Various Storms and Saints
By: viridianatnight
Capítulo 17
—¡Hermione! —exclamó Ginny, encontrándose con su amiga en la entrada de la torre de los Premios Anuales. La angustia se reflejaba en sus inquietantes ojos—. ¡Merlín, aquí estás! Ron dijo que no te había visto desde el viernes, Harry y yo no logramos ponernos en contacto contigo y… ¿es eso un chupetón?
La mano de Hermione cubrió su cuello, su boca se abrió ligeramente.
—Yo, humm…
Ginny soltó una risita, antes de darle una palmada en el brazo.
—Dios, estás más que bien, ¿no? ¿Fue alguien del club? Realmente te sometió, ¿no? ¿Cómo estuvo? ¿Era alto? ¿La tenía grande?
—¡Ginny!
—Oh, no seas mojigata, cariño. Realmente necesitabas acostarte con alguien.
Hermione negó con la cabeza cuando comenzaron a caminar para llegar a clase, haciendo todo lo posible para no pensar en lo que había sucedido el viernes por la noche. La había desquiciado durante todo el fin de semana. Había bebido toda la noche, besándose con extraños al azar, tratando de distraerse de lo que exactamente encendía una chispa en ella. Su mente fue invadida por todo lo que paso. El odio del cual se había convencido a sí misma, pareció hundirse en lo profundo cuando él la estrechó entre sus brazos.
Draco hizo que el dolor desapareciera, pero también fue él quien lo provocó en primer lugar.
Tenía que seguir recordándose eso a sí misma. Era una persona vil, siempre lo había sido. Él fue terrible hasta que lo miró con sus brillantes ojos grises envueltos en las llamas de la chimenea, y le preguntó si estaba bien.
—¿Quién fue? —preguntó Ginny, interrumpiendo sus pensamientos.
Se detuvieron frente al aula de Encantamientos, algunos compañeros de clase pasaron junto a ellas. Hermione apretó con más fuerza la correa de su mochila, frunciendo el ceño.
—¿Quién fue qué?
—¡El tipo con el que cogiste! —rio Ginny—. ¿Era bueno? Es decir, ¿pudiste caminar bien después?
Hermione captó la mirada de un estudiante que entraba al aula, riendo bajamente para sí mismo. Ella resopló con molestia, negando con la cabeza.
—No hablaré de eso contigo.
—¡Oh, por favor! ¡Prometiste contarme cuando te acostaras con alguien! Es lo menos que puedes hacer ya que no me dejas hablar de Harry. Merlín, podría hablar de eso todo el día y de cómo fue tan complaciente el fin de semana, quiero decir, él...
—¡Gin, basta! Harry es como un hermano para mí. —Hermione se sonrojó.
La pelirroja soltó una carcajada dándole un empujón en el hombro con su mano.
—Vamos, sólo dime algo.
—Él fue… —Miró hacia otro lado, tratando de encontrar las palabras correctas, cuando de repente lo vio. Estaba mirando al suelo mientras escuchaba el incesante parloteo de Pansy sobre algo. Hermione notó una menta revoloteando en su boca, recordando la sensación de su lengua sobre la de ella. Mientras que él y Pansy se acercaban a la puerta, sus ojos plateados se encontraron con los de ella y rápidamente apartó la mirada—. Asombroso.
Ginny chilló de alegría.
—Acepto tu respuesta. Pero la próxima vez quiero detalles explícitos.
Flitwick habló desde adentro, solicitando que tomaran asiento para comenzar la lección. Hermione entró al aula después de que Ginny dijera algo sobre los chicos solteros en Hogwarts. Tomó asiento, se quitó la túnica y la colgó en el respaldo de su silla. Miró a su derecha y vio un pequeño cuaderno negro.
—Te equivocaste de asiento —susurró Draco.
—No sabía que estuviera ocupado —respondió, sacando una libreta y un bolígrafo de su mochila.
—Merlín, ¿por qué te sentaste aquí, Granger? —gruñó Pansy, sentada a la derecha de Draco.
Hermione miró alrededor del aula y después a ella.
—El resto de los asientos están ocupados, Parkinson.
—Realmente estoy cansada de tu actitud.
—Lo mismo digo.
