Disclaimer: Santa Meyer los crea y ellos se juntan. Yo sólo los lio un poco para el buen resultado de esta historia.
Faster by Within Temptation.
Encontrarme en un circuito de carreras ilegales rondando la medianoche, no había sido una buena señal que me indicase, que haberme quedado junto una humana, era la mejor idea que se me había ocurrido. El fantasma de los remordimientos por mentir a mi familia rondaba como una mosca junto a un cadáver.
Al principio, creí que se trataba de eso.
Pero cuando Caris me confesó que necesitaba mil dólares para la inscripción del concurso, que su padre no la iba a ayudar porque implicaba dejar el semestre y haberse negado a que yo le hiciese un préstamo—o una financiación de futuro como la había insinuado para no herir su ego—, debería haber imaginado que ella ya tenía su plan B para conseguirlos, y que iba a ser a su manera. Intensa, arriesgada…e ilegal. Sobre todo, lo último.
Cuando me indicó que aquella noche se iba a reunir el Círculo de medianoche y que un tal Big Flash estaría allí—una eminencia en el mundo de las carreras ilegales—, y que no habría mejor oportunidad de conseguir una cantidad de dinero de cinco cifras, comprendí que lo tenía pensado desde hacía mucho, y que estaba deseando participar en ello. No había nada que yo pudiese decirle para que se lo quitase de la cabeza.
Cierto que podía haber tomado ciertas medidas, pero sacar a la superficie mi lado más sobreprotector y encerrarla en el sótano un par de días, además de hacerla pensar que tenía un completo lado psicópata, la hubiese motivado a descubrir nuevas maneras de desobedecerme y salirse con la suya.
Estaba más que escarmentado.
Ahora, en serio, ¿me sentía tan mal por ser tan mentiroso? ¡Ojalá pudiese decir que sí!
Y por eso, me encontraba en un descampado a las afueras de Seattle, rodeado de cientos de personas, desde aficionados a las carreras hasta corredores que querían probar suerte y ganar unos miles en unas pocas horas, sentado en el capó de mi coche, gritando y animando a Caris en su cuarta carrera. Había conseguido casi cinco mil dólares cuando ganó su primera carrera, pero, al perder dos más, se había quedado con menos de cien.
Aplaudí y grité aliviado cuando vi su coche llegar a la línea de meta un minuto y medio antes que el otro corredor.
El perdedor no se tomó demasiado bien haber cedido terreno ante una chica y dio una patada por pura frustración a la rueda del coche. Sin embargo, Caris cambió su semblante a una cara sonriente, me buscó con la mirada, y alzó el brazo, agitando el fajo de billetes que había conseguido. Calculé unos quinientos.
La había subestimado una vez más. Era una buena corredora de coches, pero sólo como aficionada. En aquella pista había gente profesional y no estaba seguro cuantas carreras tendrá que hacer para llegar a los mil que necesitábamos.
Mi parte más responsable abogaba por que nos fuéramos de allí con lo que había ganado y yo le prestase el resto. No me parecía prudente arriesgarnos más.
Y, sin embargo, se había despertado algo de mí, algo que estaba anulando a mi yo más sensato, el mismo que estaría receloso y vigilando el más mínimo movimiento, temiéndose lo peor a cada instante.
Sin embargo, ahí me encontraba echando un ojo a Caris, sin estar realmente preocupado por ella, mientras me daba cuenta que estaba disfrutando del ambiente creado.
Había tipos con pintas horribles y otros vestidos de manera más pija, pero, por alguna inexplicable razón, todos querían disfrutar de una competición sin querer meterse en demasiados jaleos.
Las carreras eran lo más importante, y había la sensatez de no dejar que los corredores saliesen a la pista borrachos, que se produjesen peleas y altercados y permitir conductas temerarias en la pista. Todo perfecto si no fuese ilegal.
La alarma hubiera tenido que surgir cuando un grupo de cuatro tipos con las peores pintas, —tatuajes, piercings y aspecto de moteros de la peor calaña—se acercaron a Caris y la rodearon. Leí su mente antes de que hablasen y me di cuenta que ya la conocían y la estimaban lo suficiente como para no hacerle daño.
—Nos enteramos que has estado hospitalizada porque un cabrón intentó hacerte daño—le comentó uno mientras se daba un puñetazo en la palma. —Odio a la clase de individuos que se meten con una mujer indefensa.
Otro le puso la mano encima del hombro y coincidió con su compañero.
—Si alguna vez la mierda de pasma le suelta y te sientes indefensa, haznos una llamada, Cars. Iremos enseguida a partirle las piernas.
Me engañaba a mí mismo convenciéndome que no salía a su encuentro y la apartaba de aquellos tipos, porque ella se encontrase a gusto con ellos. Evidentemente lo estaba. Pero tenía mucha mejor panorámica desde donde me encontraba sentado.
Se había soltado el pelo de su característica trenza y sus rizos parecían tomar una trayectoria salvaje. Y sus pantalones negros conjuntado con su top del mismo color realzaban su silueta, más voluptuosa de lo que me había fijado antes.
