Capitulo 6: "Ella es"
Aida no podía dormirse, daba vueltas en la cama, enredándose con su propio camisón. Miró el reloj dorado en su mesita de luz, aún no era ni medianoche. Se acurrucó en un costado abrazando la almohada e intentó conciliar el sueño, pero en cuanto sus ojos se cerraron escuchó con claridad una voz en su oido llamándola, "Aida… Aida…". Era la voz de Snape, no podía ser de otro.
Ella se levantó de un salto y miró a su alrededor, Severus no estaba ahí. Quizás se estaba volviendo loca, cerró sus ojos una vez más y una imagen le asaltó, era el profesor dando manotazos mientras se hundía en el agua, luchando por salir a flote. Aida volvió a abrir los ojos perturbada. Salió de la cama, se puso su bata y corrió a la puerta. Recorrió los pasillos oscuros con prisa, bajó las escaleras hacia las mazmorras y cuando llegó al dormitorio de Severus golpeó la puerta con fuerza. Nadie le respondió. Un mal presentimiento se apoderó de su razón y abrió la puerta de golpe. Snape no estaba en el dormitorio, pero una luz anaranjada provenía del baño. No pudo pensarlo dos veces y entró. El profesor aún estaba debajo del agua, sus ojos cerrados, su palida piel tenía un dejo azul.
Ipekci metió los brazos a la tina y levantó a su colega sacándolo del agua. Él no reaccionaba, el pánico se hizo presente pero Aida sabía lo que debía hacer, inmediatamente lo sacó de la bañera y lo tendió en el piso, se arrodillo al lado de él e inclinó su cabeza hacia atrás. Severus no respiraba. De inmediato apoyó sus labios rodeando los de él, tapó su nariz y sopló. El pecho de él subió llenándose de aire, Aida soltó la nariz del profesor esperando su reacción, pero nada. Repitió la respiración un par de veces y de pronto Snape escupió el agua que había entrado a sus pulmones y respiró hondamente.
Aida sonrió y lo apoyó sobre sus muslos acariciando su cabello.
--Severus… oh… pensé que te morias… -- Severus la miró sin entender demasiado y un segundo mas tarde los ultimos minutos le vinieron a la mente como un torbellino. Se sentó asustado y miró a su alrededor.
--¿Lo viste?... él estaba acá… quiso matarme… -- Aida le sostuvo la cara por las mejillas y lo hizo mirarla.
-- Estamos solos… nadie quiere matarte Severus… -- Severus se quedó mirandola. El color azulado que teñía su palida piel se había ido.
-- ¿Entonces no viste a nadie saliendo de mi habitación?... tengo que encontrarlo… tengo que explicarle… tengo que… volver a deshacerme de él…-- Se apartó de ella y se puso en pie, haciendo caso omiso a su desnudez, caminó unos pasos y se sostuvo del marco de la puerta del baño, agotado.
-- No… no podés caminar asi… dejame que te ayude…-- Aida buscó una bata de baño y la puso sobre los hombros de él, lo hizo apoyarse sobre su hombro y tomándolo por la cintura y el brazo lo condujo a su cama. – Lo mejor es que descanses Severus… -- Snape se dejó caer en la cama, mojando las sábanas con su pelo. La volvió a mirar. Aida le había salvado la vida, y eso implicaba muchas cosas.
Ella buscó una toalla y comenzó a secarle el pelo. Él se veía tan tierno, pensó ella, aunque le sorprendiera ese pensamiento, era así, parecía un niño indefenso, pasó su mano por el cabello de él desenredándolo.
-- Decis que alguien te quiso matar Severus… ¿quién era?
Snape se quedó pensando, ahora que pensaba todo un poco mas en frío no podía ser quien él creía que era. Severus había visto a su padre tratando de ahogarlo, de matarlo. La venganza era justificada, pero los muertos no pueden regresar para vengarse. El rostro de furia de Tobias, su padre, aún permanecía grabado en su memoria.
-- Severus… ¿Quién era?—Le volvió a preguntar Aida, pero Severus seguía sumergido en sus pensamientos. Snape se sentó sobre el colchón y se tapó con las colchas, miró a Aida.
-- Retirese…-- Le dijo secamente. Volvía al trato de usted, a sus frías respuestas. Ella lo miró triste, él estaba siendo cruel.
