Various Storms and Saints

By: viridianatnight

Nota de la autora: Un dato curioso sobre el nombre del club, en realidad existió en Soho hasta 2009 o 2011 (no recuerdo) pero sí recuerdo que existió y el nombre... es demasiado bueno para no usarlo iykyk

Recomendación musical para la escena del club: Mount Everest de Labrinth y Tesla de Corvad.


Capítulo 16


—¿De qué disfrazaste a Harry y Ron? —preguntó Hermione mientras se dirigía junto a Ginny a la entrada del castillo.

—¡No quiero estropear la diversión! —respondió Ginny con una sonrisa pícara.

Hermione suspiró mientras descendía con cansancio los copiosos tramos de escaleras con tacones plateados. Ginny se veía natural en sus tacones de aguja rojos, como una verdadera mujer de negocios. Aunque más bien parecía que fuera asistir a una fiesta de media noche, lucía tan fogosa y atrevida, con sus cuernos rojos y una cola endiablada.

Mientras caminaban, un silbido de asombro vino desde el piso de abajo, provocando que Ginny se riera a carcajadas. Seamus y Dean salían tomados de la mano del Gran Comedor mientras las chicas descendían de los escalones.

—¡Merlín! —exclamó Seamus.

—Mierda, Ginny, ¿por qué tuvimos que separamos? —bromeó Dean.

—Porque eres gay y yo amo a Harry —sonrió, dándole un beso en la mejilla.

Hermione se quedó de pie torpemente a un lado luciendo incómoda, tiró de su vestido por sus piernas tratando sin éxito de ocultar demasiada piel expuesta. Se cruzó de brazos sobre el pecho, sintiendo las alas artificiales picar contra su espalda. Los tres hablaron por un rato, riendo y bromeando, haciendo que Hermione deseara beber más alcohol. Su brazo ardía y se sentía como un verdadero desastre. Hermione comenzó a caminar sola lentamente hacia la salida para no alejarse demasiado de Ginny. Lanzando un hechizo no verbal de calentamiento sobre sí misma, bajó los brazos.

—¿Weasley no te ha visto todavía?

La pregunta llegó de una voz profunda desde su izquierda.

Hermione se giró para verlo apoyado contra la pared en la entrada del castillo, sus ojos ligeramente inyectados en sangre. Él la miró sin vergüenza, sus ojos permanecieron en sus muslos más tiempo que en el resto de ella.

No lo necesito.

—No —respondió, mirando hacia atrás para ver a Ron unirse a la conversación junto con Fay Dunbar, una compañera de Gryffindor. Era hermosa, de ojos verdes, cabello largo y rubio, lindas piernas. Mientras que Hermione era terriblemente promedio en comparación. Apenas se había percatado que vestían disfraces a juego de un oficial muggle y una prisionera. Ella rodó los ojos ante la vista.

—¿Estas borracho? —le preguntó a Draco.

—No, eso va en contra de las reglas —dijo más lento de lo habitual—, pero no mencionaron nada sobre las branquialgas.

Ella lo miró, encontrando un pequeño trozo encendido entre sus dedos, mirando de nuevo a su alrededor para estar segura de que no viniera nadie, se acercó a él. Hermione tomó la muñeca de Draco y colocó sus dedos frente a sus labios mientras tomaba una calada. Sus labios rozaron su piel mientras lo hacía, mirándolo directamente a sus ojos plateados que lentamente se volvían oscuros. Hermione soltó su muñeca e inclinó la cabeza hacia atrás, expulsando el humo blanco hacia el cielo nocturno. Cuando Hermione lo miró de nuevo, Draco extendió una mano empujando su cabello detrás de su hombro. Sus ojos siguieron su movimiento mientras él deslizaba los dedos por su brazo, un escalofrío recorrió su espalda.

No lo necesito.

—¡Mione! —Giró la cabeza bruscamente para encontrar a sus amigos caminando hacia ella. Después escuchó un "plop", y se dio la vuelta. Él se había ido.

La alcanzaron y ella le dio a Ron una sonrisa forzada mientras que a Fay un abrazo amistoso. La mirada de Ron se demoró en Hermione más de lo necesario, notando que él observaba directamente a sus pechos. Tomó a Ginny de la mano y se aparecieron en Londres.