Pansy la fulminó con la mirada hasta que Flitwick comenzó a hablar de nuevo, atrayendo la atención de todos los presentes. Hermione comenzó a garabatear sin sentido en la página cuando escuchó un ligero murmullo.
—¿Qué? —susurró, levantando la vista de sus notas.
Draco la miró a los ojos, luego al escritorio y después a ella nuevamente.
—¿Tienes otro de esos?
Ella le tendió el bolígrafo antes de sacar otro de su mochila. Draco abrió su pequeño cuaderno en una página vacía y comenzó a escribir algo. Observó con silenciosa admiración cómo sostenía el bolígrafo mientras escribía en la página, su letra molestamente impecable, probablemente desarrollada desde una edad muy temprana. Los dedos de Draco eran largos, a diferencia de los de Ron, los suyos eran elegantes y fuertes en lugar de torpes. Las venas de sus manos se contrajeron con sus movimientos e hizo todo lo posible para evitar pasar los dedos por encima de ellas. En el momento en que dejó de escribir, se dio cuenta de que era zurdo.
—No seas entrometida, Granger.
Hermione volvió a mirarlo a los ojos, sintiendo una contracción en la parte inferior de su abdomen. Rápidamente miró hacia otro lado, cubriendo sus mejillas sonrojadas con su cabello, ignorándolo con éxito el resto de la lección. Tan pronto como terminó, notó que se había llevado su bolígrafo con él.
Caminó por el pasillo con una enorme pila de libros que le llegaban hasta la barbilla, manteniéndolos en equilibrio con cuidado mientras se abría paso entre los estudiantes y llegaba a las escaleras mágicas. Entre los muchos pensamientos que asaltaron su mente, sólo dos se destacaban más: Draco y la mención del veneno de Madame Pomfrey. Su brazo, a pesar de que últimamente no le molestaba tanto, ciertamente estaba empeorando y aún no tenía idea de cuál era la razón. Algo enfermizo y retorcido de Bellatrix estaba arraigado para siempre en su piel y necesitaba respuestas. Una vez que las encontrara, podría deshacerse de Draco y dejar de causar problemas para sí misma. Merlín sólo sabe lo que pasaría si alguien se enterara de ellos. Cuanto antes pudiera sanar su brazo, mejor.
Equilibrando los libros, entró en su sala común. Mientras pateaba los zapatos de Theo fuera del camino, salió del pasillo y se fijó en el chico de cabello rubio sentado en el espantoso sillón floral. Hermione lo evitó mientras luchaba por entrar a su habitación, dejando caer los libros al pie de la cama y su mochila sobre el colchón. Tomó el libro de la parte superior de la pila, se quitó los zapatos y se sentó en la cama.
—Granger. —Hermione levantó la vista y se encontró, como dijo una vez, con el maldito Adonis apoyado contra el marco de la puerta.
—Malfoy —respondió, frotándose la herida. Sus ojos se dispararon a su brazo y de vuelta a ella de nuevo—. No voy a mostrarte mi brazo.
—No te lo pedí —dijo secamente—. ¿Te duele?
—¿Vas a tratarme como a una inválida ahora que lo sabes? —preguntó entre dientes.
—No sabré nada, si no me lo dices.
—No seas entrometido.
Hermione regresó a su libro, abriéndolo en el capítulo de hechizos de diagnóstico. Cuando comenzó a leer, se encontró rápidamente distraída por la presencia de Draco allí de pie, observándola. Era un hechizo simple, no más difícil que cualquier otro que no hubiese realizado antes. Continuó leyendo;
...se recomienda que el estudiante en cuestión practique el hechizo de diagnóstico con otra persona en lugar de sí mismo.
Estupendo. Apenas podía controlar sus nervios en su presencia. Hermione suspiró y miró hacia arriba, encontrándose con una mirada plateada.
—¿Te gustaría ser útil?
Draco se encogió de hombros.
—Estoy pidiendo el favor que me debes, Malfoy.
—Ya te hice un favor —dijo, mirándola lentamente de pies a cabeza, haciendo que Hermione se estremeciera.
—No te pedí tu ayuda.
—No, simplemente te habrías desangrado y muerto.
—Regrésame el favor o lárgate de mi habitación —dijo con seriedad.