-- Severus… -- Se sentó a su lado y examinandose las uñas para mitigar la importancia de sus palabras dijo – realmente me asusté cuando te ví así en la bañera… pensé que te habías muerto y… bueno… algo raro me sucedió… escuché tu voz… me llamabas y por eso vine a verte…
Severus no había pensado en eso, Aida habia aparecido para salvarlo en medio de la noche cuando no tenía por que entrar en su habitación. Él le dirigió una mirada dura e interrogante.
-- ¿Yo la llamaba, debió haber estado dormida… ahora por favor, necesito descansar…
-- Claro… sos… sos un maldito arrogante Severus! – Y dicho esto abandonó la habitación. Salió con la sensación de haber dicho mas de lo que debía, de haberle hecho ver que a ella le preocupaba demasiado.
Una semana más tarde Snape se encontraba en el despacho del director Dumbledore, el viejo mago lo escuchaba atentamente y podía sentir la angustia en la voz de Severus.
-- Severus… tal vez no fue mas que una alucinación, como dices, pero lo cierto es que casi mueres… -- Severus miró al director y asintió con la cabeza. – Y Aida estaba ahí… por suerte
-- Casualidad… es una mujer chismosa que siempre se inmiscuye en temas que no le conciernen…
-- Y gracias a su defecto te salvó la vida Severus. —Snape se guardaba el detalle que Aida le había contado, él no le decía al director que ella lo había escuchado llamarla.
Severus torció los labios y frunció el ceño. Esta bien, pensó, Aida le había salvado la vida, y esta vez había sido oportuna, pero eso no quitaba que ella fuera insoportable, entonces ¿por que había estado en su habitación temprano ese día revisando sus cosas? Severus salió de la oficina del director y se dirigió al gran salón, para vigilar a los alumnos y mantener el orden. Los chicos estaban revoltosos, como siempre, Snape siempre tenía la fantasía de dejarlos a todos convertidos en estatuas de piedra y luego hacerlos polvo.
Las cosas estaban cambiando y él lo sabía mejor que nadie. Lo que venía no era bueno para nadie, ni siquiera para él a pesar de estar del lado que él consideraba era el que ganaría.
Aida estaba sentada leyendo un libro, Severus vió la tapa rosada y el dibujo de una mujer voluptuosa besando a un hombre musculoso y bronceado, la profesora estaba sumida en la lectura y hasta tenía un rubor libertino en sus mejillas. No podía leer ese tipo de novela en un lugar lleno de chicos. Asi que Severus como buen profesor, no, ni siquiera él se creyó eso, pero quería molestarla, asi que se dirigió a ella con pisada firme y se plantó frente a Aida mirándola altaneramente.
-- Ese tipo de lectura no es apropiado para este lugar, ¿no le parece?—Aida levantó la mirada sorprendida y cerró el libro rápidamente.
-- No tiene nada de malo lo que leo… es una historia de amor.—
-- Y no me extraña para nada de usted pero debería leerlo a solas ¿no cree?—Aida abrió la boca para replicar pero decidió quedarse callada. Se levantó despacio, puso el libro bajo su brazo y empezó a caminar. Severus la siguió.
-- ¿Quiere pedirme el libro prestado pero no se anima?—Severus hizo una mueca irónica. – Puedo prestarselo, tal vez le guste pensar que es Amalia en brazos de Carlos el adonis dorado de la fogosa Italia… -- Aida lo miró y sonrió.
-- Usted haría perfecto el papel de Carlos… -- Aida inmediatamente se llevó las manos a su bozo horrorizada ante el hecho de haber olvidado depilarse. Severus torció los labios mirandola.
-- Profesor… usted cree que nosotros podriamos llevarnos relativamente bien si yo dejara de ser tan…
-- Odiosa
-- Exacto y usted tan…
-- tan que profesora?—Aida se quedó mirandolo unos segundos con la boca abierta y Severus no pudo dejar de obsesionarse con los suaves labios anaranjados.
-- Tan… -- Aida no podía hablar, sus manos transpiraban y unas pequeñisimas gotas aparecieron sobre su naríz. – Tan reacio profesor…-- Logró decir luego de tomar el control de su cuerpo y hormonas. – Parece tenerle miedo a cualquier relación…
-- ¿Relación, profesora no se confunda… no hay relación
-- Si la hay, es una relación profesional
-- Justamente por eso acá hay una sola persona profesional y no es la que lleva una novela para tontos bajo el brazo.—Aida se ruborizó.
