Various Storms and Saints
By: viridianatnight
Capítulo 14
¿De qué se trataba esta vez? ¿Proteger la puerta del dormitorio durante tres días, sólo para mantener a todos alejados? ¿Lanzar el teléfono móvil en el fondo del baúl, encantándolo con hechizos silenciadores? ¿Evitar a las personas con las que acababa de reconciliarse? ¿La constante necesidad de Ginny por ayudar? ¿Fue la crítica de Ron? ¿El tono decaído de Harry por el teléfono? ¿La risa contagiosa de Theo que parecía no poder encajar con su vida? ¿Fue verlo a él en los pasillos? ¿Encontrarse con su mirada en fugaz en sus momentos de debilidad? ¿O era la presión de ser ella misma, sin saber realmente quién era?
¿Qué fue esta vez lo que llevó a Hermione al límite?
Quizás este era el borde mismo. Tambaleándose entre la vida y el vacío. Un vacío que parecía ponerla a prueba cada vez que un cigarrillo llegaba a sus labios o el sabor a alcohol en su aliento. El vacío que la envió a las cocinas la noche anterior para robar una botella de whisky de fuego; el pequeño vacío negro se había apoderado de ella. Sabía lo que quería y estaba feliz de proporcionárselo. Justo en el borde en el que había hundido los dedos de los pies. El vacío era agua serena, ondas calmantes a una temperatura perfecta. No esperaba nada de ella. Le permitió perderse en el desequilibrio del universo. Ah, sí, el pequeño vacío negro. ¿Qué había allí? Anhelaba saberlo.
El no saber nada después de pasar diecinueve años creyendo que lo sabía todo la llevó al borde del abismo. Al abismo de todo. ¿Qué sabía exactamente Hermione Granger?
Nada, nada excepto dolor.
Se la estaba comiendo viva. Lo que fuera que estaba en su piel, enterrándose en sus venas, quemándola por dentro, destruyéndola de adentro hacia afuera, la estaba carcomiendo. Mordió, gritó y todo lo que pudo hacer fue dejar que sucediera. Todo el dictamen del mundo no podía enmascarar el dolor. Dolía tanto que consideró cortarse el brazo. Entonces tal vez así desaparecería para siempre y no estaría recostada en el suelo de las baldosas del baño con el sudor cubriendo su cuerpo.
Su respiración era pesada, como si hubiera corrido un kilómetro, y su cabeza daba vueltas. El alcohol podría ayudar, Hermione lo sabía, pero no podía encontrar la fuerza para levantarse. Ella no había estado sobria o sin su toque el tiempo suficiente como para sentir este dolor que lo consumía todo. Su cabeza rodó hacia un lado, encontrándose con la herida sin cicatrizar. Sangre coagulada en los bordes de la palabra. La cicatriz burbujeó como una poción en un caldero a punto de explotar. Su piel se separó, revelando los músculos debajo. El hematoma era púrpura. Se sentía como si estuviera siendo marcada constantemente. Si rascaba la piel, se rasgaría y sangraría. Si se desangraba, tendría que limpiar todo el desastre y no le apetecía hacerlo.
Un rayo atravesó su brazo, golpeando sus músculos. Su mano temblaba constantemente. Había fuego debajo de su piel, y estaba ansiosa por apagarlo. Los azulejos del baño estaban fríos pero no lo suficiente. Los párpados de Hermione se sentían pesados mientras yacía allí, incapaz de contenerse.
¿Qué hora era?
Una luz fluorescente brilló desde afuera y el zumbido apagado de la lámpara le hizo cosquillas en los oídos. Una corriente de luz blanca azulada llenó la pequeña habitación, haciendo que su piel pareciera más enferma. El dolor estaba drenando su magia. Se sentía increíblemente débil. Si tan sólo pudiera llegar a su baúl y encontrar el resto de la esencia de murtlap, o cualquier cosa. Un trago tampoco estaría mal.
—¡Granger! ¡Apaga la maldita luz! —gritó Theo desde su habitación.
—Lo siento. —susurró, tosiendo por su garganta seca.
—¡Merlín! —Escuchó el arrastrar de unos pies y luego la puerta se abrió—. Es media noche, qué diablos… Oh, por dios.
Theo se agachó velozmente junto a ella, sin saber dónde tocar.
