CAPÍTULO 2

Diamante en bruto

Medio día, sólo faltaba la mitad de la eternidad para que ese día infernal terminara. Para él, Trowa Barton, era difícil ser el más inteligente y el más pobre de aquel instituto de perdición: 'No dejes de tomar las oportunidades que se te presentan' le dijo su hermana Catherine cuando llegó a su puerta la carta del demonio, invitándolo a 'conocer las instalaciones'. Trowa sabía que una vez que cruzara las puertas y charlara un rato con el Kushrenada, era probable que ya no saldría hasta unos años después, y no se equivocó.

Trowa Barton, joven alto, bien parecido y ojos tan verdes que era fácil sentirse atraído, vivía solo con su hermana Catherine, la cual se partía el alma cada día por los dos. Trowa era de carácter callado y gran inteligencia, tenía un sentido de la moral alto, pero era agresivo cuando debía serlo.

Trowa llevaba apenas dos años en el instituto, y a pesar de ser el pobretón del averno, aquel que no tenía ni para pagar un buen castigo, era clasificado (por estadística, no por gusto) como el estudiante número uno. Aún así nadie lo buscaba, podría ser la persona más inteligente sobre la Tierra pero ni un alma le hablaba.

-Buenos días, Barton –bueno, Quatre se convirtió en ese momento en la excepción a la regla.

Aunque la actitud de Trowa era estar alerta siempre, no importaba si el sospechoso parecía un ángel. –Buenos días.

-¿Cómo has estado? –Quatre le sonrió, que lindo niño –Escuché que te quitaron del cuadro de honor por no completar los créditos de trabajo social el mes pasado, eso fue muy injusto.

Quatre se mostraba preocupado e indignado ante eso. Las injusticias eran parte de las cosas que Quatre repudiaba, y siempre trataba como todo buen ser humano de ayudar a quienes más lo necesitaran, aún si no le pedían su ayuda.

-Ni hablar –Trowa seguía con la guardia alta –no puedo hacer nada, si ellos no me quieren dar trabajo y no lo cuentan, entonces yo simplemente no puedo hacer algo.

-Pero yo podría hacer algo, si aceptas claro está.

Trowa la miró sin comprender. Él, el niño pobre y 'mugroso' del instituto San Vicente en donde cada persona tiene dinero suficiente para lanzar al aire; y Quatre, el niño rico que tiene todas las de ganar por ser inteligente, bien parecido y con mucho dinero, ¿juntos en un trabajo?

Trowa se atrevió a hablar una vez más. -¿De qué se trata?

-Pensé que no preguntarías. Verás, el festival de inicio de año del instituto está por comenzar y soy uno de los organizadores, así que estaba pensando en que sería una excelente idea el tenerte entre mis filas, ¿qué te parece? Te ayudaré con los créditos contando las horas que nos ayudes y aparte tendrás más beneficios en otras materias.

"Este niño es listo, muy listo" Trowa sonrió ligeramente por primera vez. –De acuerdo.

-Perfecto –Quatre no podía disimular la felicidad, así que sonrió de manera radiante –entonces te veré más tarde en el salón. Hasta luego.

Trowa miró a Quatre retirarse, seguía preguntándose por qué quería ayudarlo, y es que aún no le cabía en la cabeza cómo alguien con tanto dinero y posibilidades podría interesarse en el bienestar de alguien más. Pero el joven alto de ojos verdes dejó de pensar en todo aquello cuando la campana de la escuela le recordó que la pesadilla de ese día aún no concluía.

Trowa Barton se apresuró a llegar hasta donde se encontraba la persona a la que vería en ese momento, era puro compromiso, ni ella deseaba estar con él y viceversa. Pero el profesor de 'Atascados en el pasado porque se supone que no debemos cometer los mismos errores' (Léase: Historia) quería que la señorita Schbeiker no se atrasara, y tendría que pasar aunque tuviera que ponerse un traje antipobres para protegerse de las 'malas vibras'.

