Disclaimer: Santa Meyer los crea y ellos se juntan. Yo sólo los lío para crear esta historia.
¡Feliz Navidad!
Always by Robert Duncan.
"Edward, ¿puedo recuperar mi anillo?"
Miles de palabras circularon al azar en mi cabeza.
La parte más reivindicativa que se rebelaba por salir en al exterior, me exhortaba a que ofreciese más resistencia y soltase una larga diatriba sobre lo mucho que había sufrido por su indecisión.
Sí, era cierto que Jacob le había hecho sufrir, no cabía duda. Y estaba en todo su derecho a escoger entre las dos opciones que habían aparecido en su camino. Era correcto, incluso bueno, que ella fuese feliz. Pero también en su vacilación, había habido motivos muy egoístas, y no quería que saliese impune de todo lo que había provocado.
Me merecía un castigo por haber actuado incorrectamente, pero ya lo había sufrido con creces, y la pena y desesperación casi me habían llevado hacia las cuerdas.
Había estado a punto de cometer el peor error de mi existencia, arrasando hacia el caos dos vidas más.
Tenía que ponerme firme y aclararle cada punto y cada condición.
Fue volver a mirar su rostro para que toda aquella determinación se fuese al traste.
Paliduzca, con los ojos rojos debido a la falta de sueño y remarcados por unas ojeras negras, me pareció mucho más frágil de lo habitual. Recordé una sola vez en el que su estado había sido aún más lamentable, y fue cuando vino a rescatarme de los Vulturis en Volterra, a consecuencia de la pena más negra que mi partida le había producido.
No hacía falta echar demasiada imaginación para comprender que desde el momento en que recibió el iPod, había escuchado la canción, empapando cada nota de ésta y calándose de su significado, y Alice le había contado lo sucedido en los últimos meses; la herida, que se había producido en esa época negra de nuestra vida, se hubiera vuelto a abrir.
Y ahora que se había armado de valor y había vuelto a buscarme, creía que merecía algo mejor que unas palabras de reproche.
¿Por qué teníamos que hacer esto aún más complicado? ¿No habíamos sufrido bastante?
A quién quería engañar. La amaba con todas mis fuerzas y nuestros hilos se enhebraban juntos. Sencillamente, era inevitable.
Por lo tanto, decidí hacer caso a mi instinto e ir por el camino más recto. El que siempre había sido correcto.
Por fin, mi corazón empezaba a descongelarse.
—Sí—dije finalmente. Salió mucho más vibrante e intenso de lo que me imaginaba.
Al principio, se quedó anonadada, como si esperase algo más por mi parte.
Entonces comprendió que aquella sencilla palabra estaba llena de todos los significados posibles para compromiso. Era algo más perdurable que un juramento.
Temblaba, pero no se debía al frío, y llegó un momento en el que sus rodillas no pudieron soportar el peso de su cuerpo, por lo que se acabó deslizando hasta caer sobre ellas, arrodillándose en la nieve.
Para estar a su altura, la imité y me limité a cogerla de las manos protegidas por unos fuertes guantes de lana.
Moriría por volver a acariciar su rostro, pero hacía tanto frío que no me atrevía a ponerle un solo dedo, y más cuando estaba tiritando.
Había tantas cosas que contarnos, pero nos limitamos a mirarnos a los ojos mientras nuestros vahos se juntaban en el aire.
Estaba realmente feliz de tenerla a mi lado, pero había algo que no se me quitaba de la cabeza.
—Bella, has dejado a Charlie solo. ¿Has pensado que Acción de Gracias se acerca y querría que lo celebrases con él?
Al fin y al cabo, si todo volvía a su cauce, tendríamos muchos días especiales que celebrar para el resto de nuestras vidas. Pero Charlie no volvería a ver a su hija, y sentía cierta compasión por él.
Bella negó con la cabeza.
—No, no es cierto. —Sonrió—.Charlie ya no está solo, Edward. Ha encontrado a Sue y, por primera vez desde que se divorció de mi madre, se siente absolutamente feliz con alguien. Además, Seth y Leah no se han tomado a mal que su madre esté con otra persona después de lo de su padre. Charlie y Harry fueron muy amigos, y estoy segura que él querría que su esposa y su mejor amigo se cuidasen el uno al otro.
— ¡Vaya!—exclamé—. ¿Desde cuándo están juntos?
—Un poco después de celebrar mi cumpleaños—calculó—. Sue venía a visitarnos más a menudo de lo habitual, sobre todo para hacer comida a Charlie, y éste ha engordado cinco kilos desde entonces.—Puso los ojos en blanco—.Pero lo hicieron oficial cuando descubrí una prenda de Sue en la habitación de Charlie. ¡Imagínate que cara puso cuando le interrogué! Me confesó que habían pasado la noche juntos. Parecía que él era quien tenía diecinueve años y yo los casi cuarenta. Después del momento bochornoso, decidieron no esconderse más y presentarse como pareja. Total, un cotilleo más no importaba.
Me alegraba que Charlie encontrase a alguien con quien compatibilizar. Aun así, ni Sue, Seth ni Leah podrían sustituir a Bella y estaba seguro que se apenaría muchísimo por no poder comer el pavo con su única hija.
Como si estuviese adivinando lo que estaba pensando, movió la cabeza, negativamente.
—El propio Charlie me dijo que me fuera a New York con mi madre y con Phil. Van a celebrar allí el Día de Acción de Gracias porque el Black Friday, Phil va a recibir un premio por su trayectoria como entrenador. De hecho, a Charlie le pareció muy buena idea que me alejase de Forks después de todo…—suspiró cuando iba a llegar a la parte más desagradable, y pareció omitir información. Se acordó de algo gracioso y se río—. ¡No te vas a creer lo que salió de su boca! Me dijo antes de irme: "Bells, cariño, vete a dar una vuelta por el Empire State y hacer compras a la 5th Avenue. Relájate, come pavo con tu madre y cuando pasen esos días, llama al pobre chico, que le tienes desterrado y triste arrastrándose de pena por Vancouver lejos de su familia y de ti. No sé qué ha podido pasar entre vosotros, pero está más claro que el agua que os amáis. Dejad de haceros daño y disfrutad el uno del otro. Todos los enamorados tenemos derecho a ser felices. Daros una vuelta y alquilaros una habitación en un buen hotel. ¡Eso, sí, que sean camas dobles! No creas que no sé lo que se ronda por la cabeza de un adolescente, que no nací ayer. Hasta que no seas señora de Cullen, que se comporte como es debido".
