Various Storms and Saints
By: viridianatnight
Capítulo 23
—Me reúno seguido con Bill, lo cual es genial, también trato de cenar frecuentemente con los Weasley tanto como puedo, pero la preocupación de Molly me asfixia un poco. Sé que tiene buenas intenciones, pero...
Hermione se llevó el teléfono a la oreja mientras se miraba en el espejo. Escuchando a medias las palabras de Harry, no podía concentrarse en nada. Su mente estaba llena de pensamientos demasiado complejos, pero a la vez insignificantes, se preocupaba por cosas que no se le habían pasado por la cabeza en años. Aquellas que eran mucho menos importantes que los problemas con su brazo. No podía evitarlo. Cuando su mente comenzaba a pensar frenéticamente en algo, no podía simplemente detenerse. Así que sólo continuaba y analizaba todo lo que podía.
Cuando se miró en el espejo, comenzó a preocuparse por su apariencia. Una vez más, sin razón alguna, sin sentido, insignificante. Hermione no había pensado en cómo se veía desde el Baile de Navidad, la única noche en que hizo un esfuerzo mayor para lucir hermosa. La apariencia no era importante para ella, incluso cuando estaba con Ron. Mierda, especialmente cuando estuvo con Ron. No podía recordar que alguna vez la llamara hermosa o incluso bonita. Mirándose en el espejo, pensó que le gustaría verse atractiva. ¿Por qué?
¿Hermione de verdad estaba pensando en intentarlo por él? Después de tantos años de jalones de cabello e insultos, ¿quería verse bien para él?
Se disculpó, Hermione.
¿Qué estaba tratando de hacer? ¿Fue todo un error? Él dijo que le importaba, dijo que estaba haciendo todo esto por ella. ¿Por qué no podía simplemente permitirse confiar en él?
Se levantó la camisa y se estudió a sí misma. No era perfecta, tenía un montón de extraños lunares sobre el estómago y uno sobre su pecho izquierdo. Girándose hacia un lado, Hermione pellizcó el pliegue debajo de su sostén y miró su pequeño vientre. Increíblemente ordinario. Sus muslos eran más grandes que las del resto de las chicas de Hogwarts, se rozaban al caminar, por eso su falda terminaba más alta debido a sus caderas, simplemente no podía bajarla más que el promedio. ¿Por qué estaba tan preocupada por ello?
—Harry —interrumpió.
—¿Eh, dime?
Se pasó el dedo por su ceño.
—¿Crees que soy bonita?
—Hum, claro, quiero decir, por supuesto.
Hermione puso los ojos en blanco, alejándose del espejo.
—Perdona, esa fue una pregunta estúpida.
—No, no es estúpida. ¿Te encuentras bien?
—Sí, todo está bien.
—Mione.
—No importa, sólo olvida lo que pregunté.
Acercó una silla a su escritorio y se sentó en ella, notando cómo sus caderas sobresalían, aplanándose sobre la superficie de la silla. Se bajó la falda y sacó uno de los libros sobre magia oscura prestados de la biblioteca.
—¿Alguien dijo algo? ¿Fue Malfoy? —insistió Harry.
—No, Harry, enserio estoy bien. Escucha, tengo que irme.
—Espera, puedes hablar conmigo. Quiero decir…
—¡Es algo estúpido! ¿Sí? Es sólo que... Ron nunca me halagó, así que estoy actuando como una idiota y hormonal adolescente. Sé que es absurdo y quiero que por favor olvides lo que pregunté.
Abrió el libro y se quedó mirando la primera página, sin intentar realmente leer.
—Ron es un idiota —dijo—. ¿Por qué te importa? ¿Estás saliendo con alguien más?
Instintivamente quiso decir que no, sin embargo, ¿era totalmente mentira?
—Sólo es algo en lo que las chicas piensan a menudo, en serio tengo que irme, tengo mucho que estudiar.
—De acuerdo —asintió después de una breve pausa—. Te amo, Mione.
—Adiós, Harry.
Después de colgar, se levantó de nuevo y se miró en el espejo. Existía una gran posibilidad de que estuviera muriendo y la idea de no ser considerada hermosa oprimía todo lo demás. Hermione se acercó más, tirando de la piel debajo de sus ojos y notando las ojeras. Unas pocas pecas en el puente de su nariz eran apenas visibles y las odiaba. Se pasó el dedo por los labios, deseando que la parte de arriba estuviera más llena como la inferior.
