Infinitamente Roto 10

Espero que disfruten este nuevo capítulo, me disculpo por cualquier falta de ortografía que se me haya pasado. No hay beta, morimos como Anbu jajaja

Muchas gracias a quienes leen y sobretodo dejan reviews, son muy apreciados, alimentan a la musa.

AU Itasaku Post Masacre

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Si la habitación era hermosa, el baño era un sueño. Estaba excavado completamente en la roca misma, tenía pisos y paredes de mármol negro, y parecía haber sido hecha en una sola pieza.

En el extremo contrario a la entrada había un vitral de vidrio grueso de tonos azules y verdosos que ocupaba toda la pared, dejando entrar mucha luz. Había un inodoro detrás de una mampara de vidrio oscuro, pero lo que realmente la dejó con la boca abierta, fue lo que parecía ser una piscina enclavada en el suelo.

Era literalmente una piscina que continuaba el mármol negro y le daba profundidad. Los bordes eran cuadrados con cuatro grifos de metal plateado en los costados. Media alrededor de cuatro metros de largo y quizás unos dos de ancho. Una escalera igual de negra te abría el camino a la bañera más hermosa y original que había visto en su vida.

Miró por la ventana cerca a la puerta y descubrió que el baño había sido hecho dentro de la colina misma. Habían socavado la roca y habían agrandado el baño. Un tragaluz con triple ventana estaba justo encima de la enorme piscina, haciéndola imaginarse el reflejo de los rayos de sol mientras danzaban sobre al agua. Los grifos ya estaban abiertos y la piscina/bañera estaba a la mitad de su capacidad.

Hecho un vistazo a la mampara que separaba el espacio y en el fondo había una ducha simple cubierta de vidrio empañado. Miró entre la tina de sus sueños y la ducha: no lo pensó dos veces. Se desnudó rápidamente y descendió la escalera llena de anticipación.

Cuando el agua llegó a su barbilla cerró los grifos y nadó dentro del espacio. Fue la experiencia más exquisita de toda su vida. Sonrió como una idiota: tendría una piscina personal dentro de su habitación por toda su estadía en Suna y pensó que podría quedarse para siempre sólo por esto.

Una carcajada burbujeo sobre la superficie del agua. Le encantaría ver el rostro de Fugaku si le enviaba una carta para decirle que no volvería jamás a Konoha y que se podía meter su contrato por donde no le daba el sol. La felicidad le duró sólo unos minutos, cuando pensó en todo lo que dejaba atrás: sus amigos, su maestra, sus padres, el hospital y la futura clínica.

No, se dijo. No podía abandonar todo. Había gente que aún dependía de ella, quizás podría pedir un baño igual en la pomposa casa principal de los Uchiha. Negó con la cabeza y se sumergió por completo dentro del agua.

El espacio era suficiente para dar al menos dos brazadas sin problemas de un lado a otro y tenía al menos dos metros de profundidad. El agua estaba temperada esta mañana y ayudó a relajar sus músculos agarrotados por el viaje.

De pronto recordó que la estaban esperando y se apresuró a subir por la escalera de mármol, tomando una de las toallas blancas colgadas a un costado. Era de algodón grueso y muy grande. Se secó rápido y volvió a las pertenencias que había dejado sobre la cama. Usando ropa interior limpia volvió a vestirte con su vestimenta de siempre: top rojo, falda médica y sus pantalones negros.

Cuando bajó la escalera al primer piso eran las ocho menos diez. Sasori estaba sentado en la sala de estar con varios pergaminos sobre la mesa.

- Siento la tardanza. - se disculpó Sakura con las mejillas enrojecidas. El maestro de venenos giró su cabeza hacia ella.

- No te preocupes. ¿Quieres desayunar? - preguntó mientras se ponía de pie.

- Sí, por favor y gracias. La habitación y el baño son hermosos. - dijo algo nerviosa. - Nunca había visto algo igual. - Sasori no dijo nada por un momento, Sakura se sintió incómoda, pensando que había dicho algo inadecuado.

- Era la habitación de mis padres. - la adelantó en dirección a la cocina. Sakura se quedó unos segundos quieta en el pasillo antes de continuar. No era necesario preguntar por sus padres.

- Ven aquí, niña. - Chiyo estaba en la encimera de la cocina con varios platos preparados. Con un gesto le indico un asiento vacío justo frente al de Sasori. La mujer mayor dejó la comida sobre la mesa y se sentó junto a la ninja médico.