La conversación debió ser bastante abrumadora para Bella, porque se estaba poniendo roja sólo de recordarlo. Oía y olía como su sangre se acumulaba en sus mejillas. Aquello era adorable.
Aunque, por un lado, me alegraba de no haber estado presente.
Me hubiera sentido violento analizando, toma tras toma, los pensamientos de Charlie apuntando con una pistola en el medio de mis piernas. Cierto que no podía hacer mucho más que gastar balas inútilmente, pero tenía que hacerme a la idea que el vínculo entre un padre y una hija era sagrado.
—Aun así, has ganado puntos. Te has convertido en su favorito—repuso Bella y algo le hizo perder su sonrisa.
Por su forma de mover los labios, comprendí de quién se trataba y empezaba a imaginarme el final de la película sin haber leído el argumento.
Estaba seguro que de haber tenido sangre circulando, ésta estaría hirviendo de indignación. Tarde o temprano, aquello tenía que pasar, también había sido inevitable para él, y podía llegar a entender su situación, porque tanto él como yo, éramos prisioneros de nuestras condiciones sobrehumanas.
Lo que no podía perdonarle era el haber tensado tanto la situación hasta rompernos a todos, incluido a él mismo. Se había empeñado en continuar una lucha que nunca ganaría porque sus instintos lobunos serían más fuertes que su libre albedrio. Lo sabía y no lo refrenó.
¿Acaso no podía haber previstos las consecuencias de sus actos? No podía justificar su juventud, había aceptado un reto como un hombre, y debería haber medido sus actos, si de verdad amaba a Bella.
¿Tan egoísta había sido que no podía haberse dado cuenta de lo destrozada que se quedaría Bella?
Debería sentirme satisfecho porque Jacob ya no formaría parte de nuestro futuro, pero parecía que iba a pagar un precio muy alto por aquello.
En mi fuero interno, le maldije con todas mis fuerzas.
Mi indignación se tradujo en un gruñido áspero y ronco que hizo que Bella abriese los ojos de par en par. Después comprendió el significado y me puso la mano en la mejilla para que me tranquilizase.
Volvió a negar insistentemente.
—Lo estás malinterpretando completamente—me replicó—. No quiero que te sientas mal por ello. No se lo merece.
No podía extrañarme que aún quisiera defenderle, aunque aquello me indignaba aún más.
—No se merece que le defiendas—gruñí.
—Lo sé—respondió serenamente—.Y no se merece que te disgustes por lo que haya podido suceder entre los dos. No voy a permitir que sufras a consecuencia de él.
— ¿Le sigues amando?—Tenía que realizar aquella pregunta aun cuando me doliese una respuesta afirmativa.
Me miró a los ojos y su respuesta fue rápida, contundente y rotunda.
—No.
— ¿Le odias?
Se río amargamente.
—No. Odiar implica pasión. Un fuego inextinguible, y, en ese momento Jacob Black ha conseguido que todo fuego que hubiese habido entre nosotros se haya reducido hasta la nada. Lo ha arrasado todo y se ha convertido para mí en un completo desconocido. No ha dejado cimientos para cualquier tipo de interacción entre nosotros en el futuro. Es tan cruel decir que no sientes nada hacia una persona por la que hace meses su ausencia era un vacío.
Me acarició el pelo para confortarme.
—No tienes que retarle a un duelo para defender mi honor—sonrió—. Sólo he salido herida en mi orgullo, pero no es nada que no se reponga con el tiempo. Es como un corte en la piel. No dejará una cicatriz.
Teníamos tanto de que hablar y ponernos al día. Comprendió que me invadía la curiosidad y su cerebro seguía tan blindado a mí como siempre, por lo que era incapaz de satisfacer mis inquietudes.
Se echó a temblar, e instintivamente, se abrazó el cuerpo para protegerse del frío.
— ¿Podríamos hablar en un lugar más calentito con una taza de café entre mis manos?—me rogó—.Aún no he adquirido la inmunidad al frío.
Por supuesto. Con todo lo que teníamos que decirnos, aclarar y poner al día, si nos quedábamos allí correríamos el riesgo de convertirnos en estatuas de hielo.
Me levanté más despacio para poder ayudar a Bella; ella se resbaló varias veces a consecuencia de la placa de hielo que tenía bajos sus pies, y se hubiera caído redonda al suelo si no la estuviese sujetando por las muñecas. Seguramente, le saldrían cardenales con la forma de mis dedos, pero no se quejó en ningún instante y entrelazó sus dedos entre los míos con fuerza, asegurándose que no nos separaríamos, y si todo salía bien, ya nunca lo haríamos.
Solo fui consciente del tiempo que había transcurrido allá arriba cuando vi a los concursantes salir a la calle. Sólo diez de ellos habían pasado. Jason estaba allí con su enjambre de fanáticas. Estaba en el grupo de los vencedores.
No vi a Caris en el grupo y aquello me extrañó muchísimo. Debería haber pasado.
Y entonces, al localizar a Angela, la vi, pero ella a mí no. Parecía enormemente feliz, así que comprendí que aún no había acabado todo. Fruncí el ceño extrañado cuando vi que estaba rodeando con su brazo la cintura de alguien. Ella, que le costaba confiar en un vampiro y sólo con el tiempo se había abierto a mí, ahora estaba con uno a modo de camarería, como si se tratase de su mejor amiga. Con Alice todo era posible.
Y junto a ellos, hablando tranquilamente se encontraba un chico alto y desgarbado. Su olor delataba que se trataba de alguien de la manada. En un principio creí que se trataba de Jacob, y gruñí dispuesto a saltar sobre su yugular.
Sólo cuando Bella me apretó el brazo, volví a fijarme y vi que se trataba de Seth Clearwater.
—Estamos en deuda con él, Edward—me aclaró Bella, intentando convencerme para que no le hiciese pedazos—.Se la ha jugado, desobedeciendo las órdenes de la manada para que yo pudiera estar aquí contigo.
Asentí, realmente reconocido ante aquel muchacho y lamentándome querer hacerle daño. Era alguien con cuya lealtad siempre podría contar.
Ahora encajaban los tres olores que había impregnados en el aroma de Caris. Y por supuesto, el misterioso mensaje de teléfono y como había intentado ocultar sus pensamientos después.
Alice lo había planeado todo.
Ella fingió que no se daba cuenta que pasábamos por ahí, y decidió unirse a la fiesta de Caris junto con Seth, Angela y Ben.
No quería imaginar lo que tendría planeado para mí, porque si tenía certeza de algo, era que Alice se vengaría.