¿Por qué le devolvió el beso? Cuando se veía así, ¿por qué alguien querría siquiera besarla?
Hermione se alejó del espejo y sacó su suéter más grande, poniéndoselo por encima de su cabeza. Era enorme y la cubría perfectamente. Tomó el libro sobre magia oscura del escritorio y se dirigió a la cocina por un vaso de agua. Al mismo tiempo que lo llenaba, la puerta del retrato se abrió seguida por ambos Slytherin.
—No, lo digo enserio, realmente estoy feliz por ella, pero más por mí mismo, ahora tiene a Blaise para lidiar con sus lloriqueos —escuchó la voz de Theo desde el pasillo—. Hola, Hermione.
Hermione le dedicó una sonrisa, más bien una mueca en sus labios antes de mirar a Draco, quien ya la estaba mirando con sus brillantes ojos, haciéndola sentir aún peor. ¿Por qué siempre la estaba mirando? ¿Realmente era tan horrible?
Theo los observó a ambos, frunciendo los labios.
—De acuerdo, creo que los dejaré solos. No hagan demasiado ruido.
Palmeó a Draco por la espalda antes de dirigirse hacia su habitación.
Hermione se quitó el suéter tan pronto como entró en la habitación, seguida por Draco. Se sentó en el escritorio con su libro y su vaso de agua, dejó de prestarle atención a él. Comenzó a leer, aunque apenas podía concentrarse, su molesto cerebro adolescente la distraía de las cosas importantes.
—He estudiado más ingredientes —dijo Draco de pie detrás de ella—. ¿Encontraste algo más?
—No —respondió ella brevemente, apoyando su cabeza en una mano mientras hojeaba los capítulos de su libro.
—¿Está todo bien?
Hermione se encogió de hombros. Draco se acercó al costado de su escritorio, apoyándose en él. Ella escondió su rostro detrás de sus rizos rebeldes mientras él la miraba, observando cómo leía la misma página una y otra vez en la cantidad de tiempo que podría haber leído cinco. Puso su mano encima del libro, obligándola a reclinarse en la silla.
—¿Te duele el brazo?
—No.
Él suspiró.
—¿Vas a obligarme a hacerte hablar?
—¿Por qué tendría que decirte algo? —replicó Hermione.
—No tienes por qué.
Prácticamente lo detestaba, odiaba toda esa extraña gentileza por su parte.
—¿Por qué me devolviste el beso? —preguntó ella, entrecerrando los ojos ligeramente—. ¿Por qué después de todas tus palabras? ¿Por qué cuando me veo así?
Sus ojos se quedaron quietos mientras hablaba.
—Te pedí disculpas y seguiré haciéndolo.
—Eso no responde a mi pregunta.
Draco se enderezó y extendió su mano. Hermione la miró con duda antes de tomarla. La ayudó a ponerse de pie y la condujo al espejo que la había atormentado minutos antes.
—Malfoy, yo no…
—Observa —interrumpió, parándose detrás de ella y sosteniéndola cerca suyo. Hermione bajó la mirada al suelo, incitando a Draco a tomarla suavemente por la barbilla y levantar su cabeza. Él la miró a los ojos a través del espejo—. Mírate.
—No quiero —dijo con voz temblorosa
Draco agitó su mano, cerrando la puerta de su dormitorio, sin dejar de mirarla. Sus manos encontraron el dobladillo de su suéter y cuando comenzó a levantarlo, Hermione lo detuvo.
—No.
Continuó mirándola, sin decir ni una palabra. Draco tomó suavemente sus manos y las presionó a sus costados. Volvió a tomar su suéter y se lo pasó por la cabeza, dejándolo caer al suelo. Hermione se abrazó a sí misma sobre la parte superior de su blusa, sintiéndose demasiado expuesta. Draco se inclinó hacia su oreja, apartando los mechones de su cabello.
—Déjame mostrarte —susurró.
Draco comenzó a desabotonar su blusa, comenzando por los botones encima de sus pechos, bajando por su estómago y obligando a Hermione a tirar los bordes de la tela. Él ya la había visto, lo sabía, pero esto era diferente. No era por el calor de un momento que eventualmente terminaría en mentes borrosas y corazones palpitantes. Esto era con su permiso para dejarlo mirar aquello que ella odiaba tanto. Cuando terminó con los botones, pasó sus dedos por su torso y sus palmas heladas sobre su estómago, provocando que se apretara contra él. Draco trazó con los dedos desde la clavícula hasta sus hombros antes de quitarle la prenda por completo. Cuando aterrizó a sus pies, plasmó un beso en su cuello y otro en su hombro derecho.
