Disclaimer: Meyer los crea y ellos se juntan, a pesar de las buenas intenciones de la autora.

Nota de la autora: Los títulos de los capítulos son canciones que han inspirado el capitulo o el fic. Es recomendable escuchar las canciones. En esta historia, también habrá canciones sueltas que forman parte de la banda sonora de la historia que a mí me gustan mucho y estoy segura que os hará llegar mejor el fic.


Crashed the wedding by Busted.

.

.

.

¡Ay!— Oí quejarse a Bella —. ¡Alice, deja de pincharme!

— ¡Eres tú la que no paras de moverte!—le replicó mi hermana con cierto deje de impaciencia, mientras pensaba en todas las maneras para atar a Bella en una silla y ésta se estuviese quieta de una vez.

Intenté no reírme al llegar a mis oídos el resignado resoplar de Bella, mientras que su corazón se movía rápidamente debido a la impaciencia. Para no escuchar los pensamientos de Alice, cogí el mando de la minicadena y me concentré en la aburrida canción de Alanis Morrisette.

No quería estropear la sorpresa de ver el traje de novia antes de la boda.

Me hacía tanta ilusión como un niño que abría sus regalos de navidad, por lo que hacía vana la amenaza de Alice de impedirme cumplir en mi noche de bodas, si espiaba en su mente el vestido que Bella llevaría.

La verdad, no disfrutaba demasiado de todo el alboroto que se había formado a consecuencia de la boda.

Esme y Alice hacían un magnífico trabajo y les agradecía todo el esfuerzo que estaban haciendo por nosotros. Pero hubiera preferido saltarme toda esta parafernalia y que todo hubiese sido más sencillo y rápido.

No me arrepentía en absoluto haber hecho aquel pacto con Bella. Era un intercambio muy justo.

Yo me resignaría a realizar el acto más egoísta y miserable que iba a cometer en toda la eternidad; y ella sólo tendría que pasar un incómodo trámite de pisar una iglesia y firmar un par de papeles, aguantando una larga y aburrida fiesta para celebrar el día más feliz de mi existencia.

Intenté reprimir una carcajada sarcástica haciendo esfuerzos para imaginarme la fobia que sentía hacia el matrimonio.

Estaba dispuesta a perder a su familia, su humanidad y su alma por estar a mi lado, pero se le aceleraba el corazón hasta los límites de la taquicardia, las gotas de sudor perlaban su frente y sus pupilas se dilataban cuando se hacía mención a la palabra boda.

Se enfrentaría antes a los Vulturis que estar delante de un pastor jurando los votos. Me preguntaba qué era lo que le hacía rechazar con tanto ahínco el matrimonio.

Lo lógico hubiera sido pensar que el traumático divorcio de sus padres tenía algo que ver. La inmadurez de Reneé había marcado para siempre a Bella y la había hecho crecer muy deprisa, sin poder disfrutar de su infancia.

Y si hubiera sido por su excesiva juventud, sería más lógico que temiese el momento en que mis ponzoñosos dientes estuviesen cercando la piel de su cuello y me llevase su vida para siempre.

Pero con Bella no había lógica posible.

Aún se mostraba reacia a la idea y los primeros días después del anuncio, tuve que pedir a Carlisle un fuerte antihistamínico para que el vestido de novia no le produjese urticaria.

Temí alguna reacción negativa por parte de sus padres, pero eran miedos infundados.

Alice me había dicho que esto iba a salir mejor de lo esperado, y aun conociendo su sexto sentido para estas cosas, me sorprendí de que tuviese razón.

Charlie parecía aceptarlo y asimilarlo. Claro, que él hubiese preferido que mi lugar hubiese sido ocupado por otro, pero el reconocía a regañadientes, que, en algunos aspectos, yo era más maduro y cuidaría mejor de Bella.

Por lo que, después de la primera impresión por la noticia y mi virilidad correr el riesgo de ser tiroteada cuando creyó que sólo me casaba con ella porque la había dejado embarazada, pareció reconciliarse con la idea de que su pequeña abandonaba el nido. Aunque después de lo que había pasado casi un año, no se fiaba que mis intenciones fuesen puras.

—Bueno, Bells. Ya sabes que, en caso de complicaciones, existe el divorcio—. Le entregó la tarjeta de un abogado por si algo se torcía.

Reneé fue más comprensiva de lo que Bella había pensado. Pero yo sabía que ella no iba a dar ninguna objeción al matrimonio.

Ella nunca fue un problema. Al contrario, se la veía muy agradecida de que alguien cuidase de su hija y así podría estar con Phil despreocupadamente.

