Infinitamente Roto 11
Espero que disfruten el capítulo, me disculpo por las faltas de ortografía o redacción que puedan encontrar. No hay beta, morimos como Anbu.
Itasaku AU Post Masacre.
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Esa noche mientras Sakura devoraba su cena tardía, Sasori la acompañó bebiendo café. Aunque la conversación fue escueta, pudo conocer otras facetas del marionetista; era un pasatiempo el revisar viejos pergaminos, comprobar técnicas olvidadas y crear fórmulas para el desarrollo de nuevos venenos.
Una vez terminó de cenar, lavó los platos usados, planeando el día siguiente. Notó inmediatamente que las próximas semanas serían la tónica del primer día.
Pasaron mucho tiempo en el área de investigación y su cabeza daba vueltas por toda la nueva información que estaba conociendo: plantas, animales, insectos, técnicas médicas, etc. Se maravilló de la destreza de Chiyo ba en la fabricación de marionetas y su curiosidad sólo aumentó cuando le dejó claro que el prodigio en la familia siempre había sido Sasori.
También aprendió sobre venenos y nuevas técnicas para crear antídotos mucho más efectivos. Y cada día que pasaba, su mente le recordaba su inminente regreso a Konoha y poco tiempo que le quedaba en Suna.
Se había convertido en una cuenta atrás y sabía lo que sucedería cuando regresará a Konoha; tendría que enfrentar la ira del patriarca de los Uchiha.
Había quedado claro en la carta que había recibido hace unos días: no habría más prórrogas. Una vez en Konoha tendría que casarse con Itachi, estuviese lista o no.
Pero si era sincera consigo misma, realmente no le importaba, había válido completamente la pena.
Sasori y su abuela eran maravillosos. Ya no había tanta tensión con el maestro de venenos, y aunque se sonrojada menos cerca de él, se sentía cada vez más atraída. Él seguía burlándose de ella y coqueteando con esos ojos dorados y esa sonrisa de lado que siempre le dedicaba cuando estaban los dos solos trabajando en el laboratorio.
Dos semanas después de su llegada la llevó a conocer la ciudad y su ambiente nocturno. Cenaron en un café popular y luego fueron a un bar.
Probó un par de bebidas exóticas, exclusivas de Suna y llegó a ese punto de embriaguez perfecto para terminar la noche. Había estado tan contenta, que no notó que había tocado a Sasori más de lo debido. Prácticamente había pasado colgada de su brazo toda la noche.
No había pasado nada, pero luego de eso, él también fue un poco más táctil con ella; suaves toques en su antebrazo, manos y rostro. Y tenía esa manía de alejar el flequillo de su rostro cada vez que estaba demasiado concentrada.
Al final de su visita, lo había abrazado más de una vez al conseguir resultados positivos en sus experimentos. Podía reconocer que le gustaba Sasori, pero todo fue de una forma platónica y estaba bien con ello.
La noche anterior a su partida, Chiyo preparó un banquete de despedida. Sakura sonrió con cariño por la dedicación de la mujer mayor. No había gran diferencia entre las cenas que habían tenido anteriormente, pero se había esmerado en preparar alimentos exclusivos de Suna; no quería que olvidara ninguno de los sabores de su pueblo.
Secretamente, sabía que Chiyo había esperado que pasará algo entre ella y su nieto, pero Sakura había cortado de raíz todos esos pensamientos.
- ¿Te ha gustado trabajar con mi nieto, Sakura Chan? - preguntó un día que habían cenado las dos solas.
- Por supuesto. - dijo entre bocados. - Es maravilloso verlo trabajar meticulosamente. Me encanta su ética de trabajo. - luego de eso había comenzado a dejar caer comentarios sobre el hombre al azar.
Como la primera marioneta que había hecho, como Sasori había estado más feliz desde que ella estuvo aquí. También pasaba más tiempo en casa, lo que hacía muy feliz a una vieja como ella. Le contó sobre su hija y su marido, de cómo había sufrido junto al único hijo que dejaron atrás. Aún le costaba aceptar que habían muerto a manos de uno de los ninjas de más renombre de Konoha: el colmillo blanco.
Le contó sobre su infancia y lo duro que había sido mantenerse unidos después de tanto dolor y soledad. Aunque cruzaban tiempos de paz, le confesó que se había negado rotundamente en un comienzo a los tratados de paz con Konoha.
Sasori había olvidado pronto el agravio y le dijo que dejará de vivir en el pasado, mencionando lo terca e irracional que estaba siendo. Le costó reconocer que su nieto tenía razón y estaba agradecida de haberla conocido, esperando que regresará pronto.
Sakura se sintió mal por la esperanza de la mujer, pero no se atrevió a mentirle, ella se merecía la verdad.
- No sé cuánto tardaré en volver. - le comentó una mañana mientras lavaba los platos del desayuno. Sasori se había ido temprano, tenía programada una reunión con el Kazekage a primera hora.
