NO PLAGIEN, NO RESUBAN Y TAMPOCO TRADUZCAN SI YO NO LO HE AUTORIZADO. —Gracias.
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Relato 3. La primera cita.
GIYUSHINO WEEK 2022.
DÍA 1: First meeting.
:.:
Rated: K+.
Géneros: romance, humor, hurt/confort, un poco de drama.
Advertencias: Apto para todo público.
…
—¡¿Cómo es que alguien tan débil como tú…?!
El cuerpo masculino del demonio se pudrió, justo como los otros que Shinobu Kochō había enfrentado, con ayuda del devastador veneno que poseía la katana del pilar del insecto.
Su afilada mirada no ocultó mínimamente lo fastidiada que estaba de estar aquí, en un monte oscuro y frío, trabajando.
No conforme con perder tiempo en una misión que, a decir verdad, no era para alguien de su rango ya que había terminado rápido ella sola, tuvo que esperar a los miembros de kakushi para que ayudasen a limpiar aquel desastre lleno de baba.
«Asco» Shinobu, con un pañuelo, limpió su katana antes de enfundarla.
Alzó la mirada y observó la luna corto menguante en el cielo. Lamentablemente no hubo víctimas por salvar, solo un montón de restos sangrantes y huesos que alguna vez fueron humanos a los cuales se les daría una humilde sepultura.
—Señorita Shinobu, ya está todo listo —le dijo una de las chicas de la brigada.
—Buen trabajo —se limitó a responder—, me retiro ahora mismo, amanecerá pronto.
—Sí —la joven hizo una reverencia tradicional, marchándose.
Sí, Shinobu partió de ahí, pero todavía tenía que dar su reporte al Patrón.
Para cuando cayó la tarde y por fin entró a su finca, Shinobu estaba tan cansada que tuvo que sacar agua del pozo y echarse un poco sobre su cara, lavándosela con el fin de despejarse y no dejarse ganar por el sueño.
¡Y todavía tenía que hacer de comer y preparar todo lo demás!
Y pensar que lo único que no había planeado en todo esto había sido su inesperada misión, la cual se llevó mucho de su valioso tiempo debido al trayecto a recorrer.
Aaah, qué inesperado contratiempo. Sus ocho días para prepararse, se había reducido a tan solo unas horas.
Shinobu pensaba que se había aprovechado de que los astros se habían alineado para que precisamente hoy, ella tuviese la finca sola y tener una velada de ensueño. Pero al parecer a veces el universo le divertía contradecir a la gente.
Hace dos semanas, Kanae le había puesto bajo aviso: haría un pequeño viaje de entrenamiento al lado de Sanemi Shinazugawa, llevando consigo a Kanao.
Para más suerte, las tres pequeñas niñas, Aoi, Tanjiro y el resto de los jóvenes que ocupaban espacio en la finca, habían sido invitados hace un mes, a una fiesta que se llevaría a cabo en la propiedad de los Rengoku.
Según sus cálculos, ahora mismo los chiquillos deberían estar en la fiesta de cumpleaños del joven Senjurō Rengoku, e iban a pasar la noche allá para cuando Nezuko abriese los ojos, pudiese incorporarse a la celebración.
No tenía nada de malo que, a pesar del infierno que estaban viviendo, ellos se tomasen un descanso y fuesen niños/adolescentes normales por una noche. Shinobu se sentía feliz por ellos, pero muy tensa porque al final, de nada sirvió hacer tantos planes si para el día esperado, el tiempo estaba corriendo en su contra.
Tenía mucho trabajo por hacer.
Para empezar, corrió a su habitación y buscó el kimono blanco con flores violetas más lindo que pudo encontrar; luego los adornos para el cabello más extravagantes que pudiese tener guardados; revisó su maquillaje; buscó su pequeño perfume con aroma a lirios que Mitsuri Kanroji le había regalado por su cumpleaños hace dos meses. Y hablando de su cumpleaños de este año, no pudo faltar aquel tierno y humilde collar de plata con una mariposa tallada y bien pulida, hecha con una real piedra amatista.
Con el corazón latiendo fuerte, Shinobu sostuvo el collar y suspiró mientras lo dejaba junto a todo lo que tenía ya preparado para lucir esta noche. Y como esta noche prácticamente no iba a ocurrir, y por eso nadie tenía por qué saber nada, Shinobu se dijo que tendría que hacer todo ella sola, desde la comida, la limpieza y alistarse.
Usando sus últimas fuerzas para no demorar mucho en los preparativos para la tan esperada cena, el pilar del insecto se dispuso a salir primero por ingredientes para preparar la comida; incluso adquirió dos velas aromáticas… con la finalidad de crear un ambiente más romántico.
