Treinta y cinco. Ilusiones.
-¡Hola!
Para mi gran sorpresa, la misma chica que ayer entró por error a mi cuarto, entraba nuevamente... ¿cómo se puede equivocar dos veces?
-Aquí no está tú padre...- le aclaré inmediatamente
-Lo se- respondió con una gran sonrisa, y caminando hacia mi –es que ayer te vi tan solito que te vine a acompañar un ratito (NOTA: jejeje)
-¡En serio?- le pregunté. Su respuesta me había sorprendido bastante
-¡Claro¿por quien me tomas?- me contestó -¿y, como te has sentido?
-Pues... bien- le respondí, aún extrañado por la razón que me dio –hoy por la tarde me dan de alta...
-¡Que bueno!- sonrió –no hay nada más deprimente que los hospitales
-En todo caso... ¿y ayer encontraste a tú papá?
-Yep, estaba en el cuarto 31
-¿Y qué tenia?
-Lo operaron de apendicitis- respondió –andaba de viaje y se enfermó con la comida del avión... con mi hermano tuvimos que venir a verlo, porque mamá no podía
-¿No eres de Japón?- le pregunté, aunque la respuesta era obvia, sobretodo por el acento de la chica y, quizás por sus rasgos también
-Jajajajaja- rió ella -¿no me digas que no lo notaste?
-Pues si...- contesté –solo quería... asegurarme
-Ya veo... en todo caso, genial que se haya enfermado aquí...
-Jajajaja, que mala eres...
-¡Pero es que es lógico!- insistió ella –porque con mi hermano podremos ver en vivo algunos partidos del mundial
-¿Te gusta el fútbol?
-¡Me encanta!- exclamó, sonriendo ampliamente –me gustaría que el mundial lo ganara Uruguay o, en último caso, Brasil...
-¿Último caso?- dije, sin poder evitar sonreír divertido -¿no deberías tenerlo en primera opción?
-Nah¿para que?- dijo ella, encogiéndose de hombros –a todo esto, supongo que tú apoyas a Japón...
-Claro
-¿Y de veras crees que pueda ganar?- me preguntó ella
-Si, aparte de tener un buen equipo, juega de local... esos son buenos méritos
-Excelentes méritos- dijo ella –aunque no se deben confiar...
-Por supuesto que no
Se quedó en silencio y la miré... me parece extraño que habláramos como si nos conociéramos de hace años... extraño y agradable
-¡Oye¿estas leyendo Ilusiones?- me dijo, de pronto
-Si, mi papá lo dejó para que no me aburriera
-Es muy lindo- dijo –es mi libro favorito
-¿En serio?
-Si... precioso... ¡cada vez que lo leas acuérdate de mi!- exclamó, yo reí
-Si, me acordare de una chica despistada que entró por error a mi cuarto cuando me encontraba en el hospital, y que me fue a visitar de...
-Ociosa que es- agregó ella –bonita descripción, gracias
Sonreí, divertido
-Oye... disculpa la pregunta...
-Dime...
-¿Te atropellaron?- me preguntó, aunque noté que dudaba bastante
-Si... como que se nota...
-No necesariamente- me contradijo –pudiste haber tenido cualquier accidente: haberte caído de una escalera, o...
-Puede que tengas razón- respondí
-¿Y te afecta mucho?
-Bueno... ¿a cualquiera le afectaría, no?- dije, con cierta tristeza
-Si, pero no a todos de igual manera- contestó –por ejemplo, a mi tener un accidente así no me afectaría mucho, al contrario... jejejeje
-Ah, viéndolo así... puede que tengas razón y que si me afecte en algo...
-Ah¿eres deportista¿qué haces?
-Juego fútbol... aunque nada importante- respondí... con una pequeña mentirilla –solo que iba a haber partidos muy importantes para mis amigos y para mi...
-Bueno... recuerda que siempre dicen que las cosas pasan por algo...
-Pues si...
-Oye- dijo de pronto –ya debo irme
-¿Ya?- dije, con cierta tristeza, su compañía me agradaba mucho –bueno, fue un placer conocerte
-Digo lo mismo, fue muy agradable hablar contigo. ¡Chau, y mejórate pronto
-Si... que estés bien
Y se fue... creo que nunca la volveré a ver
Por la tarde me dieron de alta y me fui a casa de mamá. Las cosas no habían cambiado mucho desde que era niño... hasta el mismo cuarto me dejaron...
El primer día prácticamente me la pase en el cuarto, viendo televisión y leyendo el libro que papá me había dado (y acordándome de mi amiga... que nunca supe su nombre). Por indicación médica, no podía hacer muchos movimientos ni esforzar la pierna
Después de dar como cinco vuelta a los canales (que aburrido que estaba) y, cuando iba a empezar con la sexta, se abrió la puerta
-¡Hola!- dijo Hikari, entrando con una gran sonrisa -¿cómo te sientes?
-Bien... creo- contesté mirándola con cierta extrañeza -¿cómo estas tú?
-Pasándola- contestó. Se sentó a mi lado y se quedó en silencio
-¿Cómo te enteraste que estaba aquí?- le pregunté
-Hum... tu mamá me lo dijo. ¿Por qué no me avisaste que tuviste un accidente, te habría ido a ver al hospital
-Bueno... creo que no se me ocurrió- respondí –en todo caso, pensé que Takeshi te podía haber dicho, conociéndolo- mi amiga se largó a reír -¿qué, es verdad lo que te digo
-Si, en todo caso... ¿y qué piensas hacer ahora?
-Esperar a mejorar... no me queda otra- le dije, encogiéndome de hombros
-En la televisión...- comenzó, pero vi que dudaba –dicen que lo mas posible es que no... podrías jugar más
-No quería pensar en eso... no me puedo rendir así. El fútbol es lo que me hace completo, no voy a dejarme vencer tan fácil
-¡Así se habla!- exclamó ella, con una gran sonrisa –ahora todo depende de ti y tu fuerza de voluntad... yo se que lo harás
-Si... todos dicen que la esperanza es lo último que se pierde
-Claro... ¿y cómo vas las cosas con tu mamá?
-Mejor de lo que esperaba. De echo, fue ella la que me pidió que me viniera aquí durante el tiempo de recuperación
-Ah, ya entiendo...- silencio, noté que dudaba
-¿Qué ocurre?- le pregunté, me miró con sorpresa, la conocía
-Nada... sólo... ¿cómo ocurrió?
-¿Mamá no te lo dijo?
-No le pregunté...- respondió, mirando al suelo –ya sabes que nunca le he caído muy bien...- no
pude evitar reír con sus palabras
-Bueno... si te interesa saberlo...- y le conté todo
-Ah, ya veo...- fue lo único que dijo cuando terminé –ah, mamá te manda pastelitos- me dijo, entregándome una cajita –y Megumi te hizo una tarjetita deseándote que te mejores luego- me entregó un sobre donde estaba la tarjetita –papá dijo que no seas perezoso y que tenias que estar jugando luego nuevamente
-Dales mil gracias- contesté, riendo ante el mensaje del señor Ohira –sobretodo a tu padre, porque si no estoy bien me puede alcanzar- ella comenzó a reír junto conmigo. Abrí la cajita y habían muchos pastelitos -¿quieres?
-No, no te preocupes, gracias...
-Como quieras- dije, y saqué uno... estaba delicioso