Soho estaba lleno de vida nocturna, todos los clubes estaban repletos y las filas se extendían hasta el final de la cuadra. Los bares estaban llenos de muggles con disfraces ridículos. Las chicas vestían faldas demasiado cortas con tacones demasiado altos, justo en el espíritu del año noventa y ocho. Hermione se encontró encajando más de lo que esperaba. Ginny tiró de su mano por la calle mientras buscaban el club nocturno entre muchos. Hermione examinó los edificios adosados a su alrededor, buscando el nombre en algún letrero que le ayudara a orientarse. Creció en Londres, ella más que nadie debería saber dónde estaban.

—¡Llegamos! —exclamó Ginny, mirando hacia las luces de neón.

«El Astoria». La línea era increíblemente larga que continuaba alrededor de la manzana. La música estruendosa se podía escuchar desde donde estaban parados. Ginny tiró de ella hacia delante de nuevo ignorando la fila de personas mientras se acercaban al portero de la entrada. Hubo varios vítores de protesta cuando los cuatro llegaron al principio de la fila.

—¡Venimos con Potter, Harry Potter! —exclamó Ginny en voz alta.

Uno de los hombres desabrochó la cadena que bloqueaba la entrada, permitiéndoles ingresar. Una vez dentro, Hermione se dio cuenta de que nunca había visto un lugar así. Incluso si era muggle, casi la dejó sin aliento: el techo era engañosamente alto, del cual colgaban bombillas individuales de diferentes colores. En pocas palabras, la discoteca era una imagen autómata. Había un espejo en cada pared, la barra estaba hecha de ellos y detrás del DJ había uno más grande. Todos podían mirarse a sí mismos, así como muchos hombres se aprovecharon de esto para notar cómo sus penes se frotaban contra los traseros de las pobres chicas.

—¡Harry! —exclamó Ginny, soltando la mano de Hermione. Observó cómo su amiga saltaba a los brazos de su novio, quien la levantó y giró a su alrededor. Un ligero dolor en el pecho la obligó a mirar a otro lado, nunca antes había sentido envidia de una relación.

—¡Mione! ¡Llegaste! —Harry gritó por encima de la música, para después atraerla hacia sus brazos y haciendo un gesto con la cabeza hacia la barra.

Se colocaron al final de la barra y ordenaron bebidas para todos. Hermione miró a su alrededor, casi pudo sentir como el peso de los espejos se desmoronaban bajo ella.

¿Cómo se supone que debía comportarse?

—¿Cómo te sientes? —preguntó Harry, acercándose a su oído.

—No lo suficientemente borracha —respondió. Él asintió y ella notó su disfraz, un bombero muggle con una camiseta blanca ajustada y grandes pantalones rojos, sostenidos por tirantes amarillos. Ella le apretó el brazo en broma—. Veo que el entrenamiento de Auror te ha sentado bien, ¿no?

Él sonrió, incluso en la atmósfera tenue de la discoteca, Hermione sintió como se le rompía el corazón cada vez que Harry sonreía.

—¡Te dije que valdría la pena! —Sus ojos vagaron de regreso a sus amigos antes de mirar a Hermione de nuevo—. ¿Viniste con alguien?

Ella le agradeció al cantinero mientras le entregaban sus bebidas.

—No.

Su breve respuesta significaba que tendría más tiempo para beber y encontrar al muggle más apto para olvidar lo sola que estaba.

Después de terminar su bebida en tiempo récord, Ginny las llevó a ella y a Fay al centro de la multitud, obligándolas a bailar con ella. La música era terrible, las personas estaban sudorosas y Hermione estaba maravillosamente borracha. Ginny la tomó por sus caderas, atrayéndola hacia ella. Hermione se rio sintiendo como la mezcla de bebidas se apoderaba de ella mientras bailaba contra su amiga. Fay bailó frente a ella, atrapándola entre las dos brujas.

Bailó con los brazos al aire y los ojos cerrados, sintiendo como las vibraciones de los ritmos de mierda le daban la sensación de libertad que tanto anhelaba. Había algo en este club en el centro de Soho donde nadie la conocía que hacía que sus venas se contrajeran de emoción. Sería muy fácil perderse entre la multitud. Podía hacer lo que quisiera y con quien sea.

No lo necesito.