Princesitas

Trowa caminó pensativo, pero no era precisamente Schbeiker quien ocupaba sus pensamientos, seguía intrigado por la extraña llegada de Quatre Raberba Winner a su vida… o tal vez sólo era que el rubio multimillonario no pudiera encontrar 'mano de obra barata' en ninguno de los otros grupos.

-¿Acaso no conoces el concepto de puntualidad? –Schbeiker interrumpió el monólogo de Trowa en lo más interesante.

Trowa no tomaba mucho en cuenta los comentarios de la niña rica que tenía frente a sus ojos, no le era importante, ni atractiva -¿Te vas a quedar todo el día viéndome?

"Si pudiera sólo…" en la imagen de Trowa hay un intento de asesinato. –No

-¿En serio eres el más listo? –preguntó la niña con desdén, algo que le salía totalmente natural.

Trowa sólo podía verla como se ve a una persona náufraga la cual sólo tiene charalitos para comer cuando él no sale del caviar. –Me puedo ir –se da la vuelta, rogaba porque dijera una sola cosa mal, así podría quitarse el nudo de la horca.

-No –Trowa odió esa palabra en ese preciso momento, y la odio con todas las letras de la palabra –te sacaré provecho por la beca que tienes, debes devolverle a la sociedad lo que le debes.

"Maldita sociedad"

-En fin –Hilde tomó sus cosas y se dio la vuelta, comenzando a caminar –te veré mañana, hay compras que debo realizar.

A Hilde le importó un rábano que Trowa la estuviera asesinando mentalmente una y otra vez, ella tomó camino lo más rápido que pudo. Como era normal en la sociedad de las princesitas, no importaba nada ni nadie fuera de su pequeñísimo círculo, en el que definitivamente Trowa no estaba incluido.

Las almas caritativas, ¿existen?

Desde la ventana de un segundo piso, uno de los verdugos del infierno observaba con sus radiantes ojos azules aquel 'encuentro del tercer tipo'. Muy interesante para un tipo como él que se dedicaba a buscar especimenes en peligro de extensión. Y ya tenía una larga lista de esos especimenes, para la cual tenía ideado un excelente plan y sólo faltaba que se presentara la atmósfera perfecta para llevarlo a cabo.

-¿Zechs? –preguntó la morena a su espalda. La chica, que era el brazo derecho del verdugo, tenía el cabello negro y era de estatura promedio.

-Dime Noin –pero el verdugo era demasiado 'elegante' como para llamar a sus subordinados por su nombre de pila.

-Tus papeles –Lucrecia (que ese era su nombre) colocó unos papeles sobre el escritorio del verdugo y se retiró elegantemente (todo en esa escuela era elegante).

Zechs Marquese, hombre rubio y totalmente un adonis, de 29 años de edad, buen auto y una excelente paga, era el consejero estudiantil y gustaba de pasar su tiempo investigando a los alumnos… de todas las maneras posibles. La puerta se abrió una vez más y Zechs no tuvo que voltear para saber de quién se tardaba.

-Te tardaste –Zechs se dio la vuelta y se acercó al chico que acababa de entrar, lo tomó de la cintura y le dio un arrollador beso. –Tan delicioso.

-Eres un maldito pervertido –las blancas manos del joven hicieron hacia atrás al verdugo y los ojos negrísimos lo miraban de manera retadora.

-Ahora no, Chang, tienes que ir a clase –Zechs se separó totalmente del joven estudiante chino de ojos y cabellos negrísimos.

-Entonces, ¿para qué me llamaste? –Chang Wu Fei, el que lo rechazaran lo molestaba (¿a quién no?).

-Para que estés pendiente del festival y participes. Es todo, puedes retirarte.

-Eres un idiota –Chang se ocupó de azotar bien la puerta antes de irse, pero no podía negar que ese jueguito de estira y suelta lo volvía loco.