Various Storms and Saints
By: viridianatnight
Advertencia: cambio de P.O.V a Draco
Capítulo 21
Draco cerró la puerta del dormitorio detrás de él en cuanto ella se quedó dormida. Al ver a su mejor amigo de pie con una cerveza de mantequilla en la mano, caminó hacia él. Theo deslizó una segunda botella por la superficie plana del mostrador y observó a su amigo beber un largo trago, asumiendo que él necesitaba licor de verdad.
—¿Deberíamos sentarnos? —preguntó Draco.
—¿Me terminarás con delicadeza? —bromeó Theo mientras se sentaba en el sofá.
Draco se sentó en el espantoso sillón floreal de la sala común, sosteniendo la botella contra su rodilla, miró a su amigo expectante. Honestamente, nunca esperó que esta conversación tuviera lugar. Mierda, sucedieron ciertas cosas en este año que nunca había esperado que pasaran, no es que se quejara. Los ojos de Draco se dirigieron a la puerta y de nuevo a Theo, asegurándose de que no hubiera ninguna sombra por debajo. Él podría tener esta conversación, pero no si ella estaba escuchando.
—Soy un tipo honesto, Malfoy, ambos lo sabemos —comenzó Theo—, pero al parecer no lo has sido conmigo.
—¿En verdad esperas que te cuente absolutamente todo? —preguntó, bebiendo un sorbo de su cerveza de mantequilla.
—No necesito saber cuántas veces a la semana vas al baño, pero lo que pasó en las últimas horas necesita una explicación.
—Bien —suspiró, resignado—. ¿Por dónde quieres que empiece?
Theo bebió otro trago, alzando las cejas pensativo.
—Hermione me contó que sabías sobre su brazo, que estabas allí cuando sucedió, así que supongo que podemos comenzar por ahí.
Draco se aclaró la garganta y bebió un trago más largo, esta vez deseando que el licor fuera más fuerte. Pasando una mano por su cabello, mentalmente regresó a esa noche, que parecía haber sido hace una eternidad; siete meses, para ser exactos.
—Los carroñeros atraparon a Potter, Weasley y Granger usando el tabú. Los llevaron a la mansión y me pidieron que los identificara. Potter tenía una maldición punzante en el rostro, lo que hizo que fuera más fácil para mí mentir.
—¿Mentir?
—No lo entregué, dije que no estaba seguro de si era él.
—¿Por qué?
—Nunca quise que ganara, lo sabes. Si hubiera entregado a Potter en ese momento, significaría el principio del fin.
—Lo sé, pero lo odias —agregó Theo.
—Lo odié, es cierto. Lo hice durante mucho tiempo, eso fue antes de que esta jodida cosa me marcara —Levantó el brazo—, y arruinara mi vida. Hasta ese verano, nada de eso me había afectado realmente, pero luego todo cambió. No quería ser quien era, no quería convertirme en mi padre, pero no tenía elección. Aún sigue sin agradarme después de todo, pero no lo odiaba.
—Entonces, cuando los llevaron a la mansión, no los entregaste —concluyó Theo—. ¿Qué pasó con Hermione y la comadreja?
—Todos insistieron en que eran ellos, mi madre reconoció a Granger, mi padre sabía que era un Weasley. Creo que dije que podrían ser ellos, pero nadie me escuchó en ese momento. Entonces Bella insistió en hablar a solas con Granger, así que los demás fueron llevados al sótano junto con Lovegood y Thomas. Theo asintió, recordando que Draco le había mencionado algo de esto con anterioridad.
—¿Por qué eligió a Hermione? Si pensaba que era Harry, ¿no debería haberlo... torturado en su lugar?
Draco levantó las cejas.
—Bella era una sádica. Ella me entrenó en oclumancia, sabía todo sobre mí. Cada pensamiento, cada recuerdo, todo.
—Vio a Granger.