Hermione abrió los ojos y encontró a Ginny besándose demasiado agresivamente con Harry y a Ron bailando como un idiota con Fay. Tenía la perfecta oportunidad para escapar. Continuó bailando entre la multitud, mirando perezosamente a su alrededor mientras un sonrojo descendía a su pecho por el calor.

—¡Hola!

Se dio la vuelta y se encontró con un tipo alto y bronceado con cabello rubio desordenado frente a ella

—¡Estás que ardes!

Hermione rio.

—¡Gracias!

—¿Quieres bailar conmigo, preciosa?

—¿Eres americano? —preguntó Hermione.

El hombre sonrió ampliamente, mostrando sus deslumbrantes dientes blancos bajo las luces azules del club.

—¡Oh, sí! ¡Y tú eres una británica muy sexy!

Hermione volvió a reír mientras le arrebataba la botella de cerveza de su mano y la bebía completamente, le entrego la botella vacía a un hombre que pasaba y miró al estadounidense. Él no era poco atractivo, tal vez no era su tipo, pero esta noche ella no estaba siendo exigente.

El estadounidense señaló su pecho.

—Derramaste un poco.

Miró el sendero húmedo que se deslizaba en el hueco entre sus pechos. Pasó un dedo por su pecho, se lo llevo directo a su boca y lo lamió, haciendo contacto visual con el estadounidense. Arqueó las cejas sorprendido antes de tomarla por las caderas, girándola de la misma manera que lo hizo Ginny. Hermione se apoyó contra él, sintiendo su pene endurecerse bajo su trasero. Se meció con él al ritmo de una terrible música de rap que rebotaba en las paredes. Las manos del estadounidense recorrieron su cintura y subieron hasta llegar a sus pechos, apretándolos incómodamente mientras le besaba el cuello. Hermione levantó los brazos detrás de ella, tirando de su cabeza hacia abajo. Sus labios dejaron besos casuales por su hombro.

—Sabes tan exquisito.

Hermione se dio la vuelta, dándole su mejor mirada de «cógeme».

—Cállate.

Ella estrelló sus labios contra los de él, sabía a pretzels y cerveza barata. Él le devolvió el beso, empujando descuidadamente su lengua dentro de su boca. Las manos de Hermione encontraron el bulto de sus pantalones, apretándolo. El estadounidense gimió contra sus labios y ella juró que nunca había escuchado algo menos seductor en su vida. Deslizó sus manos ásperas debajo de su vestido, exponiendo su trasero ante toda la discoteca. Hermione clavó sus uñas en su piel y él se inclinó en su oído.

—Vámonos de aquí.

Se puso de puntillas y le susurró un rotundo:

—No.

Hermione lo empujó, se bajó el vestido y se tambaleó hacia la barra. Pidió algo fuerte y mientras esperaba su bebida, miró su reflejo en el espejo. Entre las botellas de licor y las luces intermitentes, vio un completo caos: su halo estaba torcido, su cabello era un desastre sobre sus hombros, el labial de tono carmesí que una vez estuvo en sus labios, se encontraba corrido. El cantinero le entrego su bebida y se la bebió de un sólo trago. A su derecha, vio a otro hombre generalmente atractivo mirándola. Ella sonrió, inclinando ligeramente la cabeza.

—¿Quieres divertirte un rato, amor? —preguntó, su voz era de un intenso acento sureño.

—Por supuesto.

Él deslizó su mano por la barra y cuando ella miró hacia abajo, a través de la neblina de bebidas y destellos de luz, distinguió un pequeño paquete de pastillas amarillas. Volvió a mirar al hombre y descubrió que era bastante mayor que ella. Su brazo comenzó a arder.

No lo necesito.

—¿Es gratis?

—Sólo si aceptas bailar conmigo —respondió, inclinándose más cerca.

Hermione tragó en seco la misteriosa píldora antes de tomar la mano del hombre mayor, guiándolo entre la multitud, alejándolo de sus amigos. La música cambió, ahora era más rápida, y el golpeteo en sus huesos la estremeció. No podía pensar con claridad cuando el hombre la acercó a él. En la misma posición que el estadounidense, frotó su entrepierna contra su trasero. Su mano carnosa se envolvió alrededor de su cuello, levantando su barbilla hacia arriba y girando su rostro hacia él. Sus labios estaban sobre los suyos y todo lo que puedo sentir fue la fricción de su barba contra su rostro.

