Treinta y cuatro. Péndulo

Péndulo... la vida es como un Péndulo, puede cambiar de un momento a otro... no recuerdo a quien le escuche decir esa frase, parece que fue en Francia... bueno, para ser sincero me llamó la atención, porque yo he vivido en carne propia esos cambios repentinos que te da la vida...

Y aquí estoy...

Siendo sincero, no me arrepiento de cómo actué. ¿Cómo podría, nunca me habría perdonado si le hubiera pasado algo a Yoshiko, estando yo tan cerca para ayudarla. Pero, lo que me da rabia, es que no podré jugar para el mundial... otro sueño que veo que se deshace en mis manos... pero, puede ser peor, ni siquiera saben si podré jugar en el futuro...

Es increíble los golpes que el destino te da para que te des cuenta que sólo eres otro más de los tantos que habitan este mundo...

-¡Papá¿a que no...

Confundido, noto que una chica abrió la puerta y me mira, en silencio. Acto seguido, abre la puerta nuevamente y mira el número

-Ah, que raro...- murmura –lo siento, pero... tengo entendido que mi papá debería estar aquí...- me dijo, mirándome, en sus ojos noté curiosidad. Para ser sincero, yo la miro de la misma forma; es algo baja, de cabello castaño un poco corto...

-¿Tu papá?- le pregunté, confundido

-Si... ¿este es el cuarto 41?- me preguntó, acercándose

-Si... creo...- contesté

-Ah, que raro...- repitió en un murmullo –demás que escuché mal... Bueno, perdona las molestias, por favor, espero no haberte despertado

-No te preocupes- le dije, sonriendo –que estés bien

-Adiós, y que te mejores...

Y se fue... tal como había llegado, así de rápido. Sonreí, es raro encontrarse con gente tan despistada estos días

Minutos después, entraron al cuarto los Yamaoka y mi papá

-¡Hola!- los saludo, mostrándoles una sonrisa tranquila. De una u otra forma, debía esconder mi tristeza y, para que negarlo, frustración

-Taro...- comenzó Yoshiko... estaba pálida y con los ojos rojos de tanto llorar... el verla así más pena me dio -¡perdóname, por favor!- dijo, comenzando a sollozar –todo esto es mi culpa, por mi torpeza...

-Ya, Yoshiko...- murmuro, mirándola –no te preocupes. No podía dejar que nada malo te ocurriese.

¿Para que están los hermanos mayores, si no es para proteger a los más pequeños?- agregué, sonriéndole y sintiendo, sin saber la razón, un nudo en la garganta

-Muchas gracias por salvar a Yoshiko, Taro- me dijo el señor Yamaoka, inclinándose

-No tiene porque hacerlo...- me apresuré a decir, sintiéndome algo incómodo –ya le dije...

-Taro- me cortó mamá, llorando también e inclinándose –perdónanos. Te he causado tanto mal; ahora no podrás jugar, y era lo que tanto deseabas...

-¡No tengo que perdonarles nada, dejen de decirme eso!- exclamé, un poco cansado de toda la situación... además, no entiendo porque papá se quedó de pie al lado de la puerta –es algo que ya paso y hay que agradecer que no fue peor...

-Le hemos pedido a tu padre si te puedes venir con nosotros, para que te cuidemos el tiempo que sea necesario...- comenzó mamá, secándose las lágrimas –pero él dijo que, esta vez, tú debías decidir...

Como pude, intenté que las lágrimas no salieran de mis ojos, pero no entiendo la razón que me hizo llorar definitivamente...

-Claro que me voy contigo, mamá, para empezar de cero- le contesté, sonriendo -¿qué dices tú, papá?

-Lo que digas, Taro- me respondió mi padre, sonriendo y dándome la espalda, yo sin saber por que...

Mamá me abrazó, continuando con su llanto. Por mi parte, a pesar que sonreía, las lágrimas no dejaban de salir de mis ojos, aún en contra de mi voluntad

Mi papá se quedó un rato conmigo y, cuando se fue, me entregó un libro para que no me aburriera. El libro era "Ilusiones", de Richard Bach (NOTA: mi libro preferido). Una vez que me quedé solo, comencé a leerlo... y en eso estaba, cuando nuevamente se abrió la puerta

-¡Hola, Misaki!- eran los chicos

-¡Hola, amigos!- sonreí. Eran Tsubasa, Genzo y Kojiro... ah, Sanae también venia

-¿Cómo te sientes?- me preguntó ella

-Bien... dentro de lo que se puede, claro...

Sanae se acercó a mi y me abrazó

-Ya...- dije –pudo ser peor¿no?

-Si... pero igual- me dijo –no vas a poder jugar el mundial, y...

-Shh...- la callé –vamos, Sanae. No será el único mundial y no me voy a dar por vencido tan fácil. Además, no se ha dicho la última palabra

-¡Así se habla, Misaki!- exclamó Kojiro, dándome un palmetazo en el hombro

-¡No seas bruto!- le reclamó Sanae, los demás rieron (y a mi me dolió)

-No te ves tan mal, Misaki- me dijo Genzo

-Vamos, si no es para tanto- les dije

-A nosotros no tienes que mentirnos- insistió

-¿Mentirles?- les pregunté. ¿Por qué insisten tanto¿seria que me conocen demasiado bien?

-¡no exageren, chicos!

-¿Cuándo te vas a tu casa?- me preguntó Tsubasa

-Creo que mañana por la tarde me dan de alta- respondí –en todo caso, me iré a la casa de mi mamá por un tiempo

Noté que todos me miraban con sorpresa

-¿Con tu mamá?- me preguntó Tsubasa -¿entonces se arreglaron?

-Si- contesté, sonriendo –y me pidió que me fuera con ella, así que acepté

-Que bueno, Misaki- me dijo Genzo –algo bueno que salga de todo esto...

-Pos si... no todo es malo¿no?

-Aja... ¿cómo... cómo fue?- me preguntó Tsubasa, titubeando un poco

-Bueno... mi hermana se cayo de la bicicleta al cruzar una calle... lamentablemente yo no alcancé a salir cuando paso el camión...

-Lo que hiciste fue muy lindo- me dijo Sanae –ya veras que algún día, tendrás todo lo que quieras, te lo mereces

-Por el momento, me alegra que Yoshiko esté bien, nunca me habría perdonado si algo le hubiese pasado... además, se que me va a costar volver a tener el nivel que tuve antes, pero no voy a dejar el fútbol por esto. Y, sé que si me esfuerzo de verdad, podré jugar aunque sea un partido con ustedes en este mundial...

Me miraron, noté la sorpresa en sus ojos

-¿A que te refieres?- me preguntó Kojiro

-A que la esperanza es lo último que se pierde- respondí, sonriendo –si, y les prometo, que si llegan a la final, lo más seguro es que pueda jugar con ustedes

-Pero Misaki...- comenzó Sanae

-Vamos, Sanae, no dudes... conozco muy bien mis limitaciones y se que con esfuerzo podré hacerlo...

-Espero que sepas cumplir tus promesas, Misaki- me dijo Genzo, cruzándose de brazos –porque nosotros si que vamos a llegar a la final y, sin ti, la copa será mucho más difícil de conseguir...

-Confíen en mi, como yo confío en ustedes en que llegarán a la final...