Antes de seguir con esta historia, tengo que decir algunas cosas. Primero que este es uno de los primeros fics que hice… asi que perdonen del cap 1 al 3 las palabras cortadas y demas, lo escribia en un foro. Aparte de eso esta historia se puso caprichosa muchas vces y la rehice tantas que ya ni recuerdo. Espero que esta vez la termine… es un karma! Tengo que hacerlo.
Aparte de eso tengo que darles gracias por los reviews, porque me dieron ganas de continuar esta primer historiaaa es mi primer bebee solo que nunca lo termine… jajaja. Gracias muchachas! XD
Capitulo 4: "No quise hacerlo, debía hacerlo"
No sabía donde estaba, pero todo era tan deprimente. La atmosfera azul, la neblina rodeando sus pies, quiso mirar más allá pero sus ojos no alcanzaban a distinguir nada. Sintió una helada corriente en su piel y se abrazó.
Si estaba muerto eso era el infierno. No había fuego por todos lados, ni demonios ni torturas fisicas. Pero era esa horrible sensación de vacio y soledad.
Se animó a dar unos pasos, el suelo era blando y raspaba en sus talones, parecía arena. Estiró sus manos para poder palpar lo que hubiera mas adelante y entonces el panorama cambió por completo, como si se tratara de paneles en una obra de teatro. Los colores eran calidos y ahora podía ver claramente. Colinas, un frondoso verde pasto y una alfombra de flores silvestres.
No podia ser el infierno entonces, tampoco el cielo, si bien el no creia mucho en esto, sabia que no lo merecia de ser cierto, por lo tanto tampoco era el paraiso. Caminó un poco mas, la arena no eras mas arena, era un mullido y humedo pasto.
¿Dónde estaba? ¿qué era todo eso? ¿alguien se habría dado cuenta de su ausencia?. De repente algo lo sacó de sus pensamientos. Una voz, una calida y dulce voz de mujer que se escuchaba cada vez mas cerca, se dio vuelta, buscando el origen de esa voz. Dio otra vuelta, no había nada, nadie estaba ahí pero él seguía oyendo esa susurrante voz. Se desesperó, fuera quien fuera esa mujer podría ayudarlo. ¿En qué? ¿cómo lo ayudaría?.
-- ¡¿Dónde estás!—Gritó a la nada. – Quiero verte… necesito saber…--
Y todo se desvaneció en diminutas partes.
--Profesor Snape… tomando otra siesta?... no le da vergüenza?—Aida estaba sentada en el escritorio del hombre y tocaba con la punta de un dedo su hombro insistentemente. Severus la escuchaba, pero no habria los ojos, no quería.
--Vaya manera de trabajar… y luego me dice a mi que no soy profesional.—Hizo un bufido ironico y se bajó de un salto. Lo examinó con cuidado, algo burlona. –No estará muerto ¿no, porque no quiero que luego sospechen de mi.—Y con un movimiento rápido puso su punta de la nariz en la punta de la nariz del profesor y lo miró fijamente.
Snape podía sentir su respiración sobre sus labios, humedeciéndolos. Abrió los ojos súbitamente. Aida dio un pequeño salto hacia atrás.
-- Estaba dormido… vine a pedirle disculpas…--
--Dis… -- Tragó saliva, el sueño habia sido muy profundo y todavía no se recuperaba del todo. Aida notó un desagradable hilo de saliva en la comisura de Snape e hizo una mueca de asco. Severus pasó su dedo pulgar por su boca para secarse. –¿Disculparse, y ¿por qué?—
--Bueno, porque me comporté como una niña con usted, habiéndole pedido que me ayude en las clases… de la forma que lo hice.— Severus frunció el ceño y se puso en pie, llevó su mano rápidamente a su espalda baja e hizo una mueca de dolor, se inclinó hacia delante encurvando la columna. –¿Se siente bien profesor?...
--Por fin aprendió a dirigirse hacia mi de la forma correcta… parece que está arrepentida de verdad.—El mago volvió a sentarse sin quitar su mano de la espalda.
-- Por favor no se burle de mi, le pido disculpas por mi comportamiento, ahora somos colegas y…
--Colegas… -- La interrumpió e hizo un bufido sarcastico. – Bueno "profesora" Ipekci si eso es todo le pido que se retire…
-- Entonces me perdona?—Snape levantó la vista y la miró, levantó sus cejas y sonrió burlonamente. – ¿Tomo eso como un si?