Siguió bailando mientras todo a su alrededor comenzaba a cambiar. Las luces parpadeantes comenzaron a verse desiguales. Todos los demás en la discoteca bailaban y saltaban lentamente, sus bocas se movían de forma divertida. Hermione se rio mientras miraba a su alrededor. Los espejos estaban distorsionados, creando imágenes indescifrables de personas bailando. Todo era como una neblina y Hermione se sintió flotar a través de ella. Levantó las manos al aire, tambaleándose y riéndose, para después deslizarlas sobre su cuerpo y sus pechos.

Hermione estaba tan perdida en la oscuridad que ni siquiera notó que su vestido se había vuelto a levantar. Dedos gruesos apretaron su piel desnuda, acercándose a su centro. Ella sintió que algo andaba mal a través de la neblina en su mente y se tambaleó hacia adelante. El hombre la tomó del brazo y tiró de ella hacia atrás presionándola entre sus brazos. Hermione se retorció contra él, golpeándolo en la espinilla con el talón. El hombre gimió de dolor y cuando ella se dio la vuelta, lanzó un hechizo no verbal en su dirección, cegándolo.

A través de la multitud de miles cabezas, trato de encontrar una pelirroja, pero fue en vano. Hermione apenas podía ver mientras sus pies la llevaron directo a la salida. Sus oídos comenzaron a zumbar por el repentino silencio de la calle. Mirando a su alrededor, no reconoció nada. Se quitó los tacones mientras comenzó a caminar por la acera y los cargaba en sus brazos. Un dolor de cabeza le atravesó las sienes y cuando estaba a punto de frotarlas, sintió la presión de la diadema. La arrojó a algún lugar de la calle, y continuó su caminata descalza con un vestido diminuto por las calles de Soho. Nadie la detuvo mientras avanzaba, sólo un par de abucheos y silbidos descarados, los ignoró completamente. Las hojas caídas crujían bajo sus pies mientras pasaba por edificios antiguos, árboles rojos y naranjados.

Fue cuando entonces se detuvo. Hermione reconoció el edificio frente a ella. Un panteón más allá de las discotecas, El Museo Británico. Miró las columnas, los escalones y la piedra. No estaba lejos de casa.

¡Mira esto, papi! exclamó Hermione, señalando una antigua estatua griega.

¿Te gusta? preguntó el señor Granger, tirando del brazo de su hija hacia él.

Es hermosa.

Ojos grandes color miel miraron hacia la estatua de la diosa, consagrada para siempre en su mayor momento de belleza.

Su nombre es Atenea, diosa de la guerra. Bastante poderosa, inteligente y una guerrera despiadada.

Hermione sonrió.

Quiero ser como ella.

Estaba muy lejos de casa.


Por un golpe de suerte, Hermione regresó a Hogwarts. Su cabeza palpitaba y su brazo estaba en llamas, y ciertamente no se arrepentía de haber cegado a ese hombre. Se sintió jodidamente bien, pero de lo que realmente sí se arrepentía fue beber irresponsablemente hasta el punto de perder el juicio y aceptar algo de un extraño. Ella lo sabía mejor que nadie y se reprochó a sí misma por ello.

Mientras se dirigía a la torre de los Premios Anuales, se frotó el brazo, el cual su hechizo de desilusión había desaparecido por completo. Estaba agradecida de que en este punto de la noche no hubiera nadie para verla borracha y sosteniendo avergonzadamente los tacones en sus manos. La puerta del retrato se abrió y cuando Hermione entró, percibió el olor de la chimenea ardiente, alivió su dolor de cabeza por unos segundos. El crepitar del fuego siempre la hacía sentir cómoda. Continuó adentrándose en la sala común mientras se frotaba los ojos al avanzar, tratando de deshacerse de la neblina en su mente hasta que chocó con alguien.

Hermione abrió los para ver a Draco mirándola y sosteniéndola por los hombros, lo que le recordó a ese hombre.

—¡No me toques! —exclamó ella, dando un paso atrás—. Tú no… no tienes permitido tocarme sin… permiso.

Los tacones cayeron al suelo mientras miraba sus ojos plateados.