El único gesto maternal hacia Bella, fue el de regalarme una caja de condones de diversos sabores, — ante la vergüenza de su hija—, como regalo de boda.

—Cariño, es por tu bien. Ya que habéis decidido casaros tan deprisa, por lo menos dejaros un margen para estar juntos un tiempo, y cuando tengáis treinta años, os planteáis tener un par de niños.

Lo que no había mencionado, era que no le apetecía convertirse en abuela tan pronto. Su síndrome de Peter Pan era incompatible con aquella posibilidad.

Aquello me resultaba tan divertido que no me molesté en explicarla que, — en ese sentido—, no tenía nada que temer.

La verdad que intentaba comprender a Bella y tenía que admitir que esto se estaba desquiciando demasiado.

La atmósfera en mi hogar era terroríficamente insoportable y tener que aguantar los impulsos compulsivos de Esme y Alice por el tema de la boda, me hacían replantearme si esto era tan buena idea.

Incluso Jasper y Emmett estaban inaguantables.

Habían hecho apuestas a costa del pánico escénico de Bella y se llegaban a preguntar si llegaría hasta el final.

Jasper había apostado a nuestro favor.

En cuanto a Emmett, hacía lo posible para que me relajase.

—Tú no te preocupes, Edward—me consolaba dándome unas palmaditas—. Que con dos familias de vampiros en la casa, un vestido con cola y los tacones, Bella no puede llegar muy lejos, si le da por imitar a Julia Roberts. Además, Rosalie se ha encargado de cortarle los cables a los coches.

Y aún faltaban dos días. No era de demasiado tarde. Estaba a tiempo de coger a Bella y fugarnos a Las Vegas para que todo acabase pronto para después llevarla al lugar especial que le había asegurado.

Había intentado sonsacármelo varias veces, pero, a pesar de sus esfuerzos, no lo había conseguido.

Le había prometido intentarlo para darle aquella última experiencia como humana.

Aún el estómago me daba mil vueltas al imaginarme como lo lograríamos sin que ella saliese malherida, por lo que intentaba relajarme e imaginarme en aquel territorio semivirgen de aguas cálidas y arena blanca formando un mosaico de colores que abarcaban el azul y el verde.

Si tenía que desprenderse de su humanidad, ¿por qué no en un lugar tan idílico que haría palidecer al mismo Edén?

Y mientras la música me embargaba, cerré los ojos y visualicé las blancas playas mientras Bella y yo nos dedicábamos a tomar el sol. Su olor se mezclaba con la salubridad del agua del mar y alrededor de su cuerpo, pequeñas gotas de agua se confundían con el sudor de su cuerpo. Sus labios estaban húmedos, rojizos e hinchados, propicios para el beso…

Aún mantenía los ojos cerrados, pero las imágenes se desvanecieron al oír el bombeo de un corazón hacerse cada vez más presente en la habitación. Un ruido estridente de pasos lo acompasaban y el olor de fresia y lavanda inundó todo el cuarto, haciéndome perder el hilo de mis pensamientos. Una involuntaria sonrisa se dibujó en mis labios.

—No me digas más—hablé antes de que ella lo hiciese —. Alice ha sido perversa.

—No sabes cuánto—exhaló un suspiro.

Me reí suavemente y la luz entró de golpe cuando abrí los ojos. Rápidamente visualicé lo único que me interesaba de aquella habitación.

Estaba despeinada y con las mejillas rojizas, —prueba de que estaba sofocada—, pero, aun así, sus ojos color chocolate brillaban expectantes al verme.

Con todo el tiempo transcurrido, aún me emocionaba que ella pudiese sentir tanto amor por mí. A pesar de los últimos acontecimientos, me sentía afortunado de tenerla.

Con una palmadita, la indiqué que se sentase encima de mis rodillas, y obedientemente, se dirigió rumbo mis brazos.

Era tan natural abrazarla que tenía que pensar varios segundos en nuestras diferencias. Cada vez hacía más esfuerzos por recordarlo, y mi parte muy egoísta me martilleaba, recalcándome que pronto podría hacer algo tan natural como besarla con toda intensidad y juntar su lengua con la mía, sin temor a dañarla.

Sólo dos días más.

Bella apoyó su cabeza en mi hombro y cerró los ojos mientras mis dedos memorizaban cada tramo y textura de sus pómulos.

La sensación de ardor en mis yemas era reconfortante, y con tristeza, me hice a la idea que eso sería una de las pequeñas cosas que la hacían especial y, por estar conmigo, tenía que perder.

Fruncí los labios con brusquedad y una punzada de celos me invadió cuando pensé en Jacob Black.