—Vio a Granger —repitió lentamente—. Se aprovechó de mis estúpidos sentimientos y los usó en mi contra. Granger tiene razón, si no sintiera nada por ella, entonces Bella nunca la habría visto y hoy estaría bien. No tendría esa maldita cicatriz y no sería… mi culpa.
—¿Qué sucedió exactamente?
—Bella utilizó la maldición Cruciatus en ella, más de una vez. Luego tomó su daga y talló esa palabra en su piel —dijo, mirándose las rodillas—. Debí haber actuado. Incluso si ella me mataba, habría valido la pena. Me odio a mí mismo por eso.
—Amigo —dijo Theo, llamando la atención de Draco—. No puedes cambiar lo que pasó, así que no seas tan duro contigo mismo por ello.
—No, no puedo evitarlo. Mientras le siga pasando esta mierda a ella, no puedo perdonarme. Demonios, si tan sólo pudiera ser yo el que pase por su dolor, lo haría.
Theo sonrió levemente.
—Eres un maldito romántico, Malfoy.
—Yo no lo llamaría romance —dijo Draco mientras bebía otro trago—. Pero, como no puedo sufrir en su lugar, hago todo lo que está a mi alcance para apaciguar su dolor.
—¿A qué te refieres?
Draco se inclinó hacia adelante y colocó su botella casi vacía sobre la mesita de café, preparándose para las burlas que estaban por venir. Se aflojó la corbata esmeralda y se recostó en su asiento.
—Estuve aquí, esperando que regresaras de La Cabeza de Puerco, a mediados de septiembre. Estaba ocupándome de mis propios asuntos cuando ella entró gritando como una loca. Dijo que me odiaba, que estaba enojada por la forma en cómo la traté todos estos años, tenía todo el derecho de estarlo. Y luego me besó.
La amplia sonrisa de mierda en el rostro de Theo lo irritó.
—¿Le devolviste el beso?
—Sí, Nott. Pero ella estaba borracha y después interrumpiste...
—Amigo, si hubiera sabido que te estabas besando con la chica con la que has estado obsesionado durante años, me habría apurado a salir de allí.
Draco dejó escapar una pequeña risa.
—De todos modos, pasaron un par de días, tal vez una semana, antes de que lo volviera a hacer. Sobria esta vez y en medio de la biblioteca. Lo cuestioné, me detestó por cuestionarlo. Si ella me estaba besando voluntariamente, debería haberlo aceptado y cuando lo hice, Fairer apareció y le dijo que se mantuviera alejada de mí.
—Maldito hijo de perra —exclamó Theo, sonriendo a su bebida.
—Sí, bueno, ella me había estado evitando hasta que enviaste ese patronus. Cuando hablé con ella después de eso, me dijo la razón del por qué me besó. Dijo que le quité el dolor de su brazo, como si la cicatriz nunca hubiera estado allí.
Theo frunció el ceño, pensando profundamente en la última frase.
—Eso no tiene ningún sentido.
Draco asintió en acuerdo.
—Granger dijo que el dolor se había ido, y si puedo hacer eso por ella, entonces lo haré.
—También puedes besarla —dijo Theo, sonriendo con locura. Draco rodó los ojos ante su infantilismo—. Así que eso es lo que estabas haciendo allí. Es una lástima que no te la cogiste.
Theo rio, llevándose la botella a los labios.
Draco no reaccionó, sintió un nudo en la garganta, así que se limitó a sólo mirar a su amigo mientras reía, luego Theo apartó la botella de sus labios y lo miró con atención. Observó cómo él dejó la botella sobre la mesita de café y saltó de su asiento, con los ojos más sorprendidos que nunca.
Con la mandíbula abierta y las cejas levantadas, lo señaló con un dedo acusador.
—¡Lo hiciste! ¡Te la cogiste! ¡Oh, por Salazar!
Draco permaneció inmóvil, lo que le permitió a Theo concluir que estaba en lo cierto.
—¿Estuvo bien? —dijo Theo, levantando las cejas aún más—. ¿Cuántas veces? ¿Fue exactamente como lo imaginaste?
—No te voy a decir nada.