—Lo lamento.

—Lo cegué —dijo mientras pasaba junto a Draco hacia su habitación—. ¡Lo cegué! Mierda.

Se sentó en la cama, mirando fijamente la cómoda con la mente en blanco. Todo se fue cuesta abajo, cayendo al vacío y quemándose. Una mano apareció en su línea de visión, sosteniendo un vaso de agua. Ella lo tomó y bebió lentamente el contenido.

—Iré a Azkaban —susurró.

—¿A quién cegaste? —preguntó Draco.

Se encogió de hombros mientras tomaba otro sorbo.

—No sé su nombre.

Hermione se puso de pie y camino hacia la cómoda. Abrió el cajón superior, tomó su ropa interior y una camiseta de manga larga de otro. Luego se dio la vuelta y lo miró, observándola desde la puerta.

—¿Se lo merecía? —preguntó Draco.

—Él trató de… —Hermione suspiró y recogió su cabello en una cola de caballo. Los ojos de Draco se oscurecieron, lo miró ponerse ligeramente rígido—. Él… Sí, se lo merecía.

Hermione comenzó a quitarse el vestido, obligando a Draco a darse la vuelta. Se cambió rápidamente antes de pasar junto a él hacia la cocina. Llenó su vaso de agua, agradecida por traerla de vuelta a la tierra.

—¿Theo está aquí?

—Está con Pansy.

Ella asintió, observándolo caminar entre la sala de estar y la cocina. Hermione se subió al mostrador, sintiendo el frío del granito en su piel desnuda.

—¿No es extraño? Es decir, saliste con Pansy, ¿no?

—Cuando tenía quince años, y ella es una perra, así que no, no es extraño.

Hermione resopló.

—Ciertamente lo es.

Colocó el vaso a un lado, se frotó el brazo por encima de la tela de su camiseta y respiró hondo. Miró a Draco, encontrándolo observando su brazo.

—¿Sabes que es lo extraño? —preguntó ella, riendo estruendosamente.

—Granger —dijo él suavemente.

—Malfoy.

—No tienes que hablar de eso.

—Sabes —Hermione comenzó rascándose la nuca—, se supone que debía mantenerme alejada de ti, pero aquí estás, aún sigo un poco borracha y a punto de decir algo de lo que probablemente me arrepentiré después, pero no me importa.

Draco metió las manos en los bolsillos de sus pantalones mientras examinaba cuidadosamente el rostro de Hermione. Después de un momento de silencio por su parte, él arqueó una ceja.

—Bien.

—¡Tuvimos sexo! —Hermione rio. Draco apretó los labios y asintió—. Y realmente lo disfrute, ¡lo cual es terrible porque se supone que debería odiarte! ¡Nunca antes había tenido un orgasmo!

Él arqueó las cejas con sorpresa cuando ella se rio, escondiendo su rostro entre sus manos mientras el enrojecimiento de sus mejillas se fundía con el enrojecimiento de su pecho.

—Quiero hacerlo de nuevo, sólo si tú… ¡Probablemente lo odiaste! Por supuesto que sí, no hemos hablado en días y…

—Granger, deja de hablar.

Hermione resopló suavemente, aprovechando la oportunidad para mirarlo. Draco se pasó la lengua por el labio inferior mientras se acercaba a ella. Su corazón latió más rápido y su pecho se apretó cuando él se detuvo frente a ella. Se inclinó, colocó sus manos en el mostrador a cada lado de ella. Draco miró los charcos de miel en su mirada antes de que sus ojos se posaran en sus muslos desnudos y luego de regreso a ella. Un mechón de cabello blanquecino cayó frente a sus ojos; Hermione lo envolvió alrededor de su dedo antes de soltarlo.

—¿Lo odiaste? —preguntó en un susurro.

—No.

—¿Vas a besarme?

—Dijiste que no te tocara sin permiso —respondió, su voz se volvió ronca.

Hermione puso su mano sobre la de él mientras la colocaba sobre su muslo. Pasó los dedos por las venas de su antebrazo, sintiendo su suave piel de alabastro refrescar la suya.

—Puedes tocarme cada vez que esto suceda. Quiero que me toques, Malfoy.