Seguramente, eran ganas de torturarme, pero en algunos instantes me hubiera cambiado por él. Así no tendría que hacer renunciarle a cosas humanas que yo consideraba esenciales.

Pero las cosas estaban así y Bella, con mucho dolor, había hecho su elección, aunque con el amargo descubrimiento de todo lo que perdía por querer permanecer toda la eternidad a mi lado.

Aún estaba a tiempo, pero ella se había aferrado y ya no cambiaría de rumbo.

Me prometí a mí mismo que encontraría alguna manera de compensarle por todo lo que le iba a negar. Le entregaría cada parte de mí. Incondicional e irrevocablemente.

Hundí mis dedos sobre sus cabellos y, como recompensa, sus labios quemaron mi cuello al besarme.

Ronroneé de placer.

La encaré, sentándola a horcajadas sobre mí, y colocando sus piernas sobre mi cintura, la acerqué más a mi cuerpo, sintiendo un latigazo en mi pecho, al notar como su corazón daba tramos irregulares en el suyo.

Aquello no podía ser bueno para ella. A pesar de ser tentador y dulcemente atrayente.

Cuando tus labios se quemaban debido a un cálido y húmedo aliento, las probabilidades de pensar con coherencia se reducían bajo mínimos.

Pero ella aportaba suficiente parte hormonal a nuestra relación y, con pesar, yo tenía que ser el policía malo y pensar con cálculo y frialdad.

A veces era tan difícil. Como en aquel momento, en el que la punta de su lengua perfilaba mis labios, anticipando al beso. Y mientras mis bajos instintos de lujuria se despertaban, la conciencia sobreprotectora catalizaba la reacción y actuaba como antagonista de mis más oscuros deseos.

Inconscientemente, debí alejar unos centímetros a Bella, ya que se encontraba lo suficientemente lejos de mi cuerpo para que se enfurruñase, pero lo suficientemente cerca como para que mi sentido común no funcionase.

— ¡Eres de hierro!—protestó con un mohín de enfado.

—No, cariño—le susurré riéndome en su oído—, soy mucho más débil de lo que aparento.

— ¡Pues lo aparentas muy bien!

Una carcajada irrumpió de mi garganta. Si ella pudiese evaluar mi interior. Estaba en llamas.

—Dos días—musité exigiéndole paciencia.

Soltó un suspiro, resignada.

—Me he es tan difícil esperar tanto.

Yo había esperado por ella más de cien años. No me parecía una tragedia dos días más. Incluso, siendo Bella, no creía que pasase ninguna tragedia que empañase la boda. Alice lo seguía viendo claro. Por lo menos, esta mañana era así.

—Nuestro lugar especial—la recordé.

Cerró los ojos y sonrió, feliz.

—Me preguntó qué será lo que tienes preparado.

—Yo no soy el único que tiene algo especial. —Me reí recordando que veía a Bella mucho más atareada de costumbre.

Por los pensamientos de Alice, lo único que había sacado a relucir que Bella estaba preparándome una sorpresa como regalo de bodas. Protesté levemente para que no se gastase su dinero, pero no me resultó.

—Sólo algunos centavos, ¿de acuerdo?— me prometió.

Carlisle debía saber de qué se trataba, ya que les había pillado hablando entre ellos y cada vez que intentaba leerle los pensamientos para sacar algo en claro, tatareaba la marcha nupcial o se ponía a pensar en todos los tipos de anemias que existían.

Todo aquello era increíblemente enojoso.

Aun sabiendo su respuesta, le volví a sugerir que esto no tendría que ser así.

—Todavía estamos a tiempo de coger el coche e irnos a Las Vegas para casarnos—le propuse.

Suspiró rendida.

—No me lo digas dos veces—sonó como si estuviese suplicando —. Pero creo que no hablas en serio.

Le agarré el rostro con cariño para acercarlo al mío y le acaricié con el pulgar su labio.

—Aún estamos a tiempo—le repetí.

Cogió mis manos por las muñecas para alejarlas de su rostro y posarlas sobre su cintura, acurrucó su cabeza entre el hueco de mi mentón y mi cuello y respiró profundamente.

—Me gustaría tanto—admitió —. Pero ya no podemos, Edward. Alice nos mataría. —Resopló —. Y toda tu familia está tan entusiasmada con la boda. No podemos decirles que no la vamos a celebrar con ellos.

—Ellos harán lo que nosotros decidamos. Te prometo que Alice no pondrá ninguna pega ni te echará nada en cara—le aseguré —. Ellos sólo quieren que seamos felices. Y tendrán muchas bodas que celebrar. —Me reí —. Rosalie y Emmett se han picado y han decidido que después de nosotros, ellos serán los siguientes…de nuevo.