Hermione sintió que se le cortaba la respiración mientras observaba sus acciones. Sus manos encontraron el botón en la parte trasera de su falda, dejándola caer también al suelo. Ahora se encontraba totalmente expuesta ante él, con solamente su ropa interior que no combinaba. Mirando su reflejo, no vio nada destacable, de hecho, se veía mucho peor. No era atlética como Ginny, no tenía las curvas femeninas de Padma, su figura distaba mucho de la de una supermodelo como Pansy. Ella era sólo Hermione.
Draco la examinó de pies a cabeza, sus manos acariciando su cintura, subiendo y bajando por sus curvas. Ella observó sus brillantes ojos plateados, esperando que se burlara. Se encontraba en su estado más vulnerable, derribando los últimos vestigios de confianza bajo sus pies.
—Mírate.
—Lo odio —susurró Hermione.
—¿Qué es lo que odias?
—Todo. Mis lunares. —Deslizó los dedos sobre ellos—, mis muslos son demasiado grandes. Mis caderas son demasiado anchas. Soy horrible.
Draco colocó sus palmas sobre las manos de ella descansando sobre su estómago. Entrelazando sus dedos con los suyos, depositó otro beso en su cuello.
—Cierra tus ojos. —Hermione obedeció sin dudar—. Lamento absolutamente todo lo que alguna vez te dije. También por haberte hecho sentir como algo menos que perfecta. Fui estúpido y ciego durante mucho tiempo. Déjame mostrarte lo que veo en ti.
Su pecho se apretó ante sus palabras y tragando saliva, asintió. Draco movió sus manos a su cuello, guiándola a lo largo de la piel con sus dedos. Cayendo sobre su pecho, sintió la pronunciación de sus clavículas bajo las yemas de sus dedos. De repente su piel se sintió delicada y suave; se sentía cálida y tentadora.
—No eres horrible —susurró, moviendo sus manos hacia el hueco entre sus pechos, sus palmas ocultándose bajo su sostén—. Estás tan lejos de serlo.
Sus manos se deslizaron a lo largo de sus costados, sobre la curva de su cintura y Hermione apretó los ojos con fuerza. Draco dejó que sus manos descansaran sobre su cintura.
—Perfecta para sostener —dijo Draco, apretándola entre sus dedos—. No hay nada malo contigo, Granger. Ni una sola cosa.
Sus manos viajaron hasta el centro de su estómago y ella lo disfrutó tanto como pudo. Frotó pequeños círculos en su piel, besándola en el otro hombro y susurrándole al oído izquierdo
—Tranquila, no tienes nada que ocultar.
Lento pero seguro, permitió que su cuerpo lo sintiera. Fue diferente bajo su toque. Bajo su mirada, incluso con los ojos cerrados, se sentía importante. Fue la primera y única vez que se sintió segura cuando alguien la tocó. Se sentía deseada y eso le dolió.
—Eres un sueño —susurró Draco—. A veces me pregunto si eres real, pero luego recuerdo que nunca podría haber imaginado a alguien tan perfecta y hermosa.
Draco movió sus manos más abajo, rodeando levemente el dobladillo de su ropa interior. Los ojos de Hermione se abrieron de golpe mientras tomaba una respiración profunda. Miró sus manos y la forma en que sus delgados dedos de porcelana se deslizaban bajo el elástico.
—A alguien tan… —Hermione captó sus sorprendentes ojos oscuros—. Irresistible.
Draco soltó sus manos, deslizándolas por sus muslos, manteniendo su intensa mirada en ella.
—La belleza no te hace justicia.
Hermione se apoyó en él con todo su peso, insegura de poder mantenerse coherente ante sus palabras. Nunca le habían hablado con tanta serenidad, de modo que cada centímetro de su cuerpo se sentía relajado, mientras sus pensamientos trabajaban al máximo. Su corazón latía tan rápido que estaba segura de que estaba a punto de derretirse. Él sólo estaba provocando que las cosas fueran mucho más confusas para ella. No podía importarle menos, no cuando él la miraba de esa manera. Como si nunca antes hubiese visto a una mujer, como si no quisiera ver a nadie más.
