Infinitamente Roto 9
Buenas, espero poder mantener este ritmo semanal, tengo varios capítulos hechos, pero con el trabajo y todas las cosas adicionales que hago, apenas tengo tiempo para dormir.
Espero disfruten el capítulo. Agradezco enormemente sus reviews. Gracias a quienes leen y disfrutan esta historia.
Itasaku AU post Masacre
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Los siguientes días fueron borrosos. Estaba llena de ansiedad por los eventos que se avecinaban y sólo deseaba dejar todos los asuntos pendientes solucionados antes de partir. Su semblante se había recuperado sólo por la expectativa de salir de Konoha y alejarse de los Uchiha.
Aunque había una espina incómoda que pinchaba su conciencia cada vez que pensaba en Itachi. Él la había besado y no fue tan malo.
En un futuro, uno que no tenía prisa por alcanzar, él sería su esposo y tendría que besarlo, aunque la experiencia no había sido del todo desagradable, el sentimiento involucrado detrás de su relación la obligaba a rechazarlo. No sabía qué pasaría después de casarse, pero el contrato firmado la dejaba en una posición demasiado vulnerable. No era su naturaleza ser rencorosa, pero nunca antes la habían acorralado de esta manera.
Luego de abastecer sus pergaminos de almacenamiento, los selló y guardó. Programó una reunión con Ino para informar sobre el cambio sobre los fondos y el futuro de su proyecto. Se encontraron después del almuerzo y pasaron el resto de la tarde en su oficina afinando los detalles sobre la clínica.
Su amiga rubia estaba feliz, finalmente habían conseguido los fondos que necesitaban. Sakura estaba avergonzada por las maneras en que todo había sido obtenido y fue incapaz de contarle sobre sus futuras nupcias. Ino la conocía demasiado bien y sabía que habría gato encerrado, mejor que se enterara tarde, anulando su capacidad de intervenir.
- Me parece extraño que hayan dejado el asunto de los Uchiha tan repentinamente. - comentó casual la rubia mientras ordenaba las carpetas.
- ¿A qué te refieres? - Sakura se congeló ante el inesperado comentario. Era conocido que Ino tenía una red de rumores enorme y siempre se enteraba de los chismes, incluso de los más insignificantes.
- Que hicieron toda una parafernalia para encontrar una esposa para el Uchiha mayor y de pronto se retiran y aún no anuncian nada. - su expresión dejaba claro que sospechaba. No de ella, por supuesto. - Hay dos opciones: encontraron a la chica o se arrepintieron. - enumeró la rubia golpeando un dedo y luego dos sobre la palma de su mano.
- ¿Tienes alguna idea de quién es? La chica me refiero. - fue incapaz de mirarla a los ojos cuando hizo la pregunta.
- Escuche que el porcentaje más alto fue una Uchiha de su misma edad, pero algo me dice que ella no es la afortunada. No irradia la felicidad de una mujer a punto de casarse. Además, mi padre hizo un comentario extraño hace unos días en la cena. Dijo que no había esperado que los Uchiha buscarán fuera del clan. La forma en que lo dijo, me dio a entender que ya no estaban buscando. - se mojó la punta del dedo índice con la lengua y pasó varias páginas. Las separó, las contó y las puso en otro archivador.
Sakura estaba quieta, fue inevitable recordar los comentarios de la rubia muchos años atrás. Ino notó el silencio extendido entre ambas y se detuvo para ponerle atención a la chica frente a ella.
- ¿Pasó algo? - eso pareció despertar a la aprendiz del Hokage.
- Nada. - fue difícil controlar el temblor en su voz. Se apresuró a tomar un lote de carpetas y echarles un vistazo desesperada por parecer natural e indiferente. - ¿Sería tan malo que fuese una chica sin ningún linaje ancestral detrás? - la pregunta salió de su boca antes de que pudiese pensarla un poco más. Ino giró su cabeza tan rápido que fue doloroso de ver.
- ¿Aún sigues con eso? Creí que ya lo habías superado. - aún la molestaba que Ino despreciara tan fácilmente sus inseguridades. Ya no peleaban por Sasuke, pero había actitudes de la heredera de los Yamanaka que detestaba.