— ¡Ups!—Amortiguó un gemido en la piel de mi cuerpo.

—Alice y Esme son felices preparando bodas. Seguro que no pondrán ninguna objeción a tener otra…aunque para ellos ya es la boda número…

—Pero tú no te has casado aún y quieren lo mejor para ti. Seguramente para Esme no será lo mismo.

Aquello era un punto flaco. No había visto nunca tan entusiasmada a Esme. Sólo, quizás, cuando ella misma contrajo los votos con Carlisle o cuando conocí a Bella. Ella siempre había mantenido que lo de Bella y yo era muy especial, y que saldría todo bien, porque nos merecíamos ser felices. Esperaba que el sexto sentido de las madres funcionase en este caso.

—…Además—continuó hablando—están Charlie, Reneé, Phil, Angela, Ben, Mike, Jessica y…—Aunque se interrumpió en ese momento, yo sabía a quién iba a mencionar. Mantuve una postura neutra para no disgustarla más de lo que estaba con ese asunto—…Y creo que se merecen que yo me despida de ellos con alegría, ¿no crees?

—Supuestamente eso no es la finalidad de una boda—la contradije aunque tenía que admitir que en este caso sí era verdad —. Se supone que tendría que ser el día más feliz de nuestras vidas y compartirlo con los demás.

Se alejó de mí para mirarme a los ojos y sonreírme.

—Y es el día más feliz de mi vida. —El entusiasmo de su voz no llegó a sus ojos. Por lo menos, no le brillaban tan intensamente como en otras ocasiones en las que sí era feliz con tenerme a su lado—. No es una despedida triste, Edward. Quiero mandar el mensaje, en cubierto, que dejo mi humanidad habiendo sido muy feliz y que yo te he elegido a ti para continuar siéndolo…eternamente.

—Claro—me limité a decir.

—Te amo a ti para siempre—se declaró

"Y yo te querré a ti siempre. Aunque una parte de ti no me corresponda y tú no llegues a ser feliz del todo conmigo. Te amaré siempre aunque te tenga que compartir". Intentaba no pensarlo demasiado.

Los celos me reconcomían y todo en mi interior hervía cada vez que pensaba que había algo de Bella que no me pertenecía y otro tenía. Me repetía millones de veces que me había elegido y que, por lo tanto, tenía derecho a reservar esa pequeña parte de ella misma hacia él. Después de todo, yo no podía darle muchas cosas que eran buenas y naturales, y al querer estar conmigo, la hacía renunciar.

Aun así, sentía como un ácido me corroía por mis venas muertas al comprender que el fantasma de Jacob Black siempre estaría rondando en nuestra relación.

Sabía que se reprimía cuando estaba conmigo, pero yo tenía que meterme una mano en la boca y no gritar de rabia, cada vez que en sus sueños se mencionaba su nombre.

"Jake, Jake, mi Jacob. Mi amigo, mi puerto seguro. ¿Por qué te has ido?...Te amo tanto…y me siento incompleta, vacía y abandonada sin ti...Mi Jake…"

Desde que Billy vino a la casa comunicándole a Charlie que Jacob se había ido y nos enseñó la invitación que le envié, la sombra de éste nos seguía y amenazaba con ensombrecer la luz de la felicidad entre Bella y yo.

Ante la noticia, Bella había permanecido impasible y resignada. Y aun sabiendo que había sido yo quien indirectamente había echado a Jacob de su hogar y sus seres queridos, no escuché de sus labios el más mínimo reproche. Eso me aterró más que todos aquellos lloros y ataque de histeria que presencié cuando ella le contó su decisión de permanecer a mi lado.

Su silencio me arrancaba la piel a tiras y aquella noche, cuando la oí sollozar y pronuncia su nombre en sueños, comprendí que Bella se había dividido en dos y que yo no tenía ningún derecho a reclamar aquella parte para mí.

Era un auténtico egoísta y por todas las malas acciones que había cometido, por cada error, tenía que asumir que nuestra relación se había convertido en un triángulo amoroso con todos sus vértices afilados e irrompibles.

"Voy a hacer que recuperes la mitad de la ilusión que tenías las primeras veces, cada vez que te dedicaba una caricia o un beso". Me juré cuando comprendí que no quería perder más de Bella a favor de Jacob.

"Te prometo, Isabella Swan, que la mitad que me has concedido va a ser la mujer más feliz del mundo."