Ella en verdad no era buena en esto, pero se prometió dar su mejor esfuerzo.
Volvió a casa rápido, dirigiéndose sin demora hacia la cocina, una vez ahí, tratar de no confundirse entre lo que cortaba y/o picaba de lo que ponía a hervir.
Gracias al poco tiempo, las escasas energías humanas… y el hecho de que no había encontrado el maldito salmón; Shinobu tuvo que hacer algo diferente para comer a diferencia de lo que había querido hacer en un principio: daikon de salmón.
Bueno, el yakimeshi de pollo tampoco era una mala opción.
«Nada está saliendo según lo planeado» se lamentó, no queriendo dejarse llevar por la exasperación, por fin, terminando con esa tarea.
Esperaba que las intenciones bastasen en esta ocasión.
Y es que esta no era solo una ocasión, esta era la ocasión, la primera ocasión.
¡Todo debía salir bien!
Dejó sobre las brasas una tetera de metal que contenía té de sencha y corrió a su siguiente pendiente.
Para cuando se metió a bañar, la noche ya había caído y su estrés iba en aumento así como su cansancio. No hubo tiempo ni de calentar el agua, tampoco tuvo tiempo de maquillarse o siquiera peinarse pues, apenas había terminado de ponerse el kimono (algo que en teoría debería hacer con ayuda de por lo menos 3 personas más por lo que se olvidó del obi ostentoso y optó por uno más simple), el perfume y el collar… Shinobu escuchó el sonido de la puerta siendo tocada un par de veces.
—Maldición… maldición…
Rápidamente y con cuidado para no tropezar, tomó su cepillo para medio arreglar su cabello; al final usó un broche sencillo, dejando libres dos mechones de cabello junto a su fleco y, sacudiendo un poco el agua de las puntas, se dirigió a la entrada de la finca.
Muy para su mala suerte, su tobillo izquierdo se ladeó sin su consentimiento en plena caminata lo que casi la hizo caer, por lo que ahora estaba en un ligero problema.
«No importa» se dijo, apretando los dientes, «si me siento un rato pasará el dolor, y mañana revisaré bien el daño».
Aguantó la incomodidad, retomando su paso.
«¡Maldición, las velas!» se dijo exaltada—, ¡ya voy! —exclamó corriendo al comedor, donde tenía ya todo preparado, salvo por encender las jodidas velas de mierda.
Fuego… fuego… fuego…
Estaba tan nerviosa que sus manos temblaban a la hora de encender ambas estúpidas velas.
«¡Arh! ¿Por qué este tipo tiene que ser siempre tan puntual?» se lamentó acomodándose como mejor pudo la ropa y su cabello, quitándose algunos rastros de sudor de la frente; inhaló profundo y abrió la puerta, encontrándose con su invitado—. Hola —saludó, tratando de sonar fresca.
Y técnicamente lo estaba ya que no hace más de 10 minutos que había salido de la ducha.
Frunció el ceño a ver a Giyū Tomioka usando su uniforme, y su haori de siempre… incluso su katana estaba ahí.
Una ligera sensación de decepción la embargó.
—¿Estás bien? —preguntó él mirándola con el ceño fruncido.
Era evidente que él también se había bañado; incluso había arreglado su cabello en una coleta alta, probablemente su ropa estuviese más que impecable, pero…
Pero ella llevaba puesto su mejor maldito kimono, y unos jodidos zoris de madera que le impedían caminar bien, al no estar acostumbrada a usarlos.
No, no te estreses por eso. Su vestimenta no importa.
Discutiendo con su razonamiento, Shinobu se dijo a sí misma que él ni siquiera había tenido una misión como para justificar su sencillo y nada especial atuend…
Déjalo ya. Quizás los kimonos elegantes no son lo suyo.
¡Maldita sea!
Al menos pudo ponerse otra cosa, ¿por qué el jodido uniforme?
—¿Kochō?
¡Y ahí estaba! ¡Llamándola por su apellido otra vez aunque ella llevase días diciéndole que, cuando estuviesen solos, no era necesario hacerlo!
Calma… calma…
—Estoy… bien —masculló, inhalando profundo—. Llegaste temprano —sonrió a fuerza, moviéndose para que él pasase.
—No, de hecho, llegué tarde. —La miró serio—. ¿De verdad estás bien? Pareces cansada.
¿Cansada? ¿Eso era todo lo que tenía que decir sobre su aspecto?