—Te devolví el beso porque quería —espetó. Provocando que algo saltara en su pecho y su estómago se retorciera—, porque cuando la mujer más hermosa que jamás hayas visto te besa, tú le devuelves el beso.
Hermione tomó sus brazos y los envolvió a su alrededor, acercándose más contra él y mordiéndose el labio inferior mientras lo miraba. Sabía que él no estaba mintiendo y eso hacía que la situación fuera difícil de aceptar. Debería odiarlo, tenía todas las razones del mundo para hacerlo, aun así, ¿a dónde se había ido todo ese odio?
—Eres la primera persona en decirme que soy hermosa —logró decir.
—Estoy seguro de que no es cierto.
—Lo es. Nadie excepto mis padres lo han hecho. Ni siquiera Ron o Viktor —agregó Hermione—. Sólo tú.
Draco envolvió sus brazos alrededor de su cintura y la giró para mirarlo, colocando una mano en su mejilla. Su pulgar rozó la piel debajo de su ojo y bajó hasta sus labios donde plasmó un intenso pero delicado besó. Aunque Hermione sabía que lo que estaba haciendo con él era malo, no podía evitarlo.
Draco inclinó la cabeza hacia abajo y la besó suavemente de nuevo, provocando una tormenta en su estómago. Sus labios eran tan suaves, tan familiares, que era tan sencillo enamorarse de ellos.
Toc toc. Toc toc.
—¿Todavía no terminan? ¡Yo lo conocí primero! —espetó Theo del otro lado.
Draco retrocedió con un suspiro de frustración. Rodó los ojos mientras giraba hacia la puerta.
—¡Vete a la mierda, Nott!
Hermione se desenredó de sus brazos y se agachó para alcanzar su ropa. Tan pronto como se puso un suéter enorme, se escuchó otro fuerte golpe en la puerta. Draco la atrajo hacia él nuevamente, besándola apasionadamente. Hermione se puso de puntillas, atrayéndolo hacia su cuerpo.
—¡Malfoy!
—Juro que lo mataré
Ella sonrió mientras se vestía con su falda.
—Ve.
Draco sacó una pequeña libreta de su mochila, entregándosela.
—Toma, lee esto mientras esté fuera.
Mientras esté fuera.
Comenzó a dirigirse a la puerta cuando Hermione lo tomó del brazo.
—Malfoy —se dio la vuelta—, te lo agradezco.
—No me lo agradezcas, Granger. Sólo confía en mí.
Miró el libro que estaba sosteniendo, el cual no se había atrevido a tocar desde su sexto año: «Secretos de las artes más oscuras». El hechizo de diagnóstico había identificado que la magia oscura estaba presente en la cicatriz, lo cual no era sorprendente teniendo en cuenta a la dueña de la daga que causó su herida. Trazó sus dedos por la tapa y casi podía sentir la magia arremolinándose a través del libro. Incluso sintiéndose atraída por ella, como si fuera algo que estaba buscando.
—Lo siento, llegué tarde, la práctica duró más tiempo de lo que pensé, hasta que recordé que soy la maldita capitana.
Ginny rio, sentándose frente suyo. Otros jugadores también comenzaron a entrar en el Gran Comedor, terriblemente hambrientos después de su práctica de quidditch. Hermione metió el libro en su mochila y le ofreció una leve sonrisa.
—¿Quieres ir a Hogsmeade?
—¡Parezco como si me hubiera arrollado un tren, Hermione! Estoy sudada y mi cabello luce horrible —espetó Ginny quejándose.
—Vamos, tomaremos un poco té en Madame Pudipié y daremos un pequeño paseo, no nos quedaremos sentadas durante mucho tiempo —dijo Hermione, tomando su mochila—. Seremos discretas para que nadie pueda mirarte.
Ginny lanzó una leve carcajada.
—¡No creo que luzca tan horrible! —Se levantó de un salto y enlazó su brazo con el de Hermione, arrojando sus pertenencias a Ron que se encontraba al final de la mesa—. Toma, lleva esto a mi habitación, ¿de acuerdo?
—¡No soy mamá! —exclamó.
—¡No, pero eres mi perra!