- ¿Por qué? Estoy segura que puedo pedirle a la princesa babosa que te de más tiempo. Me lo debe. - aunque había sentido la sinceridad detrás del cariño que le profesaba, siempre notaba el leve resentimiento que se filtraba cada vez que hablaba de su maestra.
- No es eso. - su voz salió en un hilo, bajo la vista sintiéndose avergonzada de pronto.
- Entonces ¿qué es? - ahora tenía toda la atención de la mujer mayor.
- Cuando regrese a Konoha... - se detuvo un momento para tomar aire. - Cuando regrese a Konoha, me voy a casar... - sintió que un peso oculto se levantaba al decirlo en voz alta.
- Oh... - fue lo único que dijo a cambio. El silencio se extendió entre ellas después de eso. Cuando finalmente guardaron los platos, la mujer retomó la conversación. - ¿Lo amas? - preguntó seria, Sakura se congeló unos segundos.
- No... Apenas nos conocemos. - encogió un hombro.
- ¿Matrimonio arreglado? - su rostro se mantuvo neutro mientras preguntaba.
- Algo así. Le salvé la vida y sus padres consideraron que eso era suficiente para que me convirtiera en la esposa de su primogénito. - soltó un suspiro de resignación, pero rápidamente se recompuso. Cuadro sus hombros y mantuvo su espalda erguida, con aire solemne.
- Mmm ¿Pertenece a un clan? - evitó mirarla cuando hizo la pregunta.
- Sí, es el heredero de los Uchiha. - luego de eso no se volvió a mencionar el tema de su matrimonio, pero Chiyo no se detuvo en sus insinuaciones sobre lo atractivo que era su nieto y lo solo que estaba.
Sakura recibió sus insinuaciones con sonrisas incómodas, sabiendo que Sasori no estaba realmente interesado en ella a pesar de sus cómodas interacciones.
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La noche anterior a su partida se quedaron bebiendo después de la cena. Cerca de la medianoche, Sasori y ella llevaron a la mujer mayor a cuestas a su habitación. Se había quedado dormida sobre la mesa.
-Lo lamento. - se disculpó el hombre de cabellera roja. - Normalmente no bebe tanto. - parecía sincero, pero no había verdadera aflicción detrás de su disculpa.
- Me causa ternura. - respondió a cambio con una sonrisa. La dejaron de costado sobre la cama y luego de sacarle el vestido, Sakura la cubrió con una manta. Le dio un beso en la frente mientras acomodaba su flequillo gris, no pudo evitar sonreír al verla tan tranquila.
Sintió pasos detrás de ella y se volvió para ver a Sasori fuera de la habitación. Se despidió silenciosamente de la anciana y salió.
- Es tarde. - dijo él.
- Si... - agregó con algo de duda, una fuerza invisible tiraba de ella.
- Deberías descansar. Tendrás un largo camino de regreso. - Sasori la miró a los ojos y Sakura se perdió en sus orbes dorados oscuros en la tenue luz del pasillo.
- Lo sé. - confirmó ella uniendo sus manos detrás de su espalda. Inclinó la cabeza y su cabello cubrió su pálido rostro. Los dedos de Sasori apartaron su flequillo con delicadeza y ella no pudo ocultar el estremecimiento que causó su acción.
- Entonces... - agregó él.
- Desearía no tener que irme. - susurró. El sentimiento de culpa hizo que sus entrañas se apretaran.
Sasori cerró la distancia entre ambos y con dos dedos sobre su barbilla la obligó a levantar el rostro. Estaban a pocos centímetros ahora y el corazón de Sakura se aceleró al verlo tan cerca.
- No siempre podemos hacer lo que deseamos, pero cuando nos negamos conscientemente a hacer algo que deseamos, comprendemos nuestra verdadera naturaleza. - envolvió los dedos en la curva de la mejilla femenina y la acuno. - Nuestra fortaleza se mide por aquello que dejamos ir. - agregó en voz baja.
Sakura separó los labios para responder a sus palabras, pero se detuvo al verlo estrechar el espacio que los separaba: él la iba a besar.
Sus sentidos se dispararon y su corazón se aceleró. Cerró los ojos anticipando la culminación de casi dos meses de señales confusas y no pudo evitar morder su labio inferior sin saber cómo reaccionaría.
Sintió el aliento tibio barrer su nariz y su boca, llenándola de anticipación. El calor de su cuerpo estaba demasiado cerca y parte de la tensión muscular comenzó a disiparse, aunque su corazón seguía latía en su pecho y en sus oídos.
Una presión fugaz en su frente y luego él ya no estaba. Abrió los ojos bruscamente para verlo a varios pies de distancia.
- Que tengas buen viaje, Sakura. - Sasori le sonreía, pero no supo interpretar su lenguaje corporal, mantuvo la distancia, pero la inquietud era casi palpable. Ella tenía un nudo en la garganta y de pronto su nariz comenzó a picar.
- Gracias... Yo... Yo realmente te agradezco... todo. - las palabras salieron roncas, torpes y atropelladas. Trago con dificultad y parpadeó rápidamente para eliminar las lágrimas que amenazaban con delatarla.
