"Reconocimiento"
Buenas!
Aquí les dejo el capítulo 3 de Infinitamente Roto. Es posible que el capítulo 4 llegue dentro de dos semanas, ya que estoy atrasada en unos cursos que estoy haciendo, y tengo que rendir cuatro exámenes jajaja Soy de ese tipo de personas que rinden mejor bajo presión.
Disfruten la lectura. Gracias a quienes comentan y se suscriben, alimentan a la musa.
Itasaku Post Masacre
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Fugaku llegó a casa cuando el sol se estaba ocultando en el horizonte. Por primera vez en mucho tiempo su ansiedad era por una razón muy diferente a la enfermedad que estaba consumiendo a su primogénito. Estaba preocupado y cansado, pero había muchas personas que dependían de él y estaba obligado a mantener sus expresiones bajo llave. Por primera vez esa fachada fue imposible de mantener y se rompió.
Cuando cruzó del umbral de la puerta principal de su casa, fue directo a la cocina. Mikoto solía preparar la cena a esta hora y necesitaba decirle lo que había sucedido.
- Mikoto. - la saludo. Ella estaba con un delantal de cocina sobre su ropa oscura. Se dio la vuelta al escucharlo decir su nombre.
- Querido... - le dedicó una sonrisa suave. Tenía los ojos hinchados y rojizos, se dio cuenta, nuevamente había estado llorando. No pudo evitar sentir por ella y se apresuró a ir a su lado. La tomó de los codos y la acercó a su cuerpo mientras posaba sus labios fríos sobre su frente cálida.
- La encontramos... - dijo en voz suave sobre su piel.
- ¡¿QUÉ?! - Ella gritó separándose de él y sus atenciones.
- No grites, por favor. - le pidió en un susurro. Mikoto se llevó la mano a la boca preocupada por su arrebato.
- ¿Qué? - está vez también fue un susurro.
- La encontramos. - anunció con una sonrisa en los labios, Mikoto se iluminó como una flor llena de rayos de sol luego de resistir bajo la nieve. Vio sus ojos llenarse de lágrimas mientras él sacaba un papel de chakra de su bolsillo y se lo mostraba. El 99% marcado en negro sobre la hoja fue lo más hermoso que había visto en mucho tiempo.
De un salto rodeó los hombros del hombre que había amado toda su vida. Esta vez sus lágrimas cayeron sin control mojando la piel morena. Él cruzó sus manos sobre la cintura de la mujer y la apretó contra él. Permanecieron en esa posición por lo que pareció una eternidad. Antes de separarse, Fugaku no pudo evitar sostener la mejilla de la mujer que amaba y besar sus labios húmedos.
- No llores más. - le susurró después de separarse. - Ahora estará todo bien. - ella le sonrió a cambio.
- ¿Quién es? - no pudo evitar preguntar. Aquellos pensamientos de la chica destinada muerta entre los cadáveres Uchiha en aquella horrible noche, desterrada de su mente a lo más profundo del olvido.
- Jamás lo creerás. Es la aprendiz del Hokage... - no pudo terminar de hablar.
- ¿Shizune? Pero si ella está casada... -
- No, mujer. - no pudo contener su tono condescendiente. - La chica de cabello rosado. Haruno Sakura... - le informó con rapidez.
- ¿La compañera de equipo de Sasuke? - su expresión de felicidad se marchito un poco ante la revelación. - Pero ella siempre ha estado enamorada de Sasuke... ¡Oh por Dios! - exclamó en voz baja.
- Si, lo sé. Y esa es mi mayor preocupación ahora. Pero primero hay que informarle a Tsunade sama sobre esto. Es inevitable que se corra la voz de que hemos encontrado a la persona que andamos buscando, pero debemos encontrar una forma de que ella se casé con Itachi. Iremos sobre la marcha, lo más probable es que ella no quiera, pero debe haber una forma de convencerla. Sasuke regresará pronto de su misión y debemos saber que piensa él, antes que nada. Si él está enamorado de ella, no sé qué vamos a hacer. - nunca había hablado tanto sobre las relaciones de sus hijos, pero su mente fue invadida por miles de preguntas.
Nunca le gustó la niña cuando fue escogida para el equipo Genin de Sasuke. No pertenecía a ningún Clan, no tenía habilidades ninja de ningún tipo y sólo iba a significar que retrasaría el progreso de Sasuke como ninja. Para empeorar lo, ella parecía un cachorro enfermo de amor cada vez que lo miraba. Irónico era que ahora el destino de su primogénito dependiera de ella precisamente.
Había sido una sorpresa que se hubiese convertido en el aprendiz del Hokage actual, pero no la conocía, no conocía sus habilidades y su único logro fue convertirse precisamente en su aprendiz. Tendría que comerse sus opiniones cuando hablará con Tsunade, no sabía en qué estima estaba la chica entre los afectos de la rubia.