— ¡Bella!—Mi hermana Alice interrumpió los escasos minutos que se nos concedía desde que había comenzado la cuenta atrás—, ¡No puedes esconderte de mí! ¡Tienes que ver la ropa que debes llevarte para la luna de miel!

— ¡Oh, oh!—Nos echamos a temblar a la vez.

Sin llamar a la puerta, entró dando saltos y en menos de un pestañeo humano, arrancó a Bella de mi regazo y le agarró de la mano con la suficiente fuerza para que ésta no se escapase.

—Edward…—me suplicó Bella.

—Alice, te agradecemos mucho lo que estás haciendo por nosotros, pero…

— ¡De peros, nada!—gritó con histerismo — . ¡Esto solo ocurre una vez en la vida! ¡Y quiero que sea inolvidable!

"Y que cuando lo recordéis, yo esté en vuestro altar como una diosa."

—Te queremos, diosa Alice—contesté a sus pensamientos poniendo los ojos en blanco.

Me dedicó una sonrisa deslumbrante.

—Te prometo que te dejaré en paz…hasta mañana—le aseguró a Bella cuando vio su mohín de disgusto por tener que encargarse de aquellos detalles.

—Éste es el último pase—salí en ayuda de Bella para frenar al duende con sobredosis de red bull.

Alice resopló.

"Pero si esto es una sorpresa para ti". Hizo pucheros mentales. "A propósito…cuando llegue el gran día…o mejor dicho, la gran noche, ¿dónde va a ser? ¿En la cama? ¿En el mar? ¿En la arena de la playa?..."

Casi me ahogué, reprimiendo un gemido.

¿De verdad me estaba preguntando eso?

—Pues si tú no lo sabes—decidí salirme por la tangente.

Alice se encogió de hombros.

"Veo una secuencias de imágenes caóticas. No podría decirte nada. Lo único que veo claro, que Bella sobrevivirá"

—Me dejas más tranquilo, Alice.

— ¿Qué es lo que ocurre, Edward?—preguntó Bella, angustiada.

—Detalles técnicos. Nada importante—la contesté sin dejar de enviar miradas envenenadas a mi hermana que se carcajeaba de mí.

"Intentaré concentrarme para ti, mi querido hermanito. Todo sea por un futuro exvirgen"

Cerró los ojos y se concentró hasta que en mi mente me llegaron fragmentos inconexos de luz e imágenes borrosas. Lo primero que pude distinguir fue algo flotando en el aire tenuemente.

Fruncí el ceño, cuando la imagen se hizo más nítida y vi que era una pluma que se posaba sobre el esbelto cuerpo de Bella… ¡Junto a un centenar más de plumas!

— ¿Qué me estás queriendo decir con esto?—Aquello rozaba la paranoia.

Su sonrisa tenía mil y un significados.

"Pues yo creo que está bastante claro…Dentro del vampiro tierno y dulce, se esconde un tigre... ¡Que animal estás hecho!...Si no fuera por Jasper…"

Si fuera humano, ahora mismo estaría rojo debido a la vergüenza.

— ¡Vete a hacer los preparativos antes de que no puedas hacer ninguno!—la amenacé y ella se alejó con Bella.

"¡Tigre, tigre, tigre…!"

Con exasperación, me tumbé en el sofá. ¿Por qué hacían bromas a mi costa?

Mis hermanos no dejaban de bromear y hacer apuestas de cómo sucederían los acontecimientos.

—¿Por qué no le pides a Tanya que se ofrezca a hacerte una demostración y así no haces el ridículo en el estreno, Eddie?—me había sugerido Emmett antes de hacerle tragar la mesilla favorita de Esme.

Aún no me cabía en la cabeza como no se habían dado cuenta de que yo sería incapaz de mirar a otra mujer que no fuese Bella.

No sabía cómo, pero esto tenía que salir bien, de una forma u otra.

Cerré los ojos y dejé mi mente en blanco para trasladarme a nuestro lugar especial.

Arena blanca y aguas azules.

Arena blanca y aguas azules…

Todo se desvaneció cuando a mis oídos llegó un ruido que pude reconocer como un aullido. Si hubiera sido posible, el corazón me hubiese saltado del pecho.

¿Habría vuelto?

Un segundo aullido me hizo darme cuenta de quién era su propietario.

Era un completo indeseable por pensar así, pero me alegré por dos motivos de oír a ese lobo.

No me importaba ir a buscarle, si eso hacía feliz a Bella y pedirle perdón, después de la boda. Pero no quería que me estropease el momento.

"Edward", me llamó incitándome a salir de la casa para hablar conmigo.