- ¿Aún sigo con qué? - preguntó con los dientes apretados.
- Con la tontería de sentirte menos sólo por no provenir de un Clan. Eres la aprendiz del Hokage, su heredera en el amplio sentido de la palabra. Te has hecho un nombre por ti misma y ahora estamos a sólo unos sellos gubernamentales de completar nuestro trabajo más ambicioso. No necesitas ningún respaldo. - eso la tomó por sorpresa. Ino la estaba alabando y eso desinflo su ira instantáneamente.
- Gracias... - su voz salió en un hilo. No pudo evitar sonrojarse, pero sus siguientes palabras hicieron que le doliera el estómago.
- Aún me pregunto cómo lograste conseguir los fondos. El Concejo llevaba meses dilatando este asunto y de pronto, tenemos más de lo que necesitábamos. - hizo un gesto de negación con la cabeza. - No me malinterpretes, es maravilloso, pero siento que no me estás diciendo todo. - aunque la rubia le guiño un ojo y Sakura supo que sus sospechas no iban dirigidas a ella, su estómago se volvió de plomo.
La parte espontánea e irascible de ella quería soltar el nudo en su pecho, gritar, patear y llorar, para que todos conocieran lo nefastos que eran los Uchiha. La parte racional de su cerebro, le recordó que ella misma había provocado su ruina, por lo que se mordió la lengua y continuó separando los documentos necesarios en silencio. Ino no había terminado con sus preguntas.
- Por cierto ¿Por qué estamos haciendo esto ahora? - preguntó despectivamente.
- Viajo a Suna pasado mañana. - fue inevitable sonreír al decirlo en voz alta.
- ¿De misión? - preguntó la rubia. Y Sakura notó que las únicas personas que sabían acerca de su pasantía eran Tsunade, Shizune y Fugaku. No había querido decirle a nadie por miedo a no poder conseguirlo. Quizás debería seguir manteniéndolo así.
- Sí. - fue su lacónica respuesta.
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Al día siguiente, con el asunto de la clínica fuera de su camino, fue a ver a Tsunade. Aunque su Shishou sabía de las intenciones del patriarca de los Uchiha, dudaba que estuviera enterada de lo que sucedió en privado. La vergüenza y el miedo a las represalias, la silenciaron mejor que mil amenazas de muerte.
- Sakura. - la nombró la mujer mayor desde su escritorio.
- Tsunade Sama. - respondió a cambio la chica de pie.
- ¿Cuándo te vas? - preguntó casual mientras se servía una taza de sake. Ya había terminado su horario de trabajo, por lo que la bebió de un trago y se sirvió otro.
- Mañana al amanecer. - su estómago burbujeo de anticipación.
- Entiendo. Espero que esta experiencia sea todo lo que esperabas. - hizo un gesto de salud y volvió a vaciar su taza. Golpeando el cristal sobre la mesa, bruscamente guio con la mano a la chica para que se sentará. Sakura obedeció en silencio y espero que su Shishou llenará la otra taza y se la ofreciera.
- Gracias. - dijo recibiendo el alcohol, pero no bebió de inmediato.
- Fugaku me dijo que aceptaste su propuesta. - directa al grano, está vez también bebió, pero el trago fue corto.
Ante la mención de aquel nombre, su estómago se apretó y tembló. Se obligó a beber sólo para calmar sus nervios.
- Sí. - respondió sin intención de dar más detalles. Tsunade la escudriño con los ojos entrecerrados y plasmó una sonrisa forzada en sus labios. Mañana se iría a Suna, no diría nada que pudiese arruinarlo.
- Bueno, espero que haya válido la pena... - los dedos blancos tamborilearon sobre la madera: aún no había terminado. - La decisión que hayas tomado es sólo tuya y de nadie más, pero quiero que sepas que siempre voy estar aquí para ti. No sé lo que sucedió con Fugaku, pero aunque pueda parecerlo, no es intocable. - la expresión de la rubia estaba llena de calidez. La estaba guiando hacia una salida, y Kami sabe lo tentada que estuvo de contarle todo, pero...