La conversación fue dirigida principalmente por Chiyo ba. Le hizo muchas preguntas sobre Tsunade y las buenas nuevas en medicina ninja y sobre su viaje. También quería saber si se había encontrado con escorpiones gigantes en el desierto. Por suerte para Sakura, no había visto ninguno.

Sasori comió en silencio sin participar en su conversación. Sakura creyó que tenía algo que ver con el recuerdo de sus padres, por lo que hizo una nota mental de disculparse cuando tuviesen más privacidad.

Al terminar la comida, ayudó a lavar los trastos. El maestro de venenos le habló cuando quedaron solos en la cocina.

- Cuando termines podemos ir a los laboratorios centrales para que te familiarices con las instalaciones. Vamos a compartir el mío, el de Chiyo ba está al lado, por lo que podrás moverte entre ambos. - su voz monótona la hizo sentir algo fuera de lugar.

- Entiendo. - lo vio asentir y darse media vuelta para retirarse, pero ella lo detuvo. - Lamento lo de tus padres, y si quieres, puedo cambiarme de habitación. - tomó un paño y comenzó a secarse las manos sólo para distraerse.

- No es necesario. - la sonrisa que le dedicó hizo latir su corazón un poco más rápido. - Fue hace mucho tiempo y me alegra de que te guste. - Sasori le estaba dando señales confusas. A veces parecía tan desinteresado y otras parecía estar coqueteando con ella. Sacudió su cabello mientras lo veía alejarse de la cocina.

Cuando terminó de guardar los trastos volvió a su habitación y tomando su bolsa, volvió a bajar rápidamente. Él ya estaba junto a la puerta esperándola.

- Chiyo ba llegará más tarde. - le informó mientras salían. Sakura asintió y caminaron por las calles de la zona Este de Suna.

La caminata fue silenciosa, pero cómoda. Estaba más interesada en los alrededores y el movimiento de las masas de gente que ya habían comenzado su día. De vez en cuando le preguntaba por ciertas construcciones llamativas o sobre cosas poco comunes. Aprovecho de memorizar el trayecto para cuando tuviese que moverse sola a su morada temporal.

Cuando atravesaron las puertas del edificio de investigación, el calor comenzaba a ser insoportable para Sakura, poco acostumbrada a temperaturas tan altas, pero una vez dentro, el aire acondicionado hizo su magia.

Luego de presentarla y darle un pase para moverse con libertad por las estancias, la llevó por pasillos largos y laberinticos.

Le mostró el invernadero y quedó maravillada por el profundo espacio que ocupaba. Una cúpula alta de cristal blanquecino era el techo y las paredes parecían estar hechas de la misma arena que pisaban. La cantidad de plantas era impresionante, considerando que tenían especímenes que Konoha nunca había visto antes. Decidió que les pediría brotes y semillas una vez terminará esta visita. Tenía al menos un mes por delante y su corazón se aceleró sólo de pensar en todo lo que aprendería.

El recorrido finalmente los llevó a su destino cuando cruzó la puerta del laboratorio de Sasori, cincuenta minutos después. El edificio era un armatoste de varios pisos de alto y otros tantos subterráneos y estaba segura que no habían visitado ni la mitad. La oficina del marionetista y maestro de venenos estaba, al menos, unos cuatro pisos bajo tierra.

- Aquí pasaremos la mayor parte del tiempo. ¿Qué te parece? - comentó él casual y monótono una vez cruzaron la puerta que dejó abierta de par en par.

La estancia estaba completamente equipada con maquinaria de investigación de última generación. Mesones de metal, estanterías surtidas, un refrigerador para cadáveres con seis puertas, una mesa de disección en el centro de la habitación, arsenal instrumental dispuesto ordenadamente sobre una mesa del fondo, área de lavado, insumos, etc. Su vista se desvió inmediatamente al microscopio que siempre había deseado tener en Konoha. Tendría muchos días por delante para revisar cada repisa y frasco.

Sasori dejó sus cosas sobre una mesa empotrada en la pared y con un gesto de la mano le pidió que lo siguiera hacia el fondo de la habitación. Se detuvieron frente una puerta hecha de vidrio con más de un centímetro de espesor que separaba un cubículo gigante en la parte trasera.

- Aquí es donde se guardan los venenos sin preparación. - golpeó el vidrio con su anillo y un tintineo grueso invadió el aire. - La zona debe permanecer siempre a la misma temperatura para evitar que se desnaturalicen. Una vez se separan los componentes bajo destilado y se inspeccionan bajo el microscopio, no es necesario el calibrado permanente. - esa fue la conversación que contenía la mayor nota de entusiasmo que le había oído decir.

