Various Storms and Saints

By: viridianatnight


Capítulo 19


Hermione reunió todos los libros de la biblioteca con las palabras «curación» o «veneno» en el título, así mismo como una gran variedad de libros adicionales. Apartó algunas mesas y se sentó en el suelo, rodeada de conocimiento. Con el cabello recogido en una coleta y las mangas arremangadas, estaba decidida a descubrir qué le pasaba.

Su bolígrafo voló por las páginas de su cuaderno, llenando cada centímetro de cada página; si dejaba huecos en blanco, sólo desperdiciaría un valioso espacio para más información. El enorme ventanal detrás de ella mostraba cuánto tiempo ya había pasado encorvada sobre una pila desordenada de libros. La oscuridad de la noche se volvió de un tono púrpura y sólo se detuvo cuando su mano ya no podía sostener más su bolígrafo. Hermione estiró su espalda mientras se sentaba derecha, miró los tres cuadernos que terminó llenando con información e hipótesis. Su reloj de pulsera con correa de cuero marcaba las cuatro y media de la mañana, había dedicado casi nueve horas en la biblioteca ¿y para qué?

Seguía sin saber qué le pasaba.

Hermione tomó su varita con su mano acalambrada e intentó realizar un hechizo de diagnóstico. No funcionó. Con un breve resoplido, apretó con más fuerza su agarre y lo intentó de nuevo. Nada. Cerró los ojos y estiró el cuello de lado a lado, tratando de liberar la tensión de sus hombros. Sólo necesitaba un poco de concentración y podría hacerlo. Un movimiento simple en espiral y giro. Pensó en la mano de Draco moviéndose con precisión mientras lanzaba el hechizo. Al abrir los ojos, pensó en el movimiento de su varita. Finalmente, funcionó. Una figura cuadrada apareció frente a ella mostrando una lista más larga que antes.

Severa laceración del antebrazo izquierdo. Infección grave, busque atención de un sanador de inmediato. Veneno: registrado, no identificado. La lesión es potencialmente mortal. Tratamiento recomendado: desconocido.

—Mortalidad. —susurró.

Dejó que su varita se deslizara de su mano mientras miraba alrededor de la biblioteca vacía. Sus ojos encontraron la mesa donde Ginny le mostró la adivinadora. Hermione tomó su mochila y rebuscó dentro de la misma, hasta que encontró el pequeño trozo de pergamino. Sosteniéndolo en sus manos, pensó en la misma pregunta y las mismas runas aparecieron frente a ella:

Depresión.

Mortalidad.

Manipulación.

Fragilidad.

Temeridad.

Lujuria.

Hermione se sintió inexplicablemente vacía al mirar las brillantes runas. La mortalidad de repente tenía sentido y deseó que no fuera así. Aunque, en el fondo, siempre pensó que su brazo estaba mucho peor de lo que pensaba, pero Hermione Granger podía arreglarlo todo. Hermione Granger sabía todas las respuestas. Hermione Granger era la bruja más inteligente de su edad.

Pero aquella Hermione Granger se había ido.

En la noche veintiocho de marzo del noventa y ocho, Hermione Granger murió en la mansión. Todo lo que quedó de ella fue sólo una patética apariencia de una chica. Una que era horrible con sus amigos, una quien se acostó con el único que decía odiar, estaba destinada a vivir lo suficiente como para morir.

—Potencialmente mortal.

Un repentino torrente de lágrimas corrió por sus mejillas como un río de futuros y destinos inciertos. ¿La muerte estaba garantizada? A veces esperaba que no, que todas las personas que había perdido vivieran en una época diferente. ¿Le pasaría lo mismo a ella? ¿Se le permitiría vivir en otro tiempo y cumplir todos los caprichos de la vieja Hermione que jamás tendría oportunidad de hacerlo?

Comenzó a sollozar sin parar. Ni un sólo sonido se le escapó. Sólo eran las lágrimas de dolor, lágrimas silenciosas que llenaban cada parte rota de ella. Hermione se permitió llorar hasta que ya no pudiera más.

Se permitió temblar y sollozar hasta que su rostro se puso rojo y le resultara difícil respirar. La herida debajo de la gasa no ardía. Una carcajada resonó en la biblioteca. Una risa estridente, tan ensordecedoramente alta que envió un escalofrío por su cuerpo. La risa de una mujer que estaba muerta y debería haber permanecido muerta. Pero no, vivía para burlarse de ella, para recordarle esa trágica noche. La misma en la que fue marcada para siempre como una vergüenza, como una suciedad bajo los pies del mundo mágico.

Una sangre sucia.