Aunque me extrañé que estuviese en fase, no desconfié de él. Estaba solo y sus intenciones eran más que amigables.

Si todos en La Push fuesen como él, los tratados no tendrían ninguna razón de existir.

Abrí la ventana y pegué un ligero salto hasta llegar al suelo. Después, de dos zancadas, crucé el río y me adentré en el bosque que rodeaba mi casa.

Un olor desagradable, pero bienvenido, se adentró en mi nariz y cuando mi campo de visión captó a un enorme lobo de pelaje marrón muy claro y desgarbado, prueba de que aún era muy joven.

En cuanto me vio, se lanzó hacia mí, consiguiendo tirarme al suelo. Con una leve repugnancia, me olisqueó para luego lamerme la cara, alegremente.

—Me haces cosquillas—me reí histéricamente.

Se levantó de mi cuerpo y me dejó espacio para levantarme.

—Seth—Le acaricié su pelaje con camarería.

"Pareces feliz."

—Creo que debo estarlo—admití.

"Eso es bueno. Me alegro por ti, tío."

—No creo que te hayas arriesgado a venir aquí sólo para decirme eso. —Quería que fuese al grano.

Gruñó y sus pensamientos se llenaron de rabia y algo de tristeza.

"No me gusta ser portador de malas noticias, Ed."

No necesitaba saber más.

"No te va a gustar"

—Es mejor pasar el trago—le animé ausente.

"¡Te juro que yo…"

—Seth…

"Sé que, como mi beta, le debo lealtad, pero no puedo evitar enfadarme cuando se dedica a hacer el capullo…, bueno, no se le puede pedir más… ¡Es un capullo!"

—Seth—volví a repetir.

"Esto no es de ser muy buen colega, pero Bella le dejó muy claro que quería estar contigo, y él tenía que aceptar esa decisión, en lugar de comportarse como un gilipollas. Además, tú eres tan válido como él. Eres un tío legal…"

—Seth, por favor, —no quería sonar impaciente—, necesito saber qué pasa.

Volvió a gruñir, pero esta vez se concentró hasta intentar visualizar lo que quería que viese. Me di cuenta que intentaba establecer comunicación con alguien que estaba muy lejos.

No hacía falta preguntar quién era.

Me hizo un gesto con el hocico para que yo apoyase mi fría mano sobre su ardiente pelaje para ayudarme a visualizar sus pensamientos.

El blanco y el gris se entremezclaban indistintamente sin adquirir ninguna forma, por lo que tardé algún tiempo en suponer de qué se trataba aquello. Poco a poco, fui visualizando lo que parecían ramas de árboles cubiertas por la nieve, mientras esta caía inexorablemente, sin piedad, formando un inmutable manto blanco en combinación con el aire. No se podría decir que fuese un tiempo muy apacible.

No quería ver el resto del pensamiento de Seth, pero hice de tripas corazón.

Y en medio de un manto de nieve, exhausto y con las garras sangrando debido al desgaste, se encontraba un enorme lobo de pelaje rojizo. Aun con la visión tan borrosa, debido a la lejanía, podía ver una de sus patas estaba lastimada.

Si Alice hubiera podido verlo, me hubiera asegurado que Carlisle le daba una sobredosis de anestésicos y le ataba a la cama para que no se moviese en un mes. Total, más tonto de lo que era no se podía quedar.

La imagen no era nada clara, pero a través de la mente de Seth, me llegó un aullido tan desgarrador, que se me erizó el vello.

Estaba metido en un buen lío. Y yo tenía la culpa.

"No podemos dejarlo así." Los pensamientos de Seth estaban llenos de angustia.

—No—admití mientras me frotaba las sienes para pensar mejor.

"¿Cómo ha podido llegar a esto?"

—Seth, ¿dónde está?—le pregunté con ansiedad.

Soltó un pequeño aullido.

"La última vez que tuve una comunicación de verdad con él, estaba cruzando la frontera entre Canadá y Alaska."

¡Genial! Eso significaba que podría estar en cualquier punto de Alaska. Era como buscar una aguja en un pajar. Aunque a medida que nos acercásemos a él, nos sería más fácil localizarle.

Lo único que pretendía era una boda tranquila y sin más contratiempos que Bella tropezando a consecuencia de sus tacones.

Tendría que hablar con mi familia para conseguir que se pudiese atrasar unos cuantos días.

Alice me mataría. Pero soportar una tarde de gritos no era nada comparado con darle como regalo de boda a Bella la noticia de la muerte de la persona que amaba.

— ¡Hay que ir a rescatarle!—Me intenté levantar, pero Seth mordió la manga de mi camiseta.