Hermione tiró de su amiga, permitiendo que el resto de los chicos se burlaran de él. El peso del libro en su mochila golpeaba contra su pierna mientras caminaba, se sentía extraño. La sensación era inusual, debería estar preocupada, pero de alguna manera no sintió como algo destructivo. Ginny saltaba y tarareaba para sí misma a medida que avanzaban, parloteando sobre el quidditch. Hermione, por otro lado, nunca estuvo interesada en el deporte, a pesar de que hacía a sus amigos increíblemente felices. Pronto se encontraron frente a las puertas del Salón de té de Madame Pudipié, rodeados por otros estudiantes teniendo citas.
—Oh, perfecto, viniste aquí para arruinar la noche de todos, ¿no es así, Sangre Sucia? —exclamó Pansy. Todos en la tienda se quedaron en silencio.
Ginny dio un paso adelante.
—¿A quién diablos estás llamando sangre sucia, Parkinson? ¿No será acaso la chica que salvó tu jodida vida?
Pansy comenzó a reír.
—Al parecer tienes una noviecita quien te defienda, ¿no? Ni siquiera puedes luchar tus propias batallas.
—Lo dice alguien que se escondió en las mazmorras mientras el resto de nosotros luchábamos por nuestras vidas —pronunció Hermione con calma—. Oh, es cierto, te he querido preguntar esto durante mucho tiempo, ¿cómo están tus padres?
—Cierra tu sucia boca —siseó Pansy, empujando su silla de la mesa mientras Blaise, quien aparentemente estaba al lado de ella todo el tiempo, se reclinaba cómodamente en su lugar, observando la escena.
—¿Es Azkaban exactamente como lo imaginaron?
Hermione se sentía cada vez más segura a medida que su estado de ánimo cambiaba. Pansy rechinó los dientes mientras la miraba.
—Eres patética.
Hermione tomó a Ginny del brazo y la llevó al mostrador, sonriéndole a Madame Pudipié.
—Dos tés negros, por favor.
—Con una cucharadita de azúcar para mí, cariño —agregó Ginny, todavía mirando entre la chica Slytherin y su amiga.
—¿No es agotador? ¿El pensar en mí constantemente? —preguntó Hermione mientras pagaba, regresando su atención a Pansy—. Debe serlo. Te compadezco, en verdad.
—No necesito tu lástima, perra.
Levantó las cejas y sostuvo la mano de Ginny para evitar que hablara.
—¿Qué es lo que te he hecho, Pansy?
No respondió, quizás porque simplemente no tenía nada que decir. Cualquiera que fuera la razón por la que Pansy la odiaba tanto pareció olvidarse mientras tomaba su mochila y salía de la tienda de té. Blaise la vio salir molesta mientras bebía lentamente su propio té. Ginny tomó sus tazas listas y antes de apartarse del mostrador, Madame Pudipié le dijo a Hermione que nunca más dejaría entrar a Pansy nuevamente a su negocio. Una pequeña victoria al fin y al cabo.
Ambas salieron del lugar mientras caminaban en silencio por un rato, no era tenso y ninguna de las dos parecía querer hablar lo que sucedió los últimos minutos. No era algo nada nuevo para Hermione, sin embargo, cada vez que escuchaba la palabra, podía sentir algo debajo de su piel. Aunque la guerra terminó, los prejuicios seguían vivos.
Mientras caminaban, Hermione notó la Casa de los Gritos. Se detuvo a contemplar el edificio en su totalidad: rota, andrajosa y con los revestimientos en pedazos. Parecía que la casa con una ráfaga de viento lo suficientemente fuerte, caería en miles de pedazos. Pero por alguna razón desconocida, se sentía atraída por ella, por su oscuridad contenida.
—¿Quieres sentarte? —preguntó Ginny detrás de ella, señalando un banco de piedra.
Ambas tomaron asiento, mientras miraban la casa y la puesta de sol detrás de ella. Hermione sabía lo que quería decir, pero encontrar las palabras correctas parecía extremadamente difícil. Nunca se le dio bien hablar con rodeos, siempre iba directo al punto.
—¿Con qué tipo de persona me ves? —preguntó finalmente.
Ginny la miró con una sonrisa traviesa en su rostro.
—¿Por qué? ¿Encontraste a alguien?
—No lo sé —respondió con sinceridad.
—Claro, ¿es acaso el chico del club? ¿El que puso tu mundo de cabeza? —Ginny movió las cejas con picardía y la empujó ligeramente con la mano—. Tienes que decirme todo sobre él.
—No se trata de él, sólo… responde mi pregunta, por favor.