—¿Qué mierda, Granger? ¿Estás bien?
Una pequeña sonrisa cruzó sus labios.
—Perfectamente.
—Parece que estás muriendo, ¿lo estás? —Entró en pánico—. Tu brazo, ¿por qué se ve así?
—Mi baúl... Murtlap...
—Sí, de acuerdo. —Theo salió corriendo del baño, dejando a Hermione en el suelo. Regresó rápidamente con un vial en una mano y alcohol en la otra—. No sé por qué tienes esto, pero… ¿segura que ayudará?
Ella asintió mientras él dejaba todo con cuidado en el suelo. La levantó por la cintura y la sentó contra la pared. Sus ojos marrones estaban llenos de preocupación y miedo.
—Vodka. —murmuró Hermione. Él le entregó la botella abierta y vertió un poco del líquido sobre su brazo, escuchándolo burbujear contra su piel. Después bebió el contenido durante cuatro segundos. A pesar del pánico, Theo parecía impresionado.
—No parece que esté ayudando.
Su brazo se inflamó más, los vasos sanguíneos estaban a punto de reventar. Su sangre hervía bajo su piel.
—Sólo vierte el murtlap.
—Hermione, esto no luce bien, necesitas ayuda de verdad. Puedo llevarte con Madame…
—¡No! —Estaba avergonzada de su cicatriz, nadie excepto las personas que estaban en la habitación esa noche lo sabían. Y planeaba mantenerlo así—. No, sólo hazlo, Theo.
Él tomó el vial, mirando hacia su horrible brazo.
—Escucha, me encantaría ayudar, pero no pienso volver a juicio porque alguien piense que te maté. Déjame llevarte a la enfermería.
—Dije que no; dame el murtlap.
Theo dejó caer el vial al suelo, fuera de su alcance, y salió corriendo de la habitación de nuevo. Hermione dejó escapar un aullido de dolor y molestia mientras intentaba alcanzar el vial. Con cada movimiento sentía sus músculos silbar en respuesta. Luego, una luz azul pasó por la puerta, un patronus en forma de pájaro negro, salió volando de los dormitorios de los Premios Anuales.
—¡Theo! —Trató de gritar—. Te dije que…
—Ya lo sé, —dijo, regresando al baño con una toalla—, no es para Pomfrey ni para ningún profesor.
Theo tomó la toalla y presionó contra brazo, había sangre por todas partes. Hermione gritó de dolor. Él presionó más fuerte, tratando de suprimir el sangrado.
—¿Qué ocurrió?
Ella lo miró a los ojos. Hermione podría enamorarse fácilmente de esos ojos convincentes, de los cuales decían; cuéntame todos tus pecados.
—Larga historia.
La puerta del retrato se abrió y Theo llamó al chico que había entrado en el baño. En la luz blanca azulada, Draco apareció frente a ellos, cargando un maletín. Sus ojos recorrieron la escena frente a él, tratando de entender la situación sin hacer preguntas.
—No. —dijo Hermione—. Lárgate.
—Hermione, él puede ayudarte. —dijo Theo.
Rio débilmente, recordando las palabras del señor Fairer.
—No, no puede involucrarse.
—Puedo irme —dijo Draco—, estaba felizmente dormido.
—No, Malfoy, quédate. —Theo dijo antes de volver su atención hacia la chica rota—. Necesitas ayuda.
—Entonces, ayúdame.
El chico de cabello rizado miró de Hermione a Draco y al maletín que sostenía. Theo se lo arrebató y lo colocó a su lado, abriéndolo con una sola mano.
—¿Qué usaste para tu marca? —preguntó.
Draco frunció el ceño.
—Muchas cosas.
—¡Mierda, Malfoy! ¡Dime qué y cuánto!
Empezó a quitar la toalla del antebrazo de Hermione, pero ella lo agarró de la muñeca. Algo en sus ojos le suplicaba que no se moviera, que no dejara que Draco lo viera.
—Está bien, mierda, está bien. —Pensó por un momento—. Quédate al otro lado de la puerta y responde mis preguntas. Controla tu actitud.
Theo cerró la puerta en su cara antes de regresar con Hermione. Cuando retiró la toalla empapada de sangre, descubrió que su brazo seguía sangrando. Parecía que nunca se detendría.
—Malfoy, hay mucha sangre.