¿No había sido ella misma quien había cometido el error? Su propia arrogancia le había hecho caer.
Lo había pensado una y otra vez, odiaba la forma en que fue acorralada, pero su altanería provocó la debacle. Después de esto, lo único que le quedaba era su palabra y un contrato que la obligaba a mantener la boca cerrada.
Los shinobis eran maestros del engaño, fueron entrenados para mentir, pero ella había nacido siendo una civil y le habían enseñado que la palabra de uno era una de las cosas más valiosas que podías poseer. Podías perderlo todo, pero tu palabra sólo era tuya y la verdad siempre te dará la libertad de acción que necesitabas. Las personas te conocerían por ella, te respetarían y admirarían por ella.
¿Y quién sería ella si no cumplía su palabra?
Pero ser shinobi había trastocado esa verdad y la había transformado. Y aunque su familia civil creía en la palabra, Sakura se había convertido en un ser de acción. Y ahora notaba la influencia del mundo que había escogido; le estaba mintiendo a todas las personas que amaba.
- Lo sé, Shishou. Pero lo único que me interesa en este momento es el viaje a Suna. - la primera sonrisa sincera de la noche iluminó los rasgos pálidos de Sakura.
- Salud por eso. - levantó su taza en un brindis. Las gotas de sake frío saltaron cuando chocaron con un tintineo antes de que ambas vaciaran de un trago el contenido.
La charla se volvió ociosa y trivial gradualmente. Hablaron acerca del hospital y el viaje mientras Tsunade observaba atentamente a su discípula. La experiencia le dijo que Sakura le estaba ocultando algo, pensó en interrogarla y obtener la información, pero recordó que ella era una mujer adulta que había crecido para tomar sus propias decisiones.
Ella, como su maestra, había cumplido con su parte, pero era difícil eliminar la sensación de que había dejado a Sakura a merced del Uchiha. Considera a la chica casi como una hija y aún se preguntaba por qué Sakura no le había pedido consejo.
Era pasada la media noche cuando se separaron. Cuando llegó a su departamento cayó en cuenta de que no les había avisado a sus futuros suegros sobre su viaje. Entró momentáneamente en pánico hasta que comprendió que parte de esto estaba estipulado dentro de su contrato. Corrió a su habitación y lo leyó varias veces antes de comprenderlo. No decía nada sobre sus condiciones de viaje antes del matrimonio.
- Que te jodan, Uchiha Fugaku. - no supo si fue el alcohol o la satisfacción, pero sabía que esto lo haría enojar y no midió las consecuencias de su ausencia.
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El viaje a Sunagakure desde Konoha sin detenerse era de treinta cinco horas. Si descansaba durante la noche, sería de dos días. Tsunade le había preguntado si quería una escolta, pero no lo vio necesario.
Estaba a mitad de camino, cuando debió escoger entre cruzar el desierto de noche o de día. Durante el día, en pleno verano, el calor sería abrasador. De noche, sería un congelador, pero eso era mejor que arriesgarse a sufrir de insolación.
Se detuvo al atardecer y planeó partir dentro de cuatro horas. Se preparó una comida fría y trazó el camino a seguir en el mapa que había llevado. Sacó una capa de su pergamino y guardo el resto, dejando su bolsa de armas y cantimplora llena de agua fuera. A las ocho, con el sol escondiéndose detrás de las dunas rojas en la distancia, emprendió su viaje nuevamente.
A las cuatro de la mañana estaba cruzando las puertas de Suna y a pesar del cansancio corporal, estaba ansiosa por encontrarse con su anfitrión. Los guardias la recibieron hoscos, pidiéndole su identificación. La interrogaron brevemente sobre el motivo de su visita y el tiempo de su estadía.
Mostró la invitación de Sasori y no supo decirles cuánto tiempo se quedaría, pero en el fondo sabía que no serían más de dos meses. La hicieron llenar varios documentos, resguardada en lo que parecía ser una caseta amplia y de uso exclusivo para esta situación.