Con un leve arqueo de ceja, entró en su habitación y cerró la puerta detrás de él. Empujó su mochila de la cama y le hizo un gesto para que se sentara frente a ella. Draco se sentó lo suficientemente cerca, con una pierna colgando a un lado de la cama y su otra rodilla rozando la de ella. Se inclinó ligeramente hacia él, sintiendo que su ritmo cardíaco se aceleraba. Después de recitar el hechizo no verbal varias veces y estudiar el movimiento de su varita, se echó el cabello hacia atrás mirando a Draco de nuevo. Notó como miraba el frenesí de rizos en su cabeza y estiró una mano para apartar un mechón de su rostro.
—Lo siento. —Quizás lo de hoy era disculparse.
Hermione apretó el agarre de su varita con fuerza.
—¿Tienes alguna herida reciente?
Extendió la mano y ella vio un rasguño largo y delgado en el centro de su delgada palma.
—Me corté con pergamino.
Hermione tomó su mano suavemente, tratándolo como un animal herido. Su piel siempre estaba helada, pero ella lo disfrutaba, permitiéndole refrescar la suya naturalmente caliente. Pasó el dedo por el delgado rasguño y luego volvió a mirar su libro. Sosteniendo su varita, la agitó sobre su mano exactamente de la manera correcta. No pasó nada. Recordando las palabras de Madame Pomfrey sobre la concentración total, hizo un intento de aclarar su mente. Sin distracciones. Tomando una respiración profunda, sólo pensó en la forma correcta de agitar la varita: un movimiento simple en espiral y giro.
Hermione lo intentó de nuevo. Nada.
—¿Puedes dejar de mirarme? —encaró, mirando a Draco—. Eres una distracción.
—¿Dónde se supone que debo mirar, Granger?
—No lo sé, sólo… cierra tus ojos.
Con un suspiro, Draco hizo lo que le pidió. Hermione lo miró en serio por primera vez, estudiándolo. Sus cejas estaban perfectamente definidas y curiosamente oscuras en comparación con su cabello. Sus pestañas casi negras destacaban sobre su piel de alabastro. Incluso con su rostro relajado, había una línea entre sus cejas como si estuviera constantemente preocupado o enojado. Sus pómulos eran prominentes y su mandíbula afilada, esculpida de una manera perfecta para sostener, pensó. No tenía manchas en la piel, ni pecas o lunares, nada. Su mirada se demoró en sus labios más de lo debido. Eran bastante delgados, el inferior ligeramente más grueso que el superior y más rosado hacia el centro.
Hermione negó con la cabeza y probó el hechizo de nuevo. Concentrándose una vez más. De nuevo: un movimiento simple en espiral y giro.
Ella resopló con molestia y Draco abrió los ojos.
—No está funcionando.
—O simplemente lo estás haciendo mal —dijo Draco.
Hermione entrecerró los ojos.
—Hazlo tú, entonces.
Ella señaló un párrafo del libro mientras él sacaba su varita. Draco lo leyó una vez antes de volverse hacia ella.
—¿Tienes heridas?
—Muy gracioso —dijo antes de tomar la página del libro y cortarse la punta del dedo. Hermione lo llevó a sus labios, lamiendo la sangre y le tendió la mano. Draco la sostuvo con fuerza antes de agitar su varita. Un cuadrado encantado apareció frente a su dedo, detallando todo lo que estaba mal.
—Pequeña laceración en el dedo índice, no mortal. Hechizo recomendado, «Episkey» —Leyó antes de que el cuadrado desapareciera de la misma manera que lo hacía un patronus.
Draco volvió agitar su varita y el corte de pergamino desapareció. La única vez que había visto a alguien curarla con un hechizo no verbal fue a Ginny
—¿Cómo hiciste eso? —preguntó Hermione, mirando el libro de nuevo—. ¿Tuviste sanadores en tu familia?
Él se rio con tristeza.
—Todo lo contrario, en realidad.
—¿Entonces eres un oclumante? —insistió, releyendo el párrafo una y otra vez. Cuando no hubo respuesta, ella levantó la vista. Su rostro era impenetrable y sus ojos se oscurecieron.
—Eso no es algo que un oclumante revelaría tan fácilmente, Granger.