"¡Tú, no! Lo empeorarías todo."

— ¡Sólo quiero que entre en razón!—me exasperé.

"Pero no conseguirás, nada. Posiblemente, todo lo contrario."

— ¡Le arrastraré por los pelos!—le amenacé —. No le quedan fuerzas para resistirse.

Una voz, que no era la de Seth, rota y desquebrajada, pero aun así orgullosa y llena de resentimiento, invadió mi mente. Aunque no estaba hablando conmigo.

"¡Seth! ¿Qué cojones haces?...Te lo advertí claramente…"

Jake!, Te has metido en un buen berenjenal. Sólo queremos ayudarte."

"¡Tú eres retrasado mental! ¿Qué parte de Coco te perdiste cuando eras pequeño? ¿Acaso te esnifabas el pegamento? Te lo voy a repetir bien clarito… ¡Déjame morir en paz!"

Desde luego el frío y las desventuras no le habían cambiado demasiado. Seguía igual de inmaduro.

—Seth—le ordené—, tradúceme esto y que llegue el mensaje literalmente: Deja de comportarte como un niño pequeño, y resiste un par de días.

"No va a servir para nada, Edward."

Lo sabía, pero había que intentarlo.

— ¡Traduce!—le exigí con voz autoritaria.

"¿Quién está contigo? No es alguien de la manada." Se estaba poniendo nervioso. Mala señal.

"Estaba preocupado por ti, y decidí pedir ayuda a Edward…"

Mierda.

En cuanto Seth pronunció mi nombre, se rebeló y se cerró en banda. Lo único que logré oír con claridad fue toda una sarta de adjetivos calificativos, no muy recomendables de repetir, referidos a mí. Cabrón era el más aceptable de todos.

"¡Jacob! Solo queremos ayudar…"

"¡Pues la única ayuda que quiero de la sanguijuela, es que se clave una estaca en el corazón y otra que se la meta por el culo, se llene la boca de ajos y se corte los tendones!"

— ¡Jacob Black, eres la vergüenza de los Quileutes!—le provoqué—. ¡Sólo eres un perro! ¡Un chucho lleno de mugre! ¡Cobarde! Seth, aun siendo más joven, vale más que tú. Si tanto me odias, regresa aquí y rétame. ¡Lucha, joder!—Aquello me iba a doler de verdad — . ¿Así es como amas a Bella? Yo creo que no. Si la quisieras de verdad y creyeras que no soy digno de ella, vendrías aquí y lucharías por ella. ¿De qué te servirá tu amor si mueres, Jake? Me lo estás poniendo muy fácil.

Un gruñido de rabia invadió el ambiente. Eso marchaba bien…

O eso creía yo. Con tal de no reaccionar como yo esperaba o quería, Jacob haría cualquier cosa.

"¿Para qué quieres que regrese, sanguijuela? ¿Para hacer de padrino de la boda? ¿Para darte una salva de aplausos cuando la mates al intentar follartela? Vete a celebrar tu bonita boda de Sherk y a mí me dejas morir."

—No lo conseguiremos.

Intenté soltar mi última baza, a pesar de que era como echar sal en mis heridas.

—No lo hagas por el daño que me puedas hacer a mí, sino por Bella. Ella te ama y no soportará perderte. —Aquello era un ruego. Pero estaría dispuesto a arrodillarme con tal de que accediese. Estaba casi seguro al cien por cien, que en aquel instante, Bella preferiría perderme a mí antes que a él.

"Jake, te debes a la manada", le intentó hacer entrar en razón Seth, desanimado.

No escuché nada referente sobre Jacob después de eso.

Me exasperaba.

Empezaba a pensar que Emmett tenía razón y si le comprábamos a Bella un cachorro de Golden retriever y le llamábamos Jacob, saldríamos ganando con el cambio. Tendría el GPS incorporado, las mismas neuronas que él y unas cuantas pulgas menos.

Realmente, me importaba muy poco que se muriese y la nieve sepultase su cuerpo.

A pesar de encontrarme en eterna deuda con él, éramos como el agua y el aceite. Nunca dejaríamos de ser enemigos, aunque Bella lo desease así fuese.

Tal vez, si se hubiese tratado de Seth, las cosas hubiesen sido distintas. Era la clase de persona que le convenía a Bella y no el idiota de Jacob.

Pero después de todo lo que había ocurrido entre nosotros, yo no podía dejarle en la estacada por mucho que creyese que se lo merecía.

Por desgracia, el vínculo creado por los tres y que adquiría la forma de triángulo, no se rompería con la muerte. Una muerte acarrearía otra muerte.

