - el arresto domiciliario que sólo podía hacer en tu casa y del que sólo puede salir vigilado con los guardias elegidos por Kakashi-sensei entre los que, curiosamente, estáis Naruto y tú. ¡Ya lo sé! ¡Todo el mundo lo sabe! - Le pasa un brazo por los hombros y atrae la cabeza hacia ella, su boca susurrando en la oreja de Sakura - Lo que nadie sabe es cómo es vivir con él. ¿Te hace la cena?, ¿qué ve en la tele?, ¿es raro mirar a su nuevo ojo?, ¿le lavas la ropa interior?
El entusiasmo intempestivo de Ino contrasta con las nubes de nieve que se arremolinan lentamente en el horizonte y Sakura se queda mirándolas antes de responder. Tiene la esperanza de poder llegar cuanto antes a casa darse un baño largo y relajado, así le dice que está agotada, pero Ino se lamenta de que siempre está cansada (¡Eres un coñazo, Frentona!), Sakura insiste que realmente no tiene nada que contar, e Ino responde que eso lo tendrá que juzgar ella y antes de que se de cuenta le ha tirado de la manga de la chaqueta hacia el interior de la tienda y la madre de la Yamanaka le está dando un abrazo y poniéndole un té de canela caliente sobre el hule del mostrador.
- Sakura-chan, estás demasiado delgada. Ino dice que no paras de trabajar en el hospital. Tienes que descansar. ¡Va a ser verdad que los médicos sois los peores pacientes!
Se queda unos minutos más preguntando por los padres de la pelirrosa, y en cuanto se siente satisfecha con la información obtenida y una promesa de Sakura de venir a cenar a casa algún día, Ino ataca. A toda velocidad, sin apenas tiempo para que Sakura respire. Digna hija de un comandante de Tortura e Interrogación. ¿Entonces coméis juntos? A veces. ¿Y dónde duerme? En la habitación de invitados ¿Y ronca? ¿Qué clase de pregunta es esa? ¿Y te ayuda con las tareas de casa? Suele cocinar, limpia un poco, se está acostumbrando a tener solo un brazo. ¿Y cuánto tiempo se queda? Hasta que el Consejo delibere. Kakashi-sensei está trabajando en ello. ¿Y hacéis algo juntos? No mucho. Apenas nos vemos.
- Por la mañana él entrena con Naruto, – le explica después de un sorbo largo – y yo no tengo tiempo de ir. Por la tarde tiene que ayudar con las tareas de reconstrucción que se le hayan asignado y yo habitualmente hago turno doble en el hospital, así que con suerte coincidimos con la noche. Un par de veces hemos visto una película. Y quizá cenamos juntos dos o tres veces por semana, pero suele estar Naruto por ahí.
Ino parece decepcionada.
- ¿Y habláis de algo? Porque tendréis que hablar de algo.
Sakura remueve el té mientras considera qué contarle y qué no a su amiga. Sabe lo que quiere escuchar Ino: no le está preguntando sobre si hablan del tiempo o de las últimas noticias políticas. Lo que su amiga quiere saber es si ha sonsacado algo de su tiempo alejado de la aldea, si ha aprendido a exponer sus sentimientos abiertamente, si ha habido algún avance en el plano sentimental.
Ojalá tuviera una respuesta clara para eso.
- Sasuke-kun nunca ha sido muy hablador, ya lo sabes. Yo a veces le cuento mi día, le pregunto cómo van sus heridas, esas cosas. Él me cuenta qué ha hecho y poco más.
- ¿Nada más?, ¿no le has dicho lo que sientes por él?
Lo cierto es que Sakura no tiene claro lo que siente hacia Sasuke después de los meses que precedieron a la guerra, pero no es algo que quiera discutir con la Yamanaka.
- No es el momento ni la circunstancia, Ino. Ni él está preparado, ni yo tengo energía para ello.
Con un bufido de indignación la mirada azul hielo se vuelve suspicaz ante el comentario y parece estar dispuesta a rebatir a la pelirrosa, cuando suena la campanita de la entrada y un sofocado chuunin entra suplicando por "el ramo más grande que puedan hacer":
- ¡Tienes que ayudarme a que mi novia me perdone, Ino-san!
E Ino le informa magnánima que aunque la tienda ya está cerrada, le echará una mano porque "yo al contrario que otras personas - y mira a Sakura significativamente- creo en el poder del amor". La médico rueda los ojos mientras se pone el abrigo de nuevo. Se encamina a la puerta para marcharse y antes de que haya tocado el pomo, Ino le hace jurar y perjurar que comerán juntas al menos una vez a la semana.
- Puede que yo no sea tan guapa como… alguien que tú y yo sabemos - le guiña un ojo con descaro y el chuunin de corazón roto las mira confundido - pero tengo mucha mejor conversación. ¡Nos vemos el lunes, no te olvides!
Sakura sale a la noche cerrada sacudiendo la cabeza y con un suspiro decide abandonar el camino de farolillos que adornan los laterales de la calle principal y evitar así algún otro encuentro indeseado con un conocido.
El camino que elige es oscuro. Fuera de las avenidas centrales y las plazas de reunión, la Konoha de la guerra se construye sobre terreno de barro y polvo. Falla la iluminación pública, y Sakura se ha encontrado a sí misma en varias ocasiones asustada al oír pasos tras ella. Sabe que Kakashi tiene planes para modernizar y asfaltar cada rincón de la aldea, pero los materiales de construcción escasean y la mano de obra especializada es demasiado cara para la economía de posguerra.