—De acuerdo, detén la hemorragia.
—¡Es lo que trato de hacer! —gritó Theo. Luego murmuró—. Maldito bastardo.
Hermione se aclaró la garganta.
—No lo hará. Nunca se detiene.
—¿Qué…?
—Lo envuelvo y… no… cierra…
—¡Se está desmayando!
—No la dejes.
Theo lanzó un gemido frustrado.
—Está bien, ¿qué debo usar para el dolor primero?
—Poción calmante y poción curativa. —dijo la voz distante de Draco.
Sacó las pociones nombradas del maletín cuidadosamente organizadas y levantó la cabeza de Hermione. El líquido se vertió en su boca, calmándola casi al instante. No hubo más sequedad en su garganta y su corazón latía a un ritmo normal de nuevo.
—¿Estás bien? —preguntó Theo.
—Estoy consiente —respondió antes de mirar dentro del maletín—. ¿Por qué tiene todo esto?
—Metete en tus asuntos, Granger. —murmuró Draco.
Ella rodó los ojos.
—Necesito esencia de díctamo, ahora.
—Pero sigues sangrando.
—Lo sé, no se detendrá. Tengo que aplicar díctamo o murtlap y envolver mi brazo, así la sangre se detiene.
—Las heridas no funcionan de esa manera, Granger —dijo Draco—. ¿Qué aspecto tiene Nott?
Theo se encogió de hombros antes de darse cuenta de que no podía verlo.
—Es como si estuviera dividida, pero un millón de veces peor. Su piel está muy caliente y maltratada, también…
—Ya lo entendió. —interrumpió Hermione.
—Díctamo primero.
—Te lo dije. —le contestó a Theo, quien vertió una cantidad excesiva sobre su piel. Hermione comenzó a frotarlo en la herida abierta, la esencia se derramó primero en la «S», luego en la «A» y así sucesivamente.
Sintió como el dolor comenzó a desvanecerse, dando paso a la constante agonía a la que estaba tan acostumbrada. Apoyando la cabeza contra la pared, cerró los ojos mientras respiraba profundamente.
—Listo, ¿y ahora qué? —preguntó Theo.
—Debería haber un vial de poción púrpura brillante, no necesitas aplicar mucho. —dijo Draco con un bostezo.
Hermione abrió los ojos mientras miraba a Theo descorchar un vial de líquido púrpura. Con un cuidadoso movimiento de su mano, la poción tocó su piel, haciéndola gritar de sorpresa y dolor.
—Oh, sí, arde —dijo Draco—. Olvide mencionarlo.
Apretó su mano en un puño, clavándose las uñas en la piel y tratando de distraerse de su herida infectada, miró a Theo. Vertió dos gotas en cada letra de la herida, ahora lo suficientemente limpia para observar cómo se veía. El ardor no se detuvo; el antiséptico estaba tratando de limpiar todo lo que Hermione había descuidado.
—¿Por qué está aquí? —susurró, casi inaudiblemente.
Theo levantó la vista, mirándola con sus oscuras pestañas.
—Te dije que él podía ayudar. Hermione... ¿Qué sucede realmente?
—¿Qué sigue, Malfoy? —dijo, ignorando completamente la pregunta de Theo.
Draco se aclaró la garganta.
—En el fondo, hay un frasco sin etiqueta, aplícalo y luego puedes envolver la herida.
Extendió la mano hacia el maletín cuando Theo la detuvo. Él mismo se encargó de aplicarle el misterioso ungüento amarillo en su brazo para después envolverlo en un vendaje. Él sostuvo su mano en la suya por un momento, con tristeza en su rostro. Hermione colocó su otra mano sobre la de él, lo miró a los ojos y sonrió levemente.
—Gracias, Theo.
Hermione tomó su varita y aplico un hechizo de limpieza al suelo del baño, la toalla y a su ropa cuando la puerta se abrió de repente. Draco los miró con preocupación. Theo ayudó a Hermione a ponerse de pie antes de devolverle a Draco su maletín. Este último buscó dentro un pequeño vial y se lo arrojó Hermione, quien apenas lo atrapó.
—Poción de reposición de sangre. —murmuró. Ella asintió, apretándolo en su mano—. ¿Qué? ¿Ni siquiera dirás gracias?
—Amigo. —advirtió Theo.