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Sakura llegó a casa curiosa por la reacción de los hombres mayores. Se quedaron casi un minuto entero mirándola sin decir una palabra. Tuvo que fingir una tos para que salieran de su estupor, la despidieron aún anonadados, pero ella estaba feliz de irse. Regresó al hospital a terminar sus asuntos y luego volvió a su departamento.
Mañana iría a ver su Shishou para exigirle que aprobará su pasantía en Sunagakure. Estaba ansiosa por conocer a Akasuna no Sasori y a su abuela Chiyo. Era un dúo experto en marionetas y venenos. Con eso completaría la mitad de sus intenciones.
Esa noche se fue a dormir con una sonrisa en los labios, cada vez estaba más cerca de cumplir sus sueños.
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Cuando Sakura llegó a la oficina del Hokage la mañana siguiente antes de ingresar a su turno al hospital, se encontró con la oficina vacía. Su ceño se frunció ante su ausencia, su Shishou era alcohólica, siempre estaba de mal humor, tendía a gritarle a todo el mundo, pero nunca llegaba tarde a ningún lado. Tatsuo estaba tras su escritorio fuera de la oficina y cuando le pregunto por su maestra, lo único que respondió fue que había salido un momento después de ingresar a su oficina. Y eso fue hace más de una hora, Sakura se encogió de hombros y se fue en dirección al hospital y en el camino se encontró con Ino.
- Buenos días, Frente. - le lanzó a más de dos metros de distancia acercándose a ella. Sakura apretó los labios en molestia.
- Buenos días, Cerdo. - mastico entre dientes. La vio ponerse a su lado y caminaron juntas.
- ¿De dónde venías? No estabas en el camino de tu casa al hospital. - preguntó la rubia quitando parte de su flequillo de los ojos.
- Fui a ver a Tsunade sama, pero no estaba. Se fue temprano según me dijo Tatsuo. - Sakura abrió la puerta de entrada del hospital para dejar pasar primero a su mejor amiga. Ino dio las gracias y juntas entraron al vestíbulo. Pasaron al mesón y marcaron su entrada.
Sakura se sorprendió de no escuchar la estúpida conversación habitual sobre los Uchiha y soltó un suspiro de alivio yendo en dirección a su oficina. No tardó en darse cuenta que Ino se había separado de ella sin despedirse. Bueno, se dijo, tenían tareas diferentes que realizar de todos modos. Entró en su oficina y sentándose detrás del escritorio, revisó las fichas clínicas de los pacientes que debía ver hoy.
Media hora después Ino entró en su oficina muy agitada.
- Sakura. - la nombrada levantó la vista de los papeles.
- ¿Qué? Te he dicho que golpees antes de entrar, podría estar ocupada. - su frente arrugada por la imprudencia de su amiga.
- Nunca estás ocupada. Y es urgente. - Sakura se puso de pie ante la expresión seria en su rostro.
- ¿Qué sucede? - ella también se alteró ante la urgencia.
- Tsunade te necesita en UTI ahora mismo. Llegó uno grave esta mañana. - el labio inferior de Sakura tembló, su mente conjuro imágenes de Naruto, Kakashi y Sasuke heridos y la asustó. Saliendo rápidamente de la oficina, mientras iba hacia las escaleras hacia el segundo piso, preguntó.
- ¿Quién es? - trató de alejar los pensamientos fatalistas de su mente.
- Paciente clase S. No tengo idea, pero lo más probable es que esa sea la razón por la que no estaba esta mañana. - a mitad de camino Ino se separó yendo en otra dirección.
- ¿Qué haces? - preguntó Sakura, deteniéndose en el pasillo.
- Sólo te necesita a ti. - y con eso desapareció doblando a la izquierda. Sakura salió de su ensimismamiento cuando una puerta se abrió golpeando la pared. Se sobresaltó a ver a su Shishou de pie en el umbral. Su ropa tenía rastros de sangre oscura. Eso la lleno de ansiedad y se apresuró hacia su encuentro.
- Tsunade Sama... -
- ¿Dónde estabas? Entra rápido, te necesitaba aquí hace más de diez minutos. - se hizo a un lado para dejarla pasar. Miró la camilla detrás de ella con aprehensión.
- Lo siento... - se disculpó avergonzada. Si hubiese venido directamente al hospital esa mañana, lo habría sabido enseguida.
- Ya no importa. - dijo Tsunade indiferente. - Necesito que me ayudes con una transfusión de chakra. - Sakura se acercó a la camilla lentamente para saber quién se encontraba en ella. Su corazón se aceleró cuando divisó cabello negro sobre piel pálida. Tenía puesta una mascarilla de oxígeno, obstruyendo la mayor parte de su rostro. Tsunade la tomó del hombro. - Está crítico, llegó hace más de una hora y debemos actuar rápido. Ponte por el otro lado de la camilla. - le ordenó.