Tal vez eso es lo que realmente era. Todo el tiempo que pasó sin saber quién era, se reducía a ser sólo esas dos palabras. Todo lo que hizo para demostrar lo contrario, todos los riesgos que tomó para salvar a aquellos que no merecían ser salvados, las que todavía le escupían lo que era. Personas como Pansy Parkinson, o aquellas que sólo miraban y reían. No habían cambiado después de todo. Hermione sintió que realmente nadie había cambiado, sólo empeoraron con el tiempo.

Su herida la estaba matando y no sabía qué tan rápido. Limpiándose las lágrimas del rostro, recogió del suelo Enfermedades y Aflicciones Mágicas Comunes, en busca de otro hechizo de diagnóstico sobre el que había leído antes. Estaba en el capítulo sobre venenos comunes, un hechizo utilizado para determinar el tipo de veneno que había en el cuerpo del paciente y del que también mostraba una lista de antídotos. Una vez encontrado, tomó su varita y practicó el movimiento varias veces. Extendió su brazo izquierdo, agitando correctamente su varita.

Nada de nuevo. Una vez más. Nada. De nuevo. Nada en absoluto. Una vez más. Y de nuevo, nada.

—¡Mierda! —exclamó, arrojando su varita al suelo.

Por el rabillo del ojo, miró la adivinadora. Acertó la primera vez, tal vez incluso una segunda. Lo tomó entre sus dedos, pensando cómo formular la siguiente pregunta:

—¿Qué me matara primero: el veneno o la pérdida de sangre? —preguntó, esperando que el trozo de pergamino le mostrara la respuesta en forma de runa. Lo dobló cuatro veces y abrió el triángulo.

—Veneno —susurró—, espera, pensé que sólo podía responder con runas —indagó desconcertadamente—. ¿Soy Hermione Granger?

Cuatro veces de nuevo.

Sí.

—¿Puedes ayudarme a identificar el veneno?

Cuatro de nuevo.

—No —leyó, tomando una respiración profunda—. Grandioso.

Cansada y destrozada, se tumbó en el suelo de arce de la biblioteca y miró hacia el techo. Hermione había pasado tantos años con la nariz enterrada entre los libros que nunca notó la belleza del mural. El techo representaba un cielo nocturno con símbolos astronómicos e imágenes caligráficas. Levantó la mano y con los ojos entrecerrados, comenzó a trazar las constelaciones con el dedo. Anhelaba llevar el nombre de algo que fuera eterno como el universo, para que la recordaran para siempre cuando todo lo demás se extinguiera.

Sus dedos trazaron a Sirius, Orion, Cygnus, Scorpius...

Draco.

Dejó caer su brazo y sus ojos se centraron en esa constelación. Ahora usando sus ojos en lugar de sus dedos, comenzó a trazar primero el triángulo, luego hacia arriba, después hacia abajo, luego hacia arriba de nuevo en una curva. Un dragón entre las estrellas. Para la mayoría, un símbolo de maldad, peligro y fuego. Para otros, fuerza, poder y sabiduría. La encarnación del caos absoluto.

Quizás esto era lo que ella anhelaba; caos absoluto. Estar en manos del mal y sentir el poder. Tal vez lo deseaba más que nada y sólo tal vez estaba tan cansada de luchar contra eso.

Si iba a morir después de todo, entonces podría hacer lo que quisiera.

Eres una guerrera, señorita Mione, puedes hacer cualquier cosa que te propongas —dijo su madre, alisando los rizos de su hija mientras la abrazaba.

Pero, ¿y si todo se pone difícil? ¿Qué pasa si no puedo encontrar las respuestas? —sollozó.

Oh, no te mentiré, será difícil a veces y las respuestas pueden no ser siempre obvias. No todas se encuentran en los libros, paloma mía. Algunas veces debemos crear nuestras propias respuestas y eso está bien.

¿Crear una respuesta?

Si lo que crees que debería ser la respuesta no parece la adecuada, inventa una —sonrió su madre—, no hay reglas.

¡Sí las hay! Existen muchas.

No, creamos las reglas, pocas veces son necesarias. Si nos damos reglas, ¿quién entonces puede decir que no podemos inventar las respuestas? Nadie excepto nosotros.

Hermione miró a su madre mientras se limpiaba las lágrimas.

Eres una guerrera y las respuestas están ahí, sólo tienes que decidir cuáles son.

Pelearía, pero no ahora. Probablemente ni siquiera mañana. Pero lo haría, Hermione no sobrevivió a la guerra para dejar que la degradación la matara.


Hermione se sintió completamente entumecida al día siguiente. Ser presentado con múltiples escenarios que amenazan la vida de una persona podría provocar eso. Una vez que has pensado que todo ha terminado, vuelve a surgir. ¿Qué quedaba por sentir además de una depresión absoluta? Ahora ella lo sentía. Probablemente sería lo mismo más tarde, pero tenía que empezar a pelear, incluso si no quería.