—No, no, no. Me lo vas a decir, siempre lo haces.
—Lo lamento, amigo.
—¡Me debes esto, Malfoy! ¿Sabes siquiera cuántos años tuve que soportar tu parloteo? Estaba tan harto de escuchar lo jodidamente hermosa que era Hermione Granger. Su «cabello castaño sedoso y su sonrisa contagiosa. ¡Es tan inteligente, Theo! ¿Viste su cabello hoy?» —se burló, sentándose de nuevo en el sofá e inclinándose hacia adelante—. ¡No pasé la mitad de mi adolescencia escuchándote suspirar por esa chica para que ahora no me lo digas! Me hablaste de Pansy, mierda, te hablé de Pansy. Te hablé de Romilda, Terry, Daphne y...
—Sí, tú eres el mujeriego, lo sé. Tuve que soportarlo.
—Dímelo.
—No.
—Dímelo o despertaré a Granger ahora mismo y le diré que estás jodidamente enamorado de ella y eso la asustará para siempre, tú eliges.
—No estoy enamorado de ella.
Theo rio increíblemente fuerte, golpeándose la rodilla.
—Que buen chiste, casi te creí por un momento. Sólo dime algo, amigo. No sólo me lo merezco por ser tu diario personal, sino porque también extraño terriblemente el contacto corporal.
—¿No es Pansy suficiente para ti?
—Ahora está ocupada con Blaise, sólo estoy esperando a que ella me lo confiese —dijo Theo, con un toque de tristeza en su voz.
—¿Podemos terminar esta conversación? —preguntó Draco.
Theo había decidido hablar con él sobre Pansy, sobre qué hacer cuando Hermione despertara.
—Luego, ahora, suéltalo.
—Ella…
Draco pensó cuidadosamente qué decir. Pensó en la primera vez, en lo segura que estaba de lo que quería y en cómo eso lo dejó alucinado. Pensó en la sensación de sus labios, carnosos, extraordinariamente atractivos y suaves. Draco podría besarla por años y nunca se cansaría de ello. Durante el sexo, lo que más le gustaba de ella era los descarados que eran sus gemidos. Esos perfectos gimoteos, fuertes y entrecortados lo habían enviado al límite. Rápidos, como si no pudiera recuperar el aliento, brotando en lo profundo de su pecho mientras se movía con fervor. Mierda y cuando ella dijo su nombre, podría haber jurado que jamás se lo cambiaría por nada.
Granger, con su piel suave como el calor de mil rayos de sol, besada por los dioses en el color olivo más perfecto. Cuando estaba excitada o cuando estaba al borde del orgasmo, o en la forma en que se sonrosaba, desde las mejillas hasta el valle entre sus pechos. Con ojos más brillantes que los de un dragón, dorados, llenos de la belleza más pura, salpicados de miel y toques naranjas. Ella era divina. Era la página de su libro favorito que leía cada vez hasta quedar satisfecho. Sabía a té caliente, endulzado más allá de lo normal. Era la gracia salvadora en un mundo lleno de odio.
Puede que él fuera una estrella, pero… ella era el sol.
Draco se mordió el labio inferior mientras consideraba qué decir.
—Digamos que, nunca quiero volver a escuchar a otra mujer gemir mi nombre.
Theo finalmente se fue a la cama después de varias horas bien merecidas entre bromas y burlas. Draco sabía que era sólo por diversión, pero algo se quedó en el fondo de su mente. Esto, lo que sea que pasara entre ellos, no duraría y no quería perder el tiempo pensando en el final. Necesitaba vivir el ahora y hacer todo lo que estuviera a su alcance para aliviar su dolor.
Tentativamente, Draco abrió la puerta del dormitorio de ella, notando que su ventana se encontraba abierta. La luz blanca de la luna se derramaba sobre las sábanas, sobre su pecho y rostro. A la luz, su piel brillaba perfectamente, incluso con el rímel corrido debajo de sus ojos y algunos rizos rebeldes que caían sobre su frente. Juró que nunca volvería a ver algo tan maravilloso.