Hermione resopló mientras pasaba junto a los dos Slytherin hacia su habitación. Cerró la puerta de un portazo, olvidándose de cerrarla y se puso el suéter más cercano que encontró. Mirando su
despertador, notó que eran las dos y media de la mañana. Cuando estaba a punto de meterse en la cama, la puerta se abrió.
—¡Vete mucho a la mierda!
—No deberías entrar ahí, amigo.
Hermione se mordió el labio inferior por un momento antes de decidir.
—Está bien, Theo.
Draco entró en su habitación y cerró con llave detrás de él. Dejó caer el maletín de cuero al suelo y entrecerró los ojos hacia ella, ojos grises como piedra. Hermione se apoyó contra el poste de su cama, mirándolo fijamente. Agitó su mano hacia la puerta, lanzando un hechizo silenciador.
—Muéstrame. —dijo.
—No.
—Muéstrame tu jodido brazo, Granger.
—Dije que no, Malfoy.
Draco se frotó la cara y luego enredó sus dedos en su cabello platinado. Hermione aún sentía dolor en su brazo, pero era mejor que no sentir nada en absoluto.
—Vas a tener que darme muchas explicaciones. —exigió.
Ella levantó las cejas.
—En realidad, no. No te debo nada.
—Curé tu brazo, ese fue mi favor para ti. Ahora me lo debes.
—Theo lo curó y así no es cómo funcionan los favores.
—Theo no podría haber hecho una mierda sin mí —gruñó, acercándose hacia ella—. Ahora dime qué diablos está pasando.
Hermione se apartó del poste de la cama, desafiando su altura con la mirada.
—Tengo que mantenerme alejada de ti, ¿lo recuerdas?
—Me importa un carajo, Granger, me lo explicarás todo ahora mismo.
—¿Y si no lo hago? ¿Eso te enfurecerá más?
Las manos de Draco se cerraron en puños mientras se inclinaba sobre ella. Hermione negó con la cabeza casualmente.
—Estás tan acostumbrado a conseguir lo que quieres. Pero no entiendes esto, no mereces saberlo. —espetó.
—¿Saber qué? —desafió.
—¡El por qué te besé! ¡El por qué necesitaba tu ayuda justo ahora! ¡No mereces saberlo porque todo es tu jodida culpa! —Hermione estaba perdiendo el control. El vacío estaba allí mismo, burlándose de ella.
Draco la observó mientras se reía; la miró mientras caminaba hacia el otro lado de la habitación, sin saber a dónde ir o qué hacer. Hermione se sintió como una loca, se veía como una, riendo en lugar de llorar. Esto nunca debió de haber pasado. Fue culpa del Ministerio porque la obligaron a regresar. Ron tuvo la culpa de que ella se emborrachara tanto la noche que besó a Draco. Era culpa de Draco que su brazo estuviera así.
—Es tu culpa —repitió, girándose para mirarlo—. ¡No hiciste nada y ese es el problema, Malfoy! ¡Te quedaste allí y lo viste pasar! Podrías haberla detenido, podrías haber dicho algo. ¡Pero no lo hiciste! ¡Todo es tu maldita culpa y te odio! ¡Tú me hiciste esto! Mierda, te odio.
Corrió hacia él y empujó su pecho.
—¡Te odio! ¡A la mierda tus jodidas disculpas! No has hecho nada digno de mi perdón.
Hermione se paró frente a él, respirando con dificultad y sintiendo las lágrimas rodar por sus mejillas. No se dio cuenta de cuándo comenzó a llorar. Todo su cuerpo temblaba de rabia mientras lo miraba. Intentó respirar hondo unas cuantas veces para calmarse y se secó las mejillas con la manga de su suéter.
—Nunca debí haberte besado. Estaba más que borracha —comenzó, sollozando a través de sus palabras—. Ron acababa de decirme que me amaba y yo no le correspondí, y después tú simplemente estabas ahí. ¡Dios, me vuelves tan jodidamente loca!
Se pasó las manos por el cabello con un gemido y continúo:
—¡Sería más fácil si fueras horrible! Pero no, tienes que ser un jodido imbécil y parecer un maldito Adonis. Así que sí, te besé. ¡Y me arrepiento!
No estaba diciendo nada. Su rostro estoico y frio no mostraba ninguna emoción. No podía detenerse ahora.