¿Qué tal si mejor elogiaba el que haya podido ponerse un kimono, como el que estaba usando, ella sola? ¿O por qué no hablaba de lo bien que olía su perfume? ¿O del hecho que llevaba puesto el collar que le regaló?
—Esta mañana volví de una misión, pero estoy bien —respondió cortante.
—¿Esta mañana? ¿No deberías estar descansando?
Esa pregunta la fastidió mucho.
«¿Y tú no deberías callarte o agradecer que me he matado todo el maldito día para esta noche?» mantuvo su boca cerrada, pero comenzaba a pensar que Giyū en serio no estaba valorando lo que ella había estado haciendo para él.
Su relación era relativamente nueva, hace poco más de un mes que confesaron sus sentimientos.
Sabía que Giyū era un chico un poco serio y de pocas palabras; contadas veces lo había visto sonreír y eso sólo cuando él estaba en compañía de Sabito y Makomo, pero Shinobu no tenía idea hasta qué tanto él podía llegar a ser tan despreocupado; incluso con ella, que era su novia.
—¿Tienes hambre? —ambos caminaron hacia el comedor, donde Shinobu lo invitó a sentarse—. Hice yakimeshi de pollo, seguro sigue caliente.
—¿No quieres que te ayude a servir? —preguntó haciendo una mueca… ¿incómoda?
¿Acaso el pollo no le gustaba?
A ver… no había que perder el control. La noche todavía no estaba arruinada.
—Tomioka, estoy bien; puedo servir unos… —malditos, se tragó esa palabra—, platos. Ahora espera aquí, también hay té de sencha. —Se dio la vuelta, poniéndose en marcha.
—Oye, si quieres podemos hacer esto para otro momento —musitó mirándola sin vergüenza alguna, a punto de ponerse de pie.
Sin voltear para darle la cara, Shinobu estuvo a punto de gritar.
—Mueve tu trasero de ahí y te mato —sonrió siniestramente, ya bastante enojada—. No pasé horas y horas matando demonios, días, corriendo de un lado al otro, más horas comprando, cocinando y alistándome con este estorboso kimono de porquería sólo para que tú sencillamente me digas que lo dejaremos para después —soltó una risita entre dientes—. Espera aquí, ya vuelvo.
Sin obtener una respuesta de su parte, Shinobu continuó su lento camino hacia la cocina; al entrar, exhaló agotada, se talló los ojos, prosiguiendo en su tarea.
«Puedo hacerlo… puedo hacerlo».
Sirvió dos platos, dos vasos de té; puso todo en una charola de madera con palillos. Volvía al comedor cuando sus estúpidos pies decidieron traicionarla del peor modo posible, tropezando entre ellos a modo que la charola fue arrojada hacia enfrente junto con ella.
Los trastos al ser de cerámica se rompieron regando sus pedazos, comida y té por todo el piso; ella no corrió con la misma suerte ya que su cuerpo fue sostenido por Tomioka, quien se movió lo suficientemente rápido para alcanzarla antes de caer.
Los dos terminaron arrodillados, Shinobu con la cabeza baja miró el desastre.
Sus sienes punzaban. Su garganta estaba reseca.
Ahí… iba todo su esfuerzo.
—¿Te hiciste daño?
Una palabra: frustración.
Para variar, ahora su tobillo derecho dolía mucho más que el izquierdo.
—Kochō.
—Malditas zoris —gruñó entre dientes refiriéndose a las sandalias que no estaba acostumbrada a usar.
¿Por qué diablos se las había puesto? Al final, Tomioka no se habría dado cuenta si las usaba o si iba por ahí descalza.
—¿Puedes levantarte?
—¡Qué más da! —se rindió por primera vez en su vida; estaba dolida, estaba cansada, estaba frustrada, se sentía inútil… y ahora estaba llorando.
Quiso alejarse de Tomioka para tapar su cara, sus labios temblaban, sus ojos no podía contener las lágrimas.
Quería estar sola.
—Ven.
Sin pedirle opinión, Tomioka la alzó en brazos; como ella estaba llorando sin poder parar a pesar de lo sumamente avergonzada que estaba, sólo le fue señalando indicaciones con su mano libre, cuando él le preguntó cómo ir a su habitación.
Dios… su cuarto, otro desastre más.
Ropa sucia en una esquina, su katana en otra, toallas húmedas en el suelo, objetos irrelevantes por doquier…
Afortunadamente había una cama donde Giyū pudo dejarla sentada. Para entonces, Shinobu apenas respiraba irregularmente, pero por fin se había cansado de llorar.
Limpiándose la cara con las mangas del kimono, Shinobu miró cómo Tomioka dejaba su katana al lado de la suya y volvía para quitarle los zoris, más tarde, los tabis, dejando así descubiertos sus pies.