Sacó la gasa de su maletín y caminó hacia ella, su brazo seguía expuesto para él. Se sentó a su lado mientras retiraba con delicadeza el último vendaje suelto, lo que permitió que la herida respirara. Observó tendidamente las horribles palabras por las que una vez la llamó y que ahora quedarán manchadas para siempre en su perfecta piel aceitunada. Apretando la mandíbula, pasó suavemente los dedos por la cicatriz, tratando de comprender, tratando de disculparse. Ella era la última persona que merecía un dolor así, sufrir así. Merlín, quería quitársela, lo hacía sentir enfermo. Fue el resultado de cada elección equivocada que tomó y por la cual siempre se culparía a sí mismo.
Draco vendó la herida, esta vez con más fuerza. Ella se movió un poco cuando rasgó el exceso de gasa con los dientes, tirando el sobrante en su maletín. Se levantó, mientras trataba de convencerse a sí mismo que mirarla era solamente por protección y que no era espeluznante en lo absoluto.
Los ojos de Hermione se abrieron, ajustándose a su entorno. Se miró el brazo vendado y su torso expuesto, Draco notó que se sonrosaba levemente.
—¿Podrías pasarme una camiseta? —preguntó, su voz estaba áspera por el cansancio.
Draco abrió el primer cajón, dándose cuenta casi de inmediato de su error. Lo cerró, no sin antes notar una gran variedad de prendas de encaje que mataría por verla usar. El próximo cajón fue el correcto, tomó una camiseta al azar antes de dársela. Ella se sentó y se lo puso sobre su melena mientras él continuaba estudiándola, pensando en lo transparente que era la camiseta, podía notarse todavía su sostén rosa.
—Te quedaste.
—Tú me lo pediste.
Hermione lo miró a los ojos y Draco sintió que su pecho se contraía al ver la miel pura que lo encanta sin esfuerzo. Abrió la boca para decir algo, pero rápidamente la cerró. Sus cejas se arquearon y se mordió su labio inferior, mordisqueándolo lentamente.
—¿Podrías sentarte, por favor? —preguntó ella—. Me estás asustando.
Draco se sentó frente a ella, manteniendo una distancia segura en caso de que decidiera golpearlo.
—¿Soy intimidante?
—Sí. Eres muy alto y de pocas palabras, lo que deja a los demás preguntándose qué dijeron que estuviera mal. También tienes una mirada muy penetrante, por si no te habías dado cuenta.
—No, de hecho.
—Pocas palabras de nuevo —Hermione rio brevemente, colocando un mechón de cabello detrás de su oreja—. No sé qué decir.
—No tienes que decir nada si no quieres.
Ella asintió.
—Lo sé, pero quiero hacerlo. Supongo que empezaré de forma sencilla. ¿Theo lo sabe?
—Sí. —respondió Draco, maldiciéndose a sí mismo por responder brevemente. Estaba acostumbrado a respuestas simples y directas. Su padre lo reprendería si hablaba demasiado.
—¿Qué es lo que sabe exactamente?
Hermione se estaba hurgando las uñas, moviéndose incómoda en su lugar. Draco no quería asustarla, pero temía haberlo hecho ya.
—Él sabe la razón, le conté lo que me dijiste a mí, que quito tú dolor.
—Pero también sabe el motivo —afirmó en lugar de preguntar.
—Sí.
Ella no lo estaba mirando, así que se permitió sonreír, sus labios se movieron unos centímetros. Quería sonreír más con ella a su alrededor. No había sonreído desde hace un tiempo.
—Me disculpo por explotar frente a él.
—No tienes nada por lo que disculparte —Le aseguró, extendiendo sus dedos temblorosos hacia ella.
Miró hacia arriba, dejando escapar un breve suspiro.
—Toda esta situación me parece tan deprimentemente confusa y cada parte de mí quiere gritarte que te vayas y que jamás me vuelvas a hablar. Hasta la última parte de mí está destinada a odiarte tanto como a Ron, o a cualquier otra persona.