Ginny giró su cabeza a la Casa de los Gritos, pensando por un momento mientras bebía su té.
—Alguien tan inteligente como tú, o incluso más, alguien para someter un poco de tu ego.
—¿Ego? —exclamó Hermione.
—Sólo un poco —comentó la pelirroja entre risas—. Un ego completamente justificado, no me malinterpretes. Creo que Ron, aunque fuera feliz de escucharte, no podía contribuir en nada a tus conversaciones. Necesitas a alguien que pueda desafiarte, incluso estar en desacuerdo. Además, la tensión me parece algo sexy.
Hermione bebió un sorbo de su té, sin estar en desacuerdo.
—¿Qué más?
—Alguien que pueda estar en la biblioteca tanto tiempo como tú. Alguien que recuerde cada detalle tuyo.
—¿Cada detalle?
—Sí, por ejemplo, en La Madriguera, noté que bebes el té negro solo, pero el de manzanilla lo preparas con un poco de azúcar y leche, al té verde sólo le agregas miel. Eres un caso especial.
—¿Estás tratando de decir que estás enamorada de mí? —bromeó Hermione.
—¡Sí! —exclamó Ginny, girándose para mirarla. Dejando su té a un lado, tomó las manos de su amiga—. Estoy enamorada de ti, Hermione Granger, me harías el honor de ser mi esposa.
—Me encantaría Ginny Weasley. —Ambas rieron y Hermione se sintió aliviada—. ¿Y qué hay de... la apariencia?
Ginny volvió a tomar su té y se encogió de hombros.
—Bueno, saliste con Ron, así que claramente no te importa mucho. En lo personal, prefiero alguien más alto que yo. Harry no es tan alto pero yo soy más baja que él, lo cual es un alivio. Me hace sentir, no lo sé, ¿segura? Suena ridículo.
Él era más alto que ella, mucho, mucho más alto.
—No, para nada.
—Tengo debilidad por el color de ojos, no sé tú. Los ojos de Harry son tan verdes que, si miras de cerca, puedes ver motas doradas. Que me parta un rayo si mis hijos no nacen con sus ojos. —Negó con la cabeza—. Creo que lo demás es sólo… el resto. Siempre he preferido la personalidad, excepto con Michael, era como hablar con la pared. ¡Oh! ¿Pero sabes lo que realmente importa?
—¿Qué?
—Que puedan satisfacerte en la cama. —Hermione se atragantó con su té y se aclaró la garganta—. No me refiero sólo al tamaño, a veces son demasiado grandes. Lo que quiero decir, ¿Si de verdad piensa en ti como algo serio? ¿O si sólo eres otro agujero para él o sabe que realmente existes?
Hermione lo consideró. Sabía que él la notaba, que realmente existía. Su rostro se sonrojó ante la idea y Ginny la empujó en el hombro.
—¡Vamos, dime quién es! —Su sonrisa era amplia y contagiosa—. ¿Es muggle? ¿Estás usando una lechuza o el correo muggle? ¿Es este el tipo de amor que desafía la magia? —preguntó dramáticamente.
No podía decírselo, pero deseaba hacerlo. Hermione se enderezó y se giró completamente hacia su amiga, sentada en el banco con las piernas cruzadas. Ginny la imitó.
—De todos los que conoces, ¿quién es la peor persona con la que podría salir? —preguntó Hermione.
—Hagrid, es demasiado viejo para ti.
—Hablo en serio, Gin.
—De acuerdo, de acuerdo —suspiró Ginny mientras miraba a su alrededor—. Tal vez Terry Boot, aunque es muy aburrido. ¡Oh! ¡Lo tengo! El maldito Draco Malfoy. ¡Merlín, si es un idiota! Sólo imagínalo, ustedes dos juntos. Se matarían el uno al otro.
Ginny se estaba riendo sin mirar a su amiga, por lo que no notó el cambio en su expresión. Sintió como si una bludger la hubiese golpeado en el estómago a toda velocidad. Ella esperaba una respuesta similar, pero no justificaba que doliera menos.
—Bueno, ¿podrías perdonarlo por todo lo que te dijo? La forma en que te hizo llorar, o sus padres, imagina tenerlos como parientes. No, de ninguna manera. Oh, aquí viene.