Bella resopló algo airada cuando me vio subirme en el asiento del conductor relegándole a ella al de copiloto.
—Se supone que es mi coche y me encanta conducirlo.
Incliné la cabeza hacia ella y le dediqué una sonrisa torcida que le ablandaría el corazón mientras parpadeaba calculadamente para dar a mis ojos un deje de súplica.
Al principio, se quedó sin aliento, y después, al darse cuenta de la manipulación emocional a la que se estaba sometiendo, maldijo entre dientes, pero acabó dándome las llaves del coche y sentándose a mi lado.
Esta vez sonreí sinceramente por tener aún ese poder de seducción en ella.
Según me había dicho, el vuelo a New York saldría de madrugada. Aún teníamos muchas horas para ponernos al día. Pero primero tenía que llevarla al aeropuerto.
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Se había terminado su tercera taza de café y había pedido a la camarera una cuarta bajo mi mirada reprobatoria. Pero, por primera vez, decidí no regañarla en alto. Ahora que íbamos en camino de arreglar las cosas, no empezaríamos con buen pie discutiendo sobre su dosis límite de tolerancia a la cafeína. Decidí que ya no tenía que actuar como su padre, por mucho que me preocupase por su estado de nervios.
Para ir calentando motores, empezamos a hablar de cosas mínimas, como cotilleos del pueblo, las aburridas clases del señor Wool, y de una manera un tanto superficial, de Caris. Al mencionar su nombre y los ensayos que habíamos estado realizando, así como las carreras de coches y la fiesta de Halloween, me sorprendió que Bella se limitase a beber un sorbo de café y me sonriese.
—Eso se llama tener una buena despedida de soltero—soltó sin una pizca de ironía. Sin segundas intenciones y tranquila. Estaba tan extrañado que sólo me hacía a la idea que su interior estaría en llamas, y pronto estallaría en llanto. Al fin y al cabo, estaba hablando de la chica con la que podía haber pasado cualquier cosa. Y si me había ido a buscar, significaba que yo le importaba. Por lo tanto, no entendía su actitud tan relajada respecto a Caris, cuando en el pasado, se había sentido vanamente amenazada por la existencia de Tanya, quien nunca me había llegado a importar significativamente.
Verla interesada en todos los proyectos que había hecho con Caris con una sonrisa tranquila y los ojos brillantes, me desconcertaba hasta el punto de prepararme mentalmente para el estallido final en lluvia de improperios y de insultos que recaerían sobre mí, para luego acabar explotando en un llanto desconsolador y suplicas para rogarme que me quedase a su lado.
Mentalmente cronometraba cada cuántos segundos los labios de Bella cambiaban de curvatura y analizaba sus significados; necesitaba prepararme para lo peor. Pero estaba seguro que nunca estaría listo para ver a Bella llorar y mucho menos por algún daño que yo le hubiese podido causar.
Cogí aire, profundamente cuando se puso seria, frunció el ceño y me preguntó preocupada:
—Edward, hay una cosa que no deja de pasarme por la cabeza. Parece un gusanillo haciendo un agujero en mi cerebro. Es sobre el iPod—contuvo el aire y me miró con preocupación—. Con la euforia del momento, lo lancé alegremente y no me di cuenta de lo que podría haber costado. Por favor, dime que no te has dejado un sueldo para comprármelo. Mirando por internet, he llegado a ver que el precio de los últimos que han salido al mercado estaba alrededor de quinientos dólares—soltó con dolor. Me miró con los ojos muy abiertos y, casi como una súplica, me agarró de las manos, y me susurró como si le faltase el aire—. Por favor, no me digas que te has gastado quinientos dólares. Caería fulminada aquí mismo si resulta que he lanzado ese dineral por una azotea.
A duras penas pude contener una sonrisa, así que intenté parecer lo más solemne posible y que el tono de mi voz me acompañase:
—Bella, tranquila, el iPod no me ha costado quinientos dólares—le acaricié las manos—. Se trataba de un regalo simbólico. Quería que tuvieras algo mío por tu cumpleaños. Así que ha sido un gasto mínimo. Calderilla. Aunque la próxima vez, si no te gusta una canción, basta con borrarla.
Por lo menos, la primera parte de aquella afirmación era real, y como vi que aceptaba creer en mi palabra y parecía más tranquila, yo mismo decidí meterme de lleno en aguas turbias.
El asunto de Jacob apestaba en todos los sentidos, pero necesitaba asegurarme que él nunca volvería a ser un muro de separación entre nosotros. No podía dejarlo enquistar por más tiempo. Haberlo dejado pasar, había sido el peor error que hubiéramos podido cometer.
Decidí empezar la casa por los cimientos, lento pero firme.
— ¿Es alguien a quien yo haya conocido?
No entendió a lo que me refería y me interrogó con la mirada.
Volví a preguntárselo de otra forma.
— ¿Quién es la impronta de Jacob?
— ¡Ah! Personalmente no la conoces, pero sí la has visto en video. Se llama Vanessa Wolves. Y es la protegida de Sue.
—Nessie.
—Sí, Nessie—suspiró y bajó la cabeza—. Alice tenía razón sobre ella y por no hacerla caso, hemos tenido la peor bronca posible, y me siento fatal por ello.
Le di una palmadita en la mano para confortarla.
—Te ha perdonado—le aseguré—. No es demasiado rencorosa, además ahora soy yo quien va sufrir toda su ira homicida. ¡Que se preparen los osos pardos!
Se río levemente.
— ¿Y sobre qué tenía razón Alice?
Movió la cabeza enérgicamente. No quería contármelo porque estaba segura que me iba a enfadar con ella.
—Sencillamente, no quiero que te pongas alarmista porque no ha pasado nada. Posiblemente, Sam y la pandilla la tuviesen bien vigilada y en ningún instante he corrido peligro.
¿Entonces Nessie era peligrosa? ¿Qué pasaba con ella? Desde luego que quería saber, pero Bella se cerró en banda sobre ese asunto alegando que no quería oírme poner el grito en el cielo ni estúpidas referencias sobre su imán para atraer peligros y que me disgustase por no poder protegerla.
—Estoy bien y eso debe bastarte—concluyó tajante—. Además, ni ella ni Jacob se encuentran en Forks. Ni siquiera cerca del estado de Washington.
Acepté…por el momento. Ahora venía la peor parte.
— ¿Desde cuándo lo sabías?