-- Le pedí que se retirara—Aida asintió con la cabeza violentamente y salió caminando erguida con todo su orgullo en la frente, el poco que le quedaba. Estaba arrepentida de haberle pedido disculpas a Snape, pero no lo demostraría, no a él por lo menos. No era justo, ella había ido con sus sinceras disculpas y él se había mofado de ella.
Furiosa se dirigió a su despacho y se sentó frente a su escritorio. Pateó el pequeño banquito que ponía debajo para no quedar con sus pies colgando y se cruzó de brazos. Parecía una niña caprichosa que no consiguió que sus padres le compraran esa costosa muñeca de porcelana que no le serviría de nada y que probablemente rompería en la primera semana. Y algo asi era lo que pasaba. Ella quería que Snape le dijera que la perdonaba y que la viera como una mujer adulta y sabia. Pero no podía fingir tanto, muy por el contrario ella era caprichosa, era malcriada y estaba claro que su edad mental difería de su edad fisica.
Estaba cansada de ser la mujer linda y tonta. Se levantó todavia con su arranque de capricho y rompió unas cuantas cosas.
Severus mientras tanto se drigía a la oficina del director, disimulando cuando alguien lo veia quitando su mano de la espalda y tratando de erguirse lo mas que podia.
--Adelante—Dijo el director cuando Snape tocó a su puerta, él entró y la cerró con calma, luego se sentó en la fina silla tallada con tapiz de terciopelo y cruzó sus piernas.
--¿Qué pasa Severus?—
-- Muchas cosas pasan… -- Dumbledore sonrió y se puso en pie, caminó alrededor del escritorio y se sentó en la silla al lado del profesor.
-- ¿Vienes a decirme que la profesora Ipekci no es adecuada para el cargo como profesora de defensa contra las artes oscuras por enésima vez Severus?—Severus descruzó las piernas y puso ambas manos sobre sus propias rodillas violentamente.
--¡No es adecuada para ningún cargo, pero no vine para decirle eso. Creo que tiene que saber que es posible que el señor tenebroso esté dudando sobre mi lealtad.—
--Veo… ¿Y esto… en que se basa Severus?
-- Insomnio… dolores, sueños extraños y… el otro día estaba dandole clases a Potter de oclumancia y… escuché una voz que decia que lo habia decepcionado, que sería castigado.—
Dumbledore volvió a levantarse, dio unas vueltas y luego se frenó de golpe, dio vuelta sobre sus talones y cruzó sus manos a la altura del pecho.
-- Creo que sabés que debes hacer Severus. Pero no estoy seguro que estes dispuesto a…
-- Puedo hacerlo—Dijo secamente y se levantó. –Buenas tardes Señor…-- Severus salió del despacho con la sensación de haber metido la pierna en el barro hasta la rodilla.
En la noche el dolor había cesado significativamente y ahora descansaba recostado sobre el diván de tapiz negro gastado. Tenía una bata cómoda de algodón y sus pies descalzos. Pensaba en lo que debía hacer, y lo que debía hacer no era exactamente lo que quería hacer. Deseaba ser alguien mas y estar lejos de todas esas responsabilidades e ires y venires.
Se durmió pensando en todo aquello y tuvo un sueño de lo mas extraño. Estaba casado, lo sabía por el anillo en su dedo anular, y cortaba unos troncos para leña mientras su afectuosa esposa, con su hijo menor en brazos le acercaba una taza de te caliente.
--Deberías volver a utilizar la magia… era mucho mas rápido asi…
--¿Olvidas lo que pasó la ultima vez?
--Johnatan no volverá a tocar una varita nunca mas hasta que tenga la edad adecuada ¿Verdad John?—El niño en brazos se escondió en el pecho de su madre.
-- Volverá a hacerlo.
--No querrás que te mate como mataste a tu padre verdad maldito cerdo?—El sueño había tenido un horrible giro, el niño tenía la cara de su difunto padre. Severus levantó el hacha con la que cortaba la leña, y la bajó violentamente. El filo tocó el cuello del niño y entonces despertó bruscamente. Estaba empapado en sudor y temblaba. Su respiración agitada pronto se convirtió en un llanto desesperado.
-- ¡Tuve que hacerlo, yo tuve que…-- Se llevó sus manos a la cabeza tirando de sus cabellos, golpeando con sus puños cerrados el cráneo, gritó, lloró y luego cayó al suelo desquiciado.