Con su mochila colgada del hombro, descendió hacia las mazmorras con la esperanza de que el aula de pociones estuviese vacía. Si iba a encargarse de todo, entonces necesitaba varios ingredientes. El único problema era reemplazarlos después de que los hurtara, los profesores de pociones eran muy meticulosos con sus suministros.

Mirando a su alrededor, sin encontrar a nadie en los pasillos, se dirigió al aula, abrió la puerta y la cerró detrás de ella. Dejó su mochila en un escritorio al azar y caminó a la estantería. Tenía pocas posibilidades de éxito, pero si pudiera encontrar el libro de pociones avanzadas que alguna vez fue propiedad del príncipe mestizo, tal vez podría obtener más información. Mirando a través de los tomos en busca de los más andrajosos y gastados, Hermione escuchó un crujido detrás de ella.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó.

—Soy el aprendiz de Slughorn, por si no lo recuerdas. —respondió Draco, cerrando la puerta del armario de suministros detrás de él.

—Por supuesto —dijo antes de volver a los libros. Había uno en particular que se veía peor que el resto, lo tomó del estante. Al abrir la primera página, Hermione estudió la lista de los propietarios anteriores. El más reciente: Draco Malfoy.

Hojeando el libro, encontró notas muy similares a las que Snape había dejado. Dándose la vuelta, vio a Malfoy ordenando el escritorio de Slughorn, era tan extraño verlo hacer algo tan mundano. Apartando ese pensamiento de su cabeza, colocó el libro frente a él, señalando su nombre escrito en la parte inferior de la página.

—Sabes cuál es mi nombre, excelente, Granger.

—Dejaste notas aquí, demasiadas diría yo.

—Tal vez ayuden a alguien que es terrible en pociones —dijo, cerrando el tomo y empujándolo a un lado.

Hermione sostuvo el libro contra su pecho y se sentó en uno de los taburetes del aula. Al hojear las páginas, notó que las notas eran extremadamente específicas. Si bien la poción requería la mitad de un tritón, había escrito, tres cuartas partes proporcionan más eficiencia y un efecto más duradero. Casi todos los ingredientes tenían notas similares. Cada poción tenía una descripción detallada, teniendo en cuenta los efectos secundarios, a corto y largo plazo, así como sus usos específicos en la vida cotidiana, incluso en la curación.

—¿Averiguaste todo tú mismo? —preguntó ella, observándolo apilar calderos en el estante trasero del armario de suministros.

—La mayoría, aprendí mucho de Severus.

—No sabía que ustedes dos eran cercanos —dijo en voz baja.

Draco apiló el último caldero antes de volverse hacia ella.

—Era mi padrino.

—¿Snape te enseñó Pociones?

—Él me enseñó sus secretos —respondió, caminando hacia ella—. Cómo hacer que una poción dure más, cómo aumentar su eficacia e incluso cómo hacer tu propia poción.

Hermione asintió mientras pasaba otra página. En la esquina superior derecha estaba escrito con letra pequeña: nunca usar Sectumsempra. Draco le arrebató el libro de texto de las manos y comenzó a leer las páginas por su cuenta mientras ella lo observaba, preguntándose en qué estaba pensando.

—¿Eres responsable de los suministros de Slughorn? ¿Inventario y cosas así?

Draco levantó la vista y le devolvió el libro.

—Al principio no confiaba en mí, pensó que le robaría algo, pero ahora sí, estoy a cargo del inventario.

—¿Crees que se daría cuenta si falta algo?

—Granger —advirtió, entrecerrando los ojos ligeramente—. ¿Qué estás tramando?

Ella cuadró los hombros, tratando de parecer estoica.

—Necesito arreglar mi brazo. Calmar el dolor es una cosa, pero deshacerse de él es otra. Tengo que curarlo.

—¿Sabes qué es lo que le ocurre?

Hermione se mordió el labio, debatiéndose entre sí debería decirle o no. Quería que él se sintiera culpable, hacerlo sentir responsable y mostrarle que esto la estaba matando. Pero ese era su punto débil y no quería que él lo usara en su contra.

—Sí, algo así. Necesito ingredientes para pociones, ¿puedes hacerlo por mí?

Sus ojos se entrecerraron de nuevo.

—¿Sabes exactamente lo que necesitas y cuánto?

—Todavía no, pero…

—No puedo tomar nada si no sabes lo que necesitas. Él ya me odia, no necesito otra razón para joder aún más las condiciones de mi libertad condicional.

Hermione suspiró, apretando el libro contra su pecho. El veneno en su cuerpo era desconocido. ¿Cómo se suponía iba averiguar el antídoto sin saber de qué estaba hecho el veneno? Necesitaba un poco de todo para probar diferentes combinaciones hasta que lo arreglara o la sacara de su miseria. Y entonces un pensamiento vino a ella.