Puso su otra mano en su muslo, apretando ligeramente, frotando los músculos con los pulgares. Sus manos se deslizaron por debajo de su camiseta y Hermione respiró hondo, conteniendo la respiración mientras él la miraba a los ojos. Estaban oscuros de nuevo, llenos de deseo; él la deseaba y su estómago se agitó.

—¿Weasley nunca te hizo llegar al orgasmo? —preguntó Draco, rozando sus labios contra los de ella.

—No —susurró, tragando saliva.

—Mmm… interesante. —Entonces su boca la capturó, presionando todo su deseo en ella. Hermione lo sostuvo por la nuca, acercándolo más. Ella arqueó la espalda cuando sus manos se deslizaron bajo sus muslos. Draco la atrajo hacia él antes de levantarla del mostrador con facilidad. Se aferró a él mientras la besaba con más urgencia, su lengua moviéndose dentro su boca. Hermione clavó las uñas en su cabello, tirando de él ligeramente hacia atrás y ganándose un gruñido bajo por su parte.

Se sentó en el sofá, colocándola en su regazo, pasando las palmas de sus manos de arriba abajo por sus muslos, amasando su piel con rudeza. Las manos de Hermione estaban en su camisa, desabrochando rápidamente los botones, tratando de quitársela. Él tomó sus manos, deteniéndola, dejando que la camisa descansara sobre su pecho. Ella no lo cuestionó, mientras repartía escasos besos por su mandíbula. Draco comenzó a quitarle la ropa interior, haciendo que ella se pusiera de rodillas para quitársela. Había una especie de acuerdo tácito entre ellos: no dejar ver la cicatriz del otro. Sus manos continuaron subiendo por su abdomen debajo de su camiseta, explorando su cuerpo. Cubrió sus pechos con sus palmas, apretando suavemente.

—Más fuerte —exigió ella, acercando sus labios a los de él.

Draco amasó sus pechos con más fuerza, pellizcando sus pezones, provocando suaves suspiros de placer en ella. Alcanzó su cinturón, lo desabrochó rápidamente y lo arrojó en algún lugar detrás de ellos. Se dedicó a desabotonarse y tirar de la cremallera de sus pantalones antes de que él los bajara hasta las rodillas. Hermione miró su pene duro, sus ojos se abrieron un poco en un intento de no compararlo con sus encuentros anteriores. Ella se puso de rodillas, mirándolo nerviosamente.

—Nunca lo había hecho en esta posición antes —susurró Hermione.

Draco acarició su longitud un par de veces, mientras sostenía su muslo con una mano.

—Muévete despacio, no trates de complacerme.

Su corazón se aceleró ante sus palabras, y se dio cuenta de que se sentía atraída hacia esta versión gentil de sí mismo. Hermione se aferró a sus hombros, sintiendo la punta de su pene penetrarla. Ella se tensó inmediatamente, cerrando los ojos. Él la mantuvo en su lugar, sin obligarla a entrar en un territorio incómodo. Rozó su nariz con la suya, obligándola a abrir los ojos de nuevo.

—Relájate, respira hondo. —El tono barítono de su voz la tranquilizó.

Hermione asintió y respiró hondo antes de hundirse más profundo. Draco gimió ante la sensación de su carne húmeda tomándolo centímetro a centímetro. Presionó sus labios contra los de ella de nuevo y la besó con fuerza. Hermione apretó sus hombros mientras rebotaba sobre Draco y jadeaba en su boca con cada embestida.

—Oh, mierda —gimió contra su boca—. Buena chica.

Eso envió un frenesí a su pecho, aceptando el resto de él. Gemidos intermitentes y roncos escaparon de sus labios. Draco aún la sostenía por sus caderas, ayudándola a moverse de arriba hacia abajo, justo como a ella le gustaba.

—¿Todo bien? —Logró decir con los dientes apretados.

Hermione asintió, moviendo sus caderas un poco más rápido. Sus manos descendieron a su pecho, arañándolo suavemente, provocando un profundo suspiro por parte de él. Los labios de Draco encontraron su cuello, succionando suavemente el punto de su pulso. Sus gemidos fueron rápidos y largos mientras rebotaba sobre su pene. Él empujó suavemente, golpeando exactamente donde ella lo necesitaba.

—¡Oh! ¡Sí, justo así! —gimió ella, echando la cabeza hacia atrás.