Igualmente, le gusta su nueva casa. Aunque esté lejos de la comodidad del centro ciudad en que creció, y el hospital quede un poco a trasmano; aunque tenga que subir varias cuestas antes de llegar al portal y su vecina sea mucho más entrometida de lo que es sensato, le compensa notar el aire fresco al abrir las ventanas, y la vista desde el balcón a toda la ciudad. Es un buen primer apartamento y le gustaría poder tener más tiempo para disfrutar de él, y un poco más de soledad para poder sentir que es plenamente independiente. Quizá lo consiga una vez que Sasuke sea exonerado y ella pueda pensar sin sentirse atrapada en su abrumadora presencia.
Se para unos metros antes de llegar al portal y en el quinto piso, orientación sur, ve que la luz del salón está encendida. Con un suspiro, empieza a subir escalones.
No ha sido totalmente sincera con Ino sobre su relación con el Uchiha. Quizá porque hay cosas que no sabe verbalizar aún o quizá porque hay otras que prefiere quedarse solo para ella, Sakura ha callado mucho más de lo que ha dicho. Desde que Kakashi le sugirió acoger a Sasuke mientras cumplía su condena fuera de prisión,su relación con el Uchiha se ha movido hacia terrenos inexplorados y Sakura no sabe exactamente qué está ocurriendo entre los dos. Su relación siempre ha sido un misterio por ambos lados, y ahora que la convivencia es diaria, Sakura se siente perdida, agobiada y tremendamente confundida. Por un lado, porque no sabe si puede confiar plenamente en él. Por el otro, porque ella y Sasuke no es que fueran realmente amigos antes de que dejara la aldea y sus lazos se tejen sobre la Sakura que ya no existe y un Sasuke que ya fue.
Lo primero, ambos parece comprometidos a solucionarlo. Sakura ha perdido la cuenta de las veces en que Sasuke le ha pedido perdón; en diferentes momentos y en diferentes tonos. En una noche larga, larguísima en que hablaron hasta que rompió el alba, Sasuke se sentó con ella en la mesa del comedor y le explicó qué había ocurrido con su clan, con Itachi y cómo el odio le había empujado a comportarse como se comportó. Consumido por la rabia, envuelto en el dolor, había dañado por dañar, incapaz de cualquier otro tipo de sentimiento. Cuando terminó, Sasuke quisó disculparse una última vez y Sakura se lo impidió, envolviendo en un abrazo que no rechazó. "Estás más que perdonado", le dijo, y aunque no era verdad y el rencor aún parecía vivir en las pesadillas de Sakura, empezó a curar.
Lo segundo, sin embargo, no tiene vistas de aclararse pronto. Sasuke y Sakura siempre han sido una entidad extraña, definida no tanto por ser opuestos como el Uchiha y el Uzumaki, sino por ser complementarios. Encajan en sus recovecos y rellenan sus redondeces de manera natural. A los comentarios sarcásticos de Sasuke, le siguen los irónicos de Sakura; a las palabras seleccionadas del Uchiha, la cháchara de Haruno. Sakura descubre que cuando trae a casa las flores que le han regalado en el hospital, él cambia el agua del jarrón sin decir nada; Sasuke averiguar que cuando él ha pasado unas de sus noches de terrores nocturnos, ella le deja en la puerta de su habitación una infusión relajante preparada. Sakura no sabe qué sentir cuando se ha quedado dormida en el sofá después de un turno agotador, y se despierta con una manta cubriéndole el cuerpo. Y aún intenta descifrar qué pasó aquel día en que el mismísimo Sasuke Uchiha hizo una broma (¡una broma!) y ella se rió, y él la miró como si nunca hubiera oído una risa antes, una cosa sorprendente y nueva, que le dejó con la cara sonrojada e hizo que se quedara un rato tartamudo y tímido como no le había visto en la vida.
Es difícil, piensa mientras abre la puerta de casa, definir qué está pasando ahora mismo entre ambos pero no piensa arriesgar ese extraño y doméstico equilibrio solo para satisfacer la curiosidad de Ino. Demasiado tiene con ser capaz de respirar el mismo aire que el Uchiha sin desmayarse.
- ¡Ya estoy en casa!
Y cuando llega al salón y le ve guapísimo poniendo la mesa para dos el corazón se le acelera. Hoy no está Naruto con ellos.
- Bienvenida, Sakura.
- ¿Has hecho la cena?
Es una sonrisa pequeña la que le dedica.
- Curry. Dijiste que te... - titubea con los palillos en la mano - gustaba. ¿No?
Cuando Sakura se descubre a sí misma pensando "pero tú me gustas más" pero empuja sus sentimientos una vez al armario asegurado con siete llaves en que residen todas las cosas que la hacen ser vulnerable, y estúpida, y enamoradiza y la desvían de su objetivo y sus obligaciones como médica. Cosas como querer besar a Sasuke y cosas como reirse con una risita histérica.
Mantiene el tipo y cree que incluso el sonrojo no se le nota demasiado.
- Sí. Muchas gracias, Sasuke-kun.
Espero que os haya gustado. :) Me encanta escribir sobre la atmósfera de la Konoha post-guerra y el papel de Sakura en la ciudad. Ya que nos han ido estropeando el personaje en el canon, al menos que nos den esto.