- ¿Por qué es necesario el calibrado de temperatura? - su curiosidad era genuina, ya que en Konoha no era necesario. Cuando llegaba un paciente envenenado, inmediatamente se tomaba una muestra de sangre, se filtraba y se centrifugaba. Una vez aisladas las enzimas se podía comenzar a buscar un antídoto. Aunque había un método de congelación y descongelación para aislar proteínas, no solía usarse.

Sasori le hizo un gesto y regresaron. Él pareció reconocer la duda en su rostro, porque comenzó a explicar sin haberlo pedido.

- La mayoría de los venenos que utilizamos vienen de especímenes que viven a temperaturas muy bajas si permanecen bajo las Arenas más profundas del desierto o en el caso contrario, a temperaturas muy altas si viven cerca de la superficie. Por lo tanto, debemos mantener ese veneno "vivo" de alguna manera para que sea efectivo hasta aislar los componentes tóxicos. Como son enzimas orgánicas, es necesario para que no se desnaturalicen y pierdan su efecto. - se sentó junto al microscopio y mientras lo encendía continuó.

- Es similar a los humanos, en realidad. La fiebre es peligrosa entre los seres humanos, porque si la temperatura corporal sube sobre los 37 grados, literalmente calienta las proteínas y éstas se descomponen, neutralizando las enzimas que son necesarias para todos los procesos fisiológicos dentro de nuestro organismo. Si la alta temperatura continua, podemos terminar con el cerebro frito y con falla orgánica. Patologías como la Meningitis, por ejemplo, sólo que hay otros microorganismos involucrados, ya sean bacterias o virus. -

Sakura permaneció en silencio escuchando cada palabra mientras miraba fijamente sus manos de dedos largos moverse con gracia.

- Pero eso tú ya lo sabías. - dijo fijando sus ojos dorados sobre los verdes que no se habían apartado de él en ningún momento.

- Si... - susurró ella con las mejillas rojas. No supo por qué, pero cada vez que la miraba fijamente, la hacía sonrojar incontrolablemente. No era una adolescente, pero cuando le sonreía como lo estaba haciendo ahora, su corazón se aceleraba de una manera que no lo había hecho con nadie.

~ Mentirosa... Itachi también te acelera el corazón ~ fue la voz acusatoria desde el fondo de su mente. Deliberadamente la ignoró.

- No pareces muy segura, aprendiz del Hokage. - se burló el hombre. Sakura se congeló cuando sintió sus dedos rozar sus mejillas calientes. - El tono que adopta tu piel cuando te sonrojas, es el color rosa más perfecto que he visto en mucho tiempo. Tu cabello es el segundo. - la sonrisa coqueta se suavizó, dejándola sin aliento con la garganta hecha un nudo.

La caricia suave no se detuvo y el corazón acelerado en la garganta de Sakura la hizo tragar en seco para tratar de controlarlo, eso la hizo toser repentinamente y el momento se rompió. Ni siquiera notó cuando se alejó, en un parpadeo él ya no estaba y al siguiente le estaba tendiendo un vaso largo lleno de agua.

- Gracias... - agradeció con voz ronca, enderezándose y tomando el vaso. Lo bebió con avidez para no tener que mirarlo mientras volvía a sonrojarse como idiota.

Luego de eso, se concentró en observar el proceso de trabajo de Akasuna no Sasori. Su método era muy diferente al de Shizune y ella misma, y se ocupó de anotar todo en su libreta. Sasori sólo le dedicó una sonrisa extraña cuando la vio tomar apuntes.

Un par de horas después llegó Chiyo ba sama con el almuerzo para los tres en una canasta. Comieron sobre la mesa de autopsia con total naturalidad.

Cuando terminaron, pasó la tarde en la zona de Chiyo, observando y tomando notas de sus técnicas de curación y nuevas medicinas. La mujer mayor tenía un sentido del humor muy negro y extraño, porque dos veces se hizo la muerta y a Sakura casi le da un ataque de nervios.

Estaba exhausta y aún no había comenzado a caer la tarde. Sasori apareció inesperadamente casi intuyendo sus pensamientos y la invitó a volver a casa para que descansará después de la cena. Sakura aceptó casi instantáneamente, pero no se atrevió a decirle que quizás no alcanzaría a cenar con ellos.

El sol se estaba poniendo cuando atravesó la sala de estar y se apresuró hacia la escalera del tercer piso. Se convenció a si misma de ducharse después de cenar, por lo que mientras esperaba, se quitó su blusa roja, su falda médica y las botas, y se dejó caer de costado sobre la cama.