—Obviamente eres inteligente —comenzó. Draco se cruzó de brazos sobre su pecho, esperando que continuara—, sabes más sobre pociones de lo que yo jamás podré. ¿Alguna vez has tomado una poción preparada, sin saber qué era, y la invertiste?

—¿Invertir?

—Diseccionarla, para averiguar cada ingrediente. Una vez que conoces los ingredientes, también aprendes a cómo usarlos y cómo hacer algo para contrarrestar los efectos. ¿Es eso algo que se puede hacer? —preguntó Hermione.

—Estoy seguro de que sí, pero llevará tiempo.

—¿Cuánto?

La definición de «potencialmente mortal» no viene con fecha límite.

—Depende de la complejidad de la poción.

—¿Qué hay de los venenos? ¿Qué tan complejos son?

Draco dio otro paso adelante, mirándola con sus ojos plateados.

—¿Quieres diseccionar un veneno? ¿Qué cosa no me estás diciendo, Granger?

Hermione mantuvo la cabeza en alto mientras lo miraba, sintiendo sus rodillas rozar las piernas de él.

—No tienes derecho a saberlo todo.

—Lo tengo si te ayudo.

—Soy perfectamente capaz de conseguir los suministros por mi cuenta, no necesito tu ayuda.

Draco tomó su mano izquierda y le tendió el brazo hacia adelante, se alegró de que la cicatriz estuviera escondida debajo del suéter. Él levantó su manga, mostrándole la herida cubierta por una gasa ensangrentada.

—¿No me necesitas? Cuando te comienza a doler y te desangras, ¿no me necesitas?

—No puedes enfadarte conmigo por esto.

—No lo estoy. Te lo estoy preguntando.

Apartó la mano de Hermione y le tocó la barbilla con el dedo, mirándola directamente a los ojos.

Su pecho se oprimió y apretó el libro con más fuerza contra ella.

—No necesito a nadie.

Sus dedos se deslizaron por su cuello, rozando sus clavículas, llegando hasta el borde de su blusa.

—¿A nadie? —susurró. Hermione suspiró profundamente mientras él desabrochaba hábilmente el siguiente botón, sus suaves dedos descendieron hasta el valle entre sus pechos.

Alguien trató de abrir la puerta forzando a Draco a apartar la mano de inmediato. Hermione se puso de pie, sosteniendo el libro sobre su pecho, con la esperanza de cubrir su piel enrojecida. La puerta se abrió y Slughorn entró, encontrándolos a ambos en el aula.

—Señorita Granger, es un placer verla, como siempre —sonrió Slughorn, mientras caminaba hacia su asiento y dejando caer las llaves sobre el escritorio.

—Ayer olvidé aquí mi libro de texto, sólo vine a recogerlo —dijo con una sonrisa forzada.

Asintió antes de mirar a Draco.

—¿La puerta se volvió a cerrar sola otra vez?

Draco miró a Hermione por un breve momento, sin que el profesor lo notara.

—Probablemente.

—Tendré que pedirle a Argus que arregle eso —murmuró el profesor para sí mismo—. Puedes irte, muchacho, no puedo obligarte a trabajar un viernes.

—Hasta luego, profesor —dijo Hermione, saliendo primero del aula de clases.

Salió de las mazmorras cuando lo escuchó venir detrás de ella. No hablaron durante el trayecto y ella podía sentir como su corazón bombeaba con fuerza en su pecho, maldiciéndose por estar tan nerviosa sin motivo alguno. Lentamente subieron las escaleras, ganándose miradas de soslayo de varios estudiantes más jóvenes en el camino. La mayoría se alejaron rápidamente con temor al ver a Malfoy, Hermione trató de ignorarlo. Cuando llegaron a la torre de los Premios Anuales, Draco comenzó a hablar:

—Si quieres los suministros de Slughorn, necesito entender el motivo —dijo mientras se detenían frente a la puerta del retrato.

—No tengo que explicarte nada —espetó Hermione—. Mientras esto todavía exista en mi piel, no tengo por qué decirte nada, Malfoy.

Empujó la puerta y entró, dejando a Draco fuera de la torre para después cerrar el retrato frente a él, se dio la vuelta y pateó los zapatos de Theo a un lado.

—¡Hermione! ¿Cómo estás? —preguntó Theo mientras ella caminaba rápidamente a su habitación.

—Bien, sólo cansada —respondió, cerrando la puerta detrás suyo.


Ingria: preciosa me alegra que todavía sigas por acá con los capítulos que subo de VSAS, ahora no tarde mucho haha lo bueno es que este capitulo es corto, bueno para mi pero malo para ustedes que quieren leer más haha espero poderles traer próximamente doble actualización, muchas gracias por tus comentarios de apoyo y de como estas siguiendo la historia y teniendo teorías sobre lo que pasara, estas muy cerca de saberlo todo haha besos y espero ver tu comentario por aquí con esta actualización :)

hadramine: ¡Gracias por comentar!