- No es necesario. Nos volveremos a ver. - la sonrisa seguía ahí, pero ahora parecía realmente sincero. Sus hombros se balancearon y sus pies giraron hacia las escaleras. - Me gustaría que desayunáramos juntos. - fue una solicitud demasiado formal para el gusto de Sakura, pero incapaz de hablar, ella asintió efusiva con la cabeza.
- Buenas noches. - le deseó cálidamente y ella volvió a tragar, cada vez con más dificultad. Lo observó alejarse y comenzar a subir.
- Buenas noches para ti, también. - logró decir, pero él ya había desaparecido. Se quedó quieta y con las manos apretadas una contra la otra, de pie en la mitad del segundo piso. - Soy una... - el golpe de una puerta cerrarse por sobre su cabeza la silenció, anunciando que Sasori ya estaba en su habitación.
Se apresuró a subir, decidida a esconderse hasta la mañana siguiente. Sus pergaminos abiertos sobre la cama la regresaron a la realidad; mañana tendría que partir hacia Konoha.
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A la mañana siguiente fue inevitable quedarse unos minutos observando el baño de su habitación con anhelo, era una de las cosas más hermosas que había visto y estaba segura de que extrañaría esas tardes sumergida dentro de sus aguas templadas, disfrutando de aquella paz momentánea que sólo podías obtener lejos del mundo real. Bueno, extrañaría todo lo relacionado a Suna, si era sincera consigo misma.
Cuando llegó al primer piso, Sasori no estaba en la sala de estar rodeado de sus pergaminos como había sido todos los días desde que llegó aquí; estaba en la cocina preparando el desayuno.
Los ojos de Sakura se abrieron de la sorpresa, porque al reconocerlo en la distancia, su corazón tembló de ternura al ver como el hombre estoico y poco afecto al contacto humano, acariciaba con cariño la frente de su abuela, alejando con delicadeza su flequillo desordenado. El momento se rompió cuando miró en su dirección y se alejó de la mujer mayor dando un paso hacia atrás.
- Buenos días, Sakura. - la saludo con una sonrisa ilegible desde el umbral de la puerta de la cocina.
-Buenos días... - caminó lentamente hacia él.
-Buenos días, Sakura chan. - la nombró Chiyo. Su rostro tenía una sonrisa brillante, pero sus ojos no compartían el entusiasmo. Le hizo señas con una mano, invitándola a sentarse a su lado. Sakura le regresó la sonrisa y obedeció su silenciosa petición.
Desayunaron entre sonrisas y bromas. En ningún momento se hizo mención sobre su inminente partida y estuvo agradecida por ello. Cuando se despidió en la puerta principal, Chiyo la abrazó con fuerza durante varios minutos y dejó caer sobre sus manos un pergamino sellado. No dijo una sola palabra al respecto.
Sasori le dio un beso en la mejilla a la mujer mayor, informándole que regresaría para cenar. Y cuando la puerta se cerró tras ellos, un dolor profundo le atravesó el pecho. Estaba dejando atrás a aquella mujer que en muy poco tiempo se había convertido casi en su propia abuela; fue inevitable preguntarse si la volvería a ver otra vez.
Miró el pergamino en sus manos unos momentos antes de meterlo en su bolsa trasera con los demás.
Sasori la escolto al mismo lugar donde se habían conocido la primera vez; la caseta de guardias. Allí tuvo que firmar nuevos documentos y volver a llenar papeleo. Diez minutos después estaba de pie enfrentando un interminable desierto por delante.
- Es aquí donde nos despedimos... - dijo ella con desasosiego. La expresión de Sasori se mantuvo inescrutable observando la lejanía.
- Sí. - sus ojos dorados brillaron cuando pestañeo y giró la cabeza hacia ella. - Que tengas un buen viaje. - agregó. Sakura le sonrió con cariño, pero él prosiguió - Por cierto, felicidades por tu matrimonio. - Sakura se congeló. Había una sonrisa condescendiente sobre su boca y ella lo odio.
- ¿Quién te lo dijo? - preguntó endureciendo sus rasgos.
- Eso no importa. - la sonrisa burlesca no desapareció y unas ganas incontrolables de partirle la cara pasaron por su mente. Entrecerró los ojos y observó su expresión, buscando algo que en el fondo de su mente sabía que no encontraría. Soltó un suspiro cansado, llena de decepción; no podían separarse así, se dijo.
- Quiero volver... - murmuró de pronto, ahora estaba mirando el suelo rojizo cubierto de arena dorada. Vio los pies de Sasori cerrar la distancia entre ellos y se quedó completamente quieta. Dos dedos se posaron en su barbilla y la hicieron alzar el rostro para mirarlo. Su sonrisa parecía haberse mudado y la miraba con algo parecido a la ternura.
- Volverás. Y yo estaré aquí para recibirte. - apenas fue consciente de su acercamiento, pero la huella húmeda de sus labios sobre la comisura de su boca, perduró incluso cuando cruzó las puertas de Konoha dos días después.