—Entonces lo hice de nuevo, ¿y cuál es mi excusa? No estaba borracha la segunda vez; tenía curiosidad —Hermione se rio entre dientes—. Curiosidad, porque después del primer beso, dejó de dolerme el brazo por un tiempo. No había dolor, fue como si nunca hubiera existido. ¿Por qué? después te encontré en la sección médica de la biblioteca, maldito idiota. Así que decidí comprobarlo y funcionó. ¡Hiciste que el dolor desapareciera! Así que ahora eres un imbécil, Adonis, y la cura para lo que diablos sea lo que me esté pasando. Luego me das tu extraña y críptica disculpa y me haces sentir como una idiota por siquiera mirarte. Es decir, en serio. ¿Por qué me pasa esto? ¿Qué te he hecho yo...?
Draco tomó sus mejillas y estrelló sus labios contra los de ella. Sorprendida al principio, rápidamente le devolvió el beso, poniéndose de puntillas para alcanzarlo. Sus frías manos se enredaron en su melena rizada en un ataque de furiosa pasión. El corazón de Hermione latía con fuerza en su pecho mientras tiraba de la parte delantera de su camisa negra, deseando que se acercara más. Estaba mal. Lo odiaba, pero la forma en que sus labios se presionaron contra los de ella, y la sensación de sus lenguas entrelazadas, reemplazó el odio.
Él retrocedió, respirando con dificultad mientras la miraba.
—¿Te sientes mejor?
—Vete al infierno. —susurró Hermione, tirando de él hacia abajo.
Sus manos encontraron su cuello, envolviéndolo con fuerza y enterrando sus dedos en su cabello. Draco apretó sus caderas contra él. Sus manos viajaron por debajo de su suéter, los dedos helados sobre su piel caliente la hicieron estremecerse, la piel de gallina recorrió su cuerpo. Sus besos eran enérgicos y apresurados, estaba hambriento de ella. Hermione estaba igual de impaciente, queriendo fundirse con él, queriendo engañarse a sí misma por la sensación de sus cálidos labios y manos sedosas. Sabía tal como ella lo recordaba, menta, tabaco, dulce. Tentadoramente dulce. Las manos de Draco se movieron más arriba, sus pulgares rozaron sus pechos. Hermione no lo detuvo, no podía. Era todo lo que sabía que no debería estar haciendo, no era algo muy Hermione Granger de su parte.
Fue perfecto.
Draco dio un paso adelante, causando que la parte de atrás de sus rodillas golpeara la cama. Ella se dejó caer sobre el edredón blanco, llevándola con él. Besos calientes recorrieron la línea de su mandíbula hasta su cuello, para llegar al punto de su pulso, donde él mordió su suave piel con los dientes. Un gemido entrecortado escapó de sus labios cuando la marcó. Sus manos se movieron para subir su suéter cuando ella lo detuvo.
—Estás tratando de quitarme la prenda equivocada. —dijo Hermione, moviendo las manos de él a la cinturilla de sus pantalones cortos.
Draco se detuvo, mirándola con ojos sorprendentemente oscuros, casi negros.
—¿Por qué estás haciendo esto? Me odias.
—Lo sé —dijo ella, alcanzando los pantalones de su pijama—. Tú eliges.
Las cejas de Draco se levantaron ligeramente antes de besarla de nuevo. Tomó sus pantalones cortos junto con su ropa interior y los arrancó de sus piernas. Sus labios tomaron el control de los de ella mientras su mano sostenía su pierna antes de pasar sus dedos por la parte interna de su muslo. Hermione respiró hondo mientras abría las piernas. Con cada toque, su mente le gritaba que se detuviera, pero cada latido anticipado sólo la incitaba a continuar. Sus manos se enredaron en su cabello platinado, en esos mechones criminalmente suaves. Los dedos de él recorrieron los rizos de su intimidad antes de tocar suavemente su clítoris. Un suave gemido se le escapó, perdiéndose en sus labios. Draco movió su boca hacia su cuello nuevamente, mientras sus dedos se deslizaban hacia su entrada, provocándola.
—No deberías dejar que te haga esto, Granger —susurró, su cálido aliento golpeó su oreja. Su voz era grave y profunda, apasionada, al borde de lo sexy, pero ella nunca lo admitiría.