Cada curva de su cuerpo invitaba a mis brazos y manos a posarse en ellas, y se me dibujó una sonrisa de satisfacción al ver reflejada mi mano metida en el bolsillo trasero de su pantalón.
Me costaba mucho admitir que la idea me horrorizaba menos de lo debido.
Millones de pensamientos similares se habían cruzado en mi cabeza, procedentes de humanos respecto a una persona que no era su pareja. Pero siempre había separado el deseo del amor.
Había sido muy inocente creyendo que el amor nos protegía del deseo físico hacia otra persona que no fuese la correspondida.
Era cierto que Jacob no tenía un solo tapujo cuando se trataba de Bella y la posible relación física que podría haber entre ellos. Y con todo mi dolor y sin tener que soportar la auténtica tortura de leer su mente en aquellos momentos, tenía que ver que era demasiado evidente en la tonta—estúpida—sonrisa de Bella y sus ojos excesivamente brillantes, que era algo más que admiración lo que se le pasaba por su cabeza. Era tan evidente aquel tipo de atracción que podían electrificar hasta el aire que respirábamos. Posiblemente, mi presencia había impedido que se abalanzasen, y que los largos y finos dedos que antes se hubiesen enredado en mis cabellos, repasasen el contorno de su musculoso pecho, encontrando la sensación de calor muy agradable. El frío nunca fue atractivo.
En mi inocencia, siempre había creído que el deseo físico entre ellos era consecuencia de sus mutuos sentimientos.
Por lo que no estaba preparado en absoluto para que una serie de pensamientos sobre una chica humana tan distinta de Bella. ¡Y ni siquiera era de mi estilo!
Adelantándome a sus movimientos, giré la cabeza hacia otro lado, fingiendo estar observando atentamente un coche continuo al mío. Noté el olor de Caris acercándose hacia mí, y cuando estuvo a escasos centímetros, la miré y correspondí a su sonrisa. Le dejé un hueco en el capó para que se sentase a mi lado, pero no lo suficientemente cerca como para llegar a tocarnos del todo.
Me dio los quinientos dólares para que los guardase.
— ¿No crees que deberíamos dejarlo antes de que lo pierdas todo?—le sugerí sabiendo que recibiría un no como respuesta. No sólo se trataba del dinero. El resto lo podría reunir fácilmente. Ella estaba allí por aquel ambiente. Le encantaba.
Efectivamente, me miró con pena. Estaba dispuesta a irse si yo me encontraba lo suficientemente incómodo. Era extraño que, a pesar de estar rodeado de cientos de humanos en plena efervescencia de adrenalina y riesgo a punto de estallar, yo me encontrase realmente cómodo, disfrutando de las carreras, deseando competir en una, por mucho que aquello no me conviniera.
Fingí que me resignaba a quedarme.
—Pero tendremos que apañárnoslas para que no empieces a deber más dinero—sentencié.
Se encogió de hombros.
—En realidad, no creo que pueda correr mucho más. Me queda la gasolina justa para hacer un par de carreras más, si lo apuro bastante, y volver a casa. Además, creo que las carreras están a otro nivel.
Señaló la pista y vi el deportivo del tal Big Flash adelantando por un par de vueltas a su rival.
—Aunque ahora es cuando empieza lo realmente bueno—me anunció —. Big Flash puede retar a cualquiera del público. A lo mejor podemos tener suerte y sacar hasta veinte mil dólares si le ganásemos.
— ¡Hum!—arrugué los labios en gesto desaprobatorio —. Tiene buenos reflejos.
Para ser humano.
No me gustó la intensa mirada que le dirigía a mi coche y menos el pensamiento que se derivó de aquello. Ya se veía conduciéndolo a toda velocidad, sintiendo algo mejor que el sexo, teniendo todo el poder en sus manos.
Di un golpe en el capó, no muy fuerte para no estropearlo, pero con la suficiente firmeza para que se lo quitase de la cabeza.
—Ni se te ocurra siquiera pensarlo. Por encima de mi cadáver. Ya sabes lo que quiero decir.
— ¡Ey!—protestó enérgica. Una mezcla de sorpresa y enfado.
—Mi coche, mi mundo y mis reglas—sentencié inflexible.
Se cruzó de brazos y meneó su cabeza sacudiendo los rizos.
—Seguro que a tu novia sí se lo dejarías, ¿a qué sí?—me reprochó.
Aquello me arrancó una carcajada un tanto amarga por traerme a colación a Bella.
— ¡Ni de broma! Con la mala suerte que tiene, me quedaría sin coche y sin novia. Y no hay nada más sagrado para un hombre que la integridad de su coche.
Aquella contestación le hizo poner los ojos en blanco.
— ¡Claro! Me olvidaba de la fuente de testosterona que os da la seguridad de las cuatro ruedas en los tíos.
Me reí entre dientes ante el comentario, pero no hubo más discusión. Caris se limitó a hacerme un puchero, cruzar los brazos y aparentar que estaba muy enfadada conmigo.