Estaba terminando de llenar las formas cuando un sujeto bajó apareció en la entrada. No le prestó atención realmente, pero podía sentir su mirada sobre ella.
Cuando firmó y apilo las hojas, el hombre finalmente se acercó a ella. Eran las cinco de la mañana y el cielo ya se estaba aclarando cuando se detuvo a su lado.
- Haruno San. - la llamó por su apellido. Sakura elevó las cejas como indicación de que tenía su atención.
- ¿Si? – pregunto sin mirarlo realmente.
- Akasuna no Sasori. - se presentó con una leve inclinación de cabeza y fue en ese momento que Sakura le puso realmente atención.
Era casi media cabeza más pequeño que ella, aunque quizás eran de estaturas similares si se quitaba las botas con tacos, pensó. Su cabello era rojo como la sangre y sus ojos dorados como el atardecer. Su piel era pálida e inmaculada. Vestía pantalones oscuros, con vendas en las pantorrillas y un chaleco marrón con hombreras sobresaliendo con brazos desnudos y sus antebrazos vendados. Le estaba sonriendo con su boca inclinada y los ojos brillantes.
- Sasori... - susurró casi sin aliento. Jamás se hubiese imaginado que estaría aquí para recibirla. Sus mejillas ardieron sin saber por qué. Se inclinó rápidamente en una reverencia. - Lo siento. - se disculpó.
- ¿Por qué? - preguntó inclinando su cabeza con curiosidad. Y Sakura supo que el ardor en su rostro la delataba completamente, estaba sonrojada.
- Por llegar a estas horas. Había pensado en anunciar mi llegada después de registrarme en un hostal. - la sonrisa que le dedicó, hizo que se le acelerará el corazón. No pudo controlar el movimiento de sus manos y estaba retorciendo el documento recién firmado.
Sasori pareció notarlo, porque estiró su mano y rozó la piel de su dorso con una delicadeza inusual. Lentamente le quito el papel de las manos.
- Pedí que me informaran sobre tu llegada. Esperaba que te quedarás con nosotros. - el hormigueo en su piel aún persistía cuando su voz suave le hizo enfocar su atención otra vez. Él le dedicó media sonrisa y era hermoso y ella era una boba encandilada.
- ¿Nosotros? - preguntó. Fue incapaz de evitar mirarlo, el dorado de sus ojos la atraía como una polilla a la llama. Se preguntó cómo se sentiría la mujer que tuviese toda su atención, fue como ahogarse en oro líquido.
- Mi abuela y yo. Estábamos ansiosos por tu llegada. - la sonrisa creció y le tendió la mano. - Ven conmigo. - su invitación la lleno de anticipación y cuando presionó sus dedos largos alrededor de su mano fría, fue su perdición.
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Chiyi ba Sama los recibió en la entrada de la casa. Era una casa de tres plantas, excavada en roca rojiza. Era enorme y hermosa, y muy fresca por dentro. La decoración dentro era simple, funcional y muy acogedora.
- Haruno. - la saludó la mujer mayor. A pesar de su avanzada edad, se veía fresca y muy lúcida.
- Chiyo Sama. - la reverencia que le dedicó fue completa. Sasori era famoso por sus venenos, pero esta mujer era una eminencia no sólo en venenos, sino también en marionetas y sus habilidades médicas.
- No seas tan formal, niña. Llámame Chiyo, que yo te llamaré por tu nombre. - parecía algo molesta y se sintió inadecuada de pronto.
- Chiyo ba. Esta es Sakura, el aprendiz de Senju Tsunade. - la introdujo escuetamente el hombre. Sakura volvió a sonrojarse y la mujer mayor entrecerró los ojos.
- ¿Eres pupila de la princesa de las babosas? - no había ninguna admiración en su tono, a pesar del título y la pregunta destilaba desprecio.
- Sí... - respondió insegura, no quería enojar a sus anfitriones. No había escuchado nada acerca de una rivalidad entre las dos mujeres, por lo que se dispuso a ir con cuidado.