Él no dijo nada cuando ella hizo una pausa, preparándose para irse con los pedazos de orgullo que le quedaban.
—Pero ya no sé quién soy, así que todas las partes de mí que dicen eso no significan nada. Te disculpaste y quiero perdonarte, pero el perdón debe ganarse. Quiero creer que ahora eres una persona diferente, probablemente para poder convencerme a mí misma de que no he hecho nada inmoral. Yo sólo... ¡No sé nada en absoluto! No sé qué hacer o qué es lo correcto. Así que supongo que lo que estoy tratando de decir es que aunque debería echarte, no lo haré.
Hermione siempre se las arreglaba para confundirlo, ahora más que otras veces. Draco la observó mientras miraba alrededor de la habitación, mientras ella tiraba del edredón más cerca de su cuerpo y mordía su labio inferior todo el tiempo.
—También me convencí de que la única razón por la que te beso o duermo contigo es por mi brazo. Y que de alguna manera el admitir sobre que realmente lo disfruto me convierte en una persona horrible o una ramera. ¡Yo sólo…! —Hermione enterró su cara en sus manos, luego se las pasó por el cabello—. No sé lo que estoy haciendo y estoy tan cansada de tener que resolver todo. Quiero tener derecho a cometer errores sin sentir que todo el mundo está juzgando. Quiero gritar cuando esté molesta y llorar cuando esté triste. Quiero descubrir cómo arreglar esto, y no siento que esté pidiendo mucho.
—No es así —dijo Draco, mirándola directamente a los ojos.
Hermione soltó un profundo suspiro, dejando caer sus hombros. Hermione apartó las sábanas de su regazo y se sentó frente a él, con una rodilla rozando su pierna. Sintió que se le aceleraba el pulso por su cercanía, por el calor de su rodilla desnuda a través de la tela de sus pantalones. Sus cejas se fruncieron intensamente mientras lo miraba, Draco instintivamente levantó sus muros de oclumancia, algo que hacía cada vez que alguien lo miraba directamente a los ojos.
—Deja de hacer eso —dijo ella.
—¿Hacer qué?
—Desde que me dijiste que eres un oclumante, puedo ver qué bloqueas todo. Para de hacer eso.
—No puedo.
—Sí puedes. Acabo de confesarte algo que nunca le he contado a nadie, es lo menos que puedes hacer.
Draco tragó saliva. Sabía que ella no era una legeremante, que no podría entrar en las partes más profundas de su mente y destrozar sus recuerdos o exponer los terribles pensamientos que había tenido. Lo sabía, pero no podía derribar los muros. Pasó tanto tiempo construyéndolos que el simple hecho de derribarlos requeriría una gran cantidad de fuerza. Pero por ella, lo intentaría. Abrió la puerta en lugar de dejar caer el muro, le permitió entrar mientras contenía la capacidad de empujarla hacia afuera.
—Estoy completamente confundida y también demasiado frustrada. Me ayudas, pero no quiero usarte. Nunca he sido buena pidiendo ayuda, en verdad, lo detesto —suspiró, mirando tentativamente de sus manos a sus ojos—, tienes razón, y odio que tengas razón, pero te necesito. Tengo que mantenerlo en secreto. A ti, mi brazo, todo.
Quería besarla, quería reclamarla con sus labios una y otra vez. Quería gritar, decirle que haría cualquier cosa si eso significaba estar con ella. Mantendría su secreto durante mil años, sólo por la oportunidad de tenerla un día más.
—Sólo dime las reglas, Granger.
Hermione colocó sus manos en su mandíbula, sus delgados dedos alcanzaron el vello de su sien. Ella lo miró brevemente antes de presionar sus labios contra los de él. Luego se apartó, sus ojos color miel mirando con ternura y casi... aceptación. El corazón de Draco latía tan fuerte en su pecho, que le dolía. Él dejó que ella lo mirara todo el tiempo que quisiera; todo esto fue por ella. Todo era por ella.