Sakura se detuvo un segundo antes de obedecer. Rodeo la cama y subiendo las mangas de su bata blanca, se dispuso a hacer lo solicitado. Un brazo blanco y delgado la recibió. Cuando trato de distinguir el rostro bajo la máscara, se dio cuenta que su cabello era demasiado largo para ser Sasuke. Un suspiro interno desaceleró su corazón, pero no pudo evitar fruncir el ceño.
- ¿Quién es? - preguntó suavemente. Vio a su maestra descubrir el pecho del hombre. Había rastros de sangre vieja. - ¿Qué le pasó? - su curiosidad fue demasiado.
- Misión de reconocimiento fallida, estuvo tres meses desaparecido. - la mujer mayor iluminó su mano de verde y la sostuvo sobre su estómago. Sakura dudo un momento, antes de disponerse pegada al borde del colchón y posó sus palmas abiertas e iluminadas sobre el pecho desnudo. Tsunade la vio medio segundo tarde. - Usa guantes. - su voz demasiado fuerte para ser una recomendación.
Sakura se volvió a sobresaltar y sus dedos se contrajeron sobre la piel del hombre acostado. Una chispa pequeña y similar a un cortocircuito, vibró entre ambos. Sakura quito rápidamente las manos.
- ¿Qué fue eso? - preguntó anonadada. Fue como una corriente potente de chakra, pero en vez de dolor dejó la punta de sus dedos hormigueando suavemente con una sensación demasiado agradable y consoladora. Sintió la necesidad imperiosa de sentirlo nuevamente, quería ahogarse en ella por completo y eso la asustó.
- Usa guantes. - Tsunade repitió con molestia evidente en sus rasgos. La mujer joven hizo lo que se le dijo. Tomó unos guantes de dentro de una caja a un costado sobre una mesa Pasteur. Volvió a su posición anterior y apoyo sus manos sobre el pecho pálido y demasiado delgado para su gusto. Hubo decepción en sus rasgos cuando el hormigueo desapareció por completo y no pudo sentirlo otra vez por el látex estéril que los separaba.
Sakura se concentró en la tarea solicitada y Tsunade fue como un halcón sobre ella y el hombre en la camilla. Su mano se movió concentrándose en los cambios internos sutiles que deberían existir al recibir la transfusión de chakra. Ambas trabajaron en completo silencio por más de una hora. Notó el cansancio que se había apoderado de los rasgos de su aprendiz, pero debían continuar.
Había tenido una crisis la noche anterior y su madre había entrado pánico cuando lo encontró inconsciente esa mañana. Fue Fugaku mismo quien fue a su encuentro y le informó sobre la situación. Había hecho una revisión rápida y lo que encontró la hizo preocuparse demasiado. Parte del líquido pleural se había secado y las membranas plurales se habían adherido una a la otra, evitando la expansión de sus pulmones. Eso había provocado un neumotórax, que por suerte no necesitaba intubación y los medicamentos y antibióticos serían suficientes para tratar la afección. Su corazón se había detenido unos segundos mientras su chakra sondeaba el resto de su organismo. Un RCP fue necesario para poner su corazón a latir nuevamente.
Fue en ese momento que le comentaron los hallazgos obtenidos el día anterior, Sakura era el alma gemela de Uchiha Itachi y necesitaban que ella estuviese a su lado de alguna manera. Mantenerlo en el hospital bajo su cuidado, sería la mejor opción ante tal situación. Si las historias eran ciertas, sólo bastaban pequeñas porciones de chakra del alma predestinada para que su contraparte se sanará.
Tomaría un tiempo reparar el daño hecho en los últimos tres años, pero la exposición periódica sería la manera más factible de saber si estaban teniendo éxito. Ahora sólo quedaba esperar.
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Dos horas después, Sakura estaba exhausta. Tsunade no parecía afectada, pero ella no solía pasar el mismo tiempo en el hospital drenando diariamente su chakra.
- Eso será suficiente por hoy. Mañana le transfundirás otra dosis de tu chakra, pero será mucho menor. - Sakura asintió, alejando sus manos del hombre, se quitó los guantes y los lanzó a la basura. Aún tenía curiosidad por la identidad del paciente.
- Puedo preguntar... - dudó por un momento mordiéndose el labio inferior.
- Suéltalo, mujer. -
- Puedo saber quién es. - Tsunade la miró y volviendo a ajustar la ropa del sujeto encamado, respondió.