—Así que es verdad —concluyó, y de repente lo entendió. Hermione dejó el libro y lo miró directamente a los ojos, tratando de ver cómo estaba bloqueando su mente—. Lo estás haciendo ahora.
—¿Hacer qué? —La voz de Draco se profundizó, sonando más ronca, más profunda.
—Protegerte a ti mismo.
Hubo un silencio entre ellos, un número incomprensible de secretos flotaban en el aire como polvo.
—Lo estabas haciendo mal —repitió—. Espiral y luego giro.
Hermione tomó su varita, repitiendo el movimiento. No pasó nada. Draco colocó su mano izquierda sobre la de ella, guiando su varita en la dirección correcta, formando un cuadrado. Se leía igual que el de ella, aunque en lugar de su dedo índice era la palma de su mano. En la esquina de la plaza palpitaba un pequeño corazón con el número noventa y siete debajo.
—Tu pulso está acelerado —dijo ella, mirándolo.
—¿En serio? —preguntó en un susurró.
Hermione bajó su varita y colocó su mano sobre su pecho, sobre su corazón. Ahora latía mucho más rápido, golpeando contra su pecho duro y firme. Los ojos de Draco se posaron en sus labios, deteniéndose en ellos.
—¿Te duele el brazo? —preguntó, incluso más bajo que un susurro.
—Un poco…
La tomó por la cintura, atrayéndola hacia sus labios. Hermione le devolvió el beso mientras sus manos se deslizaban por su rostro. Sostuvo su mandíbula y esta encajó perfectamente en sus manos, tal como lo había pensado. Sus besos fueron apresurados, como si estuviera tratando de ahogarse en ella. Acercándola más, poniéndose de rodillas y levantando su rostro con ella. Draco la sostuvo por la parte posterior de los muslos, apretándolos con fuerza. Le pasó la lengua por el labio inferior antes de morderlo y retroceder. Suaves labios se movieron a su mandíbula, cubriéndola de besos. Hermione pasó la lengua por el punto de pulso en su cuello, arrancando una respiración profunda de su pecho. Su palpitación se aceleró bajo sus labios y ella sonrió mientras dejaba una marca en él, en venganza por el chupetón que llevaba actualmente. Hermione tenía el control de los pequeños ruidos que emitía y de los apresurados latidos de su corazón, disfrutando de la sensación.
Las manos de Draco se movieron más arriba, tirando del elástico de su ropa interior. Besó sus labios de nuevo, presionándose contra él. Hermione ajustó sus rodillas mientras abría más las piernas. Con una mano, recorrió el interior de su muslo y frotó el punto sensible a través de la tela. Un suspiro de sorpresa escapó de sus labios y él la besó con más fuerza. Draco subió su pulgar a su clítoris y lo presionó más cerca, ella pudo sentir cómo sus bragas se humedecían más. Su otra mano encontró su trasero, apretando con fuerza mientras frotaba su clítoris. Hermione gimió en sus labios, rompiendo el beso ligeramente. Presionó las caderas contra su mano, sintiendo que sus rodillas se deslizaban sobre el colchón.
Fuertes suspiros escaparon de su pecho, entre gemidos entrecortados. Hermione lo tomó por la parte posterior de su cuello, clavando sus uñas en su piel mientras sus pulgares presionaban contra su mandíbula. Él movió deliberadamente su dedo, escuchando sus gemidos de respuesta y sintiendo su cálido aliento en la boca. Ella apoyó su frente contra la de él mientras su núcleo se tensaba. Sus caderas comenzaron a temblar cuando Draco la apretó con rudeza entre sus brazos.
—Yo… voy a… —tartamudeó, cada vez más mojada y más cerca del borde—. Oh mierda… ¡Malfoy!
Ella lo estrujó con más fuerza mientras terminaba, levantando las caderas mientras sus piernas aún temblaban de increíble placer. Draco la sostuvo por sus caderas mientras venía. Hermione abrió los ojos y levantó su frente de la de él. La observó con sus brillantes ojos plateados y sus labios hinchados. Fue un poco impresionante que lograra hacerla venir sin quitarle la ropa.
—¿Mejor? —preguntó.
—Vete a la mierda.