Sin embargo, aquella noche no iba a salir tan inadvertido como me hubiese gustado. Sólo había pedido pasar una divertida jornada con Caris y las carreras, pero no tenía a la suerte de mi parte.
Big Flash hacía rato que había terminado de humillar al último participante y buscaba carne fresca. Era similar a mí cuando iba al acecho de una presa para cazar. Aunque, ¡pobre de él!, era un aficionado comparado conmigo. Se había rodeado de un grupo de veinte personas realmente ruidosas y una voluptuosa morena le rodeaba la cintura con el brazo.
"¡Hum! ¡Qué suerte tiene ese pijo! ¡Menuda preciosidad tiene a su cuidado!"
Intenté mirar hacia otro lado, no advirtiendo que se iban acercando hacia nosotros, y que nada de esto iba conmigo.
Noté la creciente ansiedad de Caris. Había advertido cierta lascivia en sus ojos y se sentía realmente disgustada por estar ahí.
Decidí tranquilizarla.
—No quiere nada contigo. Ni siquiera eres su tipo—le señalé con la cabeza a la chica que estaba con él.
— ¡Ah!—suspiró algo más aliviada, pero aun así aprehensiva de ver al grupo cada vez más cerca.
Sin embargo, aquello, lejos de evitarlo, me emocionaba más. Además, podríamos conseguir aquello que habíamos estado buscando.
—Ya sé cómo vamos a conseguir lo que nos falta para la subscripción del concurso.
Apenas fue consciente de lo que había querido decir, cuando el grupo rodeó el coche, y aquel tipo se adelantó—con morena incluida—imponiendo su autoridad y consiguiendo que me aburriese con sus poses de macho alfa.
¿Quería intimidarme? ¿De verdad lo pretendía? No iba por el buen camino.
Hubo un instante de breve silencio; por su parte, porque estaba analizando la autenticidad de mi coche, aprobando cada vez más lo que veía. Por la mía, porque me interesaba tanto como oír a las cigarras cantar. Sólo un ligero ruido a mi alrededor.
—Es auténtico—lo certificó.
— ¡Muy bien!—repliqué. Caris tragó saliva, preocupada. Había notado el toque sarcástico de la exclamación.
Big Flash decidió no irse por las ramas.
—Es la clase de coche que sólo pueden tener unos cuantos.
—Estoy de acuerdo—coincidí con cierto tono aburrido.
—Pues vamos a ir por las buenas, chico. —intentó agarrarme del hombro, pero yo me escabullí de su contacto, esperando a su absurda propuesta —. He ganado cincuenta mil dólares esta noche. Estoy dispuesto a darte treinta mil por el coche. Y piensa en la suerte que tienes.
Puse los ojos en blanco. Con treinta mil dólares no le llegaba ni para una rueda.
— ¿Eso es por las buenas? Bueno, veamos. Creo que no. Pasemos directamente a las malas. A tus malas.
Se creyó que le estaba vacilando y empezó a reírse de mí a mandíbula batiente. Su grupo hizo lo mismo. Caris no se reía. Estaba realmente preocupada por mí…pero no porque sufriese ningún daño. No la culpaba. Había visto actuar a un vampiro y había sobrevivido para contarlo. Ahora se arrepentía por haberme metido en aquel lio.
—No te preocupes—le susurré sutilmente.
Luego, enarqué una ceja esperando una respuesta. No se creía que iba enserio.
—Esto es serio, chico. No me gusta humillar a los más débiles que yo. Va en contra de mis principios.
—Tranquilo, no lo harás.
Hubiese sido más fácil tomar un camino más sencillo y resultarle realmente amenazador. No necesitaba a Jasper para conseguirlo. Bastaba con colocar mi cuerpo con una postura dominante, oscurecer mis ojos y emitir un gruñido gutural. Con eso hubiese bastado para despertar el instinto de supervivencia del humano más estúpido y que hubiese salido a correr ante mi presencia. Cierto que, si realmente se convertía en un objetivo, no escaparía.
Y si realmente estaba aguantando a un humano pasarse de la raya era porque no era un peligro para mi autocontrol. Pero pensé que sí me podía divertir a su costa, haciendo que mordiese el polvo. Se trataba de hacerle probar su propia medicina.
Nos llevó un buen rato que comprendiese que iba a participar en su reto. Cuando lo hizo, empezó a reírse y volvió a vacilarme por enésima vez. Se me acababa la paciencia.
Finalmente, miró a Caris y la dijo:
—Creo que la gilipollez de tu novio va a hacer que os vayáis a casa a pata y sin un centavo en el bolsillo. —Se dirigió a mí y estableció las condiciones—: Muy bien, crío. Vamos a dar cinco vueltas por la gran pista—La de veinte kilómetros —. Si gano yo, me llevo tu coche sin condiciones. Si tienes potra, pero mucha, te doy treinta mil dólares. ¿Aún continúas haciéndote el gallito?
Asentí y todo su grupo empezó a palmear para darle ánimos. Él creía que no los iba a necesitar.