El calor la iba a enfermar, pensó. La casa era fresca, pero aun así superaba el calor que estaba dispuesta a soportar. Quizás debería venir en invierno la próxima vez. Un bostezo la hizo acomodarse mejor sobre el colchón, escondiendo sus manos sobre la almohada mullida. Suspiro profundamente y parpadeó lánguidamente, el colchón casi como algodón la abrazó y se quedó dormida casi de inmediato.

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Había pasado más de una hora y Sakura aún no bajaba, su abuela no tardó en insistir que subiese a buscarla al ver que la cena estaba casi lista. Se tomó veinte minutos para terminar de organizar los pergaminos que tenía que revisar más tarde, antes de subir a buscarla.

Se detuvo en la puerta unos segundos antes de golpear y echo un vistazo alrededor. Sostuvo el pomo de la puerta y dio dos golpes para llamar la atención de la chica, pero el silencio fue demasiado revelador. Golpeó un par de veces más, pero no hubo respuesta. Estaba a punto de retirarse, cuando su abuela gritó desde el primer piso.

- La cena está lista. Dile a Sakura que baje antes que se enfríe. - hizo un gesto de molestia y anunció en voz alta su entrada mientras volvía a golpear, prefiriendo evitar situaciones incómodas. Contó hasta veinte antes de girar el pomo y entrar.

La encontró tendida sobre la cama en ropa interior. Apenas se detuvo en su cuerpo más que para observar que su elección de lencería era muy práctico. Su expresión se mantuvo en blanco mientras se acercaba a su lado y miraba su rostro dormido y relajado. Una brisa fresca hizo ondear las cortinas, haciéndole notar que la temperatura estaba descendiendo a medida que el sol se ocultaba. Fue hacia el armario, tomó una manta y la tendió sobre el cuerpo dormido de Sakura.

Se quedó unos segundos observando su semblante pacífico y no pudo evitar sentir un pulso de molestia al ver parte de su flequillo obstaculizando sus facciones. Con la delicadeza que sólo dedicaba a sus experimentos y marionetas, tomó el mechón fuera de lugar, lo desenredo de las pestañas largas, notando con asombro que también eran rosadas, y lo metió detrás de la curva de su oreja.

Con un sentimiento de satisfacción inusual, quitó los nudos que sostenían la gasa del dosel de la cama y cubrió todos los extremos del colchón. Se alejó de la cama caminando hacia atrás y salió de la habitación.

- Sakura está durmiendo, abuela. - anunció con indiferencia cuando se sentó a la mesa.

- Bueno, aún es pronto. Quizás se despierte con hambre más tarde, apartare un poco para ella. - dijo casual la mujer mayor y tomando el plato del asiento vacío, separó varias porciones de comida y lo dejó en el refrigerador. - ¿Cómo te fue hoy? - preguntó antes de volver a sentarse.

- Normal. - respondió lacónico. Chiyo frunció el ceño con molestia y puso los ojos en blanco.

- Vamos, chico. Pasaron varias horas en el laboratorio, no creo que sólo hayan estado conversando. - le hizo un gesto con las cejas y se echó a reír a carcajadas.

- Le dobló la edad, abuela. - comentó casual.

- ¿Y eso qué? - cuestionó ella enderezándose en su asiento.

- Que no me gustan las adolescentes. - fijó sus ojos dorados en la mujer mayor, retándola a decir algo más.

- Bah. - sacudió la mano restándole importancia. - Es una mujer adulta, es bonita y muy inteligente. Nunca te has interesado en ninguna chica aquí en Suna y ella es tan exótica, que creí que llamaría tu atención. - bajo la vista y volvió a enfocarse en su comida. Fue imposible no ver la desilusión en los ojos de la mujer.

- Pareces decepcionada, abuela. - agregó el hombre antes de tomar un bocado de carne.

- ¿No serás gay? - preguntó la mujer de pronto, mirándolo extrañamente.

Sasori giró los ojos y negó con la cabeza, el comentario estaba fuera de lugar. No perdería el tiempo ni la energía en debatir semejante idiotez.

- No digas tonterías, vieja. - el tono de voz dejó claro que no quería hablar más del tema. Lo único que se escuchó luego, fueron las carcajadas poco femeninas de su querida abuela.

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Sakura despertó con brusquedad cerca de la medianoche. Ya no hacía calor, pero se sorprendió al verse cubierta con una manta con el dosel extendido y cubriendo todas las esquinas de la cama. Se desperezo el rostro con una mano y se sentó sobre la cama. Su estómago rugió, recordándole que no había comido nada desde el almuerzo.

Se mordió el labio decidiendo qué hacer, pero la sensación de vacío en el estómago la hizo saltar de la cama para ir en busca de comida.