—¡Cariño, estoy en casa! —Theo gritó y el sonido del retrato al cerrarse resonó desde la sala común.
Draco agitó su mano, cerrando la puerta de golpe con un hechizo no verbal. Hermione trató de apartarse de su agarre, pero él aun la sostenía por sus caderas.
—¿Sabe que estás aquí? —susurró Hermione.
—No —respondió bruscamente.
—Bueno, te auto invitas muy a menudo —espetó.
—No parecías tener un problema con eso hace cinco segundos.
—¿Y qué si sabe que estás aquí? ¿Qué pasa si él lo sabe?
—Me ha estado evitando últimamente, dudo que piense que estoy aquí.
Hermione sabía por qué Theo lo había estado evitando, era su culpa después de todo. ¿Por qué no debería habérselo dicho? Era su secreto, no el de Draco. No se sentía mal por la persona sobre la que estaba encima.
—Hermione, ¿estás aquí? —la llamó Theo.
Grandes ojos color miel se clavaron en los de Draco mientras ella levantaba las cejas. Y ahora su corazón latía con fuerza por una razón completamente diferente. Draco estuvo a punto de comenzar a hablar cuando ella le tapó la boca con la mano. Él frunció el ceño antes de agitar su otra mano, lanzando un hechizo muffliato sin varita. Quitó la mano de su boca y miró hacia la puerta.
El teléfono móvil en su escritorio de repente comenzó a vibrar, captando su atención. Hermione se arrastró por la cama y lo alcanzó.
—¿Harry?
—Oh vaya, sigues viva. ¿Estás ocupada?
—Sí —dijo ella, mirando a los ojos plateados del rubio—. No tengo mucho tiempo, ¿qué sucede?
El sonido de los pasos de Theo alejándose la tranquilizó y sus hombros se relajaron. Draco se apoyó contra la cabecera de la cama, tomó el libro sobre curación y comenzó a ojearlo.
—Oh, de acuerdo. Sólo quería avisarte antes de que El Profeta llegue a Hogwarts.
Hermione enderezó la espalda bruscamente, Draco levantó la vista a través de sus pestañas ante su repentino movimiento.
—¿Sucedió algo?
—El esposo de Bellatrix Lestrange fue condenado hoy —respondió Harry.
Su pecho se apretó ante la mención de su nombre.
—¿Por cuánto tiempo?
—De por vida.
—Bien.
—Lo lamento, sólo pensé que deberías escucharlo de mí.
—No, no, me alegro de que hayas llamado. Gracias.
—Debo irme. Te amo, Mione.
—Adiós, Harry.
Hermione cerró el teléfono de golpe, girándolo en su mano antes de mirar a Draco.
—Tu tío fue condenado a cadena perpetua en Azkaban.
La mandíbula de Draco se tensó ligeramente y sin mirarla, arrojó el libro sobre el colchón y se puso de pie.
—Bien.
Recogió su varita y caminó hacia la puerta, abriéndola ligeramente. Al ver que Theo no estaba en la sala, salió y se dirigió al retrato. Hermione suspiró mientras se sentaba en su cama, pasándose las manos por el cabello. Theo lo sabía, lo vio todo y ella no sabía qué hacer. Ahora Draco también sabía algo. Había abierto una brecha entre ellos y por mucho que no quisiera sentirse culpable, lo hacía. Theo no había hecho nada malo, en todo caso había sido más que amable y ella había jodido su amistad con Draco.
Cada fachada cuidadosamente construida se estaba desmoronando lentamente. Hermione necesitaba resolver esto antes de que le hicieran preguntas para las que no tenía respuestas. Una vez que su brazo estuviera curado, podría deshacerse de Draco. Todo volvería a la normalidad.
Normal.
Lo que sea que eso signifique.
Ingria: Apuesto que no te esperabas esta segunda actualización semanal! muchas gracias por tus comentarios tan largos, disfruto mucho al leerlos y en como la historia te esta marcando de alguna forma haha y siii, la verdad la primera vez que lo leí quede impactada con el capitulo 16 hahah ahora ya no tuvimos que esperar mucho por el 17, espero que te guste!
¡A las demás personas que comentan, infinitas gracias y nos vemos en un siguiente capitulo!