— ¡Esta noche voy a conducir como una estrella de Hollywood! ¡A salud del insensato!—me señaló con la mano y se dirigió hacia la pista donde estaba su coche.
Antes de montarme en el coche, descubrí que tenía compañía en el copiloto.
—Caris, sal de aquí. Puede ser peligroso—le advertí.
Pero ella no daba indicios de hacerme caso. Se limitó a cruzarse de brazos.
—Puedo hacer que salgas sin que te enteres.
No cedió.
—No voy a consentir que lo hagas por las malas—me advirtió.
Sonreí a mi pesar. Si realmente estuviese decidido, ella no lo impediría, y lo sabía. Pero dejé que creyese que tenía más poder de convicción sobre mí.
—No son mis malas. Sólo quiero que muerda un poco el polvo. Y de paso, tendrás un buen colchón de dinero en un año. Puedes hacer la inscripción al concurso y algo más…Por si acaso.
Me miró con ojos brillantes.
—Si realmente se trata de una carrera, no será nada malo. Por lo tanto, me quedo porque no habrá ninguna situación de riesgo que yo haya sufrido antes, ¿verdad?
Pellizqué el arco de mi nariz con los dedos, intentando no chillarle demasiado. Tenía sus razones para tener miedo si se recibía una amenaza de un vampiro, pero el sentido de competitividad iba innato a nosotros y ella estaba siendo realmente testaruda.
Uno de los promotores de las carreras ilegales nos estaba ya anunciando.
— ¡Corriendo en la pista número uno, tenemos al campeón invicto! ¡Conduciendo su hermoso Audi deportivo de ultima clase! ¡Recién salido del Gran Prix de Los Angeles, ni más ni menos que Big Flash!—Ensombrecida ovación de toda la pista. Luego, entre risas me presentaron a mí: — ¡Y en la pista dos, corriendo: un pobre capullo que va a perder su magnífico Aston Martin! ¡Los hay desgraciados, la verdad!
Finalmente me rendí y dejé que Caris fuese conmigo. Se trataba de un humano, por lo tanto, podía correr lo suficiente para dejarle K.O en dos vueltas y tener cuidado con ella.
Giré la llave, encendí el motor y empecé a conducir.
—Ponte el cinturón—le ordené antes de entrar en pista.
Y yo que creía que, si dejaba el coche a Emmett, éste se metería en una carrera contra Jasper.
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Aun dejando que aquel desgraciado me hiciese trampas en la línea de salida, saliendo antes de contar tres, logré completar la quinta vuelta cuando él apenas había llegado a la tercera. Y si realmente hubiese querido, podía haberle humillado dejándole muy atrás desde la primera.
Aquel ejercicio de reflejos, instintos, velocidad, dando una oportunidad de probar la potencia de mi coche, y cierto cuidado por mi copiloto, habían despertado la adrenalina que corría por mis inertes venas. Aquella sensación efervescente no era nueva para mí, pero no dejó de sorprenderme cuando apareció de nuevo después de mucho tiempo. Me sentía con energías renovadas, capaz de hacer todo lo que quisiera.
Cuando comprobé que Caris iba a estar bien—muy bien—y que mi insensato instinto de competencia no la pondría en peligro, sino que estaba aún más eufórica que yo, no lo pensé. El control desapareció de mi organismo y me dejé llevar por la exaltación.
La multitud, al principio sorprendida por aquella inesperada victoria, se olvidó pronto de su héroe caído para ensalzar al nuevo. Todos me vitoreaban a mí mientras intentaba permanecer indiferente. Había sido un juego de niños en comparación a lo Rose y yo montábamos a lo grande. Quizás, cuando volviese a casa y si nada cambiaba entre nosotros, me gustaría volver a hacerlo. Era de las pocas actividades que nos mantenía en una completa armonía.
Caris hizo el amago de abrazarme, llevada por la emoción, pero mi subconsciente rechazaba aquella clase de contacto tan íntimo y me aparté levemente. Se río tontamente, casi como una pose para hacerme creer que no se había dado cuenta de mi actitud. No quise que se lo tomase como algo personal contra ella. Nunca una mujer que no se tratase de mis hermanas o Bella me había abrazado y me sentía reticente con aquella clase de contacto. Y, por si fuera poco, mi cabeza estaba aquella señal de alarma que indicaba que no estaba permitido por mucho que me gustase. Intenté arrinconar aquel sentimiento no bien recibido, dejando que mi conciencia tomase las riendas.
Sin embargo, le dediqué una gran sonrisa a Caris y choqué los cinco con ella.
Nos permitimos un leve contacto cuando, caballerosamente, le ofrecí la mano para salir. Si ella notó el frío de ésta, no lo mencionó. Una ovación nos envolvió.
Uno de los promotores, un universitario de último curso, que resultaba ser un conocido de Caris, se acercó a felicitarme.
— ¡Dios, tío! ¡Tienes talento! ¿Has pensado dedicarte a ello profesionalmente?
—No lo creo. Esto es una diversión para mí. Quiero que a lo que me dedique en serio pueda ser también legal, por no estar todo el tiempo saltándome las reglas.