- ¿Y aún se niega a envejecer esa bruja? - cuestionó de pronto, dejando a Sakura completamente pasmada.
- Suficiente, abuela. - la voz de Sasori la sacó de su estupor, sintiéndose completamente agradecida por su intervención. La mujer mayor hizo un ruido similar a un bufido y con un gesto despectivo de la mano se dio media vuelta y se fue rumiando por un pasillo.
- Siento haber incomodado a tu abuela. - Sakura estaba mortificada. Acababa de llegar y ya la había cagado, aunque aún se preguntaba qué había sucedido.
- No te preocupes, se ha vuelto más amargada con el tiempo. Siempre ha tenido una rivalidad con tu Hokage debido a sus habilidades médicas. Chiyo ba sabe que tu maestra la ha superado y no se lo perdona. - le dedicó una sonrisa tranquilizadora y con un gesto de la mano le indicó las escaleras.
- Yo... realmente no lo sabía. Lo siento. - se disculpó por su ignorancia. Cuando volviera a Konoha interrogaría a su Shishou al respecto. Aun sintiendo fuera de lugar siguió el camino que él le indicó y subió hacia el segundo piso.
-No te disculpes. - la llevó por un pasillo largo hacia otra escalera. - El segundo piso es de mi abuela. Te preparamos una habitación en el tercero. - la segunda escalera era circular y completamente de metal. Al llegar arriba notó tres puertas en un pasillo casi estéril. - Esa será tu habitación. - caminó hasta el extremo más lejano y abrió la puerta.
Era completamente blanca. En el centro había una cama enorme con dosel de gasa blanca cubriendo todos los extremos. Tuvo que cerrar la boca de golpe para no parecer una tonta. Había ventanas en ambos extremos de vidrio prístino con cortinas de gasa igual de blanca también. Un espejo enorme y ovalado adornaba una pared y junto a él, muebles de madera rojiza, dando un contraste inusual al espacio. Al fondo había otra puerta, pero no le prestó atención.
- Espero que sea de tu agrado. - Sakura estaba aturdida por la visión, sin saberlo, está habitación se había convertido instantáneamente en la habitación de sus sueños.
- Es preciosa. - dijo casi sin aliento mientras acariciaba las superficies lisas. - No deberían haberse molestado. - se giró para mirarlo llena de agradecimiento.
- No lo es. - Sasori volvió a sonreírle y dio un paso atrás. - Mi habitación también está en este piso. - le indicó con una mano la puerta al otro lado del pasillo. - La del centro es mi laboratorio personal. Aunque normalmente estaremos trabajando en el área central de la Aldea, por lo que pasaremos la mayor parte del tiempo fuera. - no lo dijo, pero sintió una advertencia implícita; ese laboratorio era privado y eso despertó su curiosidad.
- Por supuesto. - ella le regaló su sonrisa más brillante y agradecida a cambio.
- Puedes instalarte mientras tanto. Hay un baño privado aquí también; es la puerta a tu izquierda. Puedes darte una ducha y luego bajar a desayunar con nosotros. - le hizo un gesto con la cabeza mientras tomaba el pomo de la puerta.
- Muchas gracias... - lo iba a llamar por su nombre, pero no supo si era lo correcto. Él pareció notar su duda.
- Es un placer. Y llámame Sasori, por favor. - con esa petición inocente, retrocedió dos pasos cerrando la puerta para darle privacidad. Sakura se apresuró a su lado y puso su mano en el borde de la madera para que no la cerrará.
- Llámame Sakura, por favor. - estaba sin aliento y sabía que no era por cansancio. Sus mejillas volvieron a arder al sentir su mirada sobre ella. Asintió con su cabeza y soltando la puerta, se retiró por el pasillo y bajó las escaleras.
Ella se quedó en el marco, mirándolo irse hasta que tomó nota de su actitud. Dio un salto hacia atrás, cerró la puerta y se apoyó contra ella.
- Kami... - susurró sin aliento. Esto no estaba bien, se dijo. No quería exteriorizar sus pensamientos, porque de alguna manera eso la haría la estúpida más grande del planeta.