Hermione lo besó de nuevo, esta vez con más insistencia, con fervor y dolor. Él la atrajo hacia él por la delgada tela de su camiseta, sus manos encontraron su cálida piel debajo. Draco se derritió bajo sus labios mientras sus manos subían por su espalda y tiraban de su camiseta con ellas. Se arrastró hasta su regazo, encajando perfectamente contra él. Sus pechos presionaron contra el suyo mientras arqueaba la espalda, haciendo que él se tensara con su toque. Draco tenía un inmenso autocontrol, pero no con ella, la necesitaba siempre, en todas partes, todo el tiempo.
Ella se apartó cuando sintió las manos de él subiéndole la camiseta. Hermione tomó el dobladillo de su camiseta, pasándola sobre su cabeza. Su cabello cayó sobre sus hombros y Draco agradeció a todos los dioses en el cielo que permitieron que esto sucediera. Él la estudió por un momento, hasta que ella lo besó de nuevo. Sus brazos se envolvieron alrededor de su espalda, atrayéndola hacia sí mismo mientras se ponía de rodillas y la recostaba sobre la cama, apartando el grueso edredón a un lado. Hermione desabrochó rápidamente su camisa y comenzó a bajarla por sus brazos cuando se detuvo.
Tomó su varita de la mesita de noche y apuntó a su antebrazo, lanzando un hechizo de desilusión para después arrojarla al suelo.
—Tendrás que mostrármela eventualmente, pero ahora no me importa —dijo ella, quitándole la camisa por completo.
Draco sintió que la parte inferior de su abdomen se tensaba ante sus palabras y las manos de ella recorriendo la longitud de su cuerpo; pasando sobre las cicatrices, los músculos tensos formados por años de Quidditch y odio a sí mismo. Tener que ser ella quien lo tocara envió su cabeza a un frenesí. Realmente no había mejor sensación que está.
Él la besó de nuevo, sintiendo suaves labios capturar los suyos mientras sus manos envolvían su espalda, acercándolo más. Sus labios se movieron por su cuello, encontrando su punto quiebre, justo debajo de su mandíbula. Él mordió su piel con los dientes, arrancando un jadeo de su pecho. Un gemido corto y hermoso. Se sintió cada vez más duro mientras empujaba contra la cremallera de sus pantalones. Draco presionó su pene cubierto contra su muslo y gimió roncamente. Mientras él dejaba marcas en su cuello, sus manos terminaron en la cinturilla de sus pantalones. Draco las detuvo colocándolas a ambos lados de ella.
—Paciencia, Granger —dijo, mirándola con brillantes ojos—. Mantén tus manos fuera o lanzaré un hechizo adhesivo, ¿de acuerdo?
Hermione asintió, mordiéndose el labio inferior. Continuó su asalto de besos por su cuello, hasta su pecho. Rápidamente, su sostén cayó en algún lugar del suelo mientras él besaba entre sus pechos. Ella arqueó la espalda contra su toque cuando él se apartó para admirarla.
—¿Decepcionado? —preguntó en voz baja.
Los ojos de Draco se clavaron en los de ella y envolvió una mano alrededor de su cuello delicadamente, acariciando su suave piel.
—¿Cómo podría estar decepcionado?
—Ron lo estaba.
—Cualquiera que no puede ver lo asombrosa que eres, es un jodido idiota.
Hermione tiró de su rostro y lo besó con fuerza esta vez, él la dejó por un momento antes de empujar sus manos hacia abajo.
—¿Tengo que obligarte a mantener las manos en tu lugar? —preguntó.
Hermione negó con la cabeza mientras él cubría su cuello con besos. Una de sus manos encontró uno de sus pechos, amasándolo bruscamente, obteniendo un suave gemido por parte de ella. Draco lamió su otro pecho antes de rodear su pezón con la lengua. Mientras pellizcaba la punta de uno, mordisqueaba el otro, tirando de él entre sus dientes. Sus gemidos se convirtieron en el murmullo de una melodía increíble que desearía haber escuchado antes.