Se quedó completamente anonadado por aquella respuesta. Caris se mordió los labios para no reírse y me hizo señas para que nos dirigiésemos a hablar con Big Flash. Como intuí, no estaría de buen humor, y a juzgar por cómo estaba dando patadas, maltratando su coche, iba a estar muy reticente a la hora de pagar.
Eché una ojeada al vehículo. Si no hubiese sido por que Caris necesitaba el dinero, tal vez se lo hubiese requisado. Jasper tenía ganas de un deportivo.
—Tal vez necesite que le enseñes los dientes—me dijo Caris. Luego levantó el dedo y añadió con tono de advertencia —: metafóricamente hablando, ¿de acuerdo?
Mordí en el aire y luego cerré la boca.
Volví a arrancarle una carcajada y me pareció un sonido precioso.
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—Edward, creo que te sentirías menos solo si te fueses a Denali con Tanya—me dijo por enésima vez Carlisle, aunque estaba seguro que aquella recomendación venía por parte de Esme—. En Vancouver no hay ningún clan o no tengo noticias de ningún nómada con el que puedas pasar un tiempo.
Respiré profundamente. No sabía que le estaba pasando. Alguna vez ya me había ido de casa cuando necesitaba estar solo y siempre había sido bastante respetuoso conmigo en ese aspecto, por mucho que los demás me atosigasen con tener compañía.
Tal vez estuviese preocupado que volviese a rondarme la cabeza de visitar a los Vulturis, por el asunto de la boda. Era ridículo. No tenía ningún motivo para aquello. ¿O había algo relacionado con Bella que no me estuviesen contando?
Le pregunté a bocajarro y se limitó a asegurarme que estaba bien y que Alice aún veía nuestro futuro juntos.
—Aunque tiene que hacerlo desde la distancia. No se puede acercar mucho a Bella…
Aquello era nuevo. Me extrañaba mucho que Alice no me lo hubiese contado. En realidad, estaba haciendo cosas muy raras. ¿Por qué no le contaba a Carlisle la verdad? Estaba seguro que ella había visto claramente a Caris y que había mentido. A lo mejor quería dejarlo pasar porque no había visto nada preocupante. En sus mensajes sólo me aseguraba que todo iba bien.
Me imaginé que el agujero negro de hombres lobo dificultaba la tarea a Alice.
No me imaginaba que Carlisle me soltase aquella bomba.
—Está muy disgustada con Bella. Ellas han tenido una discusión muy fuerte hará unos días y no se hablan desde entonces.
—A causa de Jacob, ¿verdad?—sentencié. No podía creer que la presencia en la vida de Bella también alterase la relación de hermanas entre ellas dos. ¿Tantas ganas tenía de eliminarnos de su vida como si fuésemos un borrón? ¿Qué estaba pasando con Bella?
—No exactamente Jacob, Edward. La gente habla. En realidad, Charlie habla. Ha cogido la costumbre de hacer la ronda por el hospital todos los días y hacerme una visita de media hora. Me trae café y donuts y estamos hablando de todo un poco. Creo que se siente un poco solo. No me lo ha dicho con estas palabras exactamente, pero no está en tan buenos términos con Billy. No creo que se trate sólo que la presencia de Jacob influya sobre Bella y su decisión de ir a Dartmouth contigo.
Hay una chica nueva en la reserva. No sé qué relación tiene con los Clearwater, pero éstos la han acogido porque la muchacha ha perdido a sus padres. Estaban en las selvas del Amazonas y fueron atacados por un animal salvaje. Sólo ella ha sobrevivido.
Sí que tengo que admitir que ha sido extraño que no me la dejasen ver cuando llegó a Forks. La han tratado en la enfermería de la reserva y no han querido que pasase por el hospital. Supongo que ya la estarán metiendo prejuicios contra nosotros.
—Serán habladurías. No pueden contarle nada serio de nosotros porque romperían el tratado—le dije sinceramente aburrido. Quería saber a dónde me iba a llevar esta conversación. ¿Qué nos importaba la presencia de aquella muchacha?
—Resulta que Sue y Seth están mucho tiempo en casa de Charlie, y éste ha pensado que sería una buena idea que Bella la ayudase a ponerse al día en la escuela y le diese clase particulares. Han conectado muy bien.
Arrugué el ceño completamente extrañado. Bella tenía una amiga humana. ¿Qué había de nuevo? Antes se había llevado bien con Angela y no había habido ningún tipo de problemas. Además, si aquella chica hacía ver menos a Jacob, mucho mejor.
—Carlisle, creo que te estás volviendo un médico cotilla de pueblo pequeño. Ahora cuando pasas consulta te llevas un chisme fresco.
Podía intuir como elevaba los hombros como gesto de inocencia.