—Parece que no te hiciste un daño serio, pero se te ve un poco morado aquí —señaló sin tocar el tobillo izquierdo—. Necesito luz —murmuró.
—Yo puedo revisarlo luego —musitó desanimada, desviando su atención a la ventana abierta, cuyas cortinas ondeaban.
El sitio estaba a oscuras, hasta que Giyū pudo encender un candelabro que Shinobu tenía encima de un buró al lado de su cama.
—Iré por algo para ti, espera aquí.
Si debía ser honesta, Shinobu no esperaba que Tomioka volviese.
«Tiene que hacerlo» pensó rápido viendo aquella esquina, «dejó su katana».
Pasada la emoción inicial, la vergüenza se apoderó de ella.
¿Qué había sido ese show? Tropezó, fue un penoso accidente, pero al final eso había sido. ¿Y luego? ¿Valía la pena llorar por eso? Incluso el dolor en sus tobillos estaba pasando; sólo lamentaba el desperdicio de comida y el agobio que iba a ser tener que inventarle a su hermana cómo es que había roto justamente dos platos y dos vasos.
«Ridícula» se dijo mirando sus manos. Inhaló profundo.
Para cuando su puerta se abrió, Shinobu no esperaba ver a Giyū entrando con la misma charola de madera, con dos platos con comida y dos vasos de té humeante.
—Disculpa que me haya tardado; la comida se había enfriado un poco y quise calentarla antes de servirla. —Dejó un plato y un vaso sobre el buró mientras ponía con cuidado la charola sobre el regazo de Shinobu, quien lo veía sin entender bien lo que estaba haciendo—. Mientras tanto pude limpiar el piso. Espera aquí, otra vez, ya vuelvo.
Parpadeando sin saber qué decir, y con la mente totalmente en blanco, Shinobu hizo lo que él le pidió (aunque no es como si tuviese otra alternativa) hasta que volvió a aparecer, esta vez con las dos velas encendidas y dos pares de palillos, las velas las llevó con cuidado hasta el buró para dar más luz.
—Bien, ya es todo; ¿lista para comer? —preguntó sonriendo tranquilo, extendiéndole un par de palillos a Shinobu.
—Eh… sí.
—Bien. —Tomó el plato que había dejado encima del mueble y se sentó en el piso con las piernas cruzadas en V—. Qué aproveche —y así como así, tomó sus propios palillos y comenzó a devorar con una calma característica en él.
—¿Por qué no te sientas en la cama? —preguntó Shinobu sin atreverse a mirar su plato.
—Podría hacer que el té se cayese encima de ti, mejor aquí —respondió comiendo más—. Está muy bueno —dijo después de tragar.
—¿De verdad? —ella miró su propia comida, indecisa—. ¿No le faltó nada?
—No.
Sonriendo un poco, Shinobu comenzó dándole un trago a su té humeante, el cual no volvió a poner sobre su bandeja, sino que se estiró un poco para dejarlo sobre el buró a un lado del vaso de Tomioka y las velas. Puso a un lado suyo la bandeja, sosteniendo sólo el plato.
—Ahora ya puedes sentarte conmigo.
Sonriendo tiernamente para ella, Giyū suspiró, rindiéndose a su orden.
—Bien, lo haré. Solo porque no quiero morir —dijo risueñamente.
Shinobu se sonrojó; aunque no supo si fue por la broma o su voz. Nunca había oído ese tono en él.
—Aunque si lo hiciese hoy… —fue levantándose, sentándose con cuidado a un lado de las piernas de ella—, no me quejaría por mi última cena —siguió comiendo—, está deliciosa.
Para cuando Shinobu probó los alimentos que con tanto esfuerzo había preparado, se dijo que su sabor no era excepcional. Aoi tenía una sazón superior al suyo. Sin embargo, tan solo por la compañía, Shinobu sentía que estaba cenando como una reina.
—Me alegra que te guste —dijo tímida. Giyū asintió con la cabeza.
—La próxima vez, cocino yo.
Conmovida por sus acciones y sus palabras, Shinobu asintió con la cabeza.
—De acuerdo.
…
•
Quise hacer algo osado.
Al parecer, a pesar de que la fecha ya pasó, puedo escribir para la giyushino week de este año; y gracias a eso, pude exponer este momento.
La primera cita de esta pareja en este universo semi alterno que he montado.
Ojalá les haya gustado, francamente, espero no haber dejado demasiados fallos. Bueno, si los hay, ya me verán editando.
¡Saluditos!
Muchas gracias por leer y comentar a:
Sonye-San.
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