Draco empujó de nuevo, otro gemido se escapó de su boca, escupiendo blasfemias.

—Más fuerte, más rápido —exigió, captando su mirada de nuevo. Sus ojos eran tan oscuros como la noche misma, maravillosamente dominadores.

Él hizo lo que le pidió, llevándola hacia abajo mientras empujaba más fuerte dentro de ella. Hermione apoyó su frente contra la de él mientras se concentraban en los gemidos del otro.

—Buena chica, Granger —gimió.

—¡Oh! ¡Joder, sí! ¡Sí! —Sus manos presionaron contra sus pectorales mientras aceleraba, estimulada por sus gemidos bajos. Ella era la causante de eso, unos sonidos perfectos.

—¡Malfoy! Yo... voy a...

Sus caderas temblaron con fuerza mientras él la sostenía, su cabeza echada hacia atrás y su cola de caballo rebotando en todas direcciones. Su respiración se aceleró a través de pequeños gemidos, antes de congelarse por completo, viniéndose sobre él.

Ella gimió altamente un:

—¡Malfoy! —gritó mientras se venía, causando que sus paredes internas se apretaran. Hermione estaba goteando sobre él, recuperándose de su largo orgasmo. Sus labios se presionaron contra los de él otra vez, controlando el beso. Se aseguró de que él realmente lo disfrutara. Movió sus caderas rítmicamente. Draco le mordió el labio con fuerza mientras era su turno de terminar.

—Oh, mierda, Granger —gruñó, presionando su frente contra la de ella.

Se miraron el uno al otro, jadeando pesadamente por descender de la cúspide orgásmica mientras él aún estaba dentro de ella. Y de nuevo, Hermione se sintió jodidamente fantástica, por más de una razón.

Se levantó de él, sus piernas aún temblaban cuando encontró su ropa interior en el suelo. Hermione realizó un hechizo de limpieza en ambos y al sofá antes de subirse las bragas. Draco se puso de pie, subiéndose los pantalones, y cuando miró hacia arriba encontró la expresión de una chica muy preocupada frente a él.

—¿Estás bien? —preguntó mientras comenzaba a abotonarse la camisa.

Hermione caminó hacia él nuevamente y detuvo sus manos. Empujó la camisa a los lados, exponiendo completamente su pecho perfectamente delgado y musculoso. Con una mano vacilante, sus delicados dedos bailaron sobre las cicatrices formadas en su pecho. Marcas de cortes de hace dos años, donde abarcaban el ancho de sus pectorales y descendían hasta la costilla inferior derecha.

—Lo había olvidado —dijo ella, mirándolo.

—Lo he pasado peor —Draco apartó sus manos de su pecho mientras terminaba de abotonarse la camisa. Se pasó una mano por el cabello, despeinándolo sin esfuerzo—. Usas un anticonceptivo, ¿cierto?

Ella asintió.

—Por supuesto, ¿has olvidado quién soy?

Él asintió, la comisura de su boca se torció ligeramente.

—Descansa, Granger.

Hermione lo miró dirigirse hacia la salida cuando de repente dijo:

—No son horribles…tus cicatrices.

Con una última mirada de llamativos ojos plateados, la puerta del retrato se cerró.


Se que es un día extraño para publicar un capítulo, pero ya lo quería dejar para ustedes haha ahora si tuvimos un poco más de spicy uff, espero que lo hayan disfrutado, nos vemos en una próxima actualización.

En respuesta a:

black-Kiari: Servida haha aquí tienes la impresión de Draco al verla hahaha

Ingria: Preciosa, me encantan sus comentarios largos haha Theo es un amor, Hermione es terca como mula haha Draco precioso bebe lo amo, aunque al principio fuera rudo con ella pero se comprende (eso creo) haha en fin, ni Theo ni Draco lograron llegar al club, paso algo peor hahaha me alegra mucho que ya por fin este instalada en tu nueva casa, ahora con este cap espero que lo disfrutes muchísimo más!

Posdata: si quieren algunas recomendaciones musicales, les dejo mi playlist de Spotify, perfecta para leer y escribir (según yo) HAHA

Pueden encontrarla como "Reading, Music B#tch"

playlist/2Tp3ULzTf6hm4MF7nBAvMF?si=iEEUca-sSmKHZfczsXIGeQ