Draco continuó su descenso de besos hasta la cintura de su falda. La sostuvo con ambas manos, rasgándola por la mitad y la arrojó a un lado. Besó el elástico de sus bragas, pasando su lengua a lo largo de su longitud mientras sus manos se deslizaban por sus muslos, apretándolos con fuerza.
—Malfoy —gimió, apretando la almohada debajo de su cabeza.
Le quitó la ropa interior y separó aún más sus piernas, presionando besos contra la parte interna de sus muslos, moviéndose hacia el lugar que más quería probar. La respiración de Hermione se aceleró de nuevo cuando sus manos se envolvieron alrededor de sus piernas, presionando sus caderas contra la cama. La nariz de Draco rozó los rizos de su vagina mientras su lengua lamía lentamente a través de sus pliegues. Gimió de nuevo, en un breve y perfecto jadeó. Él la atrajo hacia sí, colocando sus piernas sobre sus hombros. Su lengua la lamió de nuevo, extendiendo su humedad hasta su clítoris. Provocando su entrada, penetrando lentamente en su interior.
—Oh, por dios —gimoteó, apretando la almohada con más fuerza.
Draco la miró, brillando a la luz de la luna, apretando la almohada con más fuerza. Observó cómo su pecho subía y bajaba con cada respiración rápida y cómo echaba la cabeza hacia atrás mientras él metía la lengua dentro de ella. Se deleitó con su sabor tan dulce como la miel en sus ojos, increíblemente adictivo. Su lengua encontró su clítoris, lamiéndolo rápidamente. Sus muslos saltaron ante el toque, causando que él apretara sus caderas con brusquedad, definitivamente le provocaría hematomas al siguiente día.
—Por favor… —gimió Hermione.
Él se detuvo de repente.
—¿Por favor qué?
—Déjame tocarte.
Sus ojos brillaban en la luz blanca, sus mejillas estaban sonrosadas. Draco continuó lamiendo su clítoris mientras una de las manos de Hermione encontró su cabello, tirando y masajeando su cabeza. Su otra mano se entrelazó con una de las suyas, descansando sobre su cadera. Estaba cada vez más duro, escuchando sus gemidos, palpitando por sus silenciosos suspiros y breves maldiciones.
Aceleró los movimientos de su lengua, alentado por sus violentos tirones y gemidos. Ella se humedeció más debajo de él, la miel goteaba de su interior. Él la succionó, provocando una vez más su entrada.
—Merlín, no te detengas.
Draco chupó su clítoris, concentrándose en la presión perfecta para ella. Él lamió, chupó, provocó, hasta dejarla en un estado de inexistencia.
—¡Sí, sí, sí! —Hermione sollozó. Sus caderas se apretaron con más fuerza alrededor de su cabeza y sintió que estaba a punto de culminar con sólo tocarla. Hermione levantó sus caderas contra él, sus piernas temblaban mientras sus gemidos se hacían más cortos y pesados.
—¡Voy… voy a…! ¡Oh, Malfoy, sí!
Se congeló mientras se venía, estremeciéndose de puro placer. Hermione terminó en su boca, sintiendo como goteaba debajo de ella. Draco sostuvo sus caderas y su mano con rudeza mientras gemía en su centro, saboreando su dulzura mientras se venía también.
Hermione se apoyó sobre sus codos y lo miró con los ojos muy abiertos cuando él salió de entre sus muslos.
—¿Terminaste? —preguntó con incredulidad.
Ni una sola vez en su vida Draco se había sentido tan avergonzado como hasta ahora.
—Malfoy —exclamó, llamando su atención, todavía sin creer lo que había pasado.
—Sí —admitió, arrastrándose sobre ella.
Hermione presionó sus manos en sus mejillas mientras una pequeña sonrisa jugaba en sus labios, sus cejas se contrajeron en confusión.
—Eso fue, a falta de una palabra mejor, jodidamente atractivo.