-- ¿Por qué denigra mi puesto acá? Yo soy una buena profesora
-- Ese fue un muy buen chiste, lastima que no sea de los que rie a carcajadas, pero puede ver en mis ojos un pequeño brillo, fue un buen chiste… -- Aida se quedó mirandolo seria y luego se fue caminando algo torpetemente, tal vez por la cercanía con Severus, tal vez porque deseaba su aprobación y no la obtenía, tal vez porque Severus habia tratado de sonar gracioso con ella… no, eso no podia ser.
Severus se inclinaba ante los pies de Lord Voldemort, y besaba la punta de sus botas de cuero negro. Sin mirarlo se puso en pie, siempre con la cabeza gacha. Voldemort se levantó del trono y caminó hasta el mortífago, apoyó una de sus huesudas y largas manos sobre su cabeza y lo hizo arrodillarse nuevamente.
-- Nadie te ha dicho que te pongas en pie. ¿A qué se debe tu visita?—Voldemort sonaba calmo y calculador, pero Severus también lo era. Mantenía su cabeza gacha con la mirada fija en un punto en el suelo.
-- He cometido un error, un terrible error y vengo a pedirle que me perdone.
-- Como sabrás yo jamás perdono. Solo evalúo el costo de matarte por traidor y los beneficios que podría obtener si te dejo vivo. Y en este caso son mas los beneficios dejandote vivo que matandote. Sos la mano derecha de Dumbledore, y él confía ciegamente. Pero ¿cómo se yo que vas a cumplir con lo que te pida sin volver a traicionarme?. – Voldemort se acercó a Severus y apoyó su bota sobre la cabeza de Severus haciéndolo inclinarse aún mas hasta que su frente tocó el frío y aspero piso de piedra. -- ¿qué tengo yo que vos puedas querer? O ¿qué puedo quitarte?-- Y entonces Severus sintió un frío cortante sobre su rostro que traspasó su frente e inundó todo su ser. En ese momento sabía lo que Voldemort estaba haciendo y tenía que actuar rápido, había ido preparado. Voldemort buscaba en sus recuerdos y Snape le daba todos aquellos que no eran importantes, escondiendo los que transmitirían demasiada información. Pero no podía ocultar aquello que él no queria saber pero existía y de repente su cuerpo y mente dejaron de ser invadidos.
-- Bueno, bueno, veo que hay algo que puedo quitarte…-- Severus levantó la cabeza por primera vez y lo miró. – Y veo que te sorprende… Hay cierta persona que parece ser importante en tu vida…
Severus podía sentir como si le estuvieran clavando una aguja en el corazón. Había luchado fuertemente por alejar la realidad de su mente y había dejado expuestos sus deseos y fantasias.
-- Esta mujer… parece una presa fácil… puedo hacerla desaparecer… -- Voldemort estaba atento a las reacciones de Severus y él solo podía pensar si ella era tan importante en su vida. – No simules que no te importa Severus… sé que no queres perderla.
Pero la verdad es que no lo sabía, muy dentro suyo sabía que Aida le atría fisicamente pero no era suficiente, ¿cómo podía Voldemort saber mas que él?
-- No se de quien habla señor
-- Claro que sabés de quien estoy hablando, pero puedo recordartela… -- Sonrie malicioso— El perfume de su cabello y la suavidad de sus manos… la sentiste no hace mucho ¿verdad? Sobre tu piel… pero no sentiste nunca sus labios ¿no?—Severus se sentía avergonzado, ridículo y hasta algo enojado.
-- No tiene que amenazarme con matar a nadie señor… yo quiero realmente serle leal…-- Voldemort se paseó alrededor de Severus examinándolo y finalmente se detuvo frente a él. Extendió su mano con furia y le dio una fuerte bofetada, la cabeza de Snape latigueó hacia un costado y volvió al frente. Voldemort se quedó mirandolo y luego lo apuntó con la varita.
El castigo fue duro, incesante, doloroso y humillante. Pero Severus sabía a lo que se exponía al momento de ir así que de ningún modo esperaba algo distinto.
Cuando volvió al castillo y por fin pudo tirarse en su cama todo daba vueltas en su cabeza y solo podía pensar en lo cauteloso que debía ser de ahora en mas.