Estábamos atrapados sin salida.

Empezaba a tener migrañas mentales, cuando de repente una imagen saltó a mi cabeza. No lo pude ver muy claramente, porque Seth, aterrado e indignado, censuró aquella imagen antes de que mis rápidos reflejos vampíricos la captasen.

Pero tratándose de Jacob, me imaginaba cualquier cosa.

Tenía un presentimiento que no podía quitarme de la cabeza. Pero por mucho que odiase a Jacob Black, no pensaría lo peor de él.

Él amaba a Bella, ¿no? Tenía que aferrarme a la idea de que no era tan mezquino y miserable, por mucho que yo deseaba que fuese.

Seth se ahogó al contener un aullido.

"¡No puedes pedir eso, Jake!"

Y aunque intentó volver a censurarlo, pude captar lo suficiente.

Y la rabia invadió mi cuerpo. Aun así, para no herir a Seth, intenté controlarme.

— ¡Eso es lo único que no puedes pedir!—le avisé.

"Pues lo tomas o lo dejas, chupasangres."

— ¡No puedo creerlo! ¡Y tú eres el que me decías que yo podría dañarla!

"Te recuerdo que no es la primera vez que ella se pone en peligro por alguno de los dos. Creo que cuando a ti te dio por decir que te quitabas del medio, ella fue corriendo hacia Italia a una cueva llena de chupópteros como tú sólo para traerte de vuelta. ¿Por qué yo tendría que ser diferente? A mí también me ama, ¿no? Yo también tengo derecho a ser rescatado… ¿Qué es lo que cambia?... ¡Ah, se me olvidaba! ¡Está en juego la boda de cuento de hadas!"

Tenía que reconocer que me había hecho un buen jaque, recordándome como Bella había ido a Volterra para rescatarme. Pero era distinto. Yo la creía muerta y si hubiera imaginado que estaba viva, jamás la hubiera expuesto a aquel peligro.

Aun así, la acusación de Jacob dolía bastante.

—No lo permitiré. Por mí, te puedes morir en medio de la nada, chucho.

Antes de que hablase, oí una macabra carcajada.

"Pues que así sea. No lamento perderme nada…Bueno, miento…Será una autentica lastima perderme, con que agallas eres capaz de contarle a Bella que me dejaste morir en la nieve sólo porque teníais que casaros. Por mucho que jure que te ama, no creo que te perdonase nunca que se enterase que hubieras podido salvarme y no quisiste por mantenerla a tu lado, segura. Porque no se lo podrás ocultar por mucho tiempo. Al fin y al cabo, estoy hablando con santa sanguijuela…"

Y después de una carcajada, empezó a entonar la marcha nupcial que me sonó a fúnebre.

Le maldije con todas mis fuerzas.

Pero tenía razón. Yo ya no podía dividir a Bella más de lo que estaba. Y era preferible añorar a un Jacob Black vivo, que llorar a un Jacob Black muerto.

Incluso, Seth lo pareció entender.

"Edward, yo iré con ella. Te prometo que no la dejaré sola un solo instante. Y creo que por un par de semanas que retraséis la boda, no pasará nada, ¿verdad?"

Pero en aquel instante, veía como todas mis esperanzas se rompían en miles de pedazos y la sensación de entregar a Jacob la otra mitad de Bella que me pertenecía, me quemaba como un fuego alimentado por el odio y la desesperación.

Y con el juramento de recurrir a los Vulturis para que hiciesen picadillo al perro de Black, si Bella salía dañada, entoné en mi mente la marcha fúnebre de mis sueños perdidos.


Debería haber avisado antes, sí, soy muy antiJacob, y creo que en este fic especificamente , mi cariño hacia él no varia ni un ápice. Pero también, hay que tener en cuenta, que el punto de vista es el de Edward, y por muy compañero de combate y agradecido que esté por estar con Bella, no puede dejar de verle como su rival por el amor de Bella, y está muy celoso, como es lógico. También reconozco que los personajes van a cometer errores y se verán más "humanos", vulnerables y habrá acciones y actitudes de todos ellos (me refiero a Edward, Bella y Jacob), que no gustarán. ¿Qué puedo decir? Confiad en mí. Además, prometo, que Jacob será mejor tratado en próximas historias.

Por si os lo preguntáis, Nessie sí saldrá en la historia, pero no será como en "Breaking Dawn". Meyer dejó unas líneas de otras criaturas que existían y podían dar juego para historias muy interesantes.

Y con esto, sólo deciros que gracias por leer hasta aquí, bienvenidas (os) y espero que os quedéis hasta el final.

Hasta el próximo viernes. :)