CAP 3:
Esa noche lo invadio el miedo. El no sentia miedo por cualquier cosa, pero no era tonto y sabia lo que le esperaba si Vold. Iniciaba venganza. Deseó tener una mujer a su lado para refgiarse entre sus brazos. Después de todo Severus Snape era un hombre antes que un brujo. Alguna vez habia tenido entre sus brazos a la srita. Ipekci, esa fue la sensación mas hermosa que habia tenido en su vida.
Pero le duro tan poco...

Una nota llegaba volando a las manos de Severus desde el otro lado del gran salon. Alguien le pedia disculpas. Era Aida. Ella se acercó a él cuando vio que este habia leido la nota.
- Se que me odias, pero la verdad es que no puedo seguir fingiendo... me gustas Snape, siempre me gustaste, y ahora, faltando tan poco para irme de aqui, tu sabes que mis padres van a llevarme a Turquia a estudiar, no quiero quedarme arrepentida de no haberte dicho lo que sentia por vos...- Snape la escuchaba,
ella realmente le estaba rompiendo el corazón mintiendole asi, de todos modos no dijo nada y se limito a escucharla. Pero Aida no hablo, ella rodeó su cuello con los brazos, él instintivamente la rodeo con los suyos por la cintura, Aida acercó sus labios a los de él, él cerro sus ojos a la espera del beso, ella saco sus brazos para acariciarle el pecho, uno, dos, tres segundos, nada. De repente risas y carcajadas, Severus abrió los ojos y vió dos grandes ojos negros y un hocico peludo, era un cerdo, Sirius lo sostenia frente a su rostro, Aida detras de este reia freneticamente, James tenia una camara en la mano. Esa foto de él con los ojos cerrados y la boca a la espera del beso del pobre cerdito recorrió salones y hasta habia un par por Hogsmeade, no habia un alumno en Hogwarts que no tuviera una copia de esa fotografia.

Llegaba la hora de la revancha. Por empezar iba a llegar tarde a la clase de la profesora Ipekci. Pero eso no era nada con lo que le tenia preparado.
- Profesor, pase, llega tarde...- Se notaba en las caras de los chicos que la profesora no era buena improvisando, el profesor llegaba veinte minutos tarde,
durante los cuales Aida no supo que decir o hacer.
- Bueno, no nos retrasemos mas, el profesor y yo vamos a mostrarles un ataque real. – Ahora que lo decia ya no le parecia tan buena idea... y por la cara del profesor menos... un subito escalofrio le subio por la espalda, un mal presentimiento. Ella se quedó en silencio unos segundos mirando al profesor.
- Y bien, que le parece si empezamos profesora?- le dijo arrastrando las palabras. Muchas veces Aida se habia preguntado si no tendria la lengua como la de una serpiente. Los alumnos estaban expectantes, ellos tambien sentian la tensión entre los profesores. Hermione penso que no era buena idea, igual que lo pensaba e el preciso momento todo el curso.
- Si, claro.- dijo ella nerviosa y se puso frente a él con la varita en alto.
Dio un paso hacia atrás. La cara del profesor la asustaba, tenia una mueca diabolica de gusto. La varita le temblaba entre los dedos, le caian gotas de sudor por la frente. - Se siente bien profesora?.- le preguntó él en tono burlon. - Si...- alcanzó a decir, su garganta estaba seca.
Snape alzo su varita con decisión y le lanzo un hechizo, la profesora no logró esquivarle o repelerlo, y le dio de lleno en pecho tirandola varios metros hacia atras y haciendola golpear contra un banco. "Que bien se habia sentido eso!". Aida se levantó con el pelo revuelto y la cara llena de hollin, su tunica se habia enredado en sus pies haciendola tropezar al levantarse, callo de bruces al suelo. Los alumnos ahogaron las risas. Snape estaba satisfecho.
- Es todo por hoy, salgan chicos, nos vemos en la proxima.- dijo ella mientras se arreglaba la tunica.
- Le dije que era mala idea profesora.- le dijo Snape con una gran sonrisa. Ella lo miro y le hizo una mueca de burla. - Es usted un resentido, eso es lo que es, es usted un maldito, inutil,
fracazado profesor de poca monta, no puede aspirar a mas que a esto, se jacta de haber derrotado a una mujer, se jacta de haber derrotado a la que ocupo su mente durante tantos años en la juventud, es lo mas cerca que tuvo de tenerme "tumbada en el suelo", no, o cree que no veia en sus ojos la lujuria invadirlo cuando me veia caminar, cree que no se que en su sucia mente morbosita yo era su amante cada noche, que daria cualquier cosa por poseerme salvajemente sobre el escritorio en este preciso momento?.- - Se equivoca profesora, en este momento estoy pensando en la cena, derrotarla a usted me dio hambre.- le dijo él burlandose y salio del salon con paso seguro.
Aggggghhhh, Aida estaba que echaba humo, Snape no lo vió pero ella le hizo una ofensiva seña con su dedo mayor cuando el salia por la puerta.

Filch estaba esperandolo en la puerta de su despacho, Snape al verlo puso cara de preocupación, el hombre no lo molestaba por cualquier cosa, en todo caso no se atreveria, mas de uno le tenia miedo al profesor.
- Que paso Filch?.- le preguntó él.
- Bueno, es que escuche ruidos en su despacho, y me quedé a ver si escuchaba mas...- le dijo este mirando de vez en cuando la puerta.
- Dejame ver...- gruño Snape, si encontraba a alguno de sus alumnos, que dudaba pudieran abrir la puerta seguramente cerrada con un hechizo, solamente un alumno en todo Hogwarts podria hacerlo... y ese Potter, oh si, que ganas de que fuera él y asi poder castigarlo duramente!. Abrió la puerta... dentro no habia nada.
o nadie que el "pudiera ver". Snape escrutó la habitación sigilosamente, pero no encontro nada. Revisó sus objetos dentro de los armarios, no faltaba nada, o al menos nada importante... "este estúpido Filch, cada vez mas viejo e inutil..." se dijo para si.
- Gracias Filch, ya no te necesito por aca.- le dijo secamente haciendo un ademan con la mano de que se fuera.
- Disculpe señor...- le dijo este y cerro la puerta tras de si.
Snape se quedó solo en el despacho. Sus ojos le pesaban, pero aun asi tenia la hermosa sensación de haber puesto en ridiculo a la Ipekci. Rió al recordarla tendida en el suelo y con su tunica toda enredada. Habia sido un buen dia,
todavia tenia por delante algunas clases de pociones con los inutiles de primero... pero recordar a la profesora humillada era suficiente para hacer de lo que quedaba del dia provechoso.
Revisó unos pergaminos que habia en la mesa. Su brazo empezo a doler, pero no lo notó mientras leia. Pronto sintió una punzada tan fuerte que sus ojos comenzaron a ver la habitación en blanco, quizo emitir sonido pero no pudo, quizo tomarse el brazo con la mano contraria pero tampoco pudo, el dolor se volvio intenso,
profundo, su respiración, agitada, disminuia, y el sentia irse, poco a poco,
sentia como la vida se le resbalaba y él no podia hacer nada. Miles de imágenes pasaron por su cabeza en una milesima de segundo y luego... nada, oscuridad total.