Uno. Escuela

Bueno, ¿qué puedo decir?. En estos momentos tengo lo que se dice, "una vida normal"... cuántas veces deseé tener una vida así, y ahora que la tengo, lo único que deseo es volver con mi padre y así ser el nómada de siempre...

En ocasiones me imagino qué estaría haciendo si me hubiera ido con mi padre... pero entonces decido que mejor dejo de soñar, mi papá (me guste o no), me dejó con mi madre

Bien, durante los desayunos de los últimos días, mi mamá me ha insistido mucho sobre el tema del fútbol... cansa tanta insistencia

-... pero hijo, ¿por qué no entras en el equipo de la escuela?- me dijo... sólo suspiré, continuando con mi desayuno

-Mamá...- dije, intentando no parecer molesto por tanta lata que da –ya hablamos sobre eso...

-Tu padre me dijo que siempre entrabas a los equipos de las escuelas a las que ibas, pero no entiendo por qué ahora te resistes en entrar, siendo que ahora estás en una escuela fija

-Da igual, mamá- dije, sin poder evitar dar un suspiro de cansancio –lo que importa es que juego al fútbol, y no necesito entrar a un equipo para practicarlo... además, de todas formas estoy junto con el equipo, ayudándolos a ver si pueden mejorar algo...

-Ese no es el punto, Taro, me refiero a tus amistades...

Ah, por fin comprendía hacia dónde iba la conversación. No pude evitar sentir algo de molestia por el tono que utilizó mi mamá al hablar de "amistades"

-¿Por qué, mamá?

-Bueno... el otro día hablé con unos maestros tuyos y me dijeron que desde que te juntabas con esa chiquilla, tu actitud con tus compañeros había cambiado...

-Mamá, por favor. Ya no soy un niño de 7 años para que estés hablando con mis maestros- dije, molesto –además, siempre he sido bastante callado, en ese caso deberías agradecer que tuviera una amiga...

-Pero hijo, entiende...

-Se me hace tarde, mamá- la corté, poniéndome de pie y tomando el poco último de leche que quedaba en el tazón

Me preparé para irme y, antes de salir, y mientras llegaba Yoshiko a desayunar, mamá me dijo:

-Taro, cuídate mucho; y siendo hostil con la gente no conseguirás nada...

-Mamá- le dije –aunque te cueste creerlo tengo muchos amigos repartidos por todas partes...

Ella me miró... seguramente no me comprende... que más da, yo sé que existen; todos los chicos que conocí por Japón gracias a mi padre

Mi padre... ¿por qué siempre me tengo que acordar de él?

-Adiós, mamá- le dije, saliendo de la casa –quizás hoy llegue más tarde, en una de esas me quedo con los chicos de fútbol practicando- le dije, saliendo

-Cuídate hijo...

-Sí, no te preocupes, mamá

Salí de la casa de los Yamaoka y tomé mi habitual camino a la escuela, caminando lentamente.

Delante de mí, va la pelota (no crean que se me ha quitado esa costumbre... al contrario, se podría decir que estoy más maniático con la pelota)

El viento es bastante frío, estamos en febrero, casi saliendo del invierno, y los días aún están bastante helados

Mientras voy a la escuela no puedo evitar pensar en las cosas que mamá me dice cada mañana... ¿de verdad he cambiado tanto?. Me cuesta creerlo, yo me siento igual... pero, en caso de que fuera verdad, ¿podría pensar que esto se debió al cambio de vida que tuve?. Hablando en serio, me gusta pensar que sí, porque en el momento en que mi papá me vea, no podría evitar sentirse culpable...

Estos pensamientos son los que me detienen en la calle, haciendo que el balón se escape de mis pies. ¿Acaso yo pensé eso?. Recién en ese momento me di cuenta de cuánta razón tiene mamá... pero no encuentro la manera de hacer salir mi rabia...

Bueno, con estos pensamientos continúo mi camino a la escuela... "el templo del saber", como le dicen algunos profesores. Las clases me tocan en el tercer piso

Antes de subir las escaleras, me fijo muy bien que no venga ningún maestro, y comienzo a subir con le balón... recuerdo que la vez que me vieron casi les da ataque, y me retaron por cerca de media hora, dándome sermones sobre lo peligroso que era y todo eso... además, también le avisaron a mamá (algo que encuentro una real exageración). Mamá me habló durante cerca de una hora después en casa. Me pidió que dejara de hacerlo y yo con un "ya estoy acostumbrado", le dejé bien en claro que no dejaría de lado mis costumbres sólo por vivir con ella...

Llego al salón y camino hacia los últimos asientos, llego al que habitualmente uso y dejo mis cosas, para luego sentarme y enfrascarme en un interesante libro que leo hace bastante días

-Hola Misaki- escuché. Levanté la vista y sonreí a medias...

No entiendo esa manía que tiene la gente para llamarme por mi apellido, ¡cómo si no tuviera nombre para que me llamen por él!

-Hola, Hajime- lo saludo, mientras cerro el libro

-Mira, te seré sincero, y seré rápido...- dijo, sentándose en el asiento que estaba al lado del que estaba yo -Estoy más que seguro que este año sí que vamos al nacional...- olvidaba decir que Hajime era el capitán del equipo de fútbol de la escuela

Ante sus palabras, asiento, sonriendo. Me sé de memoria lo que viene

-... contigo en el equipo, ¡nuestra entrada estaría segura!

-Ya...- le digo –pero hay un pequeño problema...

-Sí, que tú, Hajime, estás en mi asiento- me interrumpe una voz femenina que conozco bien. No puedo evitar sonreírle a la chica de manera divertida, mientras Hajime se pone de pie de manera rápida

-Hola- la saludo

-Bueno, Misaki- me dijo Hajime, visiblemente incómodo –durante el entrenamiento de hoy seguimos hablando- y se alejó de nosotros

Había algo en esa chica, que hacía que todos huyeran de ella... todos, excepto yo

-¿Viste, ¡lo espantaste!- le dije, bromeando

-¡Si tienes tantos problemas, déjame sola de una buena vez!

La miro... supongo (por su forma de actuar agresiva), que algo le ocurrió en su casa otra vez... la conozco, ya no me puede engañar con eso de que se levantó de mal humor...

Conozco a Ohira Hikari... ella es mi única amiga de verdad aquí.

Fin Cap