—La gente habla y yo escucho. Además, reconozco que prefiero que hablen sobre esta chica que de nosotros. Bueno, sobre ti. El otro día vino la señora Newton para una receta de jarabe contra la tos y me preguntó qué tal lo estabas llevando. Estaba realmente preocupada por ti.—Puse los ojos en blanco—. Que se alegraba que te hubieses ido a estudiar fuera porque debía ser muy duro que Bella se hubiese fugado con Jacob en la moto con el vestido de novia puesto…
Oí un sonido parecido a una carcajada reprimida mientras yo intentaba que mis labios no se estirasen en una sonrisa. Incluso cuando se trataba sobre mí, tenía que alabar la inventiva de los habitantes de Forks para los chismes.
—Bueno—me acaricié las sienes—, supongo que todo esto se convertirá en un gran reto para Alice. Tendrá que organizar una gran boda para hacer olvidar los acontecimientos pasados. ¿Qué es lo que me ibas a contar sobre Alice y Bella?
—No le daría la mayor importancia, Edward. Creo que simplemente Alice está muy enfadada con lo de la boda, y, además, ahora hay una nueva chica de la que Bella está más pendiente. Creo que se trata de celos. El otro día fueron de compras y Bella tuvo a bien invitar a Nessie con ellas para aguantar a Alice y su sesión maratoniana, sabes cómo se pone cuando se va de tiendas. Por alguna razón extraña, ellas dos no han encajado nada bien.
Ninguna les gusta el olor de la otra, y Alice se queja que no puede ver su futuro. Le dijo a Bella que tuviese cuidado con quién se juntaba, y a Bella no han debido de gustarle mucho las críticas de Alice sobre su nueva amiga y le ha dicho que no volviese a verla hasta que no tuviese una mente más abierta con sus amigos. Bueno, las dos son increíblemente testarudas, lo sabes.
Había algo en esa historia, aparte de los sentimientos heridos de Alice, que no acababa de convencerme. Y lo peor de todo que Carlisle estuviese tan complaciente con ese tema.
— ¿No te parece extraño que esa tal Nessie viva en la tribu, no se vea su futuro y huela repulsivamente para nosotros? Recuerda que ha estado en Brasil y hay muchas leyendas respecto a los nuestros y a los licántropos que no conocemos. ¿Y si es una criatura extraña? Además, Bella tiene un imán para esa clase de monstruos.
Se echó a reír.
—La echas mucho de menos, Edward. Pero tienes que pensar que ahora no es buen momento para volver con ella. Tengo la sensación que todo lo que está pasando tiene menos que ver con Jacob de lo que todos nos imaginamos. En realidad, creo que quiere hacerse a la idea antes de dar el paso. Tú mismo estabas a favor de que se tomase ese tiempo. Y sobre todo cuando no hay marcha atrás.
— ¡Ajá!—Aquel sonido salió hiriente en mi garganta. Sí, aquello era cierto, pero cuanto más tiempo pasaba, menos convencido estaba. Pero pensé que, de nuevo, la parte egoísta estaba ganando la partida y la estaba reclamando para mí.
—Sé sincero, Edward—repuso paciente—, ahora mismo, no estaría en condiciones de transformarla. Si lo hiciésemos, ella nunca se olvidaría de Jacob. Y no puede vivir dividida. Tú no podrías vivir con ella dividida.
Cogí aire mientras notaba un fuerte nudo en la garganta. Carlisle no se daba cuenta que eso era exactamente lo que iba a pasar. El fantasma de Jacob Black me iba a perseguir toda la eternidad y yo tenía que prepararme para miles de noches idénticas a la que siguió después de la despedida, durante milenios mientras me hundía en la desesperación de no conseguir su felicidad porque una mitad de ella siempre le reservaría su amor incondicional.
Y Caris se atrevía a hablar de exclusividad. Tenía que disculparla porque su juventud le había impedido llevar aquel sentimiento a su máxima plenitud.
Y hablando de ella.
Dejé que Carlisle siguiese hablando, aunque ya no le escuchase.
Estaba oyendo las pisadas y los latidos de su corazón muy cerca de mi coche. Se había ido a comprar un café a un bar cercano a las pistas. La había dejado irse en compañía de uno de sus compañeros de universidad porque no tenía intenciones de hacerle daño y sabía que volvería sana y salva.
Estaba amaneciendo.
Se acercó lo suficiente para ver que aún seguía hablando por teléfono y esperó pacientemente. Nos miramos y sonreímos automáticamente.
—Esme y yo te echamos de menos—concluyó mi padre.
—Y yo a vosotros. —Aquello era genuino.
—Si no quieres ir a Denali, ve a buscar a Peter y a Charlotte. Jasper me ha dicho que están por el norte. Estarán encantados de recibirte.
Rechacé aquella oferta.
—La universidad de Vancouver tiene un magnífico programa de música. Me ayudará a desconectar mientras dure mi destierro.
Me despedí con la dolorosa sensación de no gustarme nada mentirle. Y lo peor es que estaba resultando mucho más fácil de lo que me imaginaba.
Si estuviésemos en un mundo más sencillo me hubiera encantado presentarles a Caris.
Cuando colgué el teléfono, lo tomó como una invitación para entrar en el coche y sentarse como copiloto.
El olor de aquel sucedáneo de café me estaba produciendo un efecto parecido a las náuseas. Era repulsivo.
— ¿Le has contado a tu padre la aventura de esta noche?—me preguntó exaltada. Siempre estaba de aquel estado de ánimo a pesar de notar en su voz la carencia de sueño.
No podía, pero intentaba ponerme serio con ella para que comprendiese que resultaba peligroso.
—No es divertido ponerse en riesgo una misma. Además de ser completamente ilegal. No creo que a tu padre le gustase recibir una multa de miles de dólares por tu conducta. Porque, desde luego no te iba a hacer un préstamo y si te hubiesen metido en la cárcel, me hubiese negado a pagarte la fianza. Una noche entre rejas es lo que te mereces por ser tan temeraria.
Bostezó en reacción al sermón que le estaba echando.
"No eres mi padre, afortunadamente", pensó.
— ¡Como si nunca lo hubieras hecho!—se burló de mí.
Puse el tono más duro que pude.
—Antes de mudarnos a Forks, Rosalie y yo hicimos una apuesta y quien ganase, tenía que hacer las tareas del otro durante un mes. E hicimos una carrera de coches por los alrededores de la ciudad. Tuvimos la mala suerte que nos pilló un radar y nos cayó una multa de mil dólares cada uno. ¡La bronca de Carlisle!—Me reí entre dientes—. Lo mejor de todo fue cuando le retamos a él a una carrera y si perdía, se haría cargo de pagárnoslas. ¡Aún recuerdo qué cara tenía cuando, además de las nuestras, le tocó pagar dos mil dólares de su propia multa!—Al ver su expresión risueña y divertida, borré la inminente sonrisa de mis labios y volví a poner mi tono duro. Demasiado tarde —: ¡Eso no significa que esté bien! ¡De hecho, está fatal! ¡Nada de carreras ilegales hasta que estés en el concurso! ¡Y mucho menos después!
Se limitó a echarse para atrás en el asiento y resoplar murmurando lo aguafiestas que podía llegar a ser.
Olisqueó el café, arrugó la nariz y se tomó un trago. Después de un par de sorbos realmente desagradables, acabó acostumbrándose al sabor.
—El olor de esa cosa no me da buena espina—indiqué imitando su arrugado rostro.
Me lo confirmó.
—Sabe peor de lo que huele. Estoy segura que no necesitaré probar el pis de gato, porque esto es un sucedáneo. Sólo espero que contenga la suficiente cafeína para aguantar el resto del día. —Me miró fijamente las ojeras. Me había alimentado hacía poco, por lo que no creía que estuviesen demasiado marcadas—. Tengo la sensación que tú la necesitas más que yo.
—Puedo sobrevivir sin probarlo. Me basta tu palabra para creerte—rehusé retrocediendo ante aquel olor químico que me quemaba las mucosas del interior de la nariz.
Recordó todo lo que tenía que hacer aquel día, y ante la mención de la clase de literatura, pidió auxilio o un vial de cafeína inyectada en la vena del brazo. Me reí ante la ocurrencia.
Entonces, le pregunté algo que realmente me intrigaba.
— ¿Cómo puedes vivir con tanta energía?
Tardó unos segundos en darse cuenta que estaba hablando enserio. Mi entonación había cambiado y no había burla ni reproche. Sólo quería llegar a entenderlo.
—Supongo que no te estarás refiriendo a la cafeína. —Se encogió de hombros. Luego adquirió un tono suave y tranquilo, relajante incluso—: Muy fácil. Desde un átomo de oxígeno que respiro, hasta la más insignificante gota de sangre de mi organismo corriendo por mis venas, y la más mínima vibración de mi voz en el aire, todo constituye un regalo y no pienso desperdiciarlo. Siempre ha sido una máxima en mí, pero desde que pasó lo de Sylvie y lo de Riley, se ha convertido en una prioridad. Vivir al máximo, experimentando todo.
—Vive deprisa, muere joven y deja un bonito cadáver—parafraseé a James Dean.
—No pienso morir joven. —Movió la cabeza —. De hecho, tengo la intención de salir al escenario con ochenta años y mi bastón. Y que esparzan mis cenizas en él cuando llegue mi hora. Espero que sea cuanto más tarde, mejor.
Examinó detenidamente mi rostro mientras hablaba y no le costó adivinar el sentimiento de envidia que me rondaba. Me sonrió mostrando cierta empatía.
—No se necesita un corazón latiendo en tu pecho para estar vivo—me dijo rotunda, hasta el hecho que la empecé a creer. O quería creerla —. De hecho, creo que ser humano, a veces, está algo sobrevalorado. No es que me queje de mi condición…Pero, creo que la tuya te libra de muchas cosas horribles que conlleva la nuestra.
Enarqué una ceja para que me enumerase alguna. Se puso un dedo en la boca mientras se lo pensaba. Cuando el sabor de aquel mejunje vino a sus recuerdos, no pudo reprimir una arcada y estallé en carcajadas.