- Será nuestro paciente, pero nadie debe saber que está aquí. Es Uchiha Itachi. -
- ¿Itachi? - preguntó sorprendida. Se acercó a la cabecera de la cama y trató de observar el rostro dormido, pero su cabello obstruía su visión. Su curiosidad fue aún mayor por reconocer cómo los años habían pasado por el hombre. Si no recordaba mal, la última vez que lo había visto, fue hace más de 6 años y fue sólo por casualidad.
Era un ninja de élite, ANBU, que rara vez salía herido en misiones, lo que hablaba perfectamente sobre sus habilidades. Sasuke lo adoraba y nunca parecía estar en casa. Ahora estaba inconsciente, demasiado delgado, chakra escaso y claramente muy enfermo. No podía imaginar la misión que lo había expuesto a tal deterioro, pero debió haber sido un infierno. Se atrevió a rozar sus dedos sobre la frente del shinobi para alejar el flequillo de cabello negro que cubría sus rasgos cuando su maestra le dio la espalda. No había espacio para tales demostraciones dentro de las áreas de sanación.
Nuevamente el hormigueo atravesó la piel de sus dedos haciendo palpitar algo en lo profundo de su estómago. Alejó la mano como un rayo, alcanzando a despejar el rostro afilado en su delgadez, pero extremadamente hermoso en su palidez. Hizo una mueca con la boca, ahora entendía todo el alboroto, el tipo era demasiado atractivo. Sasuke era guapo, pero tenía la actitud equivocada. No conocía a Itachi, pero sabía que era educado, cortes y amable.
Ino le había contado una vez, que su padre intentó emparejarla con alguno de los Uchiha por petición de ella misma y había invitado a una cena formal a su familia, habían llegado sólo Itachi y sus padres.
Sakura había estado hirviendo de celos en ese tiempo, pensando que eso podía acercar a la rubia a Sasuke y alejarla a ella aún más. Ino era la heredera de un Clan de renombre en la Aldea, los Yamanaka, y Sakura pudo sentir más que nunca su herencia civil. Había llorado varias noches seguidas odiando a sus padres por darle un origen tan humilde y un apellido desconocido. Cuando se enteró una semana después, que Sasuke no se había presentado y que Itachi, siendo el heredero que era, había declinado su petición humildemente, comentando que no consideraba el matrimonio por conveniencia y que su adorable hija, 'Sí', se dijo Sakura, 'Ino adorable, mi culo', encontraría a un chico de su edad que la amaría como ella realmente se lo merecía.
Desde ese momento, tuvo en estima al hombre habiéndolo visto quizás tres veces en toda su vida, pero sus prejuicios sobre los Uchiha, provocados por la adulación anormal, sus habilidades sobre humanas y la exageración sobre su belleza, de la que se hablaba en todos lados, en boca de hombres y mujeres por igual, la había hecho recelosa de ellos. Su propio amor por Sasuke se había transformado lentamente en exasperación fundada. Se le había confesado tres veces y todas ellas fue soez e indiferente a sus sentimientos.
La trató de molesta, inútil y dependiente de ellos como equipo. Que en vez de perder el tiempo en tonterías, debería estar entrenando. Y así lo había hecho, no porque él se lo dijera, sino por una rabia interna que comenzó a inundar lentamente su cuerpo y mente. No pasó mucho tiempo cuando él y Naruto encontraron cada uno un sensei y la dejaron completamente sola. Y repitió lo único que sabía hacer, llorar durante noches enteras.
Cuando llegó el nuevo Hokage, comenzó a buscar información sobre ella y descubrió que era Iryo ninja, y que sin una habilidad perfecta en el control de chakra, sería imposible convertirse en uno de ellos. Habiendo tan pocos en todo el mundo ninja, eran considerados esenciales en el campo de batalla y muy respetados.
Fueron las palabras de Kakashi sensei las que le dijeron que ella podía optar a convertirse en médico ninja, su control de chakra era excepcional. Tardó un mes en decidirse e ir al Hokage actual a pedirle entrenamiento. La aceptó, pero hubo sudor, sangre y lágrimas para llegar donde estaba ahora. Era su discípula más prometedora y estaba a unos meses de completar el jutsu exclusivamente creado por Tsunade, el Byakugou no in. Si lo completaba, demostraría que estaba a la par en habilidades con Tsunade y sería digna de tomar sus propias decisiones.
No había nada mejor que ser independiente en el mundo ninja. Seguías estando bajos las órdenes de Tsunade, porque era el Hokage y siendo ninja debías respetar la jerarquía de la Aldea, pero tomar decisiones dentro del hospital sin tener que esperar la aprobación de Shizune o la misma Tsunade, era algo por lo que valía la pena luchar. Ella se sentía lo suficientemente capacitada para ello y si sumaba su actual entrenamiento para rendir el examen Jounin, sería imparable. Sólo imaginar las posibilidades le daba una nueva resolución a su determinación.
Esa noche llegó exhausta a casa y se durmió demasiado rápido para planear el próximo día.