Él sonrió antes de presionar sus labios contra los de ella, dejándola saborearse a sí misma en su boca. Tan sólo eso podría hacerlo terminar de nuevo.
—Pero, te quiero dentro de mí —susurró contra sus labios—. Ahora.
Draco se quitó los pantalones junto con la ropa interior y se colocó frente a ella. Hermione pasó las manos por sus brazos musculosos, que sostenían su cuerpo sobre el suyo. Lo miró directamente cuando él de repente se introdujo en su vagina, gemidos bajos escaparon de ambos. Hermione besó su cuello, acercándolo más a su cuerpo. Envolvió sus piernas alrededor de su torso, balanceando sus caderas sobre su duro pene.
—Mierda, Granger —gimió, penetrando profundamente dentro de ella.
Hermione lamió su cuello, mordisqueando la piel justo por encima de la clavícula. Se movió dentro de ella a un ritmo constante, gimiendo y maldiciendo al mismo tiempo.
—Más rápido, Malfoy, cógeme más duro —susurró, levantando su barbilla para mirarlo a los ojos—. No me romperás.
Draco hizo lo que le pidió, embistiéndola con rudeza. Hermione sostuvo su mirada mientras jadeaba, con las cejas arqueadas por el dolor y el placer. Él acercó su nariz a la de ella antes de besarla bruscamente. Sus besos fueron interrumpidos por gemidos y suspiros conjuntos, contacto visual prolongado y respiración agitada.
—Mierda, buena chica, Granger —gruñó Draco.
Hermione asintió, apretando sus caderas contra las de él.
—Dilo de nuevo.
—Buena chica —susurró contra sus labios. Hermione se movió de nuevo, haciéndolo gemir—. Cógeme.
—Mierda, me voy a venir de nuevo —gimió, echando la cabeza hacia atrás.
Draco besó su cuello expuesto, resbaladizo por el sudor y cubierto de marcas suyas. Suya. Ella era suya.
El pensamiento lo envió al límite mientras se movía con más velocidad, empujándola al borde, haciéndola gritar su nombre.
Mía, mía, mía, mía.
—¡Sí! Oh, dios, voy a… —tartamudeó Hermione, aferrándose a sus hombros con fuerza.
Él la miró, con los ojos cerrados, estudiándola, su boca apenas abierta y sus suaves rizos pegados a su cuello. Su piel brillaba y sus gemidos roncos llenaban el aire.
Mía, mía, mía, mía.
Ella se vino una vez más, sus caderas se envolvieron alrededor de él temblando mientras suaves gemidos resonaban en sus oídos. Ni un minuto después, Draco terminó dentro de ella y capturó sus labios, sintiéndola gemir en su boca. Permaneció en su interior mientras se recuperaban de su completo éxtasis. Draco juró que nada era más atractivo que tener a Hermione Granger retorciéndose debajo de él, gritando su nombre. Era suya.
Cuando salió de ella y fue a buscar su ropa interior, la escuchó murmurar algo.
—¿Qué?
Se dio la vuelta y la vio vestirse con su camisa, cuyas mangas eran demasiado largas. Al verla con su ropa, se le aceleró el pulso y se le secó la garganta. Era peligroso, podría acostumbrarse a esto.
Hermione se abotonó la camisa hasta el pecho antes de tenderle la mano.
—No quiero lidiar con el prefecto y sus quejas de que regresaste a tú sala común en medio de la noche. Quédate.
Mía.
Draco se metió en la cama junto a ella, cubriendo a ambos con las sábanas. Hermione rodó sobre su costado, presionando su espalda contra la de él mientras se quedaba dormida. Fácilmente podría acostumbrarse a esto.
Ya quería traerles uno de los capítulos que mas me ha gustado desde que comencé a traducir la historia, les pido una disculpa por desaparecer por tanto tiempo, he tomado un cambio de trabajo y estoy a punto de empezar este siguiente lunes, espero que puedan orar por mi y también que nos podamos encontrar en una siguiente actualización, muchas gracias por sus comentarios, besos :)