— ¿Ves lo que te digo? Realmente afortunado de no saber que existe algo tan horrible… ¡Puaj!
Luego, más tranquila, dijo:
—No estarías vivo si no tuvieses la capacidad de amar. Y tú ya lo has encontrado—me señaló el anillo.
—Sí—respondí con evasivas. No necesitaba saber más de mi complicada situación sentimental.
Y ella parecía que no quería más explicaciones. Habíamos hecho un pacto silencioso.
El brillo de sus ojos me anticipó algo malvado que se le cruzó por la mente. Controlé anticipar cualquier movimiento que delatase que había leído sus pensamientos. En realidad, me apetecía mucho.
— ¡Pues vamos a empezar a seguir esa filosofía!—Se levantó del asiento y salió del coche — .¡Te reto a la última carrera! ¡El primero que llegue casa…! ¡No sé! ¡Ya pensaremos en algo!
Y salió corriendo hacía su coche.
No pude recriminarla porque todo esto enaltecía mi instinto de competitividad. Me apetecía mucho, si era completamente sincero.
Me volví a colocar para disponerme a conducir cuando el sonido de un mensaje captó toda mi atención.
Me saltó el corazón hasta la boca cuando vi de quién se trataba.
Se me había olvidado completamente llamarla.
Aunque, cuando leí el mensaje, comprendí que a ella no le importaba demasiado que me hubiese saltado el ritual. No había un solo reproche. Sólo una petición un tanto ridícula. Y más estando yo fuera y con pocos medios para enterarme.
"Edward, quiero ir a montar en moto con Jacob y una amiga. ¿Tengo tu permiso? Te quiero".
Me entristeció que nuestra relación empezase a limitarse a un lazo entre padre e hija. No se trataba de Charlie, ¡maldita sea!
Luego, di al botón de responder mensaje.
"¿Cómo puedo negarme, amor? ¿Qué ejemplo te estaría dando si te dijese que no después de ganar treinta mil dólares en una carrera de coches ilegal? Sí, eso que te da tanto miedo. Aunque los coches sean más seguros que las motos y sea mejor conductor que el chucho. Sí, lo hice. ¡Joder, me lo pase de miedo!"
"Posdata: Mi copiloto era una rubia. Te quiero."
Me reí entre dientes, pero aquello sólo consistía en una descarga un tanto infantil y ruin por mi parte. En lugar de enviarlo, lo borré, y decidí ser un amago de buena persona y abogar por una hermana.
"Sólo si me prometes que irás a hablar con Alice y arregláis las cosas. Te quiere y no puedes interponer a tu nueva amiga por ella. Ídem."
Me preguntaba si la amiga con quien iba a salir era la tal Nessie.
Recibí otro mensaje.
"Para el mejor hermano del mundo: Gracias. Abrazos. Te estoy vigilando."
Y el capítulo de los viernes ya está aquí, de nuevo. Añadido al del miercoles. Ya aparecido Nessie (que no será igual a la hija de Edward y Bella; Meyer tiene un universo muy rico inexplorado que da lugar a muchas alternativas), y os diría que son importantes..., ¡Hum!, la verdad que no mucho, aunque ya ha habido una consecuencia, de la cual va a ser importante para la historia, aunque de por sí, ni Jacob ni ella saldrán demasiado (afortunadamente para Edward...y confieso que para mí). Ya sé que parece que en este capítulo apenas pasa nada...aparentemente...pero creo que se necesita para empezar a crear un vínculo importante. Además, creo que por primera vez, desde los libros de Meyer, Edward se lo está pasando bien, realmente bien, y lo siento, pero se lo merece, creo que lo necesita y yo también verle divertirse (no realmente feliz), pero diversión sana e ilegal...xDDD. Aunque, Bella, de vez en cuando, le devuelva a su cruda realidad y ser la nota molesta (porque a Edward le sigue importando), aunque si ella supiese la verdad, creo que no le gustaría tanto, ¿que opinais? Y lo más importante: ¿Qué os va pareciendo el personaje de Caris? Me gustaría saber vuestras opiniones. Y para ello (espero que en una semana pueda subir en biografía unos banners para que os los descargeis), pero como ahora estoy en averiguaciones, voy a poner en mi perfil de FB y en algun grupo de fics los Banners para que elijais a vuestra chica favorita: Team Bella o Team Caris (No, no hay Edward conmigo, no se puede partir en pedazos a Edward, por desgracia). Por ahora, solo en FB, así teneis excusa de agregarme, soy simpatica aunque no lo parezca...Por lo menos, no me he comida a nadie.
Y de nuevo, muchisimas gracias por vuestros rrs, favoritos y follows. Poco a poco, vamos avanzando. Creo que la próxima semana, en FB, voy a poner las portadas para que podais elegir la que os gustaría en formato epub (como ya he dicho, la de PDF ya la he escogido yo, fue un regalo y a mí me parece preciosa; esa no se cambia). Si queréis seguirme en FB soy Maggie Sendra. Y si quereis escribirme por correo electrónico: bloody_maggie (arroba) hotmail . es
Hasta el miercoles!