—¿Qué? —Hermione se dio la vuelta para ver a Draco caminando junto a Theo. Tenía las manos en los bolsillos y la cabeza gacha. Theo parecía tan alegre como siempre, hablando activamente con las manos y riendo. Draco levantó la vista, una pequeña sonrisa se formó en su rostro mientras miraba a su amigo. Hermione sintió que su corazón daba un vuelco, nunca lo había visto sonreír más que con una mueca de satisfacción.
—Aunque… debo admitir que es jodidamente atractivo —añadió Ginny—. Todos esos años de quidditch definitivamente le hicieron bien y no precisamente estoy en contra de los rubios, pero es su personalidad lo que lo arruina. En cambio, ¿qué hay de Theo? Definitivamente puedo imaginarte con él. Es divertido, encantador y su cabello es rizado.
—¿Por qué no lo invitas tú a salir entonces? —preguntó bruscamente.
La pelirroja estaba a punto de responder cuando Theo las vio. Hermione volvió a su té, obligándose a tomar un sorbo insoportablemente largo. Se habían acercado a ellas y la cara de Theo se abrió en una amplia sonrisa
—¡Qué tal, señoritas! ¿Cómo se encuentran el día de hoy? —preguntó.
Ginny sonrió.
—Bastante bien, ¿Qué tal tú?
—No les mentiré, bebí un poco en realidad, la Cabeza de Puerco es una droga para mí.
—No, sólo eres un alcohólico —murmuró Draco.
Hermione observó como Ginny lo miró de arriba abajo con los ojos entrecerrados. Si lo supiera, ¿odiaría a Hermione por el resto de su vida?
—Theo —dijo Ginny de repente—. ¿Estás soltero?
—¿Quién pregunta? —preguntó igualmente, apoyando su codo en el hombro de Draco—. Si es Harry Potter, sí. Soy todo suyo.
Ginny se rio demasiado fuerte.
—Que gracioso, pero está conmigo. Aunque si llegase a morir, trágica y repentinamente, espero que encuentre el camino hacia ti.
—Chica inteligente. Me agrada ella, Hermione.
Finalmente se permitió observarlos, su mirada quedó atrapada en la de Draco como un pez en una red. Sus ojos se entrecerraron levemente, como preguntando si ella estaba bien. Se movió en su asiento, llevándose la taza de té a los labios. Intentó con todas sus fuerzas decirle que se fuera, pero no era una oclumante.
—Theo, ¿cómo es tu tipo? —preguntó Ginny, inclinando la cabeza.
Hermione lo miró, quien estaba demasiado borracho para entender el significado de sus palabras indiscretas. Volvió a mirar a Draco, quien la miraba fijamente. Apuntó sus ojos en dirección al castillo y le devolvió la mirada. Observó de soslayo a Theo y ella sacudió la cabeza débilmente.
—Oh, no soy quisquilloso —respondió Theo—. Los prefiero a todos: hombres, mujeres, centauros si tengo suerte.
Hermione frunció los labios, sintiendo que la pregunta que evitaba se acercaba.
—¿Has considerado salir con Hermione? Quiero decir, es soltera y muy inteligente...
—Gin… —advirtió Hermione, mirando a su amiga.
—¿Qué? Sabes que detesto verte sola. —Ginny sonrió mientras ponía su mano sobre la de Hermione antes de volver a mirar a Theo, quien miró a Hermione con los ojos muy abiertos, luego a Draco y de nuevo a Ginny.
No quería mirarlo, no podía. Toda la conversación era una tontería infantil.
—Oh, bueno, yo…quiero decir, no es... supongo que porque… —tartamudeó sus palabras ante la pregunta.
Draco le dio una palmada en la espalda, apretando su hombro claramente demasiado fuerte.
—Estás ebrio amigo, vamos a llevarte a la cama.
—¡Cama! ¡Oh, claro! —exclamó Theo, caminando hacia el castillo.
Hermione alzó la vista justo cuando Draco se alejaba, extrañando sus ojos. Luego, después de terminar su té, se levantó rápidamente de su asiento. Tomó su mochila y comenzó a alejarse cuando Ginny la detuvo.
—Mione, ¿qué sucede?
—Estoy cansada, creo que me iré a la cama temprano. —Siguió caminando, obligando a Ginny a correr detrás de ella.
—¿Hice algo mal?
—No, no lo hiciste. —Acabas de hacer la situación insoportable—. Es sólo que no me gusta Theo, sólo vivimos juntos.