Buscó en su pergamino por ropa cómoda y encontró un vestido ligero de color blanco sencillo y de una pieza. Tenía mangas abullonadas, un escote redondo y cubría casi completamente sus muslos.

Se aliso el cabello con las manos húmedas después de lavarse el rostro y bajó al primer piso. A mitad de camino notó que iba descalza, pero le restó importancia.

Por la hora, supuso que sus anfitriones estarían dormidos, pero encontró a Sasori en el mismo sitio que en la mañana anterior; sentado en la sala de estar, revisando varios pergaminos.

- Pensé que estarías durmiendo. - se detuvo al pie de la escalera mirándolo. Una sensación de incomodidad se instaló en su estómago, no sabía por qué, pero se sentía como una intrusa desde que le dijo que su habitación había sido de sus padres.

- No sólo estoy a cargo del área de investigación. - dijo girándose hacia ella. Sakura se sorprendió al verlo con lentes de marco grueso y oscuro. No pudo reprimir un pensamiento descarado sobre lo bien que se veía, por lo que su boca se abrió en un gesto brusco.

- ¿Sucede algo? - preguntó con curiosidad al ver su expresión. Dejó el lápiz que sostenía entre sus dedos en la mesa y se enderezó en su asiento. La chica cerró la boca avergonzada y desvió la vista hacia la cocina, tratando de no ver la sonrisa burlesca que le estaba dedicando.

- N-No. - casi tartamudeo. Se recuperó rápidamente. - No sabía que usabas lentes. - agregó. Fue difícil pasarlo por alto, tenía el cabello rojo desordenado y se veía demasiado atractivo para su gusto. No tenía ni una sola arruga en su rostro de porcelana, tenía las pestañas largas y curvadas, y su nariz respingona hacia ver sus facciones armoniosamente perfectas.

- La vista se cansa rápido a mi edad. - comentó quitándoselos y presionando su pulgar e índice sobre el puente de su nariz para masajear la zona tensa. Se los puso rápidamente. - Los uso para leer cuando el día ha sido demasiado largo. - Sakura hizo una 'O' con los labios, pero en su mente sólo había dos palabras repitiéndose.

- ¿A tu edad? - frunció el ceño. Sasori le dedicó una sonrisa juguetona de dientes blancos y eso lo hizo ver aún más atractivo, sobre todo por el hoyuelo que se formaba sutilmente en una de sus mejillas.

- ¿Qué edad crees que tengo? - ahora le estaba prestando toda su atención. Se giró hacia ella desde su asiento en el sofá. Sakura sopeso si era una trampa o no, antes de responder.

- ¿Veinticinco? - dijo con duda. - Aunque supongo que puedes tener menos. - se corrigió rápidamente. La expresión de Sasori no cambió, pero apareció un brillo extraño en sus ojos dorados. La estaba observando con una intensidad que la hizo temblar de expectación.

- Tengo cuarenta y dos años, Sakura. - aclaró.

- ¡¿Qué?! - ¡Madre de Dios! Pensó Sakura, a su mente vino inmediatamente cierto Uchiha, y no pudo evitar compararlos y descubrir que Itachi se veía mucho más viejo que el hombre frente a ella. Eso generó un aluvión de preguntas que decidió dejar para después.

- Gracias. - dijo casual. Sakura se sonrojó por su error y no pudo evitar observarlo con mayor atención ahora. Sasori mantuvo sus ojos en los verdes con la misma intensidad de antes y ella lo tomó como un desafío para no apartar los suyos.

Fue él quien se rindió primero con indiferencia velada y se puso de pie. Eso pareció devolver a la chica a la realidad.

- Pensé que ibas a comer. - ahora estaba frente a ella y no pudo evitar pararse derecha y cruzar los brazos sobre su pecho. Su lenguaje corporal era desafiante, pero sus mejillas teñidas de rosa la delataban.

Fue una actitud infantil, pero Sasori parecía burlarse constantemente de ella y ahora que sabía que era mucho mayor de lo que aparentaba, aquella parte innata de ella que la hacía respetuosa de aquellas personas que inevitablemente admiraba, la instaba a rebelarse contra él.

- Bueno, sí. - El hombre le hizo frente deteniéndose a un pie de ella y Sakura notó que la diferencia de estatura era mínima ahora que estaba descalza, incluso era unos escasos centímetros más alto que ella ahora. Sasori se metió las manos en los bolsillos y pareciendo reconocer el mensaje, volvió a sonreír.

- La vieja te dejó algo de comida en el refrigerador. - agregó mientras se alejaba de ella en dirección a la cocina.