—Oficialmente, cuando Sam vino a nuestra casa y me contó las condiciones del nuevo tratado. Era un poco precipitado, y lo primero que hice, fue decirle que me iba con vosotros. Pero él me lo impidió alegando que Jacob me había puesto como condición. Si yo salía de Forks acompañada de un vampiro, declararían la guerra a tu familia. —Cerró los puños de la indignación que todo aquello le causaba—. El muy bastardo quería tener derecho a decidir qué sería lo mejor aun cuando ya no tenía poder sobre mí. A día de hoy, estoy esperando que me diga: "¡Ey, Bella! Ha pasado, y es absolutamente genial. Nunca me he encontrado mejor. Ella es mi alma gemela." No se trataba de herir mis sentimientos. Ambos sabíamos que nunca tuvimos elección, y lo que ha pasado ha equilibrado las cosas, y todo habría sido mucho más fácil. Él decidió engañarme, no porque sintiese remordimientos por convertirme en una segunda Leah, sino porque su maldito ego de macho alfa ha echado un pulso, y yo me he convertido en el objetivo a salvar de esa maldita plaga de "chupasangres".
Dejó escapar su rabia resoplando, y continuó:
—Para mi desgracia, el muy…se escapó con Nessie, sin dar ningún tipo de explicación, y sólo cuando Seth, que se sentía muy mal por comportarse como mi carcelero, me contó todo lo que Sam le había contado a Carlisle, comprendí que te habías enterado, y entonces lo del iPod y la canción empezó a tener sentido, aparte de las sensaciones que había tenido desde el momento en el que nos separamos.
Ya me había visto enormemente deprimida, y cuando me contó todo esto, debió creer que me iba a poner histérica, y entonces decidió que ya era hora de poner las cosas en su lugar.
Leah y él se las apañaron para hablar con Alice y ésta pudiese hablar conmigo. Me contó todas sus visiones, qué había pasado en Seattle y lo que pudo haber sido…—hizo una pausa que me pareció una eternidad, y una enorme sonrisa apareció en su rostro. La misma que iluminaba mi existencia. Significaba que estaba feliz—. Lo que me contó Alice me hizo darme cuenta que no importaban las mentiras y los obstáculos. Yo nunca fui un huésped en tu vida porque estaba destinada a recorrer el mismo camino que tú. Me amas tanto como yo a ti. Sólo necesitaba ir hasta Seattle y hacértelo entender.
Por lo tanto, con la excusa de Reneé de irme a New York con ella, y con Charlie insistiendo en que necesitaba un cambio de aires, todo fue más fácil de lo que pensábamos. Leah habló con Sam para que me dejase ir con mi madre, y ofreció a Seth como garantía de que nada me pasaría durante el camino. Él me llevaría hasta el aeropuerto y me dejaría montada en el avión. Por supuesto, obvió la parte en la que Alice estaba de camino hacia Seattle. Como no podían sospechar que nos encontraríamos allí, tuvo que encontrar un transporte que le llevase hasta Port Angeles y después coger un autobús para llegar hasta aquí.—Arrugó sus labios—.Y por el humor en el que se encontraba esta mañana, al parecer no ha debido de ser una gran experiencia.
Nos echamos a reír por el hecho de imaginarnos a Alice rodeada de sudorosos humanos, con sus olores corporales y sus ruidosas costumbres fisiológicas, aguantando un trayecto que se le haría dolorosamente lento y bastante desagradable.
De las risas, repentinamente, Bella pasó al llanto más histérico, y derramando el café, se echó a mis brazos, apretándome con todas sus fuerzas, asegurándome que no me escapase.
¡Como si yo hubiera querido hacerlo! ¡Jamás!
Volver sentir sus lágrimas sobre mi pecho, mojando mi camisa, era como sentir que estaba descongelándome del todo, incluso, si era capaz de prestar atención, podía oír mis propios latidos.
Para confortarla—o para sentir que era real y que ella sí estaba ahí conmigo, y que su cuerpo era una extensión del mío propio— la abracé y dejé que se descargará, como aquella horrible noche, sólo que el factor había cambiado, y sabía que lo necesitaba para que pudiese continuar.
—… ¿Cómo puedo decir que siento todo esto?—hipó—.Yo sólo quería librarme del hechizo al que estaba sometida desde que te fuiste por primera vez e hizo que Jacob también se encontrase inmerso. ¿Cómo pude hacer tanto daño? Tenía tanto miedo del cambio y casi lo pierdo todo por no haber sido sincera conmigo misma ni contigo. Pero, ¿cómo explicarte que tenía que hacer ese viaje a Alaska para traer a Jacob porque todo era una excusa? Él no se merecía estar lejos de su familia, pero nunca fue la razón por la que me fui dos días antes de la boda. Ni siquiera fue por la que te dije que te fueses un tiempo.
Intentó respirar profundamente y se volvió a entrecortar por los hipidos.
—Necesitaba…necesitaba…quería tener mi espacio fuera del mundo sobrenatural. Quizás, así podía prepararme para todo lo que me esperaba. Verme con el vestido de boda lo hacía todo más real, y estaba a la vuelta de la esquina…y me eché a temblar. Me dolió muchísimo hacerlo, Edward, pero no pusiste ningún reparo y lo hiciste a tu pesar. Jacob fue otra historia, y empezó a ser tan cargante, que empecé a darme cuenta que el hechizo al que estábamos encadenados se estaba rompiendo. Y con la aparición de Vanessa y su imprimación, realmente me sentí aliviada. Pero no podía imaginar que te llevase hasta los límites por querer tener mi espacio y casi lo echo todo a perder.
—Lo siento mucho, Bella—me disculpé—. Nunca quise que las cosas con Caris llegasen tan lejos. Sin embargo, había algo en ella que me hacía sentir como si hubiese perdido algo, y lo estaba tanto que creí ver más de lo que había. Sin embargo, por muy especial que sea, no puede sustituir lo que ha habido entre nosotros, pero por mi propia desesperación, casi cometo el peor de los disparates.
Sentí la calidez y la humedad de sus dedos sobre mis mejillas, y lejos de ver tristeza en sus ojos, éstos brillaban risueños haciendo juego con su sonrisa.
—Sé que nunca viste en ella un interés amoroso, Edward—me dijo casi feliz—.Esta mañana, al hablar con ella, lo he comprendido. Alice insistió en ello. Creo que la has debido volver loca con todas tus indecisiones y las visiones iban y venían. Desde el principio, supe que había algo que no iba bien. Estabas increíblemente distante, incluso, llegué a pensar que se trataba de Tanya.
Una noche, tuve una pesadilla horrible mientras estaba escuchando una canción de Lana del Rey y ella era la protagonista. Por supuesto, también estaban los Vulturis y tú…lo peor de todo, era que tú estabas mirando mi cadáver impasible y luego, te volvías hacia su perfecto rostro y sus ojos rojos brillaban felices. No sé por qué siquiera, le puse ese rostro. Quizás porque Emmett estaba viendo ese concurso y me mandaba enlaces para que viese las actuaciones de aquella chica. Decía que era su favorita; le recordaba a Rose pero con una voz maravillosa; lo que no acababa de entender es la relación entre esa chica, tú y yo…¡Es como si todos los hilos se entretejiesen a la vez y no estuviésemos destinados en verlos!
Se sacudió la cabeza para sacarse aquella imagen. Pero aquello se me hizo completamente revelador. No era que me estaba volviendo loco. Bueno, no más de lo que estaba. Mi subconsciente estaba tan conectado al de Bella que éramos capaces de comunicarnos de aquella manera.
Aquello era maravilloso.
Bella y yo estábamos hechos para estar juntos. Cualquiera a quien le contásemos nuestros desvaríos, pensarían que necesitábamos ayuda, pero era lo mejor que nos podía pasar.
Caris había acertado de pleno en su definición del amor. Una explosión que creaba un mundo donde sus dos únicos habitantes creaban sus propias reglas. Reglas que sólo tenían su lógica dentro de aquella unión.
Al haberme dado cuenta de aquel axioma, de pronto ya no me sentía como un agujero negro.
El mundo volvía a girar alrededor y el cielo de la noche volvía a estar repleto de estrellas.
Bella se interrumpió por algo que había visto en mi rostro.
—Edward, ¿ocurre algo?—inquirió preocupada.
Le acaricié los pómulos.
—No. Todo va bien—le aseguré. Por primera vez en mucho tiempo, así era—: ¿Qué es lo que me ibas a decir sobre Caris?
— ¡Oh, sí! Al llegar a Seattle, Alice le mandó un mensaje para que fuese al conservatorio y yo hablase con ella. Estaba muy interesada. Decía que había dos motivos. El primero, y creo que así se desquitaba de todos los dolores de cabeza que la estábamos provocando, fue para que abriese los ojos: "Quiero que veas la clase de chica que mi hermano ha rechazado por querer estar contigo"—. Puse los ojos en blanco. Típico de Alice y sus ganas de desquitarse con el blanco de sus iras—.Y lo segundo, y ahí coincidí con ella, es porque insistió que era necesario que comprendiese una cosa. Que, conociéndola, comprendería algo de ti. No podía evitar estar hecha un flan y cuando la vi aparecer, la relacioné con la chica de mis pesadillas. Sólo que no me encajaba que fuese humana.
Lo que pasó después fue increíblemente natural. Era como si nos conociésemos del instituto y estuviésemos recordando viejos tiempos. No podía odiarla. Porque Alice tenía razón. Enseguida comprendí porque ella y tú nunca estaríais juntos.
Pestañé debido a la extrañeza. No cogía el hilo de pensamiento que estaba siguiendo Bella. La única razón para no estar con Caris era la propia existencia de Bella.
Pronto me sacó de mis dudas cuando me dijo solemnemente:
—No estabas buscando un futuro con ella. Sencillamente, ella te ha recordado lo que fuiste una vez, y su futuro es lo que hubiera pasado contigo si Carlisle y la gripe española no se hubieran interpuesto en tu camino. Hubieras sido brillante, optimista, idealista y terriblemente cabezota. Y aún lo eres, sólo que eso ha quedado enterrado en años de oscuridad y sentimientos de culpabilidad, hasta ignorar que una vez lo fuiste. Pero ahora que sabes que están ahí, sólo necesitas un aliciente para que vuelvan a resurgir.
Como llevaba toda la razón, fue imposible replicar una sola palabra.
Sólo me quedaba por hacer una cosa más.
—Ahora soy yo quien te pide perdón, Bella—empecé a hablar muy tenuemente—. Alguien muchísimo más inteligente y sabio que yo, con casi cien años menos de los que yo cargo en mis espaldas, me dijo que el camino correcto es el que va en línea recta. Lo demás es recorrer bifurcaciones que no nos llevaba a ninguna parte. Y esa persona más sabia que yo, siempre supo que es lo qué quería y cuándo lo quería. Incluso creí que era demasiado insistente para eso. Y yo, por miedo, por cabezonería, por querer mantenerme en mis trece y negarme una felicidad que no creí merecerme, empecé a correr en círculos que siempre me llevaban al mismo camino, y con el resultado de casi destruirnos en el proceso. —Le puse la mano en el corazón—.Esa persona eres tú, Bella y siempre supiste muchísimo mejor que yo lo que necesitábamos. No justifica todo lo que ha ocurrido, pero te haré una simple promesa. El camino que tengamos que hacer no será fácil, pero lo mejor de nuestras vidas está por llegar y por nada del mundo renunciaría a ello.
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Pasaron dos horas desde que facturamos el equipaje, hasta que su vuelo llegó y empezaron a llamar a los pasajeros para que se situasen en la cabina de embarque.
Durante ese tiempo habíamos estado abrazados sin separarnos más allá de unos escasos centímetros. Oír el altavoz anunciando su vuelo, me produjo una sensación casi idéntica a extirparme un órgano sin anestesia. Pero así tenía que ser.
Reneé tenía que despedirse de Bella.
Notaba húmeda y arrugada la parte de la camisa donde se había agarrado intentando, en vano, no soltarse de mí.
Arrastraba los pies dirigiéndose hacia la puerta.
De repente, noté que me faltaba algo.
—Bella.
Ella se volvió, asegurándose que mi voz no había sido una alucinación, y de dos zancadas me puse a su lado. Antes que la pregunta surgiese de sus labios, me abalancé hacia ella, pegando su cuerpo contra el mío, la abracé firmemente sobre la cintura, y la besé con violencia.
Aquel beso fue nuevo en aspectos reveladores. Estaba libre de miedos y era pasional e instintivo. Lo único malo de él era que sería mil veces superado por los del futuro, cuando ella tuviese una fuerza equivalente a la mía y nos pudiésemos dejar llevar libremente.
Pero por ahora, estaba bien. Muy bien.
Ella correspondió, aferrándose a mi cuello y mordisqueando mi labio inferior y saboreando cada recoveco de mi boca con fruición. Y los segundos se convirtieron en eternidad. Lástima que el último aviso para embarcar, rompiese toda la magia y nos obligase a separarnos.
Me hubiera gustado ser más pasional e irresponsable, pero yo tuve que obligar a una más que reticente Bella a separarse de mí.
—Se lo debes a Seth—le recordé su responsabilidad hacia él.
Sus puños se agarrotaron en mi blusa negándose a soltarme.
—Hay algo que aún tengo que hacer aquí. Pero te prometo que volveré a buscarte y esta vez será para siempre.
A regañadientes, Bella se soltó repentinamente y salió corriendo hacia la puerta de embargue sin mirar hacia atrás.
Antes de que se cerrase, se giró hacia mí y me susurró.
—Siempre.
No recordé el tiempo muerto que permanecí allí esperando a nada. Sólo fui consciente que un olor desagradablemente familiar y unos pensamientos muy amigables requerían mi atención.
Me di la vuelta sonriendo a mi pesar y Seth me saludó efusivamente.
— ¡Ed!, ha llovido bastante desde la última vez que nos vimos. Y veo que tú tampoco te has aburrido.
Se acercó y me dio una palmada en la espalda a modo de saludo.
—Seth, me alegro de verte…aunque no de olerte.
Se río entre dientes.
En los casi tres meses que no le había visto, había pegado un buen estirón, hasta casi llegar a mi altura, y había ganado en musculatura. Sin embargo, su sonrisa permanecía igual de genuina.
—Mi misión era llevar a Bella hasta Seattle y ver cómo se montaba en ese avión. Lo que hiciese a medias, ya no era asunto mío. Y como estabais tan enfrascados el uno con el otro, ni se me ha ocurrido interrumpir.
Fuimos caminando hacia la salida esquivando gente.
— ¿Cómo ha estado todo por allí?—pregunté por hablar con él de algún tema.
Echó la cabeza hacia atrás mientras casi aullaba.
—Calientes, muy calientes. Acabo de encontrar un nuevo significado para la expresión entrar en fase. ¡Vamos a montar una guardería lobuna!
Asentí.
—Me han contado que Sam y Emily van a ser padres. —Esa era una de las razones por las que nosotros teníamos que volver a mudarnos—. Supongo que…felicidades.
La única respuesta que recibí fue un largo bufido. Tenía mucho que contarme y no todo agradable, por eso esperaría a que nos montásemos en el coche y fuésemos de camino a la residencia.
—Agradezco haber ido a estirar las piernas alejarme de todo ese agujero de feromonas y hormonas sexuales que se ha convertido La Push. Y bueno, lo peor de todo es el humor de Leah. Está que se sube por las paredes y deseando que un meteorito acabe con el mundo.
Luego, arrugó los labios y me advirtió en voz baja:
—Te espera una buena tormenta, tío. Creo que tienes bastante mosqueada a la pequeñaja.
Su mente me dibujó la imagen de una Alice bastante amedrentadora. Más que miedo, lo que sentía era los remordimientos por haberle causado tantos problemas. Supuse que, cuando volviese a ver de nuevo a la familia, tendría que encarar las consecuencias de lo que había causado. Aunque siempre defendería a Caris.
Había sido una de las mejores experiencias de mi existencia que mi camino se cruzase levemente con el suyo.
Efectivamente, en medio de una gran nevada, la pequeña figura de mi hermana se encontraba apoyada sobre el impresionante coche que le había regalado a Bella, con los brazos cruzados y gesto hostil.
Como no se iba a ablandar tan fácilmente, me paré en seco, tomé todo el aire que pude y me resigné a lo que vendría a continuación.
Rápidamente, Alice se acercó a mí, sacó el puño y me lo embistió en la boca del estómago con tanta energía que consiguió lanzarme unos metros hacia atrás y hacerme caer redondo al suelo.
Y el dolor empezaba a ser punzante.
Por un instante, toda la gente que entraba y salía, se paró mirando impresionada cómo una chica delicada de apenas metro cincuenta había podido derribar a alguien que le superaba en altura y abultaba el doble, mientras ella, impasible, se frotaba las manos sin perderme de vista con sus oscuros ojos.
Seth se frotaba la tripa mientras se carcajeaba.
Intenté incorporarme, aún dolorido, y mi boca fue incapaz de dibujar una completa sonrisa.
— ¿Significa que me perdonas?
—Casi.
Era una gran mentirosa. Ya había visto que lo haría, pero quería sacarme algo a cambio. Y me vio comprando algo y regalándoselo. Se trataba del abrigo negro de plumas que Caris había llevado para su primera actuación.
—Hecho—se lo concedí. Total, se lo debía por todos los berrinches que le había hecho pasar.
Su cara pasó a estar pletórica de la más absoluta felicidad, se abalanzó hacia mí, que aún me encontraba en el suelo, y me abrazó con tanta fuerza como una boa constructor.
— ¡Te he echado tanto de menos!—exclamó, llenando mi mejilla de besos sin parar mientras yo le acariciaba el pelo.
—Ídem.
Seth nos llamó al orden.
—Chicos, estáis montando un show de primera. Además, —se refería a Alice—, es hora de que lleves a Edward a la habitación de la residencia. Hay algo que tiene que ver.
Fui el primero en incorporarme y ayudé a Alice a levantarse.
Entonces, casi sintiéndome culpable me acordé de Caris. ¿Por qué no estaba allí con ellos? Y, ¿dónde se encontraba?
Alice adivinó que le haría esa pregunta y me respondió despreocupadamente:
—Estuvimos de fiesta con ella casi toda la noche. Celebramos que había sacado veinte puntos de ventaja respecto al segundo, y al final de la noche, se encontró con su nueva manager. Sí, esa que tú te has encargado de encontrarla para que se asegure de su futuro. No te preocupes por ella, ha sido una buena elección y va a llegar muy lejos.
Me guiñó el ojo.
Estaba dispuesto a montar en el asiento del conductor, cuando Alice se me adelantó.
— ¡Hum! Preveo que vas a provocar un accidente. Lo que Seth y yo tenemos que contarte sobre…
—El capullo—terminó Seth la frase—. Le quiero como a mi hermano mayor, pero su comportamiento no ha sido un ejemplo que digamos. Ha lastimado a Bella y te ha hecho daño. Y sí, es mejor que conduzca Alice.
Ésta abrió las ventanas después de realizar un gesto de asco cuando olisqueó el interior.
— ¡Seth, te quiero muchísimo, pero apestas y has impregnado todo con tu olor! ¡Puaj!
Se encogió de hombros, montándose de copiloto sin ofenderse por el comentario.
— ¡Quién fue a hablar! La que se perfuma todos los días con Chanel número cinco.
Resignado a oír cómo se intercambiaban improperios, me monté en el asiento trasero, preparándome psicológicamente para lo que me esperaba.
.
.
.
Alice se concentraba en la carretera mientras hacía enormes esfuerzos para no echarse a reír a mandíbula batiente.
Yo no podía. Todo eso me parecía tan surrealista como una comedia de enredos de Shakespeare, y aunque todo hubiese tenido un final feliz para todos sus integrantes, la confusión había dejado un dolor demasiado grande como para poder ser olvidados. Hubiera podido perdonar a Jacob, pero había abusado de su autoridad, dañando a Bella al intentar separarnos, no ya como reclamo amoroso dado que se había imprimado, si no como parte de su orgullo.
Me había fijado que Bella se había quitado el colgante del lobo de su pulsera. No me hubiera importado que la siguiese llevando. Había sido alguien muy importante en su pasado, pero tenía que quedar claro, y afortunadamente así había sido, que ya no podía formar parte de nuestro futuro.
Aun así, me era muy difícil controlar mis gruñidos a medida que Seth me contaba los acontecimientos transcurridos estos meses.
Lo primero fue lo de Charlie y Sue. A Billy no le había hecho especial ilusión porque también había estado interesado en ella, y al elegir ésta a Charlie, se había producido un distanciamiento. Pero él se alegraba que su madre estuviese feliz con el padre de Bella. Ambos habían estado solos y su compañía les hacía mucho bien. Y Sue necesitaba desconectar con el mundo mágico de licántropos y vampiros y relacionarse con algo más cotidiano.
Y luego entre fastidiado y burlón, me relató que se había producido un auténtico baby boom en la reserva.
No sólo se trataba de Sam y de Emily. Todas las parejas que se habían formado por la imprimación iban a convertirse en padres. A excepción de Quil, porque Claire apenas era un bebé.
—Rachel, la hermana de Jake, había acudido a la reserva a hacer una visita a su padre y se encontró con Paul. Y bueno, sucedió. Y en esa tórrida noche… ¡boom! Porque nos enteramos que Kim también se había unido al grupo de las madres. Y bueno, a Billy casi se le salieron los ojos de las órbitas cuando le dieron la noticia que iba a ser abuelo por partida doble.
La siguiente parte era demasiado escatológica y casi prefería saltármela, aunque podía ver fragmentos de cómo Jacob y Nessie intimaban demasiado profundo. Desde luego no había perdido el tiempo en absoluto.
Alice no se pudo contener y, después de reírse hasta casi perder el control, se tranquilizó a medias para contarme lo que Seth no se atrevía por vergüenza ajena.
—Digamos que el bebé de Nessie fue concebido mientras Bella estaba con nosotros, por lo tanto, no se ha herido más que su orgullo, claro. Mirándolo con perspectiva, quizás, esté hasta contenta de no ser una prioridad para Jacob, aunque. se podría haber ahorrado su mal rollo de macho alfa posesivo. —Antes de que saltase, me hizo una señal con la mano para impedírmelo, porque casi iba a estallar de la indignación, y me instó a seguir escuchando, aunque a regañadientes y con ganas de saltarme las nuevas y estúpidas normas y romperle el pescuezo al desgraciado de Black—. Bella salió con Carlisle y Esme porque tenía que hacer unos preparativos durante un par de días. El hecho que el perrito y su novia, la perrita, se desfogaron a gusto y…bueno, ya sabes cómo se hacen los bebés. El caso que Bella fue la que me contó que Jacob estaba imprimado, pero que se lo estaba ocultando porque sabía que en cuanto lo hiciese, ella acudiría a buscarte inmediatamente, y no lo soportó. Y algunas noches después, vino Sam a hacer aquella petición. Aprovechó que Jasper y yo estábamos cazando, creo que tienen la sensación que yo les hubiera desmentido la historia por completo, y, de verdad, prefiero que sigan pensando que sí puedo ver su futuro, aunque no lo haga.
—La noche que Sam comunicó oficialmente que Emily estaba embarazada, estuvimos discutiendo sobre el futuro de nuestros hijos si vosotros permanecíais en Forks—continuó relatando Seth—. De alguna manera, nosotros intuimos incluso en los primeros días, si hay una nueva vida albergada en el vientre de una mujer, y esa intuición se potencia cuando se trata de las imprimaciones. Se estaba convirtiendo en una situación potencialmente peligrosa y más en Nessie. Ella es bastante especial. El caso es que llegamos a la conclusión que lo mejor para todos, era que vosotros os marchaseis. De todas formas, lo ibais a hacer, y, además, si lo dialogábamos con Carlisle y se lo exponíamos educadamente, él entraría en razón y nos haría caso.
En defensa de Sam, te diré que no fue idea suya incluir a Bella en el tratado. Incluso, estaba casi contento que ella se fuese con vosotros, porque creía que se iba a producir la misma situación que con Leah y sería un auténtico berenjenal. Pero el gilipollas de Jake decidió que no podía arrojar a Bella a los leones, recordó los puntos del tratado donde indicaban que la tregua con los Cullen se rompería si mordían a alguien, y Bella estaba incluida, y tuvo una bronca tan fuerte con Sam por el asunto, que casi se degüellan. Fue una auténtica lucha de lobos.
Finalmente, Sam claudicó y la puso en las cláusulas. Pero, a cambio, pidió a Jacob que se fuese durante un tiempo de la tribu con Nessie, ya que ella era muy joven e inestable, y necesitaban encontrar respuestas para ayudar a comprender qué pasaba con ella, y así poderse controlar.
Al parecer, las noches de luna llena, ella se pone demasiado nerviosa y ha liado alguna, aunque, afortunadamente, se han controlado porque los chicos la estaban vigilando.
—Emmett y Jasper también lo han hecho—añadió Alice satisfecha por tener razón—.Y antes de que te pongas a gritar, Bella se ha mantenido bastante alejada de ella las noches de luna llena. Así que no ha habido peligro, pero Carlisle ha debido valorar que en un futuro lejano sí podría haber problemas y más con el hijo que tendrá los genes de los lobos y los hijos de la luna.
Aquello me dejó completamente perplejo. Así que Nessie era una hija de la luna.
Carlisle me había contado historias sobre ellos, pero siempre creímos que estaban extintos porque los Vulturis les habían dado caza con bastante ahínco.
Si hacíamos caso a las mitologías, esos extraños seres se parecían más a nosotros que a los lobos como Seth, ya que ellos también se transformaban por un mordisco de alguien de esa especie. La única ventaja que tenían sobre los vampiros, era que el resto del tiempo, sin la influencia de la luna, ellos eran como los humanos normales y corrientes. Aun así, eran bastante peligrosos, porque en su transformación, perdían el raciocinio y se volvían mucho más peligrosos que cualquier vampiro, ya que no sólo atacaban a los humanos cuando tenían hambre de carne cruda.
Estaba casi en estado de shock. No me extrañaba que Bella no hubiese querido contarme nada.
Prácticamente, había estado conviviendo bajo su techo con esa criatura, y si no la había ocurrido nada, era porque estaba bañada por alguna especie de luz divina.
¡Dios! ¿Cuántas veces había tenido experiencias cercanas a la muerte? Bella había roto las estadísticas de un humano cualquiera. Y ahora mismo, sí maldecía a Jacob por haber sido tan inconsciente.
Alice compartió un gesto con Seth para que siguiese y me calmase.
—Resumiendo el final de la historia—susurró para darme tiempo a asimilar todo esto y no me colapsara—, esa misma noche, Nessie y Jacob se fueron hacia Brasil, buscando la zona donde sus padres habían sido atacados por esa criatura y pudiesen llegar a entender qué iba a pasar con ella. Aunque también hay que admitir que el muy bastardo se sentía aliviado de no tener que dar la cara ante Bella y, mucho menos, cuando Sam le lanzase la mentira que Bella lo había elegido a él en lugar de a ti.
Me indignaba que hubiera hecho esto, pero como no podía hablar con los Cullen, y, además, tenía que hacer lo que mi jefe me ordenase, no podía hacer otra cosa que ver como Bella se consumía de pena sin saber que Jacob se la había jugado.
De alguna manera, hubo un cúmulo de casualidades que jugaron a nuestro favor.
Nos encontramos casualmente—miró a Alice—, y ella me contó que no se creía una sola palabra, y que Jasper y Emmett estaban enterados de lo que era Nessie y ya se lo habían contado a Carlisle para que tomase medidas. Le conté todo lo que había transcurrido en la reunión e intentamos idear algo para sacar a Bella de Forks.
Reneé llamó para decirle a Charlie que se llevaba a Bella a New York por el día de Acción de Gracias y entonces, dije: "¡Aquí está la mía!". Y por supuesto, Leah. Todo lo que fuese fastidiar a Sam y a Jacob, bienvenido sea, no te creas que lo hizo por Bella, pero igualmente se lo agradecemos. Ella se encargó de buscar un transporte para Alice—se río entre dientes cuando ésta bufó recordando el viaje—, y después confirmó la trola que le estaba contando a Sam para que dejase salir a Bella. Y por eso, el amor ha triunfado. Y bueno, también vamos a ser familia ¡Cuñados, tío! ¿No es guay?. Leah opina que Sue y Charlie han ido demasiado rápido, pero, la verdad, parece contenta que mamá haya encontrado a alguien. Mamá tiene el espíritu de los lobos; querrá a Charlie casi como ha querido a mi padre. Ahora, que el asunto de Bella y Jacob se ha disuelto como un azucarillo en agua, Leah ya no la detesta tanto. Ya no la tiene que ver en sus pensamientos y se contente con la situación. Aunque, espero, de todo corazón que se vaya de Forks y encuentre su propio camino; no creo que aguante ser niñera de nadie, y que Sam no tenga la osadía de pedírselo.
Me miró y se río entre dientes cuando vio mi mirada de agradecimiento eterno. No había forma de pagarle por lo que había hecho por nosotros.
—No os preocupéis por mí. Seguro que cuando vuelva de su periplo por las Américas, Jacob se pondrá hecho una fiera, pero Leah estará encantada de patear culos y rebanar cuellos. Así que mi trasero está a buen recaudo.
Pues también es mala suerte el día que cae la actualización. La verdad, que cuando subí el fic, ni me di cuenta de los días de fiesta que caían en viernes. Pero aquí estamos, yo trabajando, por desgracia, pero será leve. Y esto casi está llegando a su fin. El Miercoles será el capítulo final ( Ya veremos si subo el epilogo y terminamos, porque el viernes 31, también es un buen día de fiesta)
Ya sé que muchas personas que leais este capítulo y el próximo, no vais a quedar contentas con el final del fic. Lo dicho, no llueve a gusto de todos. Pero, es mi máxima, y siempre la cumplo, escribo lo que yo deseo y como lo deseo. Para mí, ha sido una bendición que haya habido personas que os esté gustando y os haya gustado el fic, a pesar de todo. Soy la primera que admito que no es la temática favorita del fandom y el "cracking" de parejas no es el más éxito alcanza (aunque todo haya quedado bastante "Meyeriano). Ya expliqué en el capítulo anterior porque creía que debía acabar así. A veces, también es un punto de esperanza que te quieran incluso cuando menos lo mereces.
Y vale, supongo que tanto Baby boom lobuno os habrá dejado descolocadas, pero tiene su explicación. Según Meyer, si hay una sobrepoblación de vampiros en un territorio con metamorfos (hombres que se convierten en lobos cuando hay vampiros cerca), los lobos tomarán medidas necesarias para protegerse, aunque sean como los Cullen y no creen problemas. Una de las defensas es la imprimación y el instinto de reproducción para que haya más población potencial que se convierta en lobo, dado el momento, por si tienen que atacar. Explicación sacada de la guía, además que biologicamente tiene su lógica. Y sí, Nessie es una Hija de la Luna, o lo que se conoce como verdaderamente como mujer loba. Nessie, siendo humana, sí se puede reproducir, y sabemos que no va a transmitir a su descendencia la maldición, pero los Cullen no lo saben. Y lo de Jacob, pues es un poco lo que ha ocurrido con Sam; de pasar a adorar a Bella, a sentir cierta "culpabilidad", e intentar convencerla o imponerla, que aunque el no la ama ya, tiene razones para ser humana. Lo siento, no, no tiene mucha excusa. Sólo prometo que en próximos fic será menos capullo y más comprensivo.
Y sólo me queda desearos Feliz Navidad. En mi pais, el Coronavirus está más bien regular tirando a mal, pero intentaremos salir adelante. Por lo que os digo, que os cuideis, pero si estáis sanos y sanas, por favor, no dejeis solos a los abuelitos y dadles un gran abrazo.
Y si me regalais los rrs que faltan para 100, será mi mayor recompensa.
¡FELIZ NAVIDAD!