—Lo lamento, espero no haber causado ninguna incomodidad entre ustedes —se disculpó sinceramente—. ¿Estás saliendo con alguien? ¿De eso se trata?
Hermione suspiró, sin disminuir la velocidad cuando entraron al castillo.
—Realmente, no lo sé.
—Está bien, entonces, ¿te gusta alguien más?
—¡Sí! —admitió finalmente, levantando las manos—. ¿No? No lo sé. Simplemente... no es mi prioridad en este momento.
Al encontrarse entre la sala común de Gryffindor y los dormitorios de Premio Anual, dejaron de caminar. Hermione cruzó los brazos sobre su pecho, sintiendo que su brazo comenzaba a doler.
—Discúlpame, por favor. Si quieres hablar de él, te escucharé.
No es verdad. Lo odias
Hermione asintió cuando Ginny entró a su sala común. Con urgencia, subió corriendo las escaleras hasta la torre de Premio Anual, pronunció rápidamente la contraseña y entró. Miró alrededor de la sala de estar y al no encontrar a nadie allí, arrojó su mochila sobre el sofá. Un ruido procedente del dormitorio de Theo llamó su atención. Esperó junto al sofá, escuchando el suave crujido de la puerta al cerrarse, seguido de pasos que se acercaban. Draco apareció en la penumbra y la vio de inmediato.
—¿Tú amiga quiere que salgas con Theo? —preguntó, no había emoción en su voz.
Hermione caminó rápidamente hacia él y tomó su rostro entre sus manos
—Cállate.
Lo besó con fiereza y una especie de venganza escapó de sus labios al pensar en las palabras de Ginny. Poniéndose de puntillas, envolvió sus brazos alrededor de su cuello, acercándolo a su cuerpo. Las manos de Draco encontraron su espalda, pasando su frío toque por debajo de su blusa. Ella lo abrazó tan fuerte como pudo, presionando cada centímetro de sí misma contra él.
—¿Todo bien? —preguntó, presionando su frente contra la de ella.
Hermione lo besó de nuevo, alcanzando la cinturilla de sus pantalones con las manos. Alejándose, miró sus ardientes ojos oscuros por la lujuria.
—No quiero a Theo.
Draco la cargó, besando sus labios apasionadamente, la sentó sobre el mostrador de la cocina. Hermione se quitó la ropa interior mientras él se bajaba los pantalones. La agarró por las caderas y la atrajo hacia él, besándola de nuevo. Sus manos encontraron su camisa, arrancándole los botones y arrojándola en alguna parte del suelo. Ella besó su cuello, marcándolo hasta el pecho, provocando rápidos y ásperos gemidos por parte de él. Hermione no quería a Theo.
Draco tomó su rostro de nuevo, presionando sus labios contra los de ella. Hermione envolvió sus piernas alrededor de su torso, sintiéndolo hundirse lentamente en su interior. Un suave gemido escapó de sus labios cuando empujó con fuerza. Sosteniéndose del mostrador con una mano, envolvió la otra alrededor de su cuello, lamiendo sus labios y luego derramando besos en su cuello. No quería a Theo ni ahora ni nunca.
—Mierda, Granger —gimió cuando ella le mordió el cuello.
—Dilo de nuevo —susurró, respirando con dificultad—, lo que piensas de mí.
Sus ojos se encontraron con los suyos y su boca se separó ligeramente mientras empujaba dentro de ella. Hermione movió sus caderas contra sus embestidas, llevándolo más profundo mientras echaba la cabeza hacia atrás.
—Hermosa. Dios, Granger, eres jodidamente perfecta.
Lo abrazó con más fuerza; sentirlo en su interior era euforia pura. Sus labios, su olor, sus ojos, todo era embriagador y estaba completamente borracha de Draco Malfoy. Y no había nada ni nadie pudiera hacer para detenerla. Esto era solo y únicamente, suyo.
A la mierda los demás.
Ya regrese babys, ¿como han estado? espero que bien porque les traje entre semana este nuevo capítulo haha gracias por seguir leyendo, las amo y gracias a mi beta Pao, vayan a leer su traducción terminada de Draco Malfoy y el mortificante calvario de enmararse, no se van a arrepentir :)
Por cierto por ahí leí que iban a dar de baja FF omg, si pasa recuerden que esta historia esta en Wattpad y Ao3 con el mismo nombre y con arte en algunos capítulos!
¡Nos vemos!