Sus dedos sintieron su humedad antes de deslizarse por sus pliegues hasta su clítoris. Frotó en círculos a su alrededor, sin llegar a tocar donde ella más lo necesitaba.
—Mierda, como te odio. —dijo Hermione con respiraciones temblorosas.
Le masajeó el clítoris y ella abrió más las piernas. Él aceleró, ganándose un silencioso gemido. Hermione tiró de su cabello, sintiéndose cada vez más mojada. Ella lo deseaba, no, necesitaba que se la cogiera.
Hermione movió una mano, tirando del borde de sus pantalones.
—¡Cógeme, Malfoy!
Draco se bajó los pantalones junto con sus bóxer y se inclinó hacia su centro, provocándola aún más, antes de penetrarla por completo. Hermione dejó escapar un grito ahogado, tirando de su cabello nuevamente. Él dejó escapar un gemido grave, enviando escalofríos por su espalda. Presionó sus labios contra los de ella, anhelando su toque. Besándolo intensamente, empujó dentro de ella cada vez más rápido.
—Dime que me odias —gruñó contra sus labios. Miel y plata, y la embistió de nuevo—. Dime que me odias, Granger.
Hermione jadeaba y gemía con cada embestida, con cada movimiento dentro de ella.
—Te odio. ¡Ay Dios mío! ¡Te odio!
Una mano encontró su clítoris, acariciando lentamente mientras él la tomaba. Se estaba acercando al orgasmo debajo de él, arqueando la espalda para recibir cada toque.
—Mierda. —gimió suavemente.
—¡Eres un maldito… Oh! —Se atragantó entre jadeos—. ¡Oh, Dios! ¡Vete a la mierda!
Un ínfimo cambio en sus embestidas, la hizo gritar. Tomó las sábanas de la cama con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos. Su respiración era irregular y desigual, sintiendo que se deshacía.
—¡Sí, Dios! ¡Ah! —Hermione gritó—. Creo que me... ¡Mierda! ¡Me voy a venir!
—Hazlo, Granger. —dijo Draco, mordisqueando su cuello—. Vente para mí.
Breves y rápidos gemidos escaparon de su pecho cuando él redujo la velocidad. Sus caderas temblaban al borde del colapso total. Su espalda se arqueó, presionando su cuerpo contra el de él, Hermione inclinó la cabeza hacia atrás en éxtasis. Con los ojos cerrados, todo lo que podía sentir era la humedad acumulándose debajo de ella mientras se corría. Hermione vio estrellas.
—¡Ay Dios mío! —exclamó, tratando de recuperar el aliento. Cuando abrió los ojos, él la estaba mirando. Hermione tomó su rostro, tirando de él hacia ella. Lo besó con fervor, mordiendo su labio inferior y tirando hacia atrás. Ella le susurró a los labios:
—Vente para mí, Malfoy.
Y lo hizo, no había sentimiento más maravilloso que el absoluto control que ella tenía sobre él. Su gemido fue tan áspero y entrecortado que ella pudo sentir que la parte inferior de su abdomen se agitaba de nuevo. Terminó dentro de ella, fue la mejor y peor decisión de su vida.
Ambos bajaron de la agonía de la pasión despectiva, ralentizando su respiración. Draco se puso de pie, subiéndose los pantalones. Hermione hizo lo mismo en silencio, poniéndose los pantalones cortos primero, para después realizar un hechizo de limpieza fugaz en ella y la cama. Ahora, la calma ensordecedora de la habitación reinaba. Draco recogió su maletín que estaba junto a la puerta antes de volver a mirarla. Ella se sentó en el centro de la cama, mordiéndose el labio inferior, sus mejillas y cuello sin duda seguían sonrosados de un intenso color escarlata. Draco se pasó la lengua por el labio inferior mientras la observaba con atención y sin decir ni una palabra, se fue.
Hermione se recostó en la cama, esperando sentir vergüenza o arrepentimiento, pero no.
Se sentía jodidamente viva.
¡Por fin llegamos al capítulo más interesante de todos!
Infinitas gracias a las personitas que leen este fic y que siguen apoyándolo, infinitas gracias también a mi querida beta Paandreablack :)
Si quieren encontrar Fan-Arts de este precioso fic, busquen el link de AO3! no se arrepentirán *guiño, guiño*
AO3: /works/32435962/chapters